Morfología

9. La derivación apreciativa

9.6 Interpretaciones de los diminutivos

9.6a Como se explicó en las secciones precedentes, los diminutivos no lexicalizados expresan matices afectivos, especialmente familiaridad o cercanía, pero también ironía, cortesía e incluso menosprecio. En muchos de estos casos tales connotaciones pueden interpretarse como manifestaciones de la atenuación; otras muchas veces los sentidos primarios —en particular, los que aluden al escaso tamaño o la poca relevancia de algo— no pueden considerarse con independencia de los matices afectivos.

9.6b Por razones semánticas, la interpretación de tamaño (aproximadamente, ‘pequeño’, ‘de tamaño reducido’) suele resultar natural con los sustantivos que denotan seres materiales: casita, papelito, pueblito. Aun así, no se percibe redundancia si estos sustantivos se construyen de forma explícita con adjetivos de tamaño: una casita pequeña, partecillas menudas. El valor de atenuación se reconoce en el clásico ¿Leoncitos a mí? (Cervantes, Quijote II), en el que se usa el diminutivo para quitar importancia a tales animales. En la lengua actual, el sentido de atenuación o aminoración se extiende a numerosos sustantivos, sean abstractos (pecadito, problemita, trampita) o concretos (librito, pollerita, pulserita).

9.6c El diminutivo puede aportar también connotaciones negativas. Aunque no se detecta por lo general intención despectiva en el diminutivo de los nombres propios (salvo acaso cuando se usan con artículo, § 12.7ñ y ss.), se suele percibir menosprecio en los diminutivos derivados de algunos sustantivos de persona, como en abogadito, escritorcito, maestrillo, mediquito, politiquillo, profesorcito, etc. En otras formaciones análogas no se aprecian de forma tan clara esas connotaciones, pero el contexto puede favorecerlas en casos particulares: soldadito, ancianito. En el español europeo es frecuente asociar el menosprecio a algunos usos de -illo más que de -ito, como en modistilla, frente a modistita, y en otros derivados similares. Se ilustran algunos de los usos mencionados en los textos siguientes:

Padre los despreciaba porque eran comerciantes y abogaditos de los rincones tórridos de la provincia, gente sin linaje (Martínez, Mano); No se trata de mí, sino de ti, un maestrillo mediocre, un fracasado que nada pudo hacer por sí mismo (Usigli, Gesticulador); El mediquito de las barbas negras las iba a pasar moradas si pretendía medirse con ella (Luca Tena, Renglones); Tiene el buen gusto de no admitir en su casa a los politiquillos y diaristas que infestan a Cádiz (Galdós, Episodios); Encuentran por la calle cualquier modistilla lo suficientemente cándida para que crean en su palabra (Sawa, Mujer).

En el lenguaje publicitario, y también en el que se dirige a los niños, es frecuente emplear los diminutivos como recurso eufemístico. Se rebaja de esta forma el efecto de ciertas palabras que se perciben como incómodas o inconvenientes en determinados contextos: las braguitas, la cosita, el culito, etc.

9.6d En los sustantivos que denotan acciones y sucesos se suele obtener una interpretación temporal (‘breve’, ‘de corta duración’), como en paseíto, viajecito. Se exceptúan las oraciones exclamativas, tanto las introducidas por los adjetivos menudo o valiente, que se analizan en el § 42.13q, como otras en las que el contexto deja claro que no es la brevedad del suceso lo que se destaca: “Uff, qué viajecito”, la escuché decir (Quintero, E., Danza). En los sustantivos que expresan medida (kilo, mes, año, docena), la aparición del diminutivo no modifica la magnitud denotada por el nombre. Como en los casos anteriores, las palabras derivadas (kilito, mesecito, añito, docenita) adquieren connotaciones afectivas o atenuadoras relacionadas con la forma en que esas magnitudes se perciben o se valoran:

Solo tomó para desayunarse un vaso de leche, una taza de chocolate y una docenita de bizcochos (Rizal, Noli); Yo desde luego volvía, aunque solo fuera a pasar una semanita al año (Sierra Fabra, Regreso); Espérenlo un segundito que ahorita viene (Bayly, Días); Para tenerlo un par de añitos lejos de Ciudad Trujillo […] (Vargas Llosa, Fiesta); Me arropé y traté de dormir una hora, necesitaba al menos esa horita (Montero, M., Capitán); Nos mira con aprensión o desasosiego, temeroso de que vayamos a contagiarle unos kilitos de más (Prada, Animales).

9.6e Los sustantivos contables suelen admitir los diminutivos con mayor frecuencia que los no contables, como en Sentía mucho dolor (no contable), frente a Noto un dolorcito (contable); Me fue de poca ayuda (no contable), frente a Le pidió una ayudita (contable); No había esperanza, frente a Nos ocultábamos esa pequeña esperancita (Puga, Silencio). Como se indica en el § 12.3c, es relativamente frecuente en español que los mismos sustantivos admitan, con interpretaciones distintas, usos como nombres contables (una luz, varios trabajos, dos caminos) y como no contables (bastante luz, poco trabajo, mucho camino). Aunque se encuentran excepciones, como mucha penita, bastante calorcito, qué airecito o más arrocito, el diminutivo suele resultar más natural en el primer caso que en el segundo, en especial si se habla de nociones materiales. Se dice, pues, Aquí hay poca luz para leer (uso no contable de luz, sin diminutivo), junto a las lucecitas que se veían en el cielo (uso contable de luz); Tenía mucho trabajo (uso no contable de trabajo, sin diminutivo), junto a Tenía entonces varios trabajitos (uso contable de trabajo). He aquí algunos ejemplos de sustantivos contables con diminutivos:

Unos meseros muy serios nos administraban panecitos con caviar y copas de champagne (Mastretta, Vida); Siempre necesita vinitos, galletas y hasta uno que otro manjar enlatado que ofrecer a sus clientes (Hayen, Calle); Salvo algunos trabajitos en revistas poco importantes, no publicó nada más (Ponte, Contrabando); Bueno, todos los presidentes tienen sus amorcitos, ¿por qué este habría de ser la excepción? (Victoria Zepeda, Casta); No estoy de humor para cariñitos (Serna, Seductor).

Otras veces, los sustantivos contables prefieren los diminutivos en sus acepciones más concretas, en lugar de en las más abstractas, como en Guardo un buen recuerdo de ese viaje, frente a ¿Me permite, señora marquesa? Quisiera sacar un recuerdito nuestro (Rossardi, Visita).

9.6f Los nombres no contables denotan materias o sustancias, como se explica en el § 12.1f, lo que descarta la noción de ‘tamaño’ en los diminutivos que se derivan de ellos. Las demás interpretaciones, en particular las connotaciones afectivas, son a menudo admisibles, como se ha visto, pero de manera menos sistemática. Los sentidos más claramente físicos o materiales de otros sustantivos muestran la misma tendencia a aceptar diminutivos con más naturalidad que las acepciones que denotan significados más abstractos: ¡Qué tiempecito tenemos! (tiempito en América; tiempo atmosférico), frente a ¡Cuánto tiempo ha pasado! (sin diminutivo; tiempo cronológico). Aun así, el uso de un facilita el diminutivo en alguna de estas construcciones, como en Pasó un tiempito y empezó el exilio (Galeano, Días). Contrastan de forma análoga Decidió echar un sueñito (un sueñecito en España) y Su más anhelado sueño (sin diminutivo). Varios nombres propios de mujer (Esperanza, Paz, Socorro, Virtudes) admiten diminutivos (Esperancita, Pacita, Socorrito, Virtuditas), que resultan muy infrecuentes en los nombres comunes con los que se corresponden:

Esa mujer, me decía, refiriéndose a mi hija Esperancita, esa mujer es toda ella un error incomprensible (Piglia, Respiración); Sí, la puntuación la hemos otorgado, en una reunión ante notario, mi amiga Pacita, mi hermana Virtuditas y mi prima Pura y una servidora (CREA oral, España); Taranto estudió con Nelly Pacheco y Socorrito Villegas (País [Ur.] 6/9/2001).

9.6g La interpretación del diminutivo en los adjetivos calificativos y en los adverbios es la intensificativa, aunque con diversos grados y matices: solito (‘muy solo’); grandecito (‘relativamente grande’); calentito o calientito (‘bastante caliente’; recuérdese el § 9.1ñ); cerquita (‘muy cerca’); tempranito (‘muy temprano’). Como en los casos anteriores, la significación afectiva sigue predominando, puesto que no se percibe redundancia en muy calentito o bastante grandecito. En general, no se observa contradicción alguna en la formación de diminutivos a partir de adjetivos que denotan tamaño o edad (pequeño > pequeñito; chico > chiquito; menudo > menudito; grande > grandecito), ya que el diminutivo posee en estos casos interpretación cuantificativa (‘muy pequeño’, ‘bastante grande’, etc.): Bueno, yo soy grandecito, ¿no?, dejame que mi vida me la administre como pueda (Puig, Beso).

9.6h El sufijo diminutivo no intensifica siempre la cualidad denotada por la base léxica, sino que a veces la rebaja o la atenúa, en particular con los adjetivos de color (rojito ‘un poco rojo’; verdecito ‘verdoso, verde claro’), pero también con los que pertenecen a otros grupos semánticos: pesadito (‘un tanto pesado’), alegrito (‘algo alegre’), modosita (‘algo modosa’, a veces con ironía), guapito (‘guapo con alguna reserva’, en lugar de ‘muy guapo’). El significado cuantificador deja paso muy frecuentemente al expresivo en los derivados en -uelo/-uela, más habituales en España que en América, como ojuelos ‘ojos vivos o risueños’. El derivado ladronzuelo (‘ladrón de poca monta’) atenúa asimismo el significado de ladrón añadiéndole un matiz de indulgencia.

9.6i Los derivados transparentes en -ete/-eta denotan ironía, complicidad o atenuación, aunque también en diversos grados como en amiguete, calvete, dinerete, galancete, golfete, grupete, mentirosete, sombrerete, vejete:

A jugar y a las cosas que vienen jugando aprendemos solos o con ayuda de cualquier amiguete (Savater, Valor); Aparecieron entre los laureles la gringa y el galancete haciendo señas de regresar a México (Fuentes, Frontera); […] durante la reciente juramentación de congresistas, marcan la pauta del grupete (Caretas 7/9/2000); Mentirosete, en el primer trimestre no subió el paro […] en Madrid. Esa era la cifra interanual (Público 7/2/2009).

El sufijo -ete se emplea más en el español europeo, pero son comunes en varios países americanos términos como caballerete, calvete, galancete, grupete o vejete. Otras veces, los derivados en -ete se usan en América como formas lexicalizadas: Toda chimenea debe llevar un sombrerete a la salida, que la cubra por completo pero que no impida la normal salida del flujo gaseoso (Fernández Chiti, Hornos).

9.6j Por oposición a los usos atenuativos descritos en los apartados precedentes, el diminutivo sugiere con ciertas bases un grado mayor de intensificación que el correspondiente a los adverbios bastante o muy, como en Estaba loquito por ella (‘completamente loco’) o en El coche estaba nuevecito (‘completamente nuevo’). Aun así, la base léxica determina en gran medida estas interpretaciones. Por ejemplo, el adjetivo llenecito, dicho de un estadio deportivo, sugiere un grado de completitud mayor que llenito aplicado a un niño, pero se pierden matices expresivos en estos contrastes que resultan difíciles de sistematizar.

9.6k Algunos participios adjetivales que admiten diminutivos no aceptan con naturalidad el adverbio muy (abarrotado, extasiado), lo que sugiere que el valor del sufijo está en esos casos más cerca de los significados aspectuales (‘completamente’, ‘del todo’) que del propiamente gradativo. Se obtiene esta misma interpretación en Dejó el coche muy equipadito (‘bastante equipado’). También en el diminutivo del cuantificador todo (todito, toditito), introducido en el § 9.2d, se aprecian significados próximos a ‘absolutamente’, ‘en toda su extensión’, ‘sin reservas’, en lugar de la interpretación gradativa, que resulta inapropiada por razones semánticas:

El noble inglés traía consigo en un baúl dos millones de libras esterlinas, todito en oro (Alonso, Supremísimo); Claro, pues, Dieguito. Yo sé todo toditito lo que pasa en la cueva de Baquíjano (Bayly, Días).

9.6l Los participios adjetivales sugieren por lo general la interpretación gradativa de los diminutivos, como en fritito (‘bastante frito’), heladito de frío (‘muy helado’) o cansadito (‘algo cansado’). Como se explica en el § 27.11l, los participios no aceptan diminutivos en sus usos plenamente verbales (He llegado, Fue traducido), pero se encuentran de manera excepcional algunos usos correspondientes a esta pauta en los que se reconoce proximidad y afecto: Yo te quiero sin querer: / que te he tomaíto el cariño / cuando menos lo pensé (Machado, M., Poesía).

9.6m El diminutivo no tiene significado gradativo en los adverbios deícticos (§ 17.9f), como ahorita (‘ahora mismo’) o ahicito (‘ahí mismo’), en las zonas en que se emplean. Sobre allacito y allicito, recuérdese lo apuntado en los § 9.2b y 9.5n. Tampoco aporta el sufijo información cuantificativa cuando modifica al adjetivo mismo interpretado como una marca de identidad (mismito):

Al moverlos, iban dejando caer pedazos de cabellera. Aquello era el mismito infierno (Hayen, Calle); Le pedía al chofer que la soltara allí mismito (Vega, A. L., Crónicas).

En estos casos, el sufijo puede parafrasearse de forma aproximada con los adverbios justamente o exactamente. Este significado es el que se asocia también con el diminutivo en igual > igualito, tanto en el uso adjetival de esta voz como en el adverbial:

Si fuera por ustedes, sí que lo harían. Son igualitos a su padre (Corrieri, Así); Pero ven acá, chico… ¡Coño, pero si tú estás hablando igualito que esa gente! (Paz Hernández, Huelga).

9.6n En gran parte de las áreas centroamericana y caribeña, el adverbio ahorita (también ahoritita, ahoritica y ahoritiquita) se emplea para marcar la cercanía temporal de un evento, tanto si acaba de suceder (Llegó ahorita) como si está próximo (Voy a hacerlo ahoritica; Lo haré ahorita). En El Salvador se registra utualito con este mismo sentido, además de ahorita. Se ilustran estos usos en los ejemplos que siguen:

No me diga que estoy loca, yo la veo todo el tiempo, la veo ahoritica mismo mirándome (Fernández, P., Vientre); Ya sabían cómo éramos los muchachos y que ahoritita les hacíamos campo a los nuevos que iban llegando (Obando, Paraíso); […] la hermana mía que salió ahorita (CREA oral, Venezuela); Mi papá volverá ahorita (Vargas Llosa, Loco); Alguien había entrado utualito a la sala llegando del corredor (Salarrué, Trasmallo).

Se usa asimismo lueguito con esta interpretación, como en Si quieren honrarnos con su presencia tenemos que salir lueguito (Cabada, Agua), es decir, ‘ahora mismo’, pero puede también significar ‘inmediatamente después de algo’, como en Nosotras, con doña Tomasita, vamos a salir lueguito que se acabe la primera misa (Yáñez, Filo). El adverbio adelante se construye frecuentemente con el sufijo diminutivo -ico en el habla popular del Caribe: Mi compa y yo vamos aquí adelantico a pedir ayuda (Bain, Dolor). También se registra la variante alantico: Pase alantico (Tamayo, Hombre). El sufijo gradúa la cercanía espacial de alguna cosa, como en Eso queda más alantico (‘un poco más allá’).

9.6ñ Los sustantivos que forman parte de locuciones pueden admitir también diminutivos, como en al ladito suyo, por la mañanita, de mañanita, a la tardecita. En estos casos no se obtiene la interpretación de tamaño, brevedad o relevancia correspondiente a los sustantivos derivados (lado > ladito; mañana > mañanita; tarde > tardecita), sino una interpretación cuantificativa, aproximadamente, ‘muy cerca de él o de ella’ en a su ladito (también ‘justo a su lado’); ‘muy temprano’ en de mañanita; ‘a últimas horas de la tarde’ en de tardecita o a la tardecita:

Su deseo es que le dé alguna de las tres mesas desocupadas que están al ladito de la pista (Sada, Mentira); Si fuéramos ricas tendríamos el cuarto de baño al ladito de la alcoba (Vázquez, Á., Juanita Narboni); Por la mañanita, entró con la fresca a la ciudad (Morón, Gallo); Él iba a decir la misa al Espejo muy de mañanita, como a las cinco de la mañana (CREA oral, Venezuela); Evite el Downtown de noche, de día es muy concurrido pero a la tardecita, cuando las oficinas cierran, se convierte en un lugar inhóspito (Dios, Miami).

A esa interpretación se añaden, como en los casos anteriores, las connotaciones afectivas propias del diminutivo.

9.6o Como se comprobó en los apartados precedentes, las interpretaciones cuantificativas o gradativas del diminutivo están presentes a la vez que los matices expresivos. Estas últimas connotaciones conllevan muy a menudo alguna valoración positiva de la situación o del estado de cosas descrito. Así, el participio citado fritito no sugiere únicamente ‘muy frito’ si se aplica a algún alimento, sino también ‘apetitoso’. No obstante, en el Ecuador y en otros países andinos se registra también fritito en el sentido de ‘apenas frito, ligeramente frito’. El adjetivo agarraditos no significa únicamente ‘muy agarrados’, sino que sugiere también ‘de buen grado’ o ‘en actitud cariñosa’. Se aplican valores similares a otros muchos casos, y se obtienen así diversos matices en los que se transmiten —en contextos también distintos— estima, benevolencia, simpatía, complacencia, complicidad, pero también ironía, desaire o censura en ciertas situaciones, como ya se ha explicado. La expresión este librito puede sugerir modestia si la emplea el autor de un libro, pero podría transmitir menosprecio si la usara un crítico. La entonación resulta a veces determinante para deslindar estas connotaciones.

9.6p Se observó en el § 9.6c que se usan con mucha frecuencia los diminutivos —y, en general, los derivados apreciativos— en el lenguaje empleado con los niños. Cabe agregar que, por el contrario, las variantes no lexicalizadas de los sufijos afectivos aparecen raramente en los discursos de contenido más objetivo, como la prosa científica, la didáctica, la jurídica o la administrativa. No son infrecuentes, sin embargo, en la prosa ensayística, en el lenguaje periodístico y en el literario, puesto que los significados afectivos mencionados son compatibles en gran medida con los contenidos que se transmiten en todos esos géneros. De hecho, los escritores han usado tradicionalmente los diminutivos para potenciar los muy variados matices afectivos que conllevan, y en ocasiones han puesto de manifiesto de forma explícita el poder de tan expresivo recurso en sus propios textos: —¿Un hotelito? —dijo ella, y, como siempre, los diminutivos sonaron más siniestros que la palabra propia (Cabrera Infante, Habana). A los hispanohablantes europeos les ha llamado habitualmente la atención la mayor abundancia de diminutivos que caracteriza el español americano, y los escritores no han evitado tampoco en sus textos las referencias ponderativas a su uso: Se despedía de la señora de sus pensamientos diciendo: “Adiosito. Ahorita vuelvo”, con un balanceo de hamaca en los diminutivos (Clarín, Regenta).

 

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