Sintaxis

20. Los cuantificadores (II). Cuantificadores indefinidos. El concepto de ámbito

20.5 Cuantificadores evaluativos (I). Características sintácticas

20.5a Los cuantificadores evaluativos (recuérdese el § 20.3a) reciben ese nombre porque se caracterizan por evaluar una cantidad interpretándola como inferior o superior a alguna norma o a alguna expectativa: poca agua, mucho público. Otras veces, la magnitud se evalúa como adecuada o inadecuada en relación con cierta finalidad que puede expresarse o no: bastante agua o demasiado público (donde se entiende ‘para algo’). Aunque los límites entre estos dos sentidos son fluctuantes, poco y mucho pueden también indicar una cantidad insuficiente o excesiva en relación con algún objetivo cuando se construyen con la preposición para o con el grupo como para: Eran pocos soldados para enfrentarse a un enemigo tan poderoso; Son muchos indicios como para pasarlos por alto.

20.5b El cuantificador demasiado expresa exceso, sea en relación con una norma, un estado de cosas, una actuación o un objetivo: Entra demasiada luz; Es demasiado tarde para presentar la solicitud; Surgían demasiados inconvenientes. Se retomará este punto en los § 20.5m, n. Cuando actúan como determinantes o como adjetivos en la cuantificación nominal, los cuantificadores evaluativos se construyen con sustantivos no contables en singular (mucho amor, poca sal, bastante gente, demasiada envidia) o con sustantivos contables en plural (muchas dificultades, pocas monedas, bastantes amigas, demasiadas preocupaciones). Véanse sobre estas diferencias los § 12.2 y 12.3. Estos cuantificadores pueden combinarse asimismo con los pluralia tántum o plurales inherentes, que —como se explica en los § 3.8f, g— se asimilan en parte a los nombres no contables: muchas ganas, tantos celos, menos provisiones. Sobre esta asimilación, véase el § 12.2d.

20.5c El cuantificador bastante, usado en posición prenominal, oscila entre los dos sentidos mencionados, aunque no en todos los países se percibe la distinción con la misma claridad. En una de estas dos acepciones expresa la cantidad, el grado o el número mínimos adecuados a un fin. Así, en la oración Había bastante público, usada en el sentido de ‘Había el suficiente’, se entiende que el fin al que se alude podría ser el comienzo de un espectáculo u otro similar. En el otro sentido, más frecuente en los textos que el anterior, bastante expresa que cierta cantidad o cierto número es ligeramente superior al esperado en función de alguna norma, como cuando se emplea esa misma oración con el significado de ‘Había una cantidad apreciable de público’. El adverbio ya30.8s-z) suele inducir la primera de las dos interpretaciones mencionadas; lo mismo hacen los contextos negativos (No había bastante público), así como la posición posnominal de bastante (Había público bastante para llenar el teatro).

20.5d En el capítulo anterior y en este se ha comprobado que muchos cuantificadores cambian con facilidad de clase de palabras: pronombres, adverbios, adjetivos, etc. Esta adaptabilidad resalta particularmente en los evaluativos, ya que sus miembros pueden asimilarse a los adjetivos en la cuantificación nominal (bastantes veces, muchos éxitos) y también a los pronombres, si bien el análisis de los grupos nominales tácitos que se explica en los § 1.9o, p (Leyó muchos Ø) evita esta segunda opción. La mayor parte de los cuantificadores evaluativos admiten, además, usos adverbiales, en los que —como se adelanta en el § 19.2f— evalúan el grado de una propiedad expresada por un adjetivo o un adverbio (una zanja demasiado profunda, una propuesta poco seria, una muchacha bastante lista, demasiado tarde, bastante lejos), así como la intensidad, la frecuencia o la duración de un evento (dormir demasiado, correr poco, salir mucho, trabajar bastante). Pueden verse los § 30.4 y 39.7 sobre estos usos. Otros cuantificadores presentan mayores dificultades para funcionar como modificadores de grado en contextos adjetivales o verbales. Así, al paradigma que se forma en El cine le gusta {poco ~ mucho ~ bastante ~ demasiado} no pertenecen los cuantificadores todo o cualquiera, aunque sí algo y nada.

20.5e Los cuantificadores evaluativos de uso general en todo el mundo hispánico son mucho, poco, bastante y demasiado, a los que cabe añadir un tanto20.7f) y unos cuantos, que se utiliza solo en plural (§ 20.7c-e). Están más restringidos un tanto cuanto, propio del español de México (§ 20.7j), y harto, de uso más general, pero no común a todas las áreas hispanohablantes (§ 20.7a y 19.2n). Está limitado en su uso el cuantificador asaz, que se analiza en el § 20.7b.

20.5f Se observó en el § 20.5d que algunos cuantificadores no evaluativos pasan a formar parte de este paradigma en ciertos contextos. Así, alguno es, como se ha explicado, un cuantificador existencial. No obstante, en oraciones como Juan Casiano […] albergaba algunas dudas sobre el buen juicio y la conveniencia de aquella misión (Rubín, Rezagados) no se dice únicamente que ciertas dudas existan, sino que suman un número que se considera relevante o que adquieren importancia. El cuantificador tanto45.1e) tampoco es evaluativo en sentido estricto, pero se asimila a este grupo en ciertos entornos. En efecto, se usa en las comparativas de igualdad para indicar que la cantidad que se expresa coincide con alguna otra que se toma como referencia: Asistieron tantos alumnos como profesores45.8). No obstante, puede indicar también que la magnitud en cuestión es lo suficientemente importante como para producir alguna consecuencia: Asistieron tantos vecinos que no alcanzaban las sillas para todos45.14). Cuando se suprime la subordinada consecutiva, la oración (que se pronuncia con entonación suspensiva y con elevación de la intensidad en la sílaba tan-) expresa la ponderación de cierta cantidad interpretada como superior a una norma implícita (¡Tenía tantas preocupaciones…!; ¡Nos ha dado tantos dolores de cabeza…!), y en este sentido tanto se asimila en su significación a los cuantificadores evaluativos. La construcción antigua tan muchos22.14r), ya perdida, ilustra adecuadamente el significado de tantos en esos contextos. El uso anafórico de tanto (como en Antes se esforzaba bastante, pero ya no se esfuerza tanto) se analiza en el § 17.10.

20.5g El hecho de que la interpretación de los cuantificadores evaluativos dependa de cierta expectativa que puede variar de un enunciado a otro hace que su significación presente una vaguedad comparable a la de los adjetivos calificativos graduables y, en general, a las oraciones en las que se expresan juicios relativos. En efecto, es obvio que la temperatura que justifica que se diga con propiedad Hacía frío será diferente según se hable de un día de invierno en la alta montaña o de una noche de verano en la costa del Mediterráneo. De igual manera, la cantidad de asistentes que justifica que se diga Había mucho público, no es la misma si se aplica esa expresión a la final de un campeonato mundial de fútbol o a la presentación de un libro de poemas de un autor casi desconocido, si el recinto o el local del que se habla es grande o pequeño, etc. Similar relatividad se observa en los comparativos de inferioridad, superioridad e igualdad: menos agua, más dinero, si bien en estas secuencias no se introducen evaluaciones respecto de una norma, sino de una magnitud dada o sugerida en el contexto.

20.5h Como se señala en los § 1.9n, ñ y 30.4a, cuando los cuantificadores evaluativos inciden sobre un adjetivo, funcionan gramaticalmente como adverbios, por lo que carecen de rasgos de género o número y adquieren forma invariable. Se recomienda, por tanto, evitar secuencias como Son situaciones bastantes penosas (por bastante penosas) o Cobraba honorarios demasiados altos (por demasiado altos). Recuérdense los § 19.4k-n en relación con alteraciones similares de la concordancia en construcciones con el adverbio medio. Se consideran también incorrectas las construcciones —ocasionalmente registradas en la lengua oral tanto en el español europeo como en el americano— que muestran esa concordancia cuando el adjetivo está modificado por un cuantificador de grado. Las opciones correctas son, consiguientemente, bastante más caros (no bastantes más caros) o cuanto más sinceros (no cuantos más sinceros). Como se explica en el § 45.11q, la forma compuesta cuantimás (cuanto + más), usada en el Siglo de Oro por autores de renombre, carece de prestigio en la lengua actual, por lo que no se recomienda. Se documenta esporádicamente el uso de demasiado de con adjetivos y adverbios, que se aconseja evitar. A pesar de que se atestigua en la lengua clásica, carece hoy día de prestigio:

Á D. Luis Ponce de León ha dado Su Majestad la Embajada de Roma, y todos juzgan no ser á propósito para ella, por no tener mucho con que ostentar aquel puesto, y por ser demasiado de altivo (Barrionuevo, Avisos); En la moto se viene demasiado de bien (Sánchez Ferlosio, Jarama).

20.5i Las variantes morfológicas de los cuantificadores evaluativos se analizan en el § 19.5. Si bien tanto, cuanto, mucho y poco admiten superlativo en -ísimo, como se explica en el § 19.4r, solo poco admite modificadores evaluativos: muy pocas críticas, cuán poco envidiable, tan poca vergüenza, demasiado poco relevante, bastante poco esfuerzo. Con bastante poco alterna bien poco. Ambos expresan que la cantidad en cuestión es lo suficientemente pequeña como para poder ser calificada de inferior a una norma o una expectativa: Se desentendió de los placeres y se propuso hacer bien poco para sobrevivir sin fe (Alberto, Eternidad). Las formas apocopadas de los cuantificadores son insensibles al género y al número (muy pocos hombres ~ muy pocas mujeres), pero las no apocopadas los ponen de manifiesto, lo que es particularmente relevante en el caso de los grupos nominales, como se verá en los próximos apartados.

20.5j Cuando modifican grupos nominales comparativos (§ 45.2c), los cuantificadores evaluativos siguen siendo adjetivales, por lo que se espera que mantengan la concordancia con el núcleo nominal. Es lo que sucede en las siguientes oraciones, en las que se subrayan las palabras que concuerdan:

Se cambia de un lugar a otro con mucha más frecuencia que de ropa interior (Rojas, M., Hijo); Al decir esto, me pareció que él tenía de pronto muchos más años (Rodríguez Alcalá, Ojo); Sorpresa es igualmente la cortedad de hombres y de medios que proporcionaba la provincia, un centenar de hombres, y pocos más caballos (Ortiz-Armengol, Aviraneta); Todo el mundo estaba de acuerdo —y “todo el mundo” era, ahora, muchas menos personas que antes— (Donoso, Casa); Cuantas más veces se somete a ella tanto más crece su esponjosa avidez (Goytisolo, J., Reivindicación); Con una copa de menos se dicen muchas menos tonterías (Caballero, Quinteto); —Sí. No me gusta sentirme descubierto. —Lo dijo muy serio, con la seguridad que le daba estar refiriéndose a bastantes más cosas de las que Jacinto podía imaginar (Gopegui, Real).

Se ha observado en el habla popular de algunos países americanos cierta tendencia a mantener invariable el cuantificador subrayado en los contextos anteriores. Las citas que siguen ilustran la construcción que se menciona:

¡Qué enormes tiene los ojos esta chica!, como si estuviera viendo mucho más cosas que el resto, bromeaban (Saguier, Niña); Cuanto más esfuerzos hago mentalmente para que nada vaya a cambiar por esa necesidad íntima que tengo de que el tiempo respete mis deseos, este se escurre sin vueltas (Karlik, Nocturno).

Este uso es poco recomendable. Se considera preferible en su lugar la variante concordada: muchas más cosas, en el primer ejemplo, y cuantos más esfuerzos, en el segundo. El cuantificador asaz, que carece de flexión, se emplea igualmente como modificador de grado de los grupos comparativos: Por las alturas de Monte Caballo, corre otro viento, asaz más melancólico (Azara, J., Cartas). Se retomará este punto en el § 20.7b.

20.5k Se elige mucho, y no mucha, en el par {mucho ~ *mucha} más alta porque mucho es adverbio, no adjetivo. También lo es en secuencias como con intensidad {mucho ~ *mucha} mayor, donde mucho cuantifica al adjetivo comparativo mayor, por lo que es esperable que se rechace el femenino mucha. No es tan claro, en cambio, que el par mucho/mucha se interprete con valor adjetival en secuencias como con mucha mayor intensidad, ya que mucho no cuantifica aquí al sustantivo intensidad, sino que gradúa la medida en que es mayor. Se produce, por tanto, en estas combinaciones un desajuste entre las propiedades morfológicas de mucho y su naturaleza sintáctica. Esta asimetría es relativamente similar a la que se obtiene en secuencias, ya analizadas, como Estaba toda llorosa o Parecía media enojada19.4i-n), y se extiende asimismo a las oraciones siguientes, que contienen grupos nominales comparativos formados por sustantivos no contables:

Poco después, o sea, con mucha mayor autoridad que antes, Bruno se opuso a que siguiera estudiando y a que presentara su memoria (Adoum, Ciudad); Ahora nos encontramos ante un riesgo de mucha mayor envergadura (Chamorro, E., Cruz); Los dos diarios mencionados obtienen mucha mejor posición (Tusell, Historia); Pasan a través del tracto intestinal con mucha mayor lentitud (Chávez Martínez, Nutrición).

La alternancia es más rara con los nombres contables. Se elige, pues, mucho en Era {mucho ~ *mucha} mejor compañera que la otra. Raramente se documenta el femenino en este tipo de contextos: Doña Marcela pensaba que mucha mejor pareja sería la del conde de Barajas con su predilecta María Agustina, aunque no se fiara mucho de aquel paseante (Luján, Espejos).

20.5l Existen factores sintácticos que favorecen o impiden la extensión de la marca femenina -a al cuantificador evaluativo mucho. Como se ha explicado, el efecto morfológico del sustantivo femenino sobre el cuantificador evaluativo solo se produce si este último aparece antepuesto: con mucha mayor autoridad ~ *con autoridad mucha mayor ~ con autoridad mucho mayor. También se rechaza la opción concordada si el comparativo adjetival no es sincrético, es decir, si en lugar de mejor, peor, mayor o menor se emplea «más + adjetivo», «menos + adjetivo». Se elige, pues, mucha en lugar de mucho en poemas de mucho más fácil interpretación. Si el grupo nominal posee artículo, se opta por la variante no concordada, como en el primero de los ejemplos que siguen. Si es sincrético, alternan la concordada (§ 20.5k) y la no concordada:

Tom y Jerry se encuentran enfrentados, sometidos a una mucho más restringida libertad estructural (Traversa, Cine); […] profunda preocupación social dirigida a evitar los excesos del poder económico y lograr una mucho mayor igualdad (Álvarez Álvarez, España); [...] una mucha mayor oferta de petróleo por parte de exportadores no miembros de la OPEP (Rangel, Tercermundismo).

20.5m La forma bastante aparece en singular en Las [=‘armas’] que están preparadas para disparar llegado el caso son bastante pocas (Mercurio [Chile] 4/11/2004), ya que es adverbio. Resulta algo más complejo el uso de demasiado en los contextos de cuantificación nominal. Cuando se utiliza como adverbio, demasiado es insensible a la flexión. Si modifica a un adjetivo, se suele preferir, por razones estilísticas, la posición posnominal del grupo sintáctico (resultados demasiado malos) a la prenominal (demasiado malos resultados). Aun así, esta preferencia, que no muestran otros cuantificadores adverbiales (muy malos resultados), no es forzosa ni está exigida por la gramática: Demasiados acontecimientos acumulados demasiado rápidamente en demasiado pocos miles de años lo dejaron knock-out (Labarca, Butamalón). No se consideran correctas las expresiones que asimilan estas construcciones a las descritas en el § 20.5j, como un negocio en peligro porque se dirige a demasiados pocos consumidores, ya que, al modificar demasiado a pocos, se interpreta como adverbio, en lugar de como adjetivo.

20.5n En sus usos adjetivales, demasiado concuerda con el sustantivo, como en Su pelo crespo, tal vez endurecido por demasiados tintes baratos, no favorecía la melena (Cabrera Infante, Habana). Los adjetivos antepuestos son poco frecuentes en estos casos, pero no imposibles:

Crecen demasiadas malas hierbas y arbustos en el jardín (Matute, Final); Aunque no guardara demasiados buenos recuerdos de aquella larga e inútil prueba, se sentía herida en su amor propio, desairada ante los demás (Martín Gaite, Usos).

Así pues, no son equivalentes expresiones como demasiado buenas intenciones y demasiadas buenas intenciones. En la primera, que alterna con intenciones demasiado buenas, se dice de ciertas intenciones que son demasiado buenas, mientras que en la segunda se expresa que las buenas intenciones de las que se habla son demasiadas.

20.5ñ Se hace notar en los § 12.3h y ss. que se obtienen ciertos efectos de sentido cuando los cuantificadores evaluativos se usan en singular con nombres contables, como en mucha película mala, harto policía, demasiado coche, tanto periodista invitado. Esta posibilidad presenta en español una extensión mayor que en otras lenguas románicas. Los sustantivos contables en singular se interpretan en tales usos como semánticamente plurales y el sentido que adquieren se acerca al de los colectivos continuos como familia o público. Aun así, se explica en el § 12.3g que en estos contextos alterna la interpretación cuantitativa de los sustantivos contables usados como no contables (Había mucho coche estacionado en doble fila) y la interpretación cualitativa (Es mucho coche para ti). Ambas son más propias del habla conversacional que de los registros formales. La interpretación cuantitativa suele estar asociada a una connotación negativa, aunque no en todos los casos:

¿Y tú que has visto tanto tipo raro por qué te preocupa el calato? (Vargas Llosa, Tía); Si alguien causaba mucho problema, simplemente perdía su empleo, y era sustituido por uno de otros muchos que codiciaban el mismo puesto (Obando, Paraíso); ¡Mucha encina hay, Julián!: ¡demasiado chopo, demasiado álamo!: ¿qué hacer de esa llanura inmunda? (Goytisolo, J., Reivindicación).

20.5o En función de la connotación que se acaba de mencionar, resulta más natural la primera de las dos variantes siguientes: {Desafortunadamente ~ Afortunadamente}, hay mucho policía en los alrededores. La connotación negativa no estaba presente de forma tan clara en el español antiguo: No hallaron rastro alguno, y para seguir el de los caños desde la fuente era menester derribar mucho edificio y ahondar mucha tierra (Inca Garcilaso, Comentarios). La interpretación cuantitativa es también posible en las oraciones genéricas: Mucha organización mafiosa esconde hoy un solo jefe; En estos tiempos, poco político honrado permanece largos años en el poder. En la interpretación cualitativa se ponderan las propiedades de la persona o la cosa de la que se habla. Es característica de las oraciones copulativas:

Tránsito es mucha novia para ti (Cela, San Camilo); Es que ha sido mucho hombre. Tú solo le has conocido en su final, pero ¡si supieras! (Sampedro, Sonrisa); Este Prato es mucho gallo. Le sobran riñones y audacia (Uslar Pietri, Oficio); Esta anfibología era mucha anfibología para todo un profesor de retórica y gramática general (Hora 28/8/1997).

20.5p Entre los cuantificadores evaluativos, mucho, poco y harto se usan como adjetivos modificadores de sustantivos en los grupos definidos: la mucha altitud, a lo largo de sus muchos años, el poco dinero que traía, los hartos recursos que manejó. No son frecuentes, en cambio, las combinaciones de demostrativos con cuantificadores evaluativos, con la excepción de pocos (estos pocos recuerdos). Aun así, se documenta esta pauta tanto en los textos antiguos como en los contemporáneos:

Pero de aquestos muchos escogió solos diez el papel, como más substanciales (León, Nombres); Aquellos muchos que se removieron en sus tumbas, palparon sus heridas (Sotillos, 1982); No soy de esos muchos que tienen productoras a los que nunca se les conoció en la comunicación (Tiempo [Esp.] 29/10/1990).

20.5q El uso de demasiado en los contextos definidos es asimismo mucho menos común en la lengua actual de lo que lo era en la antigua, sobre todo hasta el siglo xvii, aun cuando se documenta ocasionalmente en textos contemporáneos: Aunque la tentativa era buena se vio, como siempre, entorpecida por los demasiados pareceres presentados (Trabulse, Orígenes). Los textos antiguos ponen de manifiesto que se admitía demasiado en los grupos nominales definidos en los que hoy se prefiere desmedido, excesivo, sobreabundante u otros adjetivos similares que expresan exceso, o bien adjetivos como considerable, extraordinario y otros análogos que denotan el grado extremo de alguna propiedad:

Con las demasiadas fuerzas que alcanzaba, muchas veces levantaba en alto al buen Alcaide y lo dejaba caer (Pérez Hita, Guerras I); No querría que algunas de las demasiadas ocasiones que allí pueden ofrecerse, me saltease la buena ventura que tanto me cuesta (Cervantes, Gitanilla); […] con lo cual nos defendemos de los demasiados fríos y calores (Granada, Símbolo).

En la lengua de hoy se acepta no demasiado en estos contextos, como en las no demasiadas oportunidades que se le ofrecieron, ya que no demasiado se interpreta como insuficiente o escaso48.5b-d). Cuando bastante se usa en el sentido de ‘suficiente’ (recuérdese el § 20.5c) se comporta del mismo modo: No hay muchas [=‘colillas’], pero sí las bastantes para liar un par de pitillos o tres (Cela, San Camilo). Cabe pensar que la relativa irregularidad que presentan generalmente las oraciones citadas con demasiado en el español actual puede estar relacionada con el hecho de que los cuantificadores evaluativos tienden a expresar la información focal del enunciado, mientras que la posición de adjetivo calificativo prenominal en los grupos nominales definidos expresa en general información presupuesta (§ 17.14).

 

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