Sintaxis

26 El verbo (IV). Las formas no personales: el infinitivo

26.3 Los infinitivos nominales. Diferencias y semejanzas con los verbales

26.3a Los infinitivos nominales son mucho más frecuentes en la lengua literaria que en los demás registros lingüísticos. Suelen dividirse tradicionalmente en dos grupos que se identifican con denominaciones diversas. Una de las más simples es la siguiente:

1. Infinitivos nominales de naturaleza léxica

2. Infinitivos nominales de naturaleza sintáctica

Los primeros, como andar o pesar, se caracterizan como nombres comunes en los diccionarios: Le manifestó su pesar por la muerte de su marido. Con mayor o menor frecuencia, todos admiten el plural: amanecer/amaneceres; andar/andares; pesar/pesares. Pertenecen a este grupo amanecer, andar, anochecer, atardecer, cantar, decir, despertar, haber, parecer, pesar, poder, querer, saber, sentir y algunos más. Los infinitivos del segundo grupo (como deambular o aprender) no se construyen en plural, pero admiten artículos indefinidos y adjetivos, entre otras pautas características de los contextos nominales:

Con la presencia invisible de Melquíades que continuaba su deambular sigiloso por las cuartos (García Márquez, Cien años); La infancia, un continuo aprender, discurría entre las mujeres de la casa y la escuela (Beltrán Martínez, Pueblos).

Por razones estilísticas, algunos infinitivos que suelen pertenecer al grupo 2 pasan ocasionalmente al 1, como muestran los textos siguientes:

En la casa del camposantero, las ventanas abiertas. Entrares y salires al resplandor pajizo de las menguadas bombillas (García Pavón, Reinado); Todos esos hablares requieren un lugar, un momento y un contenido prefijado (Limón, Andalucía); La mansión era limpiada a fondo una vez al mes para que las señoritas regresaran bamboleando sus caminares abiertos a dar a luz en la luz de los cuartos (Mendoza, M. L., Perro).

26.3b Algunos gramáticos llaman falsos infinitivos a los sustantivos del grupo 1. Los falsos infinitivos son, pues, sustantivos derivados que se asimilan a los formados con otros sufijos: -miento, -ción, -a, -e, -o, etc. (capítulo 5). En otras acepciones, o en otras entradas del DRAE, los sustantivos del grupo 1 se pueden caracterizar además como verbos. Así pues, sentir es un sustantivo en los famosos versos de la Égloga I de Garcilaso de la Vega: No me podrán quitar el dolorido / sentir, si ya del todo / primero no me quitan el sentido (Garcilaso, Poesías) o en la expresión el sentir general, pero es, en cambio, un verbo en este otro ejemplo: Era de hombres, como Él verdaderamente lo era, el sentir el dolor y el querellarse cada uno de lo que le duele (León, Job). El término falsos infinitivos no resulta, sin embargo, transparente si se aplica a los infinitivos que poseen simultáneamente propiedades nominales y verbales (§ 26.2i y 26.3o-s).

26.3c El significado de los infinitivos del grupo 1 es variable y ha de establecerse en los diccionarios en cada caso particular. Unas veces es temporal, como en el amanecer (‘el tiempo durante el cual amanece’); otras veces es modal, como en sus andares, con plural estilístico (‘su modo de andar’), o en su proceder (‘su modo de proceder’): ¡Cuántas veces temía yo, ay desdichada, ver que traían a mi hijo sin vida, porque de su arrogante proceder no se podían esperar sino desgracias! (Cervantes, Persiles). En muchos casos, estos infinitivos expresan el efecto correspondiente a la acción verbal (cantares, decires, haberes), pero a menudo equivalen más apropiadamente a otros sustantivos, sean o no derivados nominales, como en deber (‘obligación’, como en Es mi deber decir…); parecer (‘opinión, juicio’); placer (‘goce’); poder (‘capacidad, potencia’); querer (‘amor’); saber (‘conocimiento’), etc.

26.3d La interpretación semántica de los infinitivos nominales puede variar en función de la palabra a la que el infinitivo complementa o con la que se construye. Así, despertar puede interpretarse como ‘tiempo o período en que se despierta’ (durante su despertar), pero también como ‘modo de despertar’ (Tiene un mal despertar), o como ‘acción o proceso de despertar’ (el despertar de su cuerpo a los sentidos) y, en sentido traslaticio, como la toma de conciencia ante alguna realidad: el despertar colectivo de la sociedad ante el problema de la emigración. Cabe pensar que todas estas variantes significativas son consecuencia de que despertar pertenezca al grupo 126.3a) y también al 2. Como los demás componentes del grupo 1, admite plurales: No habrá más en tu juventud otros despertares semejantes (Montaño, Andanzas). Algunos infinitivos nominales han cambiado de significación dentro de este grupo. Apenas se usa ya el sustantivo haberes en el sentido de ‘posesiones’ o ‘conjunto de bienes’, común en la lengua antigua: Eran cobdiciosos de acrescer sos aueres (Alfonso X, General Estoria II). Se emplea hoy, en cambio, con el sentido de ‘emolumentos’.

26.3e Son más frecuentes en expresiones lexicalizadas o semilexicalizadas otros infinitivos nominales pertenecientes a este mismo grupo 1, como abrir y cerrar en la expresión en un abrir y cerrar de ojos; perder en tener (alguien) buen perder o mal perder. Obedecen a esta misma pauta los infinitivos ver y entender, como en según mi entender (‘en mi opinión’) o en a mi ver. La pauta a {mi ~ tu ~ su} ver, ampliamente documentada en la lengua antigua, se usa hoy algo más en el español americano (sobre todo en México, Centroamérica y parte del área andina) que en el europeo:

A mi ver, correncia tienen los cielos (Encina, Lluvias); A mi ver, el Decreto que publica el Diario Oficial de hoy sobre disolución del Congreso es un ataque mortal a la Constitución (Martínez Moreno, Toga).

Pertenece al registro coloquial del español europeo la expresión un suponer (‘una suposición’): En mi humilde opinión, creo que solo así vestido, e incluso hablando en nombre, un suponer, de monseñor Ruiz y Flores, tendría oportunidad de que me escuchasen (Pombo, Ventana). A este mismo grupo corresponde la variante un sospechar, ya desusada: Ven acá, no seas tan bravo… Era un sospechar, hijo (Galdós, Episodios).

26.3f El uso de creer como infinitivo nominal se limita a la expresión «al creer de + grupo nominal», que se empleaba en la lengua antigua: […] al creer de todas gentes (Santillana, Bías). Se registra ocasionalmente en la moderna: Los caprichos de un Rey adolescente y, al creer de los soldados, juguetón […] (Matute, Gudú). El verbo decir se usa como infinitivo nominal del grupo 1 en el sentido de ‘dicho’ o ‘refrán’, como en la obra Canciones y decires del Marqués de Santillana. En el habla popular de algunos países (o en la lengua que la imita) se ha formado la variante esdrújula díceres, en el sentido de ‘rumores, habladurías’, que la escritura refleja a veces con intención irónica o paródica:

Andan diciendo los díceres que en la hora presente […] los ladrones ya no son los mismos (Informador 5/8/1999); No vivo de los díceres ni de los chismorreos ni de las cuchufletas (Romero, D., Declaración); Dicen los díceres que los licenciados del negocio deportivo […] andan en agencias de conchabarse (Mojarro, Yo).

También se emplea decir como infinitivo nominal en la expresión «a(l) decir de + grupo nominal», similar a la pauta descrita con creer:

Al decir de la única testigo de los hechos, el vehículo no se detuvo (Serrano, M., Corazón); Su padre fue amigo de Juan Corrales y, al decir de la gente, es la peor lengua de Caracas (Herrera Luque, Casa); Un hombre prudente y rico que, a decir de la tía Elvira, hubiera sido hasta guapo si no tuviera el gesto como amarrado (Mastretta, Mujeres).

Algunos verbos dan lugar a sustantivos prefijados o compuestos del grupo 1 que no tienen correlatos verbales. Así, existen los verbos estar, hacer y venir, pero las voces malestar, porvenir y quehacer no son verbos en ningún contexto, sino sustantivos. El verbo placer es mucho menos usado en la lengua actual que el sustantivo homónimo. Su derivado verbal complacer es, en cambio, de uso común. Existen otros muchos casos semejantes.

26.3g En cuanto que son verdaderos sustantivos, los infinitivos nominales admiten complementos preposicionales subjetivos (§ 12.11a), como en el parecer de la gente, adjetivos cuantificativos (poco placer), oraciones de relativo (los muchos saberes que la adornan) y otras muchas propiedades que caracterizan a los nombres comunes. Las dos clases de infinitivos nominales introducidas en el § 26.3a admiten adjetivos:

Su voz es suave […] y su andar acompasado y majestuoso (Bécquer, Leyendas) [grupo 1]; Admiré el buen arreglo y la comedida elegancia de un vivir modesto y dichoso (Galdós, Episodios) [grupo 2].

Sin embargo, los primeros se documentan incluso coordinados con otros sustantivos, como en Aunque sentada se conocía que en su andar y movimientos debían reinar a la vez el garbo, la majestad y el decoro (Gil Carrasco, Bembibre).

26.3h Los infinitivos nominales del tipo 2 son más frecuentes en la lengua antigua que en la contemporánea, pero están presentes en ambas. Modificados por posesivos dan lugar de forma característica a la interpretación de modo o manera:

El buen perlado deue ser muy ordenado & muy honesto en su comer & en su beuer & en su vestir & en su asentar & en su yazer & en su andar & en su caualgar & en su fablar (Castigos); Los hemos visto mandar y gobernar el mundo desde una silla, trocada su hambre en hartura […] y su dormir en una estera en reposar en holandas y damascos (Cervantes, Quijote I); Este modernista es castizo en su escribir (Rubén Darío, Modernismo).

Así pues, su escribir significa ‘su modo de escribir’ en el último ejemplo. Es menos frecuente la interpretación de acción y efecto en los contextos posesivos, pero es la que corresponde al siguiente fragmento de la Celestina:

Todo lo que piensan osan sin deliberar, sus disimulaciones, su lengua, su engaño, su olvido, su desamor, su ingratitud, su inconstancia, su testimoniar, su negar, su revolver, su presunción, su vanagloria, su abatimiento, su locura, su desdén (Rojas, Celestina).

26.3i Con los determinantes se obtienen asimismo preferencias entre una y otra interpretación. Con los demostrativos predomina la de nombres de acción o efecto, como en Dixo Doña Endrina: “Callad ese predicar, / que ya esse parlero me coidó engañar” (Arcipreste Hita, Buen Amor), donde predicar equivale a prédica, o en Experimentaba una alegría aguda ante ese florecer de un aspecto desacostumbrado de mi personalidad (Mujica Lainez, Bomarzo), donde podría admitirse la equivalencia aproximada con florecimiento. Se registra también ocasionalmente la interpretación de modo o manera en estos contextos: Tal vez ese vivir de los bárbaros o salvajes […] no responde al estado inicial desde donde se elevaron los pueblos de Europa a superior cultura (Valera, Leyendas).

26.3j La interpretación de los infinitivos nominales como sustantivos de acción y efecto es característica de los contextos introducidos por artículos indeterminados, como en Se posara confiadamente, mientras la otra mano buscaba la botella y se oía el gluglú y un resoplar satisfecho (Cortázar, Rayuela), donde resoplar podría alternar con resoplido. Estos infinitivos introducen muy a menudo complementos argumentales, que pueden recibir la interpretación objetiva, como en los ejemplos siguientes:

Y entonces era en la dulzaina un juego / de misteriosas gamas cristalinas, / un renovar de notas del Pan griego / y un desgranar de músicas latinas (Rubén Darío, Cantos); Oyó un suspiro, un sorber de lágrimas debajo del embozo (Martín Gaite, Visillos),

o bien la subjetiva, como en estos otros:

La lluvia misma era como un subir de hilos de agua en dirección del cielo (Galdós, Tormento); El murmullo de las oraciones subía al cielo como un zumbar de colmena (Vallejo, F., Virgen).

Por último, una y otra interpretación son posibles en […] un repetir de golpes precipitados y secos (Bombal, Amortajada) o en Yo soñaba los besos de mujer como una caricia suave; como un repicar de pétalos en la piel (Casona, Primavera). Un rasgo notable de todos estos usos es la ausencia de artículo en el sustantivo que encabeza el término de la preposición. Tal característica permite asimilar en alguna medida estos complementos del nombre a los adjetivos de relación, como en cuidados {de madre ~ maternales} o en una crisis de {alimentos ~ alimentaria} y en otros pares similares que se analizan en los § 13.12 y 15.13a, b. La interpretación de complemento subjetivo es mucho más frecuente en los textos que la de complemento objetivo. De hecho, los verbos transitivos que expresan realizaciones (§ 23.3e y ss.), usados en presencia de sus complementos, son relativamente infrecuentes en esta pauta. Contrastan, en efecto, Es un leer muy provechoso este del texto paseado (Mundo [Esp.] 20/4/1996) y *un leer de novelas románticas.

26.3k Se han observado ciertas preferencias en los paradigmas de verbos que forman infinitivos nominales del grupo 2. Destacan entre ellos los verbos de movimiento, como en La música exhalaba alucinante frescura como un volar de espíritus ideales (Larreta, E., Gloria), y de manera muy especial los que expresan acción continua, repetida o en curso:

Entre un bullir de víboras y sierpes, / yace Gunnar, el noble Nibelungo (González Prada, Exóticas); Está en la España urbana que de pronto vio aparecer en sus calles y plazas un pulular de pícaros (Coronado, J., Fabuladores); Matilde sentía aquella electricidad y aquel desbordar de la lluvia dentro de ella misma (Laforet, Isla).

Se advierte en estas construcciones la elevada frecuencia de los adjetivos constante, continuo, frecuente, incesante y otros similares de naturaleza aspectual que se aplican por lo común a los procesos o a los movimientos, como en los textos siguientes:

Sí, era preciso realizar esto, y realizarlo pronto, antes de que se pasase la vida en un rodar incesante y vertiginoso (Galdós, León Roch); El río dijo al sauce: “Yo soy la vida y, en mi incesante correr, renuevo emociones” (Güiraldes, Cencerro); Volvió al rincón oscuro y, cuando la vio pasar con torpes andares y un frecuente ladear de cabeza, sintió deseos de gritarle: ¡Mentirosa! (Martínez Pisón, Ternura).

Las construcciones coordinadas de infinitivos opuestos semánticamente favorecen la misma interpretación, como en el incesante ir y venir de la gente, o en los ejemplos siguientes:

No hay mas que un tejer y destejer continuo (Galdós, Episodios); […] en tanto las puertas, más selladas que cerradas, no impedían el entrar y salir de fantasmas (Guzmán, Y., País).

26.3l También característicos del grupo 2 son los infinitivos nominales que expresan manifestaciones visuales o sonoras, sobre todo si son persistentes o perceptibles: un constante relampaguear, el latir de su corazón, un crujir de dientes. A este grupo pertenecen los ejemplos que se citan a continuación:

Vozes en vano dio, passos sin tino. / Repetido latir, si no vezino, / Distinto oyó de can (Góngora, Sonetos); Después sintió pasos y un chillar de botas que la hicieron estremecer (Galdós, Fortunata); Un crepitar de cera roída, un balbuceo de oraciones, un suspiro de congregantes (Miró, Obispo); De pronto escuché el chirriar de los goznes de una puerta, un crujir de cestas y un rumor de pasos que se me acercaban (García Morales, Sur); Se escuchó un tronar creciente, apocalíptico (Andahazi, Dolmen).

26.3m Entre los verbos intransitivos con los que se forman infinitivos nominales eran particularmente frecuentes los de los verbos inacusativos41.4), que se caracterizan por expresar movimiento (físico o figurado), pero también acaecimiento, surgimiento, aparición o desaparición de algo. A esta pauta corresponden los infinitivos semilexicalizados subrayados en las expresiones, comunes hoy, con el correr de los años (también de los días, de los meses, etc.) o con el pasar de los días (también de las semanas, etc.). Al mismo grupo corresponden los siguientes textos:

Porqu’el morir de la gente / es una cosa gentil, / como el morir del candil / que se apaga dulcemente (Torres Naharro, Calamita); El tintineo de los arneses, el traqueteo de las ruedas en los baches, el perenne caer de la llovizna lenta y menuda (Gallegos, Rebelión); Cada uno quería que el otro viese con sus ojos el aparecer de un olmo o de un pueblo en la vuelta del camino (Chacel, Teresa); Se ve el ponerse del sol (Jiménez, Platero); Con el correr de los años me hice fabricante (Cohen, Insomnio); Se le fue amortiguando el ímpetu con el pasar de los días (Uslar Pietri, Visita).

26.3n Se explicó en los apartados precedentes que las construcciones con infinitivos verbales son compatibles con el artículo determinado el. Como se señaló en el § 26.2i, puede decirse el buen hablar (infinitivo nominal) y el hablar bien (infinitivo verbal). El infinitivo verbal pone de manifiesto las propiedades sintácticas que caracterizan a los verbos, como son los tiempos compuestos (el haberse preocupado tanto), las perífrasis (el tener que esperar), los adverbios (el trabajar tan intensamente), entre ellos los de negación (el no trabajar), así como los sujetos (el hacerlo yo) o los complementos directos (el mirar la calle). A menudo, esas propiedades verbales aparecen de manera simultánea. Como es esperable, los infinitivos nominales no las suelen admitir: el buen hablar {*alguien ~ de alguien}; un lento {caminar ~ *haber caminado}, etc.

26.3ñ Se vio asimismo en los apartados anteriores que los complementos introducidos por la preposición de se interpretan como índice de la naturaleza nominal del infinitivo en las construcciones análogas a las nominalizaciones, como en […] con el continuo resbalar de las bestias (Gallegos, Aventureros). Es esperable, por la misma razón, que la lengua rechace la preposición de en grupos nominales como el haber trabajado (*de) todo el mundo, puesto que el infinitivo compuesto es verbal y el complemento de todo el mundo lo presenta como nominal. Por la razón opuesta, no se prescinde de la preposición en el caminar pausado de la gente, ya que el resultado sería un infinitivo verbal modificado por un adjetivo. Por último, se elige el adjetivo temporal, y no el adverbio temporalmente, en Vivir es un fluir temporal de lo eternamente junto (Cardenal, Pluriverso), ya que el infinitivo es nominal, pero sucede lo contrario (elección de un adverbio, no de un adjetivo) en el no actuar coherentemente, puesto que el adverbio no introduce un infinitivo verbal.

26.3o A pesar de que la distinción que se introduce en los apartados precedentes se extiende a un gran número de contrastes similares, se ha comprobado repetidamente que en la lengua literaria aparecen en ocasiones cruces entre las propiedades nominales y las verbales de los infinitivos. Los siguientes versos de Boscán ilustran el fenómeno con infinitivos introducidos por artículos indeterminados:

Si un coraçón d’ un verdadero amante, / y un contino morir por contentaros, / y un estender mi alma en dessearos, / y un encogerme si os estoy delante; / y si un penar con un suffrir constante, / satisfecho y contento con miraros, / y un derramar mis passos por buscaros, / preguntando por vos a cada instante; / y si un tener mi razonar compuesto, / […] la culpa vuestra y el dolor es mío (Boscán, Poesías).

En efecto, el infinitivo morir, modificado por un adjetivo, es nominal, pero el siguiente (estender) aparece con su complemento directo (mi alma), sin que ello resulte incompatible con el artículo indefinido. También poseen complementos directos otros dos infinitivos de esta serie: un derramar mis pasos y un tener mi razonar compuesto. La cita contiene asimismo un verbo pronominal (encogerse), al que precede el artículo indefinido. Se ilustran a continuación otros infinitivos verbales precedidos del artículo indeterminado:

[…] para venir después a decir que Dios es sabio sobre todo, un ir subiendo poco a poco de lo menos a lo más, y refiriendo y como amontonando diferentes cosas (León, Job); No somos testigos de una revolución en el sentido moderno de esta palabra, sea liberal o marxista, sino de una revuelta: un volver a la entraña del pueblo, un sacar afuera la tradición escondida, un regreso a la fuente original (Paz, Tiempo); Adrede evito la palabra “esperanza”, que es uno de esos grandes superlativos con que aludimos a un esperar los bienes supremos (Machado, Juan de Mairena).

Aunque este uso es característico de la lengua literaria, se extiende a veces a la lengua popular, como en la expresión un tener que más bien viene a ser como no tener nada, usual en la República Dominicana.

26.3p No existe pleno acuerdo entre los gramáticos sobre la estructura sintáctica de las secuencias que se presentaron en el anterior apartado. Sugieren algunos que estas oraciones exigen separar la información que corresponde a la raíz del infinitivo de la que aporta la flexión infinitiva, así como otorgar a ambos segmentos papeles sintácticos distintos. Recuérdese que los tiempos verbales, como el imperfecto -aba en cant-aba rancheras, aportan informaciones que se extienden a toda la oración. En cambio, la raíz del verbo es la responsable de las propiedades léxicas de este, por ejemplo la presencia de un complemento directo (rancheras), sin que la flexión verbal tenga parte alguna en dicha elección. Entienden algunos gramáticos, aplicando un razonamiento similar, que, en ejemplos como el que se cita de Antonio Machado (un esperar los bienes supremos), también puede distinguirse entre el papel que corresponde al radical verbal esper- (elegir un complemento directo, puesto que es verbo transitivo) y el que corresponde a la flexión de infinitivo. La naturaleza nominal de este último se reflejaría en que puede ser seleccionado por el artículo indeterminado, aunque también por otros determinantes, como se explicará en los apartados que siguen.

26.3q Los cruces entre las propiedades nominales y verbales de los infinitivos son más raros en otros contextos, aun así igualmente literarios. Son esperables, por las razones explicadas, contrastes como el lento {caminar ~ *haber caminado}, pero la lengua literaria no rechaza adjetivos calificativos y artículos determinados ante infinitivos plenamente verbales, como en el texto siguiente: Fueron relatadas las circunstancias, la edad de la suave víctima, la inocencia del victimario, el inverosímil no haber gozado de aquella a la que tal raspado había sido hecho (Martín-Santos, Tiempo). En la lengua medieval y en la clásica se registran asimismo numerosas muestras de infinitivos verbales con posesivos antepuestos:

Su acusar falsamientre de tal cosa que semeie, que devia seer descabeszado (Fuero Juzgo); Mis pasiones y enfermedades han impedido mi visitar tu casa como era razón (Rojas, Celestina); Lleva Mario el ejército, y a Mario / arrastra ciego la ambición de imperio; / es su anhelar al cónsul vituperio, / y su llanto a Minturnas tributario (Quevedo, Poesías).

26.3r Más frecuente en la lengua de hoy es construir infinitivos verbales con demostrativos:

Mas este resucitar a conciencia todo lo que alguna vez fue, ¿no trae necesariamente consigo una fusión de lo idéntico, una amalgama de lo semejante? (Unamuno, Sentimiento); ¿A qué venía, entonces, este guardar las formas tan cobarde, este penoso paripé, el estar bebiendo y comiendo mansamente de la mano de tu asesino, tu verdugo? (Montero, Amado); Todo el secreto de un buen embuste yace en aquel esmerarse y atar corto las minucias (Sanchis, Retablo).

Como se vio en el § 26.3i, los demostrativos son compatibles igualmente con los infinitivos nominales: Lo malo era la violencia, sorda, latente, aquel vivir de las conveniencias (Sánchez-Ostiz, Infierno). También es compatible con ambos el adverbio como en el uso llamado aproximativo (Elena está como adormilada), que se examina en el § 15.3o. En la lengua literaria se registra este adverbio antepuesto al infinitivo nominal:

Cayó a sus pies el pesado vestido de tafetán con un como crepitar de hojas secas (Solares, Nen); Y se oía, al mermar el arrastre del viento, un como cocer hervoroso de agua producido por el vuelo pertinaz de los insectos (Asturias, Hombres),

pero también al verbal:

Parecen situarse en el polo opuesto: una delgadez sensitiva, un como querer evitar la aprehensión rotunda del mundo en torno (ABC Cultural 15/11/1991); […] y un como concentrar la tendencia de escuela, un como exhibir el trascendentalismo estético y dogmático (Martín, Arco).

26.3s Se ha debatido entre los estudiosos si son nominales o verbales los infinitivos que se construyen con los cuantificadores cuánto, mucho, poco y tanto:

El necio es conoscido por el mucho fablar (Calila e Dimna); Y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio (Cervantes, Quijote I); El teniente, enfadado de su mucho hablar y presumir de ejecutoria, le dijo: “Hermana camera” (Cervantes, Coloquio).

A favor de su naturaleza nominal se ha aducido que admiten posesivos (su mucho viajar) y también que estos adverbios de cantidad se suelen posponer al verbo (Siempre come mucho), y no anteponerse (*Siempre mucho come), a diferencia de lo que muestran los ejemplos citados. Mayor fuerza parecen tener, en cambio, las razones que apoyan su naturaleza verbal, entre las que está el hecho de que admiten complemento directo, especialmente con el adverbio tanto: Tengo los ojos muy enfermos de tanto mirar la vida (Aridjis, Moctezuma), pero también con otros adverbios: El mucho apurar las cosas le quita a uno la fe (Galdós, Fortunata). Son frecuentes estos infinitivos construidos con verbos intransitivos o transitivos absolutos (§ 34.4b y ss.) que designan ciertas actividades de las personas consideradas habituales, características o esperables, como en ser alguien de poco comer, … de mucho beber, … de poco viajar. Aparecen asimismo estos adverbios en expresiones lexicalizadas o semilexicalizadas como en No es mucho pedir, ¿eh? (Ekaizer, Vendetta).

 

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