Sintaxis

30 El adverbio y el grupo adverbial

30.3 Adverbios adjetivales

30.3a Los adverbios adjetivales, llamados a veces adverbios cortos, tienen la misma forma que los adjetivos correspondientes, pero carecen, al igual que los demás adverbios, de flexión de género y número. Son, pues, adverbios las expresiones subrayadas en Las golondrinas vuelan bajo, Las mulas no caminaban recto o Estas espinacas saben raro; pero son adjetivos, con función de complemento predicativo (§ 38.6-8), en Las golondrinas vuelan bajas, Las mulas no caminaban rectas, Estas espinacas saben raras, o en Aunque me encanta [la macedonia], ese día me dejé un poco porque sabía rara (Mundo [Esp.] 16/3/1994). Como se ve, en el primer caso los adverbios se forman inmovilizando ciertos adjetivos, que pierden así su flexión. Estos nuevos adverbios se pueden coordinar con otros similares, ya que no se consideran adjetivos:

En Belmonte y desde Belmonte el temple arranca de un sentimiento íntimo, […] para torear despacio y limpio a toros fuertes y rápidos (Ortiz Trixac, Lances); Y él bebió sabroso y despacio (Cunqueiro, Merlín).

30.3b El latín formaba sistemáticamente adverbios a partir de adjetivos mediante la adición de los sufijos -ē (amīce ‘amistosamente’, de amīcus, -a, -um ‘amigo’) y -ter (fortĭter ‘valerosamente’, ‘fuertemente’, de fortis, -e ‘valeroso’, ‘fuerte’). También se valía de la recategorización de adjetivos de género neutro en acusativo (multum ‘mucho’ o facĭle ‘fácilmente’) o ablativo (raro ‘raramente’). El proceso general de adverbialización de adjetivos se mantuvo, con intensidad variable, en todas las lenguas románicas. La pauta era particularmente productiva en el español antiguo, en el que se extendía a un gran número de adjetivos:

Ruiseñores e gallos que son más fermosetas/porque cantan hermoso, estas son más caretas (Alexandre); El quatorzeno viçio es fablar escuro de palabras sufisticadas (Cancionero Íxar); En fin de razones, fablando cortés,/yo mucho querría saber si assí es (Baena, Cancionero); Fazía muy desaguisado dexar el moço, que era tierno et non podría sofrir lazeria (Juan Manuel, Lucanor); Como yo creo, dezía aguisado (Alexandre).

30.3c En la actualidad los adverbios adjetivales se documentan tanto en el español europeo como en el americano, pero poseen más vitalidad en este último. Los que aparecen subrayados en los textos siguientes, a modo de ejemplo, representan, junto con otros similares que se mencionan más abajo, pautas firmemente asentadas en el español americano, pero infrecuentes en el europeo:

Una pena, porque cantaba bonito y en varios idiomas (Bryce Echenique, Martín Romaña); El danzón arrastraba suave los zapatos y las melenas rebotaban con el mambo (Fuentes, Región); […] al fin me bañé, sabroso, despacio (Carrera, Cuentos).

Algunos adverbios adjetivales admiten diminutivos (recuérdese el § 30.2c), como en hablar cortito, volver rapidito o en Pasó sobre nosotros una avioneta que voló bajito y los gringos se asustaron (Castro Caycedo, Hueco). Algunos participios se asimilan a los adverbios adjetivales, como en Iba muy seguido por allí (es decir, ‘muy frecuentemente’) o en Se lo dijo raspado, es decir, ‘muy agriamente’ (en Puerto Rico y otros países del área caribeña).

30.3d La mayor parte de los adverbios adjetivales están restringidos gramaticalmente desde varios puntos de vista. Por un lado, el proceso de adverbialización de los adjetivos está limitado a un número reducido de ellos. Junto a Vuelan bajo o Respire hondo, no se dice *Se mueven torpe (sino … torpemente) ni *Sabía vivir sabio (sino … sabiamente). Por otra parte, los adverbios adjetivales no admiten siempre la sustitución por el respectivo adverbio terminado en -mente, como en volar alto (no altamente, en este contexto), comprar caro (no *caramente) o cantar bonito (no bonitamente, en este contexto). Los adverbios adjetivales se diferencian también de los terminados en -mente en que no modifican a los adjetivos ni a los participios. Así, junto a respirar {hondamente ~ hondo} o Se lo agradezco {infinito ~ infinitamente}, se obtiene {hondamente ~ *hondo} afectado o {infinitamente ~ *infinito} mejor.

30.3e Las restricciones sintácticas de los adverbios adjetivales son notables. Se ha observado que muchos de ellos forman con el verbo un predicado complejo que constituye casi una locución verbal: pisar firme, irle a uno bonito, trabajar duro, hablar claro, jugar limpio (o sucio), etc. En el lenguaje deportivo son frecuentes chutar fuerte, disparar raso, sacar alto, dominar fácil, entre otras expresiones similares, no todas igualmente empleadas en todas las áreas hispanohablantes. Varios adverbios adjetivales pueden coordinarse entre sí y formar locuciones adverbiales, entre las que están duro y parejo (‘con fuerza y constancia’), usada en las áreas rioplatense y andina, así como en algunos países centroamericanos y antillanos; claro y raspado (‘con franqueza’), empleada sobre todo en el área caribeña (claro y pelado en Nicaragua y otros países centroamericanos), entre otras similares de uso más extendido:

La jornada “rampera” fue un sábado 25 de junio, y juntó a trabajadores del sindicato de la construcción, SUNCA, que martillaron duro y parejo […], estudiantes, amigos, profesores, padres, vecinos (Brecha 5/6/2007); El Dr. Muskus —en su estilo de orador escueto, con frases cortas, pero muy claras y precisas […]— habló claro y raspado (Ruiz Martínez, Veterinaria); Esta vez ella había hablado alto y claro (Pérez-Reverte, Carta); Hoy nuevamente hablé con él, largo y tendido (ABC Color 17/9/1996); Don Imeldo Villamarín creyó escuchar el vozarrón del difunto Martiniano azuzando: “¡Dale duro y parejo!” (Buitrago, Señora).

Se usa la locución soñar fiero en el Río de la Plata en el sentido de ‘tener pesadillas’, pero se prefiere soñar feo en el área andina, entre otras. Se emplea en muchos países picar alto o tirar alto con el sentido de ‘tener excesivas aspiraciones’; hilar fino, en el de ‘distinguir con gran sutileza’ (hilar delgado en Colombia); caer bajo, en el de ‘degradarse, desprestigiarse’, etc.

30.3f Son numerosas las restricciones léxicas a las que están sometidos los adverbios adjetivales. Así, se registra la expresión comer sano en la mayor parte de los países hispanohablantes, a veces en alternancia con comer saludable:

En mi familia tratamos de comer sano, por eso preferimos lo asado (Comercio [Ec.] 18/6/2007); Para tener un cabello bonito es imprescindible […] comer saludable, beber abundante agua y no abusar del tabaco ni del alcohol (Paréntesis 29/9/2002).

Sin embargo, el adverbio sano no se admite con igual naturalidad con verbos como alimentar(se), beber, nutrirse, tomar, aunque todos ellos denoten acciones que pueden hacerse de manera sana. Análogamente, limpio modifica de forma sistemática al verbo jugar, pero no a otros muchos con los que sí puede combinarse limpiamente, como actuar, atravesar, competir, cortar, ganar, luchar, robar, este último en España. Si bien limpiamente tiene significado figurado cuando modifica a estos últimos verbos, también lo tiene con apostar o sortear, próximos a jugar, a los que no modifica el adverbio adjetival limpio. Parece, pues, que la diferencia entre limpio y limpiamente debe atribuirse al hecho de que jugar limpio forma una suerte de predicado complejo. Se retomará la distribución sintáctica y léxica de estos adverbios en los apartados siguientes.

30.3g La fijación sintáctica que caracteriza a muchos adverbios adjetivales se pone de manifiesto en las restricciones que presentan para usarse como formas no contiguas al verbo. Así, junto a las dos opciones esperables en pisar {firmemente ~ firme} en la vida o en Se miran {fijo ~ fijamente} a los ojos, solo se obtiene una en pisar en la vida {firmemente ~ *firme} o en Se miran a los ojos {fijamente ~ *fijo}. Se dice asimismo hablar bajo sobre ello, pero resulta anómalo *hablar sobre ello bajo, a diferencia de en voz baja o quedamente, que admiten las dos posiciones con igual naturalidad. Se salvan de esta restricción de contigüidad unos pocos adverbios adjetivales que son sintácticamente más libres, ya que muestran la distribución característica de los adverbios en casi todos los contextos. Cabe, pues, decir Se vinieron rápido para acá y también Se vinieron para acá rápido; Suenan parecido las dos o Suenan las dos parecido. No requieren tampoco contigüidad con el verbo los adverbios adjetivales cuando aparecen con cuantificadores. Aun así, en estos casos el grupo adverbial sigue inmediatamente al verbo, como en picar muy alto, pisar bien firme o en estos otros ejemplos:

Pero también he tenido que trabajar muy duro en muchos oficios para salir adelante (Zaldívar, Capablanca); Pues precisamente de eso se trata, Arturo, de marcar también en el domicilio nuestras distancias con respecto a él, aunque hilando muy fino, claro que sí (Bryce Echenique, Huerto); En Santo Domingo en el desayuno se come muy fuerte (Castro/Alcántara/Colón, Cocina); Una extraña sonrisa les empezó a brotar desde muy hondo (Valenzuela, Águilas).

No se obtiene, por el contrario, la relación de contigüidad entre el verbo y el grupo adverbial en Me miró a los ojos tan fijo que me hizo bajar la vista, o en Estaba lloriqueando solo, muy bajito, como siempre que escuchaba gritos (Grandes, Aires).

30.3h A la restricción de contigüidad descrita se agrega otra, relativa a la estructura del grupo verbal, que ha recibido particular atención por parte de los gramáticos en los últimos años. En efecto, los adverbios adjetivales más libres, de los que se habló en el apartado anterior, son compatibles con los grupos nominales en función de complemento directo, como en Corrigió los exámenes muy rápido. Se ha observado, en cambio, que otros muchos adverbios adjetivales son incompatibles con ellos. Contrastan, de hecho, marcadamente En esta tienda venden bien barato (sin complemento directo) y En esta tienda venden bien baratos los alimentos, donde se tiende a rechazar barato. En la primera oración, bien barato es un grupo adverbial integrado sintácticamente en el predicado, y asimilado a los complementos predicativos. No es compatible, como se ha comprobado, con el grupo nominal en función de complemento directo, frente a lo que sucede en el ejemplo antes mencionado o en otros casos como hacer trizas el libro. Aun así, en la expresión vender barato se predica la propiedad denotada por barato de la mercancía que se vende, como sucede en las construcciones de complemento predicativo. Repárese en que, aunque es posible responder con el adverbio barato a la pregunta ¿Cómo lo vendía?, no existen, en sentido estricto, “formas baratas de vender algo”, lo que confirma la naturaleza predicativa del adverbio adjetival. Se obtienen resultados relativamente similares en comer sano (también caliente), bailar clásico o escribir largo: Hoy domingo, día de oír misa, da poco lugar para escribir largo (Ortiz-Armengol, Aviraneta).

30.3i Las consideraciones introducidas hacen pensar a algunos gramáticos que ciertos adverbios adjetivales pueden interpretarse como predicativos (y, en algunos casos, como modificadores) de los complementos directos tácitos, cuando no como elementos pronominales que los sustituyen. En todos estos casos, el objeto directo se rechaza en cualquiera de sus manifestaciones. Así pues, una diferencia notable entre No comí caliente y No lo comí caliente es que caliente es adverbio adjetival en el primer caso, pero solo adjetivo (predicativo de lo) en el segundo, ya que, como se señaló en el apartado anterior, el adverbio adjetival caliente no es compatible con los complementos directos. Como se explica en el § 37.1p, no existe, sin embargo, incompatibilidad inherente entre esas dos funciones sintácticas: Te veo muy bien; La encontré maravillosamente, etc.

30.3j Los adverbios adjetivales que no se interpretan como predicativos no están sujetos a la limitación que se menciona, relativa a su compatibilidad con el objeto directo, pero muestran un grado de integración en el verbo similar al de los mencionados en el § 30.3g. Tienden, en efecto, a requerir la posición contigua al verbo: Le agradezco infinito su obsequio ~ Se lo agradezco infinito ~ *Le agradezco su obsequio infinito (en la interpretación adverbial). El adverbio infinitamente resulta natural en los tres casos. Nótese, en el mismo sentido, que el complemento directo lo que aparece en [] y conviene decirlo muy claro (Menéndez Pelayo, Heterodoxos) no podría sustituirse con entera naturalidad por un grupo nominal situado tras el verbo si, al mismo tiempo, no se convierte claro en claramente. Se ha observado, en efecto, que para muchos hablantes resulta más natural Conviene decir la verdad claramente que la variante Conviene decir la verdad claro. Estos contrastes muestran que la integración del pronombre átono en el predicado es compatible con la formación de predicados complejos, lo que recuerda formaciones como pasarlo (o pasarla) bien; vivir para contarla (o contarlo), y otras similares que se analizan en los § 34.11b y ss.

30.3k Como se ha explicado, los adverbios adjetivales se asimilan unas veces a los predicativos de los objetos directos tácitos, pero otras expresan directamente una propiedad de la acción. En efecto, la fortaleza o la reciedumbre de que se habla en los ejemplos siguientes:

Y así se pasó por años, apostando fuerte en todos los pueblos de alrededor (Ramírez, Baile); Juan se encuentra en la sala de un mesón, donde se juega a los naipes y se bebe recio (Carpentier, Guerra); —¿Y a ti qué te pasa? —dijo Andrés—. ¿Desde cuándo bebes fuerte? (Mastretta, Vida),

no constituyen propiedades de lo que se apuesta o de lo que se bebe, sino de las acciones de apostar y beber. Los contextos en los que no se obtiene la relación predicativa mencionada son —como cabe esperar— los que más claramente rechazan la equivalencia entre adjetivos y adverbios. Así pues, frente a pares como el citado Saben raro [adverbio] ~ Saben raras [adjetivo], existen contrastes marcados como Hablan {raro ~ *raras}; Pensamos {diferente ~ *diferentes} o Trabajan {duro ~ *duras}. Nótese que el adverbio claro significa ‘con claridad, claramente’. No es este, en cambio, el significado del adjetivo claro, por lo que son esperables contrastes como El agua de la fuente sale {clara ~ *claro}.

30.3l La pertenencia a ciertas clases semánticas favorece en alguna medida la creación de adverbios adjetivales. Cabe destacar, en primer lugar, los adverbios formados sobre los adjetivos que expresan similitud y diferencia, como en Suenan parecido; Jugaban parejo; Los dos me gustan igual (es decir, ‘igualmente’), o en los textos que siguen:

Y sí era cierto que sus cebollas sabían diferente (Loaeza, Mujeres); No me hagas mucho caso, mañana puedo pensar distinto (Paso, F., Palinuro).

La locución lo mismo se asimila a este grupo: Ayer me sentía mal y hoy me siento lo mismo. Para la diferencia gramatical que se obtiene en pares como Tus hijos son {igual ~ iguales} que tú, véanse los § 13.8d y 45.9g, h.

30.3m Forman un grupo amplio los adjetivos adverbiales que expresan evaluación, generalmente positiva, de la manera de actuar. No todos se usan, sin embargo, en todas las áreas hispanohablantes. Corresponde a esta pauta el uso adverbial de los adjetivos bárbaro, bonito, chévere, fenomenal, genial, lindo, macanudo, rico o sabroso, como en caminar rico, que se emplea en buena parte de las áreas mexicana, centroamericana y caribeña. En la lengua conversacional del Perú y de otros países se añaden brutal y bestial a esta relación. Varios de estos adverbios adjetivales podrían considerarse una suerte de elativos léxicos (§ 13.3) del adverbio bien. Se asimilan a este grupo los sustantivos fenómeno y padre, que admiten usos adjetivales, como explica el DRAE. Casi todos pueden incluirse en un buen número de predicados usados como adverbios:

Se salvó porque Zamora, Lujambio —que jugó bárbaro— y Saldaña no acertaron con el golpe final (Nueva Provincia 15/9/1997); Me fue chévere porque aprendí un poquito de todo (CREA oral, Venezuela); El contraste entre el pelo rubio y los ojos verdes […] con la piel barquillo le sienta fenomenal a Regina (Hidalgo, Azucena); A él le venía fenómeno la noticia que no existía y picó (Maradona, Diego); Carmen, que te lo pases genial (Periódico Mediterráneo 21/5/2004); Dile que las frazadas están muy limpias, y que se come macanudo y que los médicos son muy buenos (Luca Tena, Renglones); Nunca había visto a papá así, conversando tan sabroso (Carrasquilla, Tiempos).

Cabría agregar a este paradigma fetén, que suele considerarse adjetivo, a pesar de que no posee flexión de género ni de número: En este sentido, su espectáculo funciona fetén (Vanguardia [Esp.] 13/2/1994). Es de uso general el adverbio adjetival fácil, como en Esto se dice fácil, como si no tuviera trascendencia (Alape, Paz).

30.3n Los adverbios adjetivales de sentido negativo son algo menos frecuentes, pero también posibles. Así, en muchas áreas hispanohablantes tiende a usarse el adverbio feo con predicados que expresan lo que se siente, se experimenta o se percibe, como en Esto huele feo o en Qué feo siento que tú me digas eso (Azuela, Abajo). Sin embargo, los verbos que se admiten en esta pauta (saber feo, oler feo, sentir feo, doler feo, etc.) no son los mismos en todos los países. Otros adverbios adjetivales, como espantoso, horrible, raro, etc. (Los fideos me supieron horrible), se aceptan generalmente con menores restricciones. En la mayor parte de los países hispanohablantes se usa el adjetivo fatal a modo de adverbio (‘muy mal, fatalmente’), como en Esa mezcla de chinchón y pacharán que preparó Nines me sentó fatal (Alonso Santos, Pares). Se utiliza también como adverbio el adjetivo pésimo en muchos países americanos: Como nos llevábamos pésimo y éramos tan jóvenes, decidimos terminar (Wornat, Menem-Bolocco).

30.3ñ Las restricciones léxicas de las que se ha hablado en los apartados precedentes se extienden a muchos otros adverbios adjetivales. Se suele emplear hondo en sentido físico (con cavar, sembrar o respirar), en el figurado (con calar, llegar, etc.), o bien en ambos simultáneamente:

¿Por qué AD sembró tan hondo sus raíces en el pueblo venezolano? (Universal [Ven.] 12/9/1996); Entre los secretarios de Estado, el liberalismo social caló hondo (Proceso [Méx.] 29/9/1996).

En cambio, profundo está mucho más restringido, ya que se usa con aspirar, respirar y pocos verbos más. El adverbio infinito, ya mencionado, se construye con sentir, alegrarse, lamentar y no muchos verbos más en México, en parte de Centroamérica y en España, pero no es general en todas las áreas hispanohablantes: Cuando años más tarde conocí a Guayasamín [], me alegré infinito de mi recomendación (Feo, Años). El adverbio claro se usa con ver, hablar, distinguir y algunos más; recio se emplea sobre todo con hablar, llover y pisar:

Y cuando volvió al salón, ya lloviendo recio, nada reveló de lo acontecido (Ramírez, Baile); En las casas de los españoles pisan recio, y en sus casas con mucho tiento (Delgado, J., Historia).

Recto y derecho se adjuntan a verbos de movimiento (Siga recto; Continúe todo derecho). Las preferencias combinatorias de duro apuntan a trabajar, dar o pegar. Existen otros muchos casos particulares.

30.3o Los adjetivos bueno, claro, evidente, natural, seguro y algunos más se utilizan en respuestas y exclamaciones en las que pueden alternar con adverbios o locuciones adverbiales. Unas veces lo hacen con voces derivadas de ellos (evidente alterna con evidentemente; natural con naturalmente; obvio con obviamente, etc.), como en —¡Natural! Les dices que un amigo lo llamó desde París para ofrecerle trabajo (Soriano, León). Otras veces alternan con expresiones relacionadas solo semánticamente entre sí. Así, claro alterna con por supuesto o con evidentemente: Hombre, claro —respondió (Sánchez-Ostiz, Infierno). Véase también el § 30.11p.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
adverbio adjetival, recategorización

 

Nueva gramática de la lengua española
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