Morfología

2. El género

2.8 Sustantivos ambiguos en cuanto al género

2.8a Se explicó en los § 2.1g y 2.4g que los sustantivos ambiguos poseen los dos géneros, pero no designan, por lo general, seres sexuados: El pronóstico del tiempo anunciaba mar {grueso ~ gruesa}. Otros sustantivos ambiguos son agravante, armazón, azumbre, interrogante, maratón, prez, pringue. Entre los escasos sustantivos ambiguos que se refieren a seres animados figuran ánade, procedente del femenino latino anas, -ătis, que experimentó un cambio de género en el que parece haber influido el uso de la variante el del artículo, por razones morfofonológicas (véanse los § 14.2f y ss.). Actualmente, se considera ambiguo, lo que significa que la expresión ánades majestuosos no designa únicamente un grupo de ciertas aves de sexo masculino, y que ánades majestuosas no alude tampoco exclusivamente a animales hembras (para la diferencia entre estos usos y el que corresponde a los sustantivos epicenos, véanse los § 2.9b y ss.):

Se pasaba horas mirando con su padre las ánades reales (Pozo, Novia); Prefería mirar a los ánades tiznados que pellizcaban algunas sardinas (Lezama, Oppiano).

2.8b Es infrecuente que los mismos hablantes usen los sustantivos ambiguos en los dos géneros, en las mismas expresiones y sin diferencia de significado. Así, el sustantivo mar se utiliza como femenino en el lenguaje de los marineros y en los contextos que se describieron en el § 2.4h. Sobre la alternancia el mar/la mar, recuérdese el § 2.4g. El empleo de calor como femenino no pertenece al español estándar. Se registra sobre todo en la lengua popular del español europeo meridional, en el Río de la Plata y en ciertas regiones del área andina. En el español de Andalucía (España) se percibe incluso una diferencia de intensidad a favor del femenino (la calor, las calores) en relación con el masculino (el calor, los calores) cuando se habla de calor atmosférico. Se ilustran seguidamente algunos ejemplos de estos usos:

Desde el mar soplaba un viento húmedo que anunciaba la inminencia de un buen aguacero (Álvarez Gil, Naufragios); Oteó el patrón la mar en todas direcciones (Caballero Bonald, Pájaros); De pronto la calor se tornó insoportable (Roa Bastos, Vigilia); Me adormecía con el calor del sol (Chirbes, Letra); Cruzó el Alagón y llegó a Plasencia por el cajón de Tras la Sierra con los calores de fines de verano (Labarca, Butamalón); Se detiene a secarse el sudor, las calores del fuego y la tarea (Umbral, Leyenda).

2.8c Muchos sustantivos ambiguos tienden a dejar de serlo. La elección depende a menudo de factores geográficos, pero también de la naturaleza léxica del sustantivo, como se hizo notar en los § 2.4g y ss. Así, duermevela suele usarse como femenino en el español americano, con escasas excepciones, pero con ambos géneros en el europeo:

Pero esta vez, en la duermevela —y, lo repito, acaso soñando— creí discernir en la presión reverencial que se me dedicaba un elemento más (Mujica Lainez, Bomarzo); La verdad es que no me dormí y que ni siquiera entré en el duermevela que atraía raras ensoñaciones (Gándara, Distancia); En la duermevela del despertar, creía percibir la maligna irradiación [...] (Merino, Andrés Choz).

Es más frecuente el masculino que el femenino en acné, anatema, aneurisma, contraluz, fueraborda o fuera de borda (en el sentido de cierta embarcación; también se registra fuerabordo), mimbre, tizne (en América).

2.8d Se usan ya solo como masculinos apóstrofe y herpes. Se atestigua cierta variación en otros casos. Así, áspid, del femenino latino aspis, -ĭdis, aparece como masculino en el DRAE. El texto siguiente corresponde a este uso: Al quitarme mi corazón viejo, pesado y graso, debieran quitarme también este cuerpo donde anidaron los áspides (Pardo Bazán, Quimera). No obstante, en los textos literarios clásicos, se documenta también el femenino: domesticar las áspides rabiosas […] (Lope Vega, Rimas sacras). Este uso pervive todavía en algunos países americanos, en alternancia con el masculino, que se prefiere en la lengua culta. El cambio de género experimentado por este sustantivo guarda relación con el uso de la forma el del artículo, por las razones que se exponen en el § 14.2g.

2.8e Suele tener mayor uso la forma femenina que la masculina, aun cuando ambas sean posibles, en cochambre, dote (en uno de sus sentidos, como se explicó en el § 2.4i), enzima, pelambre, si bien existen preferencias geográficas en algunos de estos usos:

Se debe tener mucho cuidado en la limpieza de la grasa y el cochambre que el mueble pueda haber acumulado (Lesur, Barniz); ¿Es que él solo sabía quitarse la cochambre de dentro? (García-Badell, Funeral); El aeromodelista debe conjugar una serie de aptitudes y dotes técnicos que le permitan crear una plataforma idónea que ayude a diseñar su propia máquina (Universal [Ven.] 12/9/1996); Félix era un encanto de criatura, con dotes portentosas para el arte y que daría mucho que hablar (Gironella, Hombres); Muchos de los enzimas que catalizan las reacciones químicas en las células necesitan para su actividad de la presencia de otras sustancias (Grande Covián, Nutrición); Dicen que a los jugadores se les altera la enzima monoaminoxidasa (Pozo, Noche); Eunice es un conejo flotando en una tina de agua sucia, el pelambre raído y los huesos blancos (Obando, Paraíso); Yo resulto muy sospechoso, a causa de la pelambre de mayo del 68, de la barba, del bigotazo (Bryce Echenique, Martín Romaña).

2.8f Los sustantivos armazón y maratón son más frecuentes como femeninos en el español americano que en el europeo. Reúma o reuma se suele usar como masculino, pero en México es habitual el femenino, incluso en la lengua culta. También vodka o vodca se emplea a veces como femenino en el área rioplatense, pero suele ser masculino en los demás países:

Una lona servía de techo sobre la armazón metálica (Ponte, Contrabando); Voy desarticulando pieza a pieza el armazón trabajoso e inútil de mi vida (Umbral, Mortal); Unos 29000 atletas participarán el próximo domingo en la maratón de Londres (Universal [Ven.] 17/4/1988); Souza ganó fácil el maratón madrileño (ABC 1/5/1989); Os dirá qué hierba os conviene más para curar el reúma (Gómez-Arcos, Queridos); La pobre venía padeciendo de las reumas desde hacía tiempo (Castellanos, R., Eterno); […] ese dolor de cabeza acaso providencial que da la vodka pura cuando pasa del gollete a la garganta (Cortázar, Glenda); […] cuando alcanzamos ese estado de gracia que el vodka sabe dar con tan sabia e inexorable fidelidad (Mutis, Maqroll).

2.8g Alternan los dos géneros en el sustantivo interrogante (el interrogante/la interrogante, ‘pregunta’ o ‘problema no aclarado’) con distribución similar, si bien se emplea generalmente el masculino. También admite los dos géneros macro (en informática), acortamiento del sustantivo femenino macroinstrucción, con preferencia por el femenino:

Además, también puede definir un macro y asignarle un botón (Nuevo Herald 30/6/1997); En el momento en que Ud. desee materializar una serie de acciones conocidas y grabadas en una macro, coloque el cursor en el lugar de ejecución (Alonso Raby, Miedo).

La mayoría de los acortamientos mantienen el género de la palabra completa (§ 2.3d, e). Así, por ejemplo, cine es acortamiento de cinematógrafo: ¿Se le ocurrió a mi madre la idea de meteros en aquel cine? (Amestoy, Ederra). La forma macro, que se acaba de mencionar, es femenina cuando se usa como acortamiento de macroeconomía. Repárese, sin embargo, en que cromo es masculino (un cromo), a pesar de que parece ser acortamiento del sustantivo femenino cromolitografía: Era una llanura como de esas que pintan en los cromos (López Páez, Herlinda). En el mantenimiento o la alteración del género de las voces acortadas interviene, como se puede observar en los ejemplos mencionados, la conexión que se establece en la conciencia lingüística de los hablantes entre la forma completa y la reducida.

2.8h El uso de uno u otro género está en función del número en algunos sustantivos ambiguos, como se señaló en los § 2.4g, i (el mar/la mar, pero los mares en el uso hoy predominante). El empleo de la forma el del artículo femenino, debido a los factores morfofonológicos que se estudian en el § 14.2g y ss., ha influido en los cambios y reajustes de género experimentados por el sustantivo arte, originariamente femenino. Hoy tiende a considerarse masculino en el singular (el arte chino, el arte románico) y femenino en el plural (las artes marciales, las artes plásticas, las bellas artes). El masculino plural era frecuente en los textos anteriores al siglo xx, pero ya no lo es en los actuales: Los artes de engañar son infinitos (Feijoo, Teatro V). La existencia de grupos como el arte culinaria, una bella arte, el arte cisoria, un arte decorativa, el arte métrica muestran que este sustantivo conserva su valor femenino en algunas de sus combinaciones en singular, por lo que se caracteriza en el DRAE como ambiguo en cuanto al género. Se usa siempre en masculino el séptimo arte, como en Recibiría la estatuilla más apetecida del séptimo arte (Quesada, Banana), y casi siempre, el arte pictórico, que es igualmente la forma preferida: La joven Bernarda Iseo y de la Mora habría de convertirse años después en pionera del arte pictórico en Villa Varacondé (Bain, Dolor).

2.8i En general, cuando estas denominaciones se emplean como expresiones designativas (es decir, para identificar el nombre de las artes de las que se habla), eligen uno u otro género de manera bastante sistemática. Así, por ejemplo, arte prefiere el femenino en arte poética: Antes había rechazado la cátedra de “arte poética” que en 1764 se le había ofrecido (Lledó, Días). No obstante, algunas de estas expresiones pueden usarse como fórmulas no denominativas, lo que permite la alternancia de géneros. En el siguiente ejemplo, Octavio Paz atribuye a la fotografía el hecho de ser un arte de naturaleza poética, con lo que forma el grupo nominal arte poético, de género masculino: La fotografía es un arte poético porque, al mostrarnos esto, alude o presenta a aquello (Paz, Sombras). Sobre coordinaciones del tipo los artes chino y japonés, véanse los § 13.12y y 31.7. Otro sustantivo que puede ver alterado su género en función del número es haz, que se usa como masculino en singular en la mayor parte de sus acepciones, pero en femenino cuando aparece en plural en la interpretación de ‘tropa formada’ (lat. acĭes). Aun así, también se registra haz en singular con este sentido.

2.8j Se observa un cruce de factores morfológicos (como la alternancia entre singular y plural), geográficos y de significado en la elección del género del sustantivo lente. Con el sentido de ‘pieza de cristal transparente que se usa en los instrumentos ópticos’, es femenino en el español europeo (la lente del microscopio), pero ambiguo en el americano, con preferencia por el masculino (el lente del microscopio):

Con las cabezas juntas, examinaron la foto a través de la lente (Schwartz, Conspiración); Le gustaba mirar por el lente de la cámara fotográfica (Santos Febres, Pez).

El mismo contraste se da en el lente de contacto, opción preferida en casi todos los países americanos, frente a la lente de contacto, variante empleada en el español europeo:

Me molestaron tanto con mis lentes de contacto que decidí sacármelos (Paz Soldán, Materia); No hay forma de convencer a los vieneses para que cambien sus anticuadas gafas por modernas lentes de contacto (Carrión, I., Danubio).

Cuando lente designa el utensilio formado por dos cristales graduados y la montura sobre la que se instalan, se suele usar en masculino plural en todas las áreas hispanohablantes en las que se usa (cf. espejuelos en gran parte del área caribeña; anteojos y lentes en las áreas mexicana, chilena y rioplatense), como en Lleva esos lentes desde que era chico. No obstante, en el español europeo se documentan esporádicamente usos en femenino:

Ferdinand, siempre tan distinguido como atildado, se ajustó los lentes encima de la nariz y ocultó su pañuelo (Satué, Desierto); El tipo era enjuto y llevaba lentes muy gruesos (Zaldívar, Capablanca); Pero aquel hombre, en mangas de camisa, súbitamente avejentado y con las lentes sostenidas en precario equilibrio sobre la nariz, tenía que […] (Silva, L., Alquimista).

2.8k El sustantivo tanga es femenino en muchos países americanos, pero masculino en España. Análogamente, bikini o biquini se emplea como femenino en casi toda el área rioplatense, pero como masculino en la mayor parte de los demás países. En general son relativamente raros los sustantivos que, usados con un mismo sentido y en una misma construcción, pueden considerarse ambiguos para los hablantes de una misma comunidad lingüística en un período determinado, a diferencia de lo que ocurre con los nombres comunes en cuanto al género. Esta importante diferencia entre las dos clases gramaticales refuerza la idea de que el género es para los hispanohablantes una propiedad gramatical inherente de cada sustantivo, de forma que la variación de género que presentan algunos depende de sus acepciones particulares, o bien de su capacidad para designar personas de uno u otro sexo. En los apartados que siguen se describirán otras diferencias geográficas o de sentido que se han observado en el uso de los sustantivos ambiguos.

2.8l Si bien ambos géneros se consideran igualmente correctos con algunos sustantivos ambiguos, como miasma, suelen darse ciertas preferencias por uno u otro género en un gran número de casos. Así, aunque se atestiguan a veces como masculinos, en la lengua estándar de hoy son casi siempre femeninos los sustantivos aguachirle, apócope, apoteosis, aula, comezón, hemorroide, índole, lumbre, parálisis y porción, y así se recomienda usarlos. Se usan como ambiguos los sustantivos agravante, atenuante, condicionante, eximente, invariante y resultante, aunque no alternan los dos géneros en todos los contextos o en todos los sociolectos. De este modo, eximente suele ser femenino en su uso técnico jurídico:

En este caso no cabía aplicar la eximente de estado de necesidad (Atienza, Justicia); Encima se trataba de un domicilio que él había ocupado, lo cual en lugar de un eximente podría convertirse en un agravante (Marsillach, Ático).

Los sustantivos sartén y sauna son femeninos en el español europeo, pero alternan ambos géneros en el americano:

Después terminó con los encargos y fregó el sartén y los platos, se metió en su cuarto (Vergés, Cenizas); Elías Payró no soltaba el mango de la sartén (Alberto, Eternidad); Pero, ¿qué tan cierto es que sudar en una sauna o un baño turco sirve para perder peso y aliviar el estrés? (Tiempo [Col.] 1/12/1987); Me tenías trabajando en la oscuridad y sudando como en un sauna (Wolff, Álamos).

2.8m Se documentan en ocasiones como femeninos, pero son casi siempre masculinos, y así se recomienda usarlos, los sustantivos aceite, alambre, apéndice, apocalipsis, arroz, avestruz, detonante, fantasma, tequila, vinagre y vislumbre. Los factores que determinan la variación pueden ser históricos o geográficos. Los sustantivos análisis, énfasis y otros similares de origen griego eran mayoritariamente femeninos hasta el siglo xix; también lo eran color y puente en la lengua medieval y clásica. Color se usa todavía ocasionalmente como femenino en la lengua popular del español europeo meridional y en algunas otras áreas hispanohablantes, pero raramente en los registros formales; puente es ya de uso general como masculino.

2.8n El sustantivo pijama o piyama es solo masculino en muchos países, como en los siguientes ejemplos:

Rosa mandó a los niños ir a la cama, ponerse el pijama y rezar (Rivas, M., Compañía); Lupe aún no se había puesto el pijama (Bolaño, Detectives); Le puso el piyama y lo tapó con las frazadas (Donoso, Elefantes); Como le permitieron vestirse hasta el final con los piyamas del marido, Evita flotaba (Martínez, Evita).

En cambio, es solo femenino, con escasas excepciones, en México, gran parte de Centroamérica, el Caribe y otras áreas: Entra al baño y sale con la pijama puesta (Gamboa, Páginas). De forma análoga, pus es mayoritariamente masculino, pero en las áreas chilena y mexicana, así como en algunos países centroamericanos, alternan los dos géneros, incluso en la lengua culta, con predominio del femenino. Los factores que regulan la distribución son a veces de carácter social. Así, en muchas zonas se considera vulgarismo el uso en femenino de alambre, arroz, aceite, color o énfasis, pero no el de pijama o el de pus, que en algunos países constituyen, como se ha explicado, la opción preferida en la lengua culta.

2.8ñ En los apartados precedentes se comprobó que las alternancias de género pueden mantenerse aun cuando los sustantivos posean varios significados. De forma similar, el sustantivo esperma suele preferir el masculino cuando significa ‘semen’, como en Cuando el niño crezca un poco querrá saber si el óvulo y el esperma procedían de sus padres o de otras personas (Penella, Hijo). En cambio, se usa en femenino cuando designa cierta sustancia grasa extraída de la ballena empleada para hacer velas, como en ¡Prender velas y que no se derrame la esperma! (Cabrujas, Acto). Aun así, se ha documentado también el femenino en el primer caso y el masculino en el segundo. El sustantivo final es masculino cuando significa ‘fin o remate de una cosa’, como en Estamos llegando al final del proceso, pero es femenino cuando se refiere a la última y decisiva competición de un campeonato o concurso, por ejemplo en El domingo se juega la final. El sustantivo margen es ambiguo cuando significa ‘orilla’, aunque es más frecuente usarlo en femenino, como en Tres días después llegamos al caserón de palma, plantado en la margen izquierda de un río amarillo (Quintero, E., Danza). Es solo masculino cuando se refiere al espacio en blanco situado alrededor de lo escrito, como en En el margen de la portadilla ha escrito, acaso hace mucho tiempo, una especie de epígrafe o epigrama (Roa Bastos, Vigilia), y también cuando denota ‘ocasión u oportunidad’, como en No quedaba mucho margen para la esperanza.

2.8o El sustantivo aguafuerte se emplea como masculino cuando significa ‘disolución de ácido nítrico’ y ‘técnica de grabado’, si bien este uso admitía antiguamente el femenino: Capítulo VII. De la aguafuerte con que se aparta el oro de la plata (Alonso Barba, Metales). Cuando se refiere a la ‘lámina obtenida por el grabado al aguafuerte o estampa hecha con esta lámina’ es ambiguo, con predominio del masculino:

Le mostraría unas aguafuertes de Felicien Rops, que usted no conoce, porque son dignas del Museo Secreto de Nápoles (Silva, Sobremesa); Qué escena, santo Dios, para un aguafuerte goyesco (Laín Entralgo, Descargo); El pobre Roberto Arlt publicaba en las columnas del diario El Mundo sus Aguafuertes porteñas (Barnatán, Frente); […] como un aguafuerte romántico o un decorado tenebroso de ópera (Muñoz Molina, Ardor).

2.8p Mayor es la oscilación en el caso del sustantivo terminal. Se usa casi siempre como masculino cuando designa el extremo de un conductor eléctrico: Adolphe se puso unos gruesos guantes de cuero y tomó, con cada uno de ellos, un terminal del conductor de hilos de plata entrelazada (Zaragoza, Concerto). Cuando se refiere a cierto aparato conectado a una computadora, es ambiguo:

[…] varias calculadoras, una terminal de ordenador, una valija, una hélice de avión (Cohen, Insomnio); Un contrato precioso: les suministro el ordenador y los terminales, les hago el programa y se lo controlo (Schwartz, Conspiración).

Suele utilizarse como femenino en el sentido de ‘instalación que se halla al final de una línea de transporte’, como en Caminaban hacia la terminal del aeropuerto (Goytisolo, Estela). No obstante, en Chile, Colombia, Venezuela y en algunos países andinos se prefiere el masculino en esta acepción: Su presencia en el terminal del aeropuerto Jorge Chávez concitó el interés de los presentes (Comercio [Perú] 14/1/1975). Para las alternancias de género en sustantivos que designan instrumentos, del tipo de secador/secadora o aspirador/aspiradora, véase el § 13.7i.

2.8q El sustantivo doblez se emplea con preferencia en femenino si significa ‘hipocresía’ o ‘malicia’, como en […] con palabras sumisas en las que late cierta doblez irónica (Savater, Despierta), pero se usa mayoritariamente en masculino en las demás acepciones, como en los siguientes ejemplos:

Al contemplar la colcha de flores azules, el doblez humilde y corto de las sábanas limpias, las almohadas angostas y blandas, le pareció que todo aquello le sonreía (Clarín, Hijo); Era un doblez de la Historia de España, una desviación de la vida española hacia los ideales de progreso (Galdós, Episodios); Corte la pieza teniendo cuidado de no cortar por el doblez de la tela (Tudela/Herrerías, Costura).

El sustantivo casete suele utilizarse como masculino en el sentido de ‘cajita de plástico que contiene una cinta magnética’, si bien se documenta también ocasionalmente el femenino. Recibe la misma denominación el magnetófono que se usa para hacerla sonar. En esta última acepción, el sustantivo casete es casi siempre masculino: Con la otra mano tanteo el casete. Lo abro bruscamente, introduzco la cinta ahí (García Sánchez, Alpe d’Huez). Este género se extiende al sustantivo radiocasete. En América se prefieren los sustantivos femeninos casetera y radiocasetera, además del masculino reproductor y del femenino grabadora:

La casetera tocaba día y noche sin parar vallenatos (Vallejo, Virgen); El sonido sale de una sencilla radiocasetera, yo lo escucho en un tocadiscos tradicional (Glantz, Rostro); Se da cuenta de que sí tenía pilas. Lo enciende. Suena la radio. Lo cambia al reproductor y coloca la cinta (Palencia, Camino); El profesor Leblanc dictaba las ideas que pasaban por su mente en una grabadora de bolsillo (Allende, Ciudad).

2.8r Como se señaló en los § 2.3d y 2.6k, son también numerosos los sustantivos en los que las diferencias en el género se corresponden con acepciones no necesariamente relacionadas directamente entre sí, por lo que algunos gramáticos entienden que dan lugar a situaciones de homonimia, más que de polisemia. Los límites entre esos dos conceptos son, sin embargo, escurridizos en la semántica léxica. A ese paradigma pertenecen los pares siguientes:

el capital ~ la capital; el clave ~ la clave; el cólera ~ la cólera; el coma ~ la coma; el corte ~ la corte; el cura ~ la cura; el editorial ~ la editorial; el frente ~ la frente; el orden ~ la orden; el parte ~ la parte; el pendiente ~ la pendiente.

Existen algunos otros pares que, como los enumerados aquí, poseen acepciones marcadamente diferentes que distingue con nitidez el DRAE.

Información adicional

En relación con este capítulo, la siguiente entrada del Glosario de términos gramaticales podría ser de su interés:
nombre ambiguo (en cuanto al género)

 

Nueva gramática de la lengua española
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