Sintaxis

30 El adverbio y el grupo adverbial

30.8 Adverbios de aspecto. Sus relaciones con otras clases de adverbios

30.8a Es frecuente usar el término adverbios de aspecto o adverbios aspectuales para designar los que hacen referencia a alguna fase del evento al que modifican, o especifican algún aspecto de su estructura interna. También se aplica el término a los adverbios que están restringidos por el modo de acción del predicado sobre el que inciden. Si bien es claro que algunos adverbios que expresan aspecto (como completamente) no aportan información temporal, en otros casos no existe acuerdo entre los gramáticos sobre los límites que han de establecerse entre las categorías de adverbio temporal y adverbio aspectual. Así, el concepto de ‘iteración’ o ‘repetición’ permite caracterizar grupos de predicados en función de su aspecto léxico o cualidad de la acción23.3). Como esta noción no constituye en sentido estricto una división del concepto de ‘tiempo’ —argumentan algunos gramáticos—, los adverbios de frecuencia no corresponderían a las dos secciones precedentes (adverbios de tiempo), sino a esta otra (adverbios de aspecto). En la presente descripción se dejará constancia de este problema y también de la estrecha relación que existe entre los conceptos de ‘tiempo’ y ‘aspecto’. Se explicarán asimismo las razones por las que algunos adverbios (particularmente los llamados de fase) suelen considerarse aspectuales, pero se dejará abierta la posibilidad de que algunos adverbios de tiempo (§ 30.6 y 30.7) puedan considerarse aspectuales (§ 30.8) o, incluso, clasificarse en ambos grupos a la vez. Las variantes de la noción de aspecto se presentan en el § 23.2. Atendiendo a algunos de esos rasgos, cabe dividir los adverbios que expresan informaciones aspectuales de esta manera:

1. Relativos a la delimitación de los sucesos

2. Relativos a la repetición de los sucesos

3. Relativos a las fases de los sucesos

30.8b Se refieren al grupo 1 los adverbios y las locuciones adverbiales que son solo compatibles con predicados cuyo modo de acción (§ 23.3) cumple ciertas características relativas. De un jalón, de un tirón y otras locuciones adverbiales parecidas (§ 30.16v) solo modifican a los predicados que expresan realizaciones o efectuaciones (es decir, acciones o procesos que han de culminar: § 23.3a), como en leer un libro de un tirón o recorrer el camino de un jalón, frente a *pasear de un tirón o *empujar un auto de un jalón, con acciones no delimitadas. También completamente, totalmente, enteramente, del todo, por completo, de cabo a rabo, de pe a pa, de punta a punta y otros adverbios y locuciones similares son compatibles con esos mismos predicados, ya que expresan que la acción del verbo afecta al complemento en su totalidad (como en revisar la documentación de cabo a rabo), o bien —cuando no lo tienen, como en agotarse completamente— que el proceso designado alcanza el estadio final. Por el contrario, indefinidamente modifica a predicados no delimitados.

30.8c Se explica en el § 23.4 que la aportación del complemento al grupo verbal suele ser fundamental en muchos casos para determinar la telicidad (término que alterna con delimitación) del evento. En efecto, es posible ‘ver completamente’ cierto programa de televisión, pero carece de sentido ‘ver completamente (la) televisión’ (descartada la interpretación en la que televisión significa ‘televisor’). En el primer ejemplo, la acción de ver posee un límite natural —concretamente el fin de dicho programa—, mientras que, en el segundo, no se obtiene ese límite porque el predicado expresa una actividad: ver (la) televisión, pasear, oír música, etc. Constituye, por tanto, un predicado no delimitado23.2d). El efecto del adverbio aspectual sobre el complemento del verbo se percibe también en alternancias como llenar parcialmente la bolsa ~ llenar parte de la bolsa. En un sentido amplio, parcialmente denota aquí ‘cierta manera de llenar una bolsa’, pero en otro —más estricto— expresa la acción de dejar cierta bolsa en un determinado estado: ‘parcialmente llena’. Se ha observado cierta tendencia a combinarse con el adverbio completamente por parte de los adjetivos que se construyen con estar en lugar de con ser (desnudo, vacío, tranquilo), pero se registran excepciones, puesto que bobo y feliz admiten el adverbio completamente y también el auxiliar ser. Pueden verse, sobre esta cuestión, los § 13.2s y ss.

30.8d Se ha señalado asimismo que solo se suelen admitir verbos que denoten acciones delimitadas en el grupo preposicional «sin + infinitivo» usado como modificador nominal, como en cartas sin contestar o una cama sin hacer. Sucede lo mismo en «a medio + infinitivo», como en Con las manos a medio enjuagar, salgo del baño y enfilo hacia la puerta (Benedetti, Nostalgia) y en algunos otros esquemas similares. Es también aspectual (en el sentido que corresponde al grupo 1) el adverbio recién, de significado perfectivo. En todos los países hispanohablantes, recién puede anteponerse a los participios:

El semblante parecía siempre gris, como recién salido de un baño de ceniza (Martínez, Mano); “Abrió” el camino de México a las recién descubiertas minas de Zacatecas (González Obregón, México).

Como se explica en el § 27.11f, esta construcción está restringida a los participios de los verbos transitivos que expresan acciones delimitadas (recién construido, recién pintado) y a los de los verbos intransitivos inacusativos (§ 41.4j): recién salido, recién llegado, recién aparecido). En el español americano —especialmente en el hablado en Chile, el Río de la Plata y parte del área andina— recién modifica además a las formas personales del verbo para expresar que la acción se acaba de producir. Puede anteponerse a ellas (Recién llegó) o posponerse (Llegó recién):

Los diputados recién la convirtieron en ley en agosto de 2000 (Clarín 22/3/2001); Comprendió que habían llegado recién de África (Allende, Zorro); […] como si recién la hubieran puesto aquí esta tarde (Bryce Echenique, Huerto).

No es, en cambio, aspectual, sino focal el uso de recién con el sentido de ‘justamente, precisamente’, característico de esas mismas áreas, como en Boca volverá recién mañana a los entrenamientos (Clarín 9/10/2000).

30.8e Corresponden al grupo 230.8a) los adverbios de repetición, como de nuevo u otra vez, así como los grupos preposicionales que se forman con ordinales y se asimilan a ellos: por primera vez, por segunda vez, etc. Estos adverbios no expresan frecuencia, ya que no son apropiados para responder preguntas como ¿Cada cuánto tiempo? Aun así, algunos (como repetidamente, reiteradamente o una y otra vez) tienen propiedades en común con los adverbios de frecuencia. Se ha observado que una propiedad particular de otra vez y de nuevo, que comparte el prefijo re-10.6p y ss.), es el hecho de que pueden incidir sobre predicados sin que el suceso que designan haya tenido lugar antes. En efecto, el que recoge algo de nuevo puede haberlo recogido una primera vez, pero es igualmente posible que no haya sido así, como sucede en el texto siguiente: […] el matador dejará la montera en manos del brindado o, en la arena, si el brindis se dedica a todos los espectadores. Tras matar al toro, el matador la recogerá de nuevo (Moral, Corrida). La acción de recoger algo supone una fase anterior (el que esté en cierto lugar o se haya dejado allí) que el adverbio de nuevo puede, como se ve, seleccionar. Este tipo de hechos relaciona los grupos 2 y 330.8a). El tercero ha sido el que más atención ha recibido por parte de los gramáticos, como se explicará en los apartados que siguen.

30.8f El adverbio todavía en El niño duerme todavía no admite la sustitución por cuándo o desde cuándo, y no expresa localización temporal, duración ni frecuencia. Todavía es uno de los llamados adverbios de fase, es decir, de los adverbios cuya interpretación requiere acceder a estadios anteriores o posteriores al de la situación descrita. Expresa la continuidad o la persistencia de alguna situación, es decir, precisa que se tenga en cuenta una fase previa. La oración propuesta significa aproximadamente, en efecto, ‘El niño sigue durmiendo’, por lo que el adverbio denota imperfectividad. La paráfrasis con seguir se obtiene también en estos ejemplos:

—¿Y ella te quiere todavía? —preguntó con la picardía de un juez de instrucción (Galdós, Fortunata); Todavía estoy confusa (Torrente Ballester, Filomeno); Por eso empezaron a llamarle Morrodentro y el mote pasó a los hijos y hasta hoy, que todavía vive en Roccasera (Sampedro, Sonrisa); Todavía recordaba a Carax besando a Penélope Aldaya en el caserón de la avenida del Tibidabo (Ruiz Zafón, Sombra).

En los textos que muestran la lengua rural (a veces, también la popular) aparecen ocasionalmente las variantes entodavía, (en)tuavía o (en)toavía, que se recomienda evitar:

Lo que pasa es que entodavía usté no entiende muy bien las cosas, viejito (Paz Hernández, Paraíso); Contentos tuavía siguían la cuesta (Arguedas, J. M., Zorro); ¿Cómo es que nadie lo ha visto entoavía? (González, Provisiones).

30.8g Es raro que la fase previa a la que hace referencia todavía se mencione expresamente en el texto, pero así sucede algunas veces: Yo tenía en la cabecera de mi cama, y lo tengo todavía, junto a mi Corazón de Jesús, el retrato de su tío (Asturias, Papa). El concepto de ‘fase’ —se exprese con un adverbio, como todavía, o con un verbo como seguir o continuar— pone de manifiesto la estrecha relación que existe, como se ha recordado, entre el tiempo y el aspecto. La noción de ‘fase’ es, en parte, temporal, en cuanto que las fases de una situación son etapas ordenadas cronológicamente. Este es uno de los argumentos que aducen algunos autores para crear con estos adverbios un cuarto grupo en el § 30.6b. Pero la noción de ‘fase’ es, a la vez, aspectual, ya que para interpretarla es preciso hacer referencia a la estructura interna de los eventos y a la manera en que estos se componen, como se explicará en los apartados siguientes. Al considerar que estos adverbios son aspectuales, se aplica aquí el mismo criterio que se suele usar al clasificar las llamadas perífrasis verbales de fase o fasales28.10 y 28.11) —entre las que está «seguir + gerundio»— como una variedad de las perífrasis aspectuales. Se analizan otros aspectos de esta cuestión en el § 24.4.

30.8h Como se ha explicado, el adverbio todavía coincide con el verbo seguir en que ambos manifiestan la pervivencia o la persistencia de un estado de cosas. Ambas unidades implican, además de una fase previa, una fase posterior de la situación que se presenta. Así, en El fuego creció todavía y el puerto entero era como un ascua de oro (Sender, Witt) se dice que el fuego ‘siguió creciendo’, es decir, que su crecimiento perduró durante cierto tiempo y alcanzó cierta extensión. Los predicados a los que todavía modifica designan estados de cosas no permanentes, en el sentido de sujetos a ulterior alteración: Todavía es joven; Todavía estoy esperando. De hecho, cuando las situaciones de las que se habla no se ajustan a esa condición, todavía fuerza la lectura en la que esos predicados se interpretan como estados transitorios, de forma que la situación que describen puede dejar de darse. La última interpretación resultará más o menos feliz según el contexto, ya que depende de conocimientos extralingüísticos. De este modo, la secuencia Todavía tiene los ojos negros podría ser admisible aplicada a alguien que acaba de estrenar lentes de contacto (no se considera aquí el uso de todavía con el significado de ‘incluso’: § 30.8ñ,o). Sería igualmente imaginable que pudiera formarse la oración Todavía es viejo si se habla de alguien que acaba de sufrir una fallida operación de cirugía estética. En cualquier caso, conviene resaltar que el paradigma de los predicados que denotan situaciones sujetas a posible alteración no puede ser establecido con criterios gramaticales. La alusión implícita a cierto estado posterior en el que la situación descrita deja de darse se aprovecha en ocasiones como recurso irónico o humorístico, como en Somos buenos amigos, todavía.

30.8i Es mayor la incompatibilidad a la que da lugar todavía en contrastes como Todavía es {temprano ~ *tarde}, mencionados en el § 30.6s, puesto que la inexistencia de un estado posterior en el que la propiedad de ‘ser tarde’ deje de darse (aplicada a un mismo punto temporal) es consecuencia directa del significado de ese adverbio. Se diferencian las construcciones con todavía de las formadas con «seguir + gerundio» y «seguir sin + infinitivo» en que las primeras sugieren más claramente que las segundas que la situación descrita puede alterarse en un futuro próximo en función de las expectativas del que habla. No equivalen, por tanto, Sigue sin gustarme y Todavía no me gusta. La presencia de todavía induce en mayor medida la expectativa de que la fase posterior a la designada por el predicado puede o debe obtenerse. No obstante, estas diferencias dependen en gran parte del predicado al que todavía modifica. Ha de tenerse en cuenta, además, que el adverbio todavía no informa sobre si tiene o no lugar finalmente el nuevo estadio al que se apunta. De hecho, el cambio subsecuente que sugiere puede cancelarse sin dificultad, e incluso es posible deducir del contexto que se desea evitar, como en la cita siguiente: Escuchad, Sara, él todavía no sabe la verdad. Os ruego que no le digáis nada (Asensi, Iacobus). Todavía y seguir son compatibles en un mismo predicado verbal, aunque el resultado conlleve cierto grado de redundancia, como en Dos horas después, todavía seguía buscando una solución al problema. En los apartados que siguen se mostrará que las dificultades interpretativas que presenta el adverbio todavía pueden verse como la consecuencia de que confluyen en él propiedades semánticas de adverbios de varias clases (particularmente, de aspecto y de foco).

30.8j El adverbio todavía y el verbo seguir ofrecen un marcado contraste en las oraciones construidas con predicados durativos que designan situaciones acaecidas: el adverbio se rechaza (*Vivió en Sevilla todavía, sin más contexto y evitando la interpretación de todavía como ‘incluso’ que se acepta en algunos países americanos: § 30.8o), pero el verbo se admite (Siguió viviendo en Sevilla). Esta restricción de todavía, no deducible directamente de la noción de ‘fase’, acerca en alguna medida este adverbio a los grupos preposicionales que requieren cierto punto temporal para ser interpretados. La irregularidad de la oración propuesta con el adverbio todavía radica, en efecto, en que la situación de vivir en Sevilla en cierto momento del pasado no puede alterarse en el futuro.

30.8k El adverbio todavía posee otra interpretación en la que se asimila a un adverbio de foco40.8l), de forma que incide sobre expresiones cuantificativas. Al igual que otros adverbios de este tipo, todavía admite focos situados a distancia (Todavía vivió en Sevilla dos años), o bien en contigüidad (Vivió en Sevilla todavía dos años). En este último uso, todavía suele alternar con más, al igual que el adverbio aún40.8b). Este valor está relacionado con el que se describió en el apartado precedente, ya que, al expresar que se añade una magnitud a otra ya existente, se sugiere de modo indirecto que se prolonga alguna situación:

Todavía cayó uno de los seis, llamado Francisco Herrán; y los demás, todos muy heridos, volviéronse a su pueblo (Casas, Historia); Conversamos todavía un rato, y hasta tomamos un café (Vargas Llosa, Tía); Vamos a casa —dijo—. Todavía quiero contarte una cosa (Grandes, Malena).

Así pues, el primer ejemplo está cercano a Cayó uno más de los seis; en el segundo se dice más o menos lo mismo que en Conversamos un rato más, y el tercero admite como paráfrasis aproximada Quiero contarte una cosa más, pero también Además de lo anterior, quiero contarte una cosa. No desaparece, pues, la interpretación de la fase previa, descrita en los apartados precedentes, por el hecho de que todavía adquiera las propiedades de un adverbio de foco.

30.8l La concurrencia de todavía y más puede aportar cierto grado de redundancia, pero se acepta generalmente, al igual que otros esquemas similares que también lo conllevan y que agregan énfasis de diversas formas. En el ejemplo de Vargas Llosa hubiera sido posible decir, en efecto, Conversamos todavía un rato más. Los dos adverbios concurren asimismo en estos otros ejemplos:

Aunque tiene todavía dos años más de contrato con la Roma, dejó abierta la posibilidad de romper el vínculo al final de esta temporada (Clarín 11/4/1997); Y yo esperé un poco más todavía para no llegar tan pronto a casa (Martín Gaite, Visillos).

Se analizarán otras propiedades de todavía como adverbio de foco en el § 30.8ñ.

30.8m A las propiedades de todavía descritas en los apartados precedentes se agrega el hecho de que este adverbio puede funcionar asimismo como un término de polaridad negativa, aunque de los llamados débiles48.6e). La presencia del adverbio no es necesaria, en efecto, en oraciones como La película no había terminado todavía. Algunas lenguas tienen una unidad léxica especial para este uso particular de todavía (ingl. yet), pero otras no lo tienen (al. noch), como sucede también en español. En los § 48.11g y ss. se explica por qué es polémica la cuestión de si la combinación «negación + predicado puntual» proporciona como equivalente un predicado durativo. Con el adverbio todavía se obtiene esta equivalencia en un buen número de casos, como en El tren no ha llegado todavía o en No tengo noticias de que lo hayan logrado todavía (Jardiel, Amor). Este adverbio posee otras propiedades en común con los términos de polaridad negativa, pero también algunos rasgos que no comparte con ellos. En efecto, como sucede con otras unidades de este grupo, la presencia del adverbio todavía puede estar inducida desde fuera de su oración por una pieza léxica de contenido negativo, como el verbo dudar en el texto siguiente: Dudo que haya nacido todavía el que tenga los suficientes cojones para hacerlo (Montaño, Andanzas). Se estudian otros procesos similares de inducción en el § 48.6. Por el contrario, los términos de polaridad negativa no suelen preceder al adverbio no, pero todavía aparece sin dificultad en tales contextos, como en La pobre todavía no agarró bien la onda (Benedetti, Tregua).

30.8n Se aplica a las oraciones negativas la inferencia relativa a la fase posterior descrita en el § 30.8h, por lo que se espera que la ausencia del estado de cosas designado en ellas (por ejemplo, el no llegar el tren en El tren no ha llegado todavía) se deshaga o deje de existir en cierto momento futuro. Repárese en que la paráfrasis con seguir a la que se aludió en el § 30.8f se obtiene igualmente con los predicados durativos y con los puntuales. Todavía no tiene trabajo equivale, en efecto, a Sigue sin tener trabajo, y El tren no ha llegado todavía se corresponde con El tren sigue sin llegar. Aunque el infinitivo en «sin + infinitivo» suele expresar un estado o una actividad, también puede corresponder a una acción puntual, como en Sigue sin aparecer; Seguía sin entender, o Yasikov seguía sin mover un músculo de la cara (Pérez-Reverte, Reina).

30.8ñ Se ha observado que la fase posterior a la que apunta el adverbio todavía no siempre constituye la negación de la fase actual. Este hecho es consecuencia de que, al igual que otros adverbios de foco (incluso, aún, solo, etc.), todavía pueda dar lugar a relaciones de tipo escalar. En efecto, una persona que se mueva hacia el noreste en Europa por la carretera N139 podría decir Arendonk todavía está en Bélgica, pero Reusel ya está en Holanda. Con la primera parte de esta secuencia no se quiere negar que cierta ciudad belga haya dejado de encontrarse en ese país. Se afirma, por el contrario, que en una situación continua o en progreso (como es el avanzar por una ruta) pueden vincularse dos estadios como si fueran fases de un mismo proceso. No obstante, como se explica en los § 40.8b y ss., lo característico de las construcciones formadas con adverbios escalares es el hecho de que no suelen mencionarse en ellas los estadios que se presuponen. En efecto, el que dice Yo hablaría hasta con Andrés no explica por qué sitúa a Andrés en el extremo de una hipotética escala o por qué el realizar esa acción contradice ciertas expectativas. Aun así, es preciso introducir tales supuestos para dar sentido en dicha oración al adverbio hasta. La interpretación concesiva que caracteriza a aún y a incluso, resultado indirecto de tal valoración (§ 47.2n y ss.), se extiende a todavía:

Todavía pudiera disculparse a D. Enrique de haber consagrado tantas vigilias a tan ruin asunto (Menéndez Pelayo, Heterodoxos); Los obreros solo saben hacer huelgas y poner petardos, ¡y todavía pretenden que se les dé la razón! (Mendoza, Verdad); Y todavía tuviste el descaro de enviarme una tarjeta en la que me decías “Compañera: Cuba es extraordinaria” (Espinosa, E., Jesús).

En la primera de estas tres oraciones, todavía podría alternar con hasta o con incluso; en la segunda, podría alternar con encima30.12c, h y 30.13e) o con aun así. Repárese en que en esta secuencia se presenta el dar la razón a alguien como un resultado marcadamente opuesto a lo que cabría deducir de la afirmación inmediatamente anterior. Se analizan otros casos similares, en los que intervienen el adverbio aun y la conjunción aunque, en los § 47.2j y ss.

30.8o El uso de todavía que (o sus equivalentes en otros idiomas) con valor concesivo no es raro en las lenguas románicas, como en cat. encara que ‘aunque’. También se documenta todavía que en las áreas rioplatense y andina, en las que admite la paráfrasis ‘encima de que’, como en Todavía que llegas tarde, protestas; Todavía que te conseguí lo que me pediste, te enojás conmigo, o en el texto siguiente: Si todavía que se tienen problemas, se le suma que se abandona la tierra propia, se está agregando uno más (País [Ur.] 8/4/2007). En Colombia y otros países del área caribeña se atestigua el uso concesivo de todavía sin la presencia de que: Todavía le pago el estudio y se queja. Se registra en el español general menos todavía (o todavía menos) en el sentido de ‘en menor medida, menos aún’:

No era, por cierto, lo más adecuado en el marco de una administración de justicia severa, respetable, independiente. Y menos todavía si esas noticias parecían esconder un peligroso ingrediente político (Hoy [Ec.] 12/11/1997).

30.8p La situación que permite valorar los usos escalares de todavía constituye un trasfondo informativo. Esa situación de fondo era la consideración de cierto trayecto en carretera en el ejemplo relativo a las ciudades fronterizas propuesto en el § 30.8ñ. La construcción «todavía + verbo puntual» permite obtener paráfrasis aproximadas como ‘tener tiempo para V’, ‘darle a alguien tiempo a V’ y otras fórmulas parecidas que ponen de manifiesto que, situada respecto de cierto trasfondo, una acción llega a un determinado límite que podría parecer improbable:

Uno de los muertos todavía alcanzó a decir algo (Arreola, Confabulario); Este año jugó cedido en el Lobos Cantabria, aunque todavía llegó a incorporarse al Pamesa (Provincias 16/6/2007); Y él todavía alcanzó a mirarme y me insultó (Vilalta, Historia).

Repárese en que este uso de todavía es distinto del analizado en los § 30.8i, j, puesto que del ejemplo citado de Arreola no se deduce ‘Uno de los muertos dijo algo más’.

30.8q Aunque los usos de todavía que se han descrito en los apartados anteriores sean diferentes entre sí, existe un punto de unión entre ellos, ya que se obtiene —directa o indirectamente— en todos los casos mencionados la persistencia de cierta situación. En el empleo focal, es determinada magnitud la que se agrega a otra o va en aumento, significado que también se obtiene con el verbo seguir. En el uso de todavía como término de polaridad negativa, es cierta ausencia la que permanece, y da lugar a determinadas expectativas sobre su posible anulación. Por último, los usos escalares están en relación con los focales, como revela el estrecho vínculo semántico que existe entre las partículas que expresan concesión y las que indican inclusión. También confirma ese vínculo el hecho de que el uso focal de todavía se obtenga a menudo en las series características de la interpretación escalar (§ 30.8ñ), como en Si antes era rico, ahora es todavía más rico. Cabría pensar que la interpretación focal de todavía pudiera reducirse a la de fase si se entiende que el foco de todavía (la expresión dos años en Todavía vivió dos años en Sevilla) aporta la fase ulterior que todavía necesita en estas construcciones. Aunque son hoy numerosos los análisis semánticos y discursivos de todavía, y de sus equivalentes cercanos en otras lenguas, sigue debatiéndose si es posible integrar sus diversos usos en una sola interpretación sin perder los matices que caracterizan cada uno de esos valores.

30.8r El adverbio aún comparte con todavía todas las interpretaciones mencionadas (si bien es átono cuando forma parte de la conjunción aunque). El adverbio tónico aún incide, como todavía, sobre predicados durativos sujetos a alteración, como en Aún estoy mareada; admite también el uso focal que se ha descrito, como en El español aún permaneció unos instantes muy quieto (Vázquez-Figueroa, Caribes); es término de polaridad negativa, como en El tren no ha llegado aún, y acepta asimismo la interpretación escalar: ¿Y aún pretendes que yo no le dé importancia? (García Morales, Sur). Tanto aún como todavía inciden sobre grupos sintácticos comparativos: más pobre {aún ~ todavía} que él, en los que se expresa que cierta magnitud supera a otra cuando no sería de esperar que así fuera. El adverbio átono aun equivale a incluso o a siquiera (como en la expresión ni aun), pero no a todavía, por lo que se obtienen contrastes como El tren no ha llegado {aún ~ *aun}. El empleo de aun como adverbio de foco (aun así, aun en ese caso) se analiza en el § 40.8a. Su relación con las construcciones concesivas se explica en los § 47.2n y ss.

30.8s El adverbio ya pertenece, como todavía, al grupo de los adverbios de fase. Pone de manifiesto que la situación denotada por el predicado al que modifica no se daba en un tiempo anterior relativamente cercano, como en El niño ya está dormido o Ya tengo un buen trabajo. Esta situación anterior negada constituye, por consiguiente, la fase que debe ser interpretada para dar sentido a dicho adverbio. A diferencia de todavía, el adverbio ya admite predicados puntuales y también durativos. De hecho, expresa con estos últimos el ingreso reciente en cierto estado. En El niño ya está dormido se indica que acaba de dormirse, y en Ya tengo un buen trabajo se da a entender que acabo de conseguirlo. El adverbio ya constituye el reverso de todavía en relación con la fase posterior que ambos implican. La expectación que en el caso de todavía se vincula con dicha fase (Todavía no ha llegado sugiere ‘se espera que llegue’) se asocia en el de ya con la fase anterior (Ya llegaron sugiere ‘Se esperaba que llegaran’). Como se explicó, el adverbio todavía rechaza los predicados que denotan estados de cosas incompatibles con una fase ulterior en la que deja de darse la situación que expresan (se dice por esta razón, como ya se vio, Todavía es joven, pero no Todavía es viejo). El adverbio ya rechaza, en cambio, los estados a los que no se puede llegar desde una fase anterior, lo que da lugar a un contraste opuesto al mencionado: se dice Ya es viejo, pero no Ya es joven. Repárese en que no hay contradicción alguna en oraciones como Ya es un jovencito, puesto que existe una fase anterior a la que se menciona: la de niño o la de adolescente. Los contrastes del tipo Ya es {*temprano ~ tarde}, mencionados en el § 30.6s, se deben al mismo fenómeno.

30.8t En cuanto que poco y un poco son adverbios orientados discursivamente, tal como se explica en los § 20.8d y ss., es esperable que su orientación haya de coincidir con la que establecen los adverbios de fase. Resulta más natural decir, hablando de cualquier sustancia o materia, Ya tengo bastante o Ya tengo un poco que Ya tengo poco. Como antes, la secuencia anómala pasa a resultar natural si se logra que el contexto proporcione la fase previa a la que el adverbio ya alude implícitamente, como en Soy bastante viejo y ya tengo poca paciencia con mis nietos. Como se observó al analizar el adverbio todavía, no puede corresponder a la gramática la tarea de proporcionar paradigmas de situaciones a las que solo tiene sentido llegar si se supone una fase anterior.

30.8u El uso de ya en contextos negativos es algo más complejo que el de todavía en esos mismos entornos, sobre todo porque el español no posee, frente a otras lenguas, dos adverbios diferentes para el equivalente de ya en función de su comportamiento con la negación (cf. ingl. already ~ anymore; al. schon ~ nicht mehr; fr. déjà ~ ne... plus, etc.) El término que corresponde a ya en los contextos negativos contiene, en esas otras lenguas, el equivalente de más (more, mehr, plus). En español, más alterna con ya en esos contextos situado en posición posverbal, como en No apareció {más ~ ya} por allí o en estos otros ejemplos:

Tuvieron que salir a escape, porque el aire les faltaba, y no regresaron ya (Mujica Lainez, Escarabajo); Decididamente no regresó más a Pulacayo y se quedó aquí a buscar trabajo (Viezzer, Hablar); Lo cierto fue que María Luisa al poco tiempo no acudió más a la misteriosa Glorieta (Alberti, Arboleda).

Aun así, en algunos países americanos se percibe cierta tendencia a rechazar ya en posición posverbal, a diferencia de más. Las opciones son, por tanto, Ya no regresó o No regresó más. En muchos países alterna ya con ya más, que aporta mayor énfasis en esos contextos, por lo que se obtienen alternancias como No volvió {ya ~ más ~ ya más}. La combinación ya más constituye el origen del adverbio jamás, que se estudia en los § 48.1f y ss.

30.8v Como se ha explicado, el adverbio ya pone de manifiesto que la situación descrita no se daba en la fase anterior del predicado, como en Ya vive aquí. La fase previa a la que se hace referencia niega este predicado, y se obtiene, por tanto, un significado próximo a ‘No vivía aquí en un tiempo anterior’. Si el predicado al que ya modifica es negativo, como en No vive aquí ya, la fase anterior negaría el “no vivir aquí en un tiempo anterior”, lo que da lugar a un resultado positivo. La oración expresa, en efecto, que cierta persona ha dejado de vivir en el lugar que se menciona. Aun así, complica la interpretación de la fase anterior que requiere el adverbio ya el hecho de que este no caiga bajo el ámbito de la negación con predicados puntuales. Resultan, pues, anómalas oraciones como *El tren no ha llegado ya, fuera de los contextos de cita. Se registran otras excepciones, casi todas en ámbitos de subordinación, como en Me extraña que el paquete no haya llegado {ya ~ todavía}. La alternancia no da lugar a secuencias enteramente sinónimas. La elección de ya supone una afirmación o una creencia previa, que se desea contradecir; la de todavía no implica contexto previo alguno, sino que muestra tan solo las expectativas del hablante, de acuerdo con lo expuesto en el § 30.8i. De manera análoga, Álvaro Pombo elige ya, en lugar de todavía, en el fragmento siguiente: […] suponiendo que en El Asubio no se hayan alarmado y no hayan iniciado ya su búsqueda (Pombo, Matilda), porque la suposición que se introduce —y que de alguna manera el texto reproduce o cita— es la de que ciertas personas se han alarmado y han iniciado determinada búsqueda.

30.8w No existe acuerdo entre los gramáticos sobre si la base de la irregularidad de oraciones agramaticales como la citada *El tren no ha llegado ya es sintáctica o semántica. En el primer caso, ya estaría marcado como término de polaridad positiva48.1p), es decir, con una propiedad léxica idiosincrásica. En el segundo, la interpretación obtenida podría ser irregular semánticamente, en el mismo sentido en que lo es la oración El tren ha dejado de llegar aplicada a una situación particular, esto es, descartando la lectura habitual o iterativa, no pertinente aquí. La conjunción de los factores analizados en los apartados precedentes explica que las oraciones negativas alteren la constitución de las fases necesarias para interpretar el significado de los adverbios todavía y ya. La negación que corresponde a Vive aquí todavía no es, en efecto, No vive aquí todavía, sino No vive aquí ya, y la de El tren ha llegado ya no es *El tren no ha llegado ya, sino El tren no ha llegado todavía.

30.8x El adverbio ya expresa tiempo cuando significa ‘ahora’ o ‘ahora mismo’ (—¿Cuándo salgo? —Ya) y, en cierto modo, también cuando equivale a ‘antes, en un tiempo anterior’ (Ya hemos estado aquí; Ya te lo dije). En tales casos puede ser compatible con adverbios que expresan ese mismo significado, como en Ya hemos estado aquí antes (sobre otros aspectos de la combinación de ya con los tiempos compuestos, véase el § 24.4). El tipo de redundancia que se percibe en ese ejemplo no es muy diferente del que se manifiesta en otras oraciones formadas con todavía: […] una vida mejor, cuyo gusto persiste todavía en la memoria (Saer, Entenado). No es frecuente que se produzca confusión entre los dos sentidos de ya (el aspectual y el temporal). Fuera de contexto, la oración Ya he visitado Berlín es, en efecto, ambigua, entre las interpretaciones ‘He visitado Berlín en alguna ocasión anterior’ y ‘Acabo de completar mi visita a la ciudad de Berlín’.

30.8y Cuando ya expresa un significado próximo a ‘en lo sucesivo, más adelante’ construido con futuro, como en Ya nos veremos, es compatible con esas mismas locuciones adverbiales (Ya nos veremos más adelante). La interpretación de ya con el sentido de ‘inmediatamente’, recogida en el DRAE (Ya voy; Levántate ya), reproduce rasgos del tiempo presente con el que se construye. En estos y otros contextos, en los que ya aporta cierta información que puede considerarse redundante, el adverbio no deja de expresar énfasis. Así pues, ya sugiere dilación con el futuro (Ya me ocuparé yo, frente a Me ocuparé yo), pero inmediatez con el presente (Ya llega el tren, frente a Llega el tren). También se usa ya como adverbio de afirmación (§ 30.11p). Para el uso de ya… ya… en contextos disyuntivos, véase el § 31.3p.

30.8z El español americano, especialmente el hablado en Centroamérica y el área caribeña, mantiene la posibilidad de situar el adverbio ya en posición preoracional, característica del español antiguo (Ya yo sabía lo que pasó). Se registran también estos usos en las demás variedades del español, pero predominan en ellas la posición intercalada entre sujeto y verbo (Yo ya sabía lo que pasó), la posición interna al grupo verbal (Yo sabía ya lo que pasó) y la posición final (Yo sabía lo que pasó ya). Se ilustran todas ellas a continuación:

Ya yo sospecho lo que es —dixo el valiente y esforçado príncipe don Brianel (Fernández, J., Belianís); Ya yo iba a avisarle a doña Nélida pa que llamara a su hermano, que es retén del cuartel (Vega, A. L., Crónicas); […] pero ella sabía ya que el hecho estaba decidido en algún plano (Canto, Ronda); Antes de que abandonara a mi general, yo ya sabía para qué era la revolución (Martín Campo, Carreteras); Yo no sé si lo sabía ya (Mañas, Kronen).

Información adicional

En relación con este capítulo, la siguiente entrada del Glosario de términos gramaticales podría ser de su interés:
adverbio de aspecto

 

Nueva gramática de la lengua española
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