Sintaxis

34 El complemento directo. Transitividad e intransitividad

34.10 El complemento directo preposicional (III). Clases de verbos que favorecen la alternancia en el uso de la preposición. Otros factores que intervienen en ella

34.10a Aunque los estudios sobre el objeto directo preposicional abordan esta cuestión desde muy diversas perspectivas, parece existir cierto acuerdo entre ellos en la conveniencia de considerar las clases semánticas en que pueden agruparse los predicados. Cabe, pues, dividir los verbos transitivos en tres grandes grupos:

A. Verbos transitivos que exigen la preposición cuando se construyen con objetos directos de persona.

B. Verbos transitivos que rechazan la preposición cuando se construyen con objetos directos de persona.

C. Verbos transitivos compatibles con la preposición cuando se construyen con objetos directos de persona.

En los apartados siguientes se analizarán estos tres grupos. Como se verá, las distinciones pueden afectar también a la naturaleza definida o indefinida del complemento directo. Conviene tener presente, en cualquier caso, que los grupos nominales definidos a los que aquí se alude interesan sobre todo en su interpretación referencial, es decir, en la que designan individuos particulares, en lugar de en la llamada atributiva o predicativa. Esta diferencia da lugar a contrastes como *Contrató los trabajadores ~ Contrató los trabajadores necesarios (donde se habla de cantidades, no de individuos), o como *El ejército había perdido el arquero ~ El ejército había perdido el mejor arquero (donde se caracteriza atributivamente a cierta persona) ~ El ejército había perdido al arquero (donde se la designa presentándola como conocida). Existen otros muchos casos similares. Sobre la necesidad del adjetivo superlativo en oraciones como Resultó el mejor cirujano del hospital, recuérdese el § 34.8n; véanse también los § 15.9m y 38.3i.

34.10b Entre los verbos del grupo A destacan especialmente los que alternan los complementos directos con los indirectos. Se obtienen así contrastes como Teníamos que ayudar {*muchos ~ a muchos} enfermos (frente a atender, que es compatible con las dos opciones); Obedecemos {*demasiados ~ a demasiados} gobernantes, o Sirvió {*varios ~ a varios} reyes. En el español europeo, más que en el americano, alternan el complemento directo y el indirecto con amenazar, insultar, saludar (saludarlo o saludarla ~ saludarle) y otros verbos que pueden caracterizarse con un verbo de apoyo más un sustantivo (hacer un saludo, lanzar una amenaza, etc.). Véanse sobre este punto los § 35.3d y ss. Estos verbos exigen igualmente la preposición con los grupos nominales definidos: un periodista famoso por insultar {*los ~ a los} políticos.

34.10c Al mismo grupo de predicados corresponden los verbos de afección. Algunos de estos verbos alternan los complementos directos y los indirectos (lo asustaba o la asustaba ~ le asustaba), y exigen igualmente la preposición a en los contextos mencionados. Se obtienen así contrastes como supuestos éxitos diplomáticos que impresionan {*muy pocos ~ a muy pocos} o Esas películas asustan {*muchos ~ a muchos} niños; Puede que la novela sea buena, pero aburre {*demasiados ~ a demasiados} lectores. Los verbos de afección que no muestran la alternancia mencionada entre dativos y acusativos suelen pertenecer también al grupo A. No resulta, pues, natural, omitir la preposición en oraciones como Yo odiaba a cualquier ser humano que comiese en mi presencia (Serrano, M., Vida) o Lo apreciaba a él tanto como aborrecía a judíos y cristianos (Najenson, Memorias). La preposición tampoco se suele omitir en los grupos nominales definidos equivalentes a estos. Así pues, se rechazan las oraciones siguientes porque falta en ellas la preposición: *Aburre los lectores; *Asustó los niños; *Saludamos los políticos; *No hay que insultar la gente. Ello sugiere que no es solo la alternancia de dativos y acusativos en el régimen de estos verbos el factor que caracteriza el grupo A. En el § 15.8c se analiza la restricción que impide construir grupos nominales sin determinante con aborrecer, amar, detestar u odiar (*Odia gente; *Detestaba políticos, frente a Busca gente; Coleccionaba búhos; Administran fincas).

34.10d El grupo B es el menos estudiado de los tres, y también el más reducido. En el § 34.8ñ se vio que corresponden a él los verbos de causación, como en La crisis producirá (*a) miles de desocupados. Cabría integrar en él otros verbos, pero con mayores restricciones. Así, pedir, demandar o solicitar forman parte de este paradigma en oraciones como Habían pedido {más ~ *a más} jueces, pero la Administración no los proporcionaba. Sin embargo, el objeto directo preposicional no se rechaza en solicitar a un juez determinado para cierto puesto y en otras construcciones semejantes. La preposición se rechazaría en Como no pidió un abogado —así constó en el expediente—, le fue asignado uno de oficio (García, A., Mundo), aun cuando se quisiera decir que alguien deseaba un abogado particular.

34.10e Pertenecen asimismo al grupo B los predicados existenciales haber y tener, que están sujetos al llamado efecto de definitud15.6c y ss.). El primero es incompatible con la preposición en todos los contextos: Hay (*a) muchas personas interesadas. El segundo se construye asimismo sin preposición, como en Julián tuvo {un solo hijo ~ *a un solo hijo} o en Aquí tenemos algunas muchachas idealistas y bonitas (Chávez, Batallador), donde se rechazaría la variante con a. En cambio, es gramatical la presencia de a cuando tener significa ‘dar a luz’ (cuando Lola tuvo a su tercer hijo). También lo es en las construcciones presentativas encabezadas por complementos locativos, como en Aquí tenemos a un joven delincuente… un pequeño traficante sin importancia (Gutiérrez Aragón, Morirás). Se aceptan ambas opciones en las enumeraciones (Teníamos con nosotros a un abogado, a un deportista y a un militar) y especialmente cuando tener se construye con complementos predicativos, como en Tenemos (a) varios profesionales trabajando en ello. Aun así, la variante que predomina en estos casos es el complemento directo preposicional, como en Y es cierto que tener a un hijo en las guerrillas podía suponer una condena a muerte para un padre (Ortiz-Armengol, Aviraneta).

34.10f El grupo C es el más polémico de los tres. No lo es solo porque los factores que intervienen sean sintácticos, semánticos y discursivos, sino especialmente porque los límites entre esos tres tipos de variables no se han establecido con nitidez en los estudios sobre esta materia. Conviene descartar las alternancias preposicionales que se deben a un cambio de régimen sintáctico, como en contestar una pregunta (objeto directo > contestarla) ~ contestar a una pregunta (complemento de régimen preposicional > contestar a ella), o como en mirar el cielo (objeto directo > mirarlo) ~ mirar al cielo (complemento de dirección o de destino > mirar allí). Aun así, tiene interés señalar que estos últimos complementos pueden alternar en ocasiones con los directos, e incluso proporcionar información relativamente similar a la que estos aportan, como en mirar el lugar que está bajo la alfombra ~ mirar bajo la alfombra. Sobre las alternancias del tipo de {Este ~ Aquí} es un buen sitio, véanse los § 33.2b y ss. Los contrastes de presencia y ausencia de la preposición pueden tener otras consecuencias, relativas también al cambio de función sintáctica, que no se estudian en este capítulo. En efecto, la expresión subrayada en Así se denomina al corredor formado por las rutas 12 y 14 (Clarín 7/4/1997) es el complemento directo de denomina. En cambio, la subrayada en Así se denomina el color amarillento de la piel (Pineda, J., Piedras) puede ser el sujeto paciente de dicho verbo transitivo (> Así se denomina Ø), pero también su complemento directo (> Así se lo denomina). Los contrastes de este tipo se analizan en el § 41.12.

34.10g Si se considera el grupo C desde el punto de vista léxico, se comprueba que los casos más nítidos están representados por las distinciones entre presencia/ausencia de preposición que se pueden asociar con diversas acepciones de los verbos, como en distinguir un hombre (‘percibirlo’) y distinguir a un hombre (‘honrarlo’, si bien es igualmente posible la interpretación anterior), o en abandonar una ciudad (‘dejarla, salir de ella’) y abandonar a una ciudad (‘dejarla en el abandono, descuidarla’, pero recuérdese el § 34.8q). Algunos autores extienden estas alternancias a otros predicados. En Conozco varios dentistas en la ciudad, se da a entender que el que habla sabe de su existencia, mientras que en Conozco a varios dentistas en la ciudad se sugiere relación o trato personal con ellos.

34.10h En el § 34.3r se vio que algunos verbos de creación, como dibujar, esculpir, fotografiar o pintar, admiten dos interpretaciones, ya que su objeto directo puede designar la fuente de la que se extrae la imagen o bien la imagen misma que resulta de la reproducción. La ausencia de a favorece marcadamente esta última interpretación, sobre todo con los grupos nominales indefinidos (dibujar una niña), mientras que su presencia favorece el primer sentido (dibujar a una niña). Cabe pensar que la ausencia de preposición en dibujar una niña es consecuencia de que el objeto directo se interprete como el resultado de la acción de dibujar. Designa, pues, una cosa en lugar de una persona (cf. —¿Qué dibujaste aquí? —Una niña). Así pues, solo si está presente la preposición a en Intenté dibujar (a) una niña, sería esperable una cláusula adversativa como … pero no se estaba quieta.

34.10i En los grupos nominales construidos con cuantificadores indefinidos en plural sin preposición se enfatiza por lo general el número de individuos, como en Pero perdíamos muchos guerreros (Belli, Mujer). La variante con a favorece la interpretación distributiva de esos conjuntos; por tanto, la interpretación según la cual el predicado se aplica a cada uno de los miembros que componen la agrupación, que se presenta aquí como extensa o numerosa: ‘Perdíamos a x, a y, a z, etc.’. Facilitan, pues, la ausencia de preposición los verbos que favorecen la interpretación cuantitativa de su objeto directo. No es posible, en efecto, contar a una sola persona. Como la preposición a tiende a inducir la interpretación distributiva, es esperable su ausencia en Ayer, en solo quince minutos, conté noventa hombres y treinta y dos mujeres que fueron de izquierda a derecha (Tomeo, Mirada). Es esperable, asimismo, la ausencia de preposición con el verbo concentrar cuando significa ‘congregar’, como en Concentran dos mil policías en Jerusalén (Américas 28/2/1997), no cuando significa ‘recluir a los componentes de un equipo deportivo antes de competir’: El técnico blanquiazul ha concentrado a diecisiete jugadores (Vanguardia [Esp.] 30/9/1995). Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que, en la medida en que los grupos pueden también individualizarse (§ 12.4), es posible considerarlos gramaticalmente como entidades particulares, lo que permite dar sentido a contrastes como el siguiente:

Además nombró un capitán en el puerto, para que acudiese a todos los arrebatos y reuniera los vecinos al repique de campanas (Bosch García, Sueño); Lo que el tío Camarillo debió hacer fue reunir a los vecinos en la plaza mayor (Sánchez, H., Héroe).

34.10j Otras distinciones que se establecen en el grupo C son semánticas, pero no puede decirse que sean léxicas, en el sentido de que no representan informaciones que podrían reflejar los diccionarios. Es muy relevante, como se vio (§ 34.8l), el grupo de los verbos intensionales, casi todos de naturaleza prospectiva, principalmente porque favorecen la interpretación de tipo o clase en ausencia de la preposición (Buscó las personas adecuadas; Necesito el mejor contable) y las referenciales en su presencia (Buscó a las personas adecuadas; Necesito al mejor contable). Estos verbos constituyen, sin embargo, un grupo relativamente reducido. Los gramáticos han abordado a menudo la cuestión de cómo extender los contrastes de «presencia–ausencia» de preposición a los demás predicados que los admiten. Se han dado, en efecto, varias interpretaciones a alternancias como las citadas Mató {un león ~ a un león} o Vimos {tres policías ~ a tres policías} en la esquina. Los análisis son, en este punto, mucho menos homogéneos. Entienden algunos autores que la presencia de la preposición introduce un determinado elemento como posible tema o tópico de un futuro discurso. En el § 34.8c se explicó que los complementos directos no preposicionales solo pueden admitir variantes en las construcciones dislocadas (que son temáticas) si se les agrega la preposición. Otros autores señalan —en una línea compatible con esta— que la presencia de la marca preposicional constituye una invitación a individualizar a las personas de las que se habla o a aportar más información sobre ellas.

34.10k Se ha señalado también que la presencia o la ausencia de preposición en pares como los mencionados podría estar relacionada con la naturaleza más o menos activa del verbo. No se usaría, en efecto, la preposición a en Muchos seudónimos ocultan un delator, donde ocultar no es en sentido estricto un verbo de acción, aun cuando signifique ‘encerrar, encubrir’. Se emplearía, en cambio, la preposición en Durante la guerra había ocultado a un delator, donde ocultar designa la acción de mantener oculto. Aun así, un delator se interpreta predicativamente en la primera oración, por lo que no designa a cierto individuo particular, sino a cualquiera que posea esa propiedad. Están relacionados con estos contrastes los que proporcionan los verbos controlar, dominar, vigilar y otros semejantes cuando se construyen con ciertos nombres colectivos. Se ha observado que la presencia de la preposición en pares como controlar (a) la asociación o vigilar {el ~ al} club sugiere una interpretación más activa de esos verbos. Se han propuesto distinciones similares, relativas asimismo a la existencia de una mayor participación activa del sujeto, cuando se elige la preposición, como en mirar a la gente que pasa (‘fijar la vista en ella’) ~ mirar la gente que pasa (‘dirigirle la mirada’), entre otros ejemplos semejantes.

34.10l Aunque las observaciones a las que se hace referencia en el apartado precedente no carecen de interés, es oportuno señalar que no han sido sistematizadas por el momento en una teoría restrictiva que las abarque. No son, por otra parte, fáciles de extender. No se dan, por ejemplo, alteraciones similares a estas en el significado del verbo recordar si se omite la preposición en Esta ciudad me recuerda (a) París. Por otra parte, el sentido de este verbo en Elisa me recuerda mis obligaciones es el agentivo, mientras que el que corresponde a Elisa me recuerda a mi abuela es el no agentivo, a diferencia de lo que cabría esperar. Tampoco se observa que la preposición a en Sustituyeron a los anteriores diputados apoye la interpretación más activa de este verbo (‘Los reemplazaron por otros’) frente a su acepción menos activa (‘Ocuparon su lugar’). A ello debe agregarse que los verbos que expresan situaciones o estados son plenamente compatibles con los objetos directos preposicionales, como en Nos merecemos a otros políticos.

34.10m En las secciones precedentes se explicó que la presencia o la ausencia de preposición está relacionada con el grado variable en que pueden darse los procesos de personificación a los que se hizo referencia. Como allí se vio, cabe pensar que la elección de la preposición en Es difícil parar (a) un tren en marcha, así como en atacar (a) los aviones o bombardear (a) las ciudades costeras acentúa el proceso de personificación —y, por tanto, el grado de animacidad que se atribuye a esos seres—, mientras que, si la preposición se evita, se entiende que se habla de cosas materiales. Cabe hacer dos interpretaciones de la elevada frecuencia con que la preposición aparece ante nombres no personales en las construcciones de complemento predicativo. Se trata de secuencias como mirando {las nubes ~ a las nubes} pasar o como las que se reproducen seguidamente, con preposición ante objeto directo no personal:

Dejamos entrar a los objetos técnicos en nuestro mundo cotidiano y, al mismo tiempo, los mantenemos fuera (Cabrera, J., Cine); El mar lejano, el mar entero, murmuró mi padre viendo a las naves de Pacífica alejarse sin ellos (Fuentes, Cristóbal); Hay sabios, muy pocos ciertamente, que dejan sonar al teléfono o incluso lo desconectan en horas de comida para compartir tranquilamente con la familia (Listín Diario 3/7/1997); Los chimpancés utilizan […] palitos para hacer salir a las hormigas (Aguilera Pedrosa, Hombre).

Una interpretación consiste en entender que la presencia de a responde al proceso de personificación que se ha explicado. En otra, la preposición está condicionada por la sintaxis de la construcción predicativa. Se examinarán brevemente los dos análisis a continuación.

34.10n Como se ha indicado, la presencia de la preposición a en … a los objetos técnicos (en el texto de Cabrera citado en el apartado precedente) puede indicar que tales objetos se interpretan como agentes, en el sentido de entidades que desempeñan un comportamiento activo asimilable al de las personas o los animales. Desde este mismo punto de vista, la preposición a en Secada dejó en silencio a todo el estadio El Campín (Tiempo [Col.] 18/4/1997) está influida por la interpretación metonímica del sustantivo estadio (‘el recinto’ por ‘los espectadores’). No obstante, puede entenderse también que la preposición asimila estas construcciones a aquellas otras en las que marca sintácticamente uno de los dos argumentos contenidos en el grupo verbal, como en los usos distintivos de la preposición que se analizarán en los apartados que siguen. Es posible que sean pertinentes los dos factores mencionados. Por un lado, el complemento predicativo no induce por sí solo la preposición, ya que esta se rechaza en oraciones como Dejé sin contestar (*a) estas cartas o se considera muy forzada en Vemos bajar a diario (a) las cotizaciones. Por otro lado, no se percibe personificación alguna en las construcciones predicativas con caracterizar o considerar, así como en las formadas con los verbos llamar, nombrar, denominar o calificar, entre otros que expresan la acción de dar nombre a algo o la de hacerlo objeto de algún juicio de valor:

Los autores denominaron a esta entidad anisakiasis gastro-alérgica (Alergología 8/2000); Y con la “tempestad de movimientos”, como llama la psicología acierto reflejo animal contra el miedo (Buero, Caimán); Si se considera a la enfermedad como un proceso, veremos que hay una interacción continua entre el individuo y su mundo externo (Rausch/Bay, Anorexia); Negros y blancos críticos del apartheid califican a la nueva legislación como “terrorífica” y “draconiana” (País [Esp.] 2/8/1988); [El tribunal] declara ilegales a muchos convenios y pactos de empresa (Faro Vigo 20/2/2001).

Aunque se constata una marcada tendencia a elegir la preposición en los contextos precedentes, se puede omitir en muchos de ellos, por ejemplo en todas las secuencias mencionadas en el § 34.10m y en otras muchas similares, incluso en contextos prácticamente idénticos:

Su objetivo primordial fue cubrir el vacío en la promoción del cine que utiliza al deporte como recurso argumental (Clarín 4/11/2002); El hombre moderno utiliza el deporte para mejorar su cuerpo (Rodríguez Márquez, Tú puedes).

34.10ñ Se ha llamado uso distintivo de la preposición a al empleo de esta preposición para diferenciar el objeto directo de otros complementos del verbo, en especial del sujeto, aunque no únicamente de este. Los contrastes que se mostraron en los apartados precedentes, con complementos predicativos, constituyen una variante de estos usos. De hecho, algunos de los verbos mencionados se construyen también sin tales complementos y mantienen asimismo la alternancia:

Su canto es todo el clamor agrio que caracteriza a la música indígena (Cardoza, Guatemala); Cuando hablamos de americanismo, entendemos algo distintivo de los americanos, algo que caracteriza su gobierno, su civilización y su cultura (Palma, R., Alma).

En los apartados precedentes se comprobó que los procesos de personificación no parecen ser suficientes para explicar por qué se obtienen contrastes como ver pasar {a los ~ los} trenes o ver {a los ~ los} trenes pasar, a la vez que tiende a rechazarse la preposición en ausencia del complemento predicativo, como en ver {*a los ~ los} trenes. Se han sugerido diversas explicaciones de estos contrastes. Consideran algunos autores que la presencia de la preposición pudiera estar relacionada con el hecho de que el complemento directo es a la vez sujeto de predicación, en el sentido de que designa la expresión de la que se predica el infinitivo. La presencia de la preposición estaría vinculada, desde este punto de vista, al papel de participante activo del complemento directo, ya que designa aquí la entidad que experimenta cierto movimiento. Otros autores entienden que la marca sintáctica que aporta la preposición está relacionada con la identificación del objeto directo. De forma similar a como resulta necesaria la información determinativa subrayada en Considero sumamente útiles propuestas como estas (recuérdese el § 34.9c), ya que de otra forma no podría identificarse el sujeto de la relación predicativa, la preposición contribuiría a individualizar este mismo elemento. Finalmente, otros han sugerido que la presencia de más de un complemento verbal es suficiente para inducir (aunque optativamente) la marca distintiva del complemento directo, como sucede en juntar {unas ~ a unas} ovejas con otras y en otros pares similares que no contienen complementos predicativos, pero sí segundos argumentos dentro del grupo verbal.

34.10o El uso distintivo de la preposición a como marca de objeto directo está restringido a una serie no muy extensa de predicados. Cabe mencionar en primer lugar los que designan acciones o situaciones que requieren el concurso de varias personas o cosas, como acompañar, juntar, separar unir y otros semejantes. Son frecuentes, en efecto, alternancias como las siguientes:

Seymour tuvo que aguantar el monólogo hipocondríaco y tristón que acompañaba a la caída del día (Val, Hendaya); También influyó que García Naranjo acompañara sus reformas con atinadas maniobras políticas (Garciadiego, Rudos).

Forman otro grupo los verbos que hacen referencia a la extensión o la comprensión de algo, como abarcar, comprender o contener. Se ilustra a continuación la alternancia con estos tres verbos en sendos pares de ejemplos:

El eje magnético es la recta que pasa por el centro de la esfera terrestre y que contiene a los polos magnéticos (Portillo, Energía); El agua en sí misma no contiene las enzimas (Pettron, Dieta); Pensamos que la citada norma […] comprende a los bienes de producción (Adrogué, Derecho); La jurisdicción comprende los poblados de Polho y Acteal (Nuevo Herald 4/1/1998); Es sin duda la más difundida de las drupas, nombre que abarca a todas las frutas de pulpa con un solo hueso central (Suñer, Botica); Abarca todas las materias legislativas y doctrinales aplicables al desarrollo humano (Pérez, E., Derecho).

34.10p Semejante al anterior es el grupo de los verbos que expresan ordenación relativa, como preceder o seguir, o bien comparación o contraste, como comparar, exceder, igualar o sobrepasar. He aquí algunas muestras de estas alternancias, igualmente distribuidas en pares:

Los últimos rayos de luz intentaban atravesar, sin éxito, la bruma que precedía a la puesta del sol (Volpi, Klingsor); El Frente Amplio hubiera ganado con holgura, según las encuestas que precedieron los comicios (Fasano, Derrota); Probablemente los deseos de venganza creadores de culpabilidad sobrepasan a los deseos de vivir (Barrera/Kerdel, Adolescente); Lo que me dices sobrepasa mi entendimiento (Ocampo, Cornelia); Como ve usted, estoy comparando a un hospital con una actividad económica cualquiera (CREA oral, Colombia); Se han atrevido a comparar los sueños de ese barrio con los de Flores (Dolina, Ángel).

El verbo seguir se suele emplear con preposición cuando ordena temporal o espacialmente la disposición lineal de la entidad referida por el objeto directo en relación con la que designa el sujeto, como en Los meses que siguieron a la tristeza fueron de disciplina y cumplimiento de los deberes cotidianos (Bain, Dolor). En los demás usos introduce complementos directos no preposicionales —cuando son de cosa: Siguió su camino, indiferente a aquel fantasma (Volpi, Klingsor)—, o bien complementos indirectos (§ 35.8ñ).

34.10q En los textos citados en los dos apartados precedentes se recogen numerosos casos de complementos directos no personales (y tampoco personificados) encabezados por la preposición a. Expresan, como se ve, acciones o situaciones que involucran a varios participantes (no animados en casi todos los casos) que se ordenan o se disponen en relación con otros análogos, pero también que los contienen, los agrupan o se comparan con ellos. En el lenguaje de los gramáticos es muy frecuente esta alternancia con los verbos complementar, determinar, modificar y otros semejantes, como en el complemento que modifica {el ~ al} primer verbo y en otros muchos contrastes similares. El uso distintivo de la preposición a en el complemento directo resalta asimismo en otras formas de contraste entre elementos equiparables, particularmente en los segundos términos de las comparaciones. Alternan, en efecto, Temo {el ~ al} fuego, pero es más común la segunda variante en Lo temo como {el ~ al} fuego. Análogamente, si bien resulta extraña la preposición en Detesto a los lunes, resulta menos forzada en el interior de una comparación, como en Detesto los domingos, incluso más que a los lunes. He aquí otros usos distintivos de la preposición a ante nombres no personales en comparaciones diversas:

La conozco como a la palma de mi mano (Azuela, A., Casa); Si la separación de los ojos era considerable, lo evitaba como a la peste (Allende, Ciudad); De aquí que, más que a los imperativos ilustrados, el nacionalismo estadounidense trascienda las cláusulas solidarias y democráticas del contrato social rousseauniano (Orozco, Teólogos); La antigüedad de los vocablos es un factor que los realza como a los vinos sólidos (Grijelmo, Seducción).

Véase también sobre esta cuestión el § 45.4j.

34.10r Tal como se explica en los § 16.11e y 35.8r y ss., algunos verbos pueden tener complementos directos e indirectos de persona simultáneamente. Es posible, en efecto, recomendar a una persona [compl. directo] a otra [compl. indirecto], así como presentársela o enviársela. Son infrecuentes estas construcciones cuando los dos complementos están representados por nombres propios, si bien aparecen ocasionalmente en los textos literarios: Di a Diana a don Sancho porque loco / con desigual amor, ofensa hacía / a mi palabra (Tirso Molina, Celoso). Aunque la preceptiva recomendaba tradicionalmente evitar la preposición ante el objeto directo en estos casos, ha acabado imponiéndose la otra opción, tanto con los nombres propios como con los comunes: Fue él quien le presentó a mi madre a Nicolás Blanch (Ribera, Sangre). También aparecen las dos preposiciones si el segundo complemento es de régimen, en lugar de indirecto:

Pues tengo que confesarte que prefiero a la Virgen de la Cueva a la Virgen del Pozo, Mariana (Ferré, Batalla); Cuando ha de elegir entre dos hombres, prefiera a un japonés a un americano (País [Esp.] 1/11/1997).

La ambigüedad de oraciones como Me presentaron al nuevo subdirector se analiza en el § 35.8r. Véase también el § 36.4k.

 

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