CAPÍTULO IV. El uso de las letras minúsculas y mayúsculas

4. Funciones y usos de la mayúscula

4.2. Para marcar los nombres propios y las expresiones denominativas

4.2.3. La delimitación del nombre propio

4.2.3.2. El artículo en los nombres propios

Los nombres propios prototípicos (antropónimos y topónimos) se caracterizan por no necesitar artículo para integrarse en un enunciado: Me llamo Celia; Nací en Buenos Aires. Solo cuando estos nombres propios llevan un calificativo o un especificador exigen la presencia de un determinante, que puede ser el artículo: la gran Celia Cruz, el Buenos Aires de mi juventud. Pero hay nombres propios que incorporan el artículo como parte fija e indisociable de la denominación; en esos casos, el artículo, que no es ya funcionalmente un verdadero determinante, se escribe con mayúscula inicial: Estuve en El Salvador el año pasado; Conozco muy bien La Haya; Viajo a Las Palmas todas las semanas.

Hay, además, otro tipo de nombres propios que, para integrarse en un enunciado, requieren la anteposición del artículo, sin que eso signifique que este elemento deba considerarse parte integrante de la denominación. En esos casos, el artículo se escribe con minúscula inicial: el Amazonas, los Alpes, la Patagonia, las Alpujarras, el Chispas (apodo).

Al igual que sucede con los sustantivos genéricos (v. § 4.2.3.1), no siempre es fácil determinar cuándo el artículo forma parte del nombre propio y cuándo no. A continuación se exponen algunas pruebas que pueden ayudar a dilucidarlo, aunque no todos los nombres propios con artículo inherente las cumplen como cabría esperar.

Se puede afirmar, en general, que, si el artículo forma parte del nombre propio, puede coaparecer con determinantes demostrativos o posesivos cuando el nombre propio se usa en contextos en que precisa determinación. Así, son posibles enunciados como los siguientes: Esta La Haya no es la misma que yo conocí; Un saludo desde nuestra Las Palmas querida; Siempre soñó con aquel El Dorado que aparecía en los libros. En cambio, cuando el artículo no es parte inherente del nombre propio, sino un verdadero actualizador, no puede coaparecer con otros determinantes, que ocupan su lugar si el nombre propio precisa determinación. Así, en lugar de el Chispas, el Orinoco o el Pacífico podemos decir ese Chispas, nuestro Orinoco o aquel Pacífico, pero no *ese el Chispas, *nuestro el Orinoco o *aquel el Pacífico. Excepcionalmente, algunos nombres propios con artículo inherente, como, por ejemplo, La Habana, pueden omitirlo cuando se les antepone otro determinante: Aquella Habana que yo conocí ya no existe.

Además, cuando el artículo es parte integrante del nombre propio, no es posible intercalar entre este y la palabra siguiente ningún otro elemento que rompa la unidad del conjunto. Así, si se antepone un adjetivo al nombre propio, este deberá colocarse delante de toda la denominación, incluido el artículo: la extravagante Las Vegas, su particular El Dorado, el caótico El Cairo. En cambio, cuando el artículo no es parte integrante del nombre propio, sino un verdadero actualizador, el adjetivo antepuesto se intercala entre el artículo y el nombre: el impresionante Aconcagua, el caudaloso Amazonas, la misteriosa India, la extensa Patagonia, el simpático Chispas.

A continuación se exponen los casos más característicos en los que se considera que el artículo que antecede a un nombre propio no es, en rigor, parte de este y debe escribirse, por ello, con minúscula inicial:

a) El que antecede a los apodos y sobrenombres y, en ocasiones, a los seudónimos: el Chato, la Faraona, el Greco, el Cordobés, el Pobrecito Hablador (seudónimo de Larra, escritor español). Prueba de que el artículo no forma parte del nombre propio es que desaparece en los usos vocativos: Ahí llegaba el Chato. —¡Chato! —gritó—. ¿Te vienes con nosotros?

b) El que antecede necesariamente a los nombres de accidentes geográficos, como ríos, mares, montes, etc.: el Amazonas, el Everest, el Pacífico, los Pirineos, los Andes. La presencia del artículo responde, en la mayoría de estos casos, a su condición de estructuras apositivas elípticas, en las que se omite, por consabido, el categorizador subyacente: el (río) Amazonas, el (pico) Everest, el (océano) Pacífico, los (montes) Pirineos.

c) El que antecede opcionalmente a muchos nombres de países y a los de algunos continentes, como es el caso de (el) África, (el) Camerún, (el) Canadá, (la) China, (el) Ecuador, (los) Estados Unidos, (la) India, (el) Líbano, (el) Paraguay, (el) Perú, (el) Senegal, (el) Uruguay, (el) Yemen, etc. La preferencia mayoritaria por el uso con artículo o sin él varía en cada caso. Obviamente, puesto que la presencia del artículo es opcional, no puede considerarse parte integrante del nombre propio.

d) El que antecede al término específico de una expresión denominativa, aun cuando se omita el sustantivo genérico: la Moneda (por el palacio de la Moneda), el Retiro (por el parque del Retiro), el Prado (por el museo del Prado).

En conclusión, y en función de lo dicho, pueden establecerse las siguientes pautas generales en lo que se refiere a la escritura del artículo que antecede a los nombres propios:

• En los nombres que designan persona (o animal o cosa personificada), el artículo, si aparece, no se considera nunca parte integrante del nombre propio y debe escribirse con minúscula inicial: el Greco, el Pelusa, la Chata, la Siguanaba (personaje de la mitología guatemalteca), la Tizona (una de las espadas del Cid), etc.

• En los nombres geográficos o de lugar, excepción hecha de los casos en que el nombre de un país, una ciudad o una localidad lo incluya de manera indisociable (como en El Salvador, La Paz o El Escorial), el artículo se escribirá con minúscula inicial, esté o no presente el sustantivo genérico correspondiente: (la comarca de) las Alpujarras, (el golfo de) los Mosquitos, (la península de) la Guajira, (el pico de) la Maliciosa, (el palacio de) la Moncloa, etc.

Advertencia

Cuando el artículo el se escribe con mayúscula por formar parte de un nombre propio o una expresión denominativa, la contracción con las preposiciones a o de no se realiza nunca en la escritura, aunque sí se haga en el habla: un viaje oficial a El Salvador; la portada de El País; el término municipal de El Boalo (v. cap. V, § 2.5).

     

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