Sintaxis

46 Construcciones causales, finales e ilativas

46.11 Las construcciones ilativas (I). Sus relaciones con otras pautas sintácticas

46.11a En el capítulo 45 se caracterizan las construcciones consecutivas como aquellas en que se expresa la consecuencia producida por el hecho de que cierto número, cierta cantidad o cierto grado alcancen un rango o nivel muy elevado. Así, en Hacían tanto ruido que tuvimos que llamar a la policía, la llamada a la policía no se produce por la mera existencia del ruido, sino por el nivel elevado que alcanzó. Estas construcciones pueden no sobrepasar el ámbito del grupo nominal o del adjetival (tan cansado que no podía tenerme en pie, tantos que no cabían). Es muy diferente la naturaleza gramatical de otras oraciones que aluden igualmente a la consecuencia de alguna situación descrita, pero de forma que esta se presenta, en un período sintáctico diferente, como derivación natural de lo que el hablante ha expresado con anterioridad. Estas otras oraciones —denominadas ilativas, como se recordó en el § 46.1a— se forman con las conjunciones así que (Cuando nos levantamos estaba nevando, así que aplazamos el viaje); conque (Tú no eres la persona más indicada para hablar de ese asunto, conque lo mejor es que no digas nada); de modo que (No había nada más que decir, de modo que me levanté y me fui); luego (Pienso, luego existo), entre otras que se examinarán en esta sección y en la siguiente. He aquí un ejemplo más de cada una de las citadas:

Naturalmente, había que tomar un café, de modo que me arruinó la siesta sabatina (Benedetti, Tregua); Pensé que a ella no le habría gustado que sufriera tanto. Así que decidí mudarme de casa, vender todo lo que había sido nuestro y empezar en otro sitio (Reina, Pasajero); No me quedaba ni un duro, conque no había ni que pensar en buscar otro hotel (Mendoza, Laberinto); Marta no figuraba, luego no había sido aún descubierta, o la notificación no había llegado al cierre (Marías, J., Batalla).

46.11b Las partículas luego o conque serán analizadas como conjunciones ilativas, y así que o de modo que serán llamadas locuciones conjuntivas ilativas. Aunque se aplica a veces en la tradición a estas construcciones el término consecutivas, además de a las que son introducidas por tan(to) y tal, existen muchas razones para analizarlas separadamente. Como se explica en el § 45.14, los grupos nominales, adjetivales o adverbiales encabezados por tan(to) y tal tienen propiedades comunes con las comparativas. Las oraciones ilativas presentan, por el contrario, puntos de contacto con las causales, pero también con las coordinadas, como se explicará en esta misma sección.

46.11c El adjetivo ilativo se relaciona con ilación, que el DRAE define como ‘trabazón razonable y ordenada de las partes de un discurso’. La forma latina illatīvus (‘que infiere’, ‘que concluye’) procede de illātus, participio pasivo de inferre (‘inferir, concluir’). Las oraciones ilativas constituyen, en efecto, recursos argumentativos que permiten trabar o articular los mensajes y establecer entre ellos la relación «causa–consecuencia». Las oraciones ilativas se construyen con verbo en forma personal. Existen, no obstante, oraciones de gerundio de interpretación ilativa, como la subrayada en Eran cuatro navíos de mediano tamaño, no superando ninguno de ellos las sesenta toneladas (Vázquez-Figueroa, Brazofuerte), que admite la paráfrasis … de manera que no superaban ninguno de ellos las sesenta toneladas. Sobre estas oraciones, véanse los § 27.4i y 48.10d. El sentido ilativo adquiere numerosos matices, como se verá en esta sección y en la siguiente.

46.11d Las oraciones ilativas están muy relacionadas con las causales explicativas, que se estudiaron en el § 46.6. Como se recordará, en esas oraciones están implicados no solo los dos elementos visibles del período, sino un tercer elemento que allí se llamó premisa implícita. En efecto, quien dice Las calles estaban vacías, pues hacía un frío espantoso (se subraya la causal explicativa) se apoya implícitamente en el supuesto de que cuando hace mucho frío es normal que las calles estén vacías. Desde este mismo punto de vista, la construcción Debe de estar en casa, ya que la luz está encendida (se subraya igualmente la causal explicativa) constituye un pequeño silogismo implícito construido sobre una premisa que se supone aceptada por el oyente, según la cual, cuando alguien tiene la luz encendida, está en su casa. Las relaciones argumentativas que caracterizan a las oraciones ilativas son muy semejantes. Así, la oración Pienso, luego existo establece, en efecto, un razonamiento que se apoya en la premisa implícita de que si alguien piensa, existe. Al igual que en las causales explicativas, estas premisas quedan tácitas en las oraciones ilativas. La deducción que se establece en ellas resulta, además, más o menos adecuada en función de la verosimilitud o de la naturalidad de esos supuestos implícitos.

46.11e La estrecha relación entre causales explicativas e ilativas tiene otras consecuencias. Se ha señalado repetidas veces que se admiten paráfrasis de cada uno de estos tipos en función del otro si se modifica la perspectiva discursiva desde la que se construyen. En efecto, el contenido de la oración Cuando nos levantamos estaba nevando, así que aplazamos el viaje (se subraya la oración ilativa) no es muy diferente del que corresponde a Aplazamos el viaje, ya que cuando nos levantamos estaba nevando (se subraya la causal explicativa). Asimismo, la oración Las calles estaban vacías, pues hacía un frío espantoso se acerca en su significado a Hacía un frío espantoso, de modo que las calles estaban vacías. Existen, no obstante, diferencias significativas entre ambos tipos de oraciones. Por un lado, las causales explicativas pueden anteponerse a la oración principal, como se explicó en el § 46.6d, mientras que las ilativas la siguen necesariamente. Por otro lado, en las ilativas se establece una deducción expresa (No tenemos dinero en el banco, luego este año no hay vacaciones), mientras que en las causales explicativas se suele añadir una justificación de lo que se ha presentado antes como información más relevante: Este año no hay vacaciones, ya que no tenemos dinero en el banco.

46.11f Se diferencian también las ilativas de las causales explicativas en que las primeras no se suelen admitir detrás de las oraciones interrogativas, imperativas o exclamativas, entre otros enunciados que constituyen actos verbales. Las segundas aceptan estas construcciones, como se explicó en los § 46.6b y ss. En general, las premisas de las que se extrae alguna conclusión en las construcciones ilativas son enunciados declarativos. No es posible, por tanto, dar sentido cabal a expresiones como *Sal de mi casa, de modo que vete recogiendo tus cosas o a *Ojalá lo hubiera perdonado, conque se ha ido para siempre. En cambio, la oración que sigue a la conjunción ilativa puede constituir sin dificultad un acto verbal, como en No me ha llegado la convocatoria, así que ¿a qué hora es la reunión?; Estoy harto de tus tonterías, de modo que sal de mi casa cuanto antes, o en estos otros ejemplos:

Así que dime dónde estás (Pombo, Ventana); —¿Cómo ve el futuro de su carrera? —Yo sé que no será muy larga; de manera que ojalá los años que me tocan los pueda utilizar “a tope” (Proceso [Méx.] 22/12/1996); ¡De modo que vamos a empezar! (Luca Tena, Brújula); Además, cuando come no conoce a nadie, así que por favor dime qué te pasa (Esquivel, Agua); —Aquí sobras —le dijo su hermano—; conque ¡ya te estás largando! (Salisachs, Gangrena); Yo soy el único de esta casa a quien ella tiene que pedir permiso, y el que se lo concede… conque ¡métete en tu cuarto y no aúlles más! (Laforet, Nada); No tomé un cinco de lo suyo, así que, ¿qué crees que estuve haciendo? (Wolff, Kindergarten).

Las conjunciones subordinantes que encabezan las causales explicativas pueden introducir interrogativas retóricas (… ya que ¿para qué vamos a esperar?), pero no introducen imperativos (*… ya que vámonos), y tampoco oraciones exclamativas ni otro tipo de actos verbales. El contraste entre ilativas y causales explicativas es, por consiguiente, muy marcado en este punto: Este tipo no me gusta nada, {así que ~ *pues} ojalá que no vuelva.

46.11g Entienden algunos autores que las oraciones ilativas se deben agrupar con las coordinadas. Uno de los argumentos que se han ofrecido para apoyar este análisis es el hecho de que las primeras pueden no introducir tan solo una oración, sino un período completo que constituya un razonamiento trabado. Repárese en que las conjunciones pues y porque aparecen consecutivamente en el siguiente texto:

Anteayer... despedazó el jamón que teníamos guardado para estas Pascuas y nos lo comimos entero. Ayer estuvimos todo el día con unas sopas de huevo y perejil; bueno, pues porque protesté de esto me hizo beber tres vasos seguidos de leche sin hervir (Lorca, Zapatera).

La conjunción ilativa pues no introduce en este ejemplo una subordinada causal, sino un período, subrayado con trazo discontinuo, que está formado por una oración principal y otra subordinada, de forma que entre ellas se establece una dependencia causal. La partícula pues, junto con la interjección bueno, ponen en contacto todo este período con la información precedente que lo enmarca o lo sitúa en su contexto (se volverá sobre esta construcción en el § 46.12ñ).

46.11h También el primero de los dos segmentos que estas conjunciones relacionan puede ser a su vez relativamente complejo. Nótese que el primero de los dos segmentos que vincula la conjunción conque en el fragmento siguiente de El Jarama es, en realidad, todo el largo período que la precede:

Se reúnen unos cuantos, se te sientan así en corro, en sus esteras, se ponen y venga; una pipa tras otra de kifi, y tomando té, tomando té y fumando nada más, y chau-chau y chau-chau, con esos hablares que se tienen, que es que no les coges ni media palabra de lo que dicen, la mujer en casita encerradita, la mujera, como ellos la nombran; conque con eso ya no se te acuerdan de nada más en este mundo (Sánchez Ferlosio, Jarama).

La propiedad que se menciona coloca a las conjunciones ilativas en un plano más elevado de la trabazón discursiva que el que corresponde a las finales o las causales, en cuanto que los elementos sobre los que inciden pueden caracterizarse por mayor amplitud y complejidad sintáctica. Esta propiedad las sitúa además, en opinión de muchos gramáticos, entre las unidades características de la gramática del discurso o del texto. Las construcciones coordinadas comparten algunas de las propiedades mencionadas, pero no se agregan por fuerza en los incisos ni dan lugar necesariamente a relaciones de «causa–efecto».

46.11i Se explicó en los § 46.3 y 46.5 que las oraciones causales y finales pueden ser internas o externas al predicado. Las ilativas se diferencian de ambas en que siempre son externas al núcleo predicativo. Las subordinadas ilativas no pueden anteponerse a la principal, como se ha señalado (*Así que alguien se lo había dicho, ella ya lo sabía), y tampoco pueden coordinarse con otras semejantes (*Ella ya lo sabía, así que alguien le ha escrito o así que alguien la ha llamado por teléfono). Pueden, en cambio, coordinarse dos oraciones compartiendo el mismo nexo ilativo, como en Ella ya lo sabía, así que alguien le ha escrito o la ha llamado por teléfono. El carácter externo al predicado de estas construcciones impide asimismo que puedan focalizarse: Estoy al margen, conque no quiero que me preguntes nada > *Conque estoy al margen es conque no quiero que me preguntes nada.

46.11j Cabe extender a las ilativas la distinción entre subordinadas del enunciado y de la enunciación que se aplicó a las causales y a las finales en las secciones precedentes. Así, en Hizo mal el examen, de manera que lo suspendieron, la relación «causa–efecto» se da entre dos hechos, de forma que la conjunción ilativa presenta el segundo como consecuencia del primero. En cambio, en No me ha llegado la convocatoria, así que ¿a qué hora es la reunión?, no puede decirse que el contenido de la oración interrogativa constituya una consecuencia de la afirmación que se hace en la oración principal. Cuando la interrogativa se traslada al discurso indirecto (§ 43.9 y 43.10) (… así que te pregunto a qué hora es la reunión), se obtiene un enunciado en el que el verbo preguntar aporta la información necesaria para que el período consecutivo pueda interpretarse, es decir, para que pueda establecerse una causa (el no haber recibido cierta convocatoria) y una consecuencia (el formular una pregunta). En general, las preguntas, las órdenes, las exclamaciones y otros actos verbales no se presentan gramaticalmente como consecuencias de otros enunciados, pero el hecho mismo de formularlos sí puede deducirse de algún contenido ya presentado. Algunos gramáticos han llamado conclusivas a esta variedad de las oraciones ilativas. Con independencia de la denominación que se les otorgue, conviene tener presente que la conjunción ilativa sigue estableciendo en ellas una consecuencia de lo que se afirma en la oración principal, concretamente el hecho mismo de formular una pregunta, dar una orden, manifestar sorpresa ante alguna situación o realizar otros actos verbales (§ 42.2).

46.11k En algunos análisis tradicionales se consideran conjunciones y locuciones conjuntivas ilativas expresiones como consecuentemente, en consecuencia, entonces, por consiguiente, por (lo) tanto y otras semejantes. Como se explica en los § 1.9z y 30.13j y ss., este análisis suele confundir una propiedad discursiva de estas partículas (el ser conectores) con un rasgo propiamente categorial (el ser adverbios o locuciones adverbiales). Entre los conectores adverbiales y las conjunciones ilativas existen asimismo diferencias. Las conjunciones subordinantes suelen encabezar la oración a la que dan nombre y no alteran su posición sintáctica; las coordinantes tampoco aceptan variación posicional. Los adverbios, en cambio, se admiten con frecuencia en varias posiciones sintácticas, aunque se trate de conectores: Entonces, ¿vienes con nosotros? ~ ¿Vienes, entonces, con nosotros? ~ ¿Vienes con nosotros, entonces? Véase también, en relación con esta cuestión, el § 30.12.

46.11l Las conjunciones no pueden dar término a un período, a diferencia de muchos adverbios —como en Las monjas no habían huido, por consiguiente (Torbado, Pere grino)—, y se construyen además con verbos finitos, sea en indicativo o en subjuntivo. Las conjunciones, sean coordinantes o subordinantes, pueden ir seguidas de incisos, como en y, a lo que parece, no tuvo demasiada suerte; … aunque, por lo demás, no sea imprescindible; … si, por lo que se ve, se va a retrasar la reunión; … puesto que, pensaba ella, las cosas se arreglarían muy pronto. Aun así, estos incisos no son necesarios y separan la conjunción de otro fragmento, que en el caso de las conjunciones subordinantes es una oración de verbo en forma personal. Todo ello apunta a favor de que no se sitúen entre las conjunciones ilativas expresiones como por consiguiente o en consecuencia, a pesar de que esta fuera la opción elegida en algunas gramáticas clásicas. Consideraciones similares sugieren la conveniencia de analizar la expresión pues bien entre los adverbios (§ 30.13t), en lugar de hacerlo entre las conjunciones, aunque no ofrezca dudas su función conectora. Esta última locución no aparece, en efecto, al final de período, pero siempre se usa seguida de pausa.

46.11m Se explicó en los apartados anteriores que las conjunciones no exigen pausa, aunque pueden ir seguidas de incisos. Se aludió también en ellos al hecho de que no alteran su posición sintáctica en el interior de la oración a la que pertenecen. El hecho de que la expresión aun así pueda constituir por sí sola un inciso, mientras que la partícula aunque excluya esa posibilidad, no implica que alguna de las dos expresiones deje de tener valor concesivo, sino más bien que la primera es una expresión adverbial, mientras que la segunda es una conjunción subordinante. De manera análoga, puede afirmarse que el segmento subrayado en el siguiente texto introduce una consecuencia de lo que se acaba de decir:

Sin duda la influencia extranjera debió cooperar notablemente a la extensión de la apócope, a causa de la cual el español arcaico llegó a acercarse al catalán y provenzal en la abundancia de finales agudos (Lapesa, Lengua).

No obstante, en lugar de analizar ese segmento como oración ilativa, parece preferible entender que se trata de una oración de relativo explicativa encabezada por el grupo preposicional relativo (§ 22.3) que constituyen conjuntamente la locución preposicional a causa de y el relativo complejo la cual.

46.11n Aunque algunos autores contemporáneos mantienen la concepción amplia del concepto oración ilativa, que abarca por igual las oraciones formadas por conjunciones y las constituidas por adverbios e incluso por pronombres, parece razonable optar por la concepción restringida de ese concepto, que se basa en diferenciar las clases sintácticas de palabras (como las conjunciones, las preposiciones, los adverbios o los pronombres relativos) de las agrupaciones que cabe hacer de esas mismas unidades si coinciden en servir a propósitos argumentativos similares. Aplicando el mismo criterio, se admite entre las subordinadas causales la oración porque ella me lo dijo, pero no la oración por eso mismo me lo dijo ella, en la que el complemento causal —no oracional— es únicamente la expresión por eso mismo. Todas estas distinciones están basadas en el funcionamiento sintáctico de las expresiones mencionadas, y no impiden, como es lógico, que se establezcan relaciones discursivas entre ellas, como se suele poner de manifiesto en los estudios sobre la gramática del texto.

46.11ñ Parece, pues, conveniente mantener la distinción entre conjunciones y adverbios de naturaleza ilativa por razones descriptivas y también metodológicas. La distinción, no es, sin embargo, tarea fácil, sobre todo porque, como se mostrará en la sección siguiente, los límites categoriales entre las conjunciones y los adverbios no se presentan enteramente diáfanos en todas las construcciones ilativas. Véanse también los § 22.7-11 sobre este punto. Por otra parte, debe resaltarse que no todos los criterios delimitadores introducidos en los apartados anteriores coinciden en sus respectivos diagnósticos. Se ha aducido, por ejemplo, como criterio para separar las conjunciones ilativas de los conectores adverbiales que expresan esa noción el hecho de que estos últimos pueden ir precedidos de la conjunción y (y consecuentemente, y entonces, y por consiguiente, y por tanto), mientras que las primeras rechazan tal combinación (*y así pues, *y con que, *y de manera que, *y luego). Este criterio es útil, pero se torna inseguro en algunos casos, puesto que clasifica de ahí que y de aquí que como adverbios, lo que no se corresponde por entero con otras propiedades de estas partículas. Se volverá sobre ellas en los § 46.12b y ss.

46.11o Al igual que sucede en otros procesos argumentativos, las relaciones «causa–consecuencia» pueden no estar marcadas mediante partículas y obtenerse en su lugar de inferencias realizadas a partir de estructuras coordinadas o yuxtapuestas. Así, en Los jugadores estaban agotados: habían jugado tres partidos en la misma semana, la oración que precede a los dos puntos introduce la consecuencia natural de cierta acción que se expresa tras los dos puntos. Se suele reconocer que la cohesión discursiva que ha de obtenerse de la yuxtaposición de oraciones es un proceso complejo de naturaleza pragmática a cuya dilucidación pueden contribuir en muy pequeña medida las distinciones que introduce la sintaxis. A ello se añade que el concepto de ‘ilación’ admite diversos matices. Los estudiosos de estas construcciones han hecho notar que, en ciertos casos, ni siquiera podría decirse que la noción misma de ‘consecuencia’ expresa de manera adecuada el sentido cabal de ciertas conjunciones ilativas. Así, la oración marcada en trazo continuo en Solo dices tonterías, conque mejor te callas está introducida por la conjunción ilativa conque, pero no expresa exactamente la consecuencia de algo. Lo mismo cabe decir de la que se marca en el texto siguiente:

Tengo que hablar con esos dos hombres para quedarme absolutamente tranquilo de que ellos no tienen nada que ver, de que su culpabilidad es el invento de un desaprensivo; así que podré volver a mis sospechas iniciales (Savater, Caronte).

Como se ve, las oraciones subrayadas no expresan exactamente consecuencias, sino más bien opciones o soluciones naturales que se plantean a partir de la información que aporta la oración principal.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
conjunción ilativa, construcción consecutiva, oración (subordinada) adverbial ilativa

 

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