CAPÍTULO VI. La ortografía de las expresiones procedentes de otras lenguas

2. La ortografía de extranjerismos y latinismos

2.3. Grafías ajenas al sistema ortográfico tradicional del español

Se comentan a continuación las grafías ajenas al sistema ortográfico tradicional del español (el que caracteriza al léxico patrimonial) que han sido o son objeto de cambio a la hora de adaptar al español voces procedentes de otras lenguas.

a) La w no existía en latín, razón por la que no se localiza en voces patrimoniales españolas. De hecho, durante mucho tiempo fue considerada una letra extranjera, no perteneciente a nuestro abecedario y ajena a nuestro sistema gráfico; de ahí que los extranjerismos que la incluían se adaptaran al español con otras grafías, normalmente gu o v: al. Welf > esp. güelfo; ingl. wagon > esp. vagón. En la actualidad, ya incorporada como letra a nuestro abecedario, es normal que se conserve en los préstamos cuyo étimo la incluye: kiwi, waterpolo, web, etc. Esta es la razón de que se proponga ahora, como mejor adaptación al español de la voz inglesa whisky o whiskey, la forma wiski, más cercana al original que la anteriormente propuesta güisqui, ya que conserva la w y la k etimológicas, letras que forman parte hoy del abecedario español. Para más información sobre el uso de la w en español, v. cap. I, § 6.1.2.2.2 y 6.2.2.1.2.

b) En algunas voces de origen foráneo aparece la letra k donde las palabras patrimoniales presentarían las grafías c o qu. Tradicionalmente se tendía a eliminar en los préstamos la grafía extranjerizante en aras de la completa adaptación del vocablo a nuestra ortografía: malayo kakatūwa > esp. cacatúa; fr. kangourou > esp. canguro; al. Zink > esp. cinc o zinc; ingl. smoking > esp. esmoquin; sánscrito svastika > esp. esvástica; fr. képi (del al. Käppi) > esp. quepis; tagalo salakót > esp. salacot, etc. En la actualidad, en cambio, integrada ya la k en el abecedario del español, es más normal que esta letra se mantenga en aquellos préstamos cuyo étimo la incluye, bien como única posibilidad gráfica (anorak, búnker, kamikaze, karaoke, kayak, kilo, kiwi, ukelele…), bien como variante (bikini/biquini, kimono/quimono, kurdo/curdo, moka/moca, musaka/musaca, póker/póquer…). Para más información sobre el uso de la letra k en español, v. cap. I, § 6.2.2.4.2.1.

c) Mayor ruptura de nuestro sistema ortográfico tradicional supone el empleo de la letra q (sin formar dígrafo con la vocal u) en representación del fonema /k/ (v. cap. I, § 6.2.2.4.2.2). Esta grafía anómala aparece, además de en transcripciones de nombres de otras lenguas como el árabe o el hebreo, en algunos anglicismos científicos y cultismos latinos que se han venido empleando hasta ahora con la grafía etimológica, y cuya adaptación al español se ha limitado a su sometimiento a las reglas de acentuación gráfica propias de nuestro idioma. Se trata de los anglicismos quark y quásar, y de los latinismos exequátur, quadrívium y quórum. Este uso autónomo del grafema q en representación del fonema /k/, como ya se ha señalado, contradice los intentos por regularizar y simplificar la escritura del español promovidos por la ortografía académica, que ya en 1815 determinó que se escribieran con «cu + vocal» todas las palabras en las que la secuencia gráfica qu se correspondiese con la secuencia fónica /ku/, con independencia de la etimología. Gracias a ello escribimos hoy con c (y no con la q etimológica) palabras como cuadro (del lat. quadrus), cuarzo (del al. Quarz), cuota (del lat. quota), frecuencia (del lat. frequentĭa), rorcual (del fr. rorqual) o secuoya (del ingl. sequoia), entre otras muchas que cabría citar como ejemplo.

Por ello, en los casos de quark, quásar, quórum y exequátur, todas ellas incorporadas al léxico del español, aunque de empleo restringido a ciertos ámbitos como el científico o el jurídico-diplomático, se aconseja acomodarlas completamente a la ortografía española escribiendo cuark, cuásar, cuórum y execuátur. De hecho, estas grafías adaptadas tienen ya presencia en el uso (en especial cuásar, hoy más frecuente incluso que la forma etimológica):

«Según algunos expertos, la poderosa luz del cuásar sería el alarido de muerte de estrellas devoradas por un agujero negro» (Claro Sombra [Chile 1995]).

«Los investigadores han presentado pruebas decisivas de este nuevo estado de la materia en el que los cuarks, que son probablemente los componentes más pequeños de la materia […], se desplazan en forma libre» (Nación@ [Arg.] 11.2.2000).

«Añadió que el cambio de zonificación donde están los terrenos se hizo sin el cuórum necesario, y sin modificar el plan de desarrollo urbano local» (Nacional@ [Ven.] 14.3.2010).

«El cónsul Urdaneta pone en conocimiento del canciller venezolano, Itriago Chacín, las noticias de los últimos sucesos […]; además le informa sobre la cancelación del execuátur» (Sosa Crisis [Ven. 2006] 192).

Así ocurrió ya antes con el latinismo científico quantum, hoy plenamente adaptado al español con la grafía cuanto: «Planck, a principios de siglo, expone su teoría de los cuantos» (Costa Fotografía [Chile 1993]).

En cuanto a quadrívium, se considera innecesario proponer la grafía modificada cuadrívium, por existir ya la adaptación plena cuadrivio (v. § 2.2.2).

d) Aunque su pronunciación no plantea problemas a los hispanohablantes, pues representan el fonema /k/ existente en nuestro sistema fonológico, los dígrafos ck y cq no pertenecen al sistema gráfico del español. Así pues, las voces extranjeras que los incluyen, si se adaptan al español, deben sustituir estos dígrafos por las grafías propias de nuestro sistema para representar este fonema (v. cap. I, § 6.2.2.4.1): ingl. block > esp. bloc; ingl. cocktail > esp. coctel o cóctel; ingl. cricket > esp. críquet; al. Nickel > esp. níquel; fr. becquerel > esp. bequerel.

e) Ni el fonema prepalatal fricativo sordo /sh/ ni el dígrafo sh con que se representa gráficamente este fonema en varios idiomas (entre ellos el inglés y algunas lenguas amerindias, como el quechua) forman parte del sistema fonológico y gráfico del español actual. Así pues, las voces de otras lenguas que los incluyen han de considerarse extranjerismos crudos y deben, por ello, escribirse en cursiva: establishment, flash, show, shuar, sushi, etc. Por la misma razón, no pueden considerarse adaptadas al español las voces procedentes de lenguas indígenas americanas que incluyan el fonema /sh/ representado por otros grafemas, como sucede con la x en algunos préstamos del nahua (v. cap. I, § 6.3.2.2.2). Cuando se han adaptado al español voces foráneas que incluían el fonema /sh/, lo han hecho sustituyéndolo por alguno de los más próximos de nuestro sistema fonológico, normalmente /ch/ (en la escritura ch) o /s/ (en la escritura s): ingl. shoot > esp. chute; ár. hashish > esp. hachís; quechua pishku > esp. pisco; hebr. ashkenazim > esp. askenazi o askenazí. Para más información sobre el dígrafo sh, v. cap. I, § 6.2.2.8.1a, segunda advertencia.

f) Las voces de otras lenguas que comienzan por «s + consonante», secuencia completamente ajena a las pautas silábicas del español, se adaptan a nuestro idioma añadiendo la e inicial de apoyo que pronuncian espontáneamente los hispanohablantes en esos casos (v. cap. I, § 6.2.2.8.1a, primera advertencia): it. spaghetti > esp. espagueti; ingl. standard > esp. estándar; fr. store > esp. estor. Esa misma e- de apoyo es necesaria para adaptar al español otras secuencias consonánticas iniciales ajenas a nuestro idioma: guaraní mbayá > esp. embayá.

g) En algunas voces extranjeras, como banjo [bányo], junior [yúnior] o manager [mánayer], aparecen las letras j y g (ante e, i) en representación del fonema /y/. Se trata de un uso del todo ajeno a nuestra lengua, en la cual estos grafemas representan, en esos contextos, el fonema /j/ (v. cap. I, § 6.2.2.3.1, segunda advertencia). Por lo tanto, si se desea adaptar estas voces al español para dejar de considerarlas extranjerismos crudos, existen dos opciones: sustituir la j o la g del original por la letra y, que es la única que representa en español el fonema /y/ (ingl. banjo > esp. banyo; ingl. junior > esp. yúnior; ingl. manager > esp. mánayer); o mantener las grafías originales, pero pronunciándolas de acuerdo con nuestro sistema de correspondencias gráfico-fonológicas (banjo [bánjo], júnior [júnior], mánager [mánajer]).

h) Muchos anglicismos terminan en y precedida de consonante, secuencia impropia del sistema ortográfico español (v. cap. I, § 6.1.2.1.2b, advertencia), que solo admite la y en posición final de palabra si va precedida de vocal. Por lo tanto, al adaptar estas voces al español debe sustituirse la y final etimológica por i: ingl. ferry > esp. ferri; ingl. panty > esp. panti; ingl. pony > esp. poni; ingl. sexy > esp. sexi, etc. Tampoco es propia del español actual la aparición de y con valor vocálico en posición interior de palabra (v. cap. I, § 6.1.2.1.2c, advertencia); por ello, la naturalización de voces de otras lenguas con esa configuración gráfica también pasa por sustituir la y por i: ingl. geyser > esp. géiser; ingl. pyjamas > esp. pijama o piyama.

i) Por el contrario, cuando aparece a final de palabra una /i/ átona precedida de otra vocal, lo normal en el sistema ortográfico del español es que la /i/ final se represente mediante la letra y, como ocurre en guirigay, carey, convoy o tepuy (v. cap. I, § 6.1.2.1.2b). Así pues, formas como bonsay, paipay o samuray son adaptaciones más ajustadas a nuestro sistema ortográfico que bonsái, paipái o samurái, aunque sean estas últimas las más usadas.

j) En algunos términos procedentes de otras lenguas se ha mantenido la z ante e, i presente en su grafía originaria o en su transcripción al alfabeto latino (nazi, razia, zéjel, zen, zepelín, zeugma, zigurat, zíper), aunque lo normal en las voces patrimoniales españolas es que en ese contexto aparezca la letra c. De ahí los casos de variantes gráficas en muchos extranjerismos de este tipo que, junto a la grafía que mantiene la z etimológica, presentan grafías con c, plenamente adaptadas a la ortografía del español (v. cap. I, § 6.2.2.7.1.1).

k) El español rechaza la duplicación de fonemas consonánticos si esa duplicación no tiene reflejo en la pronunciación (v. cap. I, § 6.5.2.1.3), de modo que los préstamos de otras lenguas que incluyen dos consonantes iguales en su grafía originaria se adaptan al español reduciéndolas a una sola: lat. addenda > esp. adenda; it. broccoli > esp. brócoli; fr. chauffeur > esp. chofer o chófer; fr. consommé > esp. consomé; it. sbozzare > esp. esbozar; ingl. scanner > esp. escáner; ingl. puzzle > esp. puzle. Son extranjerismos crudos voces como la italiana pizza [pítsa] o la inglesa jazz [ yás], que se usan en español con su grafía y pronunciación originarias.

l) En español, la secuencia gráfica ll constituye un dígrafo que representa el fonema /ll/ (o, entre hablantes yeístas, el fonema /y/). Por ello, las voces de otras lenguas que incluyen la secuencia gráfica ll en representación del fonema /l/, si se adaptan al español tomando como referencia la pronunciación del original, deben sustituir la ll etimológica por l (v. cap. I, § 6.2.1.1d-e): ingl. baseball > esp. béisbol o beisbol; ingl. drill > esp. dril; lat. cient. Salmonella > esp. salmonela.

m) Las voces inglesas con la secuencia final -ing se han adaptado tradicionalmente al español eliminando la última letra, que no tiene reflejo en la pronunciación de los hispanohablantes (ingl. meeting > esp. mitin; ingl. pudding > esp. pudin o pudín; ingl. smoking > esp. esmoquin). De ahí que para adaptar los anglicismos recientes con esta >misma configuración se siga la misma pauta: ingl. camping > esp. campin; ingl. catering > esp. cáterin; ingl. piercing > esp. pirsin (v. cap. I, § 6.2.2.2.1a, advertencia).

n) Las voces francesas con la secuencia final -age (pron. [áʒ]) se han adaptado desde antiguo al español con la grafía -aje (pron. [áje]), de ahí que se aplique esta misma pauta al adaptar al español todos los galicismos con esa misma configuración (v. cap. I, § 6.2.2.3.1b, advertencia): fr. bricolage [brikoláʒ] > esp. bricolaje [brikoláje]; fr. garage [garáʒ] > esp. garaje [garáje].

     

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