Sintaxis

34 El complemento directo. Transitividad e intransitividad

34.4 Presencia y ausencia de complemento directo. Verbos transitivos en uso absoluto. Otras formas de omisión e interpretación contextual del complemento directo

34.4a Como se observó en las secciones precedentes, los complementos directos pueden omitirse en ciertas circunstancias. Su recuperación o reintegración se puede obtener mediante recursos sintácticos o bien a través de procedimientos léxicos. Los primeros, que se introdujeron en el § 34.2h, corresponden a secuencias como Unos tienen oportunidades y otros no tienen. El complemento directo del verbo subrayado no es el sustantivo oportunidades, que forma parte de otra oración, sino un elemento pronominal tácito o nulo (Ø), que alterna con el pronombre átono las y cuyo antecedente es el sustantivo oportunidades. También se recupera sintácticamente el complemento directo del verbo transitivo traducir en la oración Muchos poemas son imposibles de traducir, pauta que se analiza en el § 26.5.

34.4b La recuperación o reintegración léxica de los complementos directos omitidos es de otra naturaleza. Se denomina tradicionalmente uso absoluto de un verbo transitivo a su empleo en oraciones en las que su complemento directo queda sobrentendido sin que se obtenga necesariamente del contexto sintáctico precedente la información que se omite. Es lo que sucede, en efecto, en la secuencia Los leopardos cazan de noche. El considerar transitivo este uso del verbo cazar equivale a decir que en el ejemplo propuesto se habla de cazar algo. Aun así, dicha secuencia denota cierta propiedad de los leopardos: la de ser cazadores nocturnos. La construcción sintáctica elegida permite omitir, por consiguiente, la mención de aquello que se caza. No se recupera, en efecto, tal información del contexto precedente (que podría no existir), sino del significado mismo del verbo cazar, y también de ciertos factores discursivos que se analizarán en esta misma sección. Muchos de los verbos transitivos que se usan en forma absoluta designan actividades que se realizan de manera habitual, por lo que suelen recaer siempre en los mismos seres. Se subrayan los verbos transitivos que corresponden a esta pauta en los ejemplos que siguen:

Antonio, cuando no está oyendo música, escribe, si no escribe, estudia, si no estudia, lee, si no lee, está tendido en el diván de la psicoanalista (Rossi, María); Si enviuda o queda soltera, no come (Serrano, M., Corazón); Fuma con ansia mientras se pasea de un lado a otro (Sierra, M., Palomas); No estaba seguro de nada, excepto de que tenía sed, y reconocía su sed, y bebía (Grandes, Aires); La verdad es que no lee uno desde hace años (Fresán, Historia); Déjeme que la acompañe mientras cocina (Martínez, Evita).

34.4c Algunos gramáticos asimilan plenamente los usos que se acaban de mencionar a los intransitivos. La opción tradicional, que se considerará aquí preferible, consiste en entender que estos verbos no dejan de ser transitivos en tales contextos. No debe, por ello, asignárseles un nuevo significado, a diferencia de los verbos que se analizarán en los § 34.5k y 34.7d y ss. Es necesario, sin embargo, interpretar de modo adecuado el complemento directo que se omite en esos casos, así como determinar los contextos en los que queda implícito. Entre los argumentos que se han mencionado en los estudios gramaticales a favor de esta segunda opción, destaca la posibilidad de hacer referencia al segmento que se omite con algún recurso sintáctico. Obsérvese que resultaría natural añadir a la oración Elena está leyendo la secuencia pero no sé qué. Esta coordinada sería ininterpretable si el pronombre interrogativo qué no tuviera como antecedente el complemento directo omitido del verbo leer. La oración tampoco tendría sentido si ocupara el lugar del gerundio leyendo algún verbo intransitivo. Cabe observar, por otra parte, que los demás argumentos de un verbo pueden omitirse en condiciones restrictivas, de forma que el complemento directo no representa más que un caso particular. Así, en Esta película aburre soberanamente se omite el complemento indirecto de aburrir al igual que sucede en Una herida que no duele y en otras secuencias similares que se analizan en el § 35.4. Asimismo, se omiten a veces los complementos de régimen, como en No insistas (es decir, ‘en eso, en ello’), y en otros casos análogos que se examinan en los § 36.1f, g.

34.4d Los objetos directos omitidos en las construcciones que se han mencionado son prototípicos, en el sentido de que reciben interpretaciones generalizadoras que abarcan ciertas clases de entidades. El que dice Tengo poco tiempo para leer no se refiere seguramente a un libro en particular, sino más bien a la literatura en general. Algunos análisis actuales entienden que en los usos absolutos se omiten sustantivos cognados (en el sentido de ‘emparentados morfológicamente’, como explica el DRAE) de los verbos transitivos. En esta interpretación se entiende que leer significa, aproximadamente, ‘leer lectura’; comer, ‘comer comida’; cantar, ‘cantar canciones’; bailar, ‘bailar bailes’ (o bien cierto tipo de música bailable), etc. Aunque este análisis se considera bien orientado —al menos para un grupo de estos verbos—, se ha observado que puede dar lugar a interpretaciones demasiado restrictivas. Cuando se dice de alguien que no bebe o que no toma, se suele hacer referencia a las bebidas alcohólicas, no a las demás. De manera análoga, el uso absoluto de escribir suele referirse a la correspondencia cuando este verbo se construye con complemento indirecto (como en Hace mucho que no me escribes), que podría incluso omitirse (A ver si escribes más a menudo y nos das noticias tuyas). Se alude, en cambio, a la literatura en Le dije que quería escribir desde que había leído por primera vez a Alejandro Dumas (Vargas Llosa, Tía), y a cualquier clase de escrito en La dicha señora doña Juana dijo que no sabía escribir (Miralles, J., Cortés).

34.4e La interpretación de cazar que se mencionó en el § 34.4b convierte una acción en una propiedad. Este rasgo es característico de las construcciones genéricas. Los usos absolutos son particularmente frecuentes en ellas, sobre todo en las que se forman con verbos transitivos que denotan alguna capacidad o alguna función, sea de una persona o de una cosa. Ilustran este uso los verbos transitivos que se subrayan en las citas que aparecen a continuación:

Pero veo mal. Oigo mal, camino mal, ya has visto que muy seguido me caigo (Carballido, Fotografía); Cambiamos de trapo cada cierto tiempo, pues una vez saturado de pasta no limpia (Lastra, Muebles); La campaña realizada a finales de los años 70 con el lema La droga mata viene a representar […] (Valbuena Briones, Toxicomanías); Mis espadas no pinchan, los disparos, naturalmente, los hago de fogueo, y el serrucho no corta (Molina Foix, Abrazos).

En el § 39.6k se explica que muchos sustantivos que designan instrumentos se usan como sujetos de los verbos que expresan las acciones en las que participan. El objeto directo puede omitirse cuando se describe su función, como en Esta escoba no barre bien, o en los ejemplos que se acaban de citar. Así pues, el hecho de que se use como sujeto en tales contextos un nombre de persona (Julián no escribe bien) o un nombre de instrumento (Este lápiz no escribe bien) tiene consecuencias en el significado del verbo transitivo y, por tanto, también en el de la oración. Los tiempos imperfectivos (escribe, escribía) favorecen marcadamente las construcciones genéricas, como se explica en el § 15.8.

34.4f Las construcciones genéricas en las que se contrastan términos, a menudo opuestos o presentados como tales, favorecen asimismo el uso absoluto de los verbos transitivos. Estas estructuras son características de los refranes. En efecto, son muy frecuentes en ellos los verbos transitivos en presente (o pretérito perfecto simple) y sin complemento directo. He aquí algunos ejemplos, entre otros muchos que se ajustan a esta pauta (se subrayan los verbos transitivos):

El hombre propone y Dios dispone; El que da primero da dos veces; El que parte y reparte se lleva la mejor parte; Quien calla otorga; Quien tuvo retuvo; Ojos que no ven, corazón que no siente; Mejor es tener que desear; El que espera desespera.

Aun así, este uso no se registra solo en ellos:

Que en el amor hay que dar más que recibir lo demostraba aquella mujer que era una prostituta de la vieja escuela (Jiménez Diego, Memorias); A partir de aquel momento era un jefe: ten dría que mandar más que obedecer (Martínez, Perón); Podríamos hacer un símil con el anuncio de los detergentes, busque y compare (Vanguardia [Esp.] 2/6/1995).

34.4g En el proceso de recuperar el objeto directo que se omite en el uso absoluto de los verbos transitivos intervienen, como se ha indicado, factores léxicos (es decir, relativos al tipo de verbo que se use) y también discursivos (por tanto, aportados por el contexto o la situación). En efecto, la oración Maria João Pires toca maravillosamente podría ser interpretada por alguien que no supiera que su sujeto designa a una famosa pianista. Como explica el DRAE, tocar significa ‘hacer sonar según arte cualquier instrumento’. El verbo transitivo puede usarse sin este complemento, que el oyente aportará con mayor o menor precisión en función de sus conocimientos extralingüísticos. De hecho, esta supeditación contextual es característica del uso absoluto de muchos verbos transitivos. El que escucha a alguien decir No consigo ahorrar entenderá seguramente que habla de dinero, pero podría referirse también al combustible o a otra materia. Existen muchos casos similares.

34.4h Se produce cierta relación entre la posibilidad de omitir un complemento directo y la extensión limitada del paradigma léxico que le corresponde. Se eliden a menudo, en efecto, los objetos directos presentes en la definición del verbo, o deducibles de ella, como en Dio a luz ayer ~ Dio a luz ayer a una niña. En cambio, los complementos directos que no se pueden restringir léxicamente no se suelen omitir. Sería, pues, difícil usar llevar como transitivo absoluto, ya que las personas o las cosas que pueden ser llevadas son casi ilimitadas. Aunque esta aproximación se considera bien orientada en términos generales, debe ser matizada, ya que muchos verbos transitivos que restringen fuertemente sus complementos directos (cometer, empañar, izar, verter, etc.) no se usan como absolutos. Estos últimos verbos corresponden a los predicados característicos de las llamadas colocaciones, término que en lexicología designa las combinaciones restringidas de voces cuya frecuencia de coaparición es muy elevada. Incluso dentro de este grupo existen particularidades léxicas, ya que algunos de sus componentes admiten usos absolutos. Puede compararse, por ejemplo, No ejerce la abogacía desde hace años, con objeto directo omisible, y No imparte clases desde hace años, con objeto directo no omisible.

34.4i El uso absoluto de los verbos transitivos es particularmente frecuente en el ámbito de determinadas actividades, en especial profesiones y oficios, pero también actuaciones u ocupaciones habituales o repetidas que no tienen carácter profesional. En efecto, un juez juzga o condena (donde se entiende ‘a alguien’); un comerciante vende, compra, importa o exporta (se entiende ‘cierta mercancía’); un profesor examina, aprueba, pasa, aplaza, reprueba o suspende (se entiende ‘a sus estudiantes’); un médico opera o atiende a ciertas horas (se entiende ‘a sus pacientes’); un conductor adelanta o rebasa (se entiende ‘a otro’), pero también arranca, frena, maneja, estaciona o aparca (se entiende ‘el coche, el auto o el carro’). De igual forma, el que participa en un juego de azar apuesta (donde se entiende ‘cierta cantidad’), pero también da, reparte o roba (se entiende ‘cartas, naipes’), abre o cierra (se entiende ‘la partida, el juego’). Finalmente, un equipo deportivo gana, pierde, empata o domina (se entiende ‘el juego, el partido’), pero también marca o anota (se entiende ‘un tanto’). A su vez, un jugador saca, lanza, para, pasa, despeja, cabecea, detiene, chuta o dispara (se entiende ‘la pelota, el balón’). Existen otros muchos casos similares. Un rasgo característico de la mayor parte de estos usos es el hecho de que no están restringidos a los contextos genéricos. La omisión puede darse, por consiguiente, incluso si se describen acciones particulares:

José Mari cabeceó a la red (Clarín 17/4/1997); Lanzó mal, para que anotara González y anclara en tercera Prieto (Nacional 22/12/1997); En la última [victoria] sacó desde abajo para darle la clasificación a los Gigantes (Listín Diario 31/12/2003); Encajó un gol pronto, por un fallo absurdo, pero consiguió empatar antes del descanso (País [Esp.] 1/4/1987); Tiene una misión que cumplir y la tiene que realizar con firmeza y desde luego sin entrar en el compadreo de dejar a un señor que aparque mal dos minutos (Mundo [Esp.] 3/4/1994); El médico operaba en el hospital de Leeds y en el Royal London Hospital (Vanguardia [Esp.] 30/9/1994).

34.4j A pesar de que los casos de omisión del objeto directo a los que se acaba de hacer referencia están sumamente extendidos, no dejan de estar sujetos a ciertas restricciones de naturaleza pragmática. Cabe decir de un ajedrecista que “no ha movido” (es decir, ‘que no ha movido ninguna pieza’), pero se diría de un jugador de fútbol que “no ha movido el balón”, y no simplemente que “no ha movido”. Puede relacionarse esta diferencia con el hecho de que la acción de mover constituye una de las fases de las que consta el juego del ajedrez (de forma similar a como se usan dar, repartir o robar en los juegos de cartas, como se ha señalado), pero no suele constituir (frente a la de sacar o parar) una acción reglamentada en los juegos de pelota. Se obtienen contrastes similares entre montar un caballo y montar una exposición, despejar el balón y despejar una incógnita y en otros pares similares a estos en los que el complemento directo puede omitirse o no, construido con el mismo verbo, en función de factores análogos a los que se han explicado.

34.4k En algunos usos que se analizaron al comienzo del § 34.4i se sobrentienden complementos directos de persona. Como se indica en los § 35.8f, g, muchos verbos de afección se caracterizan por alternar los complementos directos con los indirectos: El ruido {la ~ le} molesta. En las oraciones genéricas es frecuente la omisión de este argumento verbal, que designa el que experimenta la sensación de la que se habla. En todos estos casos se sobrentienden expresiones como ‘a cualquiera’, ‘a uno’, ‘a la gente en general’ y otras similares:

Las músicas han cesado y el silencio impresiona (Goytisolo, J., Paisajes); Hay una burocracia que asusta y aflige (CREA oral, Argentina); La indiferencia molesta bastante (Rico Godoy, Mujer); Cuando el peso del día agobia, y mirando a la distancia siento sombras que me circundan, aún sigo firme dentro de mi ciudadela (Shand, Antón); Este tema de la inmoralidad en los cines, que llegó a preocupar como una cuestión de Estado, provocó algunas medidas de tipo inquisitorial (Martín Gaite, Usos).

La omisión del objeto directo con la interpretación indicada es también frecuente con algunos verbos de causación o, en general, de influencia (recuérdese el § 34.3n). En los ejemplos que siguen se subrayan igualmente los verbos transitivos sin objeto directo expreso:

Su informe era cuidadoso, tan organizado que obligaba a pensar en su escrupulosa preparación (Prada Oropeza, Hora); Al final de la tarde, cuando ya el frío invitaba a meterse debajo de las cobijas, La Paz parecía un cementerio (Tiempo [Col.] 11/11/1996); Las declaraciones que enviaba el gobernador no ayudaban a ver más claro (Uslar Pietri, Oficio); Era bonito, ¿sabes?; hacer feliz es bonito (Sampedro, Sonrisa).

34.4l Los complementos directos de algunos verbos que expresan transmisión de información designan a su destinatario. Estos verbos omiten también a menudo el complemento que hace referencia a este argumento, tanto en contextos genéricos (Nunca avisan ~ Nunca nos avisan) como específicos o particulares (No avisaron ~ No nos avisaron). He aquí otros ejemplos de este uso:

Se mostraron satisfechas por el acuerdo, aunque advirtieron de que es una solución parcial y temporal (Observador 9/4/1997); Los que gustan del análisis gráfico (chartista) avisan de que la caída puede continuar hasta los 5000 puntos (País [Esp.] 24/9/2002); Los datos relativos a la renta informan de que el PIB per cápita de las mujeres negras es de 0,76 SM (Pueblos 10/2000).

Véanse también sobre estos verbos los § 43.6j-l.

34.4m El uso de los verbos transitivos en contextos específicos o particulares —en el sentido explicado de “no genéricos”— está más restringido que en los demás contextos. Cuando se dice Ya pagué (o Ya he pagado) o Miré por la ventana, se calla lo que se paga y lo que se mira. Como estas oraciones no son genéricas, no se habla en ellas de capacidades, hábitos o actuaciones repetidas, sino de acciones particulares limitadas temporalmente. De forma similar, se usa aprovechar sin complemento directo expreso en Su contrincante aprovechó para dar un brinco (Allende, Zorro), donde se entiende ‘la ocasión, la oportunidad’. El contexto que proporciona la información omitida es ostensivo otras veces. Destacan en este uso los rótulos, signos, letreros y otras indicaciones escritas sobre aquello a lo que se refiere el complemento directo del verbo transitivo: Romper en caso de incendio; No voltear; Doblar por la línea de puntos; Empujad; Tire; Jale, etc. En algunas de estas oraciones se usan variantes pasivo-reflejas, de forma que lo que se omite en ellas no es el objeto directo, sino el sujeto paciente del verbo transitivo: Rómpase en caso de incendio; Dóblese por la línea de puntos; Dilúyase en un vaso de agua, etc.

34.4n La omisión del complemento directo en contextos ostensivos es también frecuente en las oraciones imperativas, como en Espere; Traga; Pregunte sin miedo, o en los ejemplos siguientes:

Apaga y cierra, por favor (Gala, Durmientes); Carguen, apunten, fuego (Arrabal, Torre); ¡Tira, tira…! ¡Tira fuerte, no sea que se arrepienta…! (Omar, Hoy); ¡A poco no tienes fuerzas! ¡Jala, que aquí te espera oro! (Schmidhuber, María); Dame, dame acá (Miras, Brujas); Finalmente, estás preparado. Toma, es la llave que abre la esencia de las cosas (Martínez Salguero, Combate); ¡Mira, papá! ¡Bueyes! (Galeano, Bocas).

Lo es asimismo en los diálogos, especialmente en las réplicas y en las respuestas en las que se alude a la información proposicional que se acaba de suministrar, así como en las apostillas que se hacen a lo afirmado por otros:

¡Ya entiendo!, respondió sonriendo amablemente (Olivera Figueroa, Enfermera); —Creo que algún día el mundo estará gobernado por los poetas y que a nadie le faltará nada, como a los pájaros. —Comprendo, comprendo —dijo Gil (Landero, Juegos); Los médicos podrán contestarlo mejor que yo. Supongo (Larreta, Volavérunt); Alvarado: ¿Tú qué sabes? Bernal: Imagino (Fuentes, Ceremonias); —Oye, préstame esta revista, que quiero leer el artículo sobre Redacky; es un tipo totalmente dedicado. Te va a gustar. —Ya veremos el lunes (Morales, A., Verdad); —María Egipcia ca, Soledad, Sole, ¿aceptas por esposo…? —Sí Padre, sí padre, acepto (González, E., Dios).

La omisión del complemento directo solo se obtiene en contextos negativos en alguno de estos casos: —¿Qué pasaría? —No (Salazar, Selva).

Información adicional

En relación con este capítulo, la siguiente entrada del Glosario de términos gramaticales podría ser de su interés:
coaparición

 

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