Sintaxis

21. Los numerales

21.5 Numerales ordinales (II). Aspectos sintácticos y semánticos

21.5a Como se ha explicado, los numerales ordinales expresan el lugar que corresponde a una persona o una cosa en una sucesión o una jerarquía. No dejan de ser ordinales cuando preceden al sustantivo potencia en las expresiones que designan funciones exponenciales, como en elevado a la quinta potencia, aun cuando el significado que proporcionan esas funciones se calcule multiplicando cantidades en lugar de disponiéndolas linealmente. Es habitual, como se señaló en el § 21.1d, la confusión de los numerales fraccionarios con los ordinales: catorceavo por decimocuarto. Por oposición a este cruce en las clases gramaticales de numerales, se ha integrado en el español general de hoy la tendencia a usar los cardinales con el valor de los ordinales, como también se indicó en el § 21.1d. Estos numerales aparecen normalmente en posición posnominal: la planta diez del edificio (junto a la planta décima); la fila tres (o la fila tercera); el verso veintiuno (por el verso vigesimoprimero); la página cien (por la página centésima).

21.5b Existen algunas excepciones a la posibilidad de usar los cardinales como ordinales, sobre todo si los sustantivos son de carácter temporal, como en la tercera guerra púnica (no *la guerra púnica tres); Carlos cuarto (no *Carlos cuatro), pero Luis quince (no *Luis decimoquinto). Los numerales cardinales interpretados como ordinales se anteponen cuando modifican a ciertos sustantivos que designan sucesos cíclicos, como aniversario o cumpleaños: el quince aniversario de su fallecimiento o el aniversario número quince, pero es más raro el aniversario quince de su fallecimiento. Suele decirse, análogamente, con ocasión de su sesenta cumpleaños, no … de su cumpleaños sesenta. En estos casos alternan los cardinales antepuestos con los ordinales, sean pospuestos o antepuestos:

En el día que se celebra el 50 aniversario de la Revolución Mexicana […] (Benítez, F., Lázaro); Cuando se trató de solemnizar el vigesimoquinto aniversario de Pío IX, la Partida de la Porra apedreó todo balcón (Menéndez Pelayo, Heterodoxos); Me sentí enferma cuando volví por mi whisky y obtuve al fin la invitación vigesimoprimera de aquel fin de semana (Lynch, Dedos).

21.5c La alternancia entre cardinales y ordinales es relativamente libre en muchos de los casos en que se designan numerales bajos con sustantivos que se refieren a años, días del mes (el primero de julio, preferido en el español americano, frente a el uno de julio, preferido en el europeo) y otras nociones similares. El sistema gramatical fija muchas veces una u otra opción, como en Hoy es el día doce (no duodécimo) de mayo. Para hacer referencia a los siglos, del i al x se usan indistintamente cardinales y ordinales. Así siglo iii (escrito con números romanos) se lee siglo tercero o siglo tres, pero del siglo xi en adelante, el uso general solo admite los cardinales: siglo xii (se lee siglo doce), siglo xx (siglo veinte), etc. En la denominación de ciertas festividades se perciben algunas diferencias entre una y otra opción, como en El día de los trabajadores es el primero de mayo14.8j), frente a otras fechas no festivas: el uno de septiembre. En la lengua periodística de El Salvador y de otros países centroamericanos se aprecia en la actualidad cierto incremento del uso de los cardinales en estos casos: el uno de agosto por el primero de agosto.

21.5d Se leen como ordinales los números romanos hasta el IX inclusive, en especial cuando designan el puesto que corresponde a reyes, pontífices o emperadores en alguna sucesión: Fernando VI (sexto); Pío IX (nono o noveno); Napoleón III (tercero); Enrique VIII (octavo); Isabel II (segunda). A partir del X se leen generalmente como cardinales: Pío XII (doce); Juan XXIII (veintitrés); Luis XV (quince); Benedicto XVI (dieciséis). En España, existe alternancia en el caso de x: Pío X (diez o décimo). No se escribe la letra o volada con los números romanos. Es incorrecto, por tanto, Napoleón III°.

21.5e Los numerales ordinales se analizan tradicionalmente entre los cuantificadores, pero solo lo son en parte. En efecto, no indican cantidad, a diferencia de los cardinales, pero, en cambio, pueden dar lugar a efectos de ambigüedad relativos al ámbito o el alcance, como se hizo notar en el § 21.1b. Los ordinales no habilitan al sustantivo que preceden para aparecer en las posiciones que no admiten grupos nominales sin determinante (llamados escuetos en el § 14.1k). Así, si bien podría decirse Varios intentos resultaron fallidos, la gramática rechaza *Primeros intentos resultaron fallidos. Como sirven para identificar una única entidad o un único grupo de entidades mediante su posición en una serie, los ordinales aparecen en la mayor parte de los casos en grupos nominales definidos: el tercer día, los primeros pasos, la segunda votación. Aunque con menor frecuencia, se usan también en grupos nominales indeterminados, como en una tercera oportunidad, en un primer momento o un segundo intento. En general, los grupos nominales ordinales con artículo indeterminado otorgan mayor relevancia a la serie correspondiente y enfatizan el carácter abierto de esta, mientras que el artículo determinado individualiza algún miembro de la serie ordenada. De la oración El equipo local marcó un segundo gol antes del descanso puede inferirse que acaso hubo más goles de ese equipo en el segundo tiempo. En cambio, si se hubiera usado el artículo determinado en ese mismo contexto (… el segundo gol), no se habría deducido del enunciado tal presuposición, aunque del contexto siguiente pudiera obtenerse la conclusión contraria (… y tras el descanso marcó el tercero). Véanse también sobre estas cuestiones los § 15.4a, b.

21.5f La serie ordenada que los numerales ordinales establecen, sea explícita o implícitamente, se obtiene del contexto o de la situación discursiva, y a menudo también a partir de recursos deícticos o anafóricos. Así, la oración El tercer volumen era el más interesante puede referirse a la tercera posición de un volumen en la serie de los volúmenes de una obra, o bien a la tercera posición en el orden en que los volúmenes están colocados en un estante o en el orden en que han sido consultados, publicados, adquiridos, etc. Si las entidades que se ordenan son eventos, se espera que el orden que reflejan sea temporal: su segundo matrimonio, la tercera aparición, el cuarto partido del campeonato, tu quinta película. En cualquier caso, existen ordenaciones a las que los hablantes tienen acceso como parte de su conocimiento enciclopédico: la Segunda Guerra Mundial, la octava maravilla, el tercer día de la semana, el sexto mandamiento, etc.

21.5g Cuando el criterio que permite establecer la serie es la ejecución sucesiva de una acción o la participación sucesiva en un proceso, es posible añadir esta información mediante una oración de relativo o mediante un infinitivo precedido de en, como en el segundo {que se dio cuenta ~ en darse cuenta}; los primeros {que llegaron ~ en llegar} al lugar del accidente; los últimos {que lo supieron ~ en saberlo}. Esta información puede proporcionarse asimismo a través de un complemento partitivo. Así, en el siguiente fragmento de Ernesto Sábato, el ordinal primero está construido con un complemento partitivo que expresa el conjunto del que se extrae el hombre, y también el criterio con el que se crea la serie en la que el hombre ocupa el primer lugar: El hombre […] es un animal que no solo tiene alma sino espíritu, y el primero de los animales que ha modificado su propio medio por obra de la cultura (Sábato, Hombres).

21.5h Los adjetivos último, postrero y único se asimilan tradicionalmente a los numerales ordinales, aunque no contengan información cardinal, sino solo relacional. No identifican, pues, una posición con un número, sino a partir de la relación que un elemento o un grupo de elementos mantienen con los demás que forman cierta serie descrita o presupuesta. Último y postrero sitúan esas entidades al final de la serie, y único expresa que no existen otros individuos que pertenezcan a ella. Aunque este significado lo acerca más a los cardinales que a los ordinales sus características sintácticas apuntan en sentido contrario. El ordinal primero se asimila a estos mismos ordinales en ciertos contextos, ya que desde el punto de vista lingüístico no es imprescindible que existan los individuos que componen la serie para dar sentido a los numerales ordinales. Es posible, por ejemplo, atribuir a un deportista el ser el primero en realizar determinada hazaña, aun sabiendo que esa persona es la única que ha logrado llevarla a cabo. No son, pues, contradictorias expresiones como Es la primera y última vez que hago esto con usted (Mutis, Maqroll) y otras similares en las que no existe más que un elemento que cumpla las propiedades que caracterizan la serie que se sugiere. Los ordinales, sin excluir último, postrero y único, también tienen puntos de contacto con los superlativos, como se explica en el § 45.13v, especialmente el hecho de admitir los complementos formados con «en + infinitivo» que se mencionan en el apartado anterior: el más rápido en llegar a la meta. La expresión «el último en + infinitivo», con sus variantes de género y número, se usa también para expresar una negación categórica, como en Yo sería el último en negarlo (Cerezales, Escaleras), que admite la paráfrasis ‘De ninguna manera lo negaré’.

21.5i Los numerales ordinales son compatibles sintácticamente con los cardinales. De hecho, la información numérica que corresponde a un grupo de entidades puede estar indicada de manera explícita por un numeral cardinal. En estos casos alternan dos órdenes posibles: «cardinal–ordinal», como en los dos primeros años, y «ordinal–cardinal», como en los primeros dos años. La alternancia es característica de los ordinales primero, último y único. Ambos órdenes se consideran correctos, pero es mucho más frecuente la secuencia «cardinal–ordinal»:

A las quinientas familias de mineros que abandonaron los campamentos en las dos últimas semanas se suman ahora doscientas familias más (Scorza, Tumba); Después de las dos primeras lecturas se había previsto un corto intermedio (Ribeyro, Geniecillos); Hay razones para defender la hipótesis de que algunas sociedades han experimentado algún tipo de progreso social o político en los dos últimos siglos (Punset, España); Pedro, que no había bebido nunca, nos asombró recitando de memoria los seis primeros párrafos de los apuntes de Historia Argentina II (Najenson, Memorias); Lo sentó a su lado y le cantó al oído las dos únicas estrofas terminadas de su nueva canción (García Márquez, Vivir).

Como muestra el último ejemplo, se incluye único en este paradigma porque se asimila en parte a los ordinales, tal como se explicó en el apartado precedente. La opción «ordinal–cardinal» se ejemplifica a continuación:

Él y Rosa, la cuarta compañera de los últimos cinco años, estaban hermanados por la música (Lynch, Dedos); En medio de esa tanda se escucharon los primeros dos disparos, primero en una esquina de la plaza, y otros dos después, en el rumbo opuesto (Aguilar Camín, Golfo); Debí llamarme Samuel Enrique, como todos los primogénitos de las últimas diez generaciones de Fogwill en Devon (Fogwill, Cantos); Las manecillas del reloj estaban por juntarse en la cúspide dando por concluidas las primeras doce horas del día (Velasco Piña, Regina); Las únicas tres sastrerías que hay con tres sastres y veinte obreras, trabajando en tres turnos, no dan abasto (Roa Bastos, Supremo); Pronunció […] las únicas dos palabrotas que le oí decir nunca (Vargas Llosa, Tía).

21.5j La pauta «ordinal–cardinal» es más frecuente cuando el cardinal está formado por una expresión compleja, como en los primeros treinta y ocho días o en el siguiente ejemplo: En las últimas cuarenta y ocho horas apenas había dormido (Vázquez-Figueroa, Tuareg). Aun así, también en estos casos se admite la opción alternativa «cardinal–ordinal». Como se ha explicado, los ordinales primero, último y único son los que aparecen de forma característica en las dos construcciones descritas. Los demás ordinales no están excluidos de ellas, pero se documentan con muy escasa frecuencia. Así, en una formación de jinetes alineados en filas de diez podría hacerse referencia a los diez primeros, los diez segundos, los diez terceros, pero resultaría algo más forzado hablar de los segundos diez, los terceros diez, etc.

21.5k Algunos indicios llevan a pensar que la sintaxis de los ordinales se asimila a la de los adjetivos calificativos más claramente que la de los cardinales. Es posible, por ejemplo, encontrar el orden «cardinal–sustantivo–ordinal», pero no se registra el orden «ordinal–sustantivo–cardinal»:

He aquí los dos hombres primeros del 68, vistos por Martí como encarnaciones de los dos polos de América (Vitier, Sol); Lo comprobó […] en el marco monumental de la puerta de piedra renegrida por el paso de tantas personas y vehículos en aquellos dos siglos últimos (Zúñiga, J. E., Noviembre).

Los ordinales también se comportan como adjetivos en expresiones como mi primer sueldo o Ella llegó segunda a la meta. Concuerdan, además, en género y número con el sustantivo al que califican: sus primeras novelas, las segundas partes. En El Salvador, Costa Rica y otros países centroamericanos, así como en Galicia (España), se construyen generalmente con la preposición de los complementos predicativos como el citado: Ella llegó de segunda a la meta; Nuestro equipo terminó de tercero. Sobre los grupos nominales y preposicionales con el sustantivo vez y un numeral ordinal, que funcionan como adjuntos (La vi ayer la primera vez; Vino por segunda vez), véase el § 39.3p.

21.5l Es variable la posición de los ordinales en el interior del grupo nominal. En muchos casos se admite la posición posnominal (el piso octavo, el capítulo décimo, por vez primera, el año segundo de su mandato) junto a la prenominal (el octavo piso, el décimo capítulo, por primera vez, el segundo año de su mandato). No obstante, esta última es la única opción en un gran número de expresiones temporales (la cuarta vez que te lo digo, su sexta película, el tercer año consecutivo, la Segunda Guerra Mundial, el octavo aniversario) y en otras que no lo son (el cuarto mandamiento). El adjetivo ordinal que aparece en las expresiones Felipe IV, la Segunda Guerra Mundial o el libro segundo del Apocalipsis forma parte de la denominación de las entidades de las que se habla, mientras que en otros muchos casos el ordinal establece la posición circunstancial de una persona o una cosa, como en la tercera carta de este montón.

21.5m Se ha discutido largamente entre los gramáticos si los ordinales son o no pronombres en oraciones como Ya que no hiciste el primer trabajo, haz al menos el segundo (es decir, el segundo trabajo) o en la cuarta de las casas que visitamos. Al igual que en el caso de los cardinales, mencionado en el § 21.1e, unos autores proponen que se evite la categoría de los pronombres ordinales y se supongan en su lugar núcleos nominales tácitos. En el primer ejemplo se obtendría, por tanto, … el segundo Ø, donde segundo es adjetivo y Ø representa un sustantivo tácito que corresponde a trabajo. En el segundo ejemplo se obtendría la cuarta Ø de las casas que visitamos, donde Ø = casa. Otros autores prefieren no eliminar la categoría de pronombre y optan por duplicar en estos y otros ejemplos similares (§ 21.1e) las clases de palabras a las que corresponden los cuantificadores. Distinguen, por consiguiente, entre usos adjetivales y pronominales de los numerales ordinales. Desde este punto de vista, segundo es un pronombre ordinal en Ya que no hiciste el primer trabajo, haz al menos el segundo, y cuarta lo es en la cuarta de las casas que visitamos. Como se observa en los § 1.9p y 17.2h-j, el análisis que postula sustantivos tácitos evita la necesidad de construir paradigmas dobles en un gran número de cuantificadores, y también en algunas clases de determinantes. Si no se tiene en cuenta este criterio de economía (en el sentido de ‘contención’, como explica el DRAE), los dos análisis suelen hacer predicciones similares. Entre las escasas excepciones está la construcción que se analizará en el apartado siguiente.

21.5n Se explica en el § 15.2l que el artículo un precede a los sustantivos (un helado), mientras que el pronombre uno admite adjetivos, participios y otros modificadores (uno helado). Los grupos nominales un primer momento, un segundo plano, un tercer diagnóstico tienen como núcleo los sustantivos que se subrayan. El artículo un está justificado, por tanto, en estas expresiones, ya que no incide únicamente sobre el numeral. En cambio, en los siguientes ejemplos se comprueba que el artículo un aparece apocopado ante los ordinales:

El uno insinúa: “Podría ser”; el otro añade: “Se dice”; un tercero agrega: “Ocurrió así”, y el último asegura: “Lo he visto…” (Baroja, Inquietudes); Confío en que con otros dos volúmenes, un quinto y un sexto, podré alcanzar el término de mi relato, el cierre del ciclo tal y como me había propuesto (Gironella, Hombres); Siempre después de un primero hay un segundo (Mundo [Esp.] 27/11/1994).

Ello induce a pensar que los ordinales que aquí se ejemplifican se usan como pronombres, no como adjetivos. Nótese que si se interpretara tercero como adjetivo en la estructura un tercero Ø, donde Ø es un sustantivo tácito, no sería posible explicar de manera adecuada la elección de la forma apocopada un. Los pronombres ordinales mencionados admiten, a su vez, modificadores, como los que se subrayan en Ambos títulos, como un tercero de reciente aparición que todavía no conozco, pertenecen a uno de esos escasos proyectos narrativos (Mendoza, Laberinto).

21.5ñ Se suele ejemplificar el uso de los ordinales como sustantivos con secuencias como Los últimos serán los primeros; Que pase el segundo, o en Siempre eres el último de la clase. No obstante, se ha hecho notar en varias ocasiones que este uso sustantivo está próximo al pronominal, en cuanto que se suplen en todos estos casos sustantivos que pueden recuperarse del contexto o de la situación. En los § 13.7a y ss. se analizan expresiones nominalizadas similares con adjetivos no ordinales en contextos no anafóricos, como los buenos, los impuntuales, etc. Aunque las fórmulas a la primera, a la segunda, etc., se consideran locuciones adverbiales, se sobrentienden en ellas los sustantivos vez u ocasión. Se usa también de primeras, con el ordinal pluralizado con el sentido de ‘en primera instancia, en un primer momento’: Yo también tendré gusto en saludarle, cómo no. Así, de primeras, me quedé sorprendido. Tiene que excusarme (Merino, Orilla). Más difícil resulta suplir sustantivos en otras expresiones idiomáticas que contienen ordinales lexicalizados. Estas construcciones poseen extensión desigual en los países hispanohablantes: la primera en la frente, decir algo con segundas o A la tercera va la vencida (La tercera es la vencida en algunos países), etc.

21.5o Se explica en el § 13.7i que la sustantivación de los adjetivos se suele circunscribir a una serie de grupos semánticos: líneas (dos perpendiculares, una recta), vehículos (un submarino, el circular) y otros que allí se mencionan. El rasgo más característico de este proceso es que no da lugar a pronombres, sino a sustantivos. En el español europeo cabe decir, sin contexto previo, Manuel y Luisa vivían en un primero, en el sentido de … en un primer piso. En ese uso, al que corresponden también los textos siguientes, los ordinales están igualmente sustantivados:

Se aproximaban a su nueva casa, calle de Orellana: un tercero limpio, con los papeles y estucos nuevecitos, buenas luces, ventilación, cocina excelente (Galdós, Misericordia); Cuando trabajo en una finca, pongamos en un tercero, dejo el ascensor en el mismo piso y la puerta de la casa en la que voy a afanar, entornada (Tomás, Orilla); […] todos bastante cerca de Sol, y el último estaba en un sexto sin ascensor (Grandes, Edades).

21.5p Como en el caso citado de las líneas o los vehículos, no existe referencia anafórica en estos usos, que corresponden a sustantivos ordinales. Se sustantivan también los ordinales que se refieren a marchas o velocidades de los automóviles (No metas tan pronto la tercera), las cadenas de televisión en España (la primera, la sexta) —aunque en alternancia con la uno, la dos…—, los niveles de escolaridad en función del curso que les corresponde (alumnos de primero, de cuarto), carreteras o avenidas y otras muchas nociones en función de usos circunstanciales que pueden ser muy variables según las áreas. En varios países es habitual usar el sustantivo primero para designar el grado de cabo primero del Ejército (y, más esporádicamente, el de sargento primero) en la lengua hablada entre militares. El ordinal segundo, por cabo segundo o teniente segundo, está restringido en ese uso, ya que el sustantivo segundo se emplea más frecuentemente con el sentido de ‘persona que sigue a quien dirige o preside algo’:

¿De dónde eres tú? —Mi primero, yo soy de Sansoaín, orilla de Lumbier (Galdós, Episodios); […] un empacho de gloria, mi primero, lo que vamos a tener en cinco minutos (Pérez-Reverte, Sombra); Mi nombre es Nikos Kaniathe y este de aquí —señaló al jayán— es Alramadi Magesto, mi segundo (Caballero Bonald, Pájaros); Necesitaré un subjefe de Grupo… el pelota de Lucas no sirve… Tú serás mi segundo, Muriel (Madrid, J., Flores).

Mantienen íntegramente sus propiedades adjetivales los ordinales que se usan en la construcción lo… que…, como en lo primero que debes hacer o lo último que dijo. Sobre esta construcción, véase el § 14.9d.

21.5q El ordinal primero funciona como adverbio, incluso como modificador del predicado verbal. Este uso explica contrastes como Inés llegó {primero ~ primera}, donde alternan el adverbio primero y el adjetivo primera. El adverbio primero admite complementos preposicionales, como en Primero de todo, su extraordinaria movilidad mímica […] demostrando que no por dejar de hablar se deja de pensar (Lugones, Fuerzas), donde se asimila al adverbio comparativo antes. También coincide con este adverbio en que se construye con la conjunción comparativa que:

¡Primero que el elefante / vengo a morir! (Cervantes, Sultana); ¡Primero que todo eran las señoras! (Clarín, Regenta); —¿Qué quieres hoy? —dijo. —Primero que todo quiero enseñarte a ser caballero (García Márquez, Ojos); Procedió, lenta, insinuante, con toda la picardía requerida de tan admirada representante de su arte, a despojarse, primero que nada, de sus guantes (Donoso, Delfina).

21.5r Los demás ordinales se usan como adverbios de ámbito oracional para encabezar cada uno de los elementos de alguna enumeración, pero no se suelen admitir como adverbios internos al predicado verbal: Inés llegó {*segundo ~ segunda}. He aquí algunos ejemplos del uso adverbial de los ordinales en contextos enumerativos, en los que constituyen ordenadores del discurso (§ 30.13s):

Te podrán decir, primero, de qué vas a morir y, segundo, cuándo vas a morir (Fuentes, Diana); Me quedé mirándole sin contestarle. Primero, porque era el niño callado y misterioso —recuerda— y, segundo, porque de la boca de aquel tío salía un pestazo criminal que me había dejado paralizado (Lindo, Road); Primero, el choque que tuve con las tropas del Coronel Guerrero en el sitio del Limón donde fui derrotado […]; segundo: el encuentro que tuve en Los Bagres con una fuerza, que mandaba […]. Tercero: en el sitio de La Ollita tuve otro encuentro con las armas del Gobierno, pero me retiré habiendo reconocido que aquellas eran superiores a las mías. Cuarto: habiéndome dirigido de allí a las montañas de Güigüe (Villanueva, Ezequiel Zamora).

21.5s Con la excepción de primeramente, los adverbios ordinales terminados en -mente son raros en el español de hoy. El adverbio últimamente no es en rigor ordinal, como se explica en el § 30.6w. Primeramente se usa con el sentido de ‘en primer lugar’ o con el de ‘considerado a primera vista’, entre otros similares. Suele ir seguido de en segundo lugar, luego, enseguida o una expresión adverbial parecida. Se subrayan estas expresiones con trazo discontinuo en los ejemplos siguientes:

Y aunque primeramente cabe hablar de un ejército de dos mil mayas partidos de la Bahía de la Mala Pelea en Yucatán […], enseguida debe añadirse otra razón (Fuentes, Naranjo); Primeramente, el Concejo recibe a dos mensajeros enviados por la princesa […]. Después, en un estrado de madera colocado frente a la puerta de la iglesia de San Miguel (Vizcaíno Casas, Isabel); Cuando Fausto sedujo a Margarita no llevaba monedas de níquel en el bolsillo; primeramente, porque el Diablo no ha acuñado nunca más que oro, y luego porque don Pancho Landero no fue nunca ministro en Alemania (Gutiérrez Nájera, Cuentos).

El adverbio primeramente se emplea también con el sentido de ‘ante todo, antes que ninguna otra cosa’. En tales casos no siempre se usa en correlación con las expresiones adverbiales mencionadas: Los muchachos de la sociedad procuraron primeramente enriquecerse, para lo cual no vacilaron en estudiar la medicina, emplearse en inmobiliarias, levantar quiniela, labrar la tierra o aplicar inyecciones a domicilio (Dolina, Ángel).

21.5t Otros adverbios ordinales son segundamente, terceramente, cuartamente, quintamente, etc. Todos son raros en los textos posteriores al siglo xvi, pero no eran extraños hasta esa época. Estos adverbios suelen aparecer en series enumerativas similares a las que se mencionaron en el apartado precedente. No obstante, la progresión que caracteriza estos textos se establece también con otros recursos. Se subrayan en los ejemplos que siguen los ordenadores discursivos que permiten establecer las series de las que se habla:

Porque primeramente ha de entender lo que hace. A más desto halo de escoger de su propria voluntad y por sólo fin de aquello, y no por otra causa; terceramente, halo de hacer con firmeza y constancia (Abril, Ética); Terçeramente, dize del párrafo diverso para significar los comparativos, por quien se representan más propriamente las cosas resçitadas. E luego, cuartamente, las exclamaçiones que magnifican la obra por distincçión de los otros párrafos […]. E, quintamente e siguiente, de las apóstrofos, diferençiando por espeçial párrafo de las otras resçitadas cosas (Villena, Eneida); Primeramente, las rriquezas tenporales son maculosas suziament; segundamente, las rriquezas tenporales son engañosas muy mala e falsamente; terçeramente, las riquezas tenporales son infructuosas bien çiertamente; quartamente, las rriquezas tenporales son dapñosas a las ánimas largamente (San Vicente Ferrer, Sermones).

Solo de manera excepcional se encuentran estas series en textos contemporáneos: Prime ramente que se impida la entrada de los muchachos a las casas y cuartos de las muchachas aunque sean primos hermanos dobles […]; segundamente que no duerman muchachos y muchachas en una misma habitación ni siquiera en los corredores de las casas de las haciendas, por mucha vigilancia y ojo pelao que estén sus mamás […]; terceramente quedan prohibidas las asambleas de muchachos, incluida La Sociedad de los Doce (Morón, Gallo). Las locuciones adverbiales que expresan ordenación se analizan en los § 30.13s y ss.

21.5u Los adverbios primariamente, secundariamente, etc. no son ordinales en el español actual, como tampoco lo son los adjetivos de los que se derivan. En la lengua antigua lo era segundariamente, que podía aparecer en las enumeraciones que se han mencionado:

Has de dar comida en cuatro partes: la una cuando de nuevo han de llegar tus combidados, y les significares la fiesta que has de hazer; segundariamente cuando hizieres la cerimonia que se llama tlaixnestía; terceramente cuando los esclavos se ataviaren de sus papeles, y se hiziere la cerimonia que se llama teteualtía; lo cuarto cuando sacrificares a los esclavos que han de morir (Sahagún, Historia); Por tanto, digo segundariamente que sudor es aqueitas o aguadija de la sangre con alguna mixtura del asiento o partes más gruesas de la cólera (Pineda, Diálogos).

Información adicional

En relación con este capítulo, la siguiente entrada del Glosario de términos gramaticales podría ser de su interés:
pronombre numeral cardinal

 

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