CAPÍTULO VII. La ortografía de los nombres propios

2. Antropónimos

2.1. Antropónimos españoles

2.1.3. Apellidos

2.1.3.1. La ortografía de los apellidos

2.1.3.1.1 Variantes tradicionales

Al igual que sucede con los nombres de pila, los apellidos españoles tienen fijada una forma canónica que no puede ser modificada a voluntad por los hablantes. Esta estabilidad formal se revela más sólida en aquellos apellidos que coinciden con un término del léxico común, como Herrero, Iglesias, Vega.

Lo dicho no significa que, a lo largo de su evolución, estas voces no hayan experimentado vacilaciones, fonéticas o gráficas, que han podido derivar en la presencia, en la actualidad, de variantes con grafías peculiares o anticuadas: Cepeda y Zepeda, Ibarra e Ybarra, Mejía y Mexía, Mihura y Miura, Valdivia y Baldivia. Por otra parte, hay veces en que la grafía inducida por la pronunciación seseante ha quedado fijada en el uso culto, sobre todo americano, como en González y Gonsález. Asimismo, pueden existir grafías anómalas como resultado de la castellanización de apellidos de otras lenguas, como Casañ o Compañ, por los catalanes Cassany y Company.

Conviene precisar, no obstante, que el empleo de una determinada variante supone la adscripción del individuo a una rama o familia concreta, por lo que no es lícito que una misma persona utilice indistinta e indiscriminadamente cualquiera de las formas admitidas para su apellido: quien pertenezca a una familia de apellido Vásquez usará esta forma en su denominación, y no Vázquez, por más que se trate de variantes del mismo apellido.

2.1.3.1.2 La escritura de los apellidos simples y compuestos

La práctica más frecuente hoy en español es yuxtaponer el apellido paterno y el materno, sin ningún tipo de conector (Carlota Sánchez Martos o José Pérez García), frente a la antigua costumbre de utilizar la conjunción y para distinguir cada apellido, especialmente en el caso de que uno de ellos fuera compuesto o pudiera confundirse con un nombre de pila: Francisco de Goya y Lucientes, Mariano José de Larra y Sánchez de Castro, Ramón Pérez de Ayala y Fernández del Portal, Santiago Ramón y Cajal.

Los apellidos compuestos formados por la unión directa de dos apellidos simples se escriben en la actualidad con un guion intermedio para diferenciarlos de la mención del nombre con los dos apellidos: Juan Pérez-Gómez (primer apellido) frente a Juan Pérez Gómez (primer y segundo apellidos). En cambio, si el apellido compuesto está formado por apellidos simples unidos por conectores (del, de la, etc.), se mantiene la escritura separada de sus componentes, y puede utilizarse la conjunción y para indicar la frontera entre el primer apellido y el segundo: Ramón Gómez de la Serna y Puig, Álvaro Pombo y García de los Ríos.

Hay apellidos simples generados por la fusión fónica y gráfica de elementos que forman parte de apellidos originariamente pluriverbales, cuando constituyen un solo grupo acentual. A veces, uno de los componentes pierde alguna de sus letras en el proceso de integración, lo que da lugar a una nueva unidad onomástica: Dávila (de De Ávila), Garcimartín (de García Martín), Torralba (de Torre Alba). En otros casos, los componentes mantienen su integridad gráfica en la fusión y se generan dos variantes, una simple y otra compuesta, igualmente válidas: San Juan y Sanjuán, San Martín y Sanmartín, San Segundo y Sansegundo, Santa Fe y Santafé, La Fuente y Lafuente. Se aplica aquí la misma restricción que obliga a mantener, cuando existe más de una forma admitida, la estabilidad del apellido a lo largo de la línea familiar.

Para el uso de la mayúscula inicial en los apellidos precedidos de artículo y preposición, v. cap. IV, § 4.2.4.1.1.2.

     

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