Morfología

2. El género

2.4 Sustantivos comunes y ambiguos en cuanto al género. Consecuencias sintácticas de la distinción

2.4a Como se ha explicado, algunos sustantivos animados están marcados para los dos géneros, de modo que no permiten distinguir el sexo de las entidades que designan mediante el empleo de desinencias. Esta información se obtiene indirectamente, es decir, a través de la concordancia con adjetivos y determinantes. A estos sustantivos se les llama, como se adelantó en el § 2.1g, comunes en cuanto al género: el cónyuge/la cónyuge; el pianista/la pianista; el testigo/la testigo. Así pues, cabe decir Su cónyuge está enfermo y también Su cónyuge está enferma; La testigo estaba irritada o El testigo estaba irritado, y pueden construirse asimismo secuencias como varios pianistas polacos y varias pianistas polacas. He aquí otros ejemplos de este mismo grupo:

Ella (la testigo) acusa a Samper de haber pagado al coronel (País [Col.] 22/5/1997); Entonces el brujo le dice que nadie lo ha visto, que solamente él es el testigo (Puig, Beso); En este disco Carla es la productora y la pianista (Derbez, Usos); En una habitación había un pianista tísico que tocaba en una boite afrocubana (Umbral, Mortal); Nicéforo hizo lo que pudo y aún más de lo que de su eficacia se esperó, teniendo en cuenta las características de la cónyuge (Mujica Lainez, Escarabajo); El otro no parecía el cónyuge, sino un intruso que resultaba al mismo tiempo sorprendentemente familiar (Millás, Articuentos).

2.4b Los pronombres personales tónicos yo, tú, usted, vos, ustedes, mí, ti, sí y todos los átonos, a excepción de lo, la y sus plurales, se comportan gramaticalmente, desde la perspectiva del fenómeno estudiado aquí, como los sustantivos comunes en cuanto al género. Así, el adjetivo concuerda implícitamente en género con los pronombres me y te, aun cuando estos no posean ninguna marca explícita de este rasgo gramatical, en oraciones como Me quedé entonces muy tranquilo (Vila-Matas, Suicidios) o Mañana me iré y me llevaré el gato y te quedarás tranquila (Rulfo, Pedro Páramo). De igual modo, el atributo adjetival concuerda de modo implícito con el sujeto en Yo soy alto y en Yo soy alta, como lo hace el adjetivo mismo con el pronombre en tú mismo y en tú misma. En todos estos casos, el adjetivo se ajusta morfológicamente al género del pronombre, masculino o femenino:

Podrías ser más considerado conmigo. No puedo cargar el agua yo sola (Montero, M., Trenza); […] hebras sueltas de historias que por sí solas no significaban gran cosa (Martínez, Evita); No creo que te pueda conseguir comestibles; tendrás que conseguirlos tú mismo (Morales, A., Verdad); Voy a darte una ocasión —dijo al fin—, para que sigas siendo tú misma (Canto, Ronda).

2.4c Puesto que el género —y no el sexo— es un rasgo gramatical, interviene en los procesos sintácticos. Parece apropiado entender, como se ha explicado, que las formas de concordancia descritas ponen de manifiesto que los pronombres personales que se mencionan en el apartado precedente se comportan como los sustantivos comunes en cuanto al género. Al igual que en los casos citados (cónyuge, testigo, etc.), una sola forma gramatical posee alternativamente los dos géneros de forma implícita y puede designar, por tanto, individuos de uno u otro sexo. Se examinan otros aspectos de estas relaciones de concordancia en el § 16.2h. Sobre la alternancia de géneros en oraciones como Procuró salir {ileso ~ ilesa} o en Hay que ser más {generoso ~ generosa}, véanse los § 13.5m y 16.2h.

2.4d Presentan un comportamiento similar al de los pronombres personales mencionados otros pronombres, como los interrogativos quién/quiénes y cuál/cuáles, los relativos quien/quienes y los indefinidos alguien y nadie. Así, los adjetivos pueden concordar con estos pronombres en masculino o en femenino. Se ha observado, no obstante, que la concordancia en femenino está más restringida con algunos de ellos:

¿Quién es más digna de tenerla que yo? (Cánovas, Campana); Aquí no se sabe quién está más loco (Sánchez Ferlosio, Jarama); Las conocía muy bien, y sabía cuál estaba más gorda (Araya, Luna); ¿De dónde sacó esos 2000 millones de pesetas que le descubrió alguien tan serio, riguroso y ecuánime como el fiscal don Alfredo Flores? (ABC 29/4/1997); Le sonó como una demostración de celos, indigna de alguien tan lista como su abuela (Allende, Ciudad); No he conocido a nadie más callado que tú (Salisachs, Gangrena); Hay que hacer que no haya nadie más bella que ellas (Wolff, Álamos).

Se estudian otros aspectos de esta cuestión en los § 19.4ñ y ss.

2.4e Los llamados adjetivos de una terminación13.5h y ss.) representan en el ámbito de los adjetivos el equivalente de los sustantivos comunes en cuanto al género. Se trata de voces como audaz, azul, conforme, feliz, fiel, grande, precoz, salvaje, triste, verde y otras muchas que se aplican a sustantivos tanto masculinos como femeninos: Esta mesa es grande ~ Este árbol es grande; hombres tristes ~ mujeres tristes. Algunos gramáticos entienden que los adjetivos de una terminación no concuerdan en género con los nombres o los pronombres, mientras que otros interpretan que todos los adjetivos lo hacen. Desde este último punto de vista, que parece más adecuado, el rasgo que caracteriza a los adjetivos de una terminación es la capacidad de poder elegir un género o el otro para concordar con el que corresponda al nombre o al pronombre al que modifiquen o del que hayan de predicarse. Si los sustantivos comunes en cuanto al género aparecen modificados por adjetivos invariables o de una terminación, tendrán que ser otros modificadores (si los hay) los que identifiquen el género de los sustantivos. Repárese en que no es posible deducir esta propiedad de la forma que poseen expresiones como grandes artistas o su brillante corresponsal, pero se interpreta sin dificultad siempre que aparezca algún modificador con marca expresa de género, como en las grandes artistas o su brillante corresponsal extranjera. Estos son otros casos similares:

Algo más tarde llegó la Pecas, la mujer de Taibo, que era una activista sindical (Alatriste, Vivir); Lo presentó como un activista cultural del municipio y los canadienses intercambiaron breves frases de cortesía con él (Álvarez Gil, Naufragios); El traficante era un agente especial de la siniestra policía del Ministerio del Interior (Quintero, E., Danza); Han perdido meses queriendo demostrar que era una agente nazi (Martínez, Evita); […] que yo quisiera prolongar pero la chica japonesa o la fría condescendiente turista noruega no la dejan seguir (Cortázar, Glenda); De modo que ahora soy un simple turista nostálgico que recorre el penúltimo tramo de la vida (Moncada, Cena).

2.4f Se confunden a veces indebidamente los sustantivos comunes en cuanto al género con los sustantivos polisémicos. Así, el sustantivo polisémico editorial es masculino cuando designa un artículo de fondo no firmado, pero femenino cuando se refiere a una casa editora. De igual forma, el sustantivo guarda es femenino en la mayor parte de sus usos, como explica el DRAE, pero cuando designa la persona que está al cuidado de una casa o una finca es común en cuanto al género (un guarda forestal ~ una guarda forestal). Sobre el femenino guardesa, véase el § 2.5e. Así pues, en cuanto que aluden a realidades diferentes, a las que corresponden gramaticalmente géneros también distintos, estos sustantivos no son comunes en cuanto al género, sino polisémicos. Se mencionarán otros casos de polisemia (el cometa ~ la cometa; el margen ~ la margen; el trompeta ~ la trompeta) en los § 2.6k y 2.8ñ y ss.

2.4g Como se adelantó en el § 2.1g, los sustantivos comunes en cuanto al género se distinguen de los sustantivos llamados ambiguos en cuanto al género, o simplemente ambiguos. También estos sustantivos manifiestan doble género, pero el cambio de género no implica en ellos alteración de significado:

El mar. La mar. / El mar. ¡Solo la mar! (Alberti, Marinero); Requisamos un falucho y nos hicimos a la mar (Vázquez-Figueroa, Caribes); Tú dices que el marino hace en el mar lo que tú haces en tu atelier (Adoum, Ciudad).

Un gran número de estos sustantivos, que se estudiarán en el § 2.8, designan seres inanimados. Se ha hecho notar que el término ambiguo, usado en el sentido que se describe, no es enteramente transparente, puesto que no tiene relación con otros empleos del concepto de ambigüedad aplicados al léxico o a la sintaxis. Aun así, el término se mantendrá en esta descripción porque es el que se usa tradicionalmente para designar este tipo de sustantivos. Aunque se han utilizado alguna vez los términos género ambiguo o género común, no se consideran recomendables, ya que introducen distinciones en las clases de género (es decir, en el paradigma al que pertenecen masculino, femenino y neutro) que corresponden, en realidad, a las clases de sustantivos que lo manifiestan.

2.4h Se dan a menudo ciertas diferencias geográficas, de registro, de frecuencia o simplemente de uso entre las dos variantes de los sustantivos ambiguos. Así entre las gentes de mar es más frecuente usar (en varios países) el sustantivo mar como femenino (la mar; mar bravía) que como masculino (el mar; mar bravío), pero la última opción es más usual en la lengua común. Se emplea mar como femenino en expresiones como en alta mar, mar arbolada o en hacerse a la mar, pelillos a la mar (más usada en el español europeo que en el americano), y también en el grupo cuantificativo la mar de, como en Es hombre que ha leído la mar de libros (Cela, Colmena). Pueden verse, sobre esta última construcción, los § 12.4c, 12.6k, 15.6j, 20.2d y 39.3s. En plural es hoy mayoritario el masculino (los mares del sur). Los sustantivos bajamar y pleamar son solo femeninos:

La incesante pleamar de tu fragancia / sube a mi vieja cara que declina (Borges, Rosa); Por igual razón la bajamar no consigue amenguar ese trabajo erosivo que está carcomiendo al barco (Rubín, Rezagados).

2.4i Las dos variantes de género del sustantivo ambiguo azúcar están condicionadas por criterios geográficos. Así, unos hablantes usan las expresiones azúcar blanco, azúcar moreno, mientras que otros prefieren azúcar blanca o azúcar morena (azúcar negra en ciertos países). También están condicionadas por factores morfológicos, ya que en el plural se prefiere mayoritariamente el masculino: Los azúcares son hidratos de carbono; En la dieta no debe haber muchos azúcares refinados. Seguidamente se citan algunas muestras de la doble concordancia:

[…] bordeadas por una cinta de escarcha que evocaba el azúcar sobre las frutas confitadas (Millás, Mujeres); […] sin haber revuelto bien el azúcar depositado en el fondo de la taza (Grandes, Aires); Creyeron que les preparaban una exquisita compota acaramelada con azúcar prieta (Sarduy, Pájaros); Le pasas rápido la azúcar a la señora (Campos, Carne).

El sustantivo dote es femenino cuando significa ‘capacidad, cualidad’, como en las dotes de observador que lo caracterizan. Es raro como masculino con este significado, pero se registra en algunos países, como se observa en el § 2.8e. Cuando designa cierto conjunto de bienes, es ambiguo, pero se usa más frecuentemente en femenino: la dote nupcial. Los sustantivos ambiguos en cuanto al género llevan la marca amb. en el DRAE. En los apartados siguientes, se examinarán otras particularidades morfológicas de las clases de los sustantivos que se han introducido.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
invariable, nombre ambiguo (en cuanto al género), nombre animado, nombre común (en cuanto al género)

 

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