Sintaxis

46 Construcciones causales, finales e ilativas

46.8 Construcciones finales con la preposición a

46.8a Los complementos argumentales encabezados por la preposición para se describieron en los § 46.4h y ss. En la presente sección se analizan los grupos preposicionales de sentido final introducidos por la preposición a y se muestra que constituyen complementos de régimen, por tanto segmentos argumentales. Se trata de complementos que modifican a verbos de movimiento, como en ir a la ciudad a comprar, con subordinada de infinitivo, o en entrar en la oficina a que le firmen a uno un papel, con subordinada de verbo en forma personal. Se presentan a continuación algunos ejemplos de estos complementos oracionales introducidos por dicha preposición. Se subraya en cada uno de ellos el verbo de movimiento sobre el que inciden. El primer grupo corresponde a los verbos de movimiento intransitivos:

El sol se ha de ver en trabajo si quiere entrar a visitar las yerbas verdes de que está cubierto el suelo (Cervantes, Quijote II); Todo lo que en ellos [= ‘los nombres de Cristo’] hay se endereza y encamina a que Cristo sea perfectamente Jesús (León, Nombres); Me parece que voy a bajar a buscar el sombrero de Talita (Cortázar, Rayuela); La joven Hypatia se trasladó a estudiar a Atenas durante unos años (Reverte, Ulises); Expresaba sus grandes júbilos subiéndose a bailar en la mesa del comedor (García Márquez, General); Muy pocos partieron a cultivar las haciendas regaladas por el Gobierno (Allende, Eva). He salido a que me diera el aire (Diosdado, Ochenta); Se va por ahí a que la tundan (Nieva, Corazón),

y el segundo a los transitivos:

Le moví a que viniese a unas justas que se hacían en Zaragoza (Cervantes, Quijote II); Desde que la había traído a vivir aquí no sabía de otras noches pasadas a su lado (Rulfo, Pedro Páramo); Recogemos el escenario y te llevo a que te pongas las botas de guarrerías (Pedrero, Invierno); Mandé a esa chica a que se lavara (Wolff, Álamos); Le enviaba a que supiese lo que se había gastado en nuestra prisión (Espinel, Marcos de Obregón).

A veces se expresa movimiento solo de forma indirecta, es decir, sin que el verbo pertenezca exactamente a esa clase semántica, como en Tuve que acompañarlo a que cumpliera lo prometido (Vargas Llosa, Lituma). Los complementos de sentido final encabezados por la preposición a no son siempre sustituibles por otros introducidos por para, como se pudo comprobar en los ejemplos presentados y se explicará más adelante. La relación que mantienen los primeros con la noción de ‘destino’ se explicará asimismo en esta sección.

46.8b La construcción que se describe se admite también con los verbos transitivos que omiten su complemento directo, como en […] instrumentos que conducen a que se abra otra época de descubrimientos (País Semanal 3/12/1995). Como se mostró en los ejemplos propuestos en el apartado anterior, la oración completiva que sigue a la preposición a puede ser de verbo finito (o en forma personal), siempre en subjuntivo, o bien de infinitivo. El resultado no es siempre idéntico: Salió a divertirse no equivale, en efecto, a Salió a que se divirtiera. La diferencia de sentido que se percibe se debe a una restricción más general que afecta a las finales introducidas por para y a muchas oraciones de subjuntivo. Se analizará esta incompatibilidad en los § 46.9a y ss.

46.8c Si bien muchos de los complementos que aparecen en los ejemplos citados admiten la alternancia con la preposición para (como en Entró en la casa {a ~ para} saludar a la abuela), los verbos de acción que no cabe interpretar como verbos de movimiento rechazan esta construcción: Abrió la ventana {para ~ *a} que entrara el sol; Silbaba una melodía {para ~ *a} darse un poco de ánimo. En algunas variedades del español hablado en el Ecuador y el Perú se admite, sin embargo, «a que + subjuntivo» con este uso, como en Abre la puerta a que entre el perro o Avísenlo a que venga pronto, no aceptadas en las demás áreas. A esta misma pauta corresponde Paga primero y di tu apellido, a que yo sepa quién fue tu padre (Barrantes Castro, Cumbrera).

46.8d En el español general aceptan «a + infinitivo» con sentido final varios verbos que expresan la detención, la interrupción o el cese de un movimiento o una actividad, como en ¿Te quedas a cenar? o en estas otras oraciones:

Doña Chon se detuvo a pagar el carruaje. Las otras, mientras tanto, ayudaron a bajar a Fedina (Asturias, Presidente); ¡Ay del noble peregrino / que se para a meditar, / después del largo camino, / en el horror de llegar! (Machado, Soledades).

Cabe añadir unos pocos que indican un cambio en la postura del cuerpo:

Encendieron la luz, pusieron la mesa y se sentaron a cenar (Baroja, Aurora); Se apoya en la barandilla a comer sus castañas y, a la luz de los faroles de gas, lee distraídamente la placa de la calle (Cela, Colmena); Al abrir la puerta de su departamento encontró en el suelo un mensaje. Con desgano se agachó a recogerlo (Bain, Dolor).

46.8e Los complementos finales con a poseen varias propiedades gramaticales de interés. En primer lugar, son compatibles con las oraciones finales, como en Fue a hablar con su jefe para que le subiera el salario o en Llevé a mamá a que viviera con nosotros, para que fuera testigo y juez de lo que pasaba (Castellanos, R., Eterno). En segundo lugar, son también compatibles con los complementos locativos que expresan destino, como en Voy a la ciudad a que me vea el médico. De hecho, pueden aparecer simultáneamente los tres complementos que se han mencionado: el de lugar de destino, el de finalidad con a y el circunstancial con para. Se subrayan estos tres complementos en Entró a la iglesia a rezar a la Virgen para cumplir su promesa.

46.8f Los ejemplos mencionados en el apartado precedente ponen de manifiesto una situación paradójica que se ha considerado de manera reiterada en los estudios sobre estas construcciones. En efecto, las subordinadas finales con a no expresan propiamente el destino de un movimiento, ya que son compatibles con los complementos que manifiestan esta misma noción. En apariencia, tampoco expresan la finalidad de una acción, puesto que pueden aparecer junto a otros complementos que manifiestan este mismo significado. Si las finales introducidas por a no se perciben como redundantes en presencia de estos otros complementos es —piensan algunos autores— porque la lengua permite establecer estratos o capas entre los modificadores de los predicados verbales, de forma que el objetivo que persigue un movimiento puede conformar, junto con este, un evento que a su vez puede tener una finalidad de índole más general, lo que da lugar a una segmentación como [[[Entró a la iglesia] a rezar a la Virgen] para cumplir su promesa].

46.8g Salvo en las construcciones que se ejemplificaron en el § 46.8d, se hace necesaria la presencia de un verbo de movimiento en las construcciones finales encabezadas por la preposición a, lo que confirma su naturaleza argumental. Aun así, el movimiento ha de producirse en dirección a un término. Se diría, pues, con naturalidad Corrió al hospital a que le curaran la herida, pero se rechaza, en cambio, *Corría en el gimnasio a que se le fortalecieran las piernas, donde el movimiento que correr expresa no es direccional. Así pues, el complemento final introducido por a expresa la finalidad de la acción de correr a un determinado lugar en el primer caso, y su presencia está en función de que ese movimiento tenga término o destino. Se podría admitir, por tanto, un segundo complemento final en el primer ejemplo (… para poder regresar pronto al trabajo). Este complemento, también final, no resulta contradictorio, ya que modifica a toda la oración, de forma que aporta la finalidad última del evento complejo descrito en ella. Relativamente similar al contraste que ilustra el verbo correr es el que permite el verbo viajar. Salvo en los países del área andina (recuérdese el § 46.8c), se rechaza, pues, *Viajó muchos kilómetros a ver a su novia (con verbo de movimiento, pero sin complemento de destino), en contraste con Viajó a Nueva York a ver a su novia (con verbo de movimiento y complemento de destino).

46.8h Como se ha comprobado, los complementos finales introducidos por la preposición a están más próximos al predicado principal que los complementos circunstanciales de finalidad encabezados por para. De hecho, si ambos son posverbales, los primeros preceden necesariamente a estos últimos. Se dice, pues, He venido a que me hagan un certificado para que mi hija pueda inscribirse, pero no *He venido para que mi hija pueda inscribirse a que me hagan un certificado, sin pausa antes de para. También se diferencian los complementos finales construidos con a de los introducidos por para en que los primeros tienden a rechazar la negación. Se admiten, pues, Se sentaron para no discutir y también Se sentaron a discutir, pero se percibe como irregular *Se sentaron a no discutir. Las oraciones finales con a son igualmente extrañas si en la subordinada no se alude a una acción en la que participe la persona a la que se refiere el sujeto del verbo principal: Vengo {para ~ *a} que tú puedas descansar. Como antes (§ 46.8c y 46.8g), la variante con a es gramatical en el español hablado en algunas partes del área andina.

46.8i Pone igualmente de manifiesto la naturaleza más restrictiva de los complementos finales con a el hecho de que el verbo principal y el subordinado no puedan situarse en espacios temporales diferentes. En efecto, podría decirse con naturalidad Voy al médico a las siete para que me atiendan a las ocho, pero resulta forzada la variante Voy al médico a las siete a que me atiendan a las ocho. La irregularidad de esta última oración obedece a que el complemento final introducido por la preposición a y el resto del grupo verbal forman un predicado complejo, lo que guarda alguna relación con la unidad de predicación que forman las perífrasis verbales, como se explica en el § 28.1c. Los verbos ir y venir admiten, como otros verbos de movimiento, los complementos finales que se mencionan (Fui a esperarla a la estación; Vine a verte), pero también forman perífrasis verbales de infinitivo, que se estudian en los § 28.8 y 28.9r, s (Te vas a caer; Lo que el artículo viene a decir…).

46.8j En el § 28.14j se observa que los verbos ir y venir aceptan la anteposición de pronombres átonos aun siendo verbos de movimiento, es decir, incluso en los contextos en los que no forman perífrasis verbales, como en La fui a buscar a la estación (en el sentido de ‘Me desplacé a la estación a buscarla’) o en el texto siguiente: Y cuando se la [= ‘la canasta’] fue a llevar lo vio, tan solo el tiempo que hay en levantar el brazo, pero lo vio (Elizondo, R., Setenta). Como la anteposición se admite igualmente cuando esos verbos forman perífrasis, se obtienen dos sentidos en el siguiente texto, referido a cierto teléfono: Se lo fueron a poner justamente cuando no tenía ni un techo para protegerlo de la intemperie (Allende, Casa). La irregularidad de la anteposición de pronombres átonos en otros casos puede obedecer a factores diferentes, como los que se analizan en el § 16.12. La interpretación pasiva del infinitivo en construcciones como llevar la ropa a lavar o enviar el libro a encuadernar se analiza en los § 26.6d y 46.9q.

46.8k El aspecto léxico o modo de acción23.3 y 23.4) proporciona una nueva restricción a los complementos finales introducidos con a, frente a los que se forman con para. Estos últimos admiten predicados que expresan estados (para ocupar menos espacio, para poder salir de allí, para tener algo que decir), mientras que los primeros los rechazan (*a ocupar menos espacio, *a poder salir de allí, *a tener algo que decir). Se exceptúan, como en los apartados anteriores, las variantes del español andino a las que se ha hecho referencia.

46.8l Se obtiene una prueba de peso a favor del carácter argumental de los complementos finales encabezados por a en el hecho de que sea posible formar oraciones de relativo o interrogativas a partir de algún grupo nominal contenido en ellos. Los complementos circunstanciales encabezados por para rechazan esta posibilidad. Como se indica en el § 22.17, es posible formar oraciones relativas o interrogativas a partir de los elementos contenidos en los complementos argumentales, pero no a partir de los contenidos en los adjuntos (sean oracionales o no). Así pues, a partir de la oración Nos alegraremos mucho si Ana aprueba la Física, no resulta natural formar la variante *La Física es la materia que nos alegraremos mucho si Ana aprueba, puesto que la Física forma parte del complemento adjunto que se subraya. Repárese ahora en que en el medicamento que fui a comprar a la farmacia (donde no resultaría natural la variante para comprar, en lugar de a comprar), el pronombre relativo que es el complemento directo del verbo comprar, lo que no sería esperable si a comprar fuera un complemento adjunto.

46.8m Entienden otros gramáticos que es posible construir secuencias como la que se acaba de proponer porque ir a comprar constituye un predicado complejo aunque ir sea verbo de movimiento en lugar de auxiliar de perífrasis. Este predicado admite un complemento directo (que, en este caso, cuyo antecedente es el medicamento) y un complemento de destino (a la farmacia). El hecho de que pueda formarse este predicado complejo es, ciertamente, un factor relevante en estas construcciones, ya que se ha comprobado que resultan menos naturales cuando no se constituye. Se nota, de hecho, cierto contraste entre … que fui a comprar a la farmacia y … que fui a la farmacia a comprar, a favor de la primera opción. Aun así, el hecho de que esta última variante no se descarte sugiere que la formación de tal predicado complejo no es obligatoria. Ambas opciones apoyan, en cualquier caso, el carácter argumental de los complementos finales con a.

46.8n Seleccionan complementos oracionales de sentido final introducidos por la preposición a varios verbos que expresan apoyo, contribución, coacción y otras formas en que se puede manifestar la influencia de alguien sobre los demás. Pertenecen a este paradigma animar, ayudar, contribuir, obligar y otros muchos verbos similares, que se construyen con dos complementos, como en ayudar (a alguien) a hacer (algo). He aquí algunas muestras de este uso con oraciones subordinadas sustantivas de verbo en forma personal:

Ya no queda sino ayudarlo a que lleve adelante sus fines (Mallea, Bahía); Después escribe una segunda amenaza para forzarme a que te acompañe (Dorfman, Nana); Ahora que ya he tenido el gusto de satisfacer su curiosidad, le invito a que vayamos a dormir antes de que nos invada la calima (Mutis, Maqroll); ¡Don Ataúlfo, si me amáis, si me habéis amado alguna vez, en nombre de ese cariño os conjuro a que no lo creáis! (Navarro Villoslada, Urraca); Me habría inducido a que prosiguiera (Cabrera Infante, Habana); Su padre le había instado a que fuera prudente cuando llegara a Ur (Navarro, Biblia); Lo conminaron a que guardara el arma (Bolaño, 2666); Al mismo tiempo me urgían a que los imitara, pues ya estaba allí el Espíritu Santo (Vargas Llosa, Pez); Me obliga usted a que le rebaje el sueldo a la paga de subteniente (Roa Bastos, Supremo); Se sumaban a modo de otros tantos indicios que me exhortaban a que me preparase (Mujica Lainez, Escarabajo).

El uso, hoy infrecuente, del verbo persuadir con la preposición a corresponde a esta misma pauta: Si te persuadieran a que mataras a tu mujer y a tus hijos con algún truculento y agudo alfanje, no fuera maravilla que te mostraras melindroso y esquivo (Cervantes, Quijote II).

46.8ñ Los complementos que se mostraron en los ejemplos del apartado anterior expresan el destino que se da a alguna acción, más exactamente el fin al que se dirige la ayuda, la imposición o la contribución de las que se habla. Con muchos verbos de este grupo se admite la alternancia a ~ para. Se obtienen así pares como conminarlo {a ~ para} que ceda; persuadirlo {a ~ para} que se presente; urgir a alguien {a ~ para} que termine algo. Sin embargo, la alternancia no se extiende a todos ellos ni resulta igualmente natural en todos los pares: obligarla {a ~ *para} levantarse. Pueden verse otros detalles sobre este paradigma en el § 36.6j.

46.8o Forman un último grupo de verbos que admiten complementos argumentales de sentido final encabezados por la preposición a los verbos aguardar y esperar, como en los ejemplos que se citan a continuación:

El capitán aguardó a que el pinche cerrara la puerta corredera (Delibes, Hereje); Lo rehuía porque me daba vergüenza que viera en mí el cumplimiento de sus vaticinios: pasaban años y yo seguía esperando a que me saliera algo mejor (Muñoz Molina, Sefarad).

El verbo esperar tiene distinto significado como verbo transitivo y como verbo de régimen. La construcción transitiva esperar algo equivale a ‘desear o anhelar algo’, mientras que la presencia de un complemento de régimen introducido por a, como en esperar a algo, induce la interpretación ‘no empezar a actuar hasta que suceda’. La diferencia de régimen tiene repercusiones morfológicas, puesto que, como verbo transitivo, el derivado nominal de esperar es esperanza y, como verbo de régimen, es espera.

 

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