Sintaxis

42 La modalidad. Los actos de habla. Construcciones imperativas, interrogativas y exclamativas

42.7 Las interrogativas totales (I). Propiedades sintácticas y semánticas

42.7a Se explicó en la sección anterior que las oraciones interrogativas totales se dividen en dos grupos: interrogativas de o no (o interrogativas polares) e interrogativas alternativas. Las primeras solicitan que se elija entre dos opciones diferenciadas solo por la negación. Así, la oración ¿Estás preparado? constituye un enunciado mediante el que se solicita a algún interlocutor que elija entre las opciones ‘Estoy preparado’ y ‘No estoy preparado’. Ciertamente, el destinatario de la pregunta podría responder de otras muchas formas (No sé; Tal vez; ¿Por qué lo preguntas?, etc.). Estas respuestas, que no se ajustan a la estructura sintáctica de la pregunta, se considerarán en los § 42.7o, p. En las preguntas alternativas no se eligen dos opciones idénticas diferenciadas únicamente por la negación, sino una de las opciones que la conjunción o enlaza, como en ¿Es hoy jueves o viernes? o en ¿Llamamos a Iván, a Elena o a los dos? Como puede verse, las preguntas alternativas no se pueden contestar con un o un no, frente a las del grupo anterior, pero no dejan de ser preguntas totales porque contienen la totalidad de la información que se presenta como pertinente. Su función consiste, por tanto, en solicitar que se elija o se seleccione una parte de ella. Las interrogativas alternativas indirectas se analizan en los § 43.7h, i.

42.7b Una misma pregunta puede ser interpretada como interrogativa de o no en unos contextos y como interrogativa alternativa en otros. La entonación constituye en esos casos una marca formal que permite distinguir claramente una interpretación de la otra. Supóngase que un profesor dirige a sus alumnos la pregunta ¿Han leído ustedes el Quijote o la Celestina? Si lo hace formando una sola unidad melódica con esa expresión y le da una inflexión final ascendente, los estudiantes podrían contestar o No [pregunta de o no]. Si el profesor pronuncia esas mismas palabras formando dos unidades melódicas, la primera con inflexión tonal ascendente —hasta Quijote— y la segunda con una línea tonal más baja y flexión final descendente, los estudiantes podrían contestar El Quijote o La Celestina, o, tal vez, Ninguno de los dos [pregunta alternativa]. En el primer caso, el profesor pregunta a los estudiantes si han leído o no alguna obra como el Quijote o la Celestina; en el segundo, les pregunta cuál de esas dos obras han leído. El hecho de que en el primer caso se interpreten estas dos obras como ejemplos de algún paradigma tiene otras consecuencias sintácticas que se analizan en el § 31.9d. También la pregunta ¿Te quedarás con nosotros un día o dos? podría formularse con inflexión tonal ascendente formando una sola unidad melódica, y podría contestarse con expresiones como Sí, muchas gracias o Claro que sí, encantada (por consiguiente, interpretación de pregunta de o no). Si se profiere con dos unidades melódicas sería posible que recibiera como respuesta la expresión Solo uno (interpretación de pregunta alternativa). Como en el caso anterior, la entonación que corresponde a estas interpretaciones es esencial para distinguir un sentido del otro.

42.7c La lengua antigua permitía que las oraciones interrogativas totales de o no aparecieran con la conjunción si:

¿Si será éste don Florestán fijo del rey Perión y de la Condessa de Selandia? (Rodríguez Montalvo, Amadís); ¿Si muriere el varón, si revivirá? Todos los días de mi plazo esperaría hasta venir mi mudanza (León, Job).

Así, la última pregunta equivale a ‘¿Morirá el varón o revivirá?’. En la lengua actual no se suele usar si de este modo (*¿Si vendrá Juan mañana o no?), pero todavía se registra en algunas interrogativas retóricas de o no (¿Si será verdad lo que dice?). Esta conjunción inicial se emplea también en las exclamativas llamadas de evidencia (¡Si será tonto!), de las que se habla en los § 23.14p, q y 42.15k y ss.

42.7d Se asimilan a las interrogativas totales las formadas por un solo grupo adjetival (¿Cansado?; ¿Contento?; ¿Listo para empezar un nuevo curso?) o nominal (¿Un aperitivo?; ¿Una partidita?). Estos enunciados admiten o No como respuesta, al igual que las demás preguntas de esa clase. También lo hacen las oraciones interrogativas formadas por grupos verbales en gerundio:

¿Qué tal? ¿Tomando el fresco? (Kociancich, Maravilla); ¿Cómo les va?… ¿echando la siesta? (García-Badell, Funeral); —¿Fumando tan joven, Alexander? —le preguntó de muy buen humor. Él intentó negarlo, pero ella no le dio tiempo— (Allende, Ciudad).

Existen asimismo interrogativas alternativas constituidas únicamente por elementos infraoracionales:

Extremando un poco las cosas, podríamos resumir todo en la siguiente disyuntiva: ¿cura o maestro? ¿Escuela o iglesia? (Olmo, Pablo Iglesias); ¿Verdad o fantasía? Usted descúbralo (Siglo 2/6/1997); Mueren ocho, también, en los suburbios populares de San Pablo, la ciudad más rica del Brasil. ¿Accidente o asesinato? (Galeano, Días).

42.7e Las respuestas a las interrogativas de o no suelen proporcionar más información de la que se solicita, unas veces repitiendo enfáticamente la información que podría sobrentenderse (—¿Ha llegado el patrón? —No, no ha llegado) y otras añadiendo contenidos que no se demandan pero pueden interesar al que plantea la pregunta (—¿Te vas de vacaciones? —Sí, el lunes). En sentido estricto, las interrogativas totales de o no fuerzan a elegir entre dos opciones opuestas. Aun así, debe hacerse notar que la fórmula ¿… o no? no es optativa en ellas desde el punto de vista discursivo. Cabe entender en estos casos que se elide un segmento mayor o menor. Aunque esos procesos de elipsis no omiten información relevante, los resultados no son equivalentes desde el punto de vista comunicativo:

¿Es verdad que te ha tocado la lotería o no es verdad que te ha tocado la lotería?

¿Es verdad que te ha tocado la lotería o no es verdad que te ha tocado?

¿Es verdad que te ha tocado la lotería o no es verdad?

¿Es verdad que te ha tocado la lotería o no?

¿Es verdad que te ha tocado la lotería?

Cuanto menor es el segmento que se elide en estos casos, mayor suele ser la presión inquisitiva que se atribuye al que formula la pregunta. Se obtienen diferencias similares en la interrogación indirecta (§ 43.7f).

42.7f Muchas preguntas totales como las que se describieron en el apartado anterior se interpretan como confirmativas u orientadas. El que las construye entiende que posee razones para pensar que algún estado de cosas es cierto, y solicita a su interlocutor la información necesaria para confirmarlo. Así, lo normal es que el que dirige a otro preguntas como ¿Estás enfermo? o ¿Te llamas Ricardito? no quiera expresar el contenido que corresponde a ¿Estás enfermo o no? o ¿Te llamas Ricardito o no?, respectivamente, sino más bien el que se asignaría a preguntas como (Entonces) ¿Es cierto que estás enfermo? o ¿Es verdad que te llamas Ricardito? Estas preguntas siguen siendo totales, y por tanto disyuntivas, pero el foco de la oración es el que aporta el contenido de la subordinada sustantiva que se reconoce en estas paráfrasis (por tanto, el segmento subrayado en ¿Es cierto que estás enfermo? o en ¿Es verdad que te llamas Ricardito?). Esta es la información cuya veracidad pide el hablante que sea confirmada. En la interpretación descrita, el ejemplo ¿Estás enfermo? podría parafrasearse como Estás enfermo, ¿no? (también ¿no es cierto? o ¿no es verdad?). En cambio, en la interpretación no confirmativa (llamada también no orientada), resulta más apropiada la paráfrasis ¿Estás enfermo o no? El hecho de centrar la información sobre la certeza o la falsedad del contenido proposicional tiene otras consecuencias en la gramática de la interrogación. Se analizarán las más importantes en el § 42.10.

42.7g Las preguntas introducidas por ¿Verdad que…? o ¿No es cierto que…? son preguntas confirmativas u orientadas porque el que las formula espera el acuerdo de su interlocutor: ¿Verdad que sabes leer, compadre? (Sepúlveda, L., Viejo). Estas preguntas son totales, pero no son propiamente de o no, ya que son incompatibles con el apéndice disyuntivo ¿… o no? Cabe comparar en este sentido ¿Es verdad que te vas a París o no? con *¿Verdad que te vas a París o no? La primera opción tiene sentido porque se pide en ella que se elija una de dos proposiciones opuestas. La segunda carece de sentido, ya que el hablante introduce una opción para que su veracidad le sea confirmada, pero concluye con una disyunción. En el español coloquial del noreste de España se usa ¿Eh que…? (con el sentido de ‘¿Verdad que…?’) por influjo del catalán: ¿Eh que te vas a París?

42.7h Se usa a menudo el apéndice ¿… o no? al final de una interrogativa total cuando se considera que el destinatario debería haber dejado clara (sea explícita o tácitamente) su posición respecto de alguna de las opciones existentes y no lo ha hecho, como en ¿Vienes al cine o no?; ¿Estás con nosotros o no? También se utiliza cuando el que habla no ha sido capaz de determinar a partir del discurso anterior cuál es la opción correcta, como en estos ejemplos:

Bueno, vamos a ver, repito: ¿tú te quieres casar o no? (Marsillach, Ático); Escucha, ¿vas a dejar que te miremos o no? (García Sánchez, Historia); ¿Le corresponde a una sirvienta saludar o no? (Puig, Beso); ¿Pero la historia del embarazo es cierta o no? (Millás, Mujeres); —¿Qué? ¿Vienes o no? —le gritó Clara desde la puerta (Torrente Ballester, Gozos).

Las oraciones construidas así cambian de significado cuando el segmento ¿… o no? forma grupo entonativo independiente, lo que se refleja en la escritura. Si en lugar de ¿Estás con nosotros o no? se dijera Estás con nosotros ¿o no?, se entendería que inicialmente se da por sentado el contenido de la afirmación inicial, pero luego se pone en tela de juicio. Solo el segmento encerrado entre signos de interrogación constituye, como se vio en los apartados precedentes, el contenido de la pregunta.

42.7i Como se ha comprobado, el uso de ¿… o no? en las interrogativas totales no solo enfatiza la pregunta, sino que además orienta retóricamente las respuestas en un gran número de ocasiones. El hablante sugiere en esos casos —con diversos grados de énfasis inquisitivo— que una de las dos opciones es la correcta, generalmente la que coincide con su propia elección. La opción elegida puede ser la positiva, como en ¿Tengo razón o no?; ¿Te gustó el regalito o no?, o la negativa, como en ¿Estaba yo equivocado o no? Las preguntas que se interpretan como peticiones corteses (¿Me traes un vaso de agua?) pierden, como cabe esperar, esta lectura orientada si se construyen con el apéndice ¿… o no? El uso de ¿… o no? puede sugerir insistencia, presión, recriminación o vehemencia, pero también duda o inseguridad en ciertos casos, en función de muy diversos factores contextuales.

42.7j Existen variantes más enfáticas, incluso rudas, de las construcciones que se examinaron en los apartados anteriores. En una de ellas se utiliza la forma ¿… o qué? en lugar de ¿… o no?, como en ¿Te vienes con nosotros o qué?, o como en los ejemplos que se citan a continuación:

¿Qué diablos les pasa, están sordos, o qué? (Alberto, Eternidad); ¿Es que cree que estoy ciega o qué? (Maqua, Invierno); ¿Es que tú sabes dónde vivo, o qué? (Pombo, Metro); ¿Te has vuelto loca o qué? (Grandes, Aires); Pensabas que me iba a echar a llorar o qué (Merino, Andrés Choz); ¿Es usted el portero o qué? (Alou, Aportación); ¿Qué haces, te estás durmiendo o qué? (Marsé, Embrujo).

En otra variante de estas construcciones se presenta explícitamente la fórmula sí o no al final del período, como en los ejemplos siguientes:

Hoy usted fue a tomar café al cuartito con la señorita Rodríguez, ¿sí o no? (Benedetti, Porvenir); ¿Somos la vanguardia del proletariado, sí o no? (Longares, Romanticismo); ¿Crees ahora que está loco, sí o no? (Moreno-Durán, Diana); ¿Estás arrepentido ahora, sí o no? (Pombo, Héroe); ¿Estás dispuesto a colaborar con nosotros sí o no? (Fernández Castro, Novia); —Bueno, ¿queréis escucharme, sí o no? (Sánchez Ferlosio, Jarama).

Se usan estas oraciones cuando en el discurso anterior se han considerado de forma explícita dos opciones opuestas, pero no se ha elegido una de ellas, y el que habla entiende que debería haberse realizado con claridad esa elección. Al contrario de lo que sucede con las construcciones con ¿… o no?, las que presentan la fórmula ¿… sí o no? en posición final introducen dos grupos melódicos, el segundo de ellos formado por los dos adverbios coordinados. También se usan estas oraciones como apostilla de una pregunta previa, especialmente si el interlocutor ha contestado con rodeos o no proporciona la respuesta clara o rotunda que se le pide.

42.7k Fuerza asimismo la elección entre las dos opciones presentadas la pregunta ¿En qué quedamos? Esta construcción constituye una marca de insistencia (no siempre cortés) ante dos opciones, unas veces presentadas como tales en el discurso precedente y otras veces deducibles de lo que en él se expresa:

Pero ¿en qué quedamos? ¿Soy la víctima o el verdugo? (Beccaria, Luna); ¿En qué quedamos, es o no es Rosa Luxemburgo? (Rossi, María); ¿A qué viniste?, ¿no fuiste perdonada?, ¿no perdonaste?, ¿en qué quedamos? (González, E., Dios).

42.7l Las preguntas totales no siempre se dirigen a un interlocutor determinado: ¿Puede alguien echarme una mano?; ¿Hay alguien ahí? Pueden incluso utilizarse sin interlocutor alguno sin que ello las convierta en preguntas retóricas en el sentido de ‘preguntas que no solicitan información’ (§ 42.12): ¿Será verdad que la mayor susceptibilidad al condicionamiento que muestran los sujetos ansiosos se deba al grado de introversión que es usual en ellos? (Pinillos, Psicología). Las respuestas a las preguntas de o no tampoco se reducen a los dos adverbios que les dan nombre. Se usan en ellas otros muchos adverbios y locuciones adverbiales que expresan afirmación o asentimiento y que adquieren el valor de enunciados en tales contextos: claro, desde luego, efectivamente, naturalmente, por supuesto, sin duda, etc. Se emplean igualmente otros que denotan negación (de ningún modo, dónde va a parar, en absoluto, nada de eso, ni hablar, qué va, quia, etc.) o duda (a lo mejor, probablemente, quizás, seguramente, tal vez, etc.). Algunas de esas expresiones, como claro o qué va, se asimilan en ciertos contextos a las interjecciones y locuciones interjectivas denominadas expresivas32.7), pero la mayor parte mantienen su valor adverbial, como se indica al final del § 32.4e. Otras veces son dos o más adverbios o locuciones adverbiales las que se yuxtaponen para manifestar asentimiento (Claro, por supuesto; Naturalmente, (no) faltaría más; Sí, claro) o rechazo (Absolutamente no; No, desde luego; No, de ninguna manera, etc.).

42.7m El adverbio no puede ir seguido en las respuestas de un segmento que reemplaza al foco de la interrogativa de o no40.6c): P.: ¿Empezó con el saxo tenor? / R.: No, con el clarinete (País [Esp.] 25/10/1980). El segmento subrayado en la interrogativa directa constituye su foco. En la respuesta se niega la información proposicional (lo que da lugar a la interpretación ‘No empecé con el saxo tenor’), y además se agrega el segmento que ha de reemplazar en ella al foco de la interrogación. El resultado que se obtiene es ‘Empecé con el clarinete’. La información temática contenida en una pregunta puede repetirse en la respuesta (—¿Saldremos el lunes o el martes? —Saldremos el martes), pero es más frecuente que la respuesta esté constituida únicamente por el elemento que reemplaza al foco (—¿Saldremos el lunes o el martes? —El martes).

42.7n Al igual que sucede en otras estructuras contrastivas, el foco de la construcción puede ser un constituyente que no desempeña una función sintáctica oracional, pero que es parte de un grupo sintáctico que sí la cumple: ¿Le entregaste al profesor de Lengua el trabajo de esta semana? Sin embargo, la respuesta suele requerir que el contraste se establezca con un elemento equivalente al segmento en cuyo interior se encuentra el foco. Por más que el foco de la pregunta anterior sea el demostrativo, no se respondería a ella con un elemento que reemplazara exclusivamente el valor de tal demostrativo (*No, la pasada), ni siquiera el complemento en el que este se inserta (*No, de la semana pasada). La respuesta más natural se formaría con una secuencia que sustituyera al grupo nominal con función de complemento directo que contiene al demostrativo (No, el de la semana pasada), es decir, con un segmento que realiza una función oracional. Aun así, se registran ocasionalmente excepciones en el habla espontánea. La pauta que se acaba de describir se reconoce en otras manifestaciones del foco, especialmente en el de la negación (§ 40.6): He hablado con Marta, no {con Luisa ~ *Luisa}.

42.7ñ La relación «pregunta–respuesta» puede conllevar cambios en la forma del predicado que se deben a la necesidad de mantener en la respuesta el valor de las relaciones deícticas que la pregunta contiene (recuérdese el concepto de deixis, explicado en el § 17.1a). Se supone comúnmente que la respuesta a la pregunta ¿Ana está enferma? evita tener que reproducir en la respuesta el enunciado Ana está enferma, idéntico al que se usó para formar la pregunta. No obstante, el contenido proposicional que se sobrentiende en la respuesta no es siempre idéntico al que se manifiesta en la pregunta. Así, cuando se contesta a ¿Estás cansado?, se entiende en la respuesta una forma verbal de primera persona (estoy), no una de segunda; la elección de las formas verbales cambia, pues, conforme cambian los papeles de hablante y oyente en la respuesta. Más aún, si alguien pregunta por teléfono a otra persona ¿Vendrás a verme aquí? y su interlocutor responde , entenderemos que la respuesta que se transmite es ‘Iré a verte allí’. Se producen, como se ve, cuatro cambios deícticos en ella: el verbo venir por el verbo ir; la segunda persona del singular (vendrás) por la primera (iré), el adverbio aquí por el adverbio allí, y el pronombre átono me por el pronombre te. Se obtienen cambios deícticos análogos en otros muchos casos. Véanse también, en relación con estas modificaciones, los § 43.10e y ss.

42.7o Se ha observado que son muy numerosas las preguntas de o no que no se responden con uno de esos dos adverbios, ya que el hablante opta unas veces por aportar más información de la que la pregunta solicita estrictamente, y otras por desviar la respuesta y aportar menos. El diálogo siguiente ilustra la primera opción, puesto que constituye una pregunta de o no en la que se omite el adverbio sí: —¿Reconoce esos zapatos? —Son las botas argentinas de Marcos —dije, sin titubear (Ibargüengoitia, Crímenes). Este otro corresponde a la segunda opción: —¿A usted le gusta Keaton? —Pues… Oiga, ¿a qué viene esto? (José, Buster Keaton).

42.7p En lugar de responder con una expresión de asentimiento o de rechazo, o de proporcionar el sustituto que corresponde al foco, el oyente puede responder a una interrogativa total de o no de otras muchas formas. Así, la pregunta que se propuso en el § 42.7n ¿Le entregaste al profesor de Lengua el trabajo de esta semana? podría responderse con un enunciado declarativo (He estado enferma; No he tenido tiempo; Siempre lo hago, etc.), uno imperativo (Cállate; No bromees; No me importunes, etc.), uno exclamativo (¡Qué pregunta tan tonta!; ¡Qué cosas dices!; ¡Vaya insensatez!, etc.), con otra pregunta (¿Por qué habría de hacerlo?; ¿No sabes que siempre lo hago?; ¿Desde cuándo he dejado de entregar un trabajo?), y con otras muchas variantes de cada una de estas opciones. Conviene hacer notar en este sentido que en la relación «pregunta–respuesta» se distinguen dos tipos de factores: unos son propiamente gramaticales (interpretación del foco de la interrogación, cambio de las relaciones deícticas, etc.); otros se consideran en buena medida extralingüísticos, ya que están determinados por las múltiples reacciones personales que los hablantes puedan experimentar ante las informaciones que reciben, más que por la estructura gramatical de estas. Algunos autores usan el término respuesta para designar las contestaciones que se ajustan a la estructura gramatical de las preguntas, y prefieren el término réplica para referirse a las que no son previsibles a partir de su constitución interna.

42.7q Se explicó en las secciones anteriores que muchas oraciones interrogativas se interpretan como peticiones, y a veces como una conjunción de pregunta y petición: ¿Le molesta si fumo?; ¿Sería posible que tuvieras listo el informe para el jueves?; ¿Podrías prestarme tu impresora? Otras se emplean como ofrecimientos y propuestas (¿Quiere usted sentarse?; ¿Te tomarías una cerveza?; ¿Me permite que la ayude a bajar?; ¿Desea usted algo?; ¿Vamos?) y como reconvenciones diversas (¿No te dije que estuvieras callado?; ¿Aún estás así?; ¿Terminarás este año?), entre otros muchos significados inferidos que se suelen analizar en la gramática del discurso. Se ha resaltado asimismo en numerosas ocasiones que la respuesta (o la réplica) a una pregunta de o no suele requerir un cálculo, un análisis o un proceso deductivo por parte del que la recibe, de tal forma que pueda suplir la información que no se presenta explícitamente en el mensaje, como cuando a la pregunta ¿Vienes a dar un paseo? se contesta Tengo que terminar un trabajo. El proceso deductivo no es siempre inmediato ni automático, como ya se indicó en el § 42.2f. En el siguiente diálogo se da una respuesta positiva a la pregunta que se formula: —¿Te gustó realmente aquel traje? —Lo tengo metido en la cabeza (Pozo, Novia), pero para llegar a esa conclusión será preciso analizar todo el texto que corresponde a la respuesta, en lugar de ese fragmento inicial. En los estudios de pragmática se han analizado detalladamente las variantes que presentan los procesos deductivos necesarios para interpretar afirmativa o negativamente preguntas que se contestan sin adverbios de afirmación o de negación.

42.7r Las normas de cortesía exigen que a la aceptación de una invitación siga un agradecimiento, lo que explica que Sí, (muchas) gracias (o simplemente Gracias) sea una respuesta natural a la pregunta ¿Tomamos un café? El que recibe esa respuesta interpretará que se acepta la invitación formulada mediante una pregunta de o no. Recuérdese (§ 42.2l) que la expresión por favor se usa también en español como fórmula de agradecimiento. Las mismas normas requieren que siga una justificación a la expresión de un rechazo, lo que hace igualmente natural la respuesta No, gracias; tengo mucha prisa (o, simplemente, Tengo mucha prisa). Existen muchos otros casos similares.

42.7s Algunas preguntas totales reciben la respuesta que corresponde a las parciales. Es posible usar la expresión A las cuatro como respuesta o como réplica a la pregunta ¿Tenemos que estar aquí mañana a las tres?, y también a otras como ¿Llamó Elisa? o ¿Vendrás mañana? No resulta, en cambio, natural responder Elisa a la pregunta ¿Llamó Iván?, dando a entender con ello que la respuesta es No y que se desea comunicar que la persona que llamó fue Elisa, en lugar de Iván. La posibilidad de responder a una pregunta total con la información que corresponde a una parcial está restringida por diversos factores pragmáticos. Los casos que ofrecen menos dificultad son aquellos en los que la respuesta proporciona la información que corresponde a la variable que un indefinido proporciona en la pregunta, como en —¿Ha llamado alguien? —Tu mamá; —¿Vas a algún sitio? —Al mercado. Otras veces, el hablante introduce una disyunción en su pregunta (¿Es hoy lunes o martes?) y su interlocutor responde con un elemento de ese paradigma que no ha sido mencionado (Miércoles).

42.7t Algo más compleja es la interpretación de la respuesta a las interrogativas totales que contienen expresiones cuantificativas, como en —¿Te costó mucho? —Cien euros; —¿Es muy tarde? —Las tres y media. En estos casos la respuesta puede ir precedida de los adverbios o no (—¿Te costó mucho? —Sí. Cien euros; —¿Es muy tarde? —No. Las tres y media), pero el adverbio se omite en un gran número de ocasiones. Cuando no está expreso, no puede decirse que esas respuestas sean satisfactorias en términos sintácticos, en el sentido de que no se proporciona directamente en ellas la información que se solicita. Sin embargo, los juicios de valor que el hablante y el oyente comparten hacen que resulten casi siempre informativas para el que las recibe; el que las contesta somete la información suministrada al juicio del que formula la pregunta, dando a entender con ello que debe ser él quien traduzca la respuesta a términos escalares.

 

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