Morfología

8. La derivación verbal. La parasíntesis

8.2 Sincronía y diacronía en la derivación verbal. Principales alternancias morfofonológicas

8.2a Como se explica en el § 1.6 y también en los § 5.1ñ-v, las formaciones derivadas pueden analizarse desde el punto de vista sincrónico o desde el diacrónico. Muchas de las unidades fundamentales que se tienen en cuenta en estos dos tipos de análisis son las mismas, pero los procesos que se describen en uno y otro son, en cambio, considerablemente distintos. Como en esos otros capítulos, también en este se optará por el análisis sincrónico y se explicarán en un buen número de casos las diferencias que existen entre la aproximación sincrónica y la diacrónica cuando avanzan por vías distintas o producen resultados diferentes. En la presente sección se ilustrarán algunos de esos casos.

8.2b Desde el punto de vista sincrónico, el análisis de las formaciones derivadas tiene en cuenta la existencia de relaciones semánticas entre la base y el derivado que el hablante suele percibir, como en el verbo ensuciar, que se deriva del adjetivo sucio mediante el esquema en-A-ar y se interpreta semánticamente como verbo causativo (aproximadamente ‘poner sucio’ o ‘hacer que algo pase a estar sucio’). Como se señala en el § 1.6i, los conocimientos lingüísticos del hablante desempeñan un papel relevante en estos análisis. Se mencionan en ese apartado los verbos parasintéticos amontonar, agazapar(se) y amilanar(se), derivados respectivamente de los sustantivos montón, gazapo y milano. Como allí se hace notar, todos los hispanohablantes reconocen una base nominal en el primero de ellos, pero no con nitidez en los demás. También se alude en el capítulo 1 (§ 1.6h) a la relación —histórica, pero no siempre sincrónica— entre zaranda y zarandear. Asimismo, son muchos los hablantes que no establecerán ninguna relación entre el verbo acelerar y el adjetivo menos usado célere, o entre el verbo engalanar y el adjetivo galano (ahora poco usado, pero muy habitual en la lengua antigua). Existen otros muchos casos análogos que ponen de manifiesto de forma patente las diferencias metodológicas que se reconocen entre la morfología sincrónica y la diacrónica respecto de la identificación de las bases léxicas. Como se explica en los § 1.6g, h y también en el § 5.1o, muchos lingüistas optan por excluir de la morfología sincrónica los derivados cuyas bases, justificables históricamente, no son reconocidas por los hablantes en la actualidad. Desde este punto de vista, zarandear o acelerar tendrían etimología, pero no necesariamente estructura morfológica.

8.2c Al igual que sucede en la derivación nominal, la base de un proceso derivativo en la morfología sincrónica del verbo no ha de coincidir por fuerza con la que se postula en la diacrónica. Así, puede derivarse sincrónicamente nombrar de nombre, aunque el primero no procede históricamente del segundo, sino del latín nomināre. En la morfo logía sincrónica no se establece una relación distinta entre remedio–remediar y obsequio–obsequiar, aunque se sepa que remediar procede de remediāre, mientras que obsequiar se forma en español. También existían en latín diversificāre, glorificāre, purificāre o martyrizāre, entre otros muchos verbos ya derivados en esa lengua que se vuelven a considerar derivados de voces españolas en la morfología sincrónica. Desde el punto de vista sincrónico, no desde el diacrónico, es importante que se obtenga una relación de transparencia interpretativa entre la base y el derivado. La morfología diacrónica ha puesto de manifiesto que esa relación de transparencia puede estar sujeta a variación individual, como se hizo notar con anterioridad, lo que la puede convertir en un criterio escurridizo en ciertas ocasiones. Se analizan otros aspectos de esta misma cuestión en los § 1.6 h, i y 5.1ñ, u.

8.2d Muchos de los casos en los que se reconoce la transparencia de la que se habla en el apartado precedente dan lugar a análisis distintos en la morfología sincrónica y en la diacrónica. Así, se deriva sincrónicamente amargar de amargo mediante la pauta A-ar, aunque amargar tenga su origen histórico en el latín tardío amaricāre, a su vez formado sobre amarāre (‘hacer amargo’), que se derivó de amārus (‘amargo’). El proceso evolutivo no concuerda, pues, con el sincrónico. Pesa especialmente en este último el hecho de que los hablantes pongan en relación el verbo amargar y el adjetivo amargo, lo que —como se ve— el análisis diacrónico no lleva a cabo directamente, sino a través de sus respectivos étimos. No se deriva sincrónicamente comulgar de común (communicāre > comulgar) ni madrugar de maduro (matūrus > *maturicāre > madrugar). De hecho, -(i)gar no se suele reconocer como morfema derivativo en español porque los derivados latinos terminados en -icare (originalmente agĕre ‘hacer’; litem agĕre > litigāre) o en -ficāre (como en aedificāre) ya no son transparentes en nuestra lengua.

8.2e Algunos segmentos morfológicos que forman parte del morfema derivativo en el análisis sincrónico pertenecen a la base léxica en el diacrónico. Así, el verbo clavetear parece proceder del antiguo sustantivo clavete, como callejear se remonta a calleja, pero el análisis sincrónico no segmenta clavet-ear (N-ear), sino clav-etear (V-etear), como en repiqu-etear. Desde este punto de vista se analiza, pues, clavetear como derivado de clavar, y repiquetear como derivado de repicar. Más complejo resulta el caso de aletear, que el diccionario define como ‘mover frecuentemente las alas (un ave)’ y también como ‘mover frecuentemente las aletas (un pez)’ —véase el § 23.3w—. Existe el verbo alear (‘mover las alas’), aunque es desconocido para muchos hablantes. Si se tiene en cuenta este hecho, cabría pensar, desde el punto de vista sincrónico, en las segmentaciones al-etear (‘mover las alas’) y alet-ear (‘mover las aletas’), especialmente si se desea que la derivación mantenga la transparencia morfológica en los esquemas productivos.

8.2f Como se ha indicado, la posible transparencia de todos estos esquemas no es un factor pertinente en la morfología histórica. Se suele derivar el verbo abofetear del antiguo sustantivo bofete, que designaba un golpe propinado en el carrillo, pero también del inglés buffet ‘puñetazo’. Aun así, otros autores sostienen que es una formación onomatopéyica. La mayor parte de los hablantes no reconocen en esta voz una base de derivación, aun cuando encuentren relación semántica con el sustantivo bofetada. La postulación de las llamadas bases perdidas o bases no accesibles constituye una diferencia muy clara entre la morfología sincrónica y la diacrónica, tal como se señala en los § 1.6e, 5.1p y 7.1g. La relación significativa entre base y derivado era transparente en gran número de formaciones latinas. Dicha composicionalidad del significado también se mantiene a menudo en las voces españolas correspondientes. En tales casos, la metodología empleada en la morfología sincrónica conduce a considerar que estas voces son derivadas en español, en lugar de remontarse a sus étimos latinos.

8.2g También se explica en algún otro capítulo (§ 5.1v) que la relación sincrónica que se establece entre la base y el derivado es a veces clara desde el punto de vista semántico, pero difícil de establecer desde el morfológico. Así, pueden derivarse sincrónicamente anochecer y atardecer de noche y tarde mediante el esquema a-N-ecer. El hablante percibe, sin embargo, una relación semántica similar entre mañana y amanecer, pero la morfología no le permite establecerla. De hecho, en la morfología sincrónica no se suele presentar man- como variante de mañana, a pesar de la relación semántica que el paradigma completo pone de manifiesto. Desde el punto de vista histórico, amanecer se formó sobre *admanescĕre, verbo derivado del adverbio latino mane ‘por la mañana’.

8.2h La morfología sincrónica postula a menudo raíces alternantes o alomórficas, como bombard- para bomba en bombard-ear (no bombear, en el sentido pertinente aquí), históricamente derivado de bombarda (cierta pieza de artillería). Desde el punto de vista diacrónico, la raíz es solo una: bombard- (de bombarda); naveg- para nave en naveg-ar (no *navear), históricamente derivado del latín navigāre; raig- para raíz en a-rraig-ar, procedente de ad-radicāre (se registra raicear en Honduras, Costa Rica y otros países centroamericanos); cabalg- para caballo en cabalg-ar, derivado de caballicāre y repetida en cabalg-adura.

8.2i También se requieren en la morfología sincrónica algunos sufijos alternantes, como por ejemplo los segmentos -et- (en el citado clavetear), -ot- (manotear) y otros similares que, desde el punto de vista histórico, son parte de la base, como se explicó arriba. Es especialmente pertinente en este sentido el verbo pavonearse, que los hablantes suelen relacionar con el sustantivo pavo, no necesariamente con el sustantivo pavón (latín pavo, -ōnis, ‘pavo real’), del que se deriva. No parece correcta la segmentación pav-onear, ya que no se suele reconocer un sufijo verbalizador -onear en español. Repárese en que no puede identificarse este morfema en los verbos bribonear, remolonear, sermonear y otros terminados en -onear, ya que el segmento -ón- forma parte en ellos de la base léxica (bribón, remolón, sermón) y no del afijo verbal. Como se explica en los § 1.6g y ss., la conciencia que el hablante puede tener de las bases léxicas es un factor irrelevante en la morfología histórica, pero es importante en la sincrónica, aun cuando está sujeto —según se ve— a numerosas irregularidades. De acuerdo con lo que se ha señalado, el punto de vista mixto que aquí se adopta consiste en atender fundamentalmente a los factores sincrónicos sin omitir los diacrónicos en los numerosos casos en los que se consideran oportunos.

8.2j Como en el resto de la morfología léxica, se reconocen en la derivación verbal numerosas bases cultas, unas veces en alternancia con las patrimoniales (ondular ~ ondear; coagular ~ cuajar; radicar ~ arraigar; fustigar ~ hostigar; liberar ~ librar) y otras sin variantes propiamente patrimoniales (gesticular). Al igual que sucede en la derivación adjetival en -ísimo7.4h; notable > notabilísimo), en la derivación verbal aparecen sistemáticamente las variantes cultas en -bil- de las bases que contienen el afijo -ble: estable > estabilizar; impermeable > impermeabilizar; responsable > responsabilizar, y otras muchas más.

8.2k Se mencionan en el § 1.6k y también en el § 5.7 algunos problemas de direccionalidad que surgen en la derivación verbal, en particular en los casos en que debe optarse entre una base verbal para un derivado nominal (ayudar > ayuda) y una base nominal para un derivado verbal (cepillo > cepillar). Se señala generalmente que sustantivos abstractos como ayuda, mezcla, pesca, quema; acopio, sollozo, sustento; despeje, despiste, empuje, etc., se derivan de verbos mediante los afijos -a, -o y -e (que se estudian en los § 5.6 y 5.7). En cambio, los esquemas N-ar y N-ear suelen formar verbos tomando bases nominales casi siempre concretas (herrar, martillear), salvo en el caso de los sustantivos terminados en -ción o -sión, de los que derivan verbos como promocionar o comisionar. Obsérvese que no se plantea el problema de la direccionalidad en muchos derivados en N-ear (es claro que el orden debe ser cabeza > cabecear > cabeceo), pero no debe olvidarse que existen nombres en -eo que no proceden —al menos, diacrónicamente— de verbos en -ear (abanicar > abaniqueo; espigar > espigueo), y que entre las bases de los verbos derivados con la pauta N-ear se encuentran algunos nombres abstractos que no terminan necesariamente en -ción o -sión, como en lisonja > lisonjear.

8.2l Las cuestiones que se suscitaron en el apartado precedente son polémicas. Los morfólogos que operan en la vertiente sincrónica hacen notar que la segmentación no ha de respetar la dirección histórica del proceso derivativo, sino las pautas morfológicas que se reconocen en el español contemporáneo y la relación semántica que en la actualidad se establezca entre la base y el derivado. Así, se suele analizar temblequear según la pauta N-ear, aunque el sustantivo tembleque (o tembeleque) se derive históricamente de temblequear (o tembelequear), no al contrario. Menos claro resulta elegir en la morfología sincrónica entre la dirección cuchichear > cuchicheo y la dirección cuchicheo > cuchichear (la primera opción es la correcta históricamente), o entre la derivación desear > deseo y deseo > desear. En este último caso, la dirección adecuada desde el punto de vista histórico es la segunda. Se analizan otros aspectos de este complejo problema en el § 5.7.

8.2m El vocalismo de las bases léxicas en la derivación verbal no es muy diferente del que se observa en otros ámbitos de la formación de palabras. Tanto la parasíntesis como la sufijación respetan la eliminación de la vocal final de la base: a-llan(o)-ar; activ(o)-ar. La cancelación de esta vocal se produce también cuando coincide con la primera vocal del afijo, como en golp(e)-ear o en a-lin(e)-ear. Como se señala en los § 7.4i y 9.5e, los grupos -io, -ia no suelen ser excepcionales en la formación de diminutivos (limpito) y superlativos (limpísima), puesto que el segmento -i- se mantiene en ellos y se funde con la vocal final. Generalmente, este segmento también se mantiene en la derivación verbal: limpiar, ampliar, enturbiar, amplificar, momificar, pero se pierde en necear (< necio), ensoberbecer (no *ensoberbiecer) y en los escasos verbos en N-ear cuyas bases nominales terminan en -ío o -ía, como en fantasear (no *fantasiear).

8.2n Se producen alternancias vocálicas entre la base y el derivado verbal en el caso de los diptongos /ue/, /ie/. Estos diptongos se mantienen muchas veces en sílaba átona, lo que supone en todos los casos un análisis sincrónico. Se trata de derivados como ahuecar (de hueco, aunque existió ahocar en el siglo xvi); enhuecar (aunque existieron enhocar y enocar); enchuecar (de chueco, usado en buena parte de las áreas andina, mexicana y centroamericana, así como en Chile); cuerear (‘azotar’, de cuero, usado en México, Centroamérica, las Antillas y el área andina); encuerarse (‘desnudarse’ en gran parte de América, pero ‘amancebarse’ en Venezuela); enfierecerse (de fiera); adueñarse (de dueño); aviejarse (de viejo); empiernarse (de pierna, documentado en la mayor parte de las áreas mexicana y centroamericana, en el Caribe, en Chile y en los países andinos, pero menos usado que empernarse en la Argentina); abuenarse (‘reconciliarse’, de bueno, igualmente extendido en el español americano); cuerpear (‘hurtar el cuerpo’, en parte de las áreas andina y rioplatense), entiesarse y otros casos. Algunos de estos usos son propios de la lengua popular, pero otros se extienden a los registros conversacionales de la lengua estándar en los países en que se emplean. Se ejemplifican a continuación algunos de los verbos mencionados:

Daniel se ha aviejado mucho, a partir de que cerraron la fábrica para él fue un golpe (CREA oral, España); Se empiernó con la Malinche sobre una estera náhuatl (Delgado Senior, Sub-América); Tú sabes que yo estuve encuerado con ella por mucho tiempo (Herrera Luque, Casa); Chile se abuena con los vecinos (Nación [Chile] 17/12/2004); Dos hombres que aguantan cualquier cosa cuerpean al defensor, protegen la pelota (Prensa [Arg.] 4/5/1992); Hacían como que reían, se entiesaban, una mueca, y caían asfixiados, incapaces de otro duelo colectivo (Medina, D., Cosas).

Aun así, se produce con más frecuencia la monoptongación:

aliento > alentar; caliente > calentar; cierto > certificar; cimiento > cimentar; creciente > acrecentar; fuerte > fortificar; invierno > invernar; muela > amolar; nieve > nevar; pariente > emparentar; piedra > empedrar; serpiente > serpentear; viento > aventar; vuelta > voltear.

8.2ñ Alternan, aunque con desigual distribución, amueblar y amoblar en muchos países americanos, pero se usa amueblar en el español europeo. Se registran asimismo abuñolar y abuñuelar (de buñuelo); adestrar y adiestrar (de diestro; la primera forma no pertenece hoy a la lengua culta, aunque era frecuente en el español antiguo); desosar y deshuesar (de hueso); emporcar y empuercar (de puerco); enclocar y encluecar (de clueco); engrosar y engruesar (con preferencia por la primera variante en el español general); entiesar y entesar (de tieso, más raro el segundo); pescuecear y pescocear (de pescuezo). Para la diferencia de significado entre los dos últimos, véase el § 8.3ñ.

8.2o La alternancia /e/ ~ /i/ se percibe en dictamen > dictaminar; margen > marginar; origen > originar y otros pocos derivados. En la lengua hablada (más frecuentemente en el español americano que en el europeo) la terminación -ear se convierte a menudo en -iar (alin[á]r, canturr[á]r, delin[á]r, pas[á]r, pel[á]r) como consecuencia del cambio fonético que tiende a favorecer la creación de diptongos mediante el cierre vocálico (cf. teatro pronunciado por algunos t[á]tro). Este proceso no se considera propio de los registros formales. Conviene hacer notar que representa una excepción a esta regla general el caso de cuchichiar, que constituye la forma correcta del verbo que designa la acción de cantar el macho de la perdiz.

8.2p El latín formó varios verbos en -ire, unas veces coexistentes con verbos en -re (captre y el hipotético *captire, de captus, derivado de capĕre) y otras veces como formas únicas procedentes de adjetivos o participios (*altire, de altus). Como se sabe, la palatalización de la /t/ en el grupo -ty- condujo en romance a una africada dentoalveolar /ts/, que posteriormente se desafricó y adelantó su lugar de articulación para interdentalizarse (en el español europeo): altus > *altire > alzar; ruptus > *ruptire > rozar. No se suelen considerar derivados estos verbos en -ar porque en el análisis sincrónico se pierde la conciencia lingüística del adjetivo del que proceden. Existen excepciones, como aguzar (< agudo), que históricamente procede de *acutire, derivado de actus. El análisis sincrónico exige aquí una variante alternante de la base (aguz-), similar a la que se postula para adelgazar en el esquema a-A-ar: delgaz-. También en este último caso, mencionado en el § 1.7i, la interdental o alveolar que se observa en la base procede de una forma latina en -iare (delictus > *delicatire > delgaçar > adelgazar).

8.2q También debe postularse sincrónicamente la variante alternante ens- del prefijo en- que aparece en ensanchar, aunque existe el verbo enanchar, usado actualmente en la lengua popular de algunos países, que se formó sobre el esquema en-A-ar. El verbo ensanchar se deriva históricamente de exampliāre. La -n- epentética se desarrolló en este caso del mismo modo que en otras formas prefijadas en ex- (exemplum > esp. ant. enxiemplo). Lo mismo sucede en el verbo ensalzar, que, si bien no se suele considerar derivado en la morfología sincrónica, se remonta a altus y es el resultado de un proceso similar al sufrido por otros verbos mencionados arriba (altus > *altiāre > *ex-altiāre). El origen de la -n- epentética de ensalzar es similar, por tanto, al de la que aparece en los ejemplos anteriores formados también con el prefijo ex-.

8.2r En la descripción sincrónica se postulan asimismo numerosos casos de haplología (véase el § 1.7j y también los § 5.2c y 7.1f) que no tienen correlato en la morfología diacrónica. Los adjetivos en -ico con acento en la sílaba anterior a la que contiene la vocal -i- reducen un grupo (no siempre silábico) de su base, como en electr(ic)-izar (electrizar, no *electricizar), polem(ic)-izar (polemizar, no *polemicizar), hipnotizar, mecanizar, traumatizar y otros muchos. No se da, por tanto, la alternancia /k/ ~ /s/ (/θ/ en la mayor parte del español europeo) en estos radicales. También existe haplología en la derivación de independizar, que se usa en lugar de la forma regular *independentizar. Los derivados en A-ificar de adjetivos terminados en -ico (ident(ic)-ificar) se comportan como los derivados en A-izar. Alternan volatizar (con reducción de -il) y volatilizar, que es la forma preferida, sin ella. En cambio, la reducción es necesaria, desde el punto de vista sincrónico, en brindar (< brindis) y otros casos que no requieren haplología en el análisis diacrónico. No existen, por tanto, los verbos *brindisear o *brindisar.

8.2s Son poco numerosos los procesos de reanálisis o reinterpretación morfológica en la derivación verbal. Suele señalarse el que explica la ausencia de la vocal a en el verbo enmarillecer, de muy poco uso. Se mantiene la a en las variantes enamarillecer, amarillecer, amarillear y amarillar. La ausencia de la a en la forma mencionada se explica históricamente como resultado de la reinterpretación indebida de esta vocal como prefijo en el esquema a-A-ar.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
alomorfo, alternancia, haplología

 

Nueva gramática de la lengua española
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