Sintaxis

16. El pronombre personal. La correferencia. Las formas de tratamiento

16.1 El pronombre personal y el concepto de persona

16.1a Como se explica en el § 1.9h, los pronombres personales se denominan así porque manifiestan rasgos gramaticales de persona. Esta propiedad solo es compartida, en el sistema pronominal del español, por los posesivos. Muchos gramáticos los consideran, de hecho, una variante de los personales, tal como se explica en los § 1.9s y 18.1a. Los rasgos de persona están también presentes en la flexión verbal. Los pronombres personales se caracterizan por designar a los participantes en el discurso, sean estos quienes fueren. Esta propiedad los desprovee en cierta medida de contenido propiamente léxico y los convierte en categorías deícticas17.1). El pronombre yo designa, en efecto, al hablante, de modo similar a como el adverbio aquí designa el lugar en que aquel se ubica, o el adverbio hoy se refiere al día en que está emitiendo sus palabras. Los pronombres personales son, además, elementos definidos, propiedad que comparten con los artículos determinados y con los nombres propios. La relación que mantienen con estos últimos es muy estrecha (sobre todo los pronombres de primera y segunda persona), ya que ni unos ni otros son sustitutos de otras expresiones, sino que constituyen recursos designativos unívocos.

16.1b El concepto de ‘persona’ se utiliza con varios sentidos. Como en la lengua común, se usa persona en la gramática por oposición a cosa o a animal, como en La preposición a precede en español a los complementos directos de persona. Dicho concepto se emplea, además, con las dos interpretaciones siguientes:

A. Las llamadas personas del discurso designan los participantes en el acto
verbal: el que habla (primera persona), aquel a quien se habla (segunda persona) y aquel o aquello de lo que se habla (tercera persona). Ejemplo: Tú es un pronombre de segunda persona.

B. La flexión verbal posee rasgos de persona que pertenecen al sujeto, incluso cuando este se omite, queda tácito o no se corresponde con ningún ser. Ejemplo: El verbo llueve está en tercera persona en la oración Llueve sin parar desde hace días.

Las personas primera y segunda se definen, pues, por su participación en el acto verbal, a diferencia de la tercera. De hecho, los pronombres poseen rasgos de persona, pero a los sustantivos se les asigna por defecto la tercera. Véase también, en relación con la interpretación de la tercera persona, el § 17.1k. Las formas que presenta el sujeto omitido se analizan en el § 33.4. La segunda interpretación de persona coincide muy a menudo con la primera (como en yo cant-o; ellas bail-an), pero no sucede necesariamente de esta manera. Así, el pronombre usted designa la segunda persona, entendida como ‘persona del discurso’ (A), es decir, aquel a quien se dirige alguna información. Sin embargo, por razones etimológicas, induce en el verbo rasgos de tercera persona (B): Usted cant-a; Ustedes bail-an. Se debe esta asimetría al hecho de que usted procede de la expresión vuesa merced16.1h, 16.14g, 16.16b, 16.17g y 18.3u), que constituye un grupo nominal. Así pues, vuesa merced concuerda en tercera persona con el verbo porque su núcleo es el sustantivo merced, es decir, un nombre común. Lo mismo sucede con otras formas de tratamiento, como su excelencia, su ilustrísima, su señoría, su alteza, etc., igualmente grupos nominales, que concuerdan en tercera persona, aunque no siempre como única opción (§ 16.17d). Véanse, sobre esta cuestión, los § 16.1h, 16.6a y 16.17g. La concordancia anómala que aparece en expresiones como Ustedes sabéis; Usted sabéis o Dime usted, de carácter dialectal, se analiza en los § 16.3r y 33.6i.

16.1c A los grupos nominales (el aire, los niños, esta jirafa) corresponde la tercera persona, en el sentido A del concepto de persona y, casi siempre, también en el B. Se examinan algunas excepciones en el § 33.6. No son excepción, en cambio, expresiones como el que habla, el autor, este que os dirige la palabra, el abajo firmante, el que suscribe y otras similares que designan al que emite alguna afirmación, sea en la lengua oral o en la escrita. Estas expresiones están constituidas por unidades nominales, lo que justifica que exijan la tercera persona en el verbo cuando desempeñan la función de sujeto:

Conste de entrada que el abajo firmante no habla como fan del grupo, sino como simple amante de la música (Vanguardia [Esp.] 22/11/1994); Fanjul, digo, acuñó el término que este que suscribe ha utilizado en el epígrafe (Figuero, UCD); Este que escribe siente que el veraneo es un privilegio de la juventud (Dolina, Ángel); Con esto no quiere insinuar el autor del presente informe que solo es libre quien carece de su automóvil (Grande, Fábula).

16.1d Ha disminuido considerablemente, aunque no se ha perdido por completo, el uso de las formas servidor/servidora, un servidor/una servidora (también su servidor/su servidora y este servidor/esta servidora) como tratamientos de modestia o de cortesía sustitutivos del pronombre de primera persona, pero siempre con concordancia verbal en tercera. La lengua escrita ha conocido en todas las épocas otras muchas formas similares de reemplazo. Destacan entre ellas las expresiones nominales formadas con posesivos de segunda persona: tu (o vuestro) amigo, vuestro (o tu) siervo (también vasallo, enamorado, caballero, etc.), vuestro humilde servidor, etc., todas construidas asimismo con el verbo en tercera persona cuando desempeñan la función de sujeto. Cabe añadir la expresión mi persona, todavía usada en contextos formales. Algunas de estas fórmulas estaban restringidas tradicionalmente a registros particulares, desde la poesía amorosa hasta el género epistolar, como en Se despide de ti tu sobrino que tanto te quiere… He aquí algunas muestras de esta pauta:

Estaba en su cama, señora, se lo juro. Por lo menos estaba cuando una servidora ha entrado a abrirle los visillos (García Hortelano, Gramática); Un abrazo de tu hijo que te añora por los codos, talones y fundillos (Guevara / Granado, Viaje); Cómo fue, no sé decirles cómo fue; no sé explicarles qué pasó, pero cuando menos acordé ya estaba este servidor enredado en el pocarito contra el fulano aquel (Mojarro, Yo); Inés no pudo soportar que la gente muy pobre de su pueblo fuera más rica en contradicciones que yo (digo yo, porque mi persona era el mal ejemplo que ella usaba siempre, en París), sufrió muchísimo de procesión por dentro (Bryce Echenique, Martín Romaña).

16.1e El indefinido uno/una15.8, 16.4 y 20.3) tiene interpretación genérica en muchas construcciones (§15.8m-p y 16.4e, f), pero también se usa en la lengua conversacional para designar al que habla, como en los siguientes ejemplos:

Ya sabes que una es muy emprendedora y no se arredra por nada (Díez, Fuente); A lo mejor todo es porque una es muy sincera y te cuenta las verdades (Delgado, Mirada); Vaya una a saber con qué está hecha; en cambio, en casa, nadie se sentía mal después de haber comido un buen trozo de carne al horno (Bullrich, Bicicleta); Toda la tarde he estado pensando que uno puede hacer locuras por esos ojos (Rossi, Loca); Para aprender el oficio tendrá que pasar mucho tiempo y, mientras tanto, no ayudaría al sostén de la casa. ¡Es triste ser pobre, mamá, y lo peor que una se cansa de vivir así! (Amaya, Cipotes).

16.1f Está en decadencia el empleo de otras formas que se ajustan al mismo esquema. Son propias de la lengua popular de España, así como de ciertos registros sumamente informales, las expresiones (mi) menda y (mi) menda lerenda, que tienen su origen en el caló. Son hoy de escaso uso, pero se atestiguan en la lengua literaria como parte de los recursos idiomáticos que caracterizan a determinados personajes. El posesivo de primera persona que contienen es potestativo (a diferencia del que aparece en fórmulas como la citada mi persona). Concuerdan siempre con el verbo en tercera persona:

Por lo pronto los documentos los tiene menda lerenda. Y el testamento de Don Moncho, también (Gala, Petra); Pues, menda sí que va a probar una tajaíta, ya que los del tricornio se hacen esperar (Rodríguez-Méndez, Bodas); Sabed que menda… es don Mendo, y don Mendo… mató a menda (Muñoz Seca, Venganza); No os riáis que eso lo ha visto mi menda, nadie me lo ha contado (Zaragoza, C., Dios).

Se registran también estas expresiones con demostrativos: este menda/esta menda. Con el demostrativo este, esta se crean más libremente otros grupos nominales que se refieren al hablante (este cura, este abogado). Se forman otros similares con artículos definidos y complementos determinativos que introducen mayores circunloquios, como el hijo de mi madre:

Ahora van a saber ellas de qué es capaz este cura, como me llamo Frasquito que tiro el dinero en lo que me dé la gana (Zamora Vicente, Traque); No hay nada que discutir. El hijo de mi madre no se vende. Y menos al capitalismo (Martín Vigil, Curas).

16.1g El español contemporáneo aplica también otras variantes de los recursos sustitutivos descritos en los apartados anteriores, como cuando el que habla dice ¿Por qué te portas así con tu padre?, en lugar de decir … conmigo? Se construyen a veces estas secuencias con grupos nominales sin posesivo, con valor de segunda persona del discurso, como en ¿Qué debo traerle al señor doctor?, con el sentido de ¿Qué debo traerle a usted? o en Como prefiera la señora, con el sentido de Como prefiera usted. Los textos literarios muestran abundantemente el fenómeno, que suele emplearse también como recurso irónico:

Sepa el buen Antonio que yo le quiero mucho (Cervantes, Persiles); El Señor Barón me permitirá que le pregunte el dictamen emitido por los forenses (Valle-Inclán, Viva); ¿Acaso mi General tomó parte activa en la noche aciaga? (Rivera, Vorágine); —¿Desea desayunar el señor? —me preguntó un camarero. —Sí, por favor. —¿Chocolate, café o té? —Café con leche, si el café es bueno. —Excelente, señor. ¿El señor desea croissants, tostadas o bollería fina? —Un poco de todo. —¿Desayunará solo el señor, o sirvo también el desayuno de la señora? —Solo el mío (Mendoza, Verdad); —Pero él me provocó. […] —Claro, y el señorito no ha podido contenerse porque su sentido del honor le impedía aceptar tamaños insultos delante de dos damas (Martínez Reverte, Gálvez).

En el lenguaje infantil se observan las dos vertientes del fenómeno descrito. El propio niño, cuando es muy pequeño y no tiene conciencia clara de cómo manifestar su subjetividad, usa grupos nominales que se refieren a sí mismo, como el nene. Es, por otra parte, habitual en varios países que sean las personas de su entorno las que se dirijan a él con la expresión citada o con otras similares en sustitución de la forma pronominal correspondiente al receptor (tú, vos):

¡Ahora el nene no va a eructar más! ¿No es cierto que no va a eructar más? (Juan Carlos dice que no con la cabeza) (Pavlovsky, Laforgue); ¿Qué le pasa a mi niño? No llores (Arrabal, Cementerio).

16.1h Para evitar la repetición de vuestra merced, se sustituye a veces esta expresión en la lengua clásica por el pronombre él en los contextos preposicionales, como muestra el siguiente ejemplo: Señor, ¿quiere vuestra merced darme licencia que departa un poco con él? (Cervantes, Quijote I), es decir, … con usted, … con vuestra persona. Como se ve, las dos expresiones (vuestra merced ~ él) comparten rasgos de tercera persona, pero ambas se dirigen al que escucha. El español actual mantiene esta concordancia de tercera persona entre el pronombre usted y los pronombres átonos (como en Le digo a usted que…), pero solo lo hace con algunos de los tónicos, especialmente con los reflexivos: Usted no cabrá en sí de gozo; Ustedes se salen siempre con la suya. Nótese que si alguien dice Vuestra excelencia no tiene que preocuparse por él, estará hablando de dos individuos, a diferencia de lo que muestra el texto de Cervantes que se acaba de citar. Así pues, al integrarse en la clase de los pronombres, usted perdió varias de las propiedades que tenía como grupo nominal. No las perdió, sin embargo, todas, como se verá en el § 16.14g.

16.1i El que habla puede considerarse interlocutor de su propio discurso. Esta forma de traslación, en la que el hablante usa formas de segunda persona para dirigirse a sí mismo, es frecuente en el monólogo interior:

Estás muy paranoico —me dije— (Salazar, Selva); Nada, Mariana —me dije—, no puedes seguir así, te vas a volver loca. Ahora mismo subes arriba, preparas la maleta, te tomas un somnífero y, mañana por la mañana, al tren (Martín Gaite, Nubosidad); Qué rápido sos para desanimarte —me dije, irritado (Kociancich, Maravilla).

16.1j En la lengua conversacional contemporánea se usan a veces pronombres de tercera persona para dirigirse con ironía a algún interlocutor (¡Mira qué astuto él!; ¡Pobrecita ella!), y también para hablar a los niños de forma afectuosa (¡Qué guapo es él, madre!). Al igual que en los casos examinados en los apartados anteriores, estos usos pronominales no alteran la concordancia «sujeto–verbo» cuando se emplean como sujetos, por ejemplo si el que habla dirige a su interlocutor la expresión Claro, ella tiene que decir siempre la última palabra. El destinatario de las informaciones puede ser el interlocutor al que se dirigen, pero los pronombres de este grupo lo presentan como el referente de alguna afirmación que le concierne. El hablante que construye estas oraciones evitando los pronombres de segunda persona pretende que su destinatario se sienta aludido por ellas, pero este hecho no altera la naturaleza gramatical de los pronombres de tercera persona, ni de la concordancia «sujeto–verbo». Es igualmente claro que, cuando una persona habla sola, puede usar pronombres de tercera persona para referirse a quien no está presente, pero también de segunda, aun cuando los destinatarios de esas alocuciones existan solo en su imaginación.

16.1k Los pronombres personales se agrupan en español en varias clases, en función de criterios gramaticales también diversos. Atendiendo a sus rasgos de persona (en el sentido A del § 16.1b), los pronombres personales se dividen en tres grupos:

Pronombres de primera persona: yo, mí, me, conmigo, nosotros, nosotras, nos.

Pronombres de segunda persona: tú, vos, ti, te, contigo, vosotros, vosotras, os, usted, ustedes.

Pronombres de tercera persona: él, ellos, ella, ellas, ello, le, les, la, las, lo, los, se, sí, consigo.

16.1l Se han documentado algunas variantes morfológicas de estos pronombres. En el habla rural de algunas regiones de Chile, la Argentina, el Uruguay y varios países centroamericanos se usa ocasionalmente la forma incorrecta losotros por nosotros. Este trueque de sonantes alveolares se ha atestiguado también en el español rural de las islas Canarias (España). El trueque se extiende al uso (igualmente incorrecto) de los por nos como pronombre átono: ¿Los vamos de aquí? por ¿Nos vamos de aquí?, y se registra también en la evolución de algunos términos latinos. Así, el sustantivo nutria procede del latín vulgar *nutrĭa (lat. lutra); el verbo antiguo lembrar (lat. memorāre) se corresponde con membrar (‘recordar’) y con el leonesismo nembrar. En el español popular de las áreas caribeña y centroamericana se registra un cruce entre la flexión de primera persona del plural y los pronombres átonos correspondientes. El resultado son formas como estábanos, cantábanos, que tampoco han pasado a la lengua culta: Bueno, primera vez estábanos en una fiesta y él estaba con el fastidio (CREA oral, Venezuela).

16.1m En el habla rural de ciertas zonas de España se ha atestiguado el uso incorrecto de vos como variante de os (Vos vais por Os vais), incluso en posición enclítica: callarvos, decirvos, conocervos por callaros, deciros, conoceros. Se registran también en España, como variantes no cultas del pronombre os, las formas sos y sus, la última más frecuente (¡Sus vais a enterar!) y documentada a veces en los textos literarios que desean reflejar esas variedades lingüísticas. Asimismo se atestigua en ámbitos rurales mos en vez de nos:

¡Si creís que al Francisco se le pone algo por delante, sus vais a joder! (Berlanga, Gaznápira); ¿Ya sus vais? (Arniches, Melquiades); ¡Mala peste sos trague! (Alonso Santos, Estanquera); el sacristán: ¡Grandísimos ladrones, callarvos! (Valle-Inclán, Cara); […] gallinas que con su gallo mos saquen cada año pollos (Caro Baroja, Pueblos).

Se registra el uso de los por os en algunos núcleos rurales de Aragón (España), así como de la Mancha y de Murcia, como en ¿De qué los reís? por ¿De qué os reís? Ninguna de estas variantes ha pasado a la lengua estándar, por lo que se recomienda evitarlas.

16.1n Los conglomerados conmigo, contigo y consigo se asimilan tradicionalmente a los pronombres personales, y aparecen por ello en la clasificación anterior. Aun así, suele reconocerse que, en sentido estricto, no lo son, ya que estas unidades pronominales contienen una preposición. Así pues, no sería correcto decir que la expresión subrayada en la oración No sé si irme contigo o con él contiene dos pronombres coordinados; es más apropiado decir que se coordinan en ella dos grupos preposicionales: el primero de ellos es a la vez una palabra porque estas expresiones se crearon anteponiendo la preposición cum (> con) a una voz latina que ya la contenía en forma enclítica (cum + tecum > contigo). El otro grupo preposicional es el que constituyen la preposición con y su término, el pronombre él. La presencia en estos pronombres de una preposición se manifiesta también en el hecho de que pueden coordinarse con grupos nominales, como en contigo y tu vecino, que se interpreta como con-[tigo y tu vecino]. Puede observarse esta forma de coordinación en estos otros ejemplos:

Te quiero tanto, Andrés, que estoy dispuesta a dormir contigo y tu pareja sensacional (Chávez, Batallador); ¡Castillo! ¡Dorantes! Venid conmigo y otros siete caballeros y cincuenta peones (Sanchis, Naufragios).

Esta forma de coordinación es infrecuente en el sistema morfológico del español, lo que da a entender que contigo es una palabra desde el punto de vista gráfico, pero constituye un grupo preposicional desde el sintáctico. La preposición con se integra aparentemente en contigo como lo haría un prefijo, pero los prefijos que preceden al primero de dos segmentos de un grupo coordinado no extienden su efecto al segundo. Se dice, pues, coescribir y coeditar un libro, pero no (con el mismo sentido) coescribir y editar un libro. La interpretación de los segmentos coordinados en expresiones como relaciones intra- y extraparlamentarias se analiza en los § 10.4d, e.

16.1ñ La lengua antigua conoció las variantes connusco (‘con nos’) y convusco (‘con vos’), que corresponden a los pronombres nos y vos, respectivamente, de forma análoga a como contigo corresponde a , y conmigo a yo. Estas expresiones están formadas a partir de una reduplicación similar a la que se describió en el apartado anterior: cum nos cum; cum vos cum. Las preposiciones mencionadas se construían en latín clásico con ablativo (nobiscum, vobiscum), pero el latín vulgar sustituyó el ablativo por el acusativo (noscum, voscum). Aun así, suponen algunos autores que pudo producirse un proceso de síncopa: no(bi)scum, vo(bi)scum. Las formas vulgares, ya reprobadas en el Appendix Probi (Noviscum, non noscum), acabaron triunfando. Los conglomerados connusco y convusco son frecuentes en el español medieval:

E dixieron a otro: ¿Por qué non fablas connusco? (Bocados de oro); Si viéredes yentes venir por connusco ir […] (Cid); Creo que casaría él convusco de grado (Arcipreste Hita, Buen Amor); Sy vos juntasedes los que estan puestos por fronteros en los castillos con esos que tenedes y conuusco […] (Sánchez Valladolid, Crónica).

Hay acuerdo general en que la desaparición de connusco/convusco está relacionada con el reajuste de usos que experimentó la forma vos en la historia del español (§ 16.15f), pero no existe un consenso similar sobre cuáles fueron exactamente las razones por las que desaparecieron estas formas en favor de con nos/con vos sin arrastrar a sus análogas conmigo y contigo a un proceso similar de reducción. Se piensa que tal vez pudo intervenir el hecho de que las innovaciones nosotros, vosotros16.15p) hicieron aparecer a nos y vos como formas no transparentes en la función de término de preposición (frente a mí, ti, sí en conmigo, contigo, consigo), puesto que nos y vos eran a la vez formas tónicas aptas para desempeñar la función de sujeto.

16.1o Las formas conmigo y contigo constituyen, como se ha explicado, grupos preposicionales, más que pronombres en sentido estricto. También son grupos preposicionales los conglomerados gráficos de preposición y pronombre personal. El español actual los ha perdido, pero la lengua antigua conoció varios, sobre todo los formados con las preposiciones de (dél, dellos, dellas), sobre (sobrellas, sobrel) y entre (entrellas, entrellos):

No podía ninguno andar sobrella (Cifar); Más inconvenientes te diré dél que años tengo a cuestas (Rojas, Celestina); ¿No has descubierto nada de lo que yo dél procuro? (Moreto, Desdén); Al pie de toda la arboleda estan pintadas diuersas animalias, y entrellas algunas aues que por su grandeza no buelan (Virués, Erasmo); Cada vez que me acuerdo della se me quiebra el coraçón (Sepúlveda, Comedia).

La existencia de estos conglomerados gráficos es independiente de que en la lengua espontánea se integren a veces en una sola vocal —generalmente, algo más larga— la /e/ final de la preposición de y la inicial del pronombre personal (él, ella, ellos, ellas), lo que sucede en la mayor parte de las áreas lingüísticas. Sobre las amalgamas de preposición y artículo al y del, véanse los § 14.3b y ss. y 29.1c y ss.

16.1p Se recordó en las páginas precedentes que los pronombres personales coinciden con la flexión de los verbos en que poseen rasgos de persona, y también que algunos autores optan por incluir pronombres personales y posesivos en un mismo paradigma. Aboga en esa dirección la alternancia entre de nosotros y nuestro (una foto de nosotros ~ una foto nuestra; el origen de nosotros ~ el origen nuestro), característica del español americano. Se estudia esta alternancia en el § 18.4e. La concordancia de persona (§ 33.6) se muestra en secuencias como Yo canto, en la que se manifiesta doblemente la información personal (yo y -o). En la gramática contemporánea se ha relacionado esta aparente redundancia con otras duplicaciones que permite la sintaxis de los pronombres personales. Se piensa, por ejemplo, que la relación que se establece entre Yo canto y Canto es relativamente similar a la que opone A mí me gustó a Me gustó. Estas conexiones se esbozarán en los § 16.14d y ss. La omisión de sujeto se analiza en el § 33.5.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
persona, pronombre, pronombre personal

 

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