CAPÍTULO VII. La ortografía de los nombres propios

2. Antropónimos

2.3. La acentuación gráfica de los antropónimos

Sean nombres de pila o apellidos, los antropónimos españoles deben someterse a las reglas de acentuación gráfica de nuestra lengua (v. cap. II, § 3.4): Raúl, García (hiatos de cerrada tónica); Míriam, Gutiérrez (llanas no terminadas en -n o -s); Álvaro, Ángeles (esdrújulas); Martín (aguda terminada en -n), Luis, Ruiz (monosílabas); incluso cuando se trate de variantes arcaizantes como Laýna (v. cap. II, § 3.2f).

Los nombres que presentan variantes acentuales admitidas se acentuarán gráficamente de acuerdo con la pronunciación que se les otorgue. Así, mientras que en la mayor parte del ámbito hispánico Óscar es una palabra llana (escrita con tilde por terminar en -r), en la Argentina y en la zona caribeña presenta además una pronunciación aguda [oskár], a la que corresponde la forma sin tilde Oscar. Casos similares son Abigail/Abigaíl, Italo/Ítalo o Magali/Magalí.

En los antropónimos compuestos —marcadamente, aunque no de modo exclusivo, en aquellos que incluyen los nombres José y María (José Luis, José Manuel, María José, etc.)— solo se pronuncia tónico el segundo elemento, al igual que sucede en muchos compuestos del léxico común (v. cap. II, § 3.4.5.3). Si los dos elementos se escriben por separado, deben conservar su acentuación gráfica, con independencia de que la pronunciación del primer elemento sea átona: Jesús Ángel [jesusánjel], José Luis [joseluís], José Manuel [josemanuél], María José [mariajosé] (v. cap. II, § 2.3.1.2.1a). En aquellos casos en los que la atonicidad del primero de sus elementos haya dado lugar a la fusión gráfica de ambos (Juanjosé, Marialuz, etc.; v. cap. V, § 2.1.1), las reglas de acentuación deben aplicarse sobre el compuesto resultante considerando que se trata de una sola palabra, fuera cual fuera la acentuación gráfica de cada uno de sus integrantes por separado.

Mención aparte merece la acentuación de variantes coloquiales o familiares que implican dislocación acentual. Algunos nombres propios tradicionales bisílabos y agudos suelen adoptar en el registro familiar una variante cuya única alteración es el cambio hacia la acentuación llana, esquema más habitual en los hipocorísticos españoles: Jose [jóse], Míguel, Jesus [jésus] o Ruben [rrúben]. Teniendo en cuenta que la función básica del sistema de acentuación gráfica del español es señalar de forma inequívoca cuál es la sílaba tónica de las palabras con acento prosódico, cuando se desee reflejar estos hipocorísticos en la escritura —ya se trate de variantes generalizadas a todos los niveles, como Jose, ya de formas fuertemente marcadas o sentidas como vulgares en algunas zonas, como Jesus—, el uso de la tilde deberá adecuarse a su prosodia: «“Yo no voto”, reconoce Míguel (así, con acento en la i), el compositor del conjunto» (Mundo [Esp.] 28.2.2000).

En cambio, las reglas de acentuación gráfica del español no son aplicables a los nombres propios pertenecientes a otras lenguas que utilizan alguna de las variantes del alfabeto latino; cuando estos se citen en textos españoles, se respetarán los usos de tildes u otros diacríticos de la lengua de la que proceden (si bien es cierto que existe cierta flexibilidad con respecto a la reproducción exacta de signos pertenecientes a variantes alfabéticas alejadas de la nuestra): Ingrid Bergman, Ségolène Royal, António dos Santos Ramalho Eanes, Núria Espert, Björn Borg, etc. No deben suponer una excepción aquellos nombres extranjeros que cuenten con un equivalente español con el que presenten plena coincidencia gráfica, salvo por la presencia o ausencia de tildes y otros diacríticos. En estos casos, solo deberían aplicarse las reglas españolas cuando se esté empleando el nombre en nuestra lengua: Nicolás (esp.) / Nicolas (fr.); Damián (esp.) / Damian (ingl.); María (esp.) / Maria (eusk.); Darío (esp.) / Dario (it.); Antonio (esp.) / António (port.). No obstante, aunque en la actualidad predomina la tendencia a mantener los nombres extranjeros en su forma original, puede ocurrir que se generalice la costumbre de atribuir a algunos de ellos la pronunciación de su variante española, caso en el que cabría admitir que se sometieran a nuestras normas de acentuación gráfica: Nicolás Sarkozy (pronunciado habitualmente [nikolás] y no [nikolá] como en francés, lengua en la que este nombre se escribe Nicolas) o Ángela Merkel (que suele pronunciarse [ánjela] y no [ángela], como correspondería al alemán Angela).

Asimismo, los nombres propios y apellidos pertenecientes a lenguas en contacto con el español (catalán, gallego, vasco, quechua, aimara, etc.) se acentuarán de acuerdo con las normas del español solo en su forma hispanizada: Aránzazu (eusk. Arantzazu), Cóndor (quechua Kunturi), Echevarría o Echeverría (eusk. Etxeberria), Nuria (cat. Núria); o en aquellos casos en los que, no existiendo problemas de adaptación gráfico-fonológica al español, quien lleve ese nombre o apellido lo considere plenamente integrado en el sistema de nominación de nuestra lengua: Andréu, Bernabéu, Paláu (apellidos que, no debe olvidarse, cuentan además con las formas tradicionales españolas Andrés, Bernabé o Palacio), frente a las formas originales Andreu, Bernabeu o Palau (v. § 2.2.2).

Las hispanizaciones de antropónimos pertenecientes a lenguas que no emplean el alfabeto latino en su escritura, por su parte, deben someterse a las reglas de acentuación españolas (v. § 4).

     

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