Sintaxis

42 La modalidad. Los actos de habla. Construcciones imperativas, interrogativas y exclamativas

42.4 Los enunciados imperativos (II). El sujeto del imperativo. Diferencias entre oraciones imperativas, exhortativas y desiderativas

42.4a El sujeto del imperativo no designa la persona que da la orden o emite la sugerencia, el consejo o la petición que se pone de manifiesto, sino la que los recibe: Salgan de ahí (ustedes); Tened paciencia (vosotros). Concuerda con el verbo en número y persona. En efecto, el contraste que se observa en {*Dime ~ Dígame} alguien lo que podemos hacer se debe a que el indefinido alguien debe concordar con el imperativo en persona, no solo en número, y la forma dime muestra la segunda en lugar de la tercera. Aun cuando esté omitido, el sujeto del imperativo se interpreta como antecedente de los pronombres reflexivos (Piensa más en ti mismo) o como referente del sujeto tácito de los infinitivos (Sal del cuarto sin hacer ruido; Pase sin llamar). El imperativo admite además complementos predicativos del sujeto (Hágase donante de sangre), lo que confirma que este debe postularse como tal, aun cuando pueda quedar sobrentendido.

42.4b Los nombres propios no son sujetos de los imperativos, pero se emplean habitualmente como vocativos, lo que da lugar a contrastes como *Dame Alberto tu opinión ~ Dame, Alberto, tu opinión. Los pronombres de segunda persona pueden usarse también como expresiones vocativas, a veces asimiladas a los tópicos (§ 40.2a). En tal caso, la pausa —representada por una coma en la escritura— permite distinguir entre la interpretación de estos pronombres como vocativos (§ 42.13r y ss.; Tú, quédate ahí) y como sujetos del imperativo (Tú quédate ahí), como en Bueno, ya, pero tú dile que lo has hablado (Cambio 16 14/5/1990). Aun así, entienden algunos autores que estos pronombres no son sujetos preverbarles, sino tópicos (como en tú, ¿qué le dirías?), a pesar de la ausencia de pausa. Los sujetos expresos del imperativo tienden a situarse detrás de él: Pase usted. De hecho, cuando estos pronombres aparecen delante (Usted, pase), suelen interpretarse como vocativos, en lugar de como sujetos pronominales del imperativo.

42.4c Los pronombres tú, vos, vosotros y vosotras reciben comúnmente una interpretación contrastiva o discriminativa cuando se usan como sujetos del imperativo. No se utiliza, por tanto, la expresión Siéntate tú en los mismos contextos en los que se admite Siéntate, ya que la primera se dirigiría a un oyente señalado entre varios. Los pronombres usted y ustedes no están sujetos a esa interpretación contrastiva en el español europeo, pero la muestran en mayor medida en el americano. En efecto, se emplean en el primero Siéntese usted y Siéntense ustedes en situaciones en las que los pronombres usted y ustedes no se interpretan necesariamente de forma contrastiva. He aquí algunos ejemplos de este uso:

Venga, siéntese usted, y vamos a platicar como buenos amigos (Romero, Vida); —¡Don George, un momento! —Diga usted, señor diputado Terrón (Victoria Zepeda, Casta); —Y dígame, Montserrat, ¿cuál es la misión que desempeña en esta casa? —En seguida lo verá. Venga usted conmigo y le contaré mis secretos (Luca Tena, Renglones); Pero no todo es así de triste, doctor. Venga usted, acompáñeme (Paso, F., Palinuro).

42.4d Las formas verbales en imperativo admiten adverbios y grupos preposicionales, como se explicó en el § 42.3r, pero se diferencian de las que corresponden a otros modos verbales en que rara vez los aceptan en posición preverbal. Contrastan, pues, Aquí me senté y *Aquí siéntate (cf. Siéntate aquí y también Aquí, siéntate, donde se hace necesaria una pausa separadora). Contrastan igualmente Con esto nos arreglábamos y *Con esto arréglate (frente a Arréglate con esto o a Con esto, arréglate). Estas diferencias están vinculadas al hecho de que la fuerza ilocutiva constituye la información gramatical que debe abarcar todas las demás bajo su ámbito. Resultan compatibles con el imperativo los tópicos preoracionales (§ 40.3i), que van seguidos de una pausa, como en A mí, haz el favor de no molestarme o en A mí, déjame vivir como se me antoja (Monegal, Jardín).Recuérdese el § 42.4b en relación con la posibilidad de que también sean tópicos los sujetos preverbales de algunos imperativos.

42.4e Como se señaló en la sección anterior, aunque el modo subjuntivo se considere el modo de la subordinación (§ 25.1), se emplea también en contextos independientes, en los que unas veces se acerca al imperativo y otras se identifica con él. Este uso del subjuntivo no subordinado como manifestación formal de lo que se desea o se espera se denomina tradicionalmente yusivo. Las oraciones que lo contienen son unas veces desiderativas u optativas, y otras exhortativas. Son polémicos, no obstante, los límites entre estas oraciones y los enunciados propiamente imperativos. En efecto, de acuerdo con algunos análisis tradicionales, los sujetos de los imperativos poseen siempre rasgos de segunda persona, sean del singular (pasa tú, pasá vos) o del plural (pasad vosotros). Desde este punto de vista, serían sujetos de los imperativos las formas que aparecen en el primero de estos cinco grupos, pero no lo serían las que se mencionan en los demás:

1. Sujetos pronominales (tácitos o expresos) de segunda persona: Pasa; Come; Cállate tú; Hacedlo vosotras.

2. Sujetos pronominales (tácitos o expresos) de tercera persona, pero segunda del discurso: Pase usted; Siéntense ustedes.

3. Sujetos formados por grupos nominales que designan formas de tratamiento: Pase Vuestra Majestad; Siéntense Sus Señorías.

4. Sujetos formados por grupos nominales que designan otros destinatarios: Pase el señor; No se preocupe la señora marquesa.

5. Sujetos formados por grupos nominales que no designan destinatarios: Húndase el mundo; Véase el párrafo siguiente.

Según este análisis, las oraciones de los grupos 2 a 5 son variantes de las exhortativas o desiderativas, pero constituirían enunciados imperativos, puesto que presentan todas sujetos en tercera persona. Las oraciones exhortativas poseen valor ilocutivo, se construyen con formas de subjuntivo y se usan para incitar a la acción. Aunque puedan utilizarse para dar órdenes (como en ¡Que lo cuelguen!), no contienen verbos en modo imperativo. Las oraciones desiderativas que constituyen exclamaciones con las que se expresan deseos (como en ¡No lo permita Dios!) se construyen asimismo con formas subjuntivas sin subordinación, en lugar de con imperativos. Aunque no son tampoco imperativas, en las gramáticas clásicas se suele explicar que la delimitación entre las oraciones imperativas y las desiderativas se torna difícil cuando estas expresiones se dirigen a seres ausentes. Se abordarán todas estas cuestiones en las páginas que siguen.

42.4f La separación esbozada entre 1 y 2-5 es polémica. Como se ha señalado, no se suelen aceptar en la tradición como sujetos del imperativo más que las formas del grupo 1, de manera que las demás oraciones constituirían enunciados exhortativos o desiderativos. Hoy suelen admitirse también las del grupo 2, tal como se hizo en el capítulo 4, atendiendo al hecho de que la concordancia de usted en tercera persona se debe a factores históricos (§ 16.1b). Surge en este punto la controversia porque resulta difícil aceptar que deben admitirse como sujetos del imperativo las expresiones del grupo 2, pero no las formas de tratamiento de las que proceden: Desnúdese vuesa merced y vístase a sus solas y a su modo como y cuando quisiere (Cervantes, Quijote II). Ahora bien, si se acepta vuesa merced como sujeto del imperativo, será difícil rechazar las expresiones del grupo 3, o incluso las del grupo 4. En las páginas que siguen se muestra que las formas de subjuntivo asimiladas al paradigma del imperativo de la manera explicada en el § 42.3g presentan algunas propiedades sintácticas en común con las que allí se llamaron exclusivas. Otras de sus características son, en cambio, consecuencia de la modalidad directiva que ambos grupos comparten, por tanto del hecho de formar parte de enunciados que constituyen actos verbales.

42.4g Se vio en el § 42.3e que los imperativos se construyen con pronombres enclíticos, al igual que los infinitivos y los gerundios, mientras que las formas conjugadas de los verbos lo hacen con pronombres enclíticos. La enclisis pronominal afecta a todos los grupos del § 42.3e. A esta propiedad se debe el uso incorrecto, ya explicado, de secuencias como Me ponga usted un kilo de manzanas por Póngame usted un kilo de manzanas (acaso resultado de un cruce con las variantes correspondientes encabezadas por la conjunción que). No obstante, la enclisis parece estar más ligada al uso ilocutivo de estas formas verbales que al paradigma morfológico del imperativo, ya que se da igualmente en las oraciones desiderativas, tanto en la lengua actual (Llámese como se quiera) como en la antigua: Muriérase ella en horabuena cuanto quisiera y como quisiera —respondió Sancho— y dejárame a mí en mi casa (Cervantes, Quijote II).

42.4h Existen diferencias semánticas entre los sujetos de los grupos 3, 4 y 5. Los del grupo 3 son expresiones nominales que constituyen formas de tratamiento, por tanto fórmulas que se dirigen a algún interlocutor. Las del grupo 4 designan títulos y se asimilan a las anteriores. Así, en Diga el señor a qué esperamos (Nieva, Baile), el sujeto el señor alterna con usted, Su Señoría y otras formas de tratamiento. Repárese, por otra parte, en que Pase el señor (con sujeto en tercera persona, dirigido a alguien) se distingue de Pase, señor, con vocativo (§ 42.13r y ss.). En el siguiente fragmento se omite el sujeto del imperativo hágase (es decir, usted), al que se antepone una expresión vocativa: ¡Vamos, señor mago, hágase reaparecer a sí mismo, que le encuentro un tanto desvanecido! (Savater, Juliano). Así pues, la presencia de un vocativo junto a una forma de imperativo no convierte al primero en sujeto del segundo. Análogamente, en la oración Gadea, dime una cosa, que contiene un vocativo, se comprueba que un sustantivo con rasgos de tercera persona (Gadea) aparece junto a un verbo en segunda persona (dime). El sustantivo Gadea no es, por tanto, el sujeto de dime. La misma falta de concordancia se observa en La tercera chica de la izquierda, acércate y en otras construcciones similares que contienen vocativos.

42.4i El grupo 5 es el más controvertido, ya que la interpretación imperativa de las formas verbales se puede defender más claramente con algunos de los elementos que lo integran que con otros. Repárese en que todos es un cuantificador, no un pronombre personal, pero ello no impide que el enunciado Siéntense todos (en el que se entiende ‘todos ustedes’) sea imperativo. Las oraciones que ilustran el grupo 5 en el § 42.4e son pasivas reflejas. Así pues, el mundo es el sujeto paciente de la forma húndase (con se pasivo reflejo en posición enclítica). Esta oración se considera desiderativa. También lo es la variante ¡Que se hunda el mundo!, con el pronombre se en posición proclítica en razón de la presencia de la conjunción que42.3e, 42.4p). Se puede omitir la conjunción en ¡{Usted ~ Que usted} lo pase bien!, oraciones exhortativas en ambos casos, sin que la omisión tenga consecuencias para el significado. Tal como es de esperar, el pronombre es enclítico, y el sujeto posverbal, en el enunciado imperativo ¡Páselo usted bien! Observaron correctamente algunos gramáticos en la tradición que los enunciados exhortativos y los desiderativos se aproximan cuando la petición que se expresa va destinada a personas o cosas ausentes. Es lo que sucede en el conocido fragmento de fray Luis de León que se cita a continuación (se subraya el pronombre enclítico):

Despiértenme las aves / con su cantar sabroso no aprendido, / no los cuidados graves / de que es siempre seguido / el que al ajeno arbitrio está atenido (León, Poesía).

Esta oración expresa un deseo vivo, pero no constituye una orden o un mandato, ya que no posee destinatario. Cabe decir lo mismo de muchas pasivas reflejas construidas con subjuntivos no subordinados y pronombres enclíticos. En estos casos, el español tampoco distingue sintácticamente entre los enunciados imperativos (Véase el párrafo siguiente) y los desiderativos (Hágase su voluntad). El que contiene el texto citado de fray Luis de León pertenece a este segundo grupo. Unos y otros pueden estar formados por oraciones pasivas reflejas de sujeto pospuesto, igualmente con la forma se como pronombre enclítico. Los sujetos pacientes de estas pasivas reflejas pueden ser también oracionales: Supóngase que lo que se depositó fue una vaca (Maldonado / Negrón, Derecho).

42.4j Se asimilan también a las oraciones desiderativas, formalmente idénticas a las imperativas, las introducidas por el verbo ser en presente de subjuntivo (yusivo). El sujeto de ese verbo, asimismo en tercera persona, designa en estos casos lo que se introduce como suposición o como hipótesis de trabajo. Repárese en que se respeta en estas secuencias la concordancia «sujeto–verbo»:

Sea una teoría empírica axiomatizada T cuyos términos teóricos son […] (Moulines, Conceptos); Sean dos ángulos de desviación, cada uno de los cuales está formado por la primera línea por la que se extiende la luz y la perpendicular que pasa por el punto de refracción (Samsó, Física).

42.4k Concuerdan igualmente en número y persona con el verbo los sujetos pacientes de oraciones como Tómense dos pastillas antes de cada comida; Hágase la luz; Notifíquese este acuerdo a quien corresponda. Estas oraciones pasivas reflejas podrían considerarse imperativas (en el sentido amplio de este término), en cuanto que pueden ir dirigidas a un destinatario, pero su estructura sintáctica no las distingue de las desiderativas a las que se ha aludido en los apartados precedentes. Es frecuente omitir el sujeto de las pasivas reflejas en prospectos, instrucciones de uso y otras indicaciones construidas en imperativo que se refieren a lo que aparece junto al texto:

Agítese antes de usar; Consérvese en frío; Consúmase preferentemente antes del…; Déjese a fuego lento durante media hora; Hiérvase al baño María (o en baño María, según los países); Manténgase fuera del alcance de los niños; Rómpase en caso de incendio.

Son raras las oraciones correspondientes a estas construidas con pasiva de participio. Se forman ocasionalmente oraciones desiderativas con pasivas perifrásticas, pero se trata casi siempre de fórmulas acuñadas:

Los dioses sean loados (Moix, Arpista); ¡Gracias sean dadas a Changó, el dios de la música! (Ortiz, Música); El Señor sea alabado —respondieron al unísono (Sánchez Dragó, Camino).

42.4l Se ha debatido la cuestión de si los imperativos pueden tener en algún caso sujetos en primera persona. En el § 42.3f se explicó que cuando la primera persona del plural comprende al hablante o los hablantes y también al oyente o los oyentes, se construye con pronombres enclíticos y da lugar a formas asimiladas a las imperativas (Digámosle la verdad; Hagámoslo; Expliquémoselo). El hecho de que aparezcan pronombres enclíticos en secuencias como Ándeme yo caliente, y ríase la gente (Núñez, Refranes) no debe llevar a la conclusión de que ándeme es una forma verbal en imperativo. Aunque estas oraciones se consideran desiderativas, reciben una interpretación próxima a la de las imperativas condicionales descritas en los § 42.5h y ss. En efecto, una paráfrasis aproximada de Tenga yo bien que comer, / y ahorquen a nuestros amos (González Eslava, Coloquio) sería ‘Siempre y cuando yo tenga qué comer, no me importa que ahorquen a nuestros amos’.

42.4m Los verbos que presentan formas del modo imperativo distintas del subjuntivo permiten distinguir más claramente los enunciados imperativos de los optativos o desiderativos. El verbo de los primeros suele ocupar la posición inicial, como en Sé bienvenido; Sed bienaventurados (oraciones imperativas); frente a Bienvenido seas; Bienaventurados seáis (o sean: desiderativa). En la lengua clásica se usaba la variante Bien seas venido, que muestra la independencia que mantenían los dos componentes del adjetivo: ¡Bien sea venido la flor y la nata de los caballeros andantes! (Cervantes, Quijote II). No se dice, en cambio, *Sé maldito (imperativa), sino Maldito seas (desiderativa). Aun así, la pauta que corresponde a la variante desiderativa es poco productiva en la lengua de hoy. No poseen, de hecho, variantes desiderativas enunciados imperativos como Sé bueno; Sed cuidadosas; Sé honrado, etc.

42.4n Encabezan también oraciones desiderativas las formas muera y viva seguidas de un grupo nominal, como en Mueran los traidores; Vivan los novios. La forma viva, en singular, se ha integrado parcialmente en el grupo de las interjecciones (§ 32.5i). Son también desiderativas u optativas otras oraciones, construidas con un verbo no subordinado en subjuntivo y generalmente un sujeto de tercera persona, en las que se expresa con vehemencia algún deseo del hablante. Su contorno tonal es unas veces el mismo de las oraciones exclamativas (como en ¡Dios te ayude!), pero en otras ocasiones estas oraciones se integran en el discurso sin dicha entonación, lo que sucede sobre todo cuando constituyen fórmulas acuñadas:

Pues chica, oye, con tu pan te lo comas, que te he puesto una mano en la rodilla como de casualidad (Hidalgo, Azucena); Mamá, en paz descanse, era albina (Alonso, Supremísimo); En casa de mi tío, que en paz descanse, tenían muchas comodidades (González, E., Dios); Recuerdo que mi mujer, que en gloria esté, deseaba una niña (Marsé, Rabos); Llegará muy lejos el desdichado, de eso ni te quepa la menor duda (Azuela, A., Tamaño); Aquí hay gato encerrado y algo han de estar tramando los de arriba, no te quepa la menor duda (Aguilar Mora, Muerte); Pleitos tengas y los ganes, dice la maldición gitana (Ferré, Vecindarios).

Son especialmente frecuentes las oraciones desiderativas que se refieren a Dios, la Virgen o los santos, como en Dios quiera que…; Dios sea loado; Dios te ampare; Dios te oiga; El cielo te oiga; La Virgen te proteja; No lo permita Dios; ¡Santa Bárbara me asista!, etc.

42.4ñ También se consideran oraciones desiderativas las encabezadas por el pronombre quién seguido de imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo, como en ¡Quién pudiera ir!; ¡Quién fuera rico!; ¡Quién hubiera estado allí!22.13a y ss.). Las oraciones desiderativas encabezadas por ojalá y por así32.5o y ss.) siempre se construyen con subjuntivo y muestran las propiedades peculiares de esas partículas. Cabe agregar que ojalá puede hacer referencia a hechos pasados, lo que no es incompatible con que exprese vivos deseos en relación con algo:

Ojalá haya podido mirar un instante lo que se ve allá lejos (García Sánchez, Alpe d’Huez); Ojalá haya encontrado otro hombre (Martín Campo, Carreteras); Y usted, señor Morley, ojalá hubiera estado aquí para ver el exceso de trabajo (Montemayor, C., Llaves).

Se observó en los § 32.5o y ss. que ojalá posee propiedades en común con los adverbios, pero también con los verbos. De hecho, puede usarse como respuesta o como réplica a una afirmación previa. Al enunciado ¡Dios le haya perdonado! se podría replicar con ojalá, pero también con espero (forma verbal).

42.4o La alternancia entre ojalá y ojalá que, como en ¡Ojalá (que) te den el trabajo!, puede interpretarse como señal de que en esa partícula persisten restos de su antigua naturaleza verbal. No comparte, en cambio, ojalá con los verbos que expresan deseo la llamada referencia disjunta de los sujetos35.5ñ y 46.9d y ss.). El sujeto de tenga en Deseo que tenga suerte no posee rasgos de primera persona, ya que ha de ser distinto del sujeto de deseo. Por el contrario, el sujeto de tenga puede estar en primera o en tercera persona en ¡Ojalá (que) tenga suerte! No se usa así como interjección aislada, a pesar de que da lugar a la locución interjectiva así sea (‘ojalá’). Las oraciones desiderativas que encabeza así se interpretan como imprecaciones, ya que en ellas se expresa el deseo vehemente de que alguien sufra algún mal:

Así te parta un rayo (Rossetti, Alevosías); ¡Así se sequen todos de un mal aire! (Miras, Brujas); ¡Así se muera! ¡Así te la deje libre! (Unamuno, Abel); Así os acosen como al lobo, caínes (Merino, Andrés Choz); Ese es el pago, si te vi no me acuerdo. Así le dé un dolor… (Caballero Bonald, Días).

42.4p Se explicó en las páginas precedentes (§ 42.3e,42.4i) que se construyen también enunciados desiderativos y exhortativos con la pauta «que + subjuntivo». Suele decirse que la partícula que se comporta en estos casos como introductora, ya que no se ajusta enteramente a los rasgos definitorios de las conjunciones subordinantes. Aun así, algunos gramáticos consideran que se sobrentiende en estas oraciones un verbo de deseo. Se acepte o no este análisis, todas estas expresiones poseen valor ilocutivo (§ 42.2c) y constituyen manifestaciones en las que se expresa un deseo, sea favorable o desfavorable, en relación con alguien, como en ¡Que te mejores! o en los fragmentos que se presentan a continuación:

¡Que seas muy feliz, Alice Gould! (Luca Tena, Renglones); ¡Que te vaya bien!; fue lo único que me dijo (Barnet, Gallego); Chau, que duermas bien (Puig, Beso); Que lo pases bien, mi reina, que lo pases de lo mejor y que el diablo te confunda (Vázquez, Á., Juanita Narboni); Que lo pases muy feliz (Piñera, Niñita); Que se mueran todos; yo no puedo salvar a nadie (Morales, A., Verdad); Y que se joda Carlitos, al ver que esta vieja de eme todavía los puede encontrar mucho menores que él (Bryce Echenique, Huerto).

A diferencia de los imperativos, estas construcciones no excluyen la primera persona:

Que me caiga muerto aquí mismo si cuando para el auto enfrente y lo veo a usted no voy y me digo: “El fantasma del doctor que se vuelve a casa y el otro sigue viaje” (Kociancich, Maravilla).

42.4q Otras oraciones construidas mediante el mismo recurso no manifiestan exactamente deseos, sino más bien mandatos (¡Que pase!) o ruegos (¡Que alguien me ayude!). Las primeras se asimilan a las expresiones características del discurso indirecto43.9), puesto que se sobrentienden formas verbales con decir, pedir o mandar. En el habla coloquial es frecuente construirlas en enunciados bimembres cuyo primer segmento está representado por el grupo nominal que designa a quien emite el mensaje (Eva, que no la esperemos) y especialmente a quien formula una petición o una orden:

—A sus órdenes, mi sargento. El comandante, que se presente usted (Barea, Forja); […] me hablaba como si me transmitiese un secreto: —Tu abuelo, que vayas (Merino, Sima).

Como se ve, el verbo omitido puede ser decir. Este verbo se usa con subordinadas de indicativo cuando introduce lo que se comunica, y con otras de subjuntivo cuando la oración expresa lo que se ordena (§ 25.4d). Son, por tanto, esperables las alternancias de modo en las oraciones introducidas por que cuando se emplean para reproducir informaciones ya expuestas: Bermúdez, que no insistas, que no me lo creo, que Rodríguez es gafe y ya está (CREA oral, España). Véase también el § 43.2h.

42.4r Como se ha explicado, las oraciones exhortativas se construyen en subjuntivo (¡Que venga!). Las equivalentes a ellas construidas con indicativo (¡Que viene!) no son exhortativas, sino enunciados exclamativos en los que se advierte a alguien de algo. De la advertencia puede deducirse de manera indirecta que se le invita a actuar, pero este sentido no forma parte necesariamente del contenido mismo de lo que se comunica: ¡Gregorio, Gregorio, que nos vamos, que te quedas solo, que ya son las ocho, que ya se oyen cerca los tambores! (Landero, Juegos). Al igual que en ciertos casos resulta imposible distinguir las oraciones imperativas de las desiderativas, como ya se explicó, también se hace difícil diferenciar a veces las exhortativas de las desiderativas, ya que ambas pueden formarse con la pauta «que + subjuntivo». Así, el que dice ¡Que se vaya! transmite a otra persona cierta orden que afecta a un tercero. El que dice, en cambio, ¡Que se muera! no necesita interlocutor, ya que expresa con sus palabras el deseo vivo (real o retórico) de que le suceda algo a la persona de la que habla. Existen otros muchos casos similares.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
discurso indirecto, (modo) subjuntivo, oración (de modalidad) desiderativa, vocativo

 

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