Sintaxis

24. El verbo (II). Tiempo y aspecto. Los tiempos del modo subjuntivo. Interpretaciones de los adjuntos temporales. La concordancia de tiempos

24.4 Tiempo, aspecto y adjuntos de localización temporal (I). Clases de modificadores temporales. Interpretaciones que reciben

24.4a En el § 30.6b se clasifican los adverbios de tiempo en tres grupos: referenciales o de localización, de duración y de frecuencia. Las dos últimas clases tienen relación estrecha con el aspecto verbal, sea léxico o morfológico. Las conexiones del primero de estos grupos con la gramática del tiempo y el aspecto son muy estrechas, como se verá en esta sección y en las dos siguientes. Un modificador adjunto de tiempo puede, en efecto, localizar un suceso o una situación, en el sentido de especificar el momento o el período en el que tiene lugar, como en Entraba en la oficina a las ocho en punto de la mañana o en Hizo un curso de informática a finales del año pasado. Estos son casos de coincidencia o simultaneidad entre un evento y un adjunto temporal. Puede suceder también que este último designe un intervalo que incluya al primero, como en Se graduó en Historia del Arte el año pasado. En esta oración no hay coincidencia o superposición de dos intervalos temporales, sino inclusión del primero en el designado por el grupo nominal adjunto. En esta sección y en la siguiente se verá que, aun sin marcar léxicamente la relación de anterioridad o posterioridad, los adjuntos de localización pueden denotar estas nociones si se dan ciertas condiciones temporales y aspectuales en el predicado.

24.4b Con los predicados de realización (§ 23.3e), el adjunto temporal de localización puede denotar únicamente el comienzo de la acción en lugar de toda la extensión que esta ocupa (interpretación incoativa o ingresiva), como en A eso de las 13.00 horas comimos un poco de pescado, plátanos fritos y una papaya (Guevara/Granado, Viaje). En estas oraciones no se habla de acciones instantáneas o repentinas —lo que carecería de sentido—, sino más bien de sucesos que pueden ocupar cierto intervalo temporal, pero que se identifican por el momento en que comienzan. Nótese, en el mismo sentido, que en la película que proyectan a las diez de la noche se habla del momento en que da comienzo cierta proyección, no de la extensión temporal que esta ocupa. No se obtiene ese resultado cuando el intervalo es más extenso. No se usaría, por ejemplo, el predicado escribir una novela en el mes de marzo si se desea comunicar que la novela se empieza a escribir en ese mes y se termina más tarde.

24.4c Los tiempos perfectivos necesitan ciertos elementos delimitadores externos con los predicados atélicos. Si el límite es inicial, los adjuntos de localización temporal proporcionan con facilidad la interpretación incoativa o ingresiva de los eventos a la que se alude en el apartado anterior, como en Bini lloró cuando le conté esta historia (Chavarría, Rojo). Aun así, los predicados de actividad resultan más naturales con adverbios localizadores que especifiquen su inicio si se construyen con tiempos imperfectivos (Paseaba a la caída de la tarde; Estudiaba a las dos) que si se forman con tiempos perfectivos (Paseó a la caída de la tarde; Estudió a las dos). Los complementos de localización temporal resultan naturales si proporcionan el intervalo que incluye a los predicados de actividad o de estado, como en Descansábamos en febrero (con interpretación habitual); Estuvo de viaje el mes pasado. La interpretación de las oraciones que contienen dos modificadores temporales, como El martes pasado, Pedro salió de casa a las cinco de la tarde, se analiza en los § 39.4i y ss. Sobre el uso incoativo o ingresivo del pretérito perfecto simple, véase también el § 23.9e.

24.4d Los adjuntos temporales de unos pocos verbos poseen la capacidad de asociarse con eventos posteriores a los que estos predicados designan. Así, con el segmento subrayado en convocar a alguien el día 8 de marzo puede designarse el día en que se formula cierta convocatoria, pero también aquel en que ha de ser atendida. Se obtiene el mismo resultado en Citó a Clara en su despacho a las ocho. Existe cierta relación entre estos contextos y los complementos de estado resultante analizados en los § 23.3r y ss. De forma análoga a como Pablito se encerró durante tres horas implica ‘Pablito estuvo encerrado durante tres horas’, de Citó a Clara en su despacho a las ocho se infiere ‘Clara estuvo citada a las ocho’. También existe cierto vínculo entre las construcciones que aquí se estudian y algunos complementos predicativos de objeto directo que denotan situaciones prospectivas. En efecto, el adjunto temporal subrayado en Lo quiero a usted en mi despacho a las nueve en punto no denota el instante en que se quiere algo, sino que localiza temporalmente la situación en la que alguien habrá de encontrarse en cierto lugar. Este esquema es característico de los complementos predicativos no omisibles, que se examinan en el § 38.7.

24.4e Los adjuntos temporales que modifican al verbo esperar pueden designar el intervalo en que tiene lugar la espera (—¿Dónde estabas a las tres? —A las tres esperaba a Arturo en un bar), pero también el punto de llegada de la persona o la cosa esperada, raramente el punto en que comienza la espera, como en —¿Cuándo te esperan? —El jueves. La construcción «para + grupo nominal temporal» deshace la posible ambigüedad en estos casos y en algunos de los analizados en el apartado precedente, como en convocar a alguien para el día 8 de marzo. Los adjuntos temporales introducidos por para se admiten en otros muchos casos en los que no se desea localizar el punto temporal en el que tiene lugar un evento, sino algún estadio posterior a él. En efecto, en el texto siguiente no se expresa el momento en que alguien consigue cierto vehículo, sino el momento en que podrá disponer de él: Consiguieron un automóvil para las ocho de la noche (Bryce Echenique, Magdalena). Se obtiene la misma interpretación en Quería el vestido para esa misma tarde; No se lo puedo arreglar para la semana próxima; Lo tendrá usted para el jueves, etc. Con «para + grupo nominal temporal cuantitativo» se denotan plazos previstos, pero no efectivos, por lo que no son contradictorias oraciones como Se fue para quince días, pero se quedó tres meses. Sobre los complementos temporales con para, véanse también los § 24.4q y 24.6e.

24.4f En el § 39.7o se analizan los adjuntos temporales en función de su estructura sintáctica (grupos preposicionales, nominales, adverbiales, etc.). Si se atiende a su naturaleza referencial, los adjuntos temporales pueden dividirse en función de la forma en que se orientan deícticamente:

1. Adjuntos temporales orientados en relación con el momento del habla (anclaje deíctico).

2. Adjuntos temporales orientados en relación con un punto temporal que no sea el momento del habla (anclaje anafórico).

3. Adjuntos temporales orientados en relación con cualquier punto temporal (anclaje variable).

24.4g Pertenecen al grupo 1 mañana, el próximo verano, el mes que viene, «hace + grupo nominal cuantificativo» (como en hace dos lunes, hace un año) o «dentro de + grupo nominal cuantificativo» (dentro de un rato, dentro de tres años). Este último grupo preposicional pertenece al grupo 1 en la lengua actual (como en Llegará dentro de dos días), pero pertenecía al 3 en el español antiguo, en el que se admitía, además del uso actual, la opción Llegó dentro de dos días (en el sentido de ‘… al cabo de dos días’), como se explica en el § 29.6ñ.

24.4h Pertenecen al grupo 2 expresiones como al día siguiente, dos semanas antes, al cabo de tres meses, la víspera o «hacía + grupo nominal cuantificativo» (hacía dos meses, hacía tres años). Estas expresiones no están ancladas en el momento del habla, sino en algún otro anterior o posterior a él. Así, en Te llamé hace dos semanas se habla de dos semanas que se computan retrospectivamente desde el momento del habla (grupo 1). En cambio, en Te llamé dos semanas antes (o al cabo de dos semanas), el cómputo se establece a partir de otro punto, que aportará el contexto y que será distinto del momento del habla (grupo 2). También corresponden al grupo 2 las expresiones construidas con la pauta «a + artículo determinado + grupo nominal temporal»: a los tres segundos, a la hora, a los tres días, al año, etc. Así, a las pocas horas equivale aproximadamente a trascurridas pocas horas en Murió a las pocas horas en el hospital de emergencias (Barnet, Gallego). Se deduce, pues, del texto previo el punto temporal a partir del cual se computa (prospectivamente) el período del que se habla. Estos mismos grupos sintácticos pueden contener complementos que especifican el punto temporal desde el que se realiza la medición: La contribución del embajador […] en la solución de la crisis de los rehenes se inició a las pocas horas de ocurrido el asalto de la embajada (Caretas 25/4/1997). No equivalen, en consecuencia, Llámame dentro de dos días y Llámame a los dos días. En la primera oración se habla de dos días transcurridos desde el momento en que se pronuncian esas palabras, mientras que en la segunda se habla de dos días transcurridos después de cierto punto temporal del que solo se sabe que no coincide con el momento del habla. Véanse también sobre esta cuestión los § 39.3k y ss.

24.4i Son muchos los adjuntos temporales que pueden ser incluidos en el grupo 3 si se da el contexto adecuado. Así, «en el plazo de + grupo nominal cuantificativo» pertenece al grupo 3, mientras que otras expresiones relativamente similares pertenecen, como se ha visto, al 1 (dentro de…) o al 2 (al cabo de…). Así pues, se habla de cierto plazo que se computa desde el momento del habla en el primero de los dos textos que siguen, pero se habla de un plazo que se computará a partir de un momento no especificado en el segundo:

Alarcón, quien el jueves por la noche fue posesionado, deberá convocar a elecciones populares en el plazo de un año (Américas 7/2/1997); […] indicaba aquellos otros [enclaves] ya existentes a los que pensaba estar abasteciendo en el plazo de un año o año y medio (Vergés, Cenizas).

24.4j El adverbio recientemente30.6w, x) pertenece también al grupo 3. Está anclado en el momento del habla en el primero de estos dos textos, en el que significa de manera aproximada ‘hace poco tiempo’; está anclado, en cambio, en algún punto impreciso del pasado en el segundo de ellos, en el que equivale a ‘hacía poco tiempo’:

Entre los casos más controversiales que han llegado recientemente a la sala […] (Nuevo Herald 25/6/1997); Solo pudo establecerse que la joven había llegado recientemente del extranjero (Pérez-Reverte, Maestro).

Así pues, este adverbio puede ser interpretado desde el momento del habla o bien desde otro distinto de él. La orientación prospectiva o retrospectiva de los adjuntos temporales orientados deícticamente suele estar determinada por su significado (prospectiva en dentro de dos días; retrospectiva en hace dos días), pero en ciertos casos depende del contexto en función de factores temporales y también discursivos. Pueden adquirir diversas orientaciones deícticas algunos adjuntos temporales como este lunes (‘el lunes pasado’ o ‘el lunes siguiente’), en el verano (‘el verano pasado’, ‘el próximo verano’, ‘cualquier verano’, etc.), a las cuatro (‘de hoy’, en una de sus posibles interpretaciones), tal como se explica en los § 14.8c y ss.

24.4k Se vio en el § 24.4a que un adjunto temporal de localización (a las cuatro de la tarde) puede designar cierto punto incluido en un proceso, como en A las cuatro de la tarde, la niña estaba estudiando. Por el contrario, en Su vuelo llega el jueves, el adjunto designa un intervalo dentro del cual se ubica el evento (en este caso, la llegada de cierto vuelo). Se obtiene, pues, la situación contraria a la que muestra el ejemplo anterior. En Vivió en Florida a finales de la pasada década se circunscribe, en cambio, una determinada situación (la que designa el predicado vivir en Florida) a un intervalo de límites imprecisos (a finales de la pasada década). Todos estos casos son de inclusión temporal, sea de un punto en un intervalo o de un intervalo en otro. Una ambigüedad similar entre los sentidos de localización y extensión se da en la locución adverbial de mañana formada a partir del correspondiente sustantivo de tiempo. En uno de ellos equivale a ‘temprano, en las primeras horas del día’, como en Ya en la calle, era de mañana. Ella entrecerró los ojos como cuando salían de la matinee (Hayen, Calle). En este sentido, la locución adverbial equivale al adverbio pronto, y es por tanto graduable, como en aunque cuando trabajaba en algo especial solía empezar a escribir muy de mañana, pero no antes del desayuno. En la otra interpretación, la locución de mañana es paralela a de tarde, y equivale a ‘por la mañana, en el transcurso de la mañana’: No tenía hora para volver, podía ser de mañana, al mediodía, de tarde, a veces con lluvia, ya que el frío no se siente (País [Ur.] 4/10/2001); Y ya era de mañana sin que hubiera vuelto (Ponte, Contrabando). Como es de esperar la equivalencia con pronto se rompe en este sentido, puesto que no es posible *Ya es pronto30.8i).

24.4l Los adjuntos de localización no solo especifican el punto temporal en que se producen los eventos, sino que también los ordenan temporalmente. Se ha observado repetidas veces que estos modificadores adjuntos admiten dos interpretaciones semánticas que están condicionadas por varios factores gramaticales, en particular combinados con ciertos tiempos compuestos. En efecto, la oración El rehén había muerto a las cuatro y media tiene dos sentidos. En uno de ellos, el segmento subrayado designa la hora en que se produjo cierta muerte. Se llamará a esta interpretación de localización temporal directa o de simultaneidad. En el segundo caso, la oración equivale a El rehén ya había muerto a las cuatro y media, por ejemplo en el siguiente contexto: Sabemos por varios indicios que el rehén (ya) había muerto a las cuatro y media, hora en la que fue encontrado el cadáver. En este segundo sentido, a las cuatro y media no denota la hora de la muerte, sino cierto punto posterior a ella. Este complemento expresa un tipo de localización temporal que se puede llamar indirecta o de fase, ya que está en función del significado del adverbio ya, que en el § 30.8 se analiza como un adverbio de fase. La interpretación obtenida es aquí la de posterioridad, pero puede ser de anterioridad, como en A las cuatro, no había llegado y en otros contextos similares en los que se sobrentiende todavía. Se examinarán estos contextos en los § 24.4p y ss. En los apartados siguientes de esta sección se analizarán los efectos que ejerce el concepto aspectual de ‘fase’ en la interpretación de los adjuntos temporales de localización.

24.4m Los adverbios todavía y ya se denominan habitualmente adverbios de fase porque presuponen estadios anteriores o posteriores a la situación expresada por el predicado verbal al que modifican, como se explica en el § 30.8f. Así, para entender el significado de la oración El señor Ministro había llegado ya es preciso concebir una fase anterior a la llegada, y también una fase posterior (en cuya evocación participa el tiempo compuesto) que da lugar a cierto estado resultante. El concepto aspectual de ‘fase’ está ligado estrechamente a los adverbios todavía y ya, como se ha recordado, pero se puede obtener también en secuencias que no los contienen ni expresan de modo tácito. Así, «seguir + gerundio» es una perífrasis de fase (§ 28.2d) porque para interpretarla es necesario tener en cuenta estadios anteriores del proceso al que se hace referencia. También interviene el concepto de ‘fase’ en la interpretación de oraciones como El corredor alcanzó la cima de la montaña en solo dos horas23.3i). Esta oración está construida con un predicado de consecución o logro, por tanto, de naturaleza puntual (alcanzar la cima de la montaña). La oración debería ser ininterpretable, puesto que en solo dos horas solo modifica a predicados que denoten cierta duración. La oración resulta ser gramatical, sin embargo, lo que se atribuye a que el complemento en solo dos horas permite evocar la acción de subir la montaña, es decir, la fase previa al punto designado para alcanzar la cima.

24.4n Una propiedad notable de los adjuntos de localización temporal es el hecho de que, en circunstancias restringidas, admiten la omisión de los adverbios de fase, que quedan así sobrentendidos. Como se vio en el § 24.4l, el predicado había muerto a las cuatro y media tiene dos sentidos, de forma que en uno de ellos equivale a ya había muerto a las cuatro y media. Si se dijera, análogamente, El cinco de enero, las tropas habían tomado la ciudad, podría significarse que dicho día tuvo lugar esa toma (localización directa), o bien que el cinco de enero es una fecha posterior a dicha toma, de modo que habían tomado equivaldría a ya habían tomado (localización indirecta o de fase). Sin más contexto, no es posible saber cuál de las dos interpretaciones es la adecuada en A las cuatro habíamos terminado; estábamos sucios y dormidos (Barea, Forja).

24.4ñ Como se ha visto, tanto la posición posverbal (es decir, la posición del adjunto en el interior del grupo verbal) como la de marco o de tópico (§ 30.6f) son compatibles con las dos interpretaciones del adjunto temporal descritas en los apartados precedentes. Aun así, se ha observado cierta tendencia a que el complemento adjunto en posición de tópico se asocie con la interpretación de localización indirecta o de fase, y que la interpretación de localización directa se asocie con la posición posverbal (en ausencia de adverbio de fase). En los § 30.8i y ss. se explica que los adverbios de fase comparten algunas propiedades con los de foco. En el ejemplo propuesto El cinco de enero, las tropas habían tomado la ciudad se informa, en efecto, de que cierta toma se había producido “ya el cinco de enero”, donde ya incide directamente sobre el adjunto temporal.

24.4o Entienden algunos autores que la ambigüedad a la que hacen referencia los apartados precedentes corresponde a los tiempos compuestos, no tanto a los adverbios. Por ejemplo, habíamos terminado tendría dos interpretaciones en el ejemplo de Barea citado en el § 24.4n: una perfectiva, en la que no se sobrentiende ya, y otra (llamada a veces de perfecto) en la que se sobrentiende este adverbio. Sin embargo, esta ambigüedad, que no se da en ausencia de adjuntos temporales, se extiende a ciertas perífrasis verbales, como se explica en el § 24.4r, así como a algunos tiempos simples: A las cinco de la mañana, el sol (ya) está sobre el horizonte. Está, además, restringida incluso con los tiempos compuestos (§ 24.4t). Cabe deducir de todo ello que la ambigüedad corresponde más propiamente a la forma en que se interpretan los adjuntos temporales que a una característica particular de los tiempos compuestos.

24.4p Los adjuntos de localización temporal que se interpretan bajo el ámbito de los adverbios de fase denotan un punto indeterminado situado en el interior de cierto intervalo (o bien de un estado, como sostienen algunos gramáticos), que estos adverbios crean o evocan. Así, el grupo preposicional a las tres en A las tres no había sucedido nada (Jardiel, Marido) no expresa ‘el momento de no haber sucedido nada’ (noción difícilmente interpretable). En esta oración se sobrentiende el adverbio todavía, que —aun estando tácito— evoca una fase anterior al tiempo denotado por había sucedido. En el interior de este intervalo se fija un punto temporal, que es el representado por a las tres en el ejemplo de Jardiel que se acaba de citar, o por a esa hora en el de García Márquez que se reproduce a continuación: A esa hora no había sido enviada ninguna respuesta desde Miami (García Márquez, Feliz).

24.4q En los contextos mencionados en el apartado anterior se admite a menudo la preposición para, como en para esa hora, para entonces, para esa semana, o como en […] Para cuando había terminado de gritar, ya estábamos a bastante distancia (Asensi, Origen). A veces se admiten también paráfrasis con la preposición hasta, como en a esa hora ~ hasta esa hora, o con el adverbio antes, ya que el intervalo al que se hace referencia con todavía es anterior al evento. El punto que focalizan los adverbios de fase se interpreta igualmente aunque no aparezca un adjunto temporal. Así, en la secuencia Eran las nueve de la noche y Arturo ya estaba en su casa se dice que alguien estaba en su casa para esa hora (es decir, que estaba allí antes de las nueve de la noche), si bien se oculta la extensión temporal del período trascurrido antes de dicho punto temporal.

24.4r Aunque los adverbios de fase se pueden omitir cuando concurren con adverbios o complementos temporales de localización, como se ha explicado, su presencia en los textos es más frecuente que su ausencia. Aparece el adverbio ya en los ejemplos siguientes:

Para cuando ella se levantaba, su madre tenía ya arreglada la casa (Baroja, Hierba); El domingo por la mañana ya había conseguido que el bodeguero compadre del Rasca nos identificara al sospechoso (Val, Hendaya); Un capitán llamado Lanusse había ya tomado, a las tres de la mañana, la puerta número 8 (Posse, Pasión).

En el primer ejemplo, con perífrasis verbal, podrían omitirse tanto para como ya sin que el significado se viera afectado. En los demás se obtendría ambigüedad entre la localización directa y la indirecta, en el sentido que se ha dado a estos términos en los apartados precedentes.

24.4s El intervalo de límites imprecisos creado por el adverbio ya puede dar lugar a un efecto acumulativo, que se percibe también cuando el adverbio queda sobrentendido. Así, el complemento subrayado con trazo discontinuo en A fines de enero, la banda había robado 82 novillos (Nueva Provincia 27/2/1997) no designa el punto temporal en que se produce cierto robo, a diferencia de lo que sucede en A fines de enero, la banda robó un banco. Aunque no aparezca el adverbio ya, el adjunto temporal a fines de enero designa en el primer caso el punto en que se computa la magnitud que alcanzan uno o varios robos, que habrán tenido lugar antes de que llegue el final de ese mes. El mismo razonamiento se aplica al siguiente texto:

Se sentó y jugó. A las cinco había ganado seiscientas doce pesetas. A las seis, después de una terrible oscilación en que casi llegó a perder las mil de su cartera, habíalas recuperado, y ganado, además, tres mil (Trigo, Papá).

El punto temporal que se localiza en el intervalo creado por el adverbio ya es posterior al evento, y permite interpretar la situación obtenida como resultado de la acción que se menciona. No es imprescindible la presencia de cuantificadores (numerales o de otro tipo) para dar lugar a esta última interpretación. Podría obtenerse en el ejemplo propuesto El cinco de enero, las tropas habían tomado la ciudad si se sugiere que la ciudad significa aquí ‘toda la ciudad’ y se evoca una serie de tomas previas (del puente, de las murallas, de las calles, etc.), es decir, si puede desdoblarse o segmentarse el significado del predicado para dar lugar a la multiplicación de eventos que esta lectura requiere.

24.4t La creación o la evocación de la fase temporal que se ha analizado en los apartados precedentes está restringida léxicamente. De hecho, unos predicados de consecución son compatibles con la fase previa que identifica el adverbio ya, mientras que otros muestran cierta resistencia a esta interpretación. Así, los adjuntos temporales subrayados con trazo discontinuo en las oraciones siguientes solo admiten la interpretación que se ha denominado de localización directa o de simultaneidad. No se sobrentiende, por tanto, el adverbio ya en ninguno de estos ejemplos:

Y mi alarma provenía de que aquella tarde, a las tres, me había llamado la atención un personaje gordo, vestido de poplín claro (Sábato, Héroes); Una mañana de invierno habían encontrado muerto el mono que su padre le había traído de Cuba (Mendoza, Ciudad); A las cuatro había visto que Hitler subía de nuevo al tren (Val, Hendaya).

24.4u No es solo el aspecto léxico del predicado el que determina la ausencia de intervalo previo. El verbo encontrar, que aparece en el ejemplo de Mendoza, lo admitiría si el complemento nominal aportara un conjunto de elementos que se pudiera distribuir entre varios puntos temporales. Así pues, se sobrentiende el adverbio ya en A las cuatro, la policía había encontrado tres de los cinco cadáveres. La lectura de fase se obtiene de igual modo sin este requisito aspectual cuando el evento que se describe se ha de repetir en alguna serie, como en los ejemplos que ilustran el efecto acumulativo analizado en el § 24.4s. La ausencia de la lectura llamada de fase en los textos que se acaban de citar, y su admisión en otros como A las dos, el herido había muerto, da a entender que solo algunos predicados de consecución (§ 23.3e) proporcionan la fase previa que esta interpretación semántica requiere, pero también que el significado del predicado se puede adaptar contextualmente y resultar compatible con esta lectura.

24.4v Los textos citados en el § 24.4t muestran que los predicados de percepción ofrecen cierta resistencia a que los adjuntos temporales de localización que los modifican admitan la interpretación de fase. Así, oraciones como Vio a Arturo en cinco minutos sugieren una exploración médica (es decir, un predicado de realización, no de consecución o logro), de modo que el significado de ver se acerca aquí al de ‘examinar’ o ‘someter a análisis o control’. El verbo ver es solo indirectamente un predicado de percepción en estos contextos, en los que el modificador temporal en cinco minutos necesita una situación durativa, y a la vez delimitada, para poder ser interpretado. Como se ha explicado, en el ejemplo de Val citado en el § 24.4t no se sobrentiende el adverbio ya, a diferencia de lo que sucede en A las cinco, había visto [=‘revisado, examinado’] todo el edificio. Otros verbos puntuales aceptan la interpretación de fase, pero solo si un adverbio (ya o todavía, según el contexto) la marca de manera expresa. Si se suprimiera ya en el texto siguiente, el grupo preposicional a esa hora pasaría a denotar simultaneidad (localización directa): Le expliqué que a esa hora ya había salido el único vuelo que enlaza a Campeche con el Distrito Federal (Proceso [Méx.] 15/12/1996). En los estudios sobre el modo de acción no se han delimitado todavía con suficiente nitidez las clases de predicados de consecución o logro que han de reconocerse en función de que den o no lugar a la interpretación de fase previa.

24.4w En los apartados precedentes se analizan dos interpretaciones de los adverbios temporales de localización: la que se ha llamado directa y la que se ha denominado de fase. Esta última se rechaza de modo sistemático en dos tiempos compuestos: el pretérito anterior (§ 23.16i y ss.) y el pretérito perfecto compuesto, además de en el pretérito perfecto simple. El adjunto temporal subrayado en A las cuatro y media, el rehén murió, o en su variante El rehén murió a las cuatro y media, solo admite, en efecto, la interpretación de simultaneidad, de modo que la oración no acepta optativamente el adverbio ya. Si se empleara el pretérito imperfecto moría en este caso, se obtendría un imperfecto narrativo23.12p y ss.), que posee naturaleza puntual. En los demás casos, el pretérito imperfecto es compatible con la localización indirecta de los adjuntos temporales: A las cinco ya te esperaba (es decir, ‘antes de las cinco’). Como se ve, esta forma de localización temporal es posible también con los predicados atélicos, en especial si los tiempos son imperfectivos. En el fragmento siguiente se presenta, en efecto, una situación en curso que se ha iniciado antes de las diez de la mañana, pero que se evalúa desde ese momento: El sol brilla ya a las diez de la mañana en todo su esplendor luminoso (País [Esp.] 2/10/1989). Esta situación tiende a interpretarse como cíclica o reiterada, por razones que se explicarán en el § 24.4y.

24.4x La interpretación de los adjuntos temporales que se ha llamado indirecta o de fase es característica de los tiempos compuestos, con las excepciones que se han mencionado. Se obtiene, pues, dicha interpretación en todas las opciones siguientes: A final del mes, {habían ~ habrán ~ habrían} robado tres bancos. Por el contrario, la expresión subrayada en la oración A las cuatro, se ha marchado el director (secuencia restringida a ciertas áreas, tal como se explica en el § 23.8) designa el momento en que el director se marcha, no cierto punto temporal impreciso posterior a dicho suceso. Cabe pensar que esta notable diferencia está relacionada con el hecho de que he cantado es el único tiempo compuesto anclado en el momento del habla, lo que permite interpretarlo temporalmente como un presente (§ 23.7a y ss.). Así pues, a las cuatro significa ‘a las cuatro de hoy’ en esta oración. Para obtener la interpretación de fase del adjunto temporal, el adverbio ya forzaría un intervalo posterior al presente, en el que no se puede interpretar el modificador adjunto.

24.4y El adverbio de fase ya es compatible con la interpretación resultativa del perfecto (Ya ha llegado ~ Ya está aquí), pero no, como se ha visto, con un adverbio de localización. Son, en cambio, gramaticales oraciones como El director ya se ha marchado a las cuatro, pero ya significa aquí ‘otras veces, en otras ocasiones’. Esta es la interpretación de he cantado que en el § 23.7l se denomina experiencial. También es compatible el adverbio ya con la interpretación cíclica o iterativa de los adjuntos temporales, como en Cuando paso por su oficina cada día, ya se ha ido. Cabe pensar que la fase estativa que crea el adverbio ya se realiza en estos casos a través de la interpretación iterativa o cíclica del pretérito perfecto compuesto (§ 23.7i). Asimismo en A las tres, el niño ya duerme, con un presente, se designa un hecho repetido, de modo que se bloquea la interpretación en la que a las tres designa un punto situado en el interior del día en que se está hablando. La fase que el adverbio ya crea o evoca en estas oraciones es igualmente posterior al evento, de forma que no puede ser interpretada en el interior del intervalo abarcado por el presente.

24.4z Con el pretérito perfecto compuesto narrativo23.8g) se admite la interpretación de fase de los adjuntos temporales sin dar lugar a la lectura iterativa. La razón radica en que la forma he cantado constituye, en los contextos a los que se hace referencia, una variante del pluscuamperfecto característica de la sintaxis del relato. Puede estar inducida por presentes de interpretación retrospectiva que retrotraen el eje deíctico, en el sentido que se explica en los § 23.6a y ss.:

Cuando Karen los lleva a su dormitorio a leerles un libro, se dirige al cuarto suyo, sintiéndose mareada, como si hubiese aceptado el vaso de vino después de todo. El teléfono está sonando, pero cuando llega a cogerlo, ya han colgado (Santiago, Sueño); A las cinco y cuarto su desasosiego se ha convertido en desazón (Salvador Caja, Eje).

En el último ejemplo se da a entender que el cambio del que se habla puede haber ocurrido poco antes de las cinco y cuarto. El texto admite, por tanto, la lectura en la que los adjuntos temporales de localización reciben la interpretación de fase.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
adverbio de frecuencia, ambigüedad

 

Nueva gramática de la lengua española
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

cerrar

Buscador general de la RAE