Sintaxis

32 La interjección. Sus grupos sintácticos

32.6 Interjecciones apelativas

32.6a Muchas interjecciones y locuciones interjectivas, llamadas a veces formularias, caracterizan los comportamientos sociales o rituales reglados verbalmente. Entre ellas están las que se usan en los saludos y en las despedidas:

hola, adiós, salud, abur o agur, epa (en el área andina; también en México y en parte de Centroamérica y el Caribe continental), choy (en Bolivia y otros países andinos), chao (o sus variantes chiao, chaíto, chau, chaucito),

pero también otras que se mencionarán más adelante. Se ejemplifican a continuación algunas de las anteriores:

“¡Hola!”, le dice fantasmal a la estatua (Herrera Luque, Casa); Adiós, que le vaya bien (Mellizo, Americano); Compañeros, ¡salud!: Soy Paul Lafargue (Olmo, Pablo Iglesias); Así que abur y hasta nunca más (Giardinelli, Oficio); A mí me saludaba siempre con la misma expresión: “¡Epa, Agrimensor!” (Quintero, E., Danza); —Chao —dice Alberto a manera de despedida (Mendoza, M., Satanás).

En el español coloquial peruano tiene cierta vigencia chaufa (‘adiós’), creada por su homofonía parcial con el nombre de un plato de comida china:

Me despido de Sebastián con una palmada en la pierna y le digo a Patricia con mi voz rara chau, encantado, que te diviertas, y ella, chaufa, suerte, no te pierdas (Bayly, Huracán).

32.6b Se forman también estas expresiones con diversos grupos nominales y preposicionales. Predomina en el español general buenos días sobre su variante buen día (también se documentan las fórmulas buenos días {nos ~ le…} dé Dios y buen día {nos ~ le…} dé Dios). Esta última —buen día— era la forma leonesa tradicional y se emplea en el español de México, Centroamérica y el área rioplatense. Su distribución geográfica es algo más irregular en otras áreas, ya que está en desuso en unas (como Chile), pero en auge en otras (como el Perú). Se registran a veces las dos variantes en un mismo intercambio verbal:

Buenos días. —Buen día le dé Dios, mi señora, respondió Seferino (Bain, Dolor); —Buen día, señoras y señores. Las siete de la mañana en toda la República (Majfud, Reina); Atravesó el parque saludando gente. “Buenos días, don Fulano”. “Buenos días don Zutano” (Hora 28/2/1997).

Las dos variantes se sustantivan con facilidad, pero solo buenos días forma locución verbal con el verbo dar:

Comenzó con un tímido buenos días, pero no tuvo valor para continuar más allá de la frase (Álvarez Gil, Naufragios); Entró, dio los buenos días y pasó al otro lado del mostrador (Rey, Sebastián); Apenas traspone la puerta de la fábrica, el empleado tiene que hacerse presente con un “buen día” (Peñalosa, Vida).

Obsérvese que, en el primer ejemplo, buenos días no concuerda en número con el artículo y el adjetivo, mientras que en el segundo sí lo hace con los. El grado de sustantivación de las fórmulas interjectivas es variable, lo que da lugar a contrastes como un sonoro ¡leches! o unos ayes lastimeros.

32.6c La variante buen día no se usa en el español europeo. En Puerto Rico y otros países antillanos se suele preferir buenos días para los saludos y buen día para las despedidas. Con las restricciones mencionadas, ambas fórmulas se utilizan para despedirse en la mayor parte de los países hispanohablantes, aunque con diferente extensión y pujanza. A este uso corresponden los ejemplos siguientes:

Mercán: […] Un diario que no te publica sus artículos, no merece su respeto. (El periodista se levanta indignado.) Figueroa: ¡Lo publicarán! ¡Buenos días! (Inicia la salida.) (Miralles, Dragón); —Buen día… —¡Por favor! —suplicó Diágoras—. ¡Espera! (Somoza, Caverna).

También buenas tardes y buenas noches se usan como saludo y como despedida. En cambio, la expresión abreviada buenas suele emplearse únicamente como salutación en intercambios conversacionales de nivel informal. Es característica del español europeo, el rioplatense y el hablado en parte de las áreas andina y centroamericana:

—¡Ave María! —Buenas —respondió una voz de hombre, neutra (Rey, Sebastián); —Buenas —sonrió con un desprecio, con una burla ya serenados, viejos de cuarenta años (Onetti, Astillero); —Buenas, don Enrico —le gritó alguien, al pasar. —Buenas, buenas —saludó Botto, apenas levantando el brazo (Bayly, Días).

Se usa bendición en parte de las áreas caribeña y andina como fórmula de saludo y también de despedida: Buenas noches, Plácido. Buenas noches, tía María Luisa. Bendición, Elvira (Cabrujas, Día).

32.6d Como se explicó en las secciones precedentes, se asimilan en buena medida a las locuciones interjectivas las oraciones exclamativas inmovilizadas como resultado de un proceso de lexicalización, así como otros grupos sintácticos que dan lugar a expresiones igualmente acuñadas. Se emplean como saludos dichosos los ojos, cuánto bueno o qué hay, entre otras fórmulas similares, y como despedida con Dios (en el habla popular de algunos países), reducción de vaya con Dios (también vaya usted…, vayan…, ve…, etc.). Se utiliza asimismo como fórmula en las despedidas una serie de grupos preposicionales lexicalizados o semilexicalizados, que encabeza la preposición hasta: hasta luego (también hasta lueguito), hasta pronto, hasta la vista, hasta más ver, hasta otro día, hasta siempre, hasta nunca (el último como muestra de suma desafección), pero también dan lugar a combinaciones libres (hasta la vuelta, hasta el lunes). Entre las oraciones exclamativas lexicalizadas como fórmulas de despedida, cabe señalar (además de la citada vaya con Dios) nos vemos, ahí nos vemos, así como otras secuencias de mayor extensión, igualmente fosilizadas, como que {te ~ le ~ les…} vaya bien. Véase también sobre este punto el § 42.4.

32.6e Son asimismo formularias las interjecciones que se dirigen al que estornuda (Jesús, salud) o a las personas con las que se comparte un brindis (salud, chinchín). Las expresiones exclamativas buen provecho y que aproveche o que {te ~ le ~ les ~ os} aproveche constituyen manifestaciones de cortesía dirigidas a los que comen o beben. Para agradecer algo se usa gracias en todo el mundo hispánico (también muchas gracias, mil gracias, un millón de gracias, infinitas gracias, etc.), además de muy agradecido, con variación de género y número. Sobre los enunciados oracionales con los que se realiza este tipo de acto verbal (como Se lo agradezco), véanse los § 42.2o, z. Para responder a los agradecimientos atenuando cortésmente el valor del servicio prestado existe más variación entre las diversas áreas lingüísticas, y también en función de los niveles de lengua que corresponden a la réplica. A este paradigma pertenecen de nada, por nada, no (por favor), no hay de qué, a mandar, no faltaba más o no las merece, entre otras expresiones.

32.6f Constituyen otro grupo de locuciones interjectivas directivas las fórmulas empleadas ritualmente para manifestar complacencia ante la persona a la que se es presentado: encantado/encantada, mucho gusto, para servirle, tanto gusto, un placer, etc. Se expresa ofrecimiento (real o protocolario) con a la orden, a mandar, a su disposición o a sus pies. En el habla popular de algunos países americanos (especialmente en las áreas centroamericana y andina) se usa barajo para anular el insulto o la maldición lanzados por otra persona, pero también como variante eufemística de carajo: —¡Barajo, amigo, qué misterioso viene usted!… (Carrasquilla, Frutos).

32.6g La expresión de saludo que se usa al descolgar el teléfono varía considerablemente en los países hispanohablantes. Se utiliza bueno en México y en algunos países centroamericanos (entre otros, Nicaragua y El Salvador). También se registra este uso en Bolivia y Cuba, en el último caso en alternancia con qué hay (generalmente pronunciado /kiai/) y con aló. Se emplea hola (también holá) en la Argentina y el Uruguay; el citado aló o alo en Venezuela, Chile, el Ecuador, el Perú, el Paraguay y algunos países centroamericanos (entre ellos, Nicaragua, Costa Rica y Honduras). En Colombia se utiliza a ver. Se usa diga en España (en alternancia con dígame), Chile y —menos frecuentemente— también en parte de las áreas centroamericana y andina, en alternancia con las expresiones mencionadas. En varios países se emplea asimismo . Es habitual la entonación interrogativa en todas estas fórmulas:

Salté como liebre al aparato y contesté: —¿Bueno? (Cuauhtémoc, Grito); (Al aparato) ¿Qué hay? ¿Qué hay? ¡Oiga! (Martí Cid, Teatro cubano); ¿Aló?… ¿Me oye bien, Gabriela? (Díaz, Neruda); Espera unos segundos hasta que del otro lado de la línea alguien contesta. Marta: Hola, quién habla… (O’Donnell, Escarabajos); El timbre sonó muchas veces, y por fin reconoció la voz, seria y afónica: “¿A ver?” (García Márquez, Amor); ¿Diga?… ¡Ah, eres tú! Precisamente contigo quería yo hablar (Martínez Ballesteros, Pisito); Tras unos segundos de espera escuchó la voz de Alberto: —¿?, ¿dígame? (Cohen, E., Muerte).

Otro tipo de llamadas se contestan con fórmulas diferentes. Por ejemplo, en algunas áreas lingüísticas ¡Ya va! es la expresión habitual para dirigirse al que llama: Golpeé con el llamador […]. Lo pulsé con insistencia automática que me hizo avergonzarme cuando escuché resonar dentro una voz impaciente: —¡Ya va, ya va! (Merino, Sima).

32.6h Las interjecciones más usuales para dirigirse a alguien felicitándolo son felicitaciones, enhorabuena y felicidades. La primera es la más común en el español americano; la última es característica del español europeo:

¡No teníamos idea de que te hubieras casado por segunda vez! —le siguió la broma Josefina— ¡Felicitaciones! (Donoso, Elefantes); Si los estudiantes admitidos este año en la Facultad de Medicina fueron realmente los que obtuvieron las 80 mejores calificaciones, ¡¡enhorabuena!! (Diario Yucatán 4/9/1996); Para el sol de la casa, que hoy cumple trece años. ¡Felicidades! (Salom, Piel).

Las dos primeras se emplean también en grupos nominales: mis felicitaciones, nuestra enhorabuena. La última es más rara en este uso. Para asegurar al oyente que lo que se acaba de afirmar constituye una promesa o una aserción categórica se usa palabra, que equivale a Te lo prometo. Posee algunas variantes, como palabra de honor o palabrita del Niño Jesús:

La próxima vacante será tuya. ¡Palabra! (Chávez, Batallador); La propia Natalia me lo contó anoche, palabra de honor (Bryce Echenique, Huerto); Que no te engaño, mamá; que has estado fenomenal. ¡Palabrita del Niño Jesús! (Herrera, E., Cero).

32.6i Además de las interjecciones formularias, a las que se dedicaron los apartados precedentes, son también apelativas las que se usan para expresar advertencias o para llamar la atención de alguien. A este grupo pertenecen eh, ey, alto (también alto ahí ), cuidado (o cuidadito), así como ojo u ojito. En Venezuela es común la variante ojo pelado:

Ey, ey, ahí no te metas (Medina, D., Cosas); ¡Eh, alto ahí! No empieces con tus coñas de abogado y habla claro (Mendoza, Verdad); Ojo, cuidado. Uno de los hombres se levanta y viene hacia acá (Quintero, E., Danza); Cuidadito, Chola, no me busques la mano… ¡Ojito, eh! (Lloberas, Francisca); Mucho cuidado, Sinforiana, la despidió su mamá Doña Concepción, ojo pelao con los pueblerinos (Morón, Gallo).

32.6j Se transmite ánimo o estímulo con gran número de interjecciones. A ese extenso paradigma pertenecen adelante, ánimo, arriba, ea, hale, epa (especialmente en el área andina) u órale (en México), entre otras, a las que deben agregarse las muchas que se constituyen a partir de formas verbales, como venga, vamos, dale (con las variantes consignadas en el § 32.5h), hágale (en Colombia) o la citada viene:

¡Venga! —me anima a cruzar el césped (Portal, Pago); ¡Ánimo, Juani! ¡Vamos, vamos! (Vázquez, Á., Juanita Narboni); “Hágale, hágale”, decía. “Dios mío, que no se muera, que no se muera” (Cetina, Soledad); ¡Viene! —dijo haciendo sonar las manazas—. ¡Lo hacemos! (Díaz Martínez, Piel).

32.6k También pertenecen a este paradigma algunas de las onomatopeyas que se asimilan al grupo de las interjecciones, como las citadas chist, pst o sh. Se pide silencio con la última de ellas, pero también con chitón, además de con silencio, mencionada en los § 32.5e, f. Con este mismo sentido se registra ce en algunos textos medievales:

Se llevó el dedo a los labios y dijo quedamente: ¡Chitón!, no conviene que mi mujer se despierte (Mendoza, Ciudad); —¡Silencio!, ¿eh? —ordenó con entereza don Genaro tapando al mismo tiempo con su mano la boca del botero (Meza Suárez, Tío); Celestina: […] ¡Albricias, albricias, Elicia! ¡Sempronio, Sempronio! Elicia: ¡Ce, ce, ce! Celestina: ¿Por qué? Elicia: Porque está aquí Crito (Rojas, Celestina).

En el juego del ajedrez se utiliza jaque como señal de advertencia en determinadas jugadas, por lo que se asimila a las interjecciones formularias: Repito: Alfil cinco Caballo, jaque, jaque al rey (Aguilar Mora, Cadáver).

32.6l Cuando se levanta a un niño en brazos se usa la interjección upa (a veces en alternancia con úpale y con upalalá ) en casi todas las áreas lingüísticas. Con este mismo sentido alternan aúpa y upa en el español europeo. Ambas han desarrollado otros valores, y se usan fundamentalmente para transmitir ánimo o pedir esfuerzo. En Colombia y otros países del área caribeña, upa se emplea también como interjección de apremio. He aquí algunos ejemplos de estas formas:

Zermeño sube a la niña diciendo “¡úpale!” (García Riera, Cine); El dijo “¡upalalá!”, y me alzó hasta el cielo (Neuman, Argentina); Bien, hay que llevar ese hombre al horno. ¡Vamos, Nati…! ¡Aúpa…! (Alonso Millán, Raya); “¡Upa! ¡Otra vez y no desmayar! ¡Ánimo! ¡Ánimo!” (Rivera, Vorágine).

La interjección upa se ha sustantivado en el interior de algunas locuciones, como en hacer upas (‘dar pasitos’), alzar a upa o pedir upa:

Si es un bebé, pide más upa de lo habitual, lloriquea, rechaza la mamadera o no parece saber bien lo que quiere (Penerini, Aventura); Su cariño por la gente era desmesurado y muchas veces alzaba a upa a señores serios y desconocidos (Ramírez Santacruz, Relatorios).

32.6m Se pide sosiego con la expresión, ya mencionada, calma (sustantivo solo parcialmente lexicalizado, tal como se vio). Recuérdese, en este sentido, el uso del adjetivo tranquilo (y sus variantes de género y número) al que se hizo referencia en el § 32.5s. Se asimilan a las interjecciones apelativas directivas algunas voces de mando en la milicia, como ar, que emplean los militares en España, o fir, que se utiliza para ordenar la posición de firmes (¡Atención, fir!, en varios países centroamericanos). Sobre el uso de cancha y aire como interjecciones apelativas, véase el § 32.5d.

32.6n Algunas interjecciones apelativas se dirigen exclusivamente a los animales sea para llamarlos, apartarlos o hacerlos parar o avanzar: so (pronunciada a veces con palatoalveolar fricativa sorda en parte de México y Centroamérica) y arre se dirigen a las caballerías; zape a los gatos; mine a las cabras; tus tus a los perros (también chito en algunas áreas); titas o pitas a las gallinas; jau a los toros; ox a las aves y cuche o huche a los cerdos. Las interjecciones de este grupo presentan una distribución geográfica muy irregular. He aquí algunos ejemplos:

Los arrieros, soo, soo quietos, se paran en la hilera de los magnolios, los burros cargados buscan la sombra de los higos (Morón, Gallo); ¡Arre!, caballo, dijo el jinete con una voz endurecida por la implacable sed del desierto (Cuesta, Cuentos); ¡Zape, gatos…!, ¡ya sabréis ahora lo que es morir de hambre! (Meza Suárez, Tío); Déjame a mí… Pitas, pitas… Así las llamaba mi madre. (La gallina se le escapa.) (Martínez Mediero, Vacaciones).

 

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