Sintaxis

25. El verbo (III). El modo

25.8 El modo en las subordinadas sustantivas (VI). Contigüidad sintáctica e inducción modal

25.8a En las secciones anteriores se comprobó que la inducción del modo en las subordinadas sustantivas se da en contextos contiguos o inmediatos cuando el inductor es un predicado, o bien una partícula preposicional o conjuntiva que se le asimile: Espero que me entiendas; Siempre queestés de acuerdo. Cuando el inductor es la negación, la interrogación u otro elemento que atenúe o rebaje las propiedades asertivas del predicado (es decir, en el llamado subjuntivo de polaridad; recuérdese el § 25.2h), la inducción se establece a distancia: No noté que hiciera nada raro; Pocos expertos creen que los precios de la vivienda vayan a bajar este próximo año; Solo una vez había oído que fuera a haber cambios en la empresa.

25.8b La distancia de la que se habla en el apartado anterior es relativa, puesto que se limita a la oración precedente. En No noté que hiciera nada raro, el adverbio no incide sobre el verbo notar, cuyo complemento oracional contiene el subjuntivo. El adverbio negativo no podría ejercer igualmente su influencia sobre otra subordinada que estuviera más incrustada, es decir, subordinada de manera no inmediata. Se prefiere, pues, el indicativo al subjuntivo en No noté que la gente se diera cuenta de que yo {tenía ~ tuviera} fiebre. Esa preferencia da a entender que la inducción del subjuntivo a distancia está también restringida por determinados condicionamientos sintácticos. En la presente sección se analizará el papel que la contigüidad sintáctica desempeña en la inducción del modo, así como las excepciones que la relativizan en ciertos contextos.

25.8c Como se ha indicado, el inductor del modo en los contextos predicativos ocupa la posición sintáctica más inmediata a la oración que contiene el modo inducido. En el § 25.1i se observó que el subjuntivo es el modo elegido en Depende de que {*llueve ~ llueva}, mientras que es el indicativo el que corresponde en Depende de si {llueve ~ *llueva}. Como si pertenece al grupo de conjunciones que son inductores modales (frente a que), el factor de contigüidad determina la elección del modo en estas oraciones, de forma que depender (de) lo induce en el primer caso y si lo hace en el segundo. Los contextos en los que intervienen inductores preposicionales y verbales dan lugar a esquemas similares. El resultado es, por tanto, el esperado en para olvidar que {*tenga ~ tiene} problemas, ya que el inductor más próximo a tener es el verbo olvidar, no la preposición para. Suele considerarse que la conjunción que no es en sí misma inductor modal en las subordinadas sustantivas, en cuanto que, en sentido estricto, carece de propiedades semánticas.

25.8d La elección del modo verbal se realiza en función del mismo criterio cuando se combinan dos verbos en subordinadas sustantivas encadenadas, en el sentido de insertadas una dentro de otra. Así, en el § 25.3q se explicó que lamentar induce el subjuntivo, mientras que creer induce el indicativo, con escasas excepciones (§ 25.3h y 25.5k). Si la subordinada sustantiva del primero de estos verbos contiene al segundo, el modo elegido en este último será el indicativo, como en Lamento mucho que el jefe crea que Marisa nos ha engañado, ya que este es el modo que induce creer (inductor más próximo). Si se permutan los verbos, se obtienen igualmente los resultados esperables. El verbo con subrayado continuo en Creo que el jefe lamenta mucho que Marisa nos haya engañado está en subjuntivo porque este es el modo que induce lamentar, que es ahora el inductor más próximo. A su vez, este verbo aparece en indicativo (lamenta) porque este es el modo que induce creer. Todo ello se deduce del criterio de contigüidad. No obstante, en los estudios gramaticales sobre los modos se han observado dos clases de excepciones relativamente sistemáticas a este principio de contigüidad. Ambas se dan en contextos de subordinación sucesiva. La primera excepción da lugar a ciertos usos inesperados del subjuntivo y será analizada en los § 25.8e-j. La segunda da lugar a algunos usos inesperados del indicativo, que se estudiarán en los § 25.8k y ss.

25.8e Los usos inesperados del subjuntivo a los que se hace referencia en el apartado anterior se dan generalmente en contextos en los que el predicado que contiene la subordinada en subjuntivo es un verbo de actitud proposicional (§ 15.10e y ss.) no negado, como creer, imaginar, pensar, suponer u otros similares. En efecto, el predicado ser aventurado selecciona el subjuntivo, mientras que suponer induce el indicativo, como se ha explicado (§ 25.1k). Así pues, el subjuntivo que se subraya en el siguiente ejemplo de Juan Carlos Onetti es inesperado, ya que la oración no respeta el criterio de contigüidad: el verbo suponer está más próximo al modo inducido que el predicado ser aventurado: No es aventurado suponer que sea la última palabra que suene sobre la Tierra cuando se cumplan las amenazas nucleares (Onetti, Reflexiones). De tal manera que la oración subordinada al predicado ser aventurado es la que encabeza el verbo suponer, no la que corresponde al verbo sea. He aquí otros casos de subjuntivos igualmente inesperados en ejemplos similares a este:

Mas no tengo la pretensión de hacerle creer que haya en ello un móvil moral (Pérez-Reverte, Maestro); “Es difícil pensar que tenga que ser sustituido por una persona relacionada con la agresión que ha provocado mi baja”, declaró ayer el alcalde (Mundo [Esp.] 31/3/1995); No permite suponer que tenga asegurada la concesión (Vanguardia [Esp.] 16/10/1995); Adolece de algunos defectos tan grandes que es imposible pensar que no se hayan cometido adrede (País [Esp.] 2/12/1987).

25.8f Algunos autores entienden que la aparición de estos subjuntivos inesperados en ausencia del requisito de contigüidad sintáctica se debe a la naturaleza parentética del verbo al que complementa la oración que los contiene. Esta propiedad caracteriza, en efecto, a creer, pensar, suponer y otros verbos de actitud proposicional, y se manifiesta en el hecho de que pueden aparecer en segmentos incidentales o incisos parentéticos (§ 22.17d, e), como en El mayor problema, supongo yo, es la escalada de la inflación, o bien en apostillas finales similares, como en El mayor problema es la escalada de la inflación, supongo yo. Se ha observado que los predicados verbales que admiten estas expresiones parentéticas inducen siempre indicativo. De esta manera, el uso de estar seguro que aparece en Tú, estoy seguro, darías cualquier cosa o emplearías los términos más corteses para que yo no me sintiera así (Monterroso, Letra) no podría extenderse a una expresión similar que indujera el modo subjuntivo. En resumen, desde este punto de vista, los verbos que introducen subordinadas con subjuntivo inesperado son parentéticos. El verbo de la oración a la que se subordinan induce directamente el subjuntivo que el texto muestra, en cierto modo como si el predicado parentético no estuviera presente o no se tuviera en cuenta desde el punto de vista interpretativo.

25.8g La propiedad de admitir construcciones incidentales o parentéticas está relacionada con la naturaleza asertiva de los predicados que inducen el indicativo. Desde este punto de vista, el subjuntivo que aparece en el ejemplo de Onetti que se ha citado (No es aventurado suponer que sea la última palabra que suene sobre la Tierra…) es posible porque el verbo suponer se sitúa en segundo plano en la conciencia lingüística del hablante, de forma que ser aventurado (negado o no) induce directamente el modo que corresponde a su oración subordinada (el subjuntivo), sin tener en cuenta el verbo de la oración intermedia. Los verbos parentéticos mencionados han sido llamados verbos puente por algunos gramáticos. Estos verbos son los que admiten con mayor facilidad las oraciones en las que las palabras interrogativas y relativas sobrepasan su límite oracional, como en La casa en la que creo que vive (donde el pronombre relativo es complemento de vivir, no de creer) o en ¿Dónde se supone que tenemos que ir ahora? Sobre estas construcciones, véase el § 22.17.

25.8h Son asimismo inesperados los subjuntivos que se obtienen, en alternancia con el indicativo, en las construcciones del tipo «no es que + [verbo + [que + subjuntivo]]», con un verbo de actitud proposicional también en subjuntivo. La negación no incide directamente sobre ese verbo, sino que niega el verbo ser. Se subrayan estos subjuntivos inesperados en los ejemplos siguientes:

No es que pensemos que las instituciones democráticas estén amenazadas, sino que hay turbulencias (Vanguardia [Esp.] 3/9/1995); No es que crea que el actual sistema fiscal español sea modélico (País [Esp.] 5/7/1999); Y no es que el lanzador crea que deba ser de otra forma (Nuevo Herald 15/3/1998).

Cada uno de estos ejemplos contiene una primera oración subordinada (que pensemos…, que crea…) que constituye el foco de la negación, por lo que aparece en subjuntivo. Si bien este subjuntivo es enteramente esperable, no lo es el que aparece en la segunda subordinada. Aun así, su aparición puede recibir la misma explicación que se dio a los usos inesperados del subjuntivo presentados en el apartado precedente. Cabría también entender que no es que constituye una expresión negativa enfática lexicalizada, por lo que el subjuntivo subrayado en el primer ejemplo de este bloque sería análogo al de No podemos pensar que las instituciones democráticas estén amenazadas.

25.8i La reinterpretación sintáctica de la que se habla al final del apartado precedente podría extenderse a otros casos. Parece, en efecto, que a veces pesa más en los subjuntivos inesperados el hecho de que el predicado que induce este modo en contextos no contiguos se reinterprete o se reanalice como una expresión negativa, con lo que la contigüidad deja de ser necesaria. Así, el subjuntivo inesperado que se subraya en Me cuesta trabajo creer que haya personas que se junten para […] (Excélsior 3/10/2000) puede interpretarse como el resultado de analizar me cuesta trabajo como ‘no puedo’ o una expresión similar, lo que permite suponer una perífrasis verbal y una negación en un texto que carece de ambas. Se aplica un razonamiento similar al siguiente ejemplo: Me niego a creer que sea de nuevo una trampa (Mendoza, Trayecto). En el texto citado en el § 25.8e Es difícil pensar que tenga que ser sustituido…, la expresión subrayada se reinterpretaría como un solo elemento (impensable) que induce subjuntivo. De todas formas, debe señalarse que esta opción es difícil de restringir sintácticamente, puesto que no parece posible establecer una relación de las reestructuraciones admisibles. No es tampoco obvio, por ejemplo, cómo se daría este proceso en el ejemplo de Onetti que se citó en el § 25.8e y en otros casos similares, o, en general, determinar qué principios debe contener la gramática para prever cuándo es o no legítimo llevar a cabo tales procesos reinterpretativos.

25.8j No es evidente que sean inesperados los subjuntivos construidos con estas mismas pautas cuando el verbo que los manifiesta es modal (poder, en particular), ya que estos elementos pueden no estar inducidos desde fuera de su oración, como se explicó en los § 25.2b y ss. Se trata de oraciones como las siguientes:

Era absurdo imaginar que a esas horas pudiera verla (Sábato, Túnel); Se le hacía imposible creer que pudiera ser cierta tanta calamidad (Quesada, Banana); Me inquietaba pensar que pudiera ocurrir en mi ausencia (Portal, Pago).

A favor de la opción contraria (es decir, que estos subjuntivos son efectivamente inesperados) está el hecho de que algunos de ellos alternan con la forma pudiese, que —frente a pudiera— no se usa en las oraciones independientes.

25.8k Los usos inesperados del indicativo se obtienen con los mismos verbos que caracterizan el fenómeno analizado en los apartados anteriores, es decir, creer, pensar, parecer (a alguien) y otros verbos de actitud proposicional. Las estructuras que ahora se consideran contienen negación casi en todos los casos. En efecto, se recordará (§ 25.7a) que en las oraciones formadas con la pauta «negación + creer que…», la negación induce el modo subjuntivo, como en No creo que eso la {*convence ~ convenza}, con las escasas excepciones que se mencionaron en el § 25.7i. Sin embargo, si creer aparece a su vez en subjuntivo o en imperativo en estos contextos, el modo subjuntivo se rechaza generalmente, y el indicativo pasa a ser la única opción. Se prefiere, pues, el indicativo en No creas que eso la {convence ~ convenza}, si bien en el español de México y Centroamérica no es imposible el subjuntivo en esa pauta. Se subrayan en los textos siguientes otros usos inesperados del indicativo en contextos similares. En todos ellos resultaría muy forzado el subjuntivo en los verbos marcados con subrayado continuo:

No crea que no me doy cuenta (Britton, Siglo); No piense que tengo un gusto pésimo (González León, Viejo); Para que no se piense que obedece a un desencuentro de carácter personal […] (País [Esp.] 22/7/1996); Que no le parezca que las hojas secas, al caer, repitieron: —¿Se morirá la Niña? (Loynaz, Jardín).

25.8l Se documentan escasas excepciones a la pauta descrita en el apartado precedente. He aquí algunas:

Y aunque a los “fans” de Caniff y Robbins no nos parezca que Pratt corone el Olimpo de nuestros ídolos, la verdad es que en muchas ocasiones se queda cerca de la cumbre (ABC Cultural 21/6/1996); No creas que sea esa la causa. No he puesto mi fortuna en una sola nave (Rodó, Motivos).

Se prefiere también marcadamente el indicativo cuando los verbos mencionados aparecen en los esquemas condicionales que se analizan en el capítulo 47: Si no creyéramos que {es ~ sea} un buen candidato, no lo propondríamos. De hecho, es muy infrecuente el subjuntivo en esta pauta. Se registra en un verbo modal en el siguiente ejemplo: Si no creyéramos que las personas marginadas puedan ser tan capaces de gestionar sus propios asuntos e intereses como cualquiera, no tendría sentido ni la democracia ni la educación (Prensa [Nic.] 21/2/2004).

25.8m Los usos inesperados del indicativo que se han descrito son consecuencia de que la negación no puede ejercer en ellos su papel como inductor del subjuntivo, por lo que el elemento que induce el indicativo en esas oraciones es el predicado que se ha subrayado con trazo discontinuo. El subjuntivo o el imperativo en crea, piense, etc., ejercen, por consiguiente, cierto efecto bloqueador en estas construcciones (como en No creas que no me {doy ~ *dé} cuenta), lo que impide que la negación abarque la subordinada bajo su ámbito.

25.8n El efecto bloqueador que se menciona en el apartado precedente se extiende a otras clases de verbos. En los § 25.7c-f se explicó que en el complemento oracional de un verbo de percepción o de conocimiento negado pueden aparecer los dos modos, como en No vi que el policía me {hizo ~ hiciera} una señal o en Ninguno de nosotros sabíamos que nos {estaban ~ estuvieran} esperando. Sin embargo, cuando el verbo al que se hace referencia está en subjuntivo, el modo indicativo pasa a ser, como antes, la opción más natural. Se prefiere, pues, hacía a hiciera en Aunque no viera usted que el policía le {hacía ~ hiciera} una señal. Se marcan con subrayado continuo en el grupo de ejemplos siguientes otros usos similares del indicativo que no alternan con subjuntivo en los contextos mencionados:

Para que no vean / que hablamos solos (Calderón, Aurora); Como extrañándose de que yo no sepa que los fantasmas no dicen nada (Steimberg, Espíritu); Para que no te tiemblen los huesos y el oficial no vea que te has orinado encima (Vázquez Montalbán, Galíndez); Entre Ud., no note que ese Leteo de autos divide tácitamente el Alto y el Bajo Egipto (Medina, D., Cosas).

25.8ñ En los apartados precedentes se ha descrito en términos sintácticos el efecto bloqueador que el subjuntivo ejerce en ciertas oraciones subordinadas. No obstante, la explicación de esas asimetrías posee una vertiente semántica. Como se vio en el § 25.7i, las oraciones construidas con los verbos creer y pensar negados dan lugar a la llamada negación anticipada48.12). Ello tiene como resultado inmediato que en secuencias como No creo que la moleste no se niegue cierta creencia, y se suponga más bien que no se va a dar un estado de cosas (como si se dijera Creo que no la molestará). No sucede lo mismo, sin embargo, en los usos que se acaban de analizar. El que dice No creas que me molesta pide, pues, a su interlocutor que no sostenga cierta creencia, en lugar de solicitarle que crea cierto estado de cosas negativo. Estas alternancias confirman que la negación de creer o pensar no puede tomar bajo su ámbito la oración subordinada cuando los verbos mencionados aparecen en subjuntivo.

25.8o El efecto bloqueador tiene también consecuencias semánticas en el caso de los predicados de percepción y conocimiento. Así, en el ejemplo de Calderón que se citó en el § 25.8n (Para que no vean / que hablamos solos) se presenta como objetivo de alguna acción el que alguien no vea cierto estado de cosas. Es esperable que ese estado de cosas que no se ha de ver sea real o verdadero, pero el presentarlo en subjuntivo lo haría aparecer como hipotético o como inexistente.

 

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