Sintaxis

39 Los adjuntos. El complemento circunstancial

39.8 Clases semánticas de adjuntos (IV). Adjuntos de causa y finalidad

39.8a Las oraciones causales y finales se analizan en el capítulo 46. Allí se explica que estos adjuntos modifican al predicado verbal en una capa más externa que los que denotan tiempo, lugar o cantidad. Por es la preposición causal más característica. Como se expone en el § 46.4, introduce complementos argumentales y también complementos adjuntos. Entre los primeros, están próximos al significado final los que expresan acción esforzada dirigida a un objetivo (luchar por, sacrificarse por, esforzarse por, morir por). Así, en la idea de sacrificarse por salvar a aquel hombre […] (Clarín, Regenta), se habla de la causa que motiva cierto sacrificio, a la vez que del fin que se persigue con él (§ 46.1c, d). Introducen asimismo complementos argumentales de naturaleza causal (por tanto, complementos de régimen) muchos de los predicados que expresan reacciones afectivas o emotivas, sean verbales (como preocuparse por, apasionarse por, agobiarse por), nominales (temor por, alegría por, interés por) o adjetivales (interesado por, asustado por, avergonzado por). Véanse también sobre esta cuestión los § 36.10 y ss. Se construyen con por grupos preposicionales adjuntos de término nominal (por simple curiosidad, por verdadero placer, por un acendrado sentido del deber), adjetival (por cobarde, por bueno) u oracional (por si se pudiera solucionar, por mejorar). Estos últimos se analizan con detalle en el capítulo 46. Sobre la posibilidad de reducir los segundos a los terceros, véanse los § 30.10a y 37.1h.

39.8b Cabe dividir en dos clases los grupos preposicionales de sentido causal en los que la preposición por introduce un sustantivo o un grupo nominal. El primer grupo comprende los de interpretación actual, y el segundo los de interpretación prospectiva. Nótese que hacer algo por necesidad significa ‘hacerlo porque se tiene necesidad’, mientras que hacer algo por dinero no significa ‘hacerlo porque se tiene dinero’, sino ‘porque se busca (o se desea obtener) dinero’. Al grupo de por necesidad pertenecen por obligación, por convencimiento, por afición, por desidia, por desesperación, así como la expresión lexicalizada por amor al arte. Al grupo de por dinero pertenecen por diversión, por notoriedad o por conveniencia. Se obtienen diferencias análogas si estas expresiones se construyen con grupos nominales plenos (en el sentido de formados con determinantes u otros modificadores). Así, al grupo de por necesidad correspondería por un desmedido afán de protagonismo; al grupo de por dinero correspondería, en cambio, por un mundo mejor.

39.8c Existe una relación estrecha entre los complementos circunstanciales de causa y los complementos agentes de los que se habló en los § 39.5k y 39.6k. Estos últimos pueden concurrir con los causales, como en Fue juzgado por deserción por un tribunal militar, donde se subrayan ambos, pero se solapan con ellos en ciertas ocasiones. En efecto, los individuos a los que se hace referencia en los complementos agentes suelen ser personas o animales, pero también pueden representar —como se ha explicado— nociones de otro tipo, sean materiales (Fue arrastrado por el agua) o no (Actuaban impulsados por la codicia). A este mismo grupo de complementos agentes no animados pertenecen los que se subrayan en los textos que siguen:

El crimen fue enterrado por la arena (Neruda, Canto); La única decisión que afectó a un número importante de campesinos fue provocada por las circunstancias (Tusell, Historia); Este resultado fue confirmado por un amplio estudio epidemiológico (Bunge, Ser); Los secretos del sumo Dios que hizo todas las cosas, no puede ser abarcada por nuestra inteligencia y sentidos (Morales, J., Ensayos).

39.8d Se deduce de los textos anteriores que la posibilidad de que un determinado complemento se interprete como agente no está relacionada de manera directa con que se atribuya intención o voluntad a la entidad por él designada. En muchos casos, estos complementos introducidos por la preposición por pueden interpretarse como agentes, pero también como las causas que desencadenan los acontecimientos. En estos contextos alternan por y por causa de (o a causa de). Así, en […] azucena tronchada por un fatal destino/rebusca de la dicha, persecución del mal (Rubén Darío, Cantos), se atribuye al destino la acción de tronchar algo, pero también se dice que cierta acción tiene lugar a causa de tal intervención.

39.8e La interpretación de los complementos mencionados como causales es inmediata cuando el grupo nominal que denota la causa es incompatible con las condiciones semánticas que requeriría el agente, como en Fue despedido por su incompetencia o en los ejemplos que se reproducen a continuación:

De nuevo el enojo, la ira, la violencia; las frustraciones de otros días, de otros momentos, de toda una vida, saltando y creando una hecatombe por un estúpido retraso (María, Fábrica); Pero su respectivo mundo era otra cosa. Aquel en que cada uno se desplazaba por su propio impulso (Cifuentes, Esmeralda); El arco transversal o anterior se mantiene estable por la acción de la musculatura del dedo grueso (Hernández Corvo, Morfología).

Sin embargo, cuando no se produce tal incompatibilidad semántica, la noción designada por el grupo nominal puede verse como el agente que lleva a cabo directamente la acción, o bien como la causa que la desencadena, sin que se excluya la posibilidad de que ambas interpretaciones confluyan, como en hojas movidas {por el viento ~ por causa del viento}. También se acercan en alguna medida a este grupo algunos adjuntos que corresponden a los grupos analizados en los § 39.6a y ss. En el barro secado al sol (Seseña, Cacharrería) se habla de barro secado a causa del sol o como efecto de su acción, pero a la vez se infiere que es el sol el que seca el barro.

39.8f La preposición con pone de manifiesto la conexión estrecha que existe entre los complementos de causa y los de compañía, sobre todo porque los segundos expresan la concurrencia o la coexistencia de una cosa con otra. Al mencionarse la presencia de un determinado factor en un proceso, se sugiere su participación causal en su desarrollo, como en los textos siguientes:

Al olmo viejo, hendido por el rayo/y en su mitad podrido,/con las lluvias de abril y el sol de mayo/algunas hojas verdes le han salido (Machado, Campos); Con el calor del verano se llenan de caprichos y versatilidades (Cortázar, Bestiario); De ese modo, con la entrada en vigor del Tratado de Bruselas de 22 de julio de 1975, se inició el reparto de competencias presupuestarias (García Enterría/Tizzano/Alonso, Código).

39.8g También se forman los adjuntos de sentido causal con de, ya que esta preposición denota origen, noción muy cercana a la de causa. Estos complementos están más restringidos que los anteriores. Se construyen especialmente con sustantivos que expresan la causa física o emocional de alguna reacción extrema, como en los ejemplos que figuran a continuación:

Ellos llegaron pasadas las siete, molidos de cansancio y empapados hasta la médula (Sacheri, Tito); Mañana tu padre se torcerá de dolor (Rulfo, Pedro Páramo); Desaparecía durante el día y regresaba descompuesta de fatiga y con el automóvil cubierto de polvo (Allende, Amor); Mientras él se iba muriendo de hambre con una pistola vaciada en una mano y dos perros muertos a sus pies (Fuentes, Gringo); Era el viejo que lloraba, que lloraba de pena y de hambre (Arlt, Juguete).

39.8h Con la preposición de se introducen asimismo complementos de sentido causal, tanto de verbos como de adjetivos, que suelen considerarse argumentales, especialmente los que hacen referencia a reacciones físicas o emocionales ante alguna situación. Están entre los adjetivos harto, cansado, contento y otros semejantes (harto de que le lleven la contraria, cansados de tener que esperar, contento de que lo hayan contratado). Sobre estos usos, véase el § 36.8g. Al grupo de los verbos pertenecen cansarse, hartarse, desesperarse (Se desespera de ver que su hijo no come), preocuparse y otros similares. Los límites entre los complementos argumentales y los circunstanciales se hacen imprecisos en el caso de los verbos que expresan otras reacciones afectivas o emotivas. Así, verbos como llorar, dolerse o alegrarse admiten complementos preposicionales en los que una subordinada sustantiva expresa la causa que motiva esas reacciones, como en estos ejemplos:

Lloraba de que en su tiempo hubiese podido tanto la malicia (Melo, F., Historia); No se dolió de que el gobierno no los hubiera ayudado (García Márquez, Cien años); Él también se alegró de que nosotros estuviéramos allí (Bolaño, Llamadas); Se alegrará de que tú ampares a esta niña (Martí, Lucía).

Su significado encaja adecuadamente, por tanto, en el grupo de los verbos que admiten complementos argumentales de sentido causal. Sobre los adjuntos formados con las locuciones prepositivas a causa de, gracias a y debido a, véanse los § 29.9a y ss.

39.8i Los complementos causales adjuntos encabezados por la preposición de se acercan a menudo en su significado a las construcciones consecutivas (§ 45.14r y ss.), en cuanto que expresan una reacción ante algún estado de cosas extremo. De hecho, estas construcciones causales alternan con las consecutivas sin que se obtengan grandes diferencias de significado: Se desmayó del calor que hacía ~ Hacía tanto calor que se desmayó; Salió corriendo del miedo que le entró ~ Le entró tanto miedo que salió corriendo. Los complementos causales a los que se hace referencia se construyen con sustantivos no contables en singular y con artículo determinado, como en el ejemplo citado del calor que hacía, o con nombres contables en plural, también con artículo, como en de los palos que le dieron. He aquí otros ejemplos de esta pauta:

Le hace mucha gracia lo que acaba de decir Don Quijote y casi se ahoga de la risa que le da (Sastre, Viaje); Esa mañana en el laboratorio las pastillas se le escapaban de los dedos y apenas podía hablar de la pena que sentía (Vargas Llosa, Conversación); Casi me desmayo del susto (Leyva, Piñata).

39.8j El grupo sintáctico que da lugar a la estructura mencionada en el apartado anterior puede ser adjetival, como en Una vez metido en el camión, de cansado que estaba, me dormía (López Páez, Herlinda), en alternancia con … de lo cansado que estaba, que pertenece a la pauta descrita en ese mismo apartado. La construcción causal que ejemplifica el texto de Alfonso Sastre allí citado coincide con la que forma el artículo determinado en su uso enfático15.5), aun cuando la oración subordinada se omite a veces en estas construcciones (casi se ahoga de la risa). Se forman también oraciones de este tipo con el cuantificador tanto (de tanto esfuerzo, de tanta emoción, de tanto calor), y generalmente se omite asimismo en ellas una oración subordinada, como en Te van a salir cabrillas en las piernas, de tanto calor (Murillo Gómez, Custodia), donde se entiende ‘que hace’ o ‘como hace’.

39.8k No existe pleno acuerdo entre los gramáticos en torno al análisis sintáctico que corresponde a las construcciones del tipo Casi se ahoga de la risa que le da. Entienden algunos que el segmento subrayado tiene la estructura de un grupo preposicional que contiene un pronombre relativo (que). Otros consideran que el segmento que sigue a la preposición de es oracional, de forma que la risa es el sujeto de da, antepuesto por razones enfáticas. Análogamente, el hambre sería en este análisis el complemento directo de tenía en del hambre que tenía. Desde este segundo punto de vista, la partícula que se interpreta como conjunción subordinante en lugar de como pronombre relativo. Si bien la construcción enfática exige el artículo definido (compárese Gritaba de dolor con Gritaba {*de ~ del} dolor que le provocó la flecha), este factor es interpretado de forma distinta por los proponentes de uno y otro análisis. Sobre la cancelación del llamado efecto de definitud en pares como *Había la niebla ~ La niebla que había, véase el § 44.8d. La polémica que se menciona no está aislada. Las dos opciones se plantean asimismo en el análisis sintáctico de construcciones como lo fuertes que eran42.16), por muchos libros que lea47.15) o la exclamativa ¡Qué cosas tan raras que dice!42.15d y ss.).

39.8l Se forman también complementos causales con el esquema «de puro + adjetivo», construcción que destaca por su gran vitalidad en la lengua clásica. Su uso es hoy escaso en algunas áreas, en especial en Centroamérica, las Antillas o en España, donde se asocia con la lengua literaria. Está vivo, en cambio, en otras áreas, como la andina. Ilustran esta pauta los textos que siguen:

Se esforzó á tirar dos coces, y, de puro flaco, se le desgajaron las ancas (Quevedo, Buscón); Todos mostraron alborotarse con la confusa, marcial y triste armonía, especialmente don Quijote, que no cabía en su asiento, de puro alborotado (Cervantes, Quijote II); Tenía los ojos casi blancos de puro claros (Clarín, Regenta); Lo menos tonto que se me ocurrió, de puro tímido, fue escucharlo con una atención real y un interés enorme (García Márquez, Vivir); De puro tontas se habían puesto a mirar (Vargas Llosa, Conversación); Tenía las mejillas estiradas y azules de puro pálidas (Delibes, Santos); […] aunque de puro lerdos lo tragaran el Amo y el criado (Carpentier, Concierto); SUR lo publicó en 1936, en una traducción que, de puro confiada, no revisé (Ocampo, V., Testimonios).

La construcción recibe una interpretación cercana a la consecutiva. Una paráfrasis aproximada del ejemplo de Quevedo que encabeza esta serie podría ser ‘… de lo flaco que era se le desgajaron las dos piernas’.

39.8m Está más extendida, sobre todo en América, la variante «de puro + sustantivo o grupo nominal», también atestiguada en la lengua clásica. Se trata de construcciones como Se alimenta de puro arroz o Vive de puro chisme. Este esquema es más frecuente cuando el sustantivo expresa una sensación o una reacción física o emocional. Los esquemas resultantes son «{de puro ~ del puro ~ de la pura} + sustantivo» y «{de los puros ~ de las puras} + sustantivo»:

De puro miedo me parto, / y apenas oso partirme (Boscán, Poesías); Te lo juro, lloraba de puro consuelo (Martín Gaite, Irse); Me gusta ver cómo abre de puro asombro esos ojitos que lleva siempre a medio cerrar (Arce, Matemático); De puro calor tengo frío (Vallejo, Poemas); Así que ella dejó caer el bloque y el lápiz de puro susto (Fuentes, Cristóbal); Muchos se desmayaban del puro espanto (Martín del Campo, Carreteras); Ni a salir a la calle me atrevía […] de la pura vergüenza que me daba (Sánchez Ferlosio, Jarama); Eso es lo que yo necesito para ser feliz: un hombre que no pueda dormir de las puras ganas de tirar conmigo (Bayly, Mujer); Había rematado a Patricio López y a un tarolas que iba con una Uzi. Lo haría de los puros nervios, dijo Pedro Negrete (Bolaño, 2666).

En esta construcción se documentan asimismo los infinitivos en el español clásico y, actualmente, en el americano con más frecuencia que en el europeo:

“Haz como vieres” dice el refrán, y dice bien. De puro considerar en él, vine a resolverme de ser bellaco con los bellacos, y más, si pudiese, que todos (Quevedo, Buscón); Tenía que enseñárselas letra por letra a Bernardo y así, de puro repetirlas, terminaba por aprenderlas (Allende, Zorro); De puro soñar en la herencia ya casi se nos revienta el corazón (Azuela, A., Tamaño).

En el § 40.9n se explica que el adverbio puro tiene rasgos en común con los llamados adverbios de foco.

39.8n La construcción descrita en el apartado anterior es más frecuente si se emplea tanto en lugar de puro, como en Le dolía la mano de tanto escribir o en Estaba afónica de tanto gritar en clase. He aquí otros ejemplos de este uso, general en todas las variedades del español:

A los que bañan en el mar, de tanto mirar la lejanía de las aguas, se les pierde el mundo (Fernández, P., Vientre); Todos se sintieron agotados, ahítos de música y exhaustos de tanto aplaudir (Rojas Garcidueñas, Erudito); De tanto oír hablar de ella desde que nací, identifiqué al instante la plazoleta (García Márquez, Vivir); De tanto mirarla, la basílica acabó por parecerme una cochera (Azúa, Diario); Hasta que un día, de tanto llorar, la niña se murió, en una noche de luna llena (Martí, Edad).

Se omite, a veces, el cuantificador tanto en estas construcciones porque se obtiene su significado del contexto, como en Se desesperaba de (tanto) gritar. Esta omisión es más frecuente si el verbo pertenece al grupo, mencionado en el § 39.8i, de los que expresan reacciones extremas a alguna situación. Se obtiene un esquema similar con la pauta «de + adjetivo», equivalente a «de puro + adjetivo» o «de tan(to) + adjetivo», como en La piel parecía adelgazada y a punto de ceder, de tensa (Quiroga, H., Amor). Sobre esta última construcción, véase el § 45.14j.

39.8ñ Las formas en que se presenta el concepto de finalidad se analizan en los § 46.2-5 y 46.7-10. La persona y el tiempo que el infinitivo no puede expresar en las construcciones del tipo «para + infinitivo» se obtienen por lo general del predicado principal, tal como se expone en los § 46.7 y 46.9. En los § 36.10a,b y 46.4i y ss. se explica asimismo que los complementos finales pueden ser argumentales, como los del adjetivo apto y el verbo servir, entre otros muchos, además de adjuntos. Los adjuntos finales que modifican al verbo o al grupo verbal se suelen denominar benefactivos cuando introducen la persona o cosa que se ve favorecida o beneficiada por algo, como en Trabaja para él desde hace años o en Tengo muchas cosas que decirte de tu vida y para tu provecho (Cervantes, Coloquio). También se usan estos complementos para introducir la persona a la que se destina algo:

Frente a los palcos, en la parte baja de los graderíos, se levantaban tres púlpitos, uno para los relatores que leerían las sentencias, el segundo para los penitentes destinatarios, y un tercero para el obispo Melchor Cano (Delibes, Hereje).

Los atributos preposicionales encabezados por para se emplean asimismo con este sentido, como en Estas flores son para ti.

39.8o Los nombres eventivos (§ 12.11) adquieren diversos significados en los adjuntos finales, pero en su interpretación más habitual se sugiere la realización o la consecución del suceso que designan, como en el día señalado para la boda (es decir, ‘para que se celebre o se celebrara la boda’) o en Unos ladrones nos despojaron del dinero que guardábamos para el viaje (García May, Alesio). En cambio, el sentido de para el viaje en Me guardo estos dulces para el viaje es aproximadamente ‘para el transcurso del viaje’, ya que el término de la preposición adquiere sentido temporal (> para entonces). También en Estudian para el examen final, la preposición para expresa finalidad, pero su término denota una unidad temporal. Cuando el término de la preposición no es un nombre eventivo, y tampoco se obtiene la interpretación benefactiva (§ 39.8ñ), es frecuente que se sobrentienda algún verbo, como en Está ahorrando para un coche nuevo (es decir, ‘para comprarse un coche nuevo’) o en Más que establecer los materiales para un relato y trenzarlos le complace recordar detalles insignificantes (Pitol, Juegos), es decir, ‘para escribir un relato’.

39.8p Se examinan las principales locuciones preposicionales que tienen valor final en los § 29.9 y 46.10. Entre las que admiten término nominal, destacan especialmente en aras de, con miras a, con vistas a y de cara a. Aun así, ha de advertirse que estas locuciones expresan contenidos más abiertos que la noción de ‘finalidad’. De hecho, en muchos contextos (en especial en los de término nominal), no aceptan con naturalidad paráfrasis con la preposición para, sino con locuciones o grupos sintácticos de contenido más general, unas veces intencional (con la intención puesta en, pensando en, etc.) y otras más puramente relacional (en relación con, en lo relativo a, etc.):

Los filósofos que, en la práctica, excluían el tiempo en aras de teorías que consideraban eternas (Pombo, Matilda); […] a la manera de un atleta que ejercita sus músculos con miras a una competición (Quintero, E., Danza); Su código ético fue predicado con vistas a la próxima llegada del Reino (Gironella, Jerusalén); Eso nos deja un margen de maniobra razonable, de cara a la opinión pública (Pérez-Reverte, Reina).

39.8q La interpretación relacional de la que se habla en el apartado precedente —por tanto, impropiamente final— se extiende también a los adjuntos periféricos construidos con «para + grupo nominal» en los que se expresa la opinión del hablante, del oyente o de otra persona:

Pero para mí, lo que hacía perfecta la ubicación de nuestra casa […] era su vecindad, puerta con puerta, del “Esmeralda” (Cabrera Infante, Habana); Era como si para ella yo tuviese la culpa de haberme puesto malo (Mendicutti, Palomo); En cambio, para el partidario de la filosofía científica todo es problemático (Bunge, Ciencia).

Estos grupos preposicionales se suelen interpretar como tópicos. Véase también sobre este punto el § 40.2f En lugar de un nombre de persona se usa otras veces en estas construcciones el de alguna facultad, como en Apretaba con mano crispada su junquillo, que para su imaginación era toledano acero (Blasco Ibáñez, Arroz).

39.8r Son más estrictamente finales los adjuntos periféricos introducidos por la preposición para en los que se indica que lo afirmado ha provocado o ha de provocar una consecuencia (a menudo una reacción), o bien que la afirmación se hace con el propósito de que así sea:

Te diré, buen amigo, para tu satisfacción, que no había dado yo tres paladas de remo, cuando la niña rompió a llorar con tanto sentimiento, que me río yo de la Magdalena (Galdós, Episodios); Con todo, debo decirte, para tu tranquilidad, que hasta ahora yo no le he contado nada a Pierrette que vaya en menoscabo de tu vida íntima (Cano Gaviria, Abismo).

39.8s Algunos de estos complementos están cerca de los adverbios que ponen de manifiesto la actitud del hablante (§ 30.11e y ss.). No obstante, mientras que desgraciadamente se usa para indicar que algo es desgraciado en opinión del que habla, para {mi ~ tu ~ su} desgracia expresa que algo tiene, ha tenido o tendrá consecuencias desgraciadas para la persona designada por el posesivo. Se aplican consideraciones similares a otros grupos preposicionales:

Ese día se demostró, para nuestro asombro, que la Policía no tenía formulados límites precisos a la actividad de la prensa (Caretas 16/1/1997); Y para nuestra desesperación, ocurre a veces que la naturaleza imita el periodismo (Dolina, Ángel); Para nuestra sorpresa, el presidente nos recibió (Pampliega, Fusil); […] aguardando el regreso de Estanislao, el hermano mayor. Quien, para su desgracia, no andaba correteando con ninguna Circe (Quintero, E., Danza).

39.8t También se usa «para + grupo nominal» en las construcciones que introducen ejemplos destacados o representativos de algo, como en Para un buen asado criollo, Restaurante La Finca, o en Si pagamos nosotros, nosotros tomamos las decisiones. Para chulos, nosotros (País [Esp.] 7/4/2001). Los adjuntos finales que constituyen complementos de la enunciación (como en para que lo sepas) se analizan en el § 46.5.

Información adicional

En relación con este capítulo, la siguiente entrada del Glosario de términos gramaticales podría ser de su interés:
complemento agente

 

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