CAPÍTULO III. El uso de los signos ortográficos

3. Signos de puntuación

3.4. Usos de los signos de puntuación

3.4.10. Los puntos suspensivos

3.4.10.2. Otros usos de los puntos suspensivos

Junto a los usos expresivos enumerados en el apartado anterior, los puntos suspensivos se emplean para indicar al lector que se omite una palabra o un grupo de palabras, bien porque quien escribe las considera innecesarias para descifrar el mensaje, bien porque resultan ya conocidas para el que lee, que puede recuperarlas fácilmente. Se relacionan a continuación estos usos:

a) Para señalar la interrupción voluntaria de un discurso cuyo final se da por conocido o sobrentendido por el interlocutor: A pesar de que prepararon cuidadosamente la expedición, llevaron materiales de primera y guías muy experimentados… Bueno, ya sabéis cómo acabó la cosa. Es especialmente frecuente este uso cuando se reproduce un refrán o un fragmento literario de sobra conocido: A quien madruga…; así que dense prisa; Y, en mitad de la fiesta, se subió a una mesa y comenzó a recitar: «Con diez cañones por banda…».

b) Para evitar repetir la cita completa del título largo de una obra que debe volver a mencionarse: La obra Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, de Rafael Alberti, está llena de grandes aciertos. Los versos de Yo era un tonto… contienen algunos de los mejores hallazgos expresivos del autor.

c) Para insinuar, evitando su reproducción, expresiones o palabras malsonantes o inconvenientes: ¡Qué hijo de… está hecho! A veces se colocan tras la letra inicial del término que se insinúa: Vete a la m… No te aguanto más. El mismo procedimiento se utiliza cuando lo que se quiere ocultar es un nombre propio: «Estaba ennoviado con una moza del Roncal llamada Gabriela S…, una joven de carácter varonil que hacía contrabando» (OArmengol Avinareta [Esp. 1994]). Tradicionalmente ha desempeñado también esta función el asterisco (v. § 4.6.4).

d) Al final de enumeraciones abiertas o incompletas, con el mismo valor que la palabra etcétera o su abreviatura: Puedes hacer lo que quieras: leer, ver la televisión, oír música… Debe evitarse, por redundante, la aparición conjunta de ambos elementos. Así, no es correcta la puntuación de los ejemplos siguientes:

⊗‍Puedes hacer lo que quieras: leer, ver la televisión, oír música…, etc.

⊗‍Puedes hacer lo que quieras: leer, ver la televisión, oír música, etcétera

e) Entre corchetes […] o, menos frecuentemente, entre paréntesis (…), los puntos suspensivos indican la supresión de una palabra o un fragmento en una cita textual (v. § 3.4.5.2d y 3.4.6.2e): «Fui don Quijote de la Mancha y soy agora […] Alonso Quijano el Bueno» (Cervantes Quijote II [Esp. 1615]). El resultado de la intervención no debe alterar la puntuación original del texto, ya que la cita ha de tener continuidad lógica, gramatical y ortográfica. Por tanto, cuando la marca de supresión coincida con signos de puntuación, se conservarán los necesarios para que el fragmento resultante siga siendo correcto:

«¡Qué extraña familia […]! ¡Qué extraña y qué terrible!» (Gasulla Culminación [Arg. 1975]).

«Cuando ya titilaban las mustias luces del muelle […], David sintió en sus pulsos la zozobra» (CBonald Noche [Esp. 1981]).

«Por mi imaginación no podía pasar un proyecto semejante. Sobre todo tratándose de personas de mi familia. Todo esto intenté reflejar en mi semblante mientras decía:

—[…] Pero como al chico no le dice nada la voz de la sangre…» (FnGómez Viaje [Esp. 1985]).

No es necesario marcar la supresión de texto al comienzo o al final. No obstante, si se quiere dejar claro que la reproducción de una cita textual no se hace desde el principio mismo del enunciado, es posible escribir puntos suspensivos al inicio de la cita, sin paréntesis ni corchetes, dejando un blanco de separación respecto de la palabra a la que preceden: Al final de la obra, don Quijote se declara «… enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje». Asimismo, cuando la reproducción de la cita queda incompleta por su parte final, es posible escribir puntos suspensivos, sin paréntesis ni corchetes y sin blanco de separación con respecto al texto que antecede, para indicar que el enunciado continúa más allá de la última palabra reproducida: Al final de la obra, don Quijote se declara «… enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje…», evidenciando la cordura que le asiste en sus últimos momentos.

     

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