Cuestiones generales

1.9 Unidades sintácticas (I). Clases de palabras. Criterios de clasificación

1.9a Se llaman clases sintácticas de palabras, categorías gramaticales o simplemente clases de palabras los paradigmas (en el sentido de las series o los repertorios) que estas forman en función de sus propiedades combinatorias fundamentales y de las informaciones morfológicas que aceptan. Aunque se emplea todavía en alguna ocasión el término partes de la oración, que tradicionalmente se asignaba a estas unidades, no es de uso general entre los gramáticos actuales porque no todas ellas son, en sentido estricto, componentes de las oraciones que puedan considerarse paralelos, y también porque las oraciones no son las únicas unidades complejas que la sintaxis reconoce. En otras tradiciones gramaticales se usan términos equivalentes como partes del habla o partes del discurso, entre otros. Repárese en que el artículo no es tanto un componente de la oración o del discurso como una parte del grupo nominal que forma con el sustantivo y sus posibles modificadores. Se aplican razonamientos similares a otras clases de palabras. El término categorías gramaticales se usa en dos sentidos: en el primero, equivale a las clases sintácticas de palabras. En el segundo, se utiliza para hacer referencia a la información gramatical contenida en los morfemas flexivos, como género, número, caso, etc.

1.9b Los gramáticos de todas las épocas han identificado los paradigmas que constituyen las clases de palabras, aunque los han agrupado de formas diversas. En la actualidad son muchos los autores que reconocen entre las clases sintácticas de palabras el artículo (el, un), el sustantivo (aire, prudencia), el adjetivo (limpio, literario), el pronombre (tú, quien), el verbo (ser, hablar), el adverbio (lejos, abiertamente), la preposición (de, durante), la conjunción (y, aunque) y la interjección (eh, vaya). Las unidades más polémicas de esta relación son el pronombre, el adjetivo y el adverbio, ya que los subgrupos que se suelen establecer entre ellas dan lugar a clases cruzadas, como se verá en esta misma sección. Corresponde a la teoría gramatical determinar las clases de palabras que se reconocen, así como los criterios (morfológicos, combinatorios, semánticos, etc.) que se utilizan para delimitarlas. Ciertas clases de palabras se establecen en función de agrupaciones transversales de las categorías que se han mencionado. Se analizarán en esta sección (§ 1.9l-z) algunos de los paradigmas así formados.

1.9c Las clases fundamentales de palabras pueden agruparse en función de diversos criterios. Por su significado, se distinguen las unidades llamadas léxicas de las denominadas gramaticales, a veces también funcionales. El término gramatical se usa aquí en sentido restringido, ya que, al tener las piezas léxicas propiedades gramaticales, no puede decirse que sean ajenas a la gramática. Desde este punto de vista, se suele emplear el término gramatical aplicado a las palabras que aportan significaciones abstractas determinadas por la gramática misma, tales como la referencia, la pluralidad, las marcas sintácticas de función (como las preposiciones a o de) y otras unidades semejantes. Aportan informaciones gramaticales los artículos, los demostrativos, los indefinidos, los pronombres, algunos adverbios (aquí, así, allí), ciertas preposiciones en algunos casos (a, de, con), algunas conjunciones (y, pero) y algunos verbos (ser, haber), mientras que aportan informaciones léxicas los sustantivos, los adjetivos, la mayor parte de las demás categorías y otras subclases de las mencionadas. Aunque la distinción es pertinente, suele reconocerse que presenta a menudo límites borrosos, especialmente cuando los paradigmas cerrados que forman las preposiciones o las conjunciones se amplían para dar lugar a un gran número de locuciones (§ 1.10).

1.9d Atendiendo a su capacidad flexiva (es decir, a la posibilidad de constituir paradigmas morfológicos), las palabras suelen dividirse en variables e invariables. Las primeras admiten algún tipo de flexión, a diferencia de las segundas. Son variables los artículos, los adjetivos, los pronombres, los sustantivos, los verbos y otros modificadores nominales (pero no todos; nótese que cada, más o tres no poseen flexión alguna). Son invariables las preposiciones (de, para), las conjunciones (y, aunque), las interjecciones (vaya, ni modo) y los adverbios (bien, lentamente). A todas estas clases de palabras se dedican capítulos diferentes en esta obra. Los sustantivos admiten, como se explicó, flexión de número (casa/casas) y a veces de género (muchacho/muchacha); las formas personales del verbo aceptan flexión de tiempo, modo, número y persona (cant-a-ría-mos). Las particularidades morfológicas de algunas palabras dan lugar a numerosas subclases. Así, existen adjetivos (fiel, mejor), pronombres (yo, usted) y sustantivos de persona (pianista, turista) sin variación de género; sustantivos (crisis, lunes) sin flexión de número, además de verbos con restricciones de persona o de tiempo, como se indica en los apartados siguientes.

1.9e Todas las clases de palabras mencionadas admiten subdivisiones que atienden a diversos criterios gramaticales. Así, los artículos se suelen dividir en definidos o determinados (el, las) e indefinidos o indeterminados (un, unas). Aun así, el segundo grupo es más polémico que el primero, ya que, en opinión de algunos gramáticos, un(o) no comparte grupo con el o la, sino con algún o alguno, es decir, con otros indefinidos. Los sustantivos se dividen en comunes (mesa, verdad) y propios (Antonio, China). Los comunes se subdividen a su vez en contables o discontinuos (árbol) y no contables o continuos (arena). También se subdividen, con otro criterio, en individuales (soldado) y colectivos (ejército). Admiten asimismo otras divisiones que tienen consecuencias para el significado, ya que pueden denotar personas, cosas materiales, lugares, tiempos o sucesos, entre otras nociones. En el capítulo 12 se analizan las propiedades gramaticales de las diversas clases de sustantivos.

1.9f Los adjetivos (capítulo 13) se dividen, fundamentalmente, en calificativos (alto, veraz) y relacionales o de relación (químico, parlamentario), si bien ambas clases admiten subdivisiones, que son examinadas en los § 13.2 y 13.12. Los adjetivos calificativos expresan propiedades de las personas o las cosas, mientras que los de relación introducen ámbitos que las afectan o en los que participan. Algunos adjetivos pueden pertenecer a ambos paradigmas en función del contexto. Así, la expresión reforma constitucional puede aludir a cierta reforma que está de acuerdo con la constitución (por tanto, ‘que es constitucional’, uso calificativo de constitucional), pero también a una reforma que modifica la constitución (o ‘de la constitución’, uso relacional del mismo adjetivo). Ciertas clases tradicionales de adjetivos, como la de los gentilicios (castellano, chileno, rosarino), se consideran hoy grupos particulares dentro de los adjetivos de relación. Existe un sentido amplio de la categoría de adjetivo que permite aplicarla a otras clases de palabras que modifican a los sustantivos (algún, cierto, más, otro, etc.). Se dedican a esta cuestión los § 13.9-11.

1.9g Los adverbios y las locuciones que forman (capítulo 30) se suelen dividir según su significado (de lugar, de tiempo, de cantidad o grado, de modo, etc.), agrupación que admite a su vez otras subdivisiones. Así, los adverbios de tiempo se clasifican en referenciales o de localización (entonces, actualmente), de duración (brevemente, siempre) y de frecuencia (a menudo, semanalmente). Junto a estas, pueden establecerse otras clases de adverbios en función de diversos criterios sintácticos, entre los que están su incidencia sobre otras clases de palabras o la posición que ocupan. Las conjunciones (capítulo 31) suelen dividirse en coordinantes (y, pero) y subordinantes (aunque, si), atendiendo a criterios sintácticos. Las interjecciones se agrupan en varias clases en función de criterios semánticos y pragmáticos, pero también poseen propiedades sintácticas, como se explica en el capítulo 32.

1.9h Los pronombres son palabras que se usan para referirse a las personas, los animales o las cosas sin nombrarlos o sin manifestar el contenido léxico que les corresponde (él, que, le, eso). Al igual que los sustantivos o los grupos nominales, desempeñan funciones sintácticas, es decir, pueden ser sujetos o complementos de diverso tipo. Se llaman pronombres personales los que manifiestan rasgos gramaticales de persona: yo, tú, él, etc. Como se señaló en el § 1.8k, la información de persona distingue al que habla de aquel a quien se dirige la conversación y de aquel o aquello de lo que se habla. Como allí se señaló, en un sentido amplio se dice que en los sustantivos (casa, flor, Lourdes) y en los demás pronombres (todo, eso) se reconocen rasgos de tercera persona, que se manifiestan en la concordancia. En el sentido restrictivo (§ 16.1b), se aplica el concepto de persona a los paradigmas que muestran las tres opciones, esto es, las tres personas gramaticales. Solo los pronombres personales y los posesivos (que se asimilan en parte a ellos, como se explica más adelante) poseen flexión de persona. Los pronombres personales de tercera persona designan seres humanos (Ella no lo miró; desde que la contrataron), pero también pueden hacer referencia a animales, objetos, eventos, situaciones y otras nociones concretas y abstractas, algunas de las cuales se pueden expresar mediante oraciones:

Es necesario llegar a un acuerdo > Ello es necesario; No cierres la puerta > No la cierres; debajo de
este puente > debajo de él; no dar importancia a que se vista de esa forma > no dársela.

Los pronombres personales de primera y segunda persona (yo, tú, vos, etc.) designan a los participantes directos en el discurso. Los pronombres personales se clasifican en función de varios criterios morfológicos (la persona, el género, el número y el caso), un criterio morfofonológico (la tonicidad) y un criterio sintáctico (la reflexividad). Los grupos obtenidos de estas subdivisiones se analizan pormenorizadamente en el capítulo 16. Sobre las clases de pronombres, véanse los § 1.9l y ss. y también el § 16.3.

1.9i Los verbos admiten gran número de subdivisiones porque aportan varias informaciones morfológicas, y también porque las relaciones de dependencia que contraen con otras secuencias articulan en buena medida la estructura de la oración. Aplicando un criterio morfológico, se distingue entre las formas personales del verbo, llamadas también flexionadas, flexivas o conjugadas (canto, cantaría, he cantado), y las formas no personales, que en la tradición gramatical hispánica han sido llamadas también no flexionadas, no flexivas, no conjugadas, no finitas, así como verboides. El término no flexivo ha sido criticado porque da a entender, indebidamente, que morfemas como -ndo no forman parte de la flexión verbal. Las formas no personales del verbo son el infinitivo (cantar), el gerundio (cantando) y el participio (cantado). A las formas personales del verbo se dedican los capítulos 23, 24 y 25, además de varias secciones en el capítulo 33, en las que se analiza la concordancia «sujeto–verbo». El infinitivo se estudia en el capítulo 26; el gerundio y el participio se analizan en el capítulo 27. A la flexión verbal se dedica el capítulo 4, y a la formación de verbos, el capítulo 8.

1.9j Los verbos se suelen distribuir en varios grupos atendiendo a sus propiedades morfológicas y sintácticas. La mayor parte de ellos admiten todos los tiempos, números y personas, pero un grupo nutrido, llamados defectivos, están limitados en algunas de estas posibilidades. La defectividad verbal puede tener causas morfológicas o sintácticas, pero también semánticas, como en el caso de los verbos terciopersonales. Estos verbos se construyen en tercera persona, con las escasas excepciones que se explicarán en los lugares oportunos. Carecen unas veces de sujeto (llover, haber), y se llaman entonces impersonales, pero no así otras (acontecer, ocurrir, suceder). Ciertos verbos (por lo general, poco usados) rechazan algunas de las personas gramaticales por razones morfológicas, como aterir, balbucir o desvaír. Otros no poseen limitaciones relativas a la persona, pero sí al tiempo, como sucede con soler. Estas cuestiones se analizan en los capítulos 4 y 41.

1.9k Las funciones sintácticas adscritas a cada verbo permiten distinguir entre los transitivos (preparar), los intransitivos (bostezar) y los copulativos (ser). Pueden ser, a su vez, pronominales muchos del segundo grupo (enamorarse) y algunos del primero (creerse una historia). Unos pocos verbos intransitivos son o no pronominales en función de factores geográficos (enfermarse ~ enfermar). Se analizan todas estas divisiones en los capítulos 34, 35 y 41. Teniendo en cuenta su naturaleza nuclear o subsidiaria respecto de otra categoría, se distingue entre los verbos plenos y los auxiliares, estos últimos divididos a su vez en varios grupos, según el tipo de perífrasis a que den lugar. Las clases semánticas de verbos se agrupan en dos grandes bloques: clases aspectuales y clases nocionales. Las clases aspectuales de verbos se llaman también clases eventivas porque se establecen en función de los tipos de eventos o sucesos (acciones, estados o procesos) que designan. Así pues, tales agrupaciones, que tienen numerosas consecuencias sintácticas (§ 23.3 y 23.4), se establecen a partir del modo de acción de los verbos o de los predicados verbales (recuérdense los § 1.8ñ, o). Se distinguen asimismo varias clases nocionales de verbos. Estas clases agrupan los predicados verbales de acuerdo con numerosos criterios semánticos: verbos de percepción, de voluntad, de pensamiento, de movimiento, de lengua, de reacción afectiva, etc. Al igual que en otras gramáticas —y a diferencia de los estudios lexicológicos—, no se asignan aquí capítulos específicos a las clases semánticas de verbos. No obstante, se explica en el texto que estos grupos permiten establecer ciertas generalizaciones que resultan particularmente pertinentes para el estudio de los modos, de la concordancia de tiempos, de ciertos modificadores adverbiales y de algunas expresiones cuantificativas. Son asimismo pertinentes para la interpretación de los gerundios y los participios, así como de los atributos y de otras funciones sintácticas.

1.9l Existen otras clases gramaticales de palabras que constituyen agrupaciones transversales de las clases examinadas en los apartados precedentes. Es importante resaltar que las palabras se clasifican en grupos sintácticos que pueden resultar compatibles entre sí, puesto que cada uno de ellos representa alguna de sus propiedades sintácticas o semánticas. Muchos gramáticos contemporáneos entienden por ello que algunas de estas propiedades constituyen rasgos cruzados, es decir, particularidades no contradictorias entre sí que acercan clases sintácticas en principio diferenciadas (de acuerdo con los criterios introducidos en los apartados anteriores), pero que explican diversos aspectos de su funcionamiento y de su significación. En los apartados que siguen se introducirán de manera sucinta algunas de estas agrupaciones.

1.9m En la tradición gramatical hispánica ha sido frecuente analizar los indefinidos y los numerales cardinales como clases de adjetivos, entendiendo adjetivo en sentido amplio, es decir, como aquella categoría que modifica a los sustantivos (alguna oportunidad, tres árboles, varios aciertos, todo cuerpo, sin duda {ninguna ~ alguna}, ¿Cuántos gorriones viste?), y también como una clase de pronombres, en tanto que pueden subsistir sin los sustantivos y desempeñan las mismas funciones sintácticas que ellos (No me queda ninguna; He leído tres; Llegaron todos; Alguno habrá; ¿Cuántos viste?). Se ha señalado reiteradamente que, aun siendo correcta en lo fundamental, esta división tradicional no permite agrupar en una misma categoría los adjetivos indefinidos (mucha alegría) y los adverbios de grado o de cantidad relacionados con ellos (muy alegre). Se pierde, pues, una generalización necesaria sobre estas palabras, aunque se describan correctamente otros aspectos de su funcionamiento gramatical. Si los indefinidos han de constituir una subdivisión de los adjetivos (No le dio muchas oportunidades), otra subdivisión paralela de los pronombres (No le dio muchas) y otra de los adverbios (Últimamente no viajo mucho), habrá de reiterarse buena parte de sus propiedades cuando se analice por separado cada una de estas tres clases de palabras. Esta forma de proceder introduce, por tanto, un notable grado de redundancia en el sistema gramatical. Un análisis alternativo, que evita la duplicación categorial, consiste en considerar que tanto en tres árboles como en tres, el numeral cardinal es un adjetivo, con un nombre tácito en el segundo caso. Se retomará este punto en el § 1.9u.

1.9n Estas consideraciones y otras similares justifican que haya pasado a ser de uso general en la lingüística contemporánea el concepto transversal de cuantificador19.2h-p), en el sentido de ‘categoría gramatical que expresa cantidad, número o grado’. Como se ha explicado, los cuantificadores pueden ser elementos adverbiales (La película no me gustó nada), pronominales (Hoy he preparado poco, refiriéndose al café) o adjetivales (Te quedan algunos días). Pueden ser también nominales, como en la inmensa mayoría de los ciudadanos. Si, en lugar de atender a la clase de palabras a la que corresponden los cuantificadores se considera la noción cuantificada, pueden distinguirse entre los que cuantifican entidades individuales (muchos árboles, tantas oportunidades, pocos soldados), los que cuantifican materias o sustancias, así como las nociones abstractas que se asimilan a ellas (bastante agua, demasiado viento, poca paciencia), y los que cuantifican el grado en que se aplica alguna propiedad (muy pequeño, tan alto, más deprisa). Los cuantificadores que modifican a los verbos (viajar poco, estudiar mucho un asunto) abarcan un conjunto más amplio de nociones, como se verá en los § 19.2ñ y 30.4m, ñ.

1.9ñ En los capítulos 19 y 20 se clasifican también los cuantificadores en función de su significado. Como allí se explica, los grupos fundamentales son los universales o fuertes (todo) y los no universales, indefinidos o débiles. Estos últimos se subdividen, a su vez, en existenciales (alguno), de indistinción (cualquiera), numerales (cuatro), evaluativos (muchos) y comparativos (más). Los cuantificadores comparativos presentan muchas particularidades, por lo que se dedica casi todo un capítulo (nº 45) a analizar las construcciones que los contienen. Los consecutivos (Tenía tanto sueño que caí rendido), que se estudian en los § 45.14d y ss., se parecen a los anteriores en muchos aspectos, pero tienen puntos de contacto con los demostrativos. Los cuantificadores numerales (tres árboles, la octava parte) se agrupan en algunas clasificaciones con los evaluativos, con los que poseen varias propiedades en común. No obstante, se caracterizan por numerosas peculiaridades, por lo que se examinan en esta obra en un capítulo independiente (el número 21). Los numerales se subdividen en cardinales (cinco), ordinales (quinto), multiplicativos (quíntuple) y fraccionarios (quinto o quinta parte). Son asimismo expresiones cuantificativas algunos otros pronombres, adjetivos y adverbios.

1.9o También los demostrativos pertenecen a más de una clase gramatical. Aunque algunos gramáticos han hecho notar, correctamente, que les correspondería con mayor propiedad el término mostrativos (puesto que su papel no es el de demostrar, sino el de mostrar), en la lingüística contemporánea escrita en español o en otras lenguas se ha generalizado la etiqueta tradicional demostrativos, que también se usa aquí. Los demostrativos coinciden con los pronombres personales en su naturaleza deíctica. También guardan relación con el artículo determinado, con el que comparten su naturaleza definida y con el que alternan en ocasiones (el que lo sepa ~ aquel que lo sepa). Los adverbios demostrativos (aquí, ahí, allí, acá, allá, así, entonces) expresan contenidos deícticos temporales o locativos. Se analizan en los § 17.8 y 17.9. Los demostrativos que poseen flexión coinciden con los artículos, y también con muchos cuantificadores, en que pueden incidir sobre elementos nulos o tácitos (en uno de los análisis posibles de estas expresiones): este Ø de aquí, algunos Ø de mi pueblo, muchos Ø que no habían recibido la noticia.

1.9p El análisis del elemento tácito que se acaba de esbozar, muy extendido hoy entre los sintactistas, solía ser evitado en la tradición gramatical de forma que se optaba en su lugar por duplicar las clasificaciones de demostrativos y de indefinidos, como se señaló en el § 1.9m. Era, pues, relativamente frecuente considerar que son elementos adjetivales las voces subrayadas en Quiero este libro; Tiene mucha iniciativa; Existen cuatro posibilidades, o la segunda ocasión; y pronominales, en cambio, las marcadas en Quiero este; Iniciativa, no tiene mucha; En cuanto a las posibilidades existentes, solo veo cuatro, o Erró en la primera ocasión, pero no en la segunda. Este tipo de adjetivos se denominan a veces adjetivos determinativos para diferenciarlos de los adjetivos calificativos y relacionales, es decir, de los adjetivos en sentido estricto. Se ha observado que incluso las propuestas que postulan este desdoblamiento —evitando así sustantivos o grupos nominales tácitos— se ven abocados a aceptar estos últimos para explicar alternancias como La mayor parte estaban {estropeados ~ estropeadas} o El veinte por ciento son {mexicanos ~ mexicanas}. Como norma general, se opta aquí por el análisis de estas construcciones que acepta el elemento nominal tácito, pero se recordará en los apartados correspondientes que algunos autores prefieren no acudir a él y mantener el desdoblamiento en los términos mencionados.

1.9q Los demostrativos señalan a una persona, un animal o una cosa en función de su distancia respecto del hablante o el oyente: esta mesa, aquel árbol. La distancia puede ser temporal, como en aquellos años. Los adverbios demostrativos pueden parafrasearse como demostrativos y sustantivos temporales o locativos, como aquí ‘en este lugar’, o entonces ‘en aquel tiempo’. Poseen, sin embargo, una serie de características particulares que los diferencian de los demás demostrativos, como se explica en los § 17.7-9. Existe un estrecho vínculo entre los paradigmas que forman los demostrativos y los que constituyen los pronombres personales (yo, tú, él), puesto que las relaciones deícticas (recuérdese el § 1.9o) que expresan los primeros se definen en función de los segundos. Se usa a veces la noción de campo referencial para abarcar ambas series. El paralelismo entre ellas no es, sin embargo, absoluto, ya que los demostrativos no poseen rasgos de persona (frente a personales y posesivos), y también porque el español es peculiar en el hecho de manifestar tres grados de proximidad en el paradigma de los demostrativos, frente a otras muchas lenguas que los limitan a dos. Casi todas establecen, en cambio, tres niveles de distinción en el ámbito de la persona. Los demostrativos no son compatibles con los artículos en posición prenominal, pero sí lo son cuando los primeros ocupan la posición posnominal (como en el ruido este), con ciertas restricciones que se analizan en el § 17.5.

1.9r Suele aceptarse hoy que los artículos, los demostrativos y los posesivos constituyen la clase gramatical de los determinantes o determinativos. Si se interpreta este término en un sentido amplio, de forma que dé cabida a otras unidades que legitiman a los sustantivos como argumentos de un predicado, la clase de los determinantes se amplía para dar cabida a los cuantificadores prenominales (alguna, tres, muchos, etc.). Los posesivos (capítulo 18) se asimilan en parte a los artículos y los demostrativos, en cuanto que ocupan a veces la misma posición inicial en el grupo nominal ante los adjetivos, como en {mi ~ esta ~ la} pequeña casa. Esta coincidencia del español actual es, sin embargo, relativamente accidental, puesto que la pauta que representa la mi casa era posible en la lengua antigua, como lo es hoy en italiano, catalán y otras lenguas románicas. También lo es en algunas variantes del español europeo, como se explica en los § 18.2l, m. Asimismo, la construcción esta mi casa (con «demostrativo + posesivo») es hoy arcaica, pero no inusitada. Los posesivos aportan, por otra parte, informaciones características de los pronombres personales (mío=‘de mí’).

1.9s En la tradición gramatical hispánica se plantea con frecuencia —de manera directa unas veces e indirecta otras— la paradoja que supone asignar los posesivos a la categoría de los pronombres (puesto que poseen, como los personales, rasgos de persona: primera, segunda y tercera) y a la vez a la categoría de los elementos determinativos o la de los adjetivos, ya que pueden ser prenominales (mi casa) y concuerdan con los nombres (mis amigos, cosas suyas), a diferencia de los pronombres. Este problema desaparece en buena medida si se entiende que los posesivos, al igual que los cuantificadores o los demostrativos, constituyen una clase transversal. En la actualidad, son muchos los gramáticos que analizan los posesivos como una variante morfológica de los pronombres personales, puesto que poseen, como ellos, rasgos de persona, además de naturaleza referencial. Esta capacidad se manifiesta en la propiedad de poder ser antecedentes de los pronombres reflexivos (su preocupación por mismo) o de poder actuar como variables ligadas (Cada arquitecto presentó su proyecto: § 18.6m), entre otros rasgos que no comparten con los adjetivos. La posición prenominal o la naturaleza átona de algunos posesivos no los convierten, desde este punto de vista, en elementos análogos a los artículos o a los adjetivos, aunque compartan con ellos otras propiedades formales. Los posesivos se dividen en prenominales (sus manías) y posnominales (manías suyas). Estos últimos ejercen, como los adjetivos, la función de atributo: La casa es suya.

1.9t Existen otros puntos de contacto entre los pronombres personales y los posesivos. Los grupos formados con «de + pronombre personal» y las secuencias «de + grupo nominal» se coordinan con los posesivos, como en No sé si es mío, de ustedes o de otra persona, o alternan con ellos, como en Tenía una foto {de nosotros ~ nuestra} (la primera opción es más frecuente que la segunda en el español americano). En ciertos casos, los posesivos concuerdan con los pronombres personales en rasgos de persona. Así, vuestro concuerda con vos en el llamado uso reverencial16.7d, e), como en si vos dais vuestro consentimiento (donde se rechaza *… su consentimiento). Se trata de una propiedad característica del paradigma de los pronombres personales, pero más bien ajena al de los adjetivos. Por otra parte, los posesivos de segunda persona pueden interpretarse genéricamente, es decir, con el sentido de ‘uno’, ‘cualquiera’, etc. (si le dices a tu jefe que…). También este rasgo es característico de los pronombres personales y de la flexión verbal de segunda persona (En el mundo de hoy, si () no sabes nada de informática estás perdido). Se examinan otros puntos de contacto entre pronombres personales y posesivos en los § 18.1a y 18.6.

1.9u El problema de las clasificaciones cruzadas, al que se aludió en los apartados precedentes, ha recibido numerosas soluciones en la tradición gramatical hispánica, pero no será posible exponerlas aquí una a una. Baste recordar que algunos gramáticos —plenamente conscientes de los problemas clasificatorios que se plantean— optaron por convertir en transversal la clase de los pronombres, lo que da lugar a distinguir entre pronombres sustantivos, pronombres adjetivos y pronombres adverbiales. Los primeros funcionarían como los sustantivos (¿Qué elegiste?; Quiero este), los segundos incidirían sobre los sustantivos como lo hacen los adjetivos o los determinantes (¿Qué libro elegiste?; Quiero este libro; ¿Cuánto dinero cuesta?) y los terceros desempeñarían las funciones características de los adverbios (¿Cuánto engordó?; Cuando quieras). En los estudios sintácticos modernos se ha hecho notar que si todas las informaciones categoriales (nombre, cuantificador, relativo, etc.) se consideran rasgos gramaticales, el problema de elegir cuáles son los elementos fijos del paradigma y cuáles los transversales pasa a subordinarse a otro: el de determinar y restringir los haces de rasgos adecuados, es decir, las agrupaciones que pueden darse entre ellos (tanto en español como en otras lenguas). Aun así, se tratan aquí como transversales, en el sentido explicado, los demostrativos, los posesivos, los cuantificadores, los relativos, los interrogativos y los exclamativos. Se analiza, pues, nuestra en la casa nuestra y en la nuestra como adjetivo posesivo, y en nuestra casa como determinante posesivo. El demostrativo este se considera determinante en este coche. En cambio en Este no corría se puede considerar pronombre, pero también determinante si se supone un núcleo nominal tácito: Este Ø no corría. Como se ha visto, los demostrativos pospuestos (el coche este) se asimilan a los adjetivos. Se piensa, análogamente, que los cuantificadores indefinidos muchos, tres o más pueden analizarse como pronombres en {Muchos ~ Tres ~ Más} vinieron, pero también como adjetivos determinativos que inciden sobre un nombre o un grupo nominal tácito: {Muchos ~ Tres ~ Más} Ø vinieron. Aun así, conviene recordar que el sentido que recibe en la tradición el término adjetivo determinativo no es distinto del que corresponde hoy al término determinante.

1.9v Un cruce similar de propiedades gramaticales se produce en las palabras relativas, interrogativas y exclamativas. Estas tres clases, cuyas analogías y diferencias se estudian en el § 22.2, admiten una subdivisión análoga a la que se suscitaba en el caso de los cuantificadores:

  pronombre determinante adverbio
Relativos el libro que lees cuyo libro cuando quieras
Interrogativos ¿Qué lees? ¿Qué libro lees? ¿Cómo estás?
Exclamativos ¡Qué dices! ¡Qué cosas dices! ¡Cuánto trabajas!

Como se acaba de recordar, la columna central corresponde a los adjetivos determinativos de algunas gramáticas tradicionales, opción que se considera igualmente justificada. Tal elección responde al sentido amplio del término adjetivo que se suele manejar en la tradición y que muchos gramáticos extienden a los indefinidos, a los demostrativos y a los posesivos en su papel de modificadores nominales. En el capítulo correspondiente, se analiza la forma qué en ¡Qué cosas dices! como un determinante exclamativo.

1.9w Todos los relativos tienen antecedente, sea este explícito o implícito. Así, libro es el antecedente de que en el libro que estoy leyendo. Los relativos forman parte de oraciones que constituyen modificadores predicativos (sean restrictivos o apositivos: § 44.1l), en lo que se asemejan a los adjetivos. No obstante, el antecedente de los relativos está a menudo incluido en ellos (cuando, ‘el momento en que’; quien, ‘el que o la persona que’, etc.). Los relativos que contienen de manera implícita su antecedente (quien, cuando, donde, como) se llaman relativos sin antecedente expreso o relativos con antecedente tácito. Las oraciones que forman se denominan relativas sin antecedente expreso o relativas libres. Así, el pronombre quien en la expresión Esta noche vendrá quien tú bien sabes encabeza una oración de relativo sin antecedente expreso que desempeña la función de sujeto. Aun sin estar presente desde el punto de vista morfológico, el antecedente se interpreta semánticamente (‘la persona’). Cuando se emplean los relativos el que, la que, los que o las que, en lugar de quien o quienes, se acude a veces a la denominación alternativa relativas semilibres. Como otras piezas léxicas, los relativos pueden encabezar un grupo sintáctico, que se denomina grupo relativo. Así, en el niño que vino, el grupo relativo está constituido solo por el pronombre relativo que, pero en la llave con la que abrió la puerta, el relativo la que se inserta en el grupo preposicional relativo con la que. Se analizan sus propiedades en los § 22.3, 44.2 y 44.3. Así pues, el antecedente del relativo es unas veces externo a él (libro en el libro que estoy leyendo) y otras interno, en el sentido de incorporado a su significación (‘persona’ en Vendrá quien tú digas).

1.9x En el significado de los interrogativos y los exclamativos se suele reconocer un componente determinativo o cuantificativo (‘qué’, ‘cuál’) y otro que designa una noción nominal (‘persona’, ‘cosa’, ‘lugar’, ‘modo’, ‘tiempo’, etc.). Este último es análogo al antecedente interno de los relativos. Así, el pronombre interrogativo quién significa aproximadamente ‘qué persona’; qué equivale a ‘qué cosa’; cuándo, a ‘qué tiempo’ (¿De cuándo es este libro?) o a ‘en qué tiempo’ (¿Cuándo vendrás?); cómo equivale a ‘qué modo’, ‘en qué modo’ o ‘de qué modo’, etc. En cada una de estas paráfrasis se pone de manifiesto que la forma interrogativa establece una incógnita que corresponde a diversas nociones semánticas asociadas a ella. Como se muestra en los § 43.7b, d, no todas esas expresiones se usan para construir preguntas, pero todas ellas establecen una elección entre varias opciones. La siguiente tabla recapitula los rasgos semánticos de los que se acaba de hablar:

  relativos interrogativos exclamativos
Persona que, quien(es), cual(es) quién(es), cuál(es) quién(es), cuál(es)
Cosa que, cual(es) qué, cuál(es) qué, cuál(es)
Lugar donde dónde dónde
Tiempo cuando cuándo cuándo
Modo como cómo cómo
Cantidad y grado cuan, cuanto(s) cuánto(s) cuán, cuánto(s)

El relativo cual(es) solo se usa precedido de artículo determinado, por lo que se suele considerar, como se hace también aquí (§ 22.1f), que artículo y relativo constituyen un relativo complejo (el cual, la cual, los cuales, las cuales). La variante cuán no es imposible entre los interrogativos (¿Cuán grave es su enfermedad?), pero está muy restringida (§ 22.14o). Los cuantificadores cuanto y cuánto admiten variantes de género y número. Los paradigmas que les corresponden son, por tanto, respectivamente, cuanto, cuanta, cuantos, cuantas y cuánto, cuánta, cuántos, cuántas, mientras que quién, quien, cuál y cual presentan solo variación de número. Entre las interrogativas y las exclamativas existen algunas diferencias formales, que se analizan en el § 42.14.

1.9y Los posesivos se cruzan igualmente con los paradigmas que se acaban de examinar. Existen, pues, determinantes relativos posesivos (el libro cuyo autor mencioné). En la lengua antigua y clásica existieron también los pronombres relativos posesivos, como en Él fue a cuya era la casa (Santa Teresa, Fundaciones), los pronombres interrogativos posesivos, como en ¿Y cúyos eran sus cuerpos, sino míos? (Cervantes, Quijote II), y también los determinantes (o adjetivos determinativos) interrogativos posesivos: Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena? (Garcilaso, Poesías). Todas estas variantes se analizan en los § 22.5 y 22.14y. En la tabla siguiente se recapitulan otros cruces categoriales semejantes:

  pronombre adverbio determinante o adjetivo determinativo
Relativos cuantos quiera cuanto vivas cuantos libros quieras
Interrogativos ¿Cuántos quieres? ¿Cuánto te gusta? ¿Cuántos años vivió?
Exclamativos ¡Cuánto has traído! ¡Qué bien vives! ¡Cuántas cosas me contó!
Comparativos Trajo más que yo Viajas más que yo Tiene menos años que yo
Consecutivos Trajo tantas que… Viaja tanto que… Tiene tantos años que…

Los relativos dan lugar, además, a un paradigma que no comparten con las otras clases de palabras que se mencionan en esta tabla. Se trata de los relativos indefinidos o inespecíficos (quienquiera, cualquiera, dondequiera, etc.), que se estudian en el § 22.12.

1.9z El problema de las clases transversales puede extenderse a otras unidades en función de los criterios de clasificación que se usen. En algunos análisis tradicionales se agregan a la relación de conjunciones y locuciones conjuntivas las expresiones consecuentemente, entonces, consiguientemente, por consiguiente, por (lo) tanto, en consecuencia, por ende, de resultas y otras similares. Como se hace notar en el § 31.11l, en la actualidad se suelen interpretar estas partículas como adverbios o locuciones adverbiales, en lugar de como conjunciones, por lo que se analizan en el capítulo 30. Sobre esta cuestión, véase también el § 46.11k. El hecho de que el adverbio consecuentemente establezca una relación causal entre dos oraciones no permite considerarlo conjunción, aunque sí puede ser considerado conector o marcador. Las conjunciones constituyen, por tanto, una clase sintáctica de palabras, junto con las preposiciones, los adverbios o los pronombres, mientras que los conectores son una clase discursiva que puede estar formada por adverbios, preposiciones, conjunciones e incluso por segmentos más complejos. Algunos gramáticos entienden, de hecho, que al igual que no hay contradicción en asignar a la función informativa llamada tema40.1d) segmentos que corresponden a categorías y a funciones sintácticas diferentes, tampoco existe contradicción en considerar conectores elementos que pertenecen a clases de palabras igualmente distintas. Aunque cabría pensar que el término conector designa más una función discursiva que una clase de palabras, las formas de conexión a las que puede dar lugar son tan variadas y admiten tantas subclases (§ 30.12, 30.13, 31.2 y 31.9) que resulta difícil dar un contenido preciso a esa hipotética función.

 

Nueva gramática de la lengua española
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