Sintaxis

22. Relativos, interrogativos y exclamativos. Sus grupos sintácticos

22.13 Interrogativos y exclamativos (I). Quién y qué. Sus grupos sintácticos

22.13a Con el pronombre interrogativo y exclamativo quién se introduce una variable correspondiente a una persona, tanto si la oración interrogativa o exclamativa en la que aparece el pronombre es directa (¿Quién era?; ¿A quién te refieres?; ¡A quién se le ocurre!) como si es indirecta (Depende de quién fuera; Mira quién fue a hablar). Su plural es quiénes: Yo le voy a decir, a ver si se atreve a negarlo, quiénes asesinaron al coronel José Parrales Sonriente (Asturias, Presidente). No obstante, en la lengua medieval y en la clásica, era común utilizar quién como plural. Este uso, que quién comparte con el relativo quien22.4c), llega ocasionalmente a la lengua escrita actual y, con ciertos verbos, también al español coloquial. No se recomienda hoy en la expresión cuidada:

Señora, ¿quién son aquellos cavalleros estraños? (Cifar); Quisiera saber el gobernador quién eran los peregrinos (Cervantes, Persiles); Levantóse plática entre ellos sobre quién tenían mejores dioses (Guevara, Reloj); ¿Quién podrán dudarlo, quién? (Rivas, Morisca); No sé quién son, no los conozco (CREA oral, Venezuela).

22.13b Al igual que sucede con algunos pronombres indefinidos (§ 19.4c), quién admite los dos géneros: ¿Quién estaría {dispuesto ~ dispuesta} a ir? El uso de quién como pronombre indefinido se registra en México, así como en Guatemala, El Salvador y otros países centroamericanos. Nótese que quién equivale a nadie en el texto siguiente: Murió llorando porque nos dejaba sin quién en el mundo (Asturias, Presidente). Se registran asimismo en estas áreas, pero también en otros países americanos, usos de quién por ‘nadie que’ y de qué por ‘nada que’ en los mismos contextos preposicionales. Estos usos se dan con verbo en subjuntivo o en infinitivo, respectivamente. La primera variante («sin quién + subjuntivo») corresponde a oraciones como Se quedó sin quién le dirigiera la palabra o como la que muestra el texto siguiente: El circo había quedado en seco, sin quién le rascase al piano, por haber desertado el maestro encargado de tal instrumento (Chávez, Batallador). La variante «sin qué + infinitivo» corresponde a secuencias como Me dejaron sin qué comer, o como la que ilustra este fragmento: Al quedarse sin qué leer, se le apagan las luces (Tiempo [Col.] 7/4/1997).

22.13c Se acercan quién y nadie en ciertas fórmulas retóricas que se construyen con el verbo saber: Nos embarcamos quién sabe en qué puerto / muy entrada la noche (Selva, Soldado). La relación entre esta construcción y las interrogativas múltiples (quién dijo qué) se analiza en el § 42.9o. Se emplea también la fórmula quién sabe como adverbio de duda, incluso en concurrencia con otros: Así la sentí, en el íntimo centro de Buenos Aires y tal vez, quién sabe, del mundo (Borges, Libro).

22.13d Es asimismo indefinido el uso de quién en las construcciones distributivas. Con este valor —en declive en la lengua actual, pero muy común en la clásica—, la secuencia discontinua quién… quién… se interpreta como ‘uno(s)… otro(s)…’:

Y así envían, quién una cana de raso, quién una de paño, quién una de damasco, quién un ducado o más (Delicado, Lozana); Se asiste en igual estado de ánimo que a las exequias de un hombre ilustre; quién va por veneración, quién para conmemorar una fecha gloriosa, algunos solo por cortesía (Ganivet, España); En nuestra cabina […] se respira una atmósfera de tibieza y serenidad. Quién lee revistas, quién escribe cartas, quién juega ajedrez, fuma o sueña con los ojos abiertos (Tibón, Aventuras).

22.13e Seguido de imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo, el pronombre quién encabeza oraciones optativas (§ 42.4ñ). Es frecuente que el que habla se lamente en ellas de no hallarse (o no haberse hallado) en la situación que el predicado verbal denota. Otras veces se pone de manifiesto con esas palabras que ninguna persona satisface las características a las que se alude. Alternan en estas construcciones el uso interrogativo de quién y el valor exclamativo, ya que las oraciones interrogativas así construidas son retóricas:

¡Ay, amigo mío, quién pudiera responderle! (Torrente Ballester, Filomeno); Quién tuviera su visión preclara (Ruiz Zafón, Sombra); Luego, le envidiaba tristemente. —¡Quién fuera él! (Jardiel, Amor); ¿Quién hubiera supuesto entonces que Mercedes Guevara hubiera hecho cualquier cosa por sacudir la monotonía conyugal? (Mujica Lainez, Aquí); ¡Quién amara! ¡Quién viviera / en dulcísimas congojas […]! (González Prada, Trozos); “¿Quién hubiera podido dar con un hombre más guapo?”, se preguntaba desde su silla de ruedas (Mastretta, Cielo).

22.13f El pronombre qué posee gran número de usos. Se emplea como interrogativo o exclamativo referido a cosas, como en ¿Qué quieres? o en ¡Hala! Pero qué dices, pero qué dices (Reina, Seducción). También se usa como determinante en ejemplos como ¿Qué regalo quieres? o en ¡Qué árboles! Todos verdes, en primavera (Echegaray, Raza). El determinante interrogativo-exclamativo qué puede incidir sobre todo tipo de sustantivos, cualquiera que sea su contenido léxico (persona, cosa, lugar, etc.). No restringe, por tanto, en términos semánticos, la incógnita cuya satisfacción se solicita en esas secuencias. La respuesta que se ofrezca ha de proporcionar la información necesaria para dar contenido a esa variable, como en los textos siguientes:

—¿Qué oficio tienes? —Tejedor. —¿Y qué tejes? —Hierros de lanzas, con licencia buena de vuestra merced (Cervantes, Quijote II); —Oiga, ¿qué come? —Pues come bellotas, raíces, setas (CREA oral, España).

El pronombre qué sustituye a los grupos nominales, raramente a los adjetivales: Sargento Velandia: Y ahora, gracias al ejército de Colombia y a su sargento Velandia, ¿qué es usted? Robledo: Un soldado de la patria, mi sargento (Candelaria, Guadalupe). Véanse sobre este punto los § 35.7d, h.

22.13g Atendiendo al conjunto de personas o cosas al que afecta la incógnita que este interrogativo introduce, qué admite dos interpretaciones. En la interpretación no restringida, induce la selección de una entidad que no ha de ser tomada de un conjunto previo, como en ¿Qué dice aquí? Por el contrario, en la interpretación partitiva encubierta (llamada a veces discriminativa) se realiza implícitamente dicha selección. Así, el grupo interrogativo qué regalo adquiere la primera interpretación si un padre le pregunta a su hijo (sin contexto previo) ¿Qué regalo quieres para tu cumpleaños? Ese mismo grupo sintáctico adquiriría la segunda interpretación si realizara la pregunta señalando con el dedo un grupo de objetos. El conjunto del que se elige un elemento en la interpretación partitiva encubierta puede introducirse en el texto. En estos casos, la selección que se realiza con el determinante interrogativo qué tiene lugar anafóricamente, como en Tengo que elegir un color de estos, pero aún no he decidido qué color, o bien catafóricamente, como en ¿Qué color prefieres de estos? El pronombre qué no admite estos usos: *Tengo que elegir un color de estos, pero aún no he decidido qué Ø (donde Ø = color). Para obtener esta última interpretación, se emplea el pronombre cuál, que se analizará en los § 22.14a-i. Aun sin admitir complementos partitivos, el pronombre neutro qué puede usarse, sin embargo, en contextos en los que se presenta un grupo de entidades para elegir alguna. Contrastan, pues, ¿{Qué ~ Cuál} prefieres de estas dos cosas? y ¿{*Qué ~ Cuál} de estas dos cosas prefieres?

22.13h De acuerdo con la distinción introducida, se usa cuál, y no qué, en el texto siguiente: Si esta no es la función de la prensa no sé cuál puede serlo (Mundo [Esp.] 30/9/1996). El interrogativo cuál exige un antecedente, subrayado con trazo discontinuo en este ejemplo, o bien un consecuente o un subsecuente, como el que se marca en este otro: Por cierto, no sé cuál es el capricho por el que sostienen a […] (Proceso [Méx.] 3/11/1996). Existen algunas excepciones a esta generalización, que se explicarán en los § 22.14d, e.

22.13i A diferencia de lo que sucede en la lengua actual, en la antigua era posible el uso anafórico o catafórico de qué con núcleo nominal tácito. Este valor se pone especialmente de manifiesto en las estructuras copulativas. Las oraciones que siguen no admiten qué en el español actual, sino solo cuál:

¿Qué es la razón que los hijos de los hombres sabios ordinariamente salen nescios y faltos de ingenio? (Huarte, Examen); ¿Qué es la merced que os ha hecho / el Rey? (Vélez Guevara, Conde); Escríbame Vuestra Reverencia si tienen ya pagada esa casa, y si les sobran dineros, y qué es la priesa que tienen por pasarse de ella (Santa Teresa, Epistolario); Contadme qué es la causa desta pendencia (Cervantes, Quijote II); Después, mira qué es raíz quadrada d’estos 80 y hallarás que es 8 y 16/17 (Ortega, J., Composición).

Este uso antiguo de qué es hoy compartido por el inglés (What is the reason…) o el alemán (Was ist der Grund…), entre otras lenguas. Nótese que, si se empleara qué en tales contextos en el español actual, se obtendría otro significado. En efecto, como qué no puede incidir sobre sustantivos tácitos, estas preguntas solicitarían definiciones o explicaciones de las expresiones que se introducen. El uso actual de cuál alterna en la lengua antigua con el que se acaba de describir: ¿Quál fue la raçón negra por que non recabdé? (Arcipreste Hita, Buen Amor).

22.13j Alternan qué y cuál como determinantes en los grupos nominales interrogativos de interpretación anafórica o catafórica, si bien el primero va ganando extensión al segundo. En cualquiera de los textos siguientes podrían intercambiarse qué y cuál sin diferencia apreciable de significado:

—No te apures tanto, dinos qué pasó en la Cámara. —¿Cuál Cámara? (Ibargüengoitia, Relámpagos); ¿Cuál verde cree usted que sea mejor para el tallo? (Galindo, Bordo); ¿A qué libro se refería la cretina de Irene? ¿A La historia del silencio? (Zarraluki, Historia); ¿A casa? ¿A qué casa? (Sanchis, Figurantes).

Los grupos nominales así formados con qué y cuál solicitan la identificación de una o varias entidades en un conjunto. Si el sustantivo está en plural, la identificación puede equivaler a la relación o la lista de las personas o las cosas de las que se habla, como en […] deseosas de oír con qué razones persuadía a su señor que no tornase a buscar las aventuras (Cervantes, Quijote II). Se retomarán estas cuestiones en los siguientes apartados y en los § 22.14c-e.

22.13k Usado como determinante, qué puede encabezar grupos nominales interrogativos con otras interpretaciones. La más común es la de tipo o clase, llamada también cualitativa. Así, ¿Qué cerveza te gusta más? significa ‘¿Qué tipo de cerveza te gusta más?’. En estos casos, qué forma grupos nominales de interpretación no anafórica, puesto que no se establece previamente un conjunto de tipos del que haya que elegir una entidad o varias:

Está considerando […] qué gloria ha de dar a mis penas, qué sosiego a mi cuidado y, finalmente, qué vida a mi muerte y qué premio a mis servicios (Cervantes, Quijote I); ¿Y qué trampa es esa, si puede saberse? (Olmo/Enciso, Teatro); No sabíamos todavía a qué animal podían corresponder (Vanguardia [Esp.] 14/1/1994).

Los límites entre la interpretación cualitativa y la cuantitativa son a veces poco nítidos (§ 22.13m y ss.).

22.13l En la interpretación llamada de lista se solicita una relación de personas o cosas (¿Qué libros quieres?). La elección entre esta interpretación y la de tipo, que se acaba de ilustrar, depende en parte de si el grupo nominal es interrogativo o exclamativo. La interpretación de tipo es característica de los grupos sintácticos exclamativos formados por «qué + sustantivo»: Pero ¡qué sonetos! ¡Qué madrigales! ¡Qué romances! ¡Qué estrambotes! ¡Qué enigmas amorosos! (Moratín, Lección). Por el contrario, el grupo nominal qué sitios aparece en el interior de una interrogativa indirecta en La Consejería de Paz de la Gobernación no sabe en qué sitios operan (Tiempo [Col.] 7/4/1997). La oración informa, por consiguiente, de que existe cierta lista de sitios en que se opera. El grupo qué sitios aparece, en cambio, en una exclamativa indirecta en el siguiente fragmento de Pérez Galdós: Sabe Dios, sabe Dios lo que habrás hecho tú, correntona, y en qué sitios habrás estado (Galdós, Misericordia). En este caso, qué sitios equivale a ‘qué clase de sitios’. Como la oración es exclamativa, el oyente deduce justificadamente que los lugares de los que se habla presentan alguna cualidad extrema que los hace poco recomendables.

22.13m La incógnita que introduce qué es cuantitativa con ciertos nombres no contables construidos en singular, en especial con los que designan magnitudes. Es más frecuente qué que cuánto en pares como ¿{Qué ~ Cuánta} profundidad tiene la fosa? o ¿{Qué ~ Cuánta} temperatura ha de alcanzar la mezcla?, pero la otra opción también se registra y se considera correcta. Aunque se dice ¿Qué edad tiene su hijo? (en lugar de ¿Cuánta edad tiene su hijo? o de *¿Cuál edad tiene su hijo?), la interpretación de qué es aquí cuantitativa, puesto que la variable que ha de satisfacer no apunta a una clase de edad, sino a la medida que corresponde a esa magnitud. Se obtiene la misma interpretación en el fragmento siguiente: Dispense mi pregunta, señora, pero es por mi nieto: ¿Hasta qué tiempo han dormido con ustedes sus hijos pequeños? (Sampedro, Sonrisa).

22.13n La interpretación cuantitativa de qué es proporcionada asimismo por otros sustantivos no contables en contextos interrogativos. Estas construcciones, en las que alternan qué y cuánto, son propias del habla conversacional, y se dan sobre todo con nombres que denotan nociones típicamente mensurables:

Voy a ver qué dinero tengo arriba (Pombo, Ventana); Un día le pregunté a Jean Jacques qué espacio tenía en su vida el futuro (Serrano, M., Corazón); Entonces, ¿qué tiempo va a tener para ocuparse del medio ambiente? (Mercurio [Chile] 6/2/2004).

La última de las preguntas citadas pudiera ser retórica. No se descarta que estos mismos sustantivos den lugar a la interpretación cualitativa, especialmente si el contexto deja claro que tiene sentido hablar de tipos o de clases de entidades. Así, qué dinero no equivale a cuánto dinero en el texto siguiente: No supo explicar al tribunal con qué dinero compró un piso en Madrid (País [Esp.] 24/9/1997). En esta oración se habla de cierto tipo de dinero (tal vez caracterizado en función de su procedencia), no de cierta cantidad de dinero.

22.13ñ El pronombre qué da lugar a la interpretación cuantitativa con los verbos de medida (§ 34.2m, n), como costar, valer, pesar, etc., con más frecuencia en la lengua coloquial que en los registros formales:

Desde los seis o siete años fueron preguntas usuales en ella: —¿Esto qué vale? ¿Esto qué cuesta? Esto será muy caro (Aub, Calle); En cuanto al roce tangencial, van a ver ustedes sus efectos sobre aquel volante... —¿Qué pesa…? —interrumpí. —Trescientos kilogramos (Lugones, Cuentos fantásticos); ¿Y qué tardó en saberse? (Benavente, Malquerida).

Este uso de qué se registra ya en la lengua clásica: […] la bala que no se sabe qué pesa (Collado, L., Plática). Algunos de estos verbos, aunque no todos, admiten también pronombres personales en los contextos mencionados, como en No creo yo que lo {valga ~ *cueste}. Es más rara la alternancia mencionada con verbos de otros tipos, pero se registra ocasionalmente en el habla coloquial, como en ¿{Qué ~ Cuánto} te falta para terminar? En el § 22.6c se explicó que los que/las que equivalen a cuantos/cuantas en ciertas relativas libres. La proximidad se obtiene asimismo con los verbos de medida a los que se acaba de hacer referencia. Nótese que lo que equivale a cuánto en el fragmento siguiente: Solo es de lamentar lo que tardó en hacerse (Menéndez Pelayo, Heterodoxos). Sobre el uso de qué con el valor de dónde, cuándo o cómo en construcciones del tipo de ¿Qué vas, al cine?, véase el § 42.9n.

22.13o Se obtiene también el valor cuantitativo de qué con muchos nombres no contables abstractos construidos en singular en los grupos exclamativos. Así, la interpretación apropiada de qué fuerza en el siguiente texto es la cuantitativa (por tanto, qué fuerza=cuánta fuerza), ya que fuerza se usa como nombre no contable en un contexto exclamativo: ¡Dios, y qué fuerza hubimos de hacer todos para reducirlo! (Cela, Colmena). Por el contrario, la interpretación del grupo nominal qué fuerza que se da en este otro fragmento es la cualitativa (=‘qué clase de fuerza’): No sé qué idea terrible, qué fuerza misteriosa me arrojó de mi cama (Galdós, Gloria), puesto que fuerza se usa como nombre contable (una fuerza) en una interrogativa indirecta. Así pues, qué no alterna con cuánta en esta última oración, a diferencia de la anterior.

22.13p La alternancia entre qué (en la interpretación cuantitativa analizada) y cuánto es común en los grupos sintácticos exclamativos formados por sustantivos no contables abstractos, como en los pares siguientes, entre muchos análogos:

¡{Qué ~ Cuánto} valor tenía!; ¡{Qué ~ Cuánta} pena me da!; ¡{Qué ~ Cuánta} paciencia tiene uno que tener contigo!; ¡{Qué ~ Cuánto} daño me has hecho!; ¡{Qué ~ Cuánta} razón encerraban sus palabras!

Es más rara esta equivalencia con los sustantivos concretos. En efecto, qué agua y qué arena no equivalen, por lo general, a cuánta agua y cuánta arena, respectivamente. Ha de tenerse en cuenta que los nombres abstractos derivados de adjetivos o asociados con ellos (como alto > altura; paciente > paciencia) denotan las llamadas cualidades intensivas. Estas nociones no se dividen con facilidad en subtipos, sino que se caracterizan por medir el grado en que se aplican ciertas propiedades a las personas o las cosas. Así pues, aunque las expresiones mucha paciencia y mucha arena manifiesten la misma estructura sintáctica (§ 12.2b), en el primer caso se habla del alto grado en que cierta cualidad está presente en una persona, mientras que en el segundo se expresa solo la acumulación de cierta materia. A ello se añade la existencia de una posible variable de naturaleza pragmática en estas distinciones, puesto que la capacidad de las materias para dividirse en subtipos puede depender de factores externos a la gramática. Así, la interpretación cuantitativa es más probable en ¡Qué calor! o ¡Qué aire! que en ¡Qué arroz! o ¡Qué aceite!, e igualmente probable que la cualitativa en ¡Qué luz!

22.13q Con los nombres contables en singular no suele obtenerse la alternancia de qué y cuánto en las exclamaciones. El determinante qué induce comúnmente la interpretación cualitativa en esos contextos. Así, en ¡Qué sorpresa! o ¡Qué disparate! se enfatiza la sorpresa y el disparate, por lo que se expresa la idea de que algo lo es en gran medida. Con otros nombres contables se obtiene también la interpretación de tipo, si bien es solo el contexto el que determina si la apreciación que se hace es positiva o negativa, ya que la construcción exclamativa solo informa de que la valoración es extrema: ¡Ah!, una casa… ¡qué casa! (Azúa, Diario).

22.13r Los grupos nominales interrogativos formados con qué y sustantivos contables en plural suelen recibir la interpretación cualitativa. Así pues, qué libros no significa ‘cuántos libros’, sino ‘qué clase de libros’ en Le pregunté qué libros necesitaba. En los ejemplos siguientes, construidos con «qué + sustantivo o grupo nominal», se solicita que se identifique un conjunto de personas o cosas, sea proporcionando una relación de ellas (interpretación de lista: § 22.13l), o bien dando los rasgos que caracterizan el conjunto:

¿A qué dificultades te refieres? (Reina, Cinta); Hasta he pensado qué estatuas, qué miradores, qué pórticos, te podían haber gustado más (Colinas, Carta); ¿De qué mujeres hablas, Florita? (Delibes, Madera).

Como en los casos analizados en los apartados precedentes, este uso supone que es posible identificar las entidades de las que se habla. Se dice qué ocasiones, pero no *qué veces, porque el sustantivo vez, que no suele admitir adjetivos calificativos, se ha especializado para cuantificar los eventos, como se observa en los § 39.3o y ss., de forma que ya no permite designar una situación, una oportunidad o una coyuntura particular que pueda ser caracterizada frente a otras.

22.13s Se documenta ocasionalmente en el español medieval y en el clásico la interpretación cuantitativa de qué en los contextos interrogativos del tipo «qué + sustantivo en plural». Hoy se registra solo en el habla coloquial de algunos países (sobre todo con el sustantivo años, pero también con algunos otros). Recuérdese el uso de qué dinero por cuánto dinero al que se hizo referencia en el § 22.13n:

Preguntado qué hijas tenja la dicha Leonor Alvarez, dixo que dos, una casada e otra donzella (Documento Inquisición); No sé qué días a esta parte me fatiga y aprieta un deseo tan estraño y tan fuera del uso común de otros, que yo me maravillo de mí mismo (Cervantes, Quijote I); ¿Me vais a decir a mí, a mí mismo, qué años tengo? (Mujica Lainez, Escarabajo); Pregunta: ¿Qué metros cuadrados ocupa esta nave? Respuesta: 1200 metros cuadrados (Comercio [Esp.] 4/11/2007).

22.13t En un gran número de casos se obtiene la interpretación cualitativa de qué en los grupos nominales exclamativos formados con nombres contables en plural, como en ¡Qué ideas tienes! No obstante, dicha interpretación alterna frecuentemente con la cuantitativa en tales contextos o se neutraliza en parte con ella. Así, el grupo nominal subrayado en ¡Qué tonterías dices, Maribel! (Grandes, Aires) admite la paráfrasis cuántas tonterías, pero también otras como qué clase de tonterías, qué tonterías tan absurdas y otras similares en las que no se encarece el número de lo que se cuantifica, sino su naturaleza extrema. Se aplica el mismo razonamiento a las expresiones que se subrayan en los ejemplos que siguen (el uso expletivo de la negación, que se muestra en el primero de ellos, se estudia en el § 48.11n):

¡Qué enfermedades no sufren en la preñez!, ¡qué dolores, y a qué riesgos no se exponen en el parto!, ¡qué achaques, qué cuidados y desvelos no toleran en la crianza! (Fernández Lizardi, Periquillo); ¡Qué luchas sosteníamos, hace mil siglos, para procurarnos el alimento cotidiano! (Tibón, Aventuras); Ya no puede más el cuitado viajero, ¡qué desfallecimiento!, ¡qué fatigas!, ¡qué vahídos!… (Rivas, Hospedador).

22.13u Son únicamente exclamativos los grupos sintácticos formados con el adverbio qué como cuantificador de adjetivos o de otros adverbios. Se dice, por tanto, ¡Qué difícil es! o ¡Qué despacio va!, pero no *¿Qué difícil es? o *¿Qué despacio va? He aquí otros ejemplos de estas construcciones:

Qué lejos se halla el deseo de esa realidad que vivimos (García Morales, Sur); ¡Qué tenebrosamente cómica se me aparece ahora la idea! (Sábato, Héroes); ¡Qué guasón es el señor! (Alonso Millán, Señoras); Y se rompía una pata gritando qué bella es la vida (Galeano, Días).

Aun así, en el español antillano se forman grupos interrogativos con «qué + adjetivo»: ¿Qué importante es para la OEA que Cuba vuelva a ocupar su silla en esa organización regional de América? (Visión Iberoamérica 25/5/2009). Es más general el uso de cuán y qué tan en el español americano en estos contextos (§ 22.14o-s). Se emplea cómo de en el europeo, como se explica en el § 22.14q.

22.13v También son exclamativos los grupos nominales que se forman con qué de y un sustantivo contable en plural o uno no contable en singular. Estas construcciones se asimilan a las llamadas pseudopartitivas20.2), ya que se forman, como ellas, con sustantivos sin artículo. Se subrayan estos nombres en los ejemplos que siguen:

¡Qué de churumbelas han de llegar a nuestros oídos, qué de gaitas zamoranas, qué de tamborines y qué de sonajas y qué de rabeles! (Cervantes, Quijote II); Niña, pero qué de tiempo sin vernos, ven, siéntate aquí (Herrera Luque, Casa); Si supierais qué de cavilaciones; qué de trabajo, qué de esfuerzos para sustraerse a la justicia humana (Arenal, Cartas).

Así pues, ¡Qué de cavilaciones!qué de + sustantivo contable en plural») equivale a ¡Cuántas cavilaciones!, y ¡Qué de trabajo!qué de + sustantivo no contable en singular») corresponde a ¡Cuánto trabajo!

22.13w Son asimismo exclamativos los grupos sintácticos encabezados por el determinante qué en los que el sustantivo aparece modificado por grupos adjetivales introducidos por más o tan, entre otros cuantificadores, como en ¡Qué cofre tan artístico!, ¡Qué pena tan grande! o en estos otros ejemplos:

Qué alabanzas tan calurosas hace de tus méritos (Galdós, Episodios); ¡Ay, qué mirada más triste! (Salazar, Selva).

El cuantificador del adjetivo puede quedar tácito en esta pauta, como en ¡Qué vida extraña! (Clarín, Hijo), donde se entiende ‘… tan extraña’, o en ¡Qué tipo vago! (Arlt, Juguete), equivalente a ¡Qué tipo tan vago! Sobre estas construcciones, véase también el § 42.13k. Sobre las construcciones en las que se combina qué con tan(to), véase el § 22.14s. Son igualmente exclamativos los grupos nominales paralelos a las construcciones apositivas formadas con la preposición de que se analizan en los § 12.14ñ-q, como en ¡Qué ángel de muchacha! (Aldecoa, J., Maestra), correspondiente a un ángel de muchacha, o en ¡Qué maravilla de botones! (Rossardi, Visita), paralelo a una maravilla de botones.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
determinante interrogativo, exclamativo, interrogativo, pronombre exclamativo, pronombre interrogativo

 

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