Sintaxis

32 La interjección. Sus grupos sintácticos

32.2 La interjección entre los enunciados exclamativos

32.2a Las interjecciones constituyen enunciados de naturaleza exclamativa, pero no son las únicas expresiones que los conforman. Los enunciados exclamativos se pueden clasificar del siguiente modo:

1. Interjecciones

2. Locuciones interjectivas

3. Grupos sintácticos interjectivos

4. Onomatopeyas

5. Grupos exclamativos

6. Oraciones exclamativas

7. Vocativos

En este capítulo se analizan las unidades de los grupos 1, 2, 3 y 4. Las correspondientes a los demás grupos se definirán brevemente en los apartados siguientes, pero no se analizarán en este capítulo, sino en los § 42.13-16.

32.2b Las interjecciones constituyen la primera unidad de esta relación. Le siguen en ella las locuciones interjectivas. Como en las demás clases de locuciones (nominales, adjetivales, adverbiales, etc.), las locuciones interjectivas son expresiones acuñadas que están formadas por varias palabras, constituyen una sola pieza léxica y se asimilan a las interjecciones: cómo no, ni modo, quita ya, no veas, a ver, hasta luego, ahí va, ni pensarlo, cuándo no, vaya por Dios. Cabe agregar a este grupo diversas expresiones formularias igualmente fijas, como las que se usan en los saludos o las despedidas: buenos días, buenas tardes, hasta luego, etc. En un uso amplio del término podría abarcar también oraciones inmovilizadas a efectos sintácticos, que los hablantes aprenden como si fueran piezas léxicas: válgame Dios, no faltaba más, chúpate (o chupate) esa, tú verás. El análisis de todas estas fórmulas compete a la fraseología: se trata de segmentos que pueden quedar inmovilizados, aunque sean grupos sintácticos (sin excluir las oraciones) de muy diversa naturaleza y complejidad interna. Algunas de estas expresiones aparecen en los siguientes ejemplos:

Se le paga una vil mensualidad y ¡hasta luego! (Campo, Ocios); Bailaré en chanclas por supuesto, en tacones ¡ni pensarlo! (Espinosa, E., Jesús); ¡Válgame Dios! Ahora sí que te metiste en un lío (Lara, Charras); Iré, muchacho, iré luego, no faltaba más (Rojas González, Diosero); Pues yo no quiero verte, así que, tú verás (Sierra Fabra, Regreso).

32.2c Los grupos sintácticos interjectivos están constituidos por las interjecciones y diversos complementos que las acompañan, como en caramba con la niña, cuidado con el perro o vaya con el viejito:

Amador se oyó con sorpresa gritar: “¡Vamos, hala con él!” (Savater, Caronte); Profesor: Dudo… cartesianamente. Alumna: ¡Caramba con el adverbio! (Herrero Mayor, Diálogo); ¡Cuidado con lo que decís, eh! (Magnabosco, Santito); ¡Hurra por los vencidos y por los vencedores! (Palma, Tradiciones VI); Vaya con la señorita. No sabe ni cómo se hacen los niños y ya quiere dirigir generales (Mastretta, Vida).

La interjección ay es peculiar en este sentido porque en su uso con complemento expresa ciertos valores (amenaza, conmiseración, etc.) que no están presentes cuando se usa sin la preposición de: Pero, ay de los corruptores, ay de los corruptores porque sus días están contados (Obando, Paraíso). Los grupos interjectivos se analizan en el § 32.8.

32.2d Las onomatopeyas no constituyen clases gramaticales de palabras, en el sentido de unidades con las que se forman grupos sintácticos. Son más bien signos lingüísticos que representan verbalmente distintos sonidos, unas veces del mundo físico, como bang, crac, paf, plas, ring (o rin), toc o zas, y otras, propios de personas o animales, como achís, croac, guau, je (o ji), mu, muac, quiquiriquí. Aun así, algunas onomatopeyas que se aplican a las personas se asimilan a las interjecciones, como chist y sus variantes (usada para llamar la atención de alguien) o sh, que se emplea para pedir silencio (no así achís, que describe un sonido de procedencia humana, pero no expresa reacción emotiva alguna). Las onomatopeyas comparten con las interjecciones varias propiedades fonéticas y fonológicas, así como su naturaleza léxica relativamente convencional (pero véase el § 32.3l para algunas excepciones). Se diferencian, en cambio, de ellas en que no denotan emociones o sensaciones. Al contrario que las interjecciones, las onomatopeyas no encabezan grupos sintácticos y no forman tampoco locuciones. Su forma gráfica presenta numerosas variedades y puede estar en función de las preferencias de los escritores: ¿Y por qué “om” y no “¡puf!” “¡ag!” “¡ay!” “¡crac!” “¡ying!” “¡yang!” “¡Ôop!” o “¡¡¡¡catapuuuummm!!!!” se preguntarán ustedes? (Ameztoy, Escuela). Se retomarán estas cuestiones en los § 32.3 y 32.4.

32.2e En el número 5 del § 32.2a aparecen los grupos exclamati vos. Se trata de grupos sintácticos pertenecientes a diversas categorías, que pueden constituir enunciados. Estos grupos, construidos libremente con recursos sintácticos, se estudian en los § 42.13 b-q, v-y. Pueden ser nominales (¡Magnífico partido!; ¡Mal asunto!; ¡Qué vacaciones!; ¡Cuánto esfuerzo!; ¡Buena broma!), adjetivales (¡Demasiado amargo!; ¡Muy apropiado!; ¡Qué difícil!; ¡Qué chévere!), verbales sin  exión (¡Saliendo!; ¡Darnos semejante noticia en estos momentos!; ¡Bien hecho!) y adverbiales (¡No tan deprisa!; ¡Muy bien!; ¡Qué lejos!). Su estructura interna no es, como se comprueba, la que corresponde a una oración. Estas secuencias no constituyen grupos interjectivos porque no están encabezadas por una interjección. Aun así, todas constituyen enunciados, ya que se usan como expresiones exclamativas y se interpretan —como las demás formas de exclamación— en relación con el discurso precedente. Son muchos los grupos sintácticos que pueden adquirir valor exclamativo si se dan las condiciones apropiadas y se pronuncian con la entonación adecuada.

32.2f Las oraciones exclamativas son unidades de predicación. Algunas de ellas se distinguen de las declarativas únicamente en la entonación, como en ¡Estoy agotado! ~ Estoy agotado, o en ¡Quería que fuera a trabajar todos los sábados! ~ Quería que fuera a trabajar todos los sábados. Estas oraciones se llaman a veces totales por analogía con las interrogativas directas. Aun así, se diferencian de ellas en que no son disyuntivas. Otras oraciones exclamativas se construyen con pronombres, adverbios o grupos sintácticos exclamativos. Estas últimas oraciones se denominan exclamativas parciales, por similitud con las construcciones interrogativas análogas: ¡Qué cosas me dices!; ¡Qué alegría me da verte de nuevo por aquí!; ¡Qué cansado estoy!; ¡Qué apurado vas!; ¡Qué temprano llegaron!; ¡Qué deprisa crecen!; ¡Con qué miedo la miraba!; ¡Qué de flores han salido!; ¡Cuántas oportunidades habremos perdido!; ¡Cómo se ha puesto de gordo! Las oraciones exclamativas se analizan en los § 42.14-16.

32.2g Constituyen expresiones vocativas los nombres, los pronombres y los grupos nominales que se usan para llamar a las personas o los animales (¡Eh, !; ¡Papá!, ¿me oís?; ¡Lucera, ven acá!), para iniciar un intercambio verbal o para dirigir a alguien un saludo (Hola, Clara), una pregunta (¿Está cansado, don Marcelo?), una petición o una orden (Márchate, niña), una advertencia (Manuel, ten cuidado), una disculpa (Lo siento, caballero), etc. Dado que las expresiones interjectivas realizan actos ilocutivos, es muy frecuente —en especial si se trata de interjecciones o locuciones apelativas— que aparezcan acompañadas por un vocativo, como se hace notar en el § 32.2j. En algunos casos llegan a desdibujarse los límites entre vocativos e interjecciones:

Debió correr para alcanzarla: —¡Por el amor de Dios, mujer, cásate conmigo! (Yánez Cossío, Islas); —¿Por la prohibición de extraer caudales? —dijo Malo con toda la intención de hacer honor a su apellido. —¡Qué va, hombre de Dios! —exclamó el obispo (Beltrán, R., Corte); “¡Qué amistad puede haber entre un encarcelado y una mujer, hija, por Dios, no nos hagamos tontas!” (Poniatowska, Tren).

El vocativo se estudia en los § 42.13r-u.

32.2h Las locuciones interjectivas, presentadas en los apartados precedentes, se distinguen de las interjecciones concatenadas. Estas últimas pueden ir seguidas de otra interjección o de otra expresión exclamativa manteniendo la independencia significativa de cada una de ellas: ah, caramba; eh, {atención ~ cuidado ~ ojo}; epa, che; hala, venga:

Julio: Pero el vino, como más me gusta, es con sacacorchos. Rosario: ¡Huy, claro! (Suárez, M., Dios); Ah, caray. No entiendo nada. No sé qué bicho te habrá picado hoy (Gutiérrez, J., Federico); ¡Ea, abur! Y se fue (Pérez Ayala, Belarmino); Ah, ¡caramba! ¿Y qué te dijo, cómo te recibió? (Asturias, Presidente); “¡Anda, córcholis, pero si ese es mi forofo de Burgos!” (ABC 8/6/1989); ¡Ah, puchis! ¿Y vos qué creés, pues, que soy mentiroso? (Hora 3/5/1997); ¡Ay, carajete, pero qué preguntas! (Bain, Dolor).

32.2i Las interjecciones pueden emplearse también duplicadas o, en general, iteradas. El uso repetido de las interjecciones suele adquirir valores significativos singulares, sobre todo si vienen acompañadas de inflexiones entonativas especiales. Así, con vaya, vaya se suele manifestar sorpresa, a veces mezclada con cierta ironía como reacción ante el conocimiento de alguna información; con bueno, bueno se atenúa o se desvía alguna apreciación del oyente; con vale, vale (más usada en España) se expresa la conveniencia de que el interlocutor no aporte más información que la suministrada; con ya, ya, pronunciada con entonación neutra, se sugiere que se tiene por conocida alguna información que el interlocutor presenta como nueva:

¡Vaya, vaya, pero si es el buenazo de Hugo Fischer! —exclamó arrimándose, forzándome a un abrazo—. ¿Cuándo volviste? (Collyer, Pájaros); —Doy este paso por ti, Juan. —No te pongas melodramática… —Es por ti, Juan, lo juro. —Bueno, bueno, entra ya (Aguinis, Cruz); Qué envidia me das… No exageres, Miguel, que tú también tienes tu chaletito en la sierra… Pero yo ya me gano la vida y no vivo de mis viejos… Vale, vale… (Mañas, Kronen); Pero tú no le caes tan mal. No le gusta que le compliques la existencia, nada más. Él también quiere a los animales. —Ya, ya. ¿Le dijiste que estoy aquí? (Rey, Sebastián).

Duplicada, esa última interjección expresa ironía o incredulidad si se emite con contorno tonal «ascendente – descendente»: Una ya no está para esos trotes. Cuando erais pequeños, todavía, pero ahora no lo hago ni por los nietos. —Ya, ya. Pero para irte a la India y a Tailandia un mes, eso no te da pereza (Rico Godoy, Mujer).

32.2j Particularmente frecuentes en español son las combinaciones del tipo «interjección + vocativo»:

Ay, mijita, rama que crece torcía no endereza (Vega, A. L., Crónicas); Hey, Banana, hoy no me queda la menor duda, eres genial, desgraciado (Quesada, Banana); Eh, señores, ¿no les gustaría ver a la mujer araña? (Zurro, Farsas); Oh, hermanito, cómo te he echado de menos, todos estos años (Wolff, Kindergarten); Eh, , ¿no quieres irte con nosotros? (Rojas González, Diosero).

También lo son las del tipo «interjección + grupo nominal exclamativo» (ay, qué dolor; uf, cuánto trabajo; vaya, qué sorpresa) y las de «interjección + oración exclamativa» (epa, páramelo ahí; vaya, cómo te cuidas). Se retomarán algunas de estas cuestiones en el § 32.8.

32.2k Están en los diccionarios la mayor parte de las interjecciones y las locuciones interjectivas, pero no pueden figurar en ellos los grupos sintácticos interjectivos ni los grupos exclamativos usados con valor expresivo o apelativo. No se recogen, pues, expresiones como cuidado con… o ay de… Estas expresiones no constituyen locuciones interjectivas, ya que pueden ir seguidas de múltiples grupos nominales, con los que se formarán grupos interjectivos diversos sin significado idiomático: cuidado con la cabeza, ay de los que se atrevan, etc. El régimen que muestra aquí cuidado es el mismo que manifiesta cuando se usa como sustantivo, como en Es necesario tener cuidado con ese perro, lo que no impide que cuidado sea una interjección, tal como explica el DRAE. Así pues, los grupos interjectivos (§ 32.8) se definen a partir de su estructura interna. No se considera interjectivo cualquier grupo exclamativo, sino el encabezado específicamente por una interjección o por una voz usada como tal. Las expresiones que a estas se añaden (la cabeza y los que se atrevan en los ejemplos propuestos arriba) constituyen secuencias analizables como unidades sintácticas articuladas. Así pues, no se espera de los diccionarios que contengan los grupos sintácticos exclamativos, ni tampoco los que complementan a las interjecciones, ya que unos y otros se forman libremente con recursos sintácticos.

32.2l A diferencia de estas expresiones, en las locuciones interjectivas no se reconoce una estructura sintáctica articulada que se ajuste a las pautas que forman los grupos sintácticos habitualmente (núcleos, complementos, modificadores, etc.). Así pues, no es posible sustituir ninguno de los componentes de la locución interjectiva en fin sin deshacerla como expresión idiomática. Algunas locuciones interjectivas admiten, sin embargo, ligeras variaciones léxicas (§ 32.6d-f y 32.7f y ss.).

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
locución interjectiva, onomatopeya, vocativo

 

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