CAPÍTULO V. La representación gráfica de las unidades léxicas

3. Las abreviaciones gráficas

3.3. Siglas y acrónimos

Se llama sigla tanto al signo lingüístico formado con las letras iniciales de cada uno de los términos que integran una expresión compleja como a cada una de esas letras iniciales, de ahí que pueda decirse, por ejemplo, que la Organización de las Naciones Unidas es conocida por «su sigla» o por «sus siglas» ONU. Fuera de ese contexto particular, el término sigla se emplea hoy casi exclusivamente con el primer sentido indicado.

Las siglas, como se ha señalado al comienzo de esta sección (§ 3), responden a la intención de representar abreviadamente en la escritura determinado tipo de expresiones pluriverbales fijas, de ahí que se consideren, junto con las abreviaturas, un procedimiento de abreviación gráfica.

En la actualidad, el empleo de siglas es un fenómeno muy extendido, pues permite reducir a una sola pieza léxica expresiones complejas que se necesita manejar de modo recurrente a lo largo de un mismo texto. Así, las siglas, que hasta no hace mucho se empleaban casi exclusivamente en los nombres de instituciones, empresas u organizaciones, han pasado a utilizarse de manera generalizada para abreviar expresiones complejas que designan conceptos, objetos, sistemas, etc., cuya forma fija y empleo constante en un determinado ámbito, especialmente en los de carácter administrativo, político o científico-técnico, las hace candidatas a la abreviación por este procedimiento. Es evidente que, tanto en el plano oral como en el escrito, resulta más económico e inmediato el uso de formas como ONG o VIH que el de sus correspondientes desarrollos organización no gubernamental y virus de la inmunodeficiencia humana. Así, el uso de la sigla evita sobrecargar aquellos textos en los que una misma denominación debe utilizarse profusamente, a la vez que facilita la lectura al condensarla en una unidad mínima. Por ello, cada disciplina termina acuñando un conjunto de siglas correspondientes a la terminología asentada en su ámbito.

Aunque permiten ahorrar tiempo y esfuerzo tanto en la escritura como en la lectura, conviene usar las siglas con comedimiento, en especial si no resultan transparentes o no son de conocimiento general, facilitando siempre al lector las claves para su interpretación. Para ello, la primera vez que se emplea una sigla en un texto, salvo que sea de difusión generalizada y esté, por tanto, garantizada su correcta interpretación por parte de la inmensa mayoría de los lectores, es conveniente acompañarla de la expresión completa a la que reemplaza: el BCE (Banco Central Europeo); o, inversamente, indicar la sigla entre paréntesis tras la primera mención de la expresión completa, de manera que en empleos subsiguientes el lector sepa interpretarla: el Banco Central Europeo (BCE). Si se trata de la sigla de una expresión en otra lengua, debe acompañarse de su traducción o de su desarrollo en la lengua de origen, junto con una breve explicación aclaratoria cuando se estime necesario: la Unión Nacional Africana de Zimbabue (ZANU), HRW (Human Rights Watch, organización no gubernamental para la defensa de los derechos humanos). En cualquier caso, siempre resulta conveniente que aquellos textos o publicaciones que hacen abundante uso de ellas incluyan una lista con sus equivalencias.

Cuando, como sucede en la mayoría de los casos, la secuencia de letras que conforman la sigla presenta una estructura no pronunciable como palabra, se recurre en su lectura al deletreo de los grafemas que la componen, lo que constituye uno de los rasgos más característicos de las siglas prototípicas: FBI, GPS, ONG, que se leen, respectivamente, [éfe-bé-í], [jé-pé-ése] y [ó-éne-jé]. No obstante, hay siglas que presentan una estructura que permite su pronunciación como palabras, como ocurre en los casos de ONU, ovni o sida. Este tipo de siglas recibe el nombre de acrónimos. Así pues, los acrónimos no son más que un conjunto especial de siglas cuya estructura se acomoda a los patrones silábicos característicos del español, lo que favorece su lectura normal por sílabas. Por ello, con frecuencia, tras una primera fase en que los acrónimos aparecen escritos enteramente con mayúsculas por su condición de siglas (OVNI, SIDA, UNESCO, UNICEF), acaban por lexicalizarse, esto es, por incorporarse al léxico general del idioma, bien como nombres comunes, bien como nombres propios (ovni, sida, Unesco, Unicef).

 

Más información sobre conceptos del capítulo

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
acrónimo, sigla

Ortografía de la lengua española
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

cerrar

Buscador general de la RAE