CAPÍTULO IV. El uso de las letras minúsculas y mayúsculas

4. Funciones y usos de la mayúscula

4.2. Para marcar los nombres propios y las expresiones denominativas

4.2.4. Uso de mayúsculas y minúsculas en nombres y denominaciones

4.2.4.1. Personas

4.2.4.1.1 Antropónimos o nombres propios de persona

4.2.4.1.1.1 Nombres de pila e hipocorísticos

El nombre de pila, que es la parte del nombre completo de una persona que antecede a sus apellidos, se escribe siempre con mayúscula inicial, tanto si se trata de su forma original y plena como si es un hipocorístico: Cuauhtémoc, José Antonio, Mónica, María Luisa, Nando, Pili, Lucho, Angelita. Cuando un nombre de pila incluye preposiciones o artículos, estos se escriben con minúscula inicial: María de los Ángeles, Juan de Dios, María del Carmen.

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Se llama hipocorísticos a los acortamientos, diminutivos o variantes del nombre propio original que se emplean en lugar de este como designación afectiva o familiar: Paco por Francisco, Pepe por José, Pili por Pilar, Quique por Enrique, Vero por Verónica, Licha por Alicia, etc.

Se escribirán también con mayúscula inicial los constituyentes con significado léxico (normalmente sustantivos y adjetivos) que formen parte de la traducción de antropónimos pertenecientes a otras culturas: Cabeza de Águila, Toro Sentado.

Términos como fulano, zutano, mengano, perengano o perencejo, empleados para aludir a personas de un modo genérico, o a individuos cuyo nombre se ignora o no se quiere expresar, se escriben, en general, con inicial minúscula: «Todos los días llega gente de los ejidos de por aquí con las mismas historias de siempre. A fulano lo mataron porque no quiso arrendar. A zutano lo mataron porque no quiso vender. A perengano porque se había montado en la tierra de otro con su siembra» (Aguilar Golfo [Méx. 1986]). Se escriben con mayúscula solo si forman parte de una denominación genérica ficticia, con estructura de antropónimo (Fulano de Tal, un tal Fulano Fulánez): «Leí nombres desconocidos y títulos diferentes: Fulano de Tal, odontólogo, abogado, médico veterinario, médico cirujano, entomólogo» (Edwards Anfitrión [Chile 1987]).

4.2.4.1.1.2 Apellidos

Los apellidos se escriben asimismo con mayúscula inicial: Lizardi, Mendoza, Rellán, Fernández.

Si un apellido español comienza por preposición, o por preposición y artículo, estos se escriben con minúscula cuando acompañan al nombre de pila: Luis de Torres, Juana de la Rosa; pero, si se omite el nombre de pila, la preposición debe escribirse con mayúscula: señor De Torres, De la Rosa.

Aunque la costumbre de emplear el apellido del marido precedido de la preposición de tras el apellido propio de la esposa es cada vez menos frecuente, en esta fórmula la preposición se escribe siempre con minúscula: D.ª María Soto de Alvarado [= esposa del Sr. Alvarado]. También va en minúscula la preposición cuando el apellido del marido se emplea para designar al matrimonio o a la esposa: señores de Alvarado, señora de Alvarado. Si el apellido del marido comienza, a su vez, por la preposición de, esta segunda debe escribirse con mayúscula: María Soto de De Torres, Sres. de De Torres.

Si el apellido comienza con artículo, este se escribe siempre con mayúscula, se anteponga o no el nombre de pila: Antonio La Merced, señor La Merced.

La conjunción y que figura entre los dos apellidos de ciertos nombres se escribe siempre con minúscula: Ortega y Gasset, Ramón y Cajal.

4.2.4.1.1.3 Denominaciones de familias y dinastías

Se escriben con mayúscula inicial los nombres propios (normalmente apellidos) que, precedidos por un artículo en plural, se utilizan para designar a una familia o a una dinastía: los Julios, los Claudios, los Austrias, los Borbones, los Borgia, los Romanov, los Kennedy. También se escriben con mayúscula los nombres de familias y dinastías cuando se emplean en aposición: la dinastía Ming, la familia Kennedy. Cuando se emplean como adjetivos, se escriben, en cambio, con minúscula: los reyes borbones.

Las dinastías o linajes que se designan mediante un patronímico, tanto en usos sustantivos como adjetivos, se escriben siempre con minúscula inicial, ya que no son en sí nombres propios, sino derivados de nombres propios: los abasíes, los nazaríes, los macabeos, el rey hachemita, un rey sasánida.

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Se llama patronímico al nombre que, derivado del perteneciente al padre o al fundador de una dinastía, se emplea para referirse a los hijos o descendientes en calidad de tales; por ejemplo, nazarí, que deriva de Yúsuf ben Názar, fundador de la dinastía musulmana que reinó en Granada desde el siglo XIII al XV.

4.2.4.1.1.4 Plural de los antropónimos

Cuando se emplean en plural por referirse a varias personas que se llaman del mismo modo, tanto los nombres de pila como los apellidos deben conservar la mayúscula que les es característica: ¿Cuántos Fernandos conoces?; En mi empresa hay muchas Cristinas; Los Pérez serán los primeros en examinarse.

4.2.4.1.1.5 Antropónimos utilizados como nombres comunes

Los nombres propios de persona que se utilizan como nombres comunes para designar genéricamente a quienes poseen el rasgo más característico o destacable del referente original se escriben con minúscula: Mi tía es una celestina tenaz; Su hermana se convirtió en su mecenas; Siempre vas de quijote por la vida; Sus maneras son las de un vulgar casanova; Ese chico es un adonis. No obstante, si su empleo con este valor es aún ocasional y no se ha generalizado, tienden a mantener la mayúscula: «Y eso, quizás, es lo que paraliza al juez, lo que le tiene hecho un Hamlet desde que le cayó el asunto en suerte» (MtnVigil Defensa [Esp. 1985]). Cuando se generaliza su empleo como nombres comunes, acaban siendo registrados por el diccionario, señalándose su originaria condición de nombres propios en la etimología.

Los nombres propios pluriverbales presentan, en estos casos, mayor resistencia a la minusculización, y lo más habitual es que se mantenga su escritura en varias palabras y con mayúscula inicial: Se comportó como una auténtica Juana de Arco; Hay muchas Teresas de Calcuta trabajando abnegadas en países pobres. Pero, cuando se generaliza su empleo como nombres comunes y pasan a comportarse prosódica y gráficamente como una sola palabra (v. cap. V, § 2.1), se escriben con minúscula: Mi padre, de joven, era un donjuán; En Navidad las calles se llenan de papanoeles; Somos un país de sanchopanzas comodones; No hay cosa más molesta que esos pepegrillos (o, en España, pepitogrillos) que siempre te dicen lo que tienes que hacer.

4.2.4.1.1.6 Sustantivos y adjetivos derivados de antropónimos

En español, a diferencia de lo que sucede en otras lenguas, los adjetivos y sustantivos derivados de antropónimos, por su condición de adjetivos o nombres comunes, se sujetan al uso general y se escriben siempre con minúscula: taylorismo (de Taylor, ingeniero norteamericano), picassiano (de Picasso, pintor español), zapatista (de Zapata, caudillo revolucionario mexicano).

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En estos casos, al igual que sucede con los adjetivos y sustantivos derivados de topónimos no adaptados al español (liechtensteiniano, washingtoniano), se conservan las características gráficas del nombre del que derivan, con el fin de facilitar su identificación (v. cap. VII, § 5).

4.2.4.1.2 Apodos y alias

Los apodos y alias son denominaciones de carácter descriptivo basadas en algún rasgo o condición de la persona a la que nombran, que se utilizan acompañando a su nombre propio o en sustitución de este. Se escriben siempre con mayúscula inicial y habitualmente precedidos de artículo: Lola Flores, la Faraona; Sandro, el Gitano; José Nemesio, alias el Chino; Roberto Gómez Bolaños, alias Chespirito; la Dama de Hierro; el Tempranillo; la Pasionaria. El artículo que los antecede debe escribirse con minúscula por no formar parte de la denominación, lo que queda de manifiesto en los usos vocativos de estos nombres: ¡Qué arte tienes, Faraona!

En el español de América no es infrecuente situar los apodos, sin artículo, entre el nombre de pila y el apellido; en ese caso se hace necesario marcarlos con cursiva o con comillas para distinguirlos de los demás elementos del nombre:

Juan Huracán González

Ernesto «Che» Guevara

4.2.4.1.3 Sobrenombres

Los sobrenombres son calificativos que siempre deben ir acompañados del nombre propio. Se escriben con mayúscula inicial y van precedidos de artículo en minúscula: Alfonso X el Sabio, Isabel la Católica, Jack el Destripador.

4.2.4.1.4 Seudónimos

Los seudónimos y nombres artísticos son los nombres utilizados por escritores y artistas en el ejercicio de sus actividades, en lugar del suyo propio. Se escriben siempre con mayúscula inicial, mientras que el artículo, si lo llevan, debe escribirse con minúscula: Azorín (seudónimo del escritor José Martínez Ruiz), Imperio Argentina (nombre artístico de la cantante Magdalena Nile del Río), Rubén Darío (seudónimo del escritor Félix Rubén García Sarmiento), el Brujo (nombre artístico del actor Rafael Álvarez), el Pobrecito Hablador (seudónimo del escritor Mariano José de Larra).

4.2.4.1.5 Tratamientos

Las fórmulas de tratamiento son apelativos empleados para dirigirse o referirse a una persona, bien por mera cortesía, bien en función de su cargo, dignidad, jerarquía o titulación académica: usted, excelencia, majestad, monseñor, licenciado.

Aunque en el pasado se han escrito habitualmente con mayúscula inicial por motivos de respeto (v. § 4.6), práctica que aún pervive en documentos oficiales y textos administrativos, todos ellos son adjetivos o nombres comunes, por lo que no hay razón lingüística para escribirlos con mayúscula. Así pues, deben hoy escribirse con minúscula inicial todos los tratamientos, tanto los que preceden siempre al nombre propio, llamados, por ello, antenombres (don, doña, fray, sor, santo/ta, etc., como los que pueden utilizarse sin él (usted, señor/ra, doctor/ra, licenciado/da, excelencia, (su) señoría, reverendo/da, vuestra merced, etc.). Para aquellas fórmulas honoríficas correspondientes a las más altas dignidades en el tratamiento protocolario (su santidad, su majestad, su excelencia…), la mayúscula inicial es admisible —aunque no obligada— solo si el tratamiento no va seguido del nombre propio de la persona a la que se refiere: La recepción a Su Santidad será en el palacio arzobispal; pero, si se acompaña del nombre propio, es obligada la minúscula: Esperamos la visita de su santidad Benedicto XVI.

La escritura con mayúscula inicial solo es obligatoria en las abreviaturas de los tratamientos, que han quedado fosilizadas en esa forma: D.ª, Dra., Fr., Lic., Ilmo., Sr., Sto., Ud., etc.

Naturalmente, cuando la fórmula de tratamiento no funciona como tal, sino que forma parte de un nombre propio o de una expresión denominativa, se escribirá con la mayúscula requerida por este tipo de expresiones: San Cristóbal de las Casas (ciudad de Chiapas, México), Don Benito (localidad de Badajoz, España), San Fermín (festividad de Pamplona, España), Doña Bárbara (título de una novela del escritor venezolano Rómulo Gallegos).

4.2.4.1.6 Títulos y cargos

Los sustantivos que designan títulos nobiliarios, dignidades y cargos o empleos de cualquier rango (ya sean civiles, militares, religiosos, públicos o privados) deben escribirse con minúscula inicial por su condición de nombres comunes, tanto si se trata de usos genéricos: El rey reina, pero no gobierna; El papa es la máxima jerarquía del catolicismo; El presidente de la república es un cargo electo; como si se trata de menciones referidas a una persona concreta: La reina inaugurará la nueva biblioteca; El papa visitará la India en su próximo viaje; A la recepción ofrecida por el embajador acudió el presidente del Gobierno, acompañado de la ministra de Defensa y el general Martínez, jefe del Estado Mayor; El duque de Frías fue nombrado nuevo jefe de Gobierno; El arzobispo de Managua ofició la ceremonia; Presidirá la junta el director general de Telefónica.

Aunque, por razones de solemnidad y respeto, se acostumbra a escribir con mayúscula inicial los nombres que designan cargos o títulos de cierta categoría en textos jurídicos, administrativos y protocolarios, así como en el encabezamiento de las cartas dirigidas a las personas que los ocupan u ostentan, se recomienda acomodarlos también en estos contextos a la norma general y escribirlos con minúscula.

Cuando el nombre del cargo y el de la institución coinciden, el cargo debe escribirse con minúsculas, reservando la mayúscula para la institución: «En una causa iniciada por el defensor del pueblo, Jorge Maiorano, la magistrada dictó […] la suspensión de la aplicación del rebalanceo» (Clarín [Arg.] 2.4.1997); «Abogó por profesionalizar instituciones como el Tribunal Superior de Justicia, […] la Cámara de Cuentas y el Defensor del Pueblo» (Vanguardia [Esp.] 17.6.1994).

4.2.4.1.7 Profesiones

Por su condición de nombres comunes, los sustantivos que designan profesiones se escriben siempre con minúscula: El médico no llegará hasta mañana; ¿Quiere consultarlo con su abogado?; El dictamen fue elaborado por la ingeniera industrial Graciela Mayo; Diego Sarasate, radiólogo.

4.2.4.1.8 Gentilicios y nombres de pueblos o etnias

Los adjetivos y sustantivos que expresan nacionalidad o procedencia geográfica, así como aquellos que designan pueblos o etnias, se escriben siempre con minúscula inicial: los aztecas, los maoríes, la cultura mochica, los ciudadanos filipinos. La minúscula es también la escritura apropiada cuando se utilizan en singular con valor colectivo: «Los otomanos sitiaron Viena, que otra vez consiguió resistir con ayudas de otros países cristianos, formándose a continuación la Santa Liga en defensa contra el turco [= los turcos]» (Otero Fundamentalismos [Esp. 2001]).

     

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