Sintaxis

22. Relativos, interrogativos y exclamativos. Sus grupos sintácticos

22.14 Interrogativos y exclamativos (II). Cuál, cuánto, cuán y cúyo. Sus grupos sintácticos. Combinación de expresiones cuantificativas

22.14a El interrogativo cuál presenta la variante plural cuáles. Se usa como determinante y como pronombre. En el primer caso, admite sustantivos de ambos géneros (cuál nombre, cuál ciudad, cuáles nombres, cuáles ciudades); en el segundo, puede remitir a cualquiera de ellos, como en ¿Cuál era {el requisito ~ la condición}? Se percibe cierta tendencia a sustituir de manera progresiva cuál por qué (usado como determinante interrogativo) en algunas áreas, entre ellas, la rioplatense y la europea. La alternancia es igualmente posible en ellas, pero las proporciones del uso de cuál son algo más elevadas en las demás zonas hispanohablantes:

¿Pero por cuál razón habría de retener las llaves? (Ducoudray, Ojos); Alejandro no recordaba muy bien por cuáles vericuetos se fueron desgranando las confidencias (Mutis, Maqroll); Trató de olvidar a sus hijos muertos, preguntándose cuáles estrellas estaban apagadas ya (Fuentes, Gringo); —¿Cuál herencia? —La que mi tío va a dejarnos a sus sobrinos (Ibargüengoitia, Crímenes); No sé siquiera dónde mirar ni qué, qué perseguir y por cuáles caminos (Gala, Pasión); ¿Cuál secreto descubrió la mujer…? (Balza, Mujer); ¿Pero de cuál presente se trataba? (Vegas, Falke).

22.14b Usados como pronombres, cuál y cuáles son comunes en el español de hoy: Ya nadie sabe cuál es el hombre verdadero y cuáles sus ídolos (Borges, Historia). No son grupos nominales, sino oraciones, las secuencias introducidas por cuál en las que se elide parte del predicado verbal, como en el texto siguiente, en el que se sobrentiende eran: Venían a consultarme porque se había corrido la voz que yo sabía qué cerros eran machos y cuáles hembras, y también qué piedras parían (Vargas Llosa, Lituma). Véase, sobre esta construcción, el § 31.8j.

22.14c Se explicó en el § 22.13j que el interrogativo cuál tiene naturaleza anafórica o catafórica. Admite asimismo complementos partitivos (cuál de ellos, cuál de las propuestas), a diferencia de qué, que es compatible con las construcciones pseudopartitivas exclamativas (qué de montañas), pero no con las partitivas, sean interrogativas o exclamativas (*qué de esas montañas). Así pues, el que se use cuál, y no qué, en fragmentos como el siguiente se debe a que el interrogativo qué no puede incidir sobre sustantivos tácitos: Todo daba a entender que estábamos en un hotel, pero ¿en cuál? (Mendoza, Laberinto). El pronombre cuál no posee género neutro en la lengua actual, a diferencia de qué, por lo que se rechazan oraciones como *¿Cuál es lo que deseas? o *¿Cuál prefieres, venir o quedarte? En la lengua antigua, en cambio, cuál podía usarse como pronombre neutro en este tipo de construcciones:

E dixo que el consejo fuera que qual seria mejor, que un ombre oviesse dos mugieres, o una mugier fuesse casada con dos ombres (Sánchez Vercial, Exemplos); No sé quál es lo que más aman, el dinero o el hijo (Guevara, Reloj).

22.14d Se usa cuál como determinante o como pronombre para pedir que se precise la referencia de alguna expresión nominal introducida en el discurso precedente. En este uso, cuál coincide con el determinante interrogativo qué, como se ha explicado:

—La niña está atrás, en el jardín. —¿Cuál jardín? —dije inquieto, enojado (Fuentes, Compañía); —¿Y los milagros? —¿De cuáles milagros me habla? (Allende, Amor).

También se emplea cuál para pedir información acerca del elemento o los elementos que deben seleccionarse de algún conjunto. Se menciona este expresamente unas veces, como en ¿Cuál de estas corbatas te vas a poner?, pero queda tácito otras, y está presente solo en la conciencia lingüística de los interlocutores. En los ejemplos que siguen no se introduce ningún conjunto de entidades, y tampoco aparece esa mención en el discurso precedente. A pesar de ello, los textos se interpretan sin dificultad:

De modo que, dicho esto, podemos discurrir sobre cuál es la forma primaria de comunicación (Álvarez Muro, Poética); Traté de pensar con absoluto rigor, porque tenía la intuición de haber llegado a un punto decisivo. ¿Cuál era la idea inicial? (Sábato, Túnel); —¿Cuál fue la relación de Teresa Mendoza con el comisario Nino Juárez? —pregunté (Pérez-Reverte, Reina).

22.14e En los textos que se acaban de citar, se admite cuál en la lengua actual, pero no qué, como se vio en el § 22.13i. La elección que se solicita con cuál forma parte de cierta información presuposicional. Así, el último ejemplo citado en el bloque anterior tiene sentido si el que habla entiende que existía alguna relación entre las dos personas que en él se mencionan, cuya naturaleza quiere precisar. El que pregunta cuál es la causa de algo o el nombre de alguien, su trabajo, su edad, su domicilio o su punto de vista sobre algún asunto formula su pregunta asumiendo que todos los fenómenos tienen una causa, y que las personas tienen nombre, trabajo, edad, domicilio o puntos de vista. Son, pues, esos supuestos los que dan sentido a la solicitud de información en la que cuál establece, como en los demás usos, alguna selección entre un conjunto de opciones, se expresen o no (§ 43.8c y ss.). Con los sustantivos que designan cosas materiales, es más difícil acceder a esa información presuposicional, lo que suele llevar a una identificación deíctica. La pregunta ¿Cuál es mi silla? (equivalente a ¿Qué silla es la mía?) solicita, en efecto, la selección de una silla dentro de un conjunto. Se percibe una diferencia entre cuál y quién en este sentido, que resalta, sobre todo, con los nombres de persona. El empleo de cuál puede ser deíctico o anafórico, y tiende a hacer referencia a entidades individuales, como en Depende de cuáles sean tus compañeros. El pronombre quién admite esta misma interpretación, pero en estas construcciones se refiere con más frecuencia a clases o tipos que a personas específicas, como en Depende de quiénes sean tus compañeros.

22.14f Se ha perdido en gran medida el uso de cuál en los contextos exclamativos. Pervive, no obstante, en ciertas fórmulas semilexicalizadas, sobre todo en las que se construyen con negación expletiva (§ 48.11), el verbo ser y un número relativamente reducido de nombres de emoción. Se subrayan estos sustantivos en los textos que siguen:

¡Cuál no sería mi gozo cuando, al pasar por la plaza de la Catedral, tras la serenata, vi, sentada en una acera, arropada en su rebozo, como entregada al sueño, a una mujer! (Rubén Darío, Cuentos); Cuál no sería su sorpresa al encontrar en ese sitio a José Erazo (Salvador Lara, Historia); Cuál no sería nuestra desilusión e indignación al comprobar que […] (País [Esp.] 2/8/1984); Cuál no habrá sido el desconsuelo, la desesperación de esas columnas interminables de jovencitas (ABC 4/8/1989).

22.14g Son hoy raros los demás grupos nominales exclamativos formados por cuál o cuáles. Así, en lugar de ¡Cuáles cosas!, que muestra concordancia de número entre el determinante y el sustantivo, se dice hoy ¡Qué cosas!, sin concordancia entre el determinante y el nombre. Al igual que tal/tales concuerda con el sustantivo del que se predica (Tal es el problema ~ Tales son los problemas), también lo hacía cuál/cuáles en la lengua antigua:

¡Oh cuántas y cuáles cosas te pudiera decir, Cipión amigo […]! (Cervantes, Coloquio); Pero, señor, ¡cuáles son los aparentes engaños de este mundo! (Reyes, M., Curial); […] y tus carnes consumidas, / y tus piernas encogidas / ¡quáles son para cavallos! (Cota, Diálogo).

22.14h Está asimismo perdido el adverbio cuál, usado como exclamativo o como interrogativo, si bien se registran usos ocasionales en los últimos cien años, algunos de ellos arcaísmos deliberados. En lugar de cuál, se usa hoy cómo con este sentido:

Bien podrás pensar cuál se puso la mercadería de bien acondicionada (Alemán, Guzmán I); Si el criado es tan discreto, ¡cuál debe de ser el amo! (Cervantes, Quijote II); Si ésta es la mejor, ved quál serán todas las demás (Horozco, Libro); Veréis cuál andan de una parte a otra inquietos, que no calientan lugar (Luque, Desengaño); Mirad allí, mirad cuál se abalanza / El ladrón a la presa (Blanco White, Diálogo); ¡Cuál gritan esos malditos! (Zorrilla, Tenorio).

22.14i Tiene escasa presencia en el español estándar de hoy el uso distributivo de cuál… cuál…, en el sentido de ‘uno(s)… otro(s)…’. Es análogo al empleo de quién… quién… que se describió en el § 22.13d:

Y así, cuál en pie, cuál recostado, y cuál sobre las rodillas puesto, cada uno, con admiración y espanto, el claro fuego miraba (Cervantes, Galatea); […] cuál con los trastos de cocina, cuál con los toldos y las estacas (Carrasquilla, Marquesa).

Está relacionada con este uso la construcción cuál más, cuál menos (o cual más, cual menos), que alterna con quién más, quién menos (o su variante quien más, quien menos) para expresar que cierta afirmación se aplica a todos los individuos de un grupo, si bien a unos más que a otros: De esta hecha hemos quedado todos, cuál más cuál menos, bastante estropeaditos (Galdós, Episodios). Sobre la construcción «a cuál más + adjetivo o adverbio», véase el § 45.12e.

22.14j Cuánto es el cuantificador interrogativo y exclamativo correspondiente a los indefinidos mucho, poco, tanto o nada. Así, al igual que se dice Trabaja poco o Puede mucho, se forman las oraciones ¿Cuánto trabaja? o ¡Cuánto puede!: Quienes se han abstenido de besar […] / Comprenderán cuánto puede esta locura (Selva, Soldado). Se usa cuánto como adjetivo o determinante cuantificativo, como pronombre y como adverbio. En los dos primeros casos posee variación de género y número (cuánto/cuánta/cuántos/cuántas). Se analizan todos estos usos en los siguientes apartados.

22.14k Cuánto incide sobre nombres contables (cuántas veces, cuántos papeles) o no contables (cuánto tiempo, cuánta plata). Al igual que cuál, se usa como pronombre en contextos anafóricos, como en —¿Cuándo empecé yo en la vida? —Hace tres años. —¿Y cuántos tenía entonces? (Baroja, Hierba), donde cuántos significa ‘cuántos años’, y en los catafóricos, como en Ponte a pensar cuántos son cuatrocientos pesos juntos (García Márquez, Coronel), donde equivale a ‘cuántos pesos’. También como muchos, pocos y otros cuantificadores indefinidos, cuánto se usa en plural para aludir a personas sin que se precise antecedente:

¡Oh a cuántos he oído yo esta palabra prometer y a cuán poquitos la he visto cumplir! (Guevara, Menosprecio); ¿Te detuviste a pensar cuántos en todo el país comparten esta hambre por la dignidad y la justicia? (Sábato, Fin); ¡A cuántos como usted, Aramis, […] tendría hoy de mi parte, en vez de tenerlos enfrente! (Clarín, Plagios); ¿Cuántos creen de veras en la no-violencia? (Ocampo, V., Testimonios).

22.14l Coincide asimismo cuánto con muchos y los demás cuantificadores indefinidos mencionados en que admite complementos partitivos, que pueden formarse con grupos nominales (No sé cuántos de estos materiales se podrán aprovechar). Admite también complementos adjetivales (¿Cuánto de aprovechable puede haber en estos materiales?). En uno y otro caso, el cuantificador puede desgajarse de su complemento en ciertas construcciones, especialmente con los verbos ser, haber, tener y otros similares: Lo que se pretende es que se analice cuánto tiene de justo y cuánto de injusto el monto de la deuda (Clarín 12/3/1997).

22.14m Cuánto no muestra la misma libertad que mucho y poco en las construcciones en las que más y menos se anteponen (muchos más problemas) o se posponen (muchos problemas más) a los sustantivos cuantificados. La opción que predomina en las construcciones con cuánto es la que sitúa en posición posnominal el cuantificador comparativo, como en cuántos pesos menos, cuántas veces más o cuántos años más:

Me encuentro bien, pero siendo un poco sensato, ¿cuántos años más puedo vivir? (Vanguardia [Esp.] 15/9/1994); Quién sabía cuántas veces más se habría cambiado después de mi marcha (Marías, J., Corazón).

La otra variante era común en la lengua antigua, pero es menos frecuente en la actual. Aun así, se documenta todavía en interrogaciones y exclamaciones de carácter retórico:

Y veréis cuántos menos motivos le quedan al ánimo para temer la muerte (Montengón, Eusebio); Los hacendados, se dirá, tienen más relaciones, porque tienen más dependientes; pero ¿cuántas más relaciones y cuántos más dependientes no tendrá un jefe político? (Romero Alpuente, Intervenciones); ¿Cuánta más carne quemada, miembros amputados, cuántas más vidas arrancadas de pechos inocentes necesita su incomprensible sed de sangre? (Mundo [Esp.] 15/12/1995).

Sobre este punto, véanse también los § 45.3i-l.

22.14n Se usa cuánto como adverbio cuantificativo que incide sobre verbos en construcciones similares a las que se forman con mucho, poco, demasiado y otros adverbios, como en ¿Cuánto duermes cada día?; ¡Cuánto le gustaba que lo sacaran a pasear!, o en ¡Cuánto la comprendía y qué maravillosos sentimientos crecieron en mí con esta carta! (Sábato, Túnel). En estos ejemplos, cuánto es un adjunto. Se utiliza como argumento, al igual que los demás cuantificadores mencionados, en ¿Cuánto cuesta un paquete de cigarrillos? o en ¿De qué sirve, a qué puede conducir, cuánto puede durar? (Mallea, Bahía). También se construye el adverbio cuánto, al igual que mucho o poco, como modificador de grupos adjetivales o adverbiales comparativos: mucho menos hábilmente, poco más delgado, cuánto más inútil, cuánto más fácilmente. En los ejemplos anteriores los adverbios más y menos preceden a los adjetivos o a los adverbios a los que cuantifican (inútil, fácilmente), de forma que cuánto modifica al grupo sintáctico así formado (más inútil, más fácilmente). He aquí otros ejemplos de cuánto en esta construcción:

Padecemos como tú con tus penas. Pero ¡cuánto menos amargas nos parecerían si te determinases a descubrirnos la causa de ellas! (Larra, Traducción Roberto); Más tarde, pero cuánto más tarde no lo puedo precisar (Bolaño, Detectives); Lo que se proponía era solo demostrarle a Fabio cuánto más satisfactorio es un cuerpo que incita a toda clase de indagaciones, que un cuerpo solamente perfecto (Donoso, Casa).

Véase también el § 45.3k.

22.14ñ Coincide asimismo cuánto con mucho, poco o tanto en que admite un superlativo derivado en -ísimo: cuantísimo, más usado en el español europeo que en el americano. Esta forma solo se utiliza encabezando grupos sintácticos exclamativos. Al igual que cuánto, se emplea como adjetivo o determinante cuantificativo, como pronombre o como adverbio: Resultó que también tenía anemia y que estaba deshidratado y no sé cuantísimas cosas más (Mendicutti, Palomo). Véase también, en relación con esta cuestión, el § 7.4c.

22.14o Cuánto se apocopa en la forma cuán ante adjetivos, adverbios y sus grupos sintácticos, así como ante las locuciones correspondientes. Los grupos sintácticos construidos de esta manera pueden ser exclamativos o interrogativos. Los primeros son comunes en todas las variedades del español, tanto en las exclamativas directas como en las indirectas:

¡Cuán distinta de la voz de París […]! (Rubén Darío, Modernismo); Fuentes me diría cuán bello es —y debe ser— el amor. Cuán largo, seguro, fiel, gratificante; cuán memorable (Lynch, Dedos); Ya vemos cuán lejos de la playa nos ha arrastrado Mandeb (Dolina, Ángel); Te asombraría ver cuán poblada está de seres vivos (Navales, Cuentos); Veréis cuán extraordinariamente familiares os resultarán los significados que de él brotarán (Andahazi, Secreto); Había advertido cuán poco conocía del mundo (Pitol, Juegos).

Los segundos están extendidos en el español americano. Son menos frecuentes en el europeo en las interrogativas directas, pero las proporciones se acercan en las indirectas:

¿Cuán largo era ese pasaje? (Allende, Ciudad); Todo el mundo en Cuba come bien. —¿Cuán bien?, le preguntó Alex a Alejo y Lilia (Cabrera Infante, Vidas); Es difícil determinar cuán a fondo llegan tales sentimientos (Nuevo Herald 30/6/1997); Desconocemos qué contenía esa página y cuán importante era para entender el contenido del libro (Altschuler, Hijos).

22.14p La forma apocopada cuán era frecuente en la lengua antigua ante grupos adjetivales comparativos. En la actualidad, no se considera correcta en estas construcciones y se prefiere cuánto:

¿Quién no sabe ya cuán más subido y agudo sentido es aquel con que se comprenden y sienten los gozos de la virtud? (León, Nombres); Pues para que veáis cuán más temeroso castigo es este de hoy (Cabrera, Consideraciones).

22.14q Para expresar el significado que corresponde a «cuán + grupo adjetival o adverbial» en oraciones interrogativas (es decir, para preguntar sobre el grado en el que se da una propiedad), se usa cómo de en España, así como en el área rioplatense. Se registra también este uso, con diferente extensión y valoración social, en algunas zonas del español andino (entre ellas, parte de Bolivia), del antillano (como en Cuba) y del centroamericano (entre ellas, El Salvador). En ciertos países, como Costa Rica, las preguntas con «cómo de + adjetivo o adverbio» se asocian con el habla popular o con la rural. Los textos siguientes ejemplifican esta construcción:

Contó con protecciones “importantes y muy altas” en el aparato policial del Estado. La cuestión es ¿cómo de altas? (Herrero, Ocaso); ¿Yo te hablé de un tipo bajito? ¿Cómo de bajito? (Pavlovsky, Galíndez); —¿Cómo de grande? —Así (Fogwill, Cantos); ¿Cómo de lejos está la provincia del resto? (Voz Digital 16/9/2008).

La estructura «cómo de + adjetivo o adverbio» introduce asimismo oraciones exclamativas:

Había que ver cómo de felices estaban todas (Viezzer, Hablar); Si todo sufrir evoca en nosotros una culpa, puede imaginarse cómo de extendida estará esa culpa en toda una civilización cuyo icono es una persona torturada y agonizante colgando de clavos (Meléndez, Identidad); Así que adelante y comprueben por ustedes mismos cómo de sabrosos son estos platos (Reyes, I., Cocina).

Sobre la alternancia ¿Cómo era de alto? ~ ¿Cómo de alto era?, véase el § 13.16r. Los grupos exclamativos formados por cuán son característicos de la lengua literaria y, en general, de los registros más cultos. En las construcciones exclamativas es más común usar qué: ¡Qué distinta te veo!; ¡Qué lejos vive!; ¡Qué suavemente se desliza! Los interrogativos no tienen, como se ha explicado, variantes con el adverbio qué (*¿Qué lejos vive?), salvo en la construcción «qué tan + adjetivo o adverbio» (qué tan alto, qué tan lejos), que se analiza en el § 22.14s.

22.14r Cuánto, cuán, tanto, tan y qué pueden anteponerse al indefinido poco. No son compatibles, en cambio, con mucho porque lo incluyen en su significado. Se dice, pues, ¡Cuán poco cuesta! o tan pocos libros, pero no *¡Cuán mucho cuesta! o *tan muchos libros. La lengua antigua permitía desdoblar esos significados, al igual que hacen hoy otros idiomas: ingl. so many (lit. ‘tan mucho’); al. wie viele (lit. ‘cuán muchos’):

No porque no vea quán muy satishechos os demostréys (Escrivá, Veneris); De lo dicho bien se muestra cuán mucho hace la temperatura del corazón para la buena o mala inteligencia (Pineda, Diálogos); ¡Ay, Dios y Señor mío, cuán muchos hay que andan a buscar en ti consuelo y gusto […]! (San Juan de la Cruz, Noche); ¡Oh, cuán muchas y graves tribulaciones padescieron los apóstoles, mártires, confesores, y vírgenes […]! (Granada, Imitación); Son tan muchos los gustos como los empleos (Gracián, Héroe).

Son escasos los restos de esta construcción en textos recientes: ¡Qué mucho vamos a gozá! (Rodríguez Juliá, Cruce). Sobre este punto, véanse también los § 19.6h, i.

22.14s Una variante de la construcción que se acaba de describir es la combinación del interrogativo-exclamativo qué y el cuantificador comparativo tanto, que se extiende a casi todos los países americanos. Se forman así oraciones como ¿Qué tanto saben ellos de nosotros?; ¿Qué tanto apuro tienen?, o como las que se muestran en los textos siguientes:

Ella metió la llavecita en su monedero y se lo dio a guardar a él, quien lo apretó malicioso como para sentir qué tanto traía (Hayen, Calle); ¿Qué tanto vale y representa este para aquel? (Vistazo 20/3/1997); ¡Qué tanto le tienen que revisar a un inocente cura! (Bain, Dolor); Qué tanto puede estar espiando si nuestras gavetas están vacías (Vegas, Falke).

A la misma pauta pertenece el dicho mexicano ¿Qué tanto es tantito? También se emplea «qué tanto + sustantivo» y «qué tan + adjetivo o adverbio»:

Los titulares que no vinieron, ¿qué tanta falta pueden hacer? (Tiempo [Col.] 2/4/1997); Ciertamente, solo nosotros podemos dictaminar con autoridad qué tan arruinado está o qué tan salvable es un edificio (Padilla, Imposibilidad); Desde el primer momento, supe que llegaría lejos. Eso sí, nunca imaginé qué tan lejos (Vargas Llosa, Fiesta).

Sobre estas últimas construcciones, véase también el §13.2ñ. Algo menos extendido está el uso exclamativo de qué tanto, como en ¡Qué tanto molestas!, pero se registra en parte de México, Centroamérica y el área caribeña.

22.14t La combinación qué tal es análoga en su estructura a qué tan(to), aunque no en su significado. Construido con grupos nominales, el demostrativo tal se puede usar como determinante, como en ¿Y qué tal chica es? (Fernán Gómez, Bicicletas), que significa ‘¿Y qué clase de chica es?’ (interpretación cualitativa o de tipo). El plural de qué tal es qué tales, menos usado (con la excepción del español andino, tal como se explicará en los apartados siguientes): ¿Qué tales carros son los Toyotas? Se emplea qué tal en las interrogativas atributivas, pero también en construcciones formadas con verbos de otras clases, como en ¿Qué tal persona te pareció?; ¿Qué tal aspecto tiene?; ¿Qué tal futuro le ves?; ¿Qué tal resultado te dio el lavarropas?, y otras secuencias similares. Esta pauta es común en el español europeo y en el americano:

Hablaba mirando al abuelo, le comentaba qué tal tiempo hacía en la calle o le elogiaba (Martínez Pisón, Ternura); —¿Qué tal memoria tiene usted? —Tengo claros (Vanguardia [Esp.] 10/8/1995); Es feísimo, ¿qué tal persona es? —Bien, es buen amigo (Gamboa, Páginas).

22.14u La construcción que se acaba de ilustrar estaba muy extendida en la lengua antigua. De hecho, se usaba qué tal en el sentido en que hoy se usa cuál en los contextos presuposicionales a los que se hizo referencia en el § 22.14e. Así pues, al actual ¿Cuál era su intención? correspondía ¿Qué tal intención tenía?, como en ¿Sabes qué tal intención tenía? (Valdés, Mercurio). He aquí otros ejemplos de esta construcción:

¿Qué tal belleza con mis ojos miro / y a no gozarla si es posible aspiro? (Belmonte, Hispálica); Cuántas y qué tales cosas se siguieron de aquel principio ya lo podía considerar (Zurita, Anales II); ¡Con quánto plazer & gozo deue todos tienpos beuir la ánima del christiano, quando piensa qué tal gualardón le ha Nuestro Señor Dios aparejado a las sus buenas obras! (Traducción Libro de las donas); Y dizen de los hombres enfermos en qué días y horas sanarán o morirán y qué tales cursos o mudamientos harán sus enfermedades (Ciruelo, Reprobación).

22.14v La pauta «qué tal + grupo nominal» se extendió más en los grupos exclamativos que en los interrogativos. De hecho, permanece viva en el español del área andina. En estas variedades, se construyen hoy con «qué tal + grupo nominal» expresiones de encarecimiento que poseen el mismo sentido que las formadas con vaya en el español general. Se dice, pues, ¡Qué tal casa! con el sentido de ‘¡Vaya casa!’. He aquí algunos ejemplos de esta pauta:

Vino el suboficial Morte, asustado con el ruido, y al ver los saltos de la Malpapeada se puso a llorar de risa y decía: “qué tales pendejos, qué tales pendejos” (Vargas Llosa, Ciudad); También el fragor de una cierta indignación ciudadana. Qué tal escándalo (Caretas 17/4/1997); ¡Y qué tal famita, caray, para qué te cuento! (Bryce Echenique, Huerto); Puta, qué tal suerte la tuya (Bayly, Días); ¡Qué tal puntería! (CREA oral, Perú).

Esta estructura se heredó del español antiguo. Se encuentran todavía testimonios aislados de ella en los dos últimos siglos, pero —salvo en las áreas mencionadas— ha desaparecido casi por completo de la lengua estándar de hoy:

Por vida de esta mi amada, / que es la moza (¡y qué tal moza!) (Gil Vicente, Duardos); La estación es mala y será peor cada día; ¡qué tales consuelos para mi situación! (Olmedo, Epistolario); Agora, pues auéys visto qué tales enemigos somos, deuéys prouarnos por amigos (Pérez Oliva, Historia).

22.14w Se usa hoy qué tal como adverbio en el español general, en concurrencia con cómo: ¿{Qué tal ~ Cómo} son estos dos hoteles?, si bien en el área andina se emplea también como pronombre, por lo que presenta flexión de número: ¿Qué tales son estos dos hoteles?; ¿Qué tales son tus nuevos compañeros? En esta variante el pronombre qué tal funciona como atributo en oraciones copulativas y, por tanto, concuerda con el sujeto de la oración. Este uso se atestigua ampliamente en la lengua antigua y se documenta hasta el siglo xix:

Si este hombre manejaba el cláustro de la reina de las universidades, ¿qué tales serían los demas manejados por él? (Fuente, Historia VI); Tratan entre sí qué tales deben ser las doncellas antes que se casen (Luján, P., Coloquios); Juzgad por su cara qué tales serán los hechos (Cruz, Pleito); Y las niñas, ¿qué tales son? (Blest, Martín Rivas).

22.14x El empleo del adverbio interrogativo qué tal con el sentido de cómo es común en todas las variedades del español coloquial contemporáneo, como en ¿Qué tal estás?, ¿Qué tal juegan al fútbol? o en ¿Qué tal lo había pasado en Nashville? (Montero, M., ). Se usa asimismo qué tal como fórmula de saludo similar a ¿Cómo estás? o ¿Cómo están?: —¿Y qué tal? —Muy bien (Marsillach, Ático). También se utiliza como expresión atributiva equivalente a qué ocurriría o a qué te parece (o te parecería), seguida de prótasis condicionales:

¿Qué tal si en Florencia encontramos otros hombres o mujeres haciendo las mismas cosas? (Universal [Ven.] 9/10/1996); ¿Y ahora, qué tal si nos acercamos a un pequeño bistró por los lados de la Rue de Petits-Champs? (Stefano, Historias).

22.14y El antiguo posesivo interrogativo cúyo presentaba una sintaxis muy similar a la de su equivalente relativo (§ 22.5). Este interrogativo, en desuso en la lengua actual, se documenta ampliamente desde los primeros textos hasta finales del siglo xix. En su valor pronominal, cúyo pertenece al paradigma de los posesivos tónicos mío, tuyo, suyo, etc.:

¿Por qué no dezys a su señoría cúyo soys? (Corónica de Adramón); Decidme, amigo, ¿cúyas eran las galeras que os daban caza […]? (Cervantes, Persiles); Amigo soy, pero cúyo, eso no lo diré yo (Barrionuevo, Avisos); Allí el juez empezó por preguntarle cúyo era ese tesoro (Palma, Tradiciones V); Ya veréis cuán ciertamente dice aquí Dios hoy, cúya es la justicia, y cúya la injusticia (Cánovas, Campana).

En su uso como determinante, cúyo corresponde al paradigma de los posesivos átonos: mi, tu, su, etc.:

Señora, dime cúya fija eres, sí te dé Dios mucha buena ventura (Alfonso X, General Estoria I); ¿Cúyas palabras manifestaste, y cúyo espíritu salió de ti? (León, Job); Bien sabe el asno en cúya cara rebuzna (Núñez, Refranes); ¿En cúyo seno puedo verter este llanto que se agolpa a mis ojos? (Navarro Villoslada, Urraca).

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
adverbio exclamativo, adverbio interrogativo, cuantificación, determinante exclamativo, determinante interrogativo

 

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