Sintaxis

48 La negación

48.13 La elipsis en las oraciones negativas. Fragmentos negativos y negaciones idiomáticas

48.13a La elipsis en la disyunción es característica de las construcciones negativas nominales —como en la denuncia sobre la presencia o no de amianto (Mundo [Esp.] 6/3/1995), donde se sobrentiende el sustantivo presencia tras el adverbio no— y también en las verbales, como en Cerré los ojos y no sé si llegué o no a dormirme (Landero, Guitarrista), donde se sobrentiende el verbo llegué tras o no. En los § 31.8c y ss. y 43.7i se explica que el segmento elidido puede ser más complejo en estas construcciones. Recuérdese que la combinación «no + sustantivo» (la no presencia) se analizó en los § 48.2p-t.

48.13b La elipsis de grupo verbal es característica de las oraciones negativas en los contextos de coordinación, no solo en los que intervienen conjunciones disyuntivas (como en ¿Reparaste la avería o no Ø?, donde Ø es equivalente a reparaste la avería), sino en los que contienen conjunciones copulativas, como en Ella estaba de acuerdo y él no Ø (donde Ø representa el contenido estaba de acuerdo), y también adversativas, como en Alejandra ha cumplido con sus obligaciones, pero Pablo no Ø (donde Ø equivale a ha cumplido con sus obligaciones). Esta es una propiedad que el adverbio no comparte con también y tampoco: El caballo no bastaba a mis ansias, pero el hombre tampoco (Clarín, Señor), tal como se explica en los § 31.8c y 40.8a. La posibilidad de elidir el grupo verbal en oraciones negativas no está restringida a oraciones adyacentes, sino que pueden intercalarse otras entre la que contiene el grupo verbal elidido y la de su antecedente, como en Ella ha descubierto todas sus cartas, pero creo que él no.

48.13c La supresión del grupo verbal requiere una estructura paralela a la del grupo explícito, de manera que su información pueda ser recuperada a través de esa construcción. El segmento que precede a la negación puede ser o no sujeto, pero suele ocupar la posición de tópico:

Ahora sí puedo enseñarte… Tú sabrás mucho de guerras y hombradas, pero de esto no (Sampedro, Sonrisa); Para ti, por lo visto, eso es vital, pero para mí no (Moncada, Cena).

Además del adverbio no, admiten el proceso que se analiza los indefinidos negativos. Piensan algunos autores que lo hacen en la segunda variante de la alternancia negativa descrita en el § 48.3a, pero otros no coinciden en este análisis. Cabe pensar que el adverbio jamás que aparece en Antonio siempre interpreta los mapas correctamente, pero Ricardo, jamás representa el segmento ‘jamás los interpreta correctamente’, donde se marca la información elidida. El adverbio tampoco exige negación previa en las condiciones que se analizaron en el § 48.8c y da lugar a la misma estructura, como en el ejemplo de Clarín citado en el apartado anterior El caballo no bastaba a mis ansias, pero el hombre tampoco, donde se entiende ‘tampoco bastaba a mis ansias’.

48.13d La identidad de sentido entre el grupo elidido y su antecedente explica que la elisión verbal en oraciones negativas tenga lugar en construcciones caracterizadas por el paralelismo de las oraciones que se relacionan. El fenómeno se produce en las estructuras coordinadas, como se ha visto, pero también en las yuxtapuestas y en los diálogos:

Tuve deseos de abrazarlo, pero me contuve. Él no (Cuauhtémoc, Grito); —Tú te quedas con la abuela. —Llévame, antes me llevabas. —Pues ahora no, ¿estamos? (Chacón, Voz).

Las estructuras subordinadas, por el contrario, no admiten la elipsis de grupo verbal en presencia de la negación. En todos los casos se hace necesaria la repetición del verbo, ya que, si este se omite, el resultado es agramatical:

*Marta friega porque su hermano no Ø; *Uno hace todo lo que el otro no Ø; *He leído estos días un libro que tú no Ø.

La conjunción adversativa mientras (que) se asimila a las coordinadas, por lo que admite la elipsis: Él hace su trabajo, mientras que tú no Ø. En cambio, la conjunción temporal mientras, que significa ‘al mismo tiempo que’, se considera conjunción subordinante, lo que permite explicar por qué no acepta la elipsis: *El uno estudiaba mientras el otro no Ø. Véase también, en relación con esta pauta, el § 31.13.

48.13e Pueden resultar ambiguas las oraciones formadas con grupos verbales elididos si se subordinan a ciertos predicados parentéticos (§ 48.12g), también llamados de afirmación débil, como creer, pensar y otros de los que admiten negación anticipada. El verbo omitido puede ser en estos casos el de la oración principal o el de la subordinada. En Juan cree que Olga ha hecho trampas, pero David no Ø, cabe entender que Ø representa el contenido ‘ha hecho trampas’, o bien ‘cree que Olga ha hecho trampas’. En todas estas oraciones, el contenido del grupo verbal elidido se recupera anafóricamente. Es posible asimismo que se recupere catafóricamente16.6e), esto es, que la oración que sirve de referente siga a la que contiene la elisión. Así, el predicado elidido tras el adverbio no en el texto siguiente es está aquí, que aparece después que ese adverbio: Todo el mundo me dice que no, pero por mi madre santa que está aquí (Santos Febres, Pez).

48.13f La elipsis de grupo verbal de la que se habla en los apartados precedentes es total, en el sentido de que afecta a la totalidad del grupo verbal omitido. Se diferencia en este aspecto de la que se permite en otras oraciones coordinadas. Como se explica en el § 31.8, la elipsis en la coordinación es muchas veces parcial, en el sentido de que el elemento que se elide es el verbo y alguno de sus complementos, pero no el grupo verbal en su conjunto. En el ejemplo que sigue se subraya el grupo verbal, en el que Ø representa solo una parte de él, concretamente el segmento ‘tomaba el tren’: Ella tomaba el tren a las ocho de la mañana, y él Ø a las ocho y media. Se ha observado que este tipo de elipsis no es admisible en las oraciones negativas (*Juan ha conseguido sus objetivos este año, pero Cristina no el año pasado).

48.13g No son idénticas las construcciones de negación correctiva40.6l y ss.) y aquellas en que la negación constituye el único elemento fonéticamente realizado de un grupo verbal elidido. A pesar de su aparente similitud, las oraciones Juan avisó a Luis, pero no a Javier y Juan avisó a Luis, pero a Javier no poseen estructuras distintas. Como se explica en los apartados a los que se remite, la primera supone un caso de negación contigua de interpretación correctiva. Aunque algunos autores entienden que esas estructuras contienen también elisión, otros se inclinan a pensar que la expresión del contraste no requiere hacer uso de este recurso sintáctico en la gramática española. Desde este punto de vista —adoptado aquí—, tampoco contiene elipsis el segmento subrayado en No hablé con Juan, sino con Luisa. En general, las estructuras de negación correctiva descritas en los § 40.6l y ss. son distintas de las que permiten la elipsis de grupo verbal. Así, por ejemplo, el análisis de la elipsis se aplica difícilmente a los segmentos correctivos que aparecen en incisos anteriores al predicado verbal, como el subrayado en Usted, y no su jefe, es el único culpable. Existen otras limitaciones similares. No obstante, se reconoce por lo general que los análisis que evitan la elipsis en todas estas estructuras han de sustituir ese recurso por condiciones formales que establezcan un paralelismo estricto entre los elementos focales que se vinculan.

48.13h El adverbio no es apropiado para responder preguntas de o no42.6b), como en —¿Quieres venir? —No. Como se hizo notar en el § 48.3k, suele aceptarse que esta forma de respuesta implica la elipsis de un grupo verbal (por tanto, —No Ø). La información elidida puede alterar la persona verbal y también el verbo mismo con el que se construye la pregunta en función de las relaciones deícticas que se establecen (§ 17.1a). Así, la respuesta No a la pregunta ¿Quieres venir? se corresponde con los cambios indicados en No [quiero ir]. En —¿Les gustaría acompañarnos? —No, gracias, los cambios de persona se indican en No [nos gustaría {acompañarlos ~ acompañarlas}]. Véase también sobre este punto el § 42.7ñ. Respecto de la posible ambigüedad de la respuesta —No cuando la pregunta es negativa, véase el § 42.10.

48.13i En los § 16.6g y 31.8b se explica que la interpretación de los pronombres en los contextos anafóricos requiere alterar a menudo el género y la persona. En Mónica no es simpática, pero Juan tampoco lo es, se entiende ‘no es simpático’, con cambio de género. En Yo no he perdido del todo mi antiguo interés por esas cuestiones, y parece que tú tampoco, se entiende ‘has perdido tu antiguo interés’, no ‘he perdido mi antiguo interés’. Nótese que se requiere alteración de persona en el posesivo en —¿Vendrá tu hermano? —Creo que no Ø (donde Ø es equivalente a ‘vendrá mi hermano’).

48.13j En el § 48.13c se explicó que los indefinidos negativos en las respuestas se suelen interpretar de acuerdo con la segunda variante de la alternancia negativa, como en —¿Quién querrá ir? —Nadie (es decir, ‘Nadie querrá ir’), o en —¿Aceptarías el encargo? —De ninguna manera (es decir, ‘De ninguna manera aceptaría yo el encargo’). He aquí otros ejemplos similares:

¿Qué es lo que quieres? —Nada —dijo ella (Caballero Bonald, Pájaros); Porque, ¿cuándo había tenido ella una crisis como la que él tuvo, que no quería hablar y apenas comía? Nunca (Landero, Juegos); ¿Quién ha entrado? —Nadie, nadie —dije yo estúpidamente (Fernán Gómez, Viaje).

48.13k En la lengua medieval, y en parte también en la clásica, los indefinidos negativos se podían construir precedidos por el adverbio no en estos contextos. Así pues, se usaba no nadie con el sentido de nadie y no nada (o nonada) con el de nada para responder preguntas. He aquí algunos ejemplos de esta doble negación enfática:

Polandria: ¿Quién yua tras ti a darte tanta prisa? Poncia: No nadie (Gómez Toledo, Tercera); Si los que andar me vían tan caído / preguntavan “¿qué á?”, “¿de qué se’nfada?”, / respondía riendo: “de no nada” (Boscán, Poesías).

Esta opción se extendía a gran número de casos en los que estos indefinidos se empleaban en construcciones coordinadas y yuxtapuestas. Muchas, aunque no todas, pueden asociar se con la segunda variante de la alternancia negativa descrita en el § 48.3a:

Otrosi pocas vezes o no ninguna faze el almirante juyzio a çerca del gage de batalla (Mejía, F., Nobiliario); Todo para ti y no nada de que puedas dar parte (Rojas, Celestina); Pero creýa que fuessen pocos los que escapassen, o no ningunos (Núñez Cabeza Vaca, Naufragios); Las piernas eran muy largas y flacas, llenas de vello y nonada limpias (Cervantes, Quijote I); Acomodándose lo mejor que pudo en las ancas, las halló algo duras y nonada blandas (Cervantes, Quijote II).

48.13l Las respuestas negativas pueden consistir en locuciones (en absoluto, de ninguna manera), pero también en formas complejas segmentables sintácticamente. En ocasiones, estas unidades se componen de forma similar a como lo hacen las expresiones construidas a partir de negaciones contiguas en la forma que se explicó en los § 48.2c y 48.5b y ss. Así pues, No constituye una posible respuesta a una pregunta, como se ha señalado, pero también son respuestas admisibles las siguientes: No por mi parte; No de este lado del río; No hasta el martes; No si no me dan permiso; No sin haber terminado el trabajo, etc.: ¿Te molesta que fume aquí adentro? —preguntó. —No si me das uno (Ponte, Contrabando). Nótese que la información restrictora que sigue a no es agregada libremente por el hablante, por lo que no se requiere que se haya mencionado en el discurso previo. La opción de considerar las respuestas formadas con indefinidos negativos como manifestaciones de la segunda variante de la alternancia negativa (§ 48.3a) no resulta del todo adecuada para las combinaciones no mucho, no demasiado, no especialmente y otras similares, ya que estas formas de negación contigua no se admiten en ella. Así, en —¿Te gustó la novela? —No mucho, no cabría *—No mucho me gustó, sino —No me gustó mucho, donde las voces subrayadas no forman un único segmento sintáctico.

48.13m Los indefinidos negativos se usan en las respuestas acompañados de ciertos segmentos que las enfatizan o las atenúan. Están entre ellos las expresiones de cortesía con las que se rechaza un ofrecimiento: Nadie, gracias; No, muy agradecido. Las locuciones negativas De nada y No hay de qué se utilizan para responder a una manifestación de agradecimiento, junto con otras que se mencionan en el § 32.6e. Se usan expresiones como hasta donde yo sé y, sobre todo, que yo sepa para relativizar la rotundidad de las respuestas negativas: acusador: ¿De qué medios se valió usted para insinuar al acusado que cometiera el asesinato? abadesa: Ninguno que yo sepa (Ibargüengoitia, Atentado). Para enfatizarlas se emplean sobre todo en absoluto y absolutamente. Este último adverbio puede preceder o seguir a los indefinidos negativos:

—¿Qué debo hacer ahora? —Absolutamente nada (Schwartz, Conspiración); Los colores no quieren decir nada absolutamente, es apenas para diferenciarnos (Plaza, Cerrazón).

En cambio, en absoluto solo se documenta en la segunda opción: —¿Le ha ocurrido algo? —preguntamos Maribel y yo al unísono. —Nada en absoluto (Pardo Santayana, Beso). Estas expresiones son comunes a varios indefinidos negativos, como en {nada ~ nadie ~ ninguno} en absoluto, pero otras están más restringidas, como nada de nada (cf. *nadie de nadie) o de eso nada. La última se usa en muchos países para rechazar categóricamente una aseveración o una propuesta: Néstor.—[...] Si lo prefieren, puedo hacerlo yo. Rufina.—De eso, nada (Buero, Caimán).

48.13n Se emplean no y nada en la lengua conversacional como aperturas de turno discursivo. El uso de no que se subraya en los textos que se citan a continuación podría interpretarse aproximadamente como ‘No es necesario que me lo digas’:

Arnaldo: Sí, sí, me acuerdo. Pero te voy a informar algo que tal vez no sepas: Gómez murió el año pasado. Antonio: No, si ya me enteré (Ulive, Dorado); ¿Por qué no se lo cuentas a Gertru? —le he dicho yo. —No, si yo creo que ella ya se debe figurar algo (Martín Gaite, Visillos).

Esta pauta es también habitual cuando el que habla desea enfatizar una creencia o un pronóstico: Marialuisa asintió: —No, si ya te lo dije, ¿no te acuerdas que te lo dije? (Sánchez Ferlosio, Jarama). En el habla coloquial se usa nada para introducir respuestas en las que precede inmediatamente (de forma paradójica) a la información que se solicita:

—Bueno, ¿y qué más? —Nada, que Mesía, como era natural, se opuso (Clarín, Regenta); —¿Y qué dice? —Nada, que le saludan (Cela, Alcarria); —¿Qué hay ahí? —Nada, un buen fajo de acciones (Moreno-Durán, Diana).

Aunque el hablante contesta en todos estos casos a lo que se le pregunta, la presencia de nada sugiere que niega importancia a su respuesta o que la considera intrascendente. De hecho, nada puede usarse en estos contextos a modo de interjección, por tanto, sin que exista concordancia semántica con la palabra interrogativa que aparece en la pregunta: ¿Quiénes eran los dos mellizos? —Nada, cubanos que buscan trabajo (Obligado, C., Salsa).

48.13ñ También se usa pues nada para iniciar un turno discursivo, sea o no de respuesta, en el que se resta importancia a lo que se va a decir o se interpreta como previsible o esperable: ¿Qué pasa?, pues nada, que se sublevaron los que estaban dentro y fueron sometidos por las fuerzas leales a la república (Cela, San Camilo). Se emplea, además, como muletilla o como expresión de relleno, a menudo encabezando una recapitulación ficticia de lo que se ha dicho: —Pues nada, lo que necesites dímelo (Baroja, Árbol).

48.13o La expresión nada más y nada menos se utiliza como locución autónoma para enfatizar lo que se acaba de decir —Ese es mi día. Nada más y nada menos (Cabrera Infante, Vidas)—, pero también se inserta en la oración a la manera de adverbios de foco como precisamente, exactamente y otros similares: La silla presidencial, la Silla del Águila, es nada más y nada menos que un asiento en la montaña rusa que llamamos La República Mexicana (Fuentes, Silla).

48.13p Se observa el avance de la locución negativa enfática para nada (mencionada en el § 48.4t) en la lengua conversacional de muchos países hispanohablantes, sobre todo en respuestas y en los contextos de réplica. En la mayor parte de estos usos cabe también en absoluto, opción que en algunas áreas está empezando a asociarse con un nivel de lengua más elevado:

Vidal Sánchez: Nacho, ¿conoces a un tal Juan Valdivia? Borges: Para nada (Ibargüengoitia, Atentado); ¿Te molesta si fumo? —preguntó. —Para nada, Dieguito (Bayly, Días); —¿Tú has pedido algo? —¿Yo? Para nada (Diosdado, Trescientos); Es usted muy amable, doña Concha —contesté descubriendo la cara de un tipo guapísimo sentado en la mesa de la Bibi y el general Gómez Soto. —Para nada —dijo doña Concha— (Mastretta, Vida); Osvaldo: ¿Te acordás, Mabel? Mabel: […] No me acuerdo… Para nada (Fernández Tiscornia, Lanús).

Sobre las locuciones nominales don nadie y para nada (‘persona inútil o de escasa valía’), véase el § 12.9q.

48.13q Está en declive el adverbio de negación nanay, propio del español conversacional europeo: Aquí dice que de boda nanay (Mendoza, Ciudad). Es muy numeroso el conjunto de locuciones adverbiales que se usan en español para rechazar algo, pero muy pocas de ellas se emplean en todas las áreas hispanohablantes. Puede verse una relación de interjecciones que expresan rechazo en los § 32.7p y ss. Las locuciones de ninguna manera y de ningún modo no se interpretan literalmente, sino como fórmulas categóricas de negación: ¿Se sentía usted allá desgraciado? ¡No, señor, de ningún modo! (Roa Bastos, Supremo). Véanse, en relación con estos usos, los § 42.7p y 42.13n.

48.13r Es extenso el grupo de las expresiones y locuciones negativas que se forman con la conjunción ni. La siguiente relación alfabética recoge solo una parte de ellas, ya que algunas coinciden con los términos de polaridad negativa que se mencionaron en el § 48.7t. Entre estas voces, unas se usan como fórmulas enfáticas de desestimación en gran número de contextos, pero otras están mucho más restringidas desde el punto de vista contextual, así como desde el geográfico:

ni a gancho; ni ahí; ni ahorcado/ni ahorcada; ni amarrado/ni amarrada; ni atado/ni atada; ni aunque me mate; ni aunque vengan degollando; ni a tiros; ni borracho/ni borracha; ni cagando; ni carajo; ni chispa; ni Cristo; ni de balde; ni de broma; ni de casualidad; ni de chiripa; ni de chiste; ni de milagro; ni de coña; ni de vaina(s); ni Dios; ni dormido/ni dormida; ni en broma; ni en joda; ni en pedo; ni en sueños; ni flores; ni fu ni fa; ni gorda; ni gota; ni hablar; ni hostias; ni jota; ni lo pienses; ni lo sueñes; ni loco/ni loca; ni madre(s); ni mamado/ni mamada; ni muerto/ni muerta; ni pensarlo; ni por asomo; ni por casualidad; ni por el forro; ni por esas; ni por lumbre; ni por mientes; ni por pienso; ni por sombra; ni que me maten; ni soñarlo (también ni soñando); ni yendo a bailar a Chalma.

A continuación, se ejemplifican algunas de estas expresiones:

—¿Le doy el teléfono de Vallvidrera? —Ni hablar. Si vuelve a llamar, le dices que estoy fuera de España (Vázquez Montalbán, Soledad); —¿Conseguiste voltear alguna? —Ni en broma se dejan (Guido, Invitación); Paco: ¿Quieres irte de una vez? Javi: Ni lo sueñes: a mi casa no vuelvo que me suicido (Resino, Pop); Conque ansí es mejor no decir más… ¿lo veis? Ni a tiros (Noel, Cucas).

48.13s Se forman, en cambio, libremente expresiones rotundas en las que se niega o se rechaza algo con la fórmula «Ni A ni B»:

Permítesele que si él quisiere redemir su vejación por la mitad de este vapulamiento, puede dejar que se los dé ajena mano, aunque sea algo pesada. —Ni ajena ni propia, ni pesada ni por pesar —replicó Sancho (Cervantes, Quijote II); Ni soldado ni amante, ni la gloria ni el amor… ¡Todo perdido! (Galdós, Episodios); Y al día siguiente, ni visto ni oído (Blasco Ibáñez, Cañas); Ni vestigio ni sombra de originalidad, no ya en las ideas […], sino en el método (Menéndez Pelayo, Heterodoxos).

Una variante de estas construcciones se caracteriza por cerrar el grupo coordinado con un indefinido negativo que aporta mayor contundencia a lo que se niega o se rechaza, como en ni ahora ni nunca, ni tú ni nadie, ni eso ni nada, etc.:

Y aquello no tenía remedio, ni ahora ni nunca (Bryce Echenique, Huerto); Voy a trabajar con el doctor Logan y nadie, ni tú ni nadie, me va a detener (Morales, A., Verdad).

Véase también, en relación con este punto, el § 42.13n.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
elipsis, elisión

 

Nueva gramática de la lengua española
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