Sintaxis

32 La interjección. Sus grupos sintácticos

32.7 Interjecciones expresivas o sintomáticas

32.7a Como se ha explicado, las interjecciones expresivas o sintomáticas ponen de manifiesto muy diversas emociones, estados de ánimo, reacciones y sentimientos del que habla. Tal como sucede en el caso de las apelativas, varias de ellas transmiten nociones diferentes en contextos distintos, o pronunciadas con inflexiones entonativas que no suelen diferenciarse en la ortografía, por lo que algunas se clasifican en más de un grupo en función de estos factores (recuérdense, en este sentido, los § 32.1i y ss.). Además de diferenciarse en su distribución geográfica, las interjecciones expresivas se distinguen por el nivel de lengua al que corresponden. Así, por ejemplo, las que expresan sorpresa pueden resultar relativamente neutras (caramba), arcaicas (cáspita), malsonantes (coño), además de estar restringidas en su distribución geográfica (épale). La descripción que se presentará en las páginas siguientes está articulada en torno a los significados que las interjecciones expresan. Aunque se aducen en muchos casos informaciones relativas a su valoración social o su distribución geográfica, no se aportan todos los datos que serían esperables en un estudio dialectológico o fraseológico de la interjección.

32.7b Además de interjecciones como lástima o diantre, ya mencionadas, expresan contrariedad, disgusto o decepción en diversos grados otras muchas creadas a partir de sustantivos, a menudo malsonantes: carajo, coño, leche(s), puñetas, etc. Se usa también con este sentido pajarito en algunas zonas de la Argentina. Se emplea asimismo caramba para reforzar alguna manifestación de contrariedad, como en Pero qué descuidados son ustedes, ¡caramba! (Leñero, Mudanza). Sin embargo, es más frecuente usarla al oír algo inesperado o sorprendente, como se explica en el § 32.7e. Era habitual maldición en la lengua clásica como signo de contrariedad. Lo sigue siendo hoy en México y en algunos países de las áreas centroamericana y andina. En otros posee, en cambio, connotaciones arcaizantes:

Encendió la luz y su rostro se crispó en un gesto de asombro e ira. No estaba. ¡Maldición! Ni siquiera había destendido la cama. ¡Maldición, maldición, maldición! ¡Se había vuelto a ir! (Cuauhtémoc, Grito); Maldición —dijo Marcos—. Yo siento lo mismo, pero sé a qué se debe (Zaragoza, Concerto).

Corresponden también a este grupo algunas interjecciones creadas a partir de verbos, como la ya citada vaya (también iterada, vaya, vaya): En ese momento sonó el timbre de la farmacia. —¡Vaya! —exclamó el licenciado Miralles— (Aparicio, Retratos).

32.7c Se usan en el español andino hijitay y púchica para expresar contrariedad. Se registra también la última en parte de Centroamérica, donde se documenta asimismo chocho con un sentido similar. Son numerosas las frases exclamativas lexicalizadas que expresan contrariedad. Algunas son comunes a un buen número de áreas geográficas, como vaya por Dios, lo que faltaba, cuándo no o cómo no (que admiten otras interpretaciones):

En seguida se irguió y dejó caer mis manos. —¡Vaya por Dios…! Indudablemente es sarna (García Hortelano, Cuento); Huelo a quemado… Algo se está quemando… ¡El desayuno! ¡Lo que faltaba! (Reina, Seducción); ¡Cuándo no! Tenía que toparme con una de estas espantosas traga-libros… ¡Qué mala suerte! (Arrau, Norte); Empieza con una malhumorada serie de exclamaciones de disgusto: ¡Cómo no! —protesta (Ayala, Muertes).

Otras interjecciones de este grupo están más restringidas geográficamente, como a la madona, a la pipeta, cruz diablo o mama mía, raras fuera del área rioplatense.

32.7d Son varias las interjecciones y locuciones interjectivas que se usan para llamar la atención sobre algo o alguien, lo que puede asociarse con muy diversos matices expresivos en función del contexto: admiración, sorpresa, disgusto, etc. Es el caso de «vaya con + grupo nominal», pero también de velay (elay en la parte oriental del área andina), que se emplea con un sentido similar en muchos países americanos. En algunas zonas rurales del área rioplatense se registra ahijuna (contracción de ah, hijo de una) para expresar una gama de matices similar:

¡Vaya con el Quijote! Perdió el puesto en La Tabacalera, y jamás volvió a encontrar trabajo (Vargas Llosa, Fiesta); ¡Velay el mozo! ¡Se volvió Socialista! (República [Ur.] 5/4/2009): ¡Ahijuna el mozo!, que se ahogue ahora ahicito nomás o que reviente ahorcado (Futoransky, Pe).

Para el uso de velay como interjección de cierre, véase el § 32.7z.

32.7e Son asimismo numerosas las interjecciones que expresan sorpresa, incredulidad o sobresalto, como caramba, corcho o concho. La interjección hala se asimila a veces a este grupo, pero denota más frecuentemente exageración. Entre las creadas a partir de formas verbales (ya mencionadas en el § 32.5h) destacan sobre todo anda, arrea, atiza, toma (o tomá), vaya. Expresan también estos significados ostras (sobre todo en España), tate (cuando se cae en la cuenta de algo), uia, cómo (o pero cómo), cuándo no, epa, y épale. Se ejemplifican algunas de ellas a continuación:

—Un día le vi entrar por la carbonera de una casa de la calle del León. —No es cierto. En la calle del León hay una salida, pero no una entrada. —¡Caramba! (Perucho, Pamela); Le vio las orejas al lobo y se dijo: “¡Tate! Este me hace la cama y no duro nada” (Díaz, L., Radio); Encontré el encendedor del poli, mira. ¿Sí? ¡Ostras, nano! ¡Qué chiripa! (Marsé, Rabos); Clarita: Le destrozaron los pulmones de un balazo. Pedro: ¡Cómo! Teresa: ¿De qué te asombras? (Corrieri, Así); Pero cómo, ¿no ha sido usted quien nos leyó la noticia de un robo? (Beltrán, R., Corte); Rafael: Voy a vender el restaurante. Sandra: Epa. Rafael: Quiero cambiar de vida (Campanella / Castets, Hijo); Esto quiere decir que el cuerpo puede seguir vivo con un cerebro muerto. —Épale (Fierro Reyes, Vivo).

32.7f Entre las frases exclamativas que se han fosilizado a modo de interjección o locución interjectiva cabe destacar ante todo las que invocan a Dios, a Jesucristo, a la Virgen o a los santos, brevemente descritas en el § 32.5g: Jesús, Dios mío, Dios Bendito, Santo Dios, Santa María, Madre mía, Virgen Santísima y otras muchas que allí se mencionaron. Algunas se interpretan como vocativos o como grupos exclamativos. El grado de conturbación del ánimo que estos grupos nominales expresan es muy variable y puede representar diversos matices, desde la sorpresa hasta la consternación:

Tocho: […] ¡Señora, la pasta o la mando al otro barrio! Abuela: ¡Ay Jesús, María y José! ¡Ay Cristo bendito! ¡Santa Águeda de mi corazón! ¡Santa Catalina de Siena…! (Alonso Santos, Estanquera); ¡Virgen Santísima! ¡Qué cosas acabo de leer! (Ibargüengoitia, Clotilde); ¡Qué insondable impresión! […] ¡Santo Dios! ¡Cristo Santo! (Mujica Lainez, Escarabajo); ¡Qué susto el mío, Dios bendito! (Amaya, Cuentos).

32.7g Constituyen otra clase, dentro de las locuciones interjectivas (en el sentido amplio que se da a este término en el § 32.2b.), que expresan sorpresa, incredulidad o sobresalto, las que se forman a partir de imperativos negativos: no digas o no me digas (también no me diga, no diga), no fastidies, no jodas (vulgar), entre otras similares:

Soldado: ¡¡¡No me grites, perro, que yo tengo muy mal humor!!! Daniel: ¡No digas…! ¿Tienes mal humor? (Álvarez, Catedral); —El gusto es mío, y no se imagina cuánto. —¡No me diga! —sonrió Alberto con fingida alarma—. ¿Le da gusto venir a la cárcel? (Chavarría, Rojo); —Ayer estuvimos a quince bajo cero —dijo el gigante asturiano. —No fastidies (Sánchez Dragó, Camino); —Bruce, que es Johnny Pickup, el auténtico. —¡No jodas! ¿Sí? ¡Qué ilusión! (Sierra Fabra, Regreso).

Con algunos de estos verbos se crean otras fórmulas exclamativas que expresan irritación o malestar extremo por algo: no te fastidia o no te jode (frente a no me jodas, igualmente coloquial, que denota además sorpresa, sea agradable o no).

32.7h Otras fórmulas exclamativas que expresan sorpresa, incredulidad o sobresalto son cómo va a ser (sobre todo en el área caribeña, pero también en otras), toma ya (rara fuera de España), ahí va, mirá vos (en el área rioplatense), mira por dónde, anda la osa (en España):

¿Carmencita gravísima? ¡Cómo va a ser! (CREA oral, Venezuela); ¡A mí… me daría asco hacer lo mismo! —Mira vos… Así que te da asco mentir… (Rovner, Compañía); Va siempre con un médico amigo suyo, un señor muy pizpireto que se llama Catodio… (¡Toma ya! —me dije) (Mundo [Esp.] 15/6/1996); ¡Ahí va!… Mira por dónde…, aquí tengo algo que seguro que te va a encantar (Bermejo, Lucevan); —Y que sepan que son ustedes una comunidad histórica, pero una comunidad histórica de toda la vida… ¡Anda la osa, y yo sin enterarme…! (Mundo [Esp.] 13/4/1996).

Denotan asimismo los significados mencionados fórmulas como qué milagro o la flauta (también a la flauta o a la gran flauta). La primera es común a varios países americanos; la segunda suele ser malsonante en el área andina, pero no necesariamente en la rioplatense. Expresan asimismo sorpresa, pero también malestar, cónfiro y chófiro, registradas en el área caribeña.

32.7i Se usan para manifestar admiración y aplauso bravo, olé (también ole; recuérdese el § 32.3d), chapó, corro (en parte de Centroamérica), toma mientras y echa (las dos últimas en el área andina para expresar aprobación o dar ánimo):

¡Bravo, bravísimo! Tocas como los propios ángeles, Adelaida (Gallego, Adelaida); ¡Ole, ole y olé! ¡Eso es un nieto! ¡Ole, pasen y vean señores! (Magnabosco, Santito); Todo un ejemplo de profesionalidad y entrega. Chapó (ABC 10/4/1987).

Otras interjecciones manifiestan alegría, satisfacción o entusiasmo, como viva, hurra, como en ¿Tenía sangre real? ¡Hurra! (Jácome, Garzas), o las ya mencionadas epa y épale. Expresa asimismo alegría albricias, que muchos hablantes perciben ya como anticuada. En el área andina manifiestan contento achalay y achalláu, préstamos del quechua.

32.7j Para lanzar juramentos se usan grupos preposicionales exclamativos encabezados por la preposición por32.1j), como en ¡Por las barbas de Malatesta!… Esa música alegra mis oídos (Melgares, Anselmo). Aun así, la expresión por estas se ha lexicalizado como locución interjectiva (también por estas que son cruces): A mí me llevarán preso, pero el Califa no lo va a contar. ¡Por estas! (Tomás, Orilla). Se utiliza por Dios para jurar, pero también para suplicar o lamentarse de algo. En muchos países americanos se emplea asimismo por diosito: Suéltelo, por diosito, suéltelo (Alegría, Perros). Se introduce también un juramento con como hay Dios (que) y otras fórmulas similares.

32.7k Se usa en fin en muchos países como señal de resignación forzosa tras la exposición de algo. A diferencia de la locución adverbial en fin, no siempre cierra una enumeración: ¡Ay, Dios mío! Otra infeliz que cayó en el vicio, con la cara de buena que tienes. ¡En fin! (Alonso Santos, Moro). Con por fin se expresa alegría o satisfacción ante lo que sucede cuando ha tardado en llegar: —¡Por fin! —exclamó y soltó el llanto—. ¿Por qué no venías? ¿Por lo que pasó? (Bioy Casares, Diario).

32.7l La interjección ay es la que expresa dolor de forma más característica: Caían al suelo agarrándose los vientres, retorciéndose, ay, ay, ay (Scorza, Tumba), pero también manifiesta tristeza o desazón:

¡Ay! ¡Entristezcámonos porque llegaron! (Ruz, Mayas); —¡Ay! —dijo Sara suspirando y sonriendo tristona— (Belli, Mujer).

También puede denotar temor ante un riesgo inmediato (¡Ay! ¡Que se cae!); desahogo emocional (¡Ay, qué vida esta!); regocijo, en aparente contradicción (¡Ay, que me parto de risa!), además de ironía reticente, más frecuentemente cuando se anticipa algo: Ay, ay, que ya te veo venir, te veo venir (Pombo, Metro). En el área andina se registran ayayáu, achichiú y atatá para expresar dolor.

32.7m Constituyen interjecciones o locuciones interjectivas de aprobación, aceptación o confirmación ajá (también ahá; se registra asimismo anjá en Cuba y otros países antillanos); ajajá; ya; de más (en Colombia); sí, Juan (en parte del área rioplatense); desde luego; cómo no (véase también sobre esta locución los § 22.16l, m); y cómo; école (de origen italiano, usada en México y parte de las áreas rioplatense, andina y también europea; conoce las variantes école cua y ecole cuatro). Sobre el uso de guay, véase el § 32.8c.

Chity: […] Usted no sabe lo que Paco es para mí. Tere: ¡Ya! Chity: ¡No diga ¡ya!, porque no lo sabe…! (Resino, Pop); —Ajá —asentía muy serio el general […] Revisó las cifras. —Ajá, hum —aprobaba.— (Andrade, Dios); Anjá, quedamos en eso (Quintero, Esperando); ¡Ajajá! ¡Así que, después de todo, no andaba yo tan mal encaminado! (García May, Operación); Carlos: ¿Y está grave? ¿Ah, no? Menos mal. Irene: Sí, Juan. Nora: Dale, che, no sean pesados (Rovner, Pareja); Licenciado Jerásimo, ¿ve acá este botoncito? A ver, apriételo. Con confianza. École cua (Mojarro, Yo).

Para expresar aceptación o conformidad es de uso general bueno. En algunos países americanos (sobre todo los del área caribeña) se extiende el empleo de la interjección inglesa okay, a veces en alternancia con el adjetivo adverbializado conforme o con la locución adverbial de acuerdo, de uso general.

32.7n Otras interjecciones y locuciones interjectivas que denotan aceptación o conformidad se forman a partir de bases verbales: venga, dale (también como expresiones de ánimo en algunos países); ta (de está, en el Uruguay; es préstamo del portugués); digo (en la España meridional); vale (sobre todo en España y en el Perú, pero en expansión también en la lengua informal de otros países); vaya pues (sobre todo en México y Centroamérica); a ver (denota aceptación resignada en el español coloquial europeo, pero posee otras interpretaciones):

—Pedro, necesito tu ayuda. —Tú tan directo como siempre. Venga (Vázquez Montalbán, Soledad); Le pidió perdón, le dijo llorando: “Gaby, voy a empezar una terapia”. Ta, dijo ella (Guambia 27/3/2004); Martirio: (Sin querer engañarse.) ¿Estás segura? Norberta: ¡Digo! (López Rubio, Puerta); —Nos veremos por la noche. —Vale (Salisachs, Gangrena); —Lo que pasa —le recriminó Helio— es que vos sos un egoísta. —No —refutó Diego tocándole el amor propio al muchacho—, lo que pasa es que la tal piedra es puro cuento de Samuel. —Vaya, pues, crean lo que se les antoje (Amaya, Cuentos); Larra: ¿Has formado tú en algún pelotón de fusilamiento? Pedro: ¡A ver! Nos obligaban (Buero, Detonación).

Entre las oraciones exclamativas lexicalizadas que corresponden a este apartado cabe señalar ¡Y que lo digas! (con variantes como ¡Y tú que lo digas! o ¡Ni que lo digas!), que refuerza una afirmación anterior, y ¡No faltaba más! (también ¡No faltaría más!; ¡Faltaba más!; ¡Faltaría más!; véase, sobre estas expresiones, el § 48.11x):

¿Le… incomodaría dejarnos solos unos minutos? […] ¡Cómo no! ¡No faltaba más! (Shand, Transacción); La marquesa le comentó a la de López: “¡Pobres niños! ¡Qué será de ellos sin nosotras!”, a lo que respondió la de López Fromage: “Y que lo digas, Pachucha” (Ussía, Tratado II).

32.7ñ Se explicó en el § 32.5n que algunos adverbios y locuciones adverbiales se usan para expresar aceptación o asentimiento sin pasar necesariamente por ello al grupo de las interjecciones. Muchos adjetivos y algunos sustantivos se utilizan como expresiones exclamativas de aprobación, adhesión o aceptación. Algunos de estos usos se acercan, como en el caso de los adverbios, a las interjecciones, puesto que presentan un alto grado de lexicalización. Así, se emplea el sustantivo joya como expresión de asentimiento o de valoración positiva en algunas variantes del español juvenil rioplatense (—¿Te sentís bien? —¡Joya!). Se utiliza en esta misma área lingüística, y con un valor similar, la expresión nominal diez puntos. Por el contrario, otros muchos usos aparentemente similares parecen responder más bien al empleo general de los adjetivos y los adverbios (o de sus grupos sintácticos) como expresiones exclamativas, tal como se vio en los § 32.5ñ, s: ¡Perfecto!; ¡Fenomenal!; ¡Fantástico!, etc.

32.7o La interjección que se asocia de forma prototípica con la indiferencia, el desdén o el menosprecio es bah. En cambio, aj, puaj y puaf expresan asco o repulsión:

Pues si no quieres ir conmigo, ¡quédate tú en casa! —¡Bah! —me respondió él con su mayor desprecio (García Morales, Sur); Actriz 2.ª: Voy a buscar agüita. actor 6.º: ¡Aj! ¿Por qué no trajeron vino? (Arrau, Norte); —¡Puaj! Huele a cadáver de rata mezclado con orina de elefante, comida podrida y… (Allende, Ciudad); Teresa: ¿Tienes hambre? Rita: ¡Hambre… puaf! (Repugnancia.) (Clarín, Teresa).

Cuando se alarga la /e/ de bueno se expresa condescendencia resignada (recuérdense los § 32.1i y 32.3o). Cabe añadir a este grupo las ya mencionadas (§ 32.3ñ) pche, pst o pchs, onomatopeyas asimiladas a las interjecciones. Sobre las fórmulas interrogativas retóricas que manifiestan desinterés (como ¿Y a mí qué?), véase el § 31.2g.

32.7p Expresan negación, rechazo u oposición ca y quia (procedentes de ¡Qué ha de ser!), buah, minga (también mongo, igualmente malsonante en el español rural de la Argentina), quita (o quita ya) y nel (la última en México):

Lo que pasa que la probe era probe y por eso se casó con un vejestorio, que si no ¡buah! (Chamizo, Paredes); Por último (por ahora, claro) al lado de la firma de la nota de los hijos me enchufan “dos hijas imbancables”… ¡Minga! (Guambia 24/5/2003); Y luego está el vino. No digo que el “Buñolén” ese sea malo, pero compararlo con la manzanilla… ¡quita ya! (Savater, Caronte); No maestro, nel, muchas gracias… es que estoy enfermo (Martín Campo, Carreteras).

En este grupo son numerosos los sustantivos y los grupos nominales inmovilizados como interjecciones: cuerno (también cuernos, un cuerno, y un cuerno, corno y un corno); un rábano (también y un rábano); narices (también unas narices o y unas narices); naranjas (también naranjas de la China; se usa naranjas de Chinandega en El Salvador, Nicaragua y otros países centroamericanos); huevo (también un huevo, y un huevo o los huevos, entre otras variantes casi siempre malsonantes, al igual que las pelotas y otras expresiones similares); qué esperanzas en el área rioplatense, y cualquier día en varios países americanos (en sentido irónico, por ‘nunca jamás’):

Eduardo: No haya más muertes. Choca esos cinco. Enrique: ¡Un cuerno! Eduardo: ¡Descastado! (Gil Novales, Otoño); Mrs. Muerta Smith: Yo pensé que la Señora era todo bondad. Perro-Dios: ¡Y un rábano! (Gómez-Arcos, Interview); ¿Existe esa mujer o no? Un fantasma, ¿verdad? ¡Unas narices! (Mihura, Decente); Ahora resulta que el bobito y cínico de Andrés, dice tenerme un cariño como de hermana. ¿Hermana? ¡Naranjas! (Chávez, Batallador); —Papá: ¿estás triste? Preguntó al rato la niña. —¡Yo! No. ¡Qué esperanzas! ¿Por qué me dices eso? Contestó el médico, sonriéndose (Sicardi, Libro).

No son propiamente interjectivos los enunciados nominales exclamativos con los que se descalifica lo que alguien acaba de decir: ¡Tonterías!; ¡Bobadas!; ¡Sandeces!, etc. Sobre esta construcción, véase el § 42.13o.

32.7q Se explicó en el § 32.5n que el uso de muchos adverbios de negación como exclamaciones (¡Jamás!; ¡En absoluto!; ¡De ninguna manera!) no los convierte en interjecciones. En cambio, nanay, que solo admite usos interjectivos, se emplea como interjección de rechazo para negar proposiciones completas: No le contó que de joven le hizo la vida de cuadritos paseando con otras, y ahora, que ya nanay, va muy derechito del trabajo a casa (Hayen, Calle). En algunos países admite complementos, como en Hasta la fecha nos habremos aproximado todo lo que tú quieras, pero hallarlo… ¡nanay de la China! (Ortiz Trixac, Lances).

32.7r Gran parte de las locuciones adverbiales de sentido negativo descritas en los § 26.14j, 30.15d, 48.7t y 48.13r se utilizan como expresiones exclamativas. Sin embargo, no todas se asimilan propiamente a las interjecciones, como se argumentó en las páginas precedentes en relación con otros adverbios de negación. Contrastan, pues, ¡Ni en broma! (usado como réplica o como respuesta) y No lo digas ni en broma. Destacan especialmente entre las locuciones adverbiales que se emplean en fórmulas exclamativas las encabezadas por el adverbio ni en el sentido de ‘ni siquiera’. Las pautas más productivas son «ni + sustantivo o adjetivo», como en ni borracho, ni loco, ni muerto; y «ni + grupo preposicional», como en ni de broma, ni por casualidad, ni por asomo, ni en pedo, ni a palos, ni con los guardas (la última en Puerto Rico y otros países antillanos). En cambio, es más difícil usar en contextos no exclamativos las formadas con la pauta «ni + infinitivo», como en ni pensarlo, ni soñar, ni soñarlo, ni hablar: ¿Que sepan a pavo? ¡Qué asco, por favor! ¡Ni hablar! ¡Con sabor a naranja! (Vallejo, A., Cangrejos), así como la locución ni modo, que se emplea en México, Centroamérica y también en parte de las áreas caribeña y andina:

Le hubiese gustado llegar antes para adoctrinar a Jaime Rafael pero, ni modo, ya estaban los tres ahí (Leyva, Piñata); Ha cambiado. Se ha vuelto dulzón y triste desde que descubrí el pastel; así no me gusta. ¡Ni modo! (Chávez, Batallador); ¡Qué lata…! Bueno, ni modo; vuelvo a llamar dentro de un rato a ver si ya llegó Toño (Mendoza, H., Cosas).

32.7s Se registran otras interjecciones y locuciones interjectivas que se usan para negar, rechazar o disentir con vehemencia: qué va, venga ya, cuándo (en México y algunos países andinos y caribeños), y qué más —las tres anteriores alternan la entonación exclamativa y la interrogativa— o eso sí que no. En Venezuela y otros países del área caribeña se usa la expresión yo te aviso:

¡Desgraciado! ¡Nos descubrirán, nos descubrirán! […] Qué va, hombre, qué va (Arrabal, Arquitecto); Pero niño, ¿tú estás loco? ¿Cómo voy a darle el pésame a la viuda del General Prato, si yo ni conozco a esa señora? Eso lo que va es a dar pie para que me hagan otra visita. ¡Cuándo!, ¡qué va niño! Dile lo que a ti te dé la gana, pero yo no voy (Herrera Luque, Casa); Les molesta ya hasta que tú hagas la vida en una Casa y quisieron sacarme, ya a esos tres les dije yo: —¿De qué? Yo fija con un hombre, no (Quiñones, F., Hortensia); ¿Que somos herederos de Bolívar? ¡Yo te aviso chirulí! Los verdaderos herederos de Bolívar estarían ocupados liberando a su patria (Universal [Ven.] 5/6/2008).

En las áreas centroamericana y andina se registra qué capaz para rechazar una posibilidad planteada: ¿Que yo iré a Europa? ¡Qué capaz!, no tengo plata.

32.7t Es retórico el uso de para negar o rechazar algo. Se emplea de esta forma la expresión ¡Sí, hombre!, común en el español europeo y en el área rioplatense, entre otras. En el texto siguiente se antepone a otra locución interjectiva de rechazo: —Mira, yo me enteré de la compra por la memoria de la Corporación —repuso Garro, ya muy cínico. —Sí, hombre, anda ya —dijo Pérez Escolar (Ekaizer, Vendetta).

32.7u Algunas interjecciones expresivas manifiestan significados más específicos que los mencionados en los apartados anteriores, o bien oscilan entre algunas variantes de ellos de manera sutil. La interjección ah se emplea, en uno de sus sentidos, cuando el que habla cae en la cuenta de algo de lo que debería haberse apercibido antes:

¡Ah, ah, ahora entiendo! (Melcón, Catalina); ¡Ah! ¡Ya caigo! (Shand, Transacción); ¡Ah!, ahora recuerdo (Nación [C. Rica] 16/4/1997).

En otros contextos, esta interjección expresa satisfacción (¡Ah! ¡Por fin en casa!), contrariedad (¡Ah! ¡Qué lástima!), admiración (¡Ah! ¡Qué maravilla!), dolor (¡Ah! ¡Me quema la piel!), así como comprensión o aceptación (¡Ah, bueno!), entre otras reacciones. No obstante, véase el § 32.7x en relación con esta multiplicidad de sentidos.

32.7v También posee varios sentidos la interjección oh. Se asocia sobre todo con el asombro o la sorpresa, unas veces real y otras fingida:

Se levantaban dos o tres grandísimas copas de diez veces centenarios ceibas. —¡Oh! ¡Qué hermoso! —repetía yo (Aguirre, N., Juan); Su Señoría me manda a saber de vos. —¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ¡Su Señoría! ¡Cuánta bondad! (Milla, Visitador).

En este uso aparece a menudo seguido del sustantivo sorpresa, como en Pero ¡oh! sorpresa, el miércoles en la noche le fue retirada la invitación (Hoy [Chile] 3/11/1997). La interjección oh denota otras veces contrariedad, malestar o dolor:

—No, no le digas eso: desde este momento ya no merezco la benevolencia que ha manifestado. —¡Oh! —exclamó Inés con mucha pena (Galdós, Episodios); Oh, qué pena… claro, era verdaderamente maravilloso, ahora es casi una piltrafa… (Rossardi, Visita); ¡Por piedad, ten compasión de mí! Pudiste haber intercedido… ¡Oh desgracia sin nombre! (Alberti, Adefesio).

32.7w Con hum se expresa sospecha o recelo:

Hum —lo miró entornando los ojos—. Esa Marioli… Me está resultando sospechosa (Andrade, Dios); Díaz: ¡Esa es su grandeza! ¡Nada por encima del bien de la patria! Arriaza: (Menea la cabeza, receloso.) ¡Hum! (Buero, Detonación).

32.7x En los § 32.1l y 32.7u se explicó que algunas interjecciones se adaptan a gran número de contextos. Cabría pensar, en efecto, que huy expresa preocupación o temor en —¡Huy, qué miedo! ¡Que lo sujeten que me mata! (Savater, Catón), y sorpresa en —Soy el profesor Rolando Viveros. Esta es mi esposa, Josefina. —¡Huy! ¡Qué coincidencia! Yo también me llamo Josefina Viveros —gritó la Ruby, achispada (Donoso, Elefantes). Aun así, esos significados están más propiamente en las expresiones que se subrayan con trazo discontinuo, que huy contribuye a reforzar. Esta interjección se adapta igualmente a contextos en los que se expresa dolor: —(Le coge la toalla y le limpia la herida) […] ¡Huy! ¡Cuidado, no aprietes! (Alonso Santos, Vis a vis)—, alegría (¡Huy! ¡Qué bien!), así como a otros en los que se anticipa una respuesta de sentido contrario al que cabría deducir de la pregunta que se formula o del enunciado inmediatamente precedente:

Y, ¿está contento? —¡Huy, sí! (Chamorro, V., Muerto); —¿Y a qué edad fue eso? —¡Huy! Ya ni me acuerdo (Esquivel, Deseo); Bernardo: ¿Para quién trabajáis? ¿Quién es vuestro jefe? Rosa: ¡Huy! El mío es un pedazo de bestia, un salvaje (Sierra, M., Palomas).

Estas formas de adopción contextual se extienden a algunas de las interjecciones mencionadas en los apartados a los que se remite.

32.7y Además de huy, no son muchas las interjecciones que expresan temor (o que refuerzan otras expresiones que lo manifiestan). Posee este valor gua, usada en varios países del Caribe continental y el área andina. No obstante, expresa también admiración en ciertos contextos, valor que posee asimismo guau: Es usted un hombre… ¡guau!, de lo más atractivo (Reina, Seducción). Las interjecciones alalay y alaláu, utilizadas en el área andina, admiten la paráfrasis ¡Qué frío (hace)!

32.7z Algunas locuciones interjectivas se asocian con el final de una acción o de un discurso. Se emplea en muchos países y sanseacabó para concluir de forma tajante una declaración o una explicación, pero también para enfatizar una recomendación o una orden: ¿Me oyeron? Y ahora sigan mi consejo y sanseacabó (Bryce Echenique, Huerto). También se emplean y punto, y ya está y otras fórmulas similares para concluir algo de modo expeditivo. Para expresar que se termina una tarea se usa en el español coloquial rioplatense y listo el pollo, y chau pinela, entre otras fórmulas semejantes:

No insistas más, Carlos, digo que no voy y punto (Gamboa, Páginas); Si no puedes hacer la foto la pintas y ya está (Carrión, I., Danubio); Que le rompa la cara a la pendeja y listo el pollo (Rivarola, Yvypóra); Así que si él se salvó, más vale que se quede allá y chau pinela (Giardinelli, Oficio).

La interjección ya mencionada velay (escrita a veces velahí) se registra en zonas del centro y el occidente de España como interjección de cierre, en el sentido aproximado de ‘Así es la cosa’: —[…] Pero como por ahí se ríen cuando mentan eso… —¡Bah!… No tienen qué hacer, y velay (Pardo Bazán, Tribuna).

 

Nueva gramática de la lengua española
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

cerrar

Buscador general de la RAE