Sintaxis

35 El complemento indirecto

35.2 Los pronombres dativos

35.2a En el § 16.3l se explicó que los pronombres dativos pueden ser tónicos o átonos. Los primeros requieren la preposición a. Se crean de este modo grupos preposicionales como a mí, a ti, a vos, a él, a ella, a ellos, a ellas, a nosotros, a nosotras, a vosotros, a vosotras, a usted, a ustedes o a sí (mismo/misma/mismos/mismas). Estos grupos pueden formarse también con pronombres no personales, como se verá más adelante: dar un regalo a alguien, preguntar(le) algo a cualquiera. Los pronombres dativos átonos se insertan en el paradigma de los personales. Poseen formas características para la tercera persona (le, les), pero no se distinguen de los pronombres acusativos en las demás (me, te, nos, os, se). Se resumen sus rasgos gramaticales a continuación:

Rasgos de persona:

Primera: me, nos.

Segunda:

- Gramatical: te, os.

- Del discurso: le, les (en Le dije a usted la verdad).

Tercera: le, les, se (en Se lo dije).

Rasgos de número:

Singular: me, te, le.

Plural: nos, os, les.

Sin distinción de número: se.

Rasgos de género:

Todos sin distinción de género.

Rasgos de reflexividad:

Reflexivo: se (en Se dio ánimos).

No reflexivos: le, les, se (en Se lo dije).

Sin distinción de reflexividad: me, te, nos, os.

35.2b Como puede verse en esta relación, el pronombre se es el único que no hace distinción de número. Se comporta de esta forma tanto cuando precede directamente al verbo (Se {compró ~ compraron} un coche nuevo) como cuando se usa como variante de le/les ante un pronombre de tercera persona: Se lo dije a {ella ~ ellas}. Esta última construcción se analiza en los § 16.11j, k y 35.2e, f. Los pronombres dativos átonos no hacen distinción de género: Le exigió secreto (a él o a ella); Os felicitamos las Pascuas (a vosotros o a vosotras); Les pusieron una multa (a ellos o a ellas), pero sí de número (a excepción de se, como se ha explicado). Los dativos átonos de tercera persona distinguen morfológicamente la reflexividad (Se hizo un regalo ~ Le hizo un regalo), pero los demás no la marcan: Me [no reflexivo] lo regaló ~ Me [reflexivo] lo regalé. He aquí algunos ejemplos de se como dativo reflexivo:

Neruda se concedió una tregua para pensar (Skármeta, Cartero); Los dos jóvenes se preguntaron qué pretendían esos soldados (Allende, Ciudad); Ahora parece que ya podemos respirar, se dijeron los barceloneses (Mendoza, Ciudad).

35.2c Los rasgos gramaticales de los pronombres dativos tónicos, explicados en los § 16.1-3, se resumen en la relación siguiente. Todos los pronombres que se mencionan a continuación se construyen precedidos de la preposición a:

Rasgos de persona:

Primera: mí, nosotros, nosotras.

Segunda:

- Gramatical: ti, vos, vosotros, vosotras.

- Del discurso: usted, ustedes.

Tercera: él, ella, ellos, ellas, sí.

Rasgos de número:

Singular: mí, ti, vos, él, ella, usted.

Plural: nosotros, nosotras, vosotros, vosotras, ellos, ellas, ustedes.

Sin distinción de número: .

Rasgos de género:

Masculino: él, ellos, nosotros, vosotros.

Femenino: ella, ellas, nosotras, vosotras.

Sin distinción de género: mí, ti, vos, sí, usted, ustedes.

Rasgos de reflexividad:

Reflexivo: .

Sin distinción de reflexividad: mí, ti, vos, él, ella, nosotros, nosotras, vosotros, vosotras, ellos, ellas, usted, ustedes.

35.2d Tal como se indica en esta relación de rasgos, el dativo es invariable respecto al género y al número, pero es siempre reflexivo, a diferencia de los demás dativos tónicos. Para obtener la interpretación reflexiva con los pronombres tónicos se exige unas veces, y se admite potestativamente otras, el adjetivo mismo16.4). Así pues, el pronombre él funciona como dativo reflexivo en Es decir, que se regalaba a él mismo los dichosos caramelos (Zaragoza, C., Dios), por tanto de forma similar a como lo hace el pronombre :

Desde hacía varios años se prometían a sí mismos que algún día llegaría el cuarto de hora para ese callejón tortuoso y polvoriento (Aguilera Malta, Pelota); Algunas tarjetas SCSI se asignan un ID a sí mismas (Bustos Martín, Multimedia); En el fondo ya lo sabía, e incluso se lo había dicho a sí misma, casi con las mismas palabras que él estaba usando ahora (Piglia, Respiración).

Sobre la diferencia entre y las variantes él, ella, ellos, ellas, véanse los § 16.4k y ss.

35.2e Los pronombres dativos preceden casi siempre a los acusativos cuando ambos componen un grupo pronominal átono (§ 16.11a): Me lo contaron; Te las traerá, o para decírselo:

En el fondo, y perdona que te lo diga, él fue el único que salió ganando esa vez (Paz Soldán, Materia); En decenas de ocasiones hemos solicitado audiencia y nunca nos la ha otorgado (Prensa Libre 3/4/1997); Yo os los dejé para que los disfrutarais vosotros (Gironella, Hombres).

En estos casos, los pronombres dativos le y les adoptan la forma se; por tanto, Se lo dijo, Se las traerá, en lugar de *Le lo dijo, *Le las traerá:

Se lo quería enseñar a una amiga (Medina, D., Cosas); Era una sola banda homogénea y ceñida […]. Solo se la podría quitar cortándola (Rossi, María); Si pudiera hacer milagros, tú serías el último a quien se los hiciera (Aguilera Malta, Pelota); Bueno, puedes dárselo (Vilalta, Historia).

35.2f Las combinaciones se lo, se la, etc. se derivan de las antiguas formas gelo, gela, que proceden de la combinación de los pronombres latinos de dativo con los de acusativo: dedit illis illud > dio gello > dio gelo > dióselo. La grafía -g- representa una consonante palatoalveolar fricativa sonora en estos contextos. Adelantó, pues, su zona de articulación y se ensordeció al dar paso a la alveolar [s]: quitárselas, diéronsela, etc.:

Aun las ferraduras quitárgelas mandava (Cid); Dieronge la por muger al dicho don Ferrando de Castro (López Ayala, Crónica); Los dichos señores mandarongelo dar (Concejo Madrileño, Acuerdos).

Véanse también, en relación con esta construcción, los § 16.11j, k.

35.2g Cuando se combinan varios pronombres átonos, el pronombre se precede a los demás (§ 16.11a), a diferencia de lo que sucede en otras lenguas romances. No han pasado a la lengua culta las construcciones con el orden inverso (Me se cayó; Te se ve, por Se me cayó; Se te ve), que se recomienda evitar. Aparecen a veces en obras literarias cuando el autor desea caracterizar a ciertos personajes:

Te se había olvidado, ¿eh? (Delibes, Hoja); Después me se emborrachan y me piden que no le cuente na’ a monsieur el rectó (Bryce Echenique, Magdalena); Eso que no te se vaya a ocurrir ni por pienso porque yo soy mora (Quiñones, F., Hortensia).

Este rasgo es característico de la lengua popular. Se ha observado que no está sujeto a variaciones de registro, ya que los hablantes que lo emplean lo hacen de manera casi sistemática. En relación con su distribución geográfica, véase el § 16.11c.

35.2h Como se vio, la forma se del dativo distingue la persona y la reflexividad, pero no el número ni el género. Así pues, en oraciones con complemento directo e indirecto en las que ambos están representados por pronombres clíticos, solo el pronombre acusativo variará en función del género y el número de su referente: La cartera se la entregué a sus propietarios frente a Los libros se los entregué a su propietaria. Cuando el complemento directo tiene un referente singular y el complemento indirecto un referente plural, en ambos casos de tercera persona, es frecuente en la lengua oral y coloquial de amplias zonas de América, así como del español canario, trasladar al acusativo la marca de plural que es incompatible con el se dativo. Se obtiene así la pauta Se los digo por Se [plural] lo [singular] digo:

Nadie me dijo el porqué, ni yo se los pregunté (Proceso [Méx.] 14/7/1996); Voy a irme. Se los digo a los tres: me voy (Carballido, Fotografía); La Constitución garantiza en su artículo 21 “el derecho a la honra”. Es hora de que la Corte se los recuerde (Semana 6/11/2000); Aunque nadie se los había dicho comprendieron que serían para el mole de la boda (Vega, A. H., Marcelina).

Como se ve, el efecto de este traslado es el hecho de que el grupo (o conglomerado) de pronombres átonos muestra rasgos de plural en alguno de sus componentes. Mientras que en algunas áreas lingüísticas se extiende progresivamente esta construcción a los registros cultos (México, el Caribe continental y parte de las áreas centroamericana, rioplatense y andina), en otras (Chile, España y parte de las áreas andina y antillana) no se considera propia de estos registros.

35.2i Resultan aún más marcadas, y se recomienda evitarlas, las variantes de esta construcción que presentan discordancia de género. se trata de las secuencias en las que el pronombre acusativo reproduce no solo el número, sino también el género del complemento indirecto, como en Aquello se las dije bien claro a tus hermanas. Una variante de estas estructuras, menos frecuente, revela el llamado falso leísmo. Consiste en la sustitución (también incorrecta) del pronombre acusativo por un dativo átono de tercera persona en las construcciones que se describen. En efecto, se han registrado variantes en las que en lugar de Ya se los dije (pauta sumamente común en muchos países, como se ha explicado) aparece Ya se les dije. Esta forma se registra en hablantes no leístas, por lo que no puede considerarse un tipo de leísmo. Sucede más bien que el pronombre se carece de rasgos morfológicos distintivos de género, número y caso, por lo que en la conciencia lingüística de algunos hablantes parece prevalecer la necesidad de que exista presencia morfológica tanto del caso dativo como del número plural: les.

35.2j Los pronombres átonos concuerdan con los tónicos, o con el grupo nominal al que hacen referencia, en las construcciones reduplicadas:

Y nos reímos como desaforados y les cambiamos los nombres a los días y les pusimos nombre a las semanas (Rossi, María); Pero lo malo es que a vosotros os va mucho el rollo de las armas (Tomás, Orilla).

Sin embargo, es frecuente que los pronombres átonos de dativo de tercera persona del singular dupliquen en la misma oración a un grupo preposicional con a construido en plural o formado por la coordinación de dos grupos nominales:

Y poco a poco voy cogiendo complejo de que soy la que sobro… De que te sobro a ti, y le sobro a mis padres y a todos (Martínez Mediero, Juana); Dice esta mujer que desde el mismo día de su captura en Cali, el 18 de septiembre de 1999, le pidió a la Corte Suprema de Justicia y al Gobierno que la extraditaran (Semana 6/11/2000); Me compra manises para que lea los monos (Benedetti, Primavera).

35.2k La discordancia descrita está extendida en muchos países hispanohablantes, y no opone especialmente el español europeo al americano. Algunas de sus manifestaciones se han introducido incluso en el habla culta, sobre todo en la oral. No obstante, en los registros formales se aconseja mantener la concordancia de número entre el pronombre dativo y el grupo nominal o el pronombre tónico al que se refiere, como en Les (y no le) dije la verdad a los policías. La sustitución de les por le no se extiende a las expresiones en singular que denotan un conjunto de personas o cosas (Eso le gusta a todo el mundo; La noticia le sorprendió mucho a mi familia), lo que hace pensar que se trata de un fenómeno morfofonológico. Se ha observado que aumenta la proporción de la variante discordada con los complementos indirectos de cosa. Se subrayan en estos ejemplos las expresiones que presentan la discordancia de número:

Él no le presta atención a las ramas espinosas que lo rozan al pasar (Santiago, Sueño); Este hecho en humanos le da apoyo a las observaciones de que en el dengue los monocitos son las células más importantes para la replicación viral (Vitae 10/2004); Y, si le hace caso a las estadísticas para el próximo siglo referentes a la curva de natalidad, tampoco se reproducirá (Nacional 19/1/1997).

Influye asimismo el orden en que aparecen los dos segmentos. Como muestran estos textos, el pronombre le precede al grupo preposicional al que se refiere. Si el orden es el inverso, decrecen notablemente los casos de discordancia: A las ideas no hay que tenerles miedo.

35.2l El pronombre le/les no es dativo, sino acusativo, cuando se emplea en las oraciones impersonales con se que contienen complementos directos de persona en masculino. En efecto, en Se le veía acercarse, el pronombre le identifica el objeto directo del verbo ver, y el infinitivo acercarse constituye un complemento predicativo, como se explica en el § 26.9b. Análogamente, le es el complemento directo de querer en Pobre Marcel, si supiera cuánto se le quiere en el Perú (Bryce Echenique, Martín Romaña). La variante Se le veía acercarse es mayoritaria en el español europeo (incluso entre no leístas), aunque no la única. Es también la predominante en México, en gran parte de Centroamérica y en el área antillana. Se ha observado que esta variante es más frecuente con ciertos verbos, en particular con apoyar, ayudar, corresponder, entender y otros similares. A ese mismo paradigma pertenecen algunos de los verbos que dan lugar en ocasiones a casos de leísmo en áreas no leístas (§ 16.9k). Los textos que siguen ofrecen una muestra de esta pauta:

Pero entiéndase bien que a los indios se les ayuda como a oligofrénicos, como a hombres incapaces de asimilar la cultura de nosotros (Aguirre Beltrán, Antropología); Sigue diciendo lo mismo, pero ahora se le entiende (Schmidhuber, Ventana); A uno de ellos, don Manuel Jiménez, se le hizo responsable de una granizada y quisieron culparlo (Proceso [Méx.] 26/1/1997); Pocas veces a Casagrande se le había visto tan serio (Quesada, Banana); En la zona donde operó y murió Guevara, se le venera como un santo (Caretas 9/10/1997); No son ningunos niños a los cuales se les puede manipular (Cronómetro 28/5/2003).

35.2m Tal como se explicó en los § 16.9k y ss., la variante Se lo veía acercarse es mayoritaria o casi mayoritaria en otras áreas, como la chilena y la rioplatense. Alternan ambas en otros países americanos, especialmente en los del área andina, la caribeña continental y en algunos de Centroamérica. Se ejemplifica esta variante a continuación:

Veía desde lejos un avión solitario que parecía quedarse quieto en el aire, después se lo veía girar y volverse para el lado del norte (Fogwill, Cantos); Se los ayuda con préstamos de alimentación y alojamiento (Hoy [Chile] 19/10/1983); Si no se los entiende o apoya, muchas veces “bajan la cortina” (República [Ur.] 5/4/2007); Se los hacía esperar durante horas hasta que, cansados, manifestaban su protesta (Hoy [Arg.] 4/1/2001); Si bien la base de los chicos está en la casa, en la escuela se los apoya mucho (Andes 27/2/2009).

35.2n Es menos frecuente en estas construcciones el uso de la forma le/les referida a objetos directos de persona en femenino, como en A Tranquilina se le podía ver todos los días yendo de un lado a otro con sus pies chuecos (González, E., Dios). No obstante, se ha observado que se extiende en casi todas las áreas lingüísticas con algunos verbos, en especial con llamar (§ 16.9g):

A estas fincas grandes se les llamó “haciendas”, si tenían el propósito de cultivo agrícola (Silvestrini / Luque, Historia); […] como María Asquerino, a quien por aquel entonces se le llamaba Maruja (ABC 27/9/1982); A esta operación de unir los surcos se le llamaba “mancornar”, y el riego era “de dos apantles” (Tortolero, Agua).

35.2ñ Se han llamado doblemente pronominales las construcciones formadas con unos pocos verbos de pensamiento y afección: olvidar, antojar, ocurrir (en el sentido de ‘venir a la mente’, no en el de ‘suceder’). En efecto, ocurrirse es un verbo pronominal, pero la oración *Se ocurrió una idea extravagante es agramatical, a diferencia de la variante con dativo Se {me ~ te ~ le ~ les...} ocurrió una idea extravagante. En cambio, la variante no pronominal construida con dativo se registra con amplitud en la lengua antigua y llega hasta el siglo xix:

Al momento me ocurrió una idea (Larra, Fígaro); Dando vueltas a cuantos expedientes podían sacarla del conflicto, le ocurrió una idea (Pardo Bazán, Cisne); Pero repentinamente le ocurrió que no era prudente dejar a sus partidarios sin jefe (Milla, Visitador).

Como se ve, la sintaxis de ocurrir en estas oraciones es análoga a la que posee en la actualidad este verbo cuando significa ‘suceder’ (Me ocurrió una desgracia). El verbo pronominal olvidarse se construye hoy sin dativo con sujeto de persona (Me olvidé), pero no de cosa. No hay, pues, verbo pronominal, sino pasiva refleja, en Se olvidó tu fecha de cumpleaños. El verbo es, por el contrario, doblemente pronominal en Se me olvidó tu fecha de cumpleaños, donde se concuerda en tercera persona con el sujeto (tu fecha de cumpleaños) y me es un pronombre dativo que designa el que experimenta el olvido. Sobre la construcción Te me olvidaste, véanse los § 35.7s y 35.8t. La presencia —necesaria hoy— del pronombre dativo en Se me olvidó el nombre es similar a la que muestran otras oraciones con dativos que se interpretan como experimentadores (Le duele la cabeza a Eva, frente a *Duele la cabeza a Eva: § 35.4k). El dativo es también necesario (en la lengua actual) en Le vino a la cabeza algo que había leído a los veinte años (Consiglio, Bien) y otras oraciones similares construidas con los sustantivos conciencia, memoria, mente, etc. Se analizarán otros aspectos de la sintaxis de estos verbos en el § 35.8c. El orden de las secuencias de pronombres átonos se estudia en el § 16.11.

35.2o Se ha observado cierta tendencia a que los pronombres átonos de dativo interfieran en las construcciones copulativas formadas con el verbo parecer. Se aceptan de modo general las dos opciones en Juan {parece ~ me parece} listo, pero muchos hablantes rechazan la segunda opción en Juan {parece ~ me parece} ser listo. La lengua antigua no manifestaba esta incompatibilidad:

Y demasiadamente fue espantado de ver junta tanta hermosura; que toda la corte celestial le paresció estar allí junta (Ortúñez, Espejo); Y assí como me parece ser éste vn buen medio para el bien de la christiandad (Valdés, Mercurio); Hallaremos ser fácil todo lo que nos parece ser dificultoso (Cuervo, J., Compendio).

Tampoco la manifiesta el español de hoy, en especial en la lengua literaria, tal como se explica en los § 37.9u y ss.

35.2p Son muy frecuentes en México y en zonas de Centroamérica los dativos que no desempeñan propiamente una función sintáctica ni se vinculan con ningún referente. Así, la presencia del pronombre dativo le en la construcción «hacerle para + infinitivo», usada en estas zonas, posee valor expresivo, pero este no le otorga un significado distinto de la variante sin le (es decir, «hacer para + infinitivo»), que se utiliza en otras áreas lingüísticas. He aquí algunos ejemplos:

Estamos todavía lejos de poder explicar cómo le hacen los seres vivos para decorarse, pero al parecer vamos en el camino correcto (Gánem, Caminitos); Tienes que correrle porque si no ellos te dejan. No te les despegues y ya (Salcedo, Viaje); Leonor abrió la puerta y le dio gusto verme. —Pásale por aquí —dijo (Ibargüengoitia, Crímenes); Así es que piénsale, gordo, si vamos a un restorán, o con mi mamá, o con tu mamá (Mañana 27/8/2007).

Estos usos se distinguen de manera señalada de los dativos de interés (§ 35.7b), puesto que estos últimos poseen algún referente. Así, pertenecen al español general expresiones como Aquí nunca le cierran tarde a uno (se subraya el dativo de interés). En cambio, es posible decir en el español conversacional mexicano Aquí nunca le cierran tarde con el sentido de ‘Aquí nunca cierran tarde’, es decir, con un dativo que añade un refuerzo expresivo al significado del verbo, pero que carece de referente.

35.2q Es muy común que estos dativos expresivos (llamados a veces espurios o superfluos) den lugar a expresiones interjectivas con formas verbales en imperativo. En estos casos el pronombre aparece de forma invariable en la tercera persona del singular (le):

Pues para luego es tarde. Ándele, éntrele (Castellanos, R., Eterno); Carlitos: […] (Señala el paquete de cigarrillos de Alsina). ¿Me permite? Alsina: Sí, dele. (Saca un cigarrillo y se lo guarda en un bolsillo) (Cossa, Criado).

Los verbos que predominan en este uso son andar, dar, entrar y llegar. Se dan en estos casos diversos grados de fijación y lexicalización. Así, en expresiones como ándele y éntrele, registradas en el primero de los ejemplos anteriores, el verbo mantiene su significado originario. Asimismo, el verbo que forma parte de ándele, éntrele, y también de dele, puede variar en función del tratamiento que se dé al interlocutor (tú, usted o vos), y de si este es singular o plural:

¡Apúrate, ándale, córrele! (Solares, Mártires); Pero ándenle, que una malvada migraña abatió este domingo a mi única (Mojarro, Yo); No, hija, éntrale tú, a mí me gusta cualquier cosa (González, E., Dios); Ándale, vete a casa y allí me esperas (Hinojosa-Smith, Estampas).

35.2r A diferencia de ándele ~ ándale ~ ándenle o de dele ~ dale ~ denle y otras alternancias verbales similares, es invariable quihúbole (de qué húbole), fórmula de saludo coloquial en México y parte de Centroamérica:

El Mamerto le contestó a medias, con el quihúbole güey, adodónde tetevas, con la voz aún más gangosa y con las ganas de dar órdenes salidas de un odio gratuito (Azuela, A., Casa); Ah, quihúbole, Andrés, cómo estás, qué me cuentas (Pacheco, Principio).

También están totalmente lexicalizadas las locuciones interjectivas o adverbiales dale, y dale, dale y dale, y dale que va, dale que dale y otras similares que contienen la forma dale y que presentan una extensión geográfica irregular:

Vos si querés cortar uno de los pollos y aprovecharlo mientras está calientito, dale no más (Puig, Beso); Muchos se llenaron de guita y dale que va (Fernández Tiscornia, Lanús); Yo aquí como una idiota dale que dale y no te importa (Ortiz, L., Luz); Se echó a correr el trago fuerte y se desató la parranda, dale y dale, en las calles del pueblo (Galeano, Bocas); El pobre recluta dale que dale, pasmado con el estropajo (Moreno-Durán, Diana).

Véase también sobre esta cuestión el § 32.5h.

35.2s Existen otras expresiones interjectivas, similares a las anteriores, en las que el dativo se adjunta a un elemento no verbal. Puede tratarse de un sustantivo, como en híjole; un adverbio, como en órale (de ahora + le), o de una interjección, lo que da lugar a expresiones como úpale (de upa + le, si bien podría guardar relación con el imperativo de aupar: aúpale), épale (de epa + le), újule (de uh + le), etc.:

Subíamos y bajábamos, acarreábamos baldes de agua o volvíamos a examinar los cuartos del fondo, híjole (Azuela, A., Casa); Eso mero, es lo que queríamos oír, órale pues, doctor haremos lo que dice, si nos vienen a tocar, les vamos a contestar (Morales, A., Verdad); Úpale, todavía faltaba el maldito colchón (Leñero, Mudanza); ¡Besos!, ¡újule, …! ¡Qué te voy a creer! (Azar, H., Premio).

Las expresiones mencionadas en estos últimos apartados son raras en el español europeo, con excepciones como y dale o dale que dale.

Información adicional

En relación con este capítulo, la siguiente entrada del Glosario de términos gramaticales podría ser de su interés:
verbo doblemente pronominal

 

Nueva gramática de la lengua española
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