Introducción

3. La ortografía del español

3.2. Criterios en la configuración del sistema ortográfico del español

3.2.4. Uso constante

El mantenimiento de elementos etimológicos en nuestro sistema ortográfico hay que achacarlo, más bien, a la aplicación de otro de los criterios que han operado con fuerza en su configuración: el criterio del uso constante, que avala la grafía consolidada a lo largo del tiempo por el uso mayoritario de los hablantes. Es asimismo el uso el que ha fijado en la escritura muchas grafías antietimológicas, como maravilla, que escribimos con v a pesar de que procede del latín mirabilĭa, o abogado, con b, aunque proviene del latín advocātus.

El uso constante explica también, por ejemplo, que se escriban con h- todas las palabras que comienzan por /ue/, esté presente o no dicha letra en su etimología: huérfano, huerto, hueso, huevo, etc. Esta hache es herencia de la costumbre antigua de indicar con ella que, en esas voces, la u era vocal, y no consonante, iniciada en épocas en que el empleo de los grafemas u y v no estaba aún diferenciado y ambos podían representar tanto el fonema vocálico como el consonántico.

El uso ha actuado como árbitro entre los otros dos referentes ortográficos principales, la pronunciación y la etimología, a la hora de fijar la escritura de muchas palabras: en unas ocasiones, el uso mayoritario se ha decantado por grafías fonológicas y, en otras, en menor medida, por grafías etimológicas. Son innumerables los casos en los que el uso ha actuado a favor del criterio fonológico, como ocurrió, por ejemplo, en escritura, redentor o santo, que se impusieron a las formas scriptura, redemptor y sancto, más cercanas a la etimología (del lat. scriptūra, redemptor y sanctus, respectivamente). En el lado contrario, son ejemplo de grafías etimológicas fijadas por el uso en contra del criterio fonológico, como ya se ha apuntado, todas las palabras formadas a partir de la voz griega psych ‘alma’ (psique, psicosis, psiquiatra, psicología, psicoanálisis, etc.), que se siguen escribiendo mayoritariamente con ps-, aun cuando la p inicial no se articula en ningún caso y se ha suprimido en otras palabras cuyo étimo comienza con el mismo grupo de consonantes, como salmo o salterio (del latín psalmus y psalterĭum).

     

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