Sintaxis

41 Oraciones activas, pasivas, impersonales y medias

41.1 Introducción. Oraciones activas y pasivas

41.1a Recibe el nombre de diátesis cada una de las estructuras gramaticales que permiten expresar los argumentos de un verbo y las relaciones que se establecen entre ellos (recuérdese el § 1.12e para el concepto de ‘argumento’). Se denominan voces las manifestaciones morfológicas y sintácticas de la diátesis, más en concreto los exponentes de la flexión verbal que vinculan las funciones sintácticas de los verbos con las semánticas (§ 1.12d, e). Se distinguen tradicionalmente la voz activa, que vincula las funciones de sujeto y agente (o, en general, de ‘participante activo’ en un proceso), y la voz pasiva, que relaciona las de sujeto y paciente. La voz media del griego y de otras lenguas relaciona casi siempre el sujeto con el participante que experimenta un proceso, sea este físico o anímico, sin que trascienda a otra entidad. El término voz media se ha aplicado también a las lenguas románicas, incluido el español, en el sentido que se explicará en el § 41.13. En las lenguas de otras familias lingüísticas es posible establecer, mediante recursos flexivos, otros vínculos sintácticos mucho más complejos entre los argumentos de los verbos, por lo que el número de voces que se distinguen es mayor. Algunos gramáticos contemporáneos usan el concepto de ‘voz’ en el sentido más general que se ha dado al de diátesis. El término voz se empleará aquí de manera restringida, ya que —a diferencia de lo que sucedía en latín, y sucede hoy en muchas lenguas no románicas— no existen en español morfemas flexivos de voz, paralelos a los de tiempo, aspecto, modo, persona o número.

41.1b Las formas de la conjugación activa del latín (amo, amābam, amābo, etc.) se elegían sobre todo para asociar la función de agente con la de sujeto, como en Deus amat homines (‘Dios ama a los hombres’). Se trata de una interpretación amplia del concepto de ‘agente’, puesto que, en sentido estricto, el que ama a alguien no realiza exactamente una acción, sino que más bien experimenta una determinada emoción. En la gramática tradicional de las lenguas romances se mantuvo esta interpretación amplia del concepto de voz activa y, con él, el de oración activa, que se extendieron incluso a las secuencias en las que el sujeto designa al que sufre o experimenta acciones o emociones, como en La muchacha padecía una extraña enfermedad. Las formas de la conjugación pasiva (amor, amābar, amābor, etc.) se asociaban en latín a la estructura inversa: el paciente asume la función de sujeto, a menudo dejando tácito el agente (como en Homĭnes amantur ‘Los hombres son amados’) o expresándolo mediante un grupo preposicional: Homĭnes amantur a Deo (‘Los hombres son amados por Dios’).

41.1c A las formas activas (amo) y a las pasivas (amor) se añadían en latín otras en las que a un verbo pasivo en la forma correspondía una construcción de significado activo, y viceversa. Nacían así dos clases intermedias: los verbos deponentes activos (hortāri ‘exhortar’, venāri ‘cazar’, loqui ‘hablar’) y los verbos deponentes pasivos (venīre ‘ser vendido’, vapulāre ‘ser azotado’, exulāre ‘ser desterrado’). Estos últimos correspondían morfológicamente a la voz activa, pero expresaban contenidos pasivos. Es importante señalar, en consecuencia, que la presencia de morfemas propios de la voz pasiva en el verbo no prueba necesariamente que se exprese una acción en la que se reconozca un agente y un paciente asociados a las funciones sintácticas de sujeto y de objeto.

41.1d La flexión verbal correspondiente a la conjugación pasiva se usaba asimismo en latín para formar oraciones impersonales (§ 41.5-10) a partir de verbos intransitivos. Se trata de formas verbales, siempre en tercera persona, como fletur (‘se llora’), currĭtur (‘se corre’), vivĭtur (‘se vive’), dormītur (‘se duerme’), venītur (‘se viene’). Así pues, estas oraciones manifestaban en latín las mismas informaciones morfológicas que las formas pasivas en las que se omitía el complemento agente: amātur (‘se ama’ o ‘es amado’), vincĭtur (‘se vence’ o ‘es vencido’), legĭtur (‘se lee’ o ‘es leído), pugnabātur (‘se luchaba’). Con la excepción de los verbos deponentes activos, en la elección de la morfología pasiva latina es más importante la presencia de alguna entidad que experimenta un proceso, recibe una acción o participa de forma no activa en su desarrollo que la existencia de un agente que la desencadene o la existencia de un verbo transitivo que exprese el proceso en el que toma parte.

41.1e El latín clasifica los participios en función de informaciones temporales: participios de presente, de pasado y de futuro. La conjugación pasiva del latín se perdió en las lenguas romances. Fuera de los usos mencionados con verbos intransitivos, las construcciones pasivas se formaron en ellas con el verbo ser más el participio de pasado de un verbo transitivo: Soy amado. Se generalizó, por tanto, un procedimiento que el latín clásico ya usaba para expresar la voz pasiva en los tiempos verbales que se formaban con el tema de perfecto. Los participios de las construcciones pasivas se diferencian hoy de los que aparecen en los tiempos compuestos (He amado) en que concuerdan en género y número con el sujeto, como en las oraciones copulativas: Somos amadas; Serán estudiados; Ha sido deportado; Habrá sido analizada, pero He amado (no *He amada). El participio de las perífrasis pasivas conserva una parte de sus propiedades verbales, pero pierde otras, como se explica en los § 23.1l y 27.11. La construcción sintáctica descrita se llamó pasiva perifrástica o pasiva de participio, y se opone a la pasiva sintética o pasiva morfológica del latín (amor ‘soy amado’). La pasiva sintética existe en la actualidad en las lenguas semíticas y en las de otras familias lingüísticas. La relación entre las construcciones pasivas y las copulativas se examina en los § 27.11 y 37.1o.

41.1f En español solo se forman oraciones pasivas con los verbos transitivos. Sin embargo, se usa ocasionalmente la estructura «ser + participio», característica de las oraciones pasivas, para construir secuencias cercanas a las que en latín se formaban con verbos deponentes, como en Cuando sea llegado el momento. Estas oraciones se analizarán en los § 41.4b, c. Las lenguas románicas mantuvieron otras construcciones similares a las que permitían formar en latín oraciones pasivas con verbos intransitivos. Así, en francés pueden construirse en la actualidad pasivas impersonales de participio con esos verbos, en algunos de sus usos, como en En deux mois, il aura été voté quatre fois contre un projet gouvernemental (‘En dos meses, se habrá votado cuatro veces contra un proyecto gubernamental’, literalmente ‘… habrá sido votado cuatro veces contra…’) o en Il avait été discuté de cette question à la réunion précédente (‘Se había discutido acerca de esta cuestión en la anterior reunión’, literalmente ‘Había sido discutido acerca de…’). También se permiten pasivas de participio con verbos intransitivos en alemán, como en Es wird getanzt (‘Se baila’, literalmente ‘Es bailado’), en Es wurde wenig geschlafen (‘Se dormía poco’, literalmente ‘{Era ~ Fue} dormido poco’), y en otras lenguas. Frente a estos usos, el español restringe la formación de pasivas a los verbos transitivos. No es posible decir, por tanto, Fue descendido al pozo con el sentido de Alguien descendió al pozo ni con el de Descendimos al pozo. La inexistencia en español de pasivas de participio con valor impersonal se cubre con las impersonales reflejas, que se construyen con el pronombre se: Se descendió al pozo. Se dedicará a estas oraciones el § 41.10.

41.1g Como se ha señalado, la pasiva perifrástica ya se documenta en latín en algunos tiempos verbales (Mater amāvit filĭos > Filĭi amāti sunt a matre) y fue imponiéndose progresivamente a la pasiva morfológica en esa lengua. En la tradición gramatical hispánica se ha usado repetidamente el término primeras de pasiva para las pasivas perifrásticas o de participio con complemento agente (La noticia fue anunciada por un portavoz), y segundas de pasiva para las que lo omiten (La noticia fue anunciada). Al perderse la pasiva morfológica del latín, se perdió también en buena medida el sentido que caracterizaba tradicionalmente el concepto de verbo activo, que estaba asociado a ella. Este concepto se suele usar hoy en un sentido más restringido, en gran parte desvinculado de la noción de ‘voz’. De hecho, suele asociarse en los estudios actuales con el concepto de verbo de acción, es decir, una de las clases que permiten agrupar a los verbos en función del aspecto léxico o modo de acción23.3).

41.1h Analizadas sintácticamente como tipos de oraciones, y no como manifestaciones de la flexión verbal, las oraciones activas y las pasivas se interpretan en la actualidad como estructuras que se oponen por la forma en que relacionan las funciones sintácticas y las semánticas. El ejemplo clásico César venció a Pompeyo constituye una oración activa porque la primera de sus funciones semánticas (el agente: César) ocupa la primera función sintáctica (sujeto). La segunda función semántica que corresponde a la valencia o a la estructura argumental (§ 1.12i, m) de este verbo es el paciente (Pompeyo), que contrae la función sintáctica de complemento directo. La oración pasiva Pompeyo fue vencido por César contiene el mismo número de argumentos o de valencias, pero presenta una distribución diferente de funciones sintácticas y semánticas: el paciente es ahora el sujeto, y concuerda por tanto en número y persona con el verbo (Pompeyo [tercera persona, singular] fue [tercera persona, singular] vencido).

41.1i Se explicó en el § 1.12i que —fuera de los casos más claros, como agente o paciente, y a veces aun en estos— son sumamente escurridizos los conceptos que identifican las funciones semánticas. De hecho, muchos gramáticos han propuesto modernamente prescindir de gran parte de los términos que las solían designar, y prestar en cambio más atención a las clases sintácticas y semánticas de verbos que permiten establecer las propiedades gramaticales de sus argumentos. En distintas corrientes lingüísticas se han desarrollado con desigual fortuna algunas teorías que pretendían distinguir gramaticalmente estas funciones. Así, el sujeto de las oraciones activas designaría unas veces el agente (César venció a Pompeyo), otras veces la causa desencadenante de un estado de cosas (Los celos destruyeron su matrimonio), la fuerza o el impulso no consciente que lleva a cabo una acción (El rayo derribó el árbol), el instrumento al que se atribuye un cambio de estado (La valeriana me tranquiliza), el experimentador de una sensación (La niña tiene sed) o una emoción (Siento rabia), el destinatario de una acción o un proceso (El reo recibió la sentencia sin inmutarse) o el participante neutro y no activo de un proceso (Llegó el verano), entre otras nociones similares. Dadas las enormes dificultades que existen para extender de manera nítida esas etiquetas u otras similares a todos los verbos del idioma, se prefiere en la actualidad profundizar en la naturaleza semántica de los verbos mismos y sus consecuencias en la sintaxis, en lugar de hacerlo en la tarea de determinar cuál es con exactitud la función semántica que ha de corresponder a cada uno de sus argumentos (§ 23.3 y 23.4). Se procura, sin embargo, no aplicar los conceptos de ‘agente’ y de ‘paciente’ a los argumentos de los verbos que no designan acciones. Así, dado que la oración Este éxito merece una cena no expresa ninguna acción, se considera que no es enteramente adecuado llamar ‘agente’ a este éxito, ni tampoco —en sentido estricto— ‘paciente’ a una cena, puesto que ni este último elemento expresa la entidad que recibe acción alguna ni el primero designa a quien la ejerce. En estos casos se hablará de sujetos o complementos no agentivos, pero debe hacerse notar que son varias las teorías gramaticales en las que estas unidades se clasifican en función de etiquetas semánticas más específicas.

41.1j En las secciones de este capítulo se analizarán las siguientes construcciones del español:

Pasivas perifrásticas: se forman con «ser + participio de verbo transitivo». Permiten que el sujeto de un verbo designe el paciente de la acción que este denota: La noticia fue publicada por todos los diarios.

Pasivas reflejas o pasivas con se: Se construyen con verbos transitivos, pero no contienen participios, sino el morfema pronominal se: La noticia se publicó en todos los diarios; Se recibieron los informes y se archivaron.

Inacusativas: Los verbos que las forman muestran algunas propiedades de los verbos deponentes latinos. Construían sus tiempos compuestos con el auxiliar ser en la lengua antigua, y a veces los mantienen en la actual, como en cuando sea llegado el momento. Por extensión, se llaman inacusativos los verbos que corresponden a este grupo. Cuando sus participios modifican a los sustantivos, se obtiene una interpretación activa (un regalo caído del cielo ‘que ha caído’), a diferencia de lo que sucede con los participios de los verbos transitivos (un regalo comprado en el aeropuerto ‘que ha sido comprado’).

Impersonales no reflejas: Muchas de ellas carecen de sujeto, sin que este se recupere del contexto: Está lloviendo; Hubo muchas llamadas; Hizo unos días espléndidos.

Impersonales reflejas o impersonales con se: Contienen el morfema pronominal se. Carecen de sujetos pacientes concordados, a diferencia de las pasivas reflejas, pero el morfema se representa en ellas el argumento del que se predica una acción, un estado o un proceso: A Ana se la aprecia mucho.

Medias: Se forman con verbos intransitivos que describen procesos en cuyo desarrollo no interviene activamente el sujeto: Las hortensias se marchitaron.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
agente, diátesis, oración (en voz) activa, oración (en voz) pasiva, oración media, sintagma verbal, voz1

 

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