Sintaxis

46 Construcciones causales, finales e ilativas

46.6 Las causales explicativas

46.6a En los dos últimos apartados del § 46.3 se introdujo el concepto de oración causal explicativa como una de las manifestaciones de las llamadas causales externas al predicado. En la sección precedente se analizaron las causales de la enunciación y se señaló que existe una relación estrecha entre esas oraciones y las causales explicativas. Aunque se trata de una cuestión polémica, no parece que estas dos nociones sean enteramente equivalentes. Si se dice Todas las luces estaban apagadas, pues se esperaba un ataque de la aviación, se obtendrá una causal explicativa introducida por la conjunción pues. En esta oración se explica por qué se produce el hecho que se acaba de describir en la oración principal. Una posible paráfrasis del período así construido podría ser, por consiguiente, Todas las luces estaban apagadas, y lo estaban porque se esperaba un ataque de la aviación. Otra paráfrasis similar se obtiene con la fórmula … y ello es así porque. Si se dijera, en cambio, Todas las luces estaban seguramente apagadas, pues la ciudad no se veía desde el aire, se obtendría una subordinada causal de la enunciación. En la principal se afirma, por tanto, lo que el hablante deduce o concluye (recuérdese el § 46.5a), y la subordinada introduce la causa que lleva a establecer ese juicio. Análogamente, en la subordinada causal subrayada en No volvió a ver a su amiga Laura, pues jamás regresó al pueblo (causal explicativa) se aclara el hecho de que alguien no volviera a ver a su amiga. Si se dice, en cambio, La chica había bebido, desde luego, pues normalmente no hablaba así (causal de la enunciación), se justifica la deducción a la que llega el hablante —es decir, que cierta persona había bebido—. Así pues, en las causales explicativas se justifica lo que la oración principal afirma o niega, mientras que en las de la enunciación se justifica el hecho mismo de afirmarlo o negarlo o, en general, el acto verbal que el hablante realiza al poner de manifiesto alguna deducción.

46.6b Como se explicó en el § 46.3j, unos autores separan las causales de la enunciación de las causales explicativas, pero otros consideran las primeras como una mera variante de las segundas. Desde este otro punto de vista, no dejan de ser causales explicativas las subordinadas de la enunciación situadas en el interior de las oraciones interrogativas o usadas a continuación de ellas, como en ¿Qué están haciendo tus sobrinos, que no los oigo? o en ¿Qué hora es?, porque tengo prisa, ni tampoco las que siguen a ciertos imperativos, como en Cállate, que vas a despertar a los niños, sobre las que se volverá en el § 46.6i. En esta interpretación se entiende que las explicaciones proporcionadas en tales subordinadas afectan al hecho de que se formule la pregunta o la orden, en lugar de modificar su contenido proposicional. En este segundo análisis, todas las oraciones examinadas serían igualmente causales explicativas, de manera que las diferencias entre ellas corresponderían solo al segmento gramatical al que afecta la explicación. La descripción de las causales explicativas que se realizará en los apartados que siguen es compatible con las dos interpretaciones.

46.6c La justificación que se introduce en las oraciones explicativas causales afecta, como se ha mostrado, al estado de cosas descrito en la oración principal, no solo al expresado por el predicado en torno al que se construyen. La justificación que se aduce en estas oraciones es en ocasiones de naturaleza metalingüística, especialmente cuando la subordinada se usa para justificar el empleo de un término o de una denominación, como en Me pareció que aquel insulto, porque realmente lo era, no podía quedar sin respuesta; Pedí patatas fritas, que así se llaman en España las papas fritas, y comí hasta hartarme, o en los textos siguientes:

En el interior del ómnibus, pues este era propiamente el nombre que debiera darse al vehículo que iba a conducirnos a Tarazona, comenzaban a ocupar sus asientos los viajeros (Bécquer, Celda); Miguel, pues así se llamaba el chico, tenía un año menos que yo (García Morales, Sur); El neografismo (pues así llaman a esta terrible enfermedad de las lenguas vivas) desconoce, u olvida, que no hay alfabeto alguno perfecto (Monlau, Arcaísmo); Si se tratara de votar el proyecto original, dirigido a la pesca incipiente y a la de investigación, yo diría: estoy dispuesto. Porque tales eran los términos de texto inicial (Senado [Chile] 2/4/1996).

46.6d Las causales explicativas pueden dividirse en dos grupos en función de su posición sintáctica y de sus características informativas (§ 40.1): las antepuestas (Ya que somos cuatro, podríamos jugar al parchís) y las pospuestas (Suéltame, que me haces daño; No vieron huella alguna, pues era de noche). En las primeras, el hablante presenta la subordinada causal como información temática y, por tanto, conocida o al menos supuesta implícitamente como trasfondo del enunciado. En la segunda variante, el hecho que se añade como explicación o justificación no se presenta, en cambio, como conocido de antemano.

46.6e Con algunas excepciones, las causales externas al predicado verbal no suelen admitir los procesos sintácticos que se describieron en los § 46.3c y ss. relativos a la focalización de oraciones o segmentos oracionales. Estos procesos son característicos de los complementos internos al predicado, por lo que no afectan a las relaciones discursivas externas a él. Así pues, las causales explicativas no son adecuadas para responder a preguntas. Cabría decir, por ejemplo, El joven se sentía frustrado, pues no acababa de entender aquel misterio, pero a la pregunta ¿Por qué se sentía frustrado? no se podría responder *Pues no acababa de entender aquel misterio. Las demás conjunciones con las que pueden formarse causales explicativas están sujetas a la misma restricción, lo que explica que las respuestas a las preguntas encabezadas por ¿Por qué…? se puedan construir con porque, pero no con como, puesto que, ya que, etc.

46.6f Las causales explicativas tampoco admiten las llamadas fórmulas de relieve40.10 y 46.3d). A partir de Como no me haces caso, me voy, no es posible formar *Es como no me haces caso que me voy. Tampoco a partir de No se veía huella alguna, pues era de noche podría formarse *Es pues era de noche por lo que no se veía huella alguna. Las causales explicativas quedan, asimismo, fuera del alcance de la negación, por lo que no aceptan las construcciones de foco contrastivo. Se comprueba este hecho al comparar no porque…, sino porque…, con la pauta inviable *no ya que…, sino ya que… Rechazan igualmente estas construcciones, como resulta esperable, los adverbios de foco (§ 40.5): solo {*ya que ~ porque} tú lo quieres. Así, una causal explicativa como la subrayada en Como no le hacía caso, se fue no acepta adverbios como incluso, también o solo. En cambio, la causal (no explicativa) subrayada en Porque tú lo dices me lo creo acepta también o solo con naturalidad.

46.6g Las causales explicativas pospuestas suelen rechazar la coordinación: *… pues no estaba al tanto y pues no le interesaba; *… ya que hace frío y ya que prefiere no salir de casa. No existe, lógicamente, impedimento alguno para coordinar dos oraciones en el término de la conjunción, como en … pues hace frío y prefiere no salir de casa. Se ha observado, sin embargo, que algunas de las causales explicativas antepuestas admiten la coordinación que se rechaza en *pues… y pues… o en *ya que… y ya que…. Se trata de secuencias del tipo de como… y como…, siempre en posición de tópico inicial:

Como lucía perfil de cera dorada y una barba de chivo, y como además saludaba cortésmente a las damas tocándose la frente, los labios y el corazón con los dedos de la mano derecha, apareció de inmediato como un peligrosísimo adversario en lances de amor (Arlt, Viaje); Como nuestra convicción es esta, como la Fundación […] está de acuerdo y como, por otra parte, está previsto en la ley que así suceda, aunque sabemos la dificultad que eso implica queremos dar los primeros pasos (País [Esp.] 21/11/2006).

46.6h Es característica de las causales explicativas antepuestas la locución comoquiera que (o como quiera que, grafía que hoy no se recomienda) seguida de indicativo, que no debe confundirse con el relativo indefinido comoquiera22.7e y 22.12m):

Lo mismo ocurre en las agnosias visuales, en las que el sujeto pretende estatuir una relación con algún objeto, pero como quiera que no lo reconoce la relación con dicho objeto está imposibilitada (Castilla, Psiquiatría 2); Me dijeron que tenían órdenes del jefe del campamento de cortar yerbas y toda la arboleda, y que como quiera que los anones y las fresas no estaban excepcionados, rogándome que los dispensara, comenzaron la tala de los árboles (Lezama, Paradiso); Pero, comoquiera que siempre me dirigía a ella con palabras dulces, conoció en mis intenciones que ningún daño quería causar a los suyos (Arenales, Arauco).

Aun así, nótese que comoquiera que equivale aproximadamente en estos contextos a en tanto en cuanto o en la medida en que, por lo que se acerca a las subordinadas formadas con adverbios relativos de modo (§ 22.10). Se emplea a veces de forma indebida en España como que en este sentido de comoquiera que, acaso por influjo del catalán (Como que se han terminado las obras, se puede inaugurar la exposición la semana que viene). Se recomienda evitar esta construcción.

46.6i La conjunción que seguida de indicativo es apropiada en las causales explicativas pospuestas, como en Escuchen bien, que luego no saben de qué hablé, pero no en las antepuestas. Estas causales suelen seguir a un imperativo, como en este último ejemplo o en los siguientes:

Cállate, cállate, que no estoy yo para oír tus sandeces (Galdós, Miau); Tú ten cuidado, que nadie sabe lo que va a pasar aquí (Montero, M., Trenza); Eusebio, es la hora, no te entretengas, que luego llegas tarde y te quitan la prima (Maqua, Invierno); No me grite que no soy sordo (Alonso Santos, Estanquera); No bromees, que no estamos para esas (Parrado, Muerte); Tenga de ahí, tenga de ahí, don Rogelio, que yo levanto de acá (Rosencof, Ranas).

Se forman también causales explicativas pospuestas construidas con «que + indicativo» cuando la oración principal expresa una orden con otros recursos, como en No quiero que me contradigas, que no está el horno para bollos o en los textos siguientes:

Me vas a decir dónde guardaste ese dinero, que me has vuelto loca buscándolo (Carballido, Cartas); ¡Una lágrima de vino, por caridad, que tengo una fatiga muy grande en este pecho! (Miras, Brujas).

46.6j Se usan también las causales explicativas pospuestas introducidas por la conjunción que cuando la oración principal contiene otras informaciones modales que dan lugar a actos verbales indirectos42.2j). Están entre estos inductores modales los que se subrayan con trazo discontinuo en No debería usted comer tan poco, que luego le entran mareos; No conviene llegar tarde, que después no hay sitio; Puedes decir lo que quieras, que no me voy a enojar. He aquí otros ejemplos de estas construcciones:

Me dijo que ya podía espabilarme y que no se me escapara ni una, que luego tenía que contárselo todo de pe a pa (Mendicutti, Palomo); Tienes que escucharles todas las mañanas y verles rodar […], que todos caemos en trampas (Gándara, Distancia); Allí te podías morir, que nadie iba a meter la mano en la candela por ti (Barnet, Gallego).

46.6k Se emplea asimismo «que + indicativo» tras varias de las expresiones interjectivas que constituyen actos verbales, como las que expresan deseo (Ojalá termine pronto, que ya me estoy cansando) y congratulación (Enhorabuena, que me he enterado de que conseguiste el puesto), pero también con otras. Estos usos podrían interpretarse como argumento a favor de que las causales de la enunciación constituyen un grupo particular de las causales explicativas. Nótese que se admite «que + indicativo» en su sentido causal en las oraciones interrogativas, tanto si se interpretan como preguntas (¿Qué hora es?, que hoy no puedo llegar tarde) como si equivalen a peticiones (¿Me dejas tu coche, que el mío no funciona?). Por último, se emplea la conjunción causal que cuando en la oración principal se expresa una resolución firme, como en Bueno, me voy, que mamá se queda sin almuerzo (Vargas Llosa, Fiesta). Se rechaza, en cambio, si en ella se describe tan solo un estado de cosas, como en *Estás muy delgada, que comes poco. Como se ha explicado, este tipo de oraciones causales está estrechamente vinculado a la posibilidad de que la oración principal constituya un acto verbal —sea directo o indirecto— y, por tanto, a la fuerza ilocutiva (§ 42.2c) que con él se asocia. Aun así, se comprueba que la simple aseveración de un estado de cosas no es suficiente para legitimar sintácticamente su presencia.

46.6l La antigua conjunción ca se empleaba de modo general en la Edad Media en las subordinadas causales explicativas pospuestas:

Agora eres en mi poder ca el señor te ha dado a mí (Ysopo); Lo que auedes a fazer fazetlo ayna; ca a las vegadas la tardança en el buen proposito enpesçe (Cifar); Non dexes de fazer bien, maguer veas muchos que te lo non gradescen; ca el bien fazer mucho es mejor que el galardonamiento que dan por él (Bocados de oro); E en esos que es exçede la su bondad a la su maliçia, ca en otra manera no sería (Torre, A., Visión).

46.6m La conjunción ca se documenta también en el Siglo de Oro, y aun después, pero algunos de esos usos son deliberadamente arcaizantes. La emplea Cervantes en el Quijote:

—Non fuyan las vuestras mercedes, ni teman desaguisado alguno, ca a la orden de caballería que profeso non toca ni atañe facerle a ninguno, cuanto más a tan altas doncellas como vuestras presencias demuestran (Cervantes, Quijote I),

pero no la suelen usar Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca, entre otros muchos autores de este período. La conjunción experimentó un descenso muy marcado a lo largo del siglo xvi y, más aún, en el xvii. He aquí otros ejemplos de ca en textos posteriores al siglo xv:

Nosotros somos (león generoso) andantes caballeros de los que buscando arduas aventuras por el mundo […]; ca nuestro oficio es conservar derechos, enderezar entuertos, y enmendar desaguisados (Gómez Tejada, León); No dexó por eso de vençer y ganar honra perfecta ca vençer y morir honra perfecta es (Horozco, Libro); Ca, como dicen los filósofos, la semejanza es causa de amor (Cervantes Salazar, Crónica); Cuando sentían la calenturilla, ya estavan corrompidos, ca tenían el vientre y las tripas verdes como yervas dende el pecho abaxo (Inca Garcilaso, Florida).

46.6n Aunque las demás conjunciones que forman subordinadas causales explicativas tienden a anteponerse o a posponerse a la oración, algunas se admiten en ambas posiciones. Así, es más frecuente encontrar toda vez que entre las causales explicativas pospuestas, pero los textos la presentan en ocasiones entre las antepuestas:

Los antioqueños debían ser gentes de palo y de fierro, toda vez que resistían ese infierno (Carras quilla, Marquesa); Y toda vez que Eva Grodner ignoraba la existencia de Von Bülov, toda vez que de su elección azarosa para un papel en la historia, Miss Gridner no había sido informada, era absolutamente imposible deducir por raciocinio adonde yo había ido (Torrente Ballester, Viento).

Análogamente, la conjunción pues es característica de las subordinadas causales explicativas pospuestas:

Estos lugares representan dos mundos históricos, sociales y geográficos completamente opuestos y se hallan aislados uno de otro, pues las comunicaciones entre ambos son interminables y arduas (Vargas Llosa, Historia); Celebro mucho haber hallado ocasión de entablar relaciones con usted, pues es conveniente que nos conozcamos y comuniquemos los que en este país cultivamos estudios análogos (Unamuno, Epistolario).

No obstante, en la lengua literaria clásica —más raramente en la moderna— se encuentra también en las antepuestas, casi siempre tras la conjunción y, como muestran los siguientes ejemplos:

Pues andáis en las palmas, / Ángeles santos, / “que se duerme mi Niño, / tened los ramos” (Lope Vega, Pastores); Y pues habremos de morir sin saber por qué ni para qué hemos venido al mundo ininteligible, todo empleo a nuestra existencia es pasatiempo y vana ocupación (Zaldumbide, Égloga); Y pues Maroto ha venido a ser el amo, tráiganos una paz decente (Galdós, Episodios); Y pues parecía que allá la Santa no prodigaba por hoy más favores, ya se daba el hombre media vuelta cuando creyó oír un susurro (Sánchez Espeso, Mujer); Y pues sus puertas me cierra, / de mis pasos en la tierra / responda el cielo, no yo (Zorrilla, Tenorio).

Para el uso de la conjunción pues como partícula ilativa, véase el § 46.11.

46.6ñ Tienen origen participial (§ 27.8 y 31.11i) las conjunciones dado que, puesto que, supuesto que y visto que, que se usan igualmente antepuestas o pospuestas. Su valor causal procede del uso de estas expresiones en las cláusulas absolutas, todavía reconocible por algunos indicios. Existen, en efecto, diferencias en la integración de estas expresiones en la clase de las conjunciones subordinantes. Así, dado y visto pueden aislarse en dado que y visto que. La subordinada sustantiva alterna, pues, con grupos nominales, como sucede en otras construcciones absolutas:

La estabilidad también le preocupaba especialmente, dado que debería atravesar algunas pozas con remolino (Guelbenzu, Río); Dado el gran peso que habían de soportar, tenían que hacerse de un material más compacto que la caliza (Villanueva Lázaro, Cantabria); Visto que tal cosa no había podido ser detectada, ¿qué quedaba del éter? Absolutamente nada (Boido, Einstein); Pero, visto el resultado, que producía líneas excelentes y de diversa intensidad, se pensó aplicarlo a la estampa, es decir a la reproducción de la imagen dibujada por el artista (ABC Cultural 2/8/1996).

46.6o Por otra parte, dado que, visto que y puesto que poseen tres sílabas, pero, en los dos primeros casos, la primera sílaba tónica (da-, vis-) se pronuncia con un incremento tonal que no se extiende a pues- en el tercer caso. Ello da a entender que puesto que es una expresión lexicalizada en mayor medida que las otras dos. Por otra parte, existe una notable diferencia semántica entre el significado del verbo poner cuando se construye con un complemento oracional (poner que es de día ‘escribirlo en el papel’) y el que corresponde al participio puesto (puesto que es de día). No existe tal diferencia en la construcción pongamos que, ya existente en la lengua clásica. Poner significa ‘suponer’ en este uso, a pesar de que no forma oraciones causales:

Pongamos que sucede la muerte de un amante tan callado y temeroso como ese tu amigo (Cervantes, Galatea); Pongamos que fuera en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca (Donoso, Novelitas).

Las locuciones conjuntivas que se mencionan se emplean en posición antepuesta y también pospuesta. La menos frecuente de todas ellas, tanto en el español americano como en el europeo, es supuesto que. Se ilustran a continuación los usos antepuestos y pospuestos de puesto que y supuesto que:

Nunca supe por qué había cruzado a la acera de enfrente, sin ninguna necesidad, puesto que la calle desembocaba en la plaza de la Chapelle (Cortázar, Glenda); Puesto que el muerto podía esperar tranquilo y no había miedo de que se escapara, me gustaba demorarme en aquel gozo olfativo (Egido, Corazón); Supuesto que yo lo sé, y que tú no puedes negármelo, mira ahora a quién quieres reconocer por padre (Olavide, Sabina); Cuando tengamos a bien podremos verle, supuesto que en este papel ha dejado las señas de su habitación (Mora, Templarios).

Algunos de los usos antepuestos pueden asimilarse a las causales topicalizadas, no necesariamente explicativas, que se describieron en los § 46.3h y ss. Sobre el uso concesivo de puesto que en la lengua antigua, véase el § 47.16v.

46.6p También se documenta en ambas posiciones la locución habida cuenta, formada con el participio del verbo transitivo haber y su sujeto paciente cuenta. A esta locución le sigue un complemento preposicional, lo que da lugar a las pautas «habida cuenta de + subordinada sustantiva» y «habida cuenta de + grupo nominal»:

Este discursito sobre el pro magüer del juego, habida cuenta de que también a ti te gusta orejear los naipes, ¿no es cosecha tuya? (Roa Bastos, Supremo); Y, habida cuenta de la vecindad de la bodega, que además estaba tan bien nutrida como la biblioteca, descubrí que para cada autor había un vino y no otro (Andahazi, Piadosas).

Por posible analogía con otras locuciones formadas por participios como dado y visto, descritas en el § 46.6ñ, se reinterpreta a veces la secuencia habida cuenta como si fuera el predicado de una construcción absoluta, en lugar de considerarse construcción absoluta en sí misma. Como resultado de este proceso de reanálisis, los grupos nominales y las oraciones sustantivas pasan a constituir los sujetos del nuevo predicado así creado:

Su primer paso en el comercio debería ser ponerse en contacto con Burgos, conocer al nuevo mandatario y tratar de mejorar las condiciones de su contrato con él, habida cuenta que le proporcionaba setecientos mil vellones de la vieja Castilla cada año (Delibes, Hereje); […] dureza desproporcionada, habida cuenta el bajo nivel de inmigrantes de España en comparación con la media europea (Mundo [Esp.] 30/10/1995).

El proceso que se describe, en el que puede haber influido el predicado tener en cuenta, no se ha extendido en la lengua estándar, por lo que no se recomiendan estas construcciones que carecen de la preposición de. Se dice, por otra parte, como cabe esperar, Habida cuenta de ello, no *Habida cuenta ello.

46.6q Son a menudo escurridizos los matices semánticos que separan las subordinadas causales examinadas en los apartados precedentes. De hecho, en no pocas ocasiones resultan intercambiables con ligeras diferencias de significado, de registro, de época y también de énfasis. En un gran número de casos, la diferencia entre las causales explicativas antepuestas y las pospuestas afecta de modo fundamental —como se señaló en los apartados anteriores— a la partición informativa de la oración. Aunque corresponda a la información temática, las causas a las que se alude en las oraciones antepuestas no siempre son conocidas del oyente o del lector. En muchos casos la estructura oracional permite presentarlas retóricamente como si en verdad lo fueran, lo que tiene consecuencias de tipo pragmático en relación con la forma en que se valoran las argumentaciones o —en general— se procesa discursivamente la información. Por otra parte, con la conjunción pues, que encabeza a menudo causales explicativas, como se ha visto, se construyen también oraciones ilativas (§ 46.11), cuya proximidad con las anteriores es a veces notoria. A ello se añade que pues tiene usos adverbiales (§ 30.13j y ss.) además de los conjuntivos.

46.6r En ciertos casos se perciben diferencias significativas marcadas entre las locuciones conjuntivas que intervienen en la formación de las oraciones causales explicativas. Así, con la conjunción causal cuanto más que se expresa alguna razón que se agrega a otra ya expuesta, de tal forma que la nueva adquiere mayor peso argumentativo que la anterior. Esta locución era común en el español clásico. Hoy en día es algo más frecuente en el español americano que en el europeo, aunque se documenta en ambos:

Calla, Sancho amigo —dijo don Quijote—, que pues esta señora dueña de tan lueñes tierras viene a buscarme, no debe ser de aquellas que el boticario tenía en su número, cuanto más que esta es condesa (Cervantes, Quijote II); Pasé una hora en la cocina contándoles la historia de don París y la cautiva de Tule a la gente de casa, y aún seguiría otra en tal comento si no gritara por mí el señor amo; cuanto más que estaba a mi lado pelando castañas la mi Manuela, y parecía que me despertaba los apartados con el dulce y sorprendido mirar que en mí posaba (Cunqueiro, Merlín); No veo cómo se pueden absolver los grandes pecados y desafueros de esos conquistadores, cuanto más que, prestando servicio a su majestad, arruinan a sus súbditos (Salvador Lara, Historia).

Algunos de estos usos de cuanto más que admiten paráfrasis con especialmente porque o más aún porque en la lengua actual, y también con tanto más cuanto que:

—No puede usted figurarse cuánto deseo conocerla… —Será usted complacida, tanto más cuanto que tengo la pretensión de vengarme con ella de su sonrisa (Lugones, Fuerzas).

Esta locución se denomina a veces causal-aditiva porque agrega información que completa la ya suministrada, además de aportar alguna justificación de ella. Se consideran incorrectas las variantes contra más que, contimás que y cuantimás que, que se documentan de forma ocasional tanto en el español europeo como en el americano. Para la correlación cuanto más… (tanto) más ~ cuanto más… (tanto) menos, véase el § 45.11.

46.6s La locución conjuntiva de sentido causal como que se emplea para expresar, generalmente en exclamaciones, una reacción que justifica como evidente alguna apreciación ajena o que enfatiza como palmario un comentario propio. La locución forma parte en estos casos de un turno discursivo diferente del que corresponde a la información a la que hace referencia. Así, si alguien dice ¡Qué bueno es este poema!, su interlocutor podría responder ¡Como que es de Neruda! Nótese que como que no puede sustituirse por puesto que, por ya que o por otras locuciones similares. He aquí otras muestras de este uso:

Ya lo creo que calla; como que no puede hablar aún de pura debilidad (Clarín, Regenta); ¡Vaya si se casa! Como que parece que la boda no se ha hecho ya porque el novio no tiene un cuarto ni el poeta tampoco (Moratín, Comedia).

46.6t Se emplea también como que en oraciones que niegan una parte del contenido de la afirmación inmediata de otras personas. El que habla no deja de introducir cierta justificación en tales contextos, pero hace caer en la cuenta a su interlocutor de que se equivoca en lo que dice o en lo que piensa. Si alguien dijera, por ejemplo, ¡Qué rico me sabe este salchichón!, podría recibir como réplica el enunciado ¡Como que no es salchichón! La relación causal se establece aquí entre el hecho de que algo sea sabroso y el hecho de que no sea salchichón, pero a la vez se manifiesta sorpresa porque el interlocutor desconociera la segunda de estas informaciones. He aquí otros ejemplos de esta pauta:

Rosario. —En efecto, no es antipático. No parece hijo de tal padre. El marqués. —¡Toma! Como que no lo es… como que no lo es… (Galdós, San Quintín); ¡Qué olor maravilloso viene!, y qué estruendo. Claro, como que no es agua, es granizo. Fíjate cómo se amontonan en las cunetas (Chacel, Barrio); —¡Qué abominaciones se dicen hoy! —exclamó el abate. —Como que es la pura verdad —dijo don Anatolio— (Galdós, Episodios).

Este uso de como no es propiamente comparativo, por lo que se diferencia de los que se estudian en los § 38.10f y ss., 45.8 y 45.10. Se explica en el § 45.14r que los contenidos causal y consecutivo son compatibles en secuencias como Ya no le puedo ni ver, de tanto como me lo metéis por las narices (Martín Gaite, Visillos).

46.6u En sentido estricto, la secuencia es que no constituye un segmento sintáctico, sino la unión del verbo copulativo es y la conjunción que, que encabeza una subordinada sustantiva, como se explica en los § 37.6u y 40.7b. No obstante, se ha puesto de manifiesto en los estudios sobre la subordinación causal que la expresión es que se asimila indirectamente a las locuciones conjuntivas características de las causales explicativas o, al menos, a los conectores discursivos que se usan para introducir ese tipo de informaciones. La expresión citada aparece precedida de una pausa marcada y se utiliza con mucha frecuencia para presentar la justificación exculpatoria de alguna forma de proceder, como en Perdona que llegue tan tarde, es que he perdido el autobús, o en el texto siguiente:

Don sacramento. —Toda mi familia ha tomado siempre huevos fritos para desayunar… Solo los bohemios toman café con leche y pan con manteca. Dionisio. —Pero es que a mí me gustan más pasados por agua (Mihura, Sombreros).

La conducta que se justifica es otras veces verbal, como cuando se hace referencia al hecho mismo de que se formule una pregunta o una petición; en estos casos, es que funciona como expresión introductora de las causales de la enunciación: ¿No vas a venir conmigo? Es que a mí solo me da miedo; Paga tú esto, por favor. Es que me he dejado la cartera en casa.

46.6v Se usa otras veces es que (también y es que, pero es que, etc.) dentro de un mismo turno discursivo para introducir apostillas, conclusiones o recapitulaciones de la información que se presentan en el discurso inmediato. También en estos casos la locución es a la vez aditiva y causal:

Tú no podrás estar más cansado; más cansado no; y es que habrás caminado mucho, a caballo, a pie (Fuentes, Artemio); Laura enseguida me lo nota. Has estado de servicio. Y es que no lo aguanto, se me hunden los ojos y tardo tres días en reponerme (Martín-Santos, Tiempo); Era casi un analfabeto. Y casi lo sigo siendo. Y es que el que nace lechón muere cochino (Chamizo, Paredes).

 

Nueva gramática de la lengua española
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

cerrar

Buscador general de la RAE