Sintaxis

48 La negación

48.11 Negación expletiva y negación encubierta. Otros tipos de negaciones interpretables y no interpretables

48.11a Se denomina negación expletiva la que no aporta significación, pero se añade por razones enfáticas o expresivas. La negación expletiva se manifiesta solo a través del adverbio no, como en No nos iremos hasta que no nos digan la verdad o en Mejor estar seguros que no lanzarse precipitadamente a la aventura, y otras construcciones similares que se examinan en el § 48.11g. En estas oraciones puede omitirse el adverbio no sin que el sentido se vea afectado. En los estudios sobre ellas se ha señalado con reiteración que su característica fundamental no estriba tanto en que resulte innecesario interpretar esa negación como en que resulta imposible hacerlo. Así, el segmento subrayado en No nos iremos hasta que no nos digan la verdad no puede interpretarse literalmente porque designa el momento en que no sucede algo como localización temporal de la acción de irse. No obstante, se ha observado que se admiten otras oraciones que muestran significados también anómalos. Se volverá a tratar este punto conflictivo en los § 48.11o y ss.

48.11b La negación expletiva poseía mayor vitalidad en la lengua antigua que en la actual, pero se documenta ampliamente en todos los estadios de la evolución del español. Además de en las construcciones mencionadas, se atestigua en ciertas exclamativas y en los complementos de varios verbos que expresan temor, duda y rechazo, como se explicará en esta sección. Esta forma de negación puede considerarse indirectamente un término de polaridad negativa, en cuanto que no aparece si no está inducida por algún otro elemento, como la negación (No nos iremos hasta que no nos digan la verdad), los cuantificadores comparativos de desigualdad (§ 48.6o) u otros elementos que se mencionarán más adelante. También permite asimilar la negación expletiva a los términos de polaridad negativa el hecho de que aquella no pueda ejercer la función de inductor negativo:

No nos iremos hasta que no nos digan {algo ~ *nada}; No se quedará contento hasta que no le entreguemos la información {y ~ o ~ *ni} el dinero.

Estos hechos reciben una explicación bastante simple si se considera que los rasgos léxicos de los términos de polaridad en los esquemas de concordancia negativa están impuestos por su inductor. Resulta, pues, natural que un elemento espurio —es decir, sin significado— no pueda determinar la forma y el sentido de esas expresiones negativas.

48.11c Las comparaciones de desigualdad son inductoras de la negación expletiva. Se admite esta construcción en la lengua de hoy, sobre todo si el segundo término de la comparación es oracional:

Probablemente esté yo mejor soltero que no participando sin pausa en el enorme ajetreo que debe de ser un feliz matrimonio de cinco (García Hortelano, Cuento); Sin comprender que vale más pasar apuros que no quedar sepultado entre las olas (Baroja, Inquietudes); Anda, hija Ansarona, trae otra poca, que más vale que sobre que no que falte (Miras, Brujas); Vale más que leas que no el que te alimentes de chismes y comadrerías (Unamuno, San Manuel).

Ello no quiere decir que estas formas de negación sean en todos los casos expletivas. Así, podría serlo o no en función del contexto la que se subraya en Defendían sus causas democráticas o nacionalistas y eso era más importante que no co laborar con el Departamento de Estado (Vázquez Montalbán, Galíndez). Ello tendría, además, repercusiones prosódicas: en su interpretación expletiva, el adverbio no se pronunciaría seguido de breve pausa y con prominencia acentual; en su interpretación no expletiva no habría tal pausa.

48.11d Decrece considerablemente en la lengua actual el uso de la negación expletiva en la comparación de desigualdad cuando el segundo término de la comparación no es oracional. De hecho, en los registros más formales se suele rechazar hoy en día esta forma de negación, al menos con los grupos nominales. Se prefiere, por tanto, la primera opción en Trabaja mejor ella {que él ~ que no él}. En la lengua antigua era muy frecuente esta negación en las comparativas de desigualdad cuando la comparación afectaba a personas o cosas, no solo a situaciones:

E fallaron los otros sabios d’este saber que contara mejor Julio César que non Eudoxo (Alfonso X, General Estoria I); Señor, perdóname que a esta otra amo más que non a Ty (Martínez Toledo, Corbacho); No me lo agradezcas, pues el loor y las gracias de la ación más al dante que no al recibiente se deben dar (Rojas, Celestina); Ende vimos vna bestia mas crecida que no el camello (Martínez Ampiés, Viaje); Yo digo quel condestable es glorioso ofiçio ca es muy antiguo mas que no almirante (Mejía, F., Nobiliario); [...] término que muchas veces es mejor que no el que se alcanza con el rigor del hierro (Cervantes, Quijote II).

48.11e Al igual que sucede en el francés actual (cf. Elle travaille plus que je ne croyais ‘Ella trabaja más de lo que yo pensaba’), la negación expletiva aparece en la lengua antigua en los segundos términos oracionales de las comparaciones de desigualdad cuando se introduce en ellos el grado de alguna propiedad mencionada antes. Estas oraciones se forman con de en la lengua actual (como en más dulce de lo que debería ser), pero se suelen construir con que y negación expletiva en la lengua medieval: E si es reziente humedeçese mucho en las manos mas no se apega mucho & es mas dulçe que no devria (Burgos, Proprietatibus). Las demás formas que adoptan los segundos términos oracionales de las comparativas de dicha clase admitían igualmente la negación expletiva en la lengua antigua:

De manera que comían más para vivir que no para se hartar (Guevara, Epístolas); Máxime vos, que sois de la Marca; mucho más sabréis interrogando que no adivinando (Delicado, Lozana).

48.11f Las voces que implican comparación están muy restringidas como inductores de la negación expletiva. No suelen admitirla cuando se construyen con complemento preposicional (antes de, preferir a), pero la aceptan en ocasiones cuando se construyen con la conjunción comparativa que (antes que, preferir que). Aun así, en estos últimos casos la negación que aparece en el segundo término de la comparación de desigualdad es expletiva unas veces, por lo que no se interpreta, como en el primero de los dos textos siguientes, pero es plenamente significativa otras, como en el segundo:

Mira que prefiero verte rotada que no muerta (Fuentes, Frontera); Es preferible tener libertad que no tenerla (Pombo, Natura).

En el último texto citado se dice, en efecto, que la posesión de algo es mejor que su falta, por lo que el adverbio no aporta a él su significado pleno y la negación no es expletiva. Por el contrario, en el ejemplo precedente, se dice que alguien prefiere ver a cierta persona en un estado a verla en otro. El adverbio no puede omitirse, ya que carece de interpretación semántica. En los apartados siguientes se mostrarán otros contextos en los que las negaciones expletivas alternan con otras que no lo son.

48.11g La negación que se admite en el término de la preposición hasta puede interpretarse o no semánticamente. Es expletiva cuando incide sobre un verbo de acción delimitado o télico (§ 23.2d) y está inducida por el adverbio no, como en el ejemplo del § 48.11a No nos iremos hasta que no nos digan la verdad. A esta misma pauta corresponden los textos siguientes, en los que se marca la negación expletiva con trazo continuo y su inductor con trazo discontinuo:

La casa está gravada con tres hipotecas y hasta que no se pongan de acuerdo y la subasten, no me molestarán (Edwards, Anfitrión); No se van a conformar hasta que no les digas dónde está Miguel (Allende, Casa); Hasta que no comprobé el orden de los compartimentos y la numeración de los legajos no pude estar seguro (Díez, Expediente); Hay cosas que, aunque se expliquen, no se entienden hasta que no se ven (Nieva, Zorra).

Estas construcciones son equivalentes a las que se construyen con mientras y con en tanto, en las que, sin embargo, no se puede prescindir del adverbio no:

Mientras no contestes esta pregunta, no sabrás nada de mí (Fuentes, Compañía); Tenía que pagar una culpa muy grande que era el secreto de su vida y que, en tanto no la pagara, no hallaría paz en su muerte (Díez, Fuente); No entenderemos nada de lo escrito en tanto no lo hayamos vivido de un modo u otro (Etxebarria, Beatriz).

48.11h El papel de inductor puede ser ejercido por otros inductores negativos, como en Ninguno de nosotros se va a mover de aquí hasta que no se nos explique lo que ocurrió o en Jamás pensó que el puesto podía ser para ella hasta que el director no la llamó. Algunos inductores negativos fuertes admiten también esta forma de negación, como el adjetivo imposible, entre otros: cosas que es imposible entender hasta que no se las explican a uno (es decir, ‘hasta que se las explican a uno’). Si el verbo al que modifica el adverbio expletivo en estas oraciones no expresa una acción télica o delimitada, lo habitual es que no se pueda interpretar la construcción y el resultado sea agramatical. Puede compararse, en este sentido, No llegó hasta que no dieron las once con *No llegó hasta que no lo esperábamos. Los predicados de realización (§ 23.3e), que tienen un componente durativo y otro de delimitación, hacen visible este último en la construcción que se describe. Así, en No apreciarás este libro hasta que no lo leas se entiende … hasta que no lo hayas leído, o tal vez incluso … hasta que no empieces a leerlo.

48.11i El adverbio no que aparece en el término de la preposición hasta se interpreta semánticamente en ausencia de un inductor negativo que faculte la negación expletiva, y también en construcciones que denotan procesos sujetos a un límite. No hay, por tanto, en esos casos, negación expletiva. Así, en el texto siguiente se dice que cierto estado de cosas permaneció hasta el momento en que el que habla perdió cierta capacidad: Fue allí que el pie se me hinchó hasta no poder soportar el zapato (Cabrera Infante, Habana). Análogamente, en Lo insulté hasta que no pude encontrar nuevas palabras (Onetti, Triste), la negación se interpreta semánticamente, ya que expresa el mantenimiento de una acción que termina cuando el que habla ya no puede hacer algo. Aporta de igual modo significación negativa el adverbio no en los ejemplos que siguen, construidos con hasta, mientras y en tanto:

La estuve besando hasta que no teníamos respiración (Martín Gaite, Visillos); Brindó a su cuñado la posibilidad magnánima de hacerse cargo del recién nacido […] en tanto no alcanzara una edad razonable que su padre determinaría (Delibes, Hereje); Había considerado un gasto inútil hacerla reparar mientras no cesara aquella invasión de pájaros (García Márquez, Funerales).

48.11j En las oraciones presentadas en el apartado anterior se dice que cierta situación permanece vigente durante el tiempo en que algo no sucede, lo que es coherente desde el punto de vista semántico. Así pues, el adverbio de negación aporta en todas estas oraciones su significado pleno y, en consecuencia, la negación no es expletiva. Apoya esta conclusión el hecho de que el adverbio no pueda ser, a su vez, inductor de términos de polaridad negativa. En el § 48.11b se comprobó que la lengua rechaza oraciones como *No nos vamos hasta que no nos digan nada. El pronombre nada carece de inductor legítimo en ellas, en cuanto que el adverbio no de la oración subordinada es expletivo. Resultan naturales, en cambio, las oraciones siguientes, en las que el adverbio no que se subraya tiene también significado: Seguiremos aquí hasta que no quede ningún asunto pendiente; No nos vamos mientras no nos digan nada. Así pues, el no que no se subraya en la última oración (No nos vamos…) no posee relación sintáctica alguna con el que aparece seguidamente. Este último (no nos digan) es el inductor del indefinido nada.

48.11k En la lengua medieval y en la clásica eran inductores de la negación expletiva algunos verbos que expresan duda y temor:

Quién duda que no haya habido otros más crueles (Rojas, Celestina); Que dudo no quiera en algo euitarte / viendo que pazes en su dehesado (Madrid, Égloga); Vete con Dios, que temo no nos haya escuchado Halima, la cual entiende algo de la lengua cristiana (Cervantes, Amante); De las galeras habían señalado marineros en los esquifes para recoger la gente que pudiesen y no osaban llegar porque, como la borrasca era de fuera, temían no encallar (Contreras, Discurso); Y comenzó a temer no le acaeciese a este la misma desgracia (Somers, Retrato).

En el primero de estos ejemplos se expresa el temor de que algo pueda ocurrir, no el de que no ocurra. En el texto de Cervantes que se reproduce queda igualmente claro por el contexto que lo que se teme es que algo pueda haber sucedido, no lo contrario. En cambio, no es expletiva la negación subrayada en No dudes que no habrá cosa / que yo no emprenda por ti (Castro, Casados), ya que en ese texto se dice que alguien debe estar seguro de la inexistencia (no de la existencia) de algo.

48.11l Cabe observar que la negación expletiva con dudar, temer y otros verbos diferencia en otras lenguas registros lingüísticos, no períodos históricos ni significados. Es el caso del francés, donde se usa en la lengua formal (Jean craint que Marie ne vienne ‘Juan teme que María venga’), pero se omite en la conversacional. En el español contemporáneo, la negación que aparece en estos contextos no suele ser expletiva:

Temo no estar a la altura, mi señora (Pérez-Reverte, Jubón); Es una estupenda propuesta —aceptó Rogelio esperando que sus secuaces lanzaran la candidatura del doctor Rentería—; pero me temo no lo vaya aceptar (Olivera Figueroa, Enfermera),

pero se atestiguan casos en los que sí lo es:

Cuidado, tengo miedo no le vaya a sentar mal (Alonso Millán, Guardapolvo); En un solo instante abarqué la totalidad de la situación con una lucidez tan cegadora que por un momento dudé no haber perdido, yo también, la cabeza (Azúa, Diario).

Sobre la posible omisión de la conjunción que en casos como Me temo no lo vaya a aceptar, véanse los § 43.3b y ss.

48.11m En la lengua clásica era frecuente la negación expletiva con los verbos evitar, impedir y otros similares que tienen en común el expresar la conveniencia de que no se dé cierto estado de cosas:

Comían en pie y dormían en hojas de cañas, por evitarles que no fuesen viciosos en el comer y perezosos en el dormir (Guevara, Epístolas); Las imperfecciones del alma […] la tienen impedida que no goce esta sabrosa contemplación (San Juan de la Cruz, Noche); Si le impido que no entre / es descubrirle el secreto (Rojas Zorrilla, Amigo); Para impedir que no se les suba el humo a las narizes y lo tizne todo y abrase un mundo [...] (Gracián, Criticón III).

Este uso todavía se atestigua de vez en cuando en la lengua conversacional contemporánea: Marcar algún gol más que el contrario y hacer un buen partido intentando evitar que no se prolongue más de 90 minutos (Voz Galicia 30/10/1991). A pesar de que —como se ha explicado— esta construcción está ampliamente documentada en la lengua clásica, se recomienda evitarla en la actual, ya que puede provocar confusión entre sentidos opuestos.

48.11n Se atestigua el uso de la negación expletiva en las oraciones exclamativas, tanto cuantitativas como cualitativas. En las primeras se hace referencia a cierto número de entidades, sean materiales o inmateriales:

¡Cuántas veces no nos habrá dicho mi padre: “¡Si le conocierais!”! (Buero, Diálogo); Cuántos hombres no quisieran estar en su lugar para ganar toda gloria en la tierra y en el cielo (Uslar Pietri, Visita); ¡Cuántas noches no habría pasado con un aviador o viajero adocenado! (Chávez, Batallador); Cuántos hombres no habré visto yo la mar de bien puestos ya p’arriba, y en cuanto se ponían eso, p’abajo (Quiñones, F., Hortensia).

En las segundas se pondera una cualidad o propiedad, por lo que se la sitúa en un grado alto de alguna escala valorativa:

Cómo no sería de fuerte lo que estaba cantando Madame la République, que mi acompañante se indigna (Vázquez, Á., Juanita Narboni); ¡Qué no tendremos que ver! (Rellán, Crónica); ¡Qué susto no me entraría que huí despavorida del teatro! (Vázquez, Á., Juanita Narboni).

Las oraciones exclamativas con negación expletiva que se han mostrado son todas parciales42.14a). Son más raras las exclamativas totales con negación expletiva, pero a veces se atestiguan en la lengua conversacional —sobre todo con futuros y condicionales— para intensificar cualidades la mayor parte de las veces negativas: ¡No será imbécil!, ¡No tendrá cara!, ¡No será engreído!, junto a ¡Si será imbécil!, ¡Si tendrá cara!, ¡Si será engreído!

48.11ñ Podría considerarse expletivo el uso del adverbio no en las preguntas negativas que constituyen ofrecimientos corteses, muy frecuentes en el español americano (¿No quiere usted sentarse?), pero intervienen en su interpretación otros factores discursivos. Véase sobre estas construcciones el § 42.7q. Tampoco es propiamente expletivo el uso de no en las exclamativas introducidas por cualquiera, como en ¡Cualquiera no le da la razón!, ya que esta última oración podría parafrasearse como Nadie podría no darle la razón.

48.11o Se ha debatido entre los estudiosos de la negación expletiva si el adverbio no que aparece en muchas oraciones exclamativas e interrogativas se puede interpretar o no; más exactamente, si tiene sentido sorprenderse o preguntar por el número de veces en que algo no sucede o por el alto grado en que alguien o algo no muestra determinada propiedad. Se distinguen, de modo más general, tres situaciones:

A. Secuencias negativas que son agramaticales porque contienen alguna negación que no se puede interpretar semánticamente.

B. Secuencias negativas que son gramaticales porque la negación que contienen es expletiva.

C. Secuencias negativas que son gramaticales porque la negación que contie
nen —aparentemente ininterpretable— recibe un sentido cabal en función de algún principio lingüístico o extralingüístico.

Como se comprueba, la negación expletiva caracteriza el tipo B, pero los tipos A y C presentan esquemas relativamente próximos. Los tres se analizan con más detalle en los apartados siguientes.

48.11p Ilustran el tipo A las interrogativas y exclamativas parciales formadas con cuánto en contextos que no admiten unidades de medida, como *¿Cuánto no te gustó la película? Se suele aceptar que la irregularidad de estas oraciones se debe a la necesidad de que las interrogativas y las exclamativas parciales estén vinculadas a un contexto previo en el que acoten algún conjunto de opciones implícitas. Eso es lo que permite formular preguntas del tipo de ¿Cómo no es Elena? (en el sentido de ‘¿Qué rasgos no tiene entre los que debería tener?’) o ¿Dónde no irás este verano? (en el sentido de ‘¿A qué lugares previstos dejarás de ir?’). Este trasfondo implícito permite dar sentido a la pregunta ¿Qué enfermedades no ha tenido usted?, que de otro modo resultaría absurda. Todas estas oraciones (gramaticales e interpretables) pueden asignarse al grupo C. Las preguntas negativas que inquieren sobre magnitudes no suelen aceptar estos contextos, como en ¿Cuánto tiempo (*no) debo dedicar a este trabajo?, ya que resulta difícil concebir esas nociones como referenciales. Cuando el contexto precedente permite acotar o delimitar esas cantidades —y, por tanto, hacer referencia a ellas—, las preguntas cuantitativas negativas son interpretables, como en ¿Qué altura no debe tener el edificio para que esté dentro de la normativa legal? o en ¿Cuánto colorante no debo agregar?, tras un contexto previo en que esa cantidad inconveniente ha sido fijada.

48.11q Corresponden al tipo B los ejemplos del § 48.11n. Esta pauta es menos frecuente con presente o con pretérito perfecto simple, pero también se registra con estos tiempos, como en ¡Cuánto no luchó por la democracia nuestra hermana Carmina! (Aparicio, Retratos). Sin embargo, las oraciones de este grupo son comunes construidas con futuros o condicionales de conjetura (§ 23.14h y ss. y 23.15j-l). De hecho, la ausencia de este rasgo convierte ¡Cuánto no pesaría aquel baúl! (tipo B) en secuencias del tipo A: *¡Cuánto no pesa aquel baúl! Aun así, la clase gramatical a la que pertenece el verbo parece desempeñar algún papel en estos contrastes, puesto que algunos hablantes admiten ¡Cuánto no me haces sufrir! (en B), en alternancia con ¡Cuánto no me harás sufrir! El inductor negativo de la negación expletiva no es únicamente, por tanto, la exclamación, sino también la información de carácter modal que encierran el futuro y el condicional de conjetura. Recuérdese (§ 48.6g) que el futuro y el condicional son inductores débiles de términos de polaridad negativa.

48.11r Además de las oraciones gramaticales que se describieron en el § 48.11p, se forman secuencias del tipo C con los complementos que designan instantes o períodos en los que no sucede algo como localizadores temporales de un suceso o de un estado de cosas. Estas construcciones se atestiguan en contextos en los que se expresan sucesos repetidos, pero no solo en ellos:

Te enfurecías cuando no conseguías destruir mis argumentos (Shua, Muerte); Solo yo sé las veces que para tapar sus necesidades tuve que añadir un trozo de pellejo de zorro cuando no bastó la piel del león parado en el escudo de la República (Roa Bastos, Supremo); Me odia. Cuando no estás, me maltrata (Martínez Pisón, Ternura).

También se documentan en otros en los que se alude a eventos puntuales, como los que se señalan a continuación:

Juzgad de mi paciencia, y ved qué dosis tan grande de esta virtud acumulé en mi alma, cuando no cogí el busto y se lo tiré a la cabeza a aquella mujer (Galdós, Prohibido); Despertó cuando no amanecía aún, y se volvió al Palacio (Mujica Lainez, Cisnes); El jueves, cuando no contestaba al teléfono, pensé que se había ido de Belson (Landero, Juegos); Yo no sabía qué decirle cuando no contestó nada y se quedó quieto (García Márquez, Hojarasca); Cuando no le cupo la menor duda de que se encontraba lo suficientemente maduro como para escuchar lo que tenía que decirle […] (Vázquez Montalbán, Cuarteto).

Las construcciones del tipo C han recibido menos atención por parte de los estudiosos que las que corresponden a los otros dos tipos. Es lógico pensar que existe cierta relación entre los ejemplos de la pauta C presentados en este apartado y los que se muestran en el § 48.11p. En el ejemplo de Landero que se acaba de citar se dice literalmente que alguien pensó algo en el momento o en el período en que no ocurrió otra cosa. En lugar de resultar anómala, la oración se interpreta sin dificultad porque el punto en el que no ocurre algo se evalúa en relación con una expectativa: aproximadamente, ‘el momento o el período en que no contestaba el teléfono y en el que se esperaba que tendría que haber contestado’. Cabe pensar en condiciones similares para otros casos que se corresponden con la pauta C. Sobre la interpretación de la negación en oraciones como Me pregunto si no me estaré equivocando, véase el § 43.7g.

48.11s La negación que acompaña a la locución adverbial por poco ha sido considerada expletiva por algunos autores, pero no por otros. En posición posverbal, la locución viene a significar ‘por una magnitud pequeña’ o ‘por escaso margen’, como en Falló el tiro por poco, que implica ‘Falló el tiro’. Constituye una variante de este uso la locución por pocos, que se emplea en Centroamérica, así como en el Caribe continental y en algunos países andinos con el sentido de ‘en pequeñas cantidades’ o ‘en proporción reducida’: Sáquelos de la olla y resérvelos, dejando la grasa del tocino en la olla y fría la carne por pocos hasta dorarla (Periódico [Guat.] 21/8/2005). En posición preverbal, por poco se asimila a un adverbio de aproximación, como casi40.9p-t), o a la perífrasis verbal «estar a punto de + infinitivo». Uno y otra implican que no se alcanza la situación descrita por el predicado al que modifican: Casi me caigo implica ‘No me caí’, al igual que Estuve a punto de caerme o que Por poco me caigo. En el español coloquial del área rioplatense se usa también la locución casi más con el sentido de por poco: Se te fue la mano con el pibe y casi más se arma lío (Pavlovsky, Galíndez).

48.11t Usada en posición preverbal, por poco admite a veces negación expletiva. La presencia de la negación siempre da mayor énfasis a estas construcciones:

Ando un poco abstraído, crucé la calle sin fijarme y por poco no me atropella un coche (Rossi, María); El café la desveló de tal modo que la hizo entrar en la sala con un paso excesivamente vivo y acelerado, y por poco no derribó la bandeja (Vila-Matas, Suicidios); Por poco no nos queman la casa también a nosotros por el parentesco con tu papá (Vargas Llosa, Fiesta).

La negación expletiva da lugar a una situación paradójica en las oraciones así construidas. Las secuencias Por poco me atropella un coche y Por poco no me atropella un coche pueden usarse para expresar el mismo significado. En apariencia, la negación que contiene la segunda se interpreta semánticamente, ya que el atropello del que se habla no se produjo. Sin embargo, el que este suceso no se produjera constituye una implicación propia del significado de por poco, que es compartida por casi y por estar a punto (de), como se explicó en el apartado anterior.

48.11u La negación que sigue a por poco no es expletiva otras veces, especialmente cuando la situación negada se considera positiva o favorable. En efecto, la oración Por poco no llego a tiempo a la reunión significa ‘Estuve a punto de no llegar a tiempo a la reunión’. No contiene, por tanto, negación expletiva, como tampoco la contiene Por poco no pasó el curso o Por poco no lo cuentan: Una criada que empujaba un cochecito de niño por poco no lo cuenta (Pérez Merinero, Días). Tal como se explicó en el § 48.11b, la negación expletiva no permite la aparición de términos de polaridad negativa, pero la no expletiva sí los permite, como se comprueba en Por poco no llego a tiempo a ninguna reunión. Este factor explica la irregularidad del indefinido ningún si la negación es expletiva, como en Por poco no me atropella {un ~ *ningún} coche. La variante con ningún solo resultaría admisible en la improbable situación en la que el que habla deseara ser atropellado. En tal caso, la situación sería considerada favorable y la negación no sería expletiva. En general, se aconseja evitar la negación expletiva con por poco cuando, en lugar de constituir una marca evidente de énfasis, pueda dar lugar a confusión entre dos significados opuestos.

48.11v Como se ha explicado, la negación expletiva está presente en la estructura sintáctica, pero no se interpreta semánticamente. La negación encubierta o tácita muestra la situación opuesta. Esta negación está ausente, pero posee interpretación semántica, ya que de lo contrario la oración carecería de sentido. Esta forma de negación, restringida a las construcciones formadas con la preposición hasta, es característica del español de México y de Centroamérica, y con extensión desigual se atestigua también en ciertas áreas de Colombia, del Ecuador y de Bolivia. Corresponde esta pauta al uso de oraciones en las que hasta designa un ‘punto límite’, como en Cerramos hasta las nueve de la noche en el sentido de ‘No cerramos hasta las nueve de la noche’. He aquí otros ejemplos similares:

¡La voz de mi papá! Hasta ese momento me di cuenta de lo mucho que la extraño, de cuánto me hace falta […] (Esquivel, Deseo); Hasta después de haber formulado la pregunta se dio cuenta de la mirada fija, como la de una figura de cera, del hombre que tenía enfrente (Solares, Mártires); Hasta ese momento reparé que los únicos que no estábamos de negro éramos la señora desconocida y yo (Alatriste, Vivir).

El grupo preposicional que hasta encabeza suele ser preverbal, lo que podría hacer pensar que se asimila a la segunda variante de la alternancia negativa (Nunca viene, frente a No viene nunca). No obstante, se documenta también este uso en posición posverbal, como se explicará en los apartados siguientes. La negación encubierta es muy común en la lengua conversacional de las áreas mencionadas. En los registros formales es más frecuente incluir la negación en posición preverbal (No cerramos hasta las nueve de la noche) o sustituir la preposición hasta por a si se prefiere mantener el verbo en forma afirmativa (Cerramos a las nueve de la noche), en particular cuando la otra opción podría dar lugar a una situación de ambigüedad entre dos sentidos opuestos.

48.11w La negación encubierta da lugar a varios esquemas sintácticos. Con verbos de acción puntual o delimitada, las oraciones que la contienen son anómalas en el español general, como en *Llegó hasta las cinco, pero se interpretan en los países mencionados según el esquema «negación encubierta + verbo de acción delimitada + hasta...». Así pues, los hablantes reponen en su conciencia lingüística la negación que se requiere para dar sentido a la oración. Aunque se ha propuesto que hasta se interpreta como a en estas oraciones (Llegó hasta las cinco > Llegó a las cinco), la preposición hasta aparece a menudo con el significado descrito en los contextos en los que se rechaza a: Se levantó hasta que no tuvo más remedio; Lo supo hasta ahorita, etc.: “Nosotros lo supimos hasta después del mediodía” añadió el padre [de] la víctima (Siglo Torreón 7/10/2002). No suele presentarse la negación encubierta con los verbos que expresan estados y actividades, por lo que oraciones como Ayer te esperé hasta las ocho o Fue muy buen estudiante hasta que se cambió de carrera suelen recibir una misma interpretación en todas las áreas hispanohablantes. En español se usan a menudo los verbos de ‘realización’ o ‘efectuación’ (§ 23.3e) para expresar situaciones continuas (Abrimos ‘Estamos abiertos’), además de las acciones correspondientes (Abrimos ‘Llevamos a cabo la acción de abrir’). Como consecuencia de esta propiedad de la clase verbal mencionada, a la oración Abrimos hasta las seis puede corresponder en los países citados la estructura «negación encubierta + verbo de acción delimitada + hasta las seis», lo que da lugar a la interpretación ‘Abrimos a las seis’, o bien la que le corresponde en el español general, es decir, la combinación de un verbo de acción referido a su estado resultante, lo que da lugar a la interpretación ‘Permanecemos abiertos hasta las seis’. En este segundo caso se quiere expresar que algo estará abierto hasta las seis, mientras que en el primero se dice que no lo estará antes de esa hora. En general, con los verbos de acción puntual no se produce ambigüedad en esas variedades lingüísticas, ya que se repone siempre la negación que se omite: De esto hace dos meses, ¿por qué me informas hasta ahora? (Aguilar Camín, Golfo).

48.11x En la lengua conversacional se omite a menudo la negación en la expresión exclamativa No faltaría más, al igual que en la variante No faltaba más. La omisión es más frecuente en el español europeo que en el americano, pero se documenta en ambos:

—No se alejen del precinto —dijo el administrador. —Faltaría más —dijo Traveler (Cortázar, Rayuela); Alguno tiene la obligación de atender mi exigencia, faltaría más (Mojarro, Yo); —Gracias; no era preciso que lo molestase. —¡Faltaría más! (Sánchez Ferlosio, Jarama); Los odiaba y no iba a hacer nada para congraciarse con ellos, faltaba más (Fuentes, Cristóbal); Faltaba más, Señora, usted sabe que le creemos (Futoransky, Pe); Dio media vuelta, hizo crujir los dedos, miró a la pared: —¡Faltaba más…! (Andrade, Dios).

48.11y No se dan casos de negación encubierta con el adverbio todavía. La oración *Ha llegado todavía, sin negación, es igualmente anómala en todas las áreas hispanohablantes, ya que en todas se percibe de manera análoga el contraste entre el carácter puntual de la acción de llegar y el requisito de duración que exige todavía (esperar todavía, permanecer todavía, etc.). Esta ausencia puede ser suplida en español y en otros idiomas por la combinación «negación + verbo puntual» (No ha llegado todavía) y por determinados indefinidos sujetos a la alternancia negativa, lo que explica contrastes como {Nadie ~ *Alguien} se ha dado cuenta todavía. Aun así, estas formas de asociación entre negación y duratividad que muestran todavía y hasta se obtienen en unas lenguas, pero no en otras. El español se agrupa con el portugués, el italiano, el catalán, el inglés y otros idiomas en que acepta los complementos preposicionales con hasta en el entorno «negación + verbo de acción puntual». Esa pauta no es posible en francés, alemán y otras lenguas, en las que el equivalente de No llegó hasta las cuatro no contiene la forma que corresponde a hasta (fr. jusque, al. bis), sino la que corresponde a antes (con negación en francés: avant) o a primero (sin ella en alemán: erst). La construcción con antes es posible también en el español actual: No estaré lista antes del ocho de abril (Rulfo, Pedro Páramo), pero se diferencia de la variante con hasta en que no implica que el término de la preposición designe el final de la situación descrita. El ejemplo de Rulfo que se acaba de citar no entraña, pues, necesariamente, ‘Estaré lista el ocho de abril’, mientras que la variante con hasta sí da lugar a esa implicación.

48.11z De forma similar a como sucede en el caso de hasta y en el de todavía, el significado durativo que requiere la construcción «desde + complemento temporal» se puede obtener con un verbo durativo o permanente (Vivo aquí desde hace diez años), pero también con uno télico o desinente precedido de negación (Ayer no me moví de casa desde las cinco). Se ha observado que ciertos inductores negativos combinados con verbos puntuales crean el predicado durativo que se necesita. Contrasta, en este sentido, la extrañeza de la oración Ha salido una persona de este edificio desde las cuatro con la naturalidad de Solo ha salido una persona de este edificio desde las cuatro (recuérdese el § 48.6k sobre el uso de solo como inductor negativo). Se consideran otros casos similares en los § 23.4 y 30.6.

 

Nueva gramática de la lengua española
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

cerrar

Buscador general de la RAE