Morfología

9. La derivación apreciativa

9.1 Introducción. Características generales de los afijos apreciativos

9.1a Se llaman apreciativos los sufijos que se añaden a numerosos sustantivos y adjetivos, y ocasionalmente también a otras clases de palabras, para expresar tamaño, atenuación, encarecimiento, cercanía, ponderación, cortesía, ironía, menosprecio y otras nociones —no siempre deslindables con facilidad— que caracterizan la valoración afectiva que se hace de las personas, los animales o las cosas: blandengue, calvete, feúcho, fortunón, listillo, pelín, sombrerazo, tipejo, vaquita. En unos casos, el hablante expresa con estas voces alguna cualidad objetiva de lo designado, generalmente el tamaño (banderín, jardincito, portón); en otros muchos manifiesta alguna valoración de carácter exclusivamente subjetivo (madrecita, tontorrón). Estas diferencias se estudiarán en el § 9.6. Para los prefijos con valor gradativo, como re- y super-, véase el § 10.9.

9.1b Se distinguen tradicionalmente tres clases de sufijos apreciativos:

Siminutivos: -ejo/-eja, -ete/-eta, -ico/-ica, -illo/-illa, -ín/-ina, -ino/-ina, -ito/-ita, -uco/-uca, -uelo/-uela, etc.

Aumentativos: -azo/-aza, -ón/-ona, -ote/-ota, etc.

Despectivos: -aco/-aca, -acho/-acha, -ajo/-aja, -ango/-anga, -engue, -ingo/-inga, -orro/-orra, -ucho/-ucha, -uzo/-uza, etc.

El sufijo -oide, que denota forma o aspecto, se asimila a veces a este último grupo debido a su significado, próximo al de los despectivos. Aun así, carece de las propiedades gramaticales de los sufijos apreciativos, por lo que no se incluye propiamente en esta clase, sino entre los sufijos adjetivales (§ 7.12a). La clase de los sufijos despectivos se cruza a menudo con las otras dos, puesto que algunas formaciones son a la vez diminutivas y despectivas (caballerete, personajillo), mientras que otras son aumentativas y despectivas, también de forma simultánea (facilón, narizota).

9.1c Ciertos sustantivos y adjetivos admiten varios sufijos apreciativos, con lo que se obtienen series de palabras similares morfológicamente, pero distinguibles en sus connotaciones y en su significado. Así, para chico se obtiene chicarrón, chicazo, chicoco (usado en el área andina), chicote, chicuelo, chiquete, chiquilín, chiquillo, chiquitico, chiquito, chiquitín o chiquituco, y sobre ladrón se forman ladronazo, ladroncete, ladroncillo, ladroncito, ladronzuelo, ladronzote, ladronzazo (las dos últimas, frecuentes en el área mexicana y en parte de la andina, entre otras zonas). La gran cantidad de matices que pueden expresarse en la derivación apreciativa ha llamado tradicionalmente la atención de los escritores, en especial el hecho de que los afijos puedan encadenarse para modular con sutileza la intensificación de alguna propiedad:

Su lenguaje es objetivo, preciso, ajeno a circunloquios. Sabe matizarlo con modismos llenos de color y de ternura, la cual se expresa en esa sutil gradación de la cantidad y de las magnitudes: poco, poquito, poquitico, poquitiquito […]; mucho, muchote, muchotote, requete mucho, un montonón; chico, chiquito, chiquitico, chiquitiquitico, chirriquitico, chiquirriquitico, requete chiquito; grande, grandote, grandotote, grandototote (Tamayo, Hombre).

Se retoma esta cuestión en el § 9.1g.

9.1d Cuando se usan para reflejar una cualidad objetiva, los diminutivos y los aumentativos designan seres de magnitud inferior y superior, respectivamente, a los representados por su base. Así, un portón es más grande que una puerta, que a su vez es mayor que una portezuela o una puertita (puertecita en gran parte de España; véase el § 9.5a). Existen, sin embargo, algunas excepciones, puesto que —pese a ser aumentativos desde el punto de vista formal— islote, tapón y ratón, entre otras voces, aluden a entidades de tamaño inferior a las designadas por sus correspondientes bases (isla, tapa, rata). El fenómeno es particularmente común en los sustantivos que designan crías de ciertos animales (anadón, ansarón, perdigón). En muchos casos, sin embargo, no pesa en la conciencia léxica del hablante la relación entre la base y el derivado, como en camarote respecto de cámara, o en las voces que se mencionarán en los § 9.3b y ss.

9.1e La posición de la morfología apreciativa dentro de la teoría gramatical es polémica en la actualidad por sus particulares propiedades formales. La derivación apreciativa se considerará aquí un proceso derivativo, como suele hacerse, pero posee algunas propiedades en común con la flexión. En efecto, la mayor parte de las voces derivadas mediante estos afijos no están en los diccionarios, a no ser que se hayan lexicalizado (§ 9.3). Por otra parte, las palabras formadas con afijos apreciativos mantienen la categoría gramatical de la base (casa > casita), como sucede con las voces flexionadas. Los afijos apreciativos pueden seguir a otros afijos derivativos, como en parar > parada > paradita o en sublevar > sublevación > sublevacioncita: Lo que ya sabíamos; otra sublevacioncita militar (Galdós, Prohibido). En cambio, a los sufijos apreciativos los siguen solo los flexivos, concretamente los de plural (cas-ita-s), en lugar de otros afijos derivativos. Se registran algunas excepciones, en particular los adverbios derivados en -mente a partir de ciertos adjetivos (facilonamente, suavecitamente, tranquilitamente). Véase, sobre este punto, el § 7.14n. Frente a estas particularidades, la sufijación apreciativa puede dar lugar a significados especiales de la base, al igual que en otros procesos derivativos. Esta es una propiedad que no comparten las palabras flexionadas. También como en los demás procesos derivativos, las nociones semánticas aportadas por los morfemas apreciativos tienen carácter léxico, más que gramatical.

9.1f Como se acaba de observar, los sufijos apreciativos no alteran la clase de palabras a la que pertenece su base léxica. Se derivan, pues, sustantivos de sustantivos (regalo > regalazo), adjetivos de adjetivos (flaco > flacucho) y adverbios de adverbios (despacio > despacito). También constituyen procesos de derivación apreciativa cobarde (adjetivo) > cobardica (adjetivo), a pesar de la diferencia en la terminación, sobre la que se volverá en los § 9.4j y 9.5g-i. En el § 7.3b se explica que son derivados adjetivales algunos vocablos de intención festiva formados con el sufijo -oso/-osa en el español americano, más raramente en el europeo. En tales procesos se mantiene igualmente la categoría de la base: intelectual > intelectualoso; moderno > modernoso; elegante > elegantoso (con la variante elegantioso en México). Aunque estas voces se agrupan en ese capítulo con el resto de los adjetivos derivados en -oso/-osa, debe resaltarse que se diferencian de ellos en que proceden de bases adjetivales, y además en que aportan matices afectivos (ironía, atenuación, etc.) característicos de la derivación apreciativa. También se asimilan parcialmente a los apreciativos, en tanto que introducen informaciones valorativas, los adjetivos de color que indican tonos aproximados: amarillento, grisáceo, rojizo, verdoso. Estos adjetivos se analizan en los § 7.3a y 7.5d, e.

9.1g Resulta asimismo peculiar la morfología apreciativa desde el punto de vista de la distinción formal entre sufijos y prefijos. A pesar de que los afijos apreciativos son sufijos, es posible encadenar varios morfemas apreciativos con idéntico significado dentro de la misma palabra, como se vio en el § 9.1c: chiqu-it-ito, chiqu-it-ico o chiqu-it-ín (véase, no obstante, el § 9.1k). Esta propiedad, por la que un mismo proceso puede aplicarse varias veces consecutivas a la misma base, suele ser conocida como recursividad en los estudios gramaticales, y se acepta de forma general que los sufijos carecen de ella, a diferencia de ciertos prefijos (antiantiabortistas: § 10.4a-c). Se reconoce asimismo la existencia de doble derivación apreciativa en ahora > ahorita > ahoritita o cursi > cursilón > cursiloncito. No obstante, los hablantes no siempre consideran que las formas intermedias sean palabras de nuestra lengua en estos procesos, como riacho en riachuelo, ricacho en ricachón, o tontorro en tontorrón. Se discute si ciertas voces terminadas en -etón, como pobretón o guapetón, se forman sobre derivados en -ete (pobrete, guapete) o si, por el contrario, estas últimas se obtienen por analogía con otros diminutivos en -ete, como majete o vejete. También existe disparidad de opiniones sobre la forma en que deben analizarse términos como nubarrón o vozarrón. Se aludirá someramente a las distintas posturas para analizar estos casos en las secciones siguientes.

9.1h Aunque algunos gramáticos consideran que las formas intermedias antes mencionadas contienen sufijos que han caído en desuso en la actualidad, otros muchos entienden que en la morfología sincrónica deben reconocerse aquí diversos interfijos, esto es, afijos que se insertan entre la raíz de una palabra y el afijo. Pertenecen a esta clase de unidades los segmentos subrayados en bich-arr-aco, brav-uc-ón, grand-ull-ón (también grand-ul-ón en América), nub-arr-ón, son-iqu-ete, viv-ar-acho, voz-arr-ón. Hay argumentos en contra de considerar que los segmentos destacados en la relación anterior sean sufijos apreciativos y a favor de considerarlos interfijos (§ 1.5p). Por un lado, no existen, como se ha señalado, en la conciencia lingüística de muchos hablantes las formas intermedias terminadas en estas secuencias, lo cual se explica si estas unidades solo pueden aparecer entre una base y un afijo, en lugar de en la posición final o inicial de la palabra. Por otra parte, los interfijos se reconocen en otros procesos morfológicos, como la derivación nominal (polvo > polvareda), la adjetival (sistema > sistemático) y la verbal (ancho > ensanchar). Para el caso particular de -(c)ito y -(ec)ito, véase el § 9.4.

9.1i Además de las propiedades de los sufijos, en la morfología apreciativa es necesario tener en cuenta la clase léxica y la palabra derivada. Así, no se consideran casos de derivación apreciativa los sustantivos y adjetivos en -ón/-ona derivados de verbos (buscón, faltón, mirón, respondón, saltón), puesto que, aunque añaden matices expresivos diversos, modifican la categoría léxica de su base. Se analizan en los § 6.11i, j. Lo mismo cabe decir de otros adjetivos en -oso/-osa, distintos de los mencionados en el § 9.1f, que denotan la presencia abundante de algo y a la vez agregan información valorativa (como en baba > baboso), o de los nombres y adjetivos terminados en -ica derivados de verbos (acusica, llorica, quejica), casi todos propios del español europeo (§ 6.11k). A pesar de que mantienen la clase léxica a la que corresponde la base, no se consideran tradicionalmente derivados apreciativos —y tampoco se tendrán aquí por tales— los adjetivos terminados en -ísimo/-ísima7.4), que en la actualidad algunos autores incluyen entre ellos, ni los verbos frecuentativos (besuquear, canturrear, lloriquear, pintarrajear), a los que corresponden, sin embargo, connotaciones expresivas relativamente similares a las de algunos derivados que se estudian en este capítulo. Sobre esta relación, véanse los § 8.5e-j.

9.1j El sufijo diminutivo más extendido en la actualidad en todo el mundo hispánico es -ito/-ita, aunque en algunas zonas del Caribe alterna con -ico/-ica, unas veces en igualdad de condiciones y otras con preferencia de este último. En la lengua medieval y en la clásica era predominante -illo/-illa (como lo fue también en latín el sufijo -ellus, -a, -um) y, con menor frecuencia, aparecían también -ito/-ita, -ico/-ica y -uelo/-uela (lat. -ŏlus, -a, -um). Con el tiempo, la forma -ito/-ita fue ganando en extensión a las demás. Como se verá, algunos de estos sufijos son poco productivos hoy en el español americano, aun cuando se mantengan en él numerosas formas lexicalizadas (§ 9.3). En el español europeo se usa -ico/-ica en zonas nororientales y meridionales de la Península Ibérica (en ciertos casos, en alternancia con -iquio). Aun así, las voces a las que se aplica no coinciden siempre con las que lo muestran en el área caribeña.

9.1k El sufijo -ico/-ica ha reducido considerablemente su extensión, ya que en el español antiguo era de uso general en amplias zonas del centro y norte de España. En algunos países andinos, y en parte de las áreas centroamericana y caribeña, se ha desarrollado la variante -itico/-itica, en la que -ico parece añadirse a -ito: ahoritica, cerquitica, chiquitico, hijitico, mismitico, nuevitico, pequeñitico, pueblitico, tiernitico. A los ejemplos que contiene el texto reproducido en el § 9.1c cabe añadir otros:

Debe estarse acostando un poquitico más tarde (Prensa [Nic.] 15/4/2002); Por ahí mismitico pasó (Álvarez Gil, Naufragios); Está cerquitica de Serpa (Semana 1/12/1997); El avión había bajado lo suficiente y nos las permitía ver allá abajo, chiquiticas como vaquitas de un pesebre de navidad en el verde de la sabana (Vallejo, F., Rambla); A veces esta tierra no es tan pequeñitica (Nación [C. Rica] 11/5/2006).

Piensan, en cambio, algunos autores que estos casos podrían constituir un proceso de disimilación de la segunda -t- (-itico por -itito). Aunque existen excepciones, se ha observado que estos derivados se forman con mayor facilidad cuando la base léxica contiene una oclusiva sorda: cerquitica, poquitico, tiernitico.

9.1l Se usa -uco/-uca en Cantabria (España), como en mesuca y niñuco. Se emplea -ín/-ina (librín, pequeñina) en la zona noroccidental de España. En la suroccidental se prefiere -ino/-ina (muchachino, poquino). Se usa la variante palatal -iño/-iña en el español hablado en Galicia, por influencia del gallego (besiño, guapiña). Aunque -illo/-illa y -ete/-eta son generales en el español europeo, el primero destaca proporcionalmente en Andalucía, y el segundo en Aragón, Levante y Cataluña. Se usa -ejo/-eja en La Mancha y en otras partes del área centromeridional de España, así como en algunas zonas del Río de la Plata y del español andino (animalejo, medianejo). Este sufijo es poco productivo en América fuera de las áreas mencionadas. El sufijo -ingo/-inga posee gran vitalidad en algunas regiones andinas —muy destacadamente en la parte oriental de Bolivia— tanto con adjetivos (quietingo, friingo, el segundo también nombre) como con sustantivos (casinga, mesinga) y adverbios (ahoringa, cerquinga). En este país se usa además -anga como aumentativo (casanga, puertanga).

9.1m Constituyen topónimos muchos diminutivos formados en -illo/-illa, entre los que están Castrillo, Cerrillos, Chorrillos, El Plumerillo, Lombillo, Obrajillo, Peralillo, Pradilla, Querocotillo, Quintanilla, Rodanillo, Tambillo, Velilla, Ventilla o Yunguilla, a los que cabe añadir otros derivados en -uelo/-uela (Oteruelo, Petuelas, Roperuelos) y algunos otros sufijos apreciativos (Santa Marinica, Toralino). En América son raros los formados con -ito/-ita, pero también se documentan: Barranquitas, El Negrito, Guarita, Naranjito, Olanchito, San Miguelito, Yorito.

9.1n Un rasgo característico de la morfología apreciativa es el hecho de que no suele dar lugar a las numerosas alternancias de diptongación (/e/ ~ /ie/; /o/ ~ /ue/) que se registran en otro tipo de derivados (§ 5.6b, 6.1k, m, 6.2i, o, 6.3e y 7.2d, e). Se subrayan en los ejemplos siguientes los diptongos mantenidos en varios diminutivos:

almuerzo > almuercito

bueno > buenecito

ciego > cieguito o cieguecito

corriente > corrientita

cuello > cuellito

cuerpo > cuerpito o cuerpecito

cueva > cuevita o cuevecita

diente > dientito o dientecito

escuela > escuelita

fuego > fueguito o fueguecito

nuevo > nuevecito

recuerdo > recuerdito

sueño > sueñito o sueñecito

tienda > tiendita o tiendecita

viento > vientito o vientecito

vuelta > vueltita o vueltecita

9.1ñ En los pocos casos en los que se registran estas alternancias de diptongación, no son muchos los pares que confluyen en una misma comunidad con los mismos sufijos apreciativos. No es extraño, en cambio, que en unas áreas se prefiera la forma diptongada (Manuelito, sinvergüenzón, en amplias zonas de América) y en otras la forma no diptongada (Manolito, sinvergonzón; la segunda frecuente en España y poco usada en América, y la primera común a todo el mundo hispánico). En muchos países americanos se prefiere calientito como diminutivo de caliente, en particular en gran parte de México, Chile y de las áreas centroamericana y andina. No obstante, también se registra en algunos de estos países la alternancia calentito y calientito. En el español europeo y en el rioplatense solo es común la variante calentito. Algunos de estos usos se ilustran en los ejemplos siguientes:

¿No queda algo para hacer algo calentito? (Mahieu, Gallina); ¡Tamalito serranito calientito! ¡Ya se va la tamalera! (Olivas, Cocina); Repartió varios millones de comidas calentitas y todo (Revilla, Guatemala); Pidió a la señora que le había adivinado los sueños, traerle una arepa de queso de mano, fresquecita y calentita, que comió en el bus (Jiménez Emán, Tramas).

9.1o Los contrastes entre la ausencia de diptongación y las alternancias que la manifiestan son marcados si se comparan los derivados apreciativos con los obtenidos mediante otros sufijos. En efecto, diptonga tiendita, pero no tendero; vientito, pero no ventisca; dientito y dientecito, pero no dental; inviernito, pero no invernal; fiestecita, pero no festero (si bien se prefiere fiestero en gran parte de América). La relación que existe entre las alternancias de diptongación y el carácter transparente o lexicalizado del derivado apreciativo se considera brevemente en el § 9.3g.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
alternancia, aumentativo, despectivo, diminutivo, sufijo apreciativo, sufijo aumentativo, sufijo despectivo, sufijo diminutivo

 

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