Sintaxis

21. Los numerales

21.2 Sintaxis de los numerales cardinales. Formación de numerales cardinales complejos

21.2a En la sección anterior se analizaron las principales diferencias que existen entre los cardinales y los ordinales, así como las características morfológicas de los primeros y también algunas de las sintácticas. Como se ha explicado, los numerales cardinales son propiamente cuantificadores cuando se usan como adjetivos (cuatro ideas), o bien como pronombres (cuatro), pero no lo son cuando se emplean como sustantivos (Elegí el cuatro). En el primer caso, los numerales cardinales superiores a la unidad se comportan como el cuantificador plural varios. Por consiguiente, solo se combinan con plurales genuinos y rechazan los llamados pluralia tantum o plurales inherentes3.8g). Contrastan de forma notable expresiones como cinco deseos o diez intenciones con *cinco ganas, *diez prisas o *veinte celos (se descarta la interpretación de tipo o clase a la que se hace referencia en los § 3.8b y 3.12i). Los sustantivos que funcionan en unos contextos como plurales genuinos y en otros como plurales inherentes (escaleras, murallas, etc.) aceptan los numerales en la primera de estas dos interpretaciones: subir tres escaleras, rodear cuatro murallas. Sobre esta ambigüedad, véase el § 3.8t.

21.2b Al igual que otros grupos nominales cuantificativos, los que constituyen los numerales cardinales (dos mesas, tres problemas) admiten el artículo definido y otros determinantes (las dos mesas, tus tres pantalones de verano, esos cuatro horribles edificios). Los numerales cardinales que aparecen en grupos nominales definidos (los tres, los veinte) se interpretan como pronombres o como adjetivos en función de la diferencia sintáctica esbozada en el § 21.1e: los tres Ø, los veinte Ø. Además de las funciones características de los grupos nominales (sujeto, complemento directo, etc.), estas expresiones se asimilan a los complementos predicativos en los usos característicos de la llamada cuantificación flotante19.10a): Los invitados eligieron el mismo plato los tres (o bien, … eligieron los tres el mismo plato). La combinación actual «artículo determinado + numeral cardinal» (los cuatro) se corresponde con la antigua «todos + numeral cardinal» (todos cuatro), que se documenta al menos hasta el siglo xviii:

Médiese la partida y señálensele cinco reales. —Dénsele todos cinco y cuartillo —dijo don Quijote— (Cervantes, Quijote II); […] habiendo avisado a don Manuel hiciese el precio de todos tres, que yo le daría joyas para ello (Zayas, Desengaños); Todas dos empanadas que me envió vuestra merced comí (Delicado, Lozana); Para hijos no son pocos siete, y para hijas son hartas tres, y todos diez hacen número perfecto (León, Job); Executaron el viage todos quatro, sin recelar los movimientos que podían originarse en la mudable condición de aquellos bárbaros (Oviedo Baños, Historia).

21.2c La combinación «artículo + numeral cardinal» coexistió desde el inicio del idioma con «todos + numeral cardinal» y con «todos + artículo + numeral cardinal», como en francés moderno (tous les trois ‘los tres’) para expresar totalidad:

Vi la mar cuajada de islas a todos los cuatro bientos (Diario Colón); Entrado en la caravela, todos los tres hermanos en hierros, Francisco de Bobadilla les entregó juntamente con los procesos a este Alonso de Vallejo (Herrera Tordesillas, Historia); El cuarto día salimos ya resueltos a poner en obra lo dispuesto, aunque fuese a costa de las vidas de todos los tres guardianes (Núñez Pineda, Cautiverio).

El declive de las construcciones «todos + numeral cardinal» y «todos + artículo + numeral cardinal» se suele asociar con la desaparición del uso partitivo de la pauta «artículo + numeral cardinal». Mientras los dos podía significar también ‘dos de ellos’, todos dos y todos los dos resultaban inconfundibles para denotar la totalidad. Cuando los dos dejó de usarse para designar la parte y quedó para referirse siempre al todo, las otras dos construcciones fueron cayendo en desuso.

21.2d Se exceptúa de la combinación «artículo + numeral cardinal» el numeral uno, que rechaza los determinantes, salvo en el uso antiguo de el uno, en el sentido de ‘uno de ellos’ que se describe en los apartados siguientes. Sí puede aparecer el uno en construcciones distributivas (el uno… el otro…, § 15.2t y ss., 31.6), en las que uno no parece numeral sino indefinido. La incompatibilidad gramatical percibida en *el un libro —frente a los dos libros, los tres libros, etc.— puede deberse a un choque de rasgos o bien a la existencia de redundancia en su manifestación gramatical. El primer análisis se basa en el hecho de que la noción de ‘cardinalidad’ (recuérdese este concepto del § 21.1a) que aporta un(o) está inextricablemente unida a la de ‘indefinitud’, lo que produce un conflicto de rasgos con la naturaleza opuesta del artículo definido. Desde este punto de vista, la agramaticalidad de *el un libro tendría el mismo origen que la de *el algún libro. En la segunda hipótesis, la flexión de número singular del artículo definido o de los demostrativos convierte en redundante la información de cardinalidad aportada por el numeral un(o). Esta situación no se reproduce en el plural, ya que en tal caso el numeral aporta cierta información de la que carece el morfema flexivo correspondiente. Estas dos explicaciones no son por necesidad incompatibles, pero parece favorecer la segunda el hecho de que el choque al que se refiere la primera no se dé con otros numerales. En efecto, no se da incompatibilidad entre el artículo determinado y los otros numerales en expresiones como el uno por ciento (Cobrará el uno por ciento de comisión), puesto que uno es aquí un sustantivo numeral (cf. el tres por ciento). Para otras propiedades de los sustantivos numerales, véanse los § 21.2l y ss.

21.2e Hasta bien entrado el siglo xvi, y aun en el xvii, se usó en castellano el uno (de ellos), la una (de estas mujeres) con el sentido de los actuales uno (de ellos), una (de estas mujeres). Las variantes de esta construcción son tres. En la primera, aparece explícito el complemento partitivo, como en la una de las partes por una de las partes o las dos de las mujeres por dos de las mujeres:

La una destas ambas tan onrradas personas / tenié enna su mano dos preciosas coronas (Berceo, Santo Domingo); Hay tres maneras de venados, e que la una de ellas son tamaños como novillos de Castilla (Núñez Cabeza Vaca, Naufragios); Estaban los más dellos muy más cerca de su campo que del nuestro; de manera que las escaramuzas no podían hacerse sin que la una de las partes pasase a esperar (Ávila Zúñiga, Comentario); Luego el uno de estos atunes mandó a diez de ellos me llevasen al general (Lazarillo); A la primera arremetida mataron y tomaron a los dos de los soldados (Aguado, Santa Marta).

21.2f En la segunda variante, no aparece el complemento partitivo, pero se sobrentiende: el uno por uno de ellos; las dos por dos de ellas, etc. Tanto en esta construcción como en la precedente, el artículo determinado concuerda con el numeral en rasgos de número y, si este posee género, también en este otro rasgo: el [masculino singular] uno [masculino singular]; las [femenino plural] dos [plural]. En ambos casos, el artículo se interpreta como plural, y también como pronombre personal, ya que corresponde semánticamente a un complemento partitivo: el uno (‘uno de ellos’):

Cinco fueron las plagas sin ninguna dubdança, / quatro las de los clavos, quinta la de la lança; / d’essas cinco nos fazen las cruces remembrança, / Longino le ufrió la una por pitanza (Berceo, Sacrificio); Rasqué todas las paredes y no había blanca más de las tres, y la una era negra (Contreras, Discurso); Constaba entonces [el ejército de Cortés] de novecientos hombres; los ciento y noventa y cuatro entre arcabuces y ballestas; los demás de espada, rodela y lanza, ochenta y seis caballos, y diez y ocho piezas de artillería (Solís, Conquista).

Este uso permanece en una canción infantil cantada hasta hace poco en España: Tres hojitas, madre, / tiene el arbolé, / la una en la rama, / las dos en el pie, es decir, ‘una de ellas en la rama; las otras dos en el pie’.

21.2g La tercera variante de la construcción es característica de los sustantivos que designan objetos que se presentan agrupados en parejas. Se trata de la pauta la una mano por una de las manos, o la una oreja por una de las orejas, es decir, de la pauta «artículo determinado + uno/una + sustantivo»:

Xemena de Tordómar perdió la una mano, / mas de las dos quál era yo no so bien certano (Berceo, Santo Domingo); El áspide dicen que pone la una oreja en la tierra y la pega con ella, y con el extremo de la cola cierra la otra (Malón Chaide, Conversión); Con el rezio encuentro perdió las riendas y el un estrivo (Ortúñez, Espejo).

Es poco frecuente esta pauta con sustantivos que no designan objetos dobles o agrupaciones formadas por solo dos conjuntos: […] que haga él dies partes d’ella cada un año, e que la una parte d’estas diez la reparta entre nuestros parientes (Diario Colón). Para la gramática de las construcciones recíprocas que se ajustan a la fórmula «el uno + preposición + el otro», véase el § 16.5. Este uso del artículo se extiende a los numerales fraccionarios, como se explicará en el § 21.6p.

21.2h Los numerales cardinales comprendidos entre uno y quince tienen formas no segmentables: un(o), dos, tres, cuatro, cinco, seis, etc. La lengua medieval conoció los numerales diezedos o dizedos (por doce), diezitres o dizitres (por trece), y otros similares inferiores a quince, como en E regno dizitres annos & ocho meses (Alfonso X, España I). Tampoco tienen estructura morfológica las designaciones de las siguientes potencias de diez: 102=cien(to); 103=mil; 106=millón; 109=millardo, así como la forma quinientos (500). En las designaciones de los múltiplos de diez inferiores a cien se reconoce la terminación -nta: treinta, cuarenta, etc. Las formas de los restantes cardinales se obtienen por coordinación o yuxtaposición de dos numerales. Si el número inferior precede al superior, el valor de la secuencia se calcula por multiplicación (doscientos=2 × 100; veinte mil=20 × 1000); en cambio, si el número superior precede al inferior, el valor de la secuencia se calcula por adición (ciento dos=100 + 2; mil veinte=1000 + 20).

21.2i Entre los números 16 y 30, las combinaciones de las decenas con las unidades están vinculadas por la conjunción y. Estos numerales se escriben con una sola palabra, en la que la conjunción adopta la forma -i-: diecisiete (no diez y siete), veinticuatro (no veinte y cuatro). Se escriben, en cambio, separadas las decenas correspondientes a los cardinales situados entre 30 y 100 (treinta y uno, cuarenta y tres, sesenta y ocho, etc.):

Le dijo que era profesor. Aparentaba entre treinta y cinco y treinta y ocho años (Bain, Dolor); De los setenta y seis pasajeros que lo acompañaban, murieron setenta en el breve espacio de ocho días (García Icazbalceta, Obras).

Así pues, se recomienda escribir treinta y tres (no treintaitrés), cuarenta y siete (no cuarentaisiete), sesenta y ocho (no sesentaiocho). En la lengua antigua se usó seyze y seze, a veces en alternancia con diziseys o dizesex, para dieciséis. En el español medieval y en el clásico era habitual que todos estos numerales constaran de varias palabras (grafía compleja o separada):

Reyno diez & nueue annos (Valera, D., Crónica); Era un mozo de hasta veinte y dos años, de muy buena gracia (Cervantes, Quijote I); Veinte y cuatro doncellotes, / todos de tomo y de lomo, / venían (Cervantes, Urdemalas).

En los textos de los siglos xix y xx se registran en contadas ocasiones estas grafías complejas, que apenas se utilizan en la lengua actual. Se recomienda evitarlas:

En vez de las diez y ocho leguas y media de que consta aquella vía, tuvimos que andar unas veinticuatro (Galdós, Episodios); Alcázar y la Petra pagaban diez y seis duros de casa en la calle del Reloj (Baroja, Busca); Hay veinte y cinco justos en cada raza, en cada pueblo, en cada nación (Roa Bastos, Contravida).

21.2j En los textos americanos contemporáneos, con mayor frecuencia que en los europeos, se documentan a veces construidos en una sola palabra los numerales posteriores a 30 que contienen decenas y unidades:

Allí, en 1877, muere a la edad de cincuentaiocho años (Bolaño, 2666); Cuando Juan llegó a la puerta y giró cuarentaicinco grados para emprender el raje sintió de pronto algo que pasaba a su lado (Ford, Ruidos); Eran las cuatro y treintaicinco (Martini, Fantasma); Destinada inicialmente para dieciséis estudiantes de teología […], fue ampliada posteriormente para treintaiséis (Magallón, Renacimiento).

Esta variante sigue una tendencia atestiguada en los compuestos nominales, ya que constituyen palabras fonológicas tanto si sus componentes se integran en la escritura (puercoespín, arcoiris) como si se separan (puerco espín, arco iris). Sobre este punto, véase el § 11.7c. Mucho menos prestigiosa es la opción que une decenas y unidades en la misma palabra prescindiendo de la vocal -a-: treinticuatro (por treinta y cuatro), cuarentiocho (por cuarenta y ocho), como en Y no era que a los cuarenticinco apenas cumplidos, diera por terminado su fecundo quehacer literario (Vega, A. L., Crónicas). Esta variante es frecuente en algunos registros de la lengua oral, pero se recomienda evitarla en la escrita. Las grafías simples alternan con las complejas (a veces en los textos de los mismos autores), que se consideran preferibles, tal como se ha explicado: a la edad de cincuenta y ocho años, a los cuarenta y cinco apenas cumplidos, etc. La integración gráfica que muestran los textos que se acaban de citar es algo más frecuente en la lengua general cuando el numeral es un sustantivo de significación estereotipada, por ejemplo el que designa cierta arma en Allí estaba Candela vestida de amarillo, con el cuarentaicinco y el machete a la cintura (Montenegro, Hombres) —la cuarentaicinco en México, Nicaragua y otros países—, o alguna expresión formularia, como el número que se pronuncia por costumbre en voz alta para imitar una sonrisa: La sonrisa le sale natural, no necesita repetir “treintaitrés”, como algunas (Walsh, Escribir). Aun así, se considera preferible la opción cuarenta y cinco en el primer caso y treinta y tres en el segundo.

21.2k Cuando el numeral es modificado por una expresión que indica aproximación, como … y pico (de) o … y tantos, también se separan estas voces en palabras diferentes, como en estos ejemplos:

Nadie se explicó cómo pudo sobrevivir con sus noventa kilos y sus cincuenta y tantos años (García Márquez, Vivir); Siempre me ha parecido absurdo que los mil y pico policías que patrullan nuestras calles se hagan los de la vista gorda frente a las infracciones y los accidentes de tránsito (Tiempo [Col.] 21/1/1997); Nuestra parte, como denunciadores, vendrá a ser unos diez mil y pico de duros (Meza Suárez, Tío).

La forma integrada se considera igualmente correcta en el caso del numeral veinte (veintitantos, veintipico), pero en los textos se observa cierta tendencia a extenderla a otros numerales:

Eran una pareja feliz, sin peleas ni rupturas en esos veintitantos años juntos (Vargas Llosa, Fiesta); ¡Ay, en cincuentaipico años que tengo nunca he visto que naide que se haiga muerto, haiga vivío otra ve! (González, Provisiones); Luego se dio una fiesta, a la que asistió la infanta doña Isabel, prometida del rey de Portugal, y otras treintaitantas damas muy ataviadas de brocado y chapado (Gala, Manuscrito).

La variante … y tantos está siempre precedida por numerales que expresan decenas. Aun así, el numeral diez rechaza … y tantos, y también … y pico. Al igual que en los casos mencionados arriba, también en estos se prefiere la grafía compleja (treinta y tantos, cuarenta y pico) a la simple (treintaitantos, cuarentaipico). Los adjetivos derivados de estos numerales integran sus componentes en una sola palabra, como en Conocí luego el despego, cuando no la enemiga, de la literatura noventayochista y participé de él (ABC 21/11/1987), frente a la Generación del Noventa y ocho. Aunque alternan en los textos noventaiochista y noventayochista, se prefiere la segunda opción.

21.2l El numeral cardinal correspondiente a la cifra 100 es cien ~ ciento. Se utiliza la variante apocopada cien en los usos cuantificativos, sean adjetivales (cien días) o pronominales (De las doscientas cartas previstas, solo se enviaron cien; Ya somos casi cien). Sobre la alternancia «adjetivo–pronombre» en los numerales, véase el § 21.1e. Se usa asimismo la variante cien cuando se pospone a otro numeral, como en mil cien (1100) personas, diez mil cien (10100) pesos, y también cuando multiplica al numeral que le sigue, como en cien mil, cien millones. Se emplea, finalmente, la variante cien para designar el nombre del sustantivo numeral (el número cien), como se pone de manifiesto en las operaciones matemáticas: {Cien ~ *Ciento} dividido entre dos es igual a cincuenta; Dos más cien (y no ciento) hacen (o dan) ciento dos. El numeral cien no tiene plural. La forma cienes, que se ha documentado en lugar de cientos, se considera incorrecta (cienes de personas), salvo cuando hace referencia al propio guarismo, como en los tres cienes que aparecen en esta página, y —en algunos países— también a los billetes de cien: ¿Tienes cinco cienes?

21.2m Se elige la variante ciento cuando se forman numerales complejos que expresan centenas, es decir, cuando modifican a este numeral otros numerales cardinales que representan decenas, como en ciento veintitrés (123), o bien unidades, como en ciento dos (102). Contrasta, por tanto, cien (100) días con ciento tres (103) días. También se emplea ciento cuando se designan porcentajes (el noventa por ciento). En España se documenta asimismo en estos casos la variante por cien, como en En los diez años que siguieron a la deshonra de Nixon, la cifra de funcionarios federales condenados por crímenes se incrementó un cuatrocientos por cien (ABC Cultural 5/7/1996). No obstante, se recomienda el uso de por ciento.

21.2n Alternan el ciento por ciento, el cien por ciento y el cien por cien con el sentido de ‘la totalidad’:

Se condonará el ciento por ciento de su adeudo a los becarios (Diario Yucatán 28/10/1996); Es la época en que los films son cien por ciento hablados o cantados (Feldman, Realización); La ortodoxia liberal está en la base de la peculiaridad política de los Estados Unidos de Norteamérica e inspira el cien por cien de su Constitución (Martínez Albertos, Noticia).

Estas expresiones forman parte asimismo de locuciones adjetivas o adverbiales que reciben sentidos cercanos a ‘puro’, ‘por antonomasia’, ‘totalmente’, entre otros valores similares. La variante cien por cien es común en el español americano y en el europeo:

Cuando aquí el único literato cien por cien es él (Mallea, Bahía); […] el curioso hecho de que Thyssen era ario cien por cien (Sábato, Universo); Lydia era muy moderna pero católica cien por cien (Martín Gaite, Visillos); Franco se alinea al cien por cien con el Eje (Anson, Don Juan).

Las demás son mucho más frecuentes en el español de América:

Pero la que abrió fue Pilar. Andaluza cien por ciento (Benedetti, Porvenir); Reconoció que sus jugadores no están preparados al cien por ciento para jugar en el campeonato de la Liga (Tiempos 15/2/1997); No paro hasta que lo tengo ciento por ciento terminado (Santander, Milagro); Los tipos estos sí que eran ciento por ciento increíbles, […] (Bryce Echenique, Huerto); […] nosotros que somos ciento por ciento el futuro (Garibay, Diálogos).

21.2ñ Las expresiones fraccionarias que designan porcentajes (treinta por ciento, ochenta por ciento) son nominales, por lo que admiten determinantes —{un ~ este ~ su} treinta por ciento—, además de adjetivos (restante, pendiente, acumulado, adeudado, etc.). Ciento es sustantivo numeral cuando se usa con el valor de centenar, como en varios cientos de manifestantes. No es frecuente el uso de un ciento en estos contextos, pero se documenta algún caso: Agradezco, sobre todo, estas planas de papel, a veces rugoso, siempre amarillento, que ya son más de un ciento, rellenas de mi letra con tinta amoratada (Olaizola, Escobar). Se registra con frecuencia algo mayor, aunque también escasa, el sustantivo numeral ciento en contextos pseudopartitivos, como en un ciento de cartas, medio ciento de vasos. Este uso no es minoritario en algunos países americanos, en los que resulta más natural un ciento de pájaros que un centenar de pájaros, ya que la segunda opción se asocia con la lengua literaria. He aquí otros ejemplos similares:

El mercado local paga a los agricultores 4 y 2,50 soles por un ciento de mandarinas y naranjas, respectivamente (Peruano 23/5/2001); Tú debes de tener un ciento de fantasmas que exorcizar, ¿no? (Portal, Pago); […] compuesta de los jugos de un ciento de yerbas diferentes (Granados Gálvez, Tardes americanas).

21.2o Se usa la forma ciento como sustantivo numeral en ciertas locuciones propias de la lengua conversacional (y vulgar a veces en algunos países americanos), como ciento y la madre; un ciento y la Juana (la segunda, en El Salvador y otras partes de Centroamérica), así como en ciertos refranes, como Más vale pájaro en mano que ciento volando21.10i.) o en A lo mejor pensó aquello de “Quien hace un cesto, hace ciento” (Palou, Carne). Aun así, se documenta también ciento como pronombre numeral en construcciones no lexicalizadas. Este uso es algo más frecuente en el español europeo que en el americano, pero se registra en ambos:

Tenemos reservado a Tutankamón un destino que no se encuentra en esta generación ni en ciento (Moix, Arpista); Uno no puede salir a comprar una manzana o una rosa y regresar con ciento (Paso, F., Palinuro); Me hizo sentir, incluso, que no era molestia alguna para él tenerse que leer ciento (Bryce Echenique, Martín Romaña); Le dije que alrededor de ciento, para empezar (Torrente Ballester, Filomeno); ¡No olvides que me has prometido llegar a los ciento! (Delibes, Hoja).

En estos casos, en los que ciento alterna sin restricciones con cien, es más usual la segunda opción.

21.2p Los numerales que forman las centenas (100, 200, 300, etc.) constituyen una sola palabra. Con la excepción de cien, en todos se reconocen dos morfemas: el multiplicador, procedente de la unidad: dos-, tres-, cuatro-, etc., y el multiplicando -cientos/-cientas, que marca la centena: cuatro-cientos, ocho-cientas. El numeral quinientos expresa léxicamente estas informaciones, por lo que no es segmentable morfológicamente. Se eligen variantes monoptongadas en los radicales sete- (por siete-) y nove- (por nueve-): setecientos, novecientos. La variante diptongada sietecientos se documenta de manera abundante en la lengua antigua: Estoyle diziendo sietecientas vezes que no nos metamos en estas batallas impertinentes (Avellaneda, Quijote), pero ya no se emplea en la lengua común contemporánea, aunque se atestigüe de forma esporádica en la de algunos hablantes de bajo nivel de formación. Se recomienda evitar la variante nuevecientos, que todavía se usa en el habla popular y rural de muchos países. Se encuentra algún registro documental en los textos literarios que la reflejan: ¿Cuánto debe a la casa, vos, jocicón? —Nuevecientos cabales, más treinta y seis que le di anoche —contestó el cantinero (Asturias, Presidente).

21.2q Los numerales que expresan las combinaciones de las centenas con las decenas o con las unidades se obtienen por yuxtaposición de ambas: ciento veintiocho (128), trescientos cuarenta y nueve (349), novecientos cuatro (904), setecientos dos (702), etc. En la lengua antigua era habitual coordinar estos dos segmentos en lugar de yuxtaponerlos, como en estos ejemplos:

Dada en paris miercoles despues dela trinidat. Enel año de mill & trezientos & seys (Valera, D., Tratado); En el año de trecientos y veynte de la fundación de Roma, prohibió el gran Senado de Roma que ninguna muger fuese osada de beber vino (Guevara, Epístolas); Parece tener cincuenta y ocho pliegos, que al dicho respeto son docientos y treinta y dos maravedís (Cervantes, Persiles).

21.2r El numeral ciento carece de variación de género, pero exige —como los demás— concordancia de número: ciento tres mil habitantes. En cambio, como se explicó en los apartados anteriores, la forma compositiva -cientos/-cientas concuerda también en género con el sustantivo cuantificado: trescientas nueve páginas, ochocientos veinte árboles. Repárese en que, mientras que dos se asimila a un adjetivo en dos libros, no lo hace en la expresión doscientos dos libros, que se segmenta en la forma [doscientos dos] [libros], en lugar de en la forma [doscientos] [dos libros]. La expresión doscientos dos constituye un tipo de compuesto morfológico más que un grupo sintáctico. De hecho, los numerales cardinales que inciden sobre los sustantivos forman expresiones cuantificativas complejas de estructura bien articulada, como se verá en los apartados siguientes.

21.2s Como se explicó en el § 21.2q, las centenas se forman con la pauta «centena + decena» (trescientos setenta). A su vez, las decenas pueden contener unidades que se escribirán o no en la misma palabra de acuerdo con las pautas que se dieron en los § 21.2i, j. Se obtienen así secuencias como trescientos dieciocho (318), cuatrocientas cuarenta y nueve (449), novecientas sesenta y dos (962), etc. Si las decenas no están presentes, las unidades se unen a las centenas, como en el ejemplo doscientos dos, analizado en el apartado anterior. Como la concordancia de los cuantificadores numerales con los sustantivos no es potestativa, aparece el sustantivo en plural en expresiones como doscientos un soldados, que se segmenta en la forma [doscientos un] [soldados]. Debe evitarse el uso del singular en estas combinaciones (doscientos un soldado), que a veces se atestigua en la lengua oral. No se extiende esta pauta al empleo de los cardinales por ordinales del que se habló en el § 21.1d, ya que en ese caso la expresión numeral no cuantifica propiamente al sustantivo al que modifica: el doscientos un aniversario de la fundación de la ciudad. El uso del artículo un con sustantivos femeninos en las condiciones descritas en el § 15.1c se extiende al numeral un(o), incluso en las expresiones complejas. Aun así, existe alternancia de género en ciento {un ~ una} hadas o trescientas {un ~ una} armas. Recuérdese el § 15.1d para alternancias similares con el artículo un ~ una. Se ha observado que se extiende por error la variante apocopada un ante voces que no son sustantivos ni grupos nominales. Se recomienda evitar expresiones como el cuarenta y un por ciento de la población, en lugar de el cuarenta y uno por ciento de la población.

21.2t La formación de los millares es análoga en algunos aspectos a la de las centenas, pero diferente en otros. Frente a la forma compositiva -ciento, con sus variantes de género y número (trescientos, cuatrocientas, etc.), mil es un numeral cardinal invariable y autónomo —en el sentido de no integrado gráfica o morfológicamente, aunque sí fónicamente— en los numerales complejos. Se escribe, pues, dos mil soldados (no *dosmil soldados ni *dosmiles soldados ni *dos miles soldados) o veintitrés mil estudiantes (no *veintitresmil estudiantes). Los millares se forman, como las centenas, por yuxtaposición. Así pues, los millares preceden a las centenas, cuya estructura se analizó en los apartados precedentes. Como ellas, pueden ir seguidos solo por decenas o solo por unidades. Se obtienen así secuencias como diez mil trescientas veintidós (10322) personas, dos mil treinta y dos (2032) pesos o mil cuatro (1004) obras. El uso de la coordinación copulativa es raro en la lengua actual en estos contextos, pero se documenta de forma abundante en la lengua antigua, al igual que sucedía, como se explicó, en el caso de las centenas (§ 21.2q):

Ordenóle con seicientos hombres de guardia, llevar casi mil y docientas personas (Hurtado Mendoza, Guerra); […] los dos mil y doscientos hombres Pampangos que asistieron en el Cerco de Bulacán (Documentos Filipinas); Que son todos tres mil e seis çientos e quatro mrs., los quales dí al secretario del obispo de Córdoua (Limosnero).

Se registra asimismo en la lengua medieval el uso del sustantivo vez como marca de la relación multiplicativa que caracteriza a los millares, como en E murieron en aquella batalla de los de Asdrúbal cinquaenta e ocho uezes mil omnes (Alfonso X, España I), es decir, 58000 hombres.

21.2u La alternancia un ~ uno, de la que se habla en el § 15.2, se extiende a los numerales. El numeral cardinal mil se asimila en parte a los adjetivos numerales en mil automóviles, pero en cambio determina la apócope del numeral un(o) en expresiones como doscientos un mil automóviles. Se registran testimonios de la variante doscientos uno mil, que se considera incorrecta. Los numerales complejos terminados en una pueden apocoparse en estas construcciones cuando preceden a mil, por lo que se admite veintiún mil páginas, y también veintiuna mil páginas. La concordancia es, en cambio, obligada si la expresión que contiene la unidad precede inmediatamente al sustantivo. Se dice, pues, veintiuna páginas y se considera incorrecta la variante veintiún páginas.

21.2v De manera similar a como los adverbios terminados en -mente pueden omitir la primera mención de este segmento morfológico en la coordinación (simple y llanamente por simplemente y llanamente, § 7.14d y ss.), los numerales que expresan millares permiten un proceso análogo en las estructuras disyuntivas. Nótese que la expresión dos o tres mil dólares significa ‘2000 o 3000 dólares’, si bien, fuera de contexto, podría tal vez interpretarse como ‘2 o 3000 dólares’. De igual manera, si se dice doscientos o trescientos mil soldados, se podrá significar ‘200000 o 300000 soldados’, o bien (de nuevo, menos probablemente) ‘200 o 300000 soldados’. Por el contrario, la expresión dos o trescientos dólares solo admite la interpretación ‘2 o 300 dólares’. Ello muestra que el español permite estructuras como [dos Ø] o [tres mil] dólares, donde Ø representa el numeral mil, pero no estructuras como *[[dos Ø] o [trescientos]] dólares, donde Ø representa el numeral ciento. La diferencia descrita está más relacionada con la flexión de los numerales que con el hecho de que doscientos constituya una palabra y dos mil esté formada por dos. En efecto, en italiano se forman grupos nominales coordinados como due o trecento anni ‘200 o 300 años’ o tre o quattrocento metri ‘300 o 400 metros’, que el español rechaza con esas interpretaciones. Esta diferencia está relacionada con el hecho de que la forma quattrocento es insensible a la flexión de género o de número, de manera análoga a como lo es mil en dos mil años. Cabe también pensar en una segmentación sin morfemas nulos o tácitos: [[[dos o tres] mil] dólares], frente a *[[[dos o tres] cientos] dólares], en contraste con [[[dos] o [trescientos]] dólares].

21.2w Se escriben en una sola palabra los sustantivos numerales que en España designan montañas, en referencia a su altitud en metros, así como distancias fijas recorridas marchando, caminando, nadando, etc.: cincomil, seismil, sietemil y otros múltiplos de mil: hacer un tresmil, coronar un sietemil o un ochomil, como en El intento de un ochomil era un poco precoz (Mundo [Esp.] 23/7/2005). Como otros nombres comunes, estos sustantivos están sujetos a variación de número: Ha escalado varios ochomiles.

21.2x Las propiedades de los sustantivos ciento y mil en construcciones como cientos de personas o miles de firmas se analizarán en la sección siguiente. Estas propiedades son considerablemente distintas de las que muestran millón o billón, como allí se explica. Tal diferencia morfológica se pone de manifiesto en la formación de numerales complejos, que tiene lugar —al igual que en los demás casos— mediante un proceso de yuxtaposición: un millón cien mil (1100000) personas; dos millones cuarenta y dos mil (2042000) euros; tres mil ciento veinte millones ochocientos cuarenta mil (3120840000) pesos, que admite la variante tres millardos ciento veinte millones ochocientos cuarenta mil pesos. Los sustantivos millón (106), millardo (109), billón (1012), trillón (1018) y cuatrillón (1024) tienen otras propiedades gramaticales por su condición de numerales colectivos. Se analizará este grupo de numerales más adelante.

21.2y Como se explicó, los numerales cardinales preceden a los sustantivos (dos casas) y siguen a los determinantes (las dos casas). Siguen o preceden a los ordinales (las dos primeras casas ~ las primeras dos casas), como se explica en los § 21.5i, j. Siguen hoy mayoritariamente al determinante otro (otras dos casas), pero lo precedían a menudo en la lengua antigua (dos otras casas). Este orden se registra hoy en algunos países americanos, aunque con menor frecuencia que el inverso:

Y dos otras mujercitas de esas fáciles esperan el americanito (Asturias, París); La cámara capta cuatro imágenes suyas bajo distintos ángulos (una imagen es “real”, por así decirlo […] y las tres otras son meros reflejos) (Paranaguá, Ripstein); […] y cuatro otras especies suyas, que se diferencian en ojas y figura (Montenegro, P., Materia).

Véase también sobre esta cuestión el § 13.10s.

21.2z Los numerales cardinales preceden a los adjetivos prenominales (dos bonitas casas).No obstante, los adjetivos de grado extremo, llamados generalmente elativos13.3a y ss.) pueden precederlos o seguirlos, lo que da lugar a alternancias como las {extraordinarias dos ~ dos extraordinarias} novelas que publicó el año pasado. El orden «adjetivo–numeral» es mucho menos frecuente en los textos que el contrario, y está restringido además a los grupos nominales con determinante. Se ilustran a continuación ambos órdenes:

Velázquez, Goya, Picasso y Dalí son cuatro magníficos representantes de la pintura española (Zalama, Pintura); A su derecha accedo, por gastadas y empinadas escaleras, a un fuerte y, por encima de este, alcanzo las magníficas cuatro cuevas-templo con diversas esculturas del panteón hindú (Calle Capilla, Viaje); Las Águilas esperan meterse a la liguilla y así olvidar los dos pésimos torneos (Crónica Hoy 1/12/2008); Todo el trabajo del Fórum en la primera parte quedó empañado en unos pésimos cuatro minutos finales (Mundo [Esp.] 10/11/1996); José Emilio Pacheco incorpora a su “Inventario” cinco espléndidos poemas de Wislawa Szymborska (Proceso [Méx.] 13/10/1996); […] ni siquiera para la mención de los temas tratados en estos espléndidos siete volúmenes (Vanguardia [Esp.] 29/11/1996).

Los adjetivos superlativos terminados en -ísimo pertenecen a este mismo paradigma: los {durísimos dos ~ dos durísimos} meses que pasó allí. Como en el caso anterior, la variante «numeral–superlativo» es la que predomina en los textos. Se ilustran ambas a continuación:

Era uno de esos fusiles maquiritares, de dos larguísimos cañones (Carpentier, Pasos); Liquidan las pocas esperanzas de John Major para prolongar […] los larguísimos dieciocho años del poder “tory” (ABC 20/4/1997).

También pueden anteponerse a los numerales cardinales en posición prenominal algunos adjetivos que denotan ordenación, especialmente anterior, posterior y siguiente:

Una indagación a la vez histórica y sistemática obligaría a tratar sucesivamente las siguientes cinco cuestiones (Laín Entralgo, Espera); En sus anteriores ocho encuentros, Morón había ganado una sola vez y apenas había convertido dos goles (Clarín 9/10/2000).

Información adicional

En relación con este capítulo, la siguiente entrada del Glosario de términos gramaticales podría ser de su interés:
pronombre numeral cardinal

 

Nueva gramática de la lengua española
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