CAPÍTULO II. La representación gráfica del acento: el uso de la tilde

3. El acento gráfico o tilde

3.2. Principios por los que se rige el sistema de acentuación gráfica del español

El sistema de reglas de acentuación gráfica del español tiene como finalidad indicar de forma inequívoca cuál es la sílaba tónica de todas las palabras con acento prosódico que integran el léxico del español. Este sistema de reglas se asienta en los siguientes principios:

a) Solo las palabras tónicas son susceptibles de llevar tilde.

b) El sistema acentual no tiene como función distinguir sistemáticamente entre palabras tónicas y palabras átonas.

c) La unidad de referencia sobre la que se aplican las reglas es la palabra gráfica, considerada de forma aislada.

d) El sistema refleja exclusivamente el acento léxico o primario de las palabras gráficas.

e) En cada palabra solo puede aparecer una tilde.

f) La tilde se escribe sobre los grafemas vocálicos.

g) La tilde sobre una vocal indica que la sílaba de la cual forma parte es la que porta el acento prosódico de la palabra.

h) La aplicación de las reglas de acentuación requiere la división previa de las palabras en sílabas.

i) El sistema ha establecido convenciones para determinar la naturaleza de las secuencias vocálicas a efectos ortográficos.

j) El sistema de reglas de acentuación no tiene como función indicar si una secuencia vocálica se articula en una sola sílaba o en sílabas distintas.

k) El sistema de reglas de acentuación se rige por el principio de economía.

l) A cada acentuación prosódica le corresponde una única representación gráfica acentual, y viceversa.

A continuación se explica con detalle en qué consiste cada uno de estos principios y cuáles son sus consecuencias a la hora de acentuar gráficamente las palabras de nuestro idioma.

a) Solo las palabras tónicas son susceptibles de llevar tilde.

Puesto que el sistema de acentuación gráfica tiene como objetivo identificar cuál es la sílaba tónica de las palabras, solo son susceptibles de recibir la marca acentual las palabras prosódicamente acentuadas, esto es, las palabras tónicas (v. § 2.3.1.1). Por lo tanto, las palabras átonas (v. § 2.3.1.2), aquellas que carecen normalmente de acento prosódico en la cadena hablada, no llevan tilde.

La adecuación a este principio es lo que justifica, entre otras razones, que se elimine a partir de ahora la tilde que venía escribiéndose en la conjunción disyuntiva o cuando aparecía situada entre dos números escritos con cifras, con el fin de evitar su confusión con el cero. Esta conjunción es átona y, por ello, no debe llevar tilde, ni siquiera con la intención tradicionalmente aducida de distinguirla del cero, pues, con ese fin diacrítico, resulta, por lo demás, innecesaria (v. § 3.4.3.4).

Hoy por hoy, la única excepción a este principio la constituyen algunos usos de la palabra más, en los que, aun siendo átona, se escribe con tilde (v. § 3.4.3.1, información adicional).

Advertencia

Los prefijos (incluyendo en esta denominación los elementos compositivos en la misma posición) no son palabras, sino elementos afijos, generalmente carentes de autonomía, que se anteponen a una base para formar nuevos términos. Son elementos átonos, desprovistos de acento prosódico, por lo que la sílaba tónica de la palabra prefijada viene a coincidir con la de la base: antinatuRAL, contraindicaCIÓN, desaTAR, superabuRRIdo, sobreÚso, interplaneTArio. Puesto que los prefijos carecen de acento prosódico, no llevan nunca tilde, ni siquiera en aquellos casos en que, de forma excepcional, se escriben unidos con guion a la base o separados de ella (cap. V, § 2.2.2): super-8, super en forma.

No obstante, existen prefijos que han pasado a usarse autónomamente como palabras plenas, pertenecientes a categorías tónicas, como el sustantivo, el adjetivo o el adverbio. En esos casos, al tratarse de palabras prosódicamente acentuadas, estas voces (en su origen, prefijos) deben escribirse con tilde si les corresponde llevarla según las reglas de acentuación; así, la palabra súper, que como prefijo se escribe siempre sin tilde por ser átono, sí la lleva en los enunciados siguientes, por tratarse de una voz tónica bisílaba llana, terminada en consonante distinta de n o s:

Han inaugurado un nuevo súper (sustantivo, acortamiento de supermercado).

Este auto consume gasolina súper (adjetivo: ‘de octanaje superior al normal’).

En la fiesta de anoche lo pasamos súper (adverbio: ‘estupendamente, muy bien’).

b) El sistema acentual no tiene como función distinguir sistemáticamente entre palabras tónicas y palabras átonas.

No todas las palabras tónicas se escriben en español con tilde, de manera que, en esa ausencia de marca acentual, vienen a coincidir con las palabras átonas, que nunca la llevan. Esto se debe a que el sistema de acentuación gráfica del español no ha considerado necesario distinguir, salvo en muy pocos casos, entre palabras tónicas y átonas, puesto que dicha distinción en la escritura no resulta rentable en términos generales: por un lado, la mayor parte de las palabras españolas son tónicas y, por otro, las átonas son casi todas monosílabas, precisamente aquellas que se escriben normalmente sin tilde, ya que, en virtud del principio de economía (v. § k), no la llevan ni siquiera cuando son tónicas, al no poder recaer en ellas el acento más que en su única sílaba.

La pronunciación átona o tónica de las palabras dentro de la cadena hablada es algo que los hablantes nativos realizan de manera espontánea, y va asociada en español, como ya se ha explicado (v. § 2.3.1), a la categoría gramatical a la que pertenecen y a la función que desempeñan dentro de la oración: las categorías con significado léxico (sustantivos, adjetivos, verbos y adverbios) son, en general, tónicas, mientras que las palabras gramaticales (artículos, conjunciones y preposiciones) son normalmente átonas. Los hispanohablantes nativos asimilan la acentuación que caracteriza a cada clase de palabras en la cadena hablada cuando aprenden a hablar, aplicándola en sus emisiones de manera natural e inconsciente.

Por otra parte, la oposición entre palabras tónicas y átonas no resulta distintiva salvo en muy pocos casos, aquellos en que existen pares de palabras de diferente significado que, siendo idénticas en su composición grafemática, solo se diferencian fónicamente en ese aspecto, como ocurre, por ejemplo, entre el pronombre él (tónico) y el artículo el (átono): ÉL VIno de ITAlia [él | bíno | deitália] y El VIno de ITAlia [elbíno | deitália]. El sistema de acentuación gráfica del español solo tiene en cuenta algunos de estos casos de oposición distintiva entre formas átonas y tónicas en palabras monosílabas y en algunas polisílabas (casi todas bisílabas), señalando la forma tónica del par mediante la aplicación de la llamada tilde diacrítica (v. § 3.4.3).

c) La unidad de referencia sobre la que se aplican las reglas es la palabra gráfica, considerada de forma aislada.

Desde el punto de vista gráfico, una palabra es toda sucesión de grafemas que aparece normalmente en la línea de escritura entre dos espacios en blanco (aunque también pueda aparecer flanqueada por signos de puntuación o auxiliares). Son palabras, por tanto, secuencias grafemáticas como planta, los, y, miran, típico, Pedro o Villarrodrigo, así como veintiséis, donjuán, arcoíris, puercoespín, porque, díselo, correveidile o plenamente. Asimismo, cada una de las siguientes expresiones está formada por varias palabras gráficas, aunque en algún caso constituyan una unidad léxica desde el punto de vista conceptual: Juan Pedro, Villa Adelina, treinta y seis, don Juan, político-administrativo, ojo de buey, arco iris, puerco espín, por que, se lo dices.

Las reglas de acentuación están diseñadas para ser aplicadas dentro de los límites de la palabra gráfica, considerada esta de manera aislada. Por esta razón, las reglas de acentuación gráfica se aplican sistemáticamente a las palabras que son tónicas por naturaleza (v. § 2.3.1.1), con independencia de que, de forma circunstancial, en un contexto concreto dentro de la cadena hablada se pronuncien tónicas o átonas (v. § 2.3.1.2.1); así, por ejemplo, la palabra esdrújula trigésimo, perteneciente a la clase de las tónicas, se escribe siempre con tilde, y no solo en los casos en que en la cadena hablada se pronuncia efectivamente con acento, como en OCUpa el trisimo luGAR, sino también en aquellos en los que pierde la tonicidad, como en el ordinal complejo escrito en dos palabras trigésimo priMEro [trijesimopriméro]. Por la misma razón, el nombre María se escribe siempre con tilde, incluso en los casos en que se pronuncia átono, como sucede, por ejemplo, cuando es el primer componente de un nombre compuesto escrito en dos palabras: María Ángeles [mariánjeles] (v. § 3.4.5.3); ahora bien: si ambos componentes se escribieran unidos, constituyendo una sola palabra gráfica (v. cap. V., § 2.1.1 y cap. VII § 2.1.1.1.2), el nombre María perdería la tilde que lleva en su uso independiente: Mariángeles (v. § 3.4.5.1.1).

Por otra parte, expresiones complejas como teórico-práctico, árabeisraelí, (relación) causa-efecto, (trayecto) Cádiz-Málaga-Almería o (familia) Hernández-Martínez están formadas por varias palabras independientes unidas con guion, de ahí que cada una de ellas conserve su propia acentuación gráfica (v. § 3.4.5.2).

En cambio, la división de una palabra con guion de final de línea por razones de espacio (v. cap. III, § 4.1.1.1.1) no altera en ningún caso ni su acentuación prosódica ni su acentuación gráfica: tó- / pico, taxí- / metro, musico- / terapia.

Advertencia

Cuando una palabra se representa con una grafía alterada con el fin de reflejar su pronunciación característica en un determinado registro o nivel, como puede ser el habla popular, las reglas de acentuación gráfica deben aplicarse a esa forma en función de sus propias características gráficas y prosódicas, con independencia de las que correspondan a la forma estándar; así, por ejemplo, usté debe escribirse con tilde, aunque usted se escriba sin ella: «Ay, sita. Qué preocupación me da usté» (RGodoy Mujer [Esp. 1990]).

Información adicional

En obras de contenido lingüístico, los prefijos, sufijos y elementos compositivos pueden aparecer citados de forma aislada, circunstancia en la que se escriben con un guion pospuesto cuando preceden a la base a la que se unen (anti-, inter-, pre-, super-, bio-) y con un guion antepuesto si se unen a la base por detrás (-dero, -ción, -idad, -ónimo, - logo). En estos casos el guion indica que no se trata de palabras, sino de segmentos afijos (v. cap. III, § 4.1.1.3.3). Como se ve por los ejemplos, los prefijos, que son elementos átonos (v. § a, advertencia), se escriben siempre sin tilde, pues nunca contienen la sílaba tónica de la palabra prefijada; los sufijos, en cambio, se escriben con tilde si, según las reglas de acentuación, les corresponde llevarla en las palabras en las que aparecen: -ción (función, lección, grabación, etc.), -ónimo (homónimo, seudónimo, parónimo, etc.). En el caso de ciertos elementos compositivos de origen grecolatino, la tilde se escribe sobre el guion cuando debe llevarla siempre la vocal que precede a dicho elemento en todas las palabras con él formadas: -fobo (homófobo, xenófobo, fotófobo), -logo (filólogo, geólogo, paleólogo).

d) El sistema refleja exclusivamente el acento léxico o primario de las palabras gráficas.

Aunque en la cadena hablada existen diversas clases de acentos —acentos léxicos o primarios, acentos secundarios, acentos sintácticos o máximos y acentos expresivos o enfáticos (v. § 2.1.4)—, el sistema gráfico solo refleja el acento léxico o primario de las palabras tónicas, el que recae sobre la sílaba que se pronuncia con mayor prominencia, que es el único que puede tener valor distintivo en español (PRÁCtico/pracTIco/practi, /tu).

e) En cada palabra solo puede aparecer una tilde.

En español, la mayoría de las palabras prosódicamente acentuadas presentan un único acento léxico (v. § 2.3): BIEN, extenDER, raMAje, menico, neonatoloa, retenoslo. Por lo tanto, es normal que en las palabras gráficamente acentuadas solo aparezca una tilde, la que marca ese único acento.

Por su parte, los adverbios en -mente, palabras que presentan de forma excepcional dos sílabas tónicas, la del adjetivo base y la del elemento compositivo -mente (perFECtaMENte, SAbiaMENte), conservan la tilde del adjetivo base si este la lleva (v. § 3.4.5.1.2), de modo que tampoco se escriben con más de un acento gráfico: cortésmente, rápidamente.

Advertencia

No obstante, cuando, por razones expresivas, se escriba consecutivamente una misma vocal varias veces para reflejar en la escritura el sostenimiento en el habla del sonido que esta representa, se repetirá asimismo la tilde en cada letra si la vocal debe llevarla en la palabra correspondiente: «Repetía cada vez más fuerte: —Quiero irme de aquí, quiero irme de aquí, quiero irme de aquí. ¡Quieroo irmeeee de aquííííííí!» (Cohen Muerte [Esp. 1993]).

f) La tilde se escribe sobre los grafemas vocálicos.

La tilde, el signo diacrítico utilizado para reflejar gráficamente el acento, se escribe sobre el grafema que representa el fonema vocálico que constituye el núcleo de la sílaba tónica, normalmente las letras a, e, i, o, u.

En los casos en que el acento de la palabra recaiga sobre un fonema vocálico /i/ excepcionalmente representado con el grafema y, se escribirá la tilde sobre esta letra si la palabra debe acentuarse gráficamente según las reglas de acentuación. Estos raros casos se dan en topónimos y antropónimos escritos con una y vocálica ortográficamente arcaica (v. cap. I, § 6.1.2.1.2c): Aýna (municipio español), Laýna (apellido).

Información adicional

En las ediciones de textos antiguos en las que se respetan las grafías originales, donde la letra y puede aparecer en otros contextos distintos de los que le corresponden a este grafema en la actualidad, se puede ver escrita la y con tilde como resultado de aplicar a las palabras con grafías desusadas las reglas de acentuación hoy vigentes: otrosý, ansý, roýdos, aýna, Ýñigo, Ýscar. En estos mismos textos, el adverbio tónico ý, que significa ‘allí’, se escribe con tilde diacrítica (v. § 3.4.3.1, segunda información adicional) para diferenciarlo de la conjunción copulativa átona y: «Non tornaron por ello desque lo ý metieron» (Berceo Domingo [Esp. c1236]).

En obras de contenido lingüístico, la tilde puede aparecer también sobre el guion que antecede a determinados elementos compositivos sufijos cuando se escriben de forma aislada: -fobo (v. § c, información adicional).

g) La tilde sobre una vocal indica que la sílaba de la cual forma parte es la que porta el acento prosódico de la palabra.

La tilde, que, como se ha indicado, se sitúa siempre sobre un grafema vocálico, indica que la sílaba de la que dicho grafema forma parte es aquella sobre la que recae el acento prosódico de la palabra: , arNÉS, tamBIÉN, MÁStil, esa, bito, exPRÉsanoslo. No obstante, el que una palabra no lleve tilde no significa que no esté acentuada prosódicamente. La aplicación de las reglas de acentuación permite deducir de forma inequívoca la sílaba tónica también en las palabras sin tilde, como se mostrará más adelante.

h) La aplicación de las reglas de acentuación requiere la división previa de las palabras en sílabas.

Las reglas de acentuación gráfica están formuladas tomando como referencia la estructura silábica y acentual de las palabras, y se aplican en función del lugar que en ellas ocupa la sílaba tónica, esto es, de si se trata de palabras agudas, llanas o esdrújulas (v. § 2.3.2). Por lo tanto, para aplicar con propiedad las reglas de acentuación gráfica en una palabra, es necesario determinar previamente su división silábica.

Las sílabas son unidades lingüísticas que pueden ser aisladas sin dificultad y de manera intuitiva por los hablantes nativos, incluso por aquellos sin ningún tipo de formación lingüística. La estructura silábica más habitual en las palabras españolas es la constituida por el esquema «consonante + vocal», de muy fácil segmentación: vi.vi.rá, su.je.to, có.mo.do; pero tampoco suele plantear muchas dudas a los hablantes la distribución silábica de las secuencias de consonantes: can.to, bra.zo, trans.for.mar, etc. (Las pautas para la división silábica de palabras en español, especialmente en lo que se refiere a las consonantes, se exponen en el capítulo III, § 4.1.1.1.1.1a).

En cambio, la dificultad puede aumentar considerablemente para muchos hablantes cuando se trata de silabear palabras que contienen dos o más vocales contiguas, sobre todo en ciertos casos. Así, no resulta tan sencillo percibir que en formas verbales como coméis o sepáis las secuencias ei y ai forman diptongos y que, por tanto, la división en sílabas de estas palabras es co.méis y se.páis, esto es, son voces agudas, y no llanas; o que las palabras hablasteis o plantabais no son esdrújulas, sino llanas, porque esas mismas vocales forman aquí también diptongos, y no hiatos: ha.blas.teis, plan.ta.bais. A esto se añade la articulación vacilante entre el hiato y el diptongo de muchas secuencias de vocales en palabras concretas y por razones diversas, entre ellas el origen geográfico de los hablantes, lo que puede complicar aún más la división silábica de las palabras que contienen este tipo de secuencias. Así pues, para la aplicación correcta de las reglas de acentuación gráfica, resulta esencial que los hablantes sepan qué secuencias vocálicas forman diptongos o triptongos a efectos ortográficos, y cuáles constituyen hiatos, tal como se explica en el apartado siguiente.

i) El sistema ha establecido convenciones para determinar la naturaleza de las secuencias vocálicas a efectos ortográficos.

Ya se ha apuntado que la división en sílabas de las palabras que no contienen secuencias vocálicas no suele plantear dudas a los hablantes, que pueden llevarla a cabo de manera intuitiva sin mucha dificultad. Por otra parte, lo normal es que todos los hispanohablantes coincidan en la forma de silabear estas palabras, con algunas excepciones, como es el caso del grupo tl, donde son posibles dos modos de segmentación, ambos válidos, como se verá en el apartado dedicado a la división de palabras a final de línea (v. cap. III, § 4.1.1.1.1.1a).

Sin embargo, en las palabras que contienen secuencias vocálicas, y dejando a un lado la dificultad que puede suponer para algunos hablantes percibir las fronteras silábicas en ciertos casos como los comentados en el apartado anterior, no existe completa uniformidad en la manera de articular las series de vocales entre los hispanohablantes de distintas áreas del ámbito hispánico: determinadas secuencias vocálicas que en unas zonas se pronuncian por lo general dentro de la misma sílaba, en otras, se articulan normalmente en sílabas distintas, y viceversa (v. § 2.2.2). Es el caso de las secuencias formadas por una vocal abierta tónica precedida de una vocal cerrada átona, o de las formadas por dos vocales cerradas distintas. Estas secuencias, que en España y en una parte de América se articulan en muchos vocablos como hiatos, se pronuncian, en cambio, como diptongos o integrando triptongos en otras zonas, especialmente en México, Centroamérica y parte de las áreas caribeña y andina. Así, palabras como piano, enviar, guion, jesuita, diurno o fieis son silabeadas por unos hispanohablantes separando las vocales contiguas en sílabas distintas: [pi.á.no], [em.bi.ár], [ gi.ón], [je.su.í.ta], [di.úr.no], [fi.éis]; y, por otros, agrupando las vocales dentro de la misma sílaba: [piá.no], [em.biár], [gión], [je.suí.ta], [diúr.no], [fiéis].

La articulación de determinadas secuencias vocálicas dentro de la misma sílaba o en sílabas distintas no solo depende de la procedencia geográfica de los hablantes, sino que se ve influida asimismo por otros factores, como la posición que la secuencia ocupa dentro de la palabra, la velocidad de emisión, el mayor o menor esmero en la pronunciación, la etimología o la analogía con otras palabras de la misma familia léxica, etc. Así, secuencias consideradas tradicionalmente hiáticas, como las formadas por dos vocales abiertas distintas, tienden a pronunciarse en una misma sílaba en función de circunstancias diversas, como la estructura acentual de la palabra —que puede favorecer la diptongación del hiato— o la velocidad de emisión; así ocurre, por ejemplo, en la palabra rosáceo, que tiende a articularse en el habla espontánea en tres sílabas: [rro.sá.seo, rro.sá.zeo] (con diptongo entre sus vocales contiguas), en lugar de en cuatro sílabas: [rro.sá.se.o, rro.sá.ze.o] (con hiato entre las vocales adyacentes). La diptongación de la secuencia vocálica se ha podido ver favorecida, en este caso, por ser átonas ambas vocales y estar situadas detrás de la sílaba tónica.

Como se ve, el número de sílabas de las palabras que contienen secuencias vocálicas varía en función de si las vocales contiguas se articulan dentro de la misma sílaba o en sílabas distintas. Este hecho determina la posición que ocupa en ellas la sílaba tónica, lo que a su vez tiene consecuencias a la hora de aplicar en estas palabras las reglas de acentuación gráfica. Así, puede darse el caso de que una misma palabra deba llevar tilde o no llevarla dependiendo de si la secuencia vocálica que contiene se considera un hiato o un diptongo (o triptongo). Es lo que ocurre en palabras como guion, lie, truhan, hui o fiais, que, de incluir un hiato, deberían escribirse con tilde por resultar bisílabas agudas terminadas en vocal, -n o -s (v. § 3.4.2.1, información adicional), mientras que, si la secuencia vocálica que contienen se considera un diptongo o un triptongo, estas mismas palabras no deberían tildarse por ser monosílabas (v. § 3.4.1.1).

Precisamente para evitar la indeseable falta de unidad ortográfica a que conduciría que cada hablante aplicara las reglas de acentuación de acuerdo con su modo particular de articular estas secuencias, y con el fin de garantizar el principio de que a una misma acentuación prosódica le corresponda una sola representación gráfica desde el punto de vista acentual (v. § l), la ortografía del español ha establecido una serie de convenciones para determinar qué secuencias deben considerarse siempre hiatos o siempre diptongos (o triptongos) a efectos ortográficos. Estas convenciones —que se exponen en los apartados 3.4.2.1-3— permiten asegurar que, a la hora de escribir, todos los hispanohablantes van a segmentar silábicamente las palabras de la misma forma y que, por tanto, van a aplicar de igual modo las reglas de acentuación, garantizando con ello la unidad en la representación gráfica de una misma acentuación prosódica. El establecimiento de estas convenciones supone también una ventaja didáctica nada despreciable a la hora de enseñar y de utilizar las reglas de acentuación, pues facilita su aplicación inequívoca sin hacerla depender de la percepción de los hablantes o de cómo articulen estos las secuencias vocálicas en cada caso concreto.

j) El sistema de reglas de acentuación no tiene como función indicar si una secuencia vocálica se articula en una sola sílaba o en sílabas distintas.

El sistema de acentuación gráfica del español no tiene como finalidad distinguir si una secuencia de vocales, en una palabra concreta, se articula dentro de una misma sílaba (formando un diptongo o un triptongo) o en sílabas distintas (constituyendo un hiato). La ortografía del español no ha considerado necesario señalar gráficamente cómo se articulan las secuencias vocálicas que contienen las palabras; así, por ejemplo, voces como cuento y cruento se escriben sin ningún signo diacrítico, aunque en el primer caso la secuencia vocálica forme diptongo ([kuén.to]) y, en el segundo, esa misma secuencia, al menos para una parte de los hispanohablantes, constituya un hiato ([kru.én.to]).

Información adicional

Solo en la edición de ciertos textos poéticos, donde puede ser esencial a efectos métricos determinar con claridad el número de sílabas de que constan las palabras que aparecen en los versos, se señala en la escritura si una determinada secuencia vocálica, que normalmente forma un diptongo, ha de ser considerada un hiato. Para ello se utiliza otro de los signos diacríticos del sistema gráfico del español, la diéresis, que se coloca en ese caso sobre la vocal cerrada de la secuencia y, si lo son las dos, sobre la primera de ellas (v. § cap. III, § 2.2): süave [su.á.be], rüido [rru.í.do], traïdor [tra.i.dór].

La razón de que nuestro sistema gráfico no tenga en cuenta esa distinción es que no resulta rentable, en primer lugar, porque prácticamente no hay en español palabras idénticas que solo se distingan por este rasgo; y, en segundo lugar, porque, como ya se ha explicado, no todos los hablantes pronuncian de igual modo una misma secuencia vocálica dentro de una misma palabra, de forma que la articulación de la mayor parte de las secuencias de vocales carece de estabilidad en el plano oral.

El hecho de que pueda inferirse de la acentuación gráfica de algunas palabras si la secuencia vocálica que contienen constituye un hiato o un diptongo no implica que indicarlo sea una función del sistema acentual; esa información resulta ser una mera consecuencia de la aplicación de las reglas de acentuación, cuya finalidad sigue siendo señalar de forma inequívoca la sílaba tónica de todas las palabras prosódicamente acentuadas del léxico del español. Así, por ejemplo, el que se tilde de manera sistemática toda vocal cerrada tónica cuando va seguida o precedida de una vocal abierta átona —secuencias que constituyen siempre hiatos en español—, aun cuando la palabra resulte ser llana acabada en vocal, como ocurre en ba.te.rí.a, con.fí.e, has.tí.o, des.va.í.do, ca.fe.í.na u o.í.do, no significa que la función de la tilde sea señalar el hiato en estas palabras. La función de la tilde sigue siendo ahí indicar de forma inequívoca cuál es la sílaba tónica de la palabra, para lo que es necesario tildar la vocal cerrada tónica del hiato, pues, de no hacerlo así, siguiendo la regla general de escribir sin tilde las voces llanas acabadas en vocal, podría pensarse que el acento recae no en la i, sino en la vocal precedente, lo que daría lugar a pronunciaciones impropias como ⊗‍[batéria], ⊗‍[kónfie], ⊗‍[ástio], etc.

k) El sistema de reglas de acentuación se rige por el principio de economía.

Desde sus primeras formulaciones, el sistema de acentuación gráfica del español optó por un uso restrictivo de la tilde para señalar el acento, de modo que no en todas las palabras prosódicamente acentuadas se marca con tilde la sílaba tónica.

Las reglas de acentuación gráfica del español, tal y como se han ido fijando a lo largo del tiempo hasta llegar al sistema actualmente vigente, están diseñadas para dar cuenta de la acentuación prosódica de todas las palabras que conforman el léxico del español utilizando para ello el menor número de tildes. El principio de economía en el uso de la tilde se basa en la consideración de la frecuencia de los distintos patrones acentuales que presentan las palabras españolas, en los que desempeña un importante papel la naturaleza de los grafemas o letras finales. Así, y en virtud de este principio, se ha determinado que no se acentúen gráficamente las palabras tónicas que respondan a los patrones acentuales más habituales en español —de forma que su acentuación prosódica quedaría indicada por defecto— y que solo se señale la sílaba tónica en las voces que presenten patrones acentuales marcados o menos frecuentes (v. § 2.3.2, segunda información adicional).

Del conjunto constituido por las palabras polisílabas españolas, la gran mayoría son llanas, siendo las más frecuentes las que terminan en vocal y en las consonantes n y s (terminaciones muy habituales, por corresponder a muchas formas verbales y al morfema de plural de sustantivos y adjetivos). Le sigue a mucha distancia el grupo constituido por las palabras agudas, la mayoría de las cuales terminan en consonante distinta de n o s, mientras que las palabras esdrújulas son casi una excepción dentro del léxico del español (se trata por lo general de préstamos de otras lenguas o de cultismos tomados directamente del latín o del griego).

Siguiendo el principio de economía, solo llevan acento gráfico las palabras que presentan los patrones acentuales menos frecuentes en español, a saber: las palabras llanas terminadas en consonante distinta de n o s (puesto que la mayoría de las palabras llanas terminan en vocal, -n o -s), las palabras agudas terminadas en vocal, -n o -s (ya que la mayoría terminan en otras consonantes) y todas las palabras esdrújulas (v. § 3.4.1.2.2a, 3.4.1.2.1 y 3.4.1.2.3).

También en la acentuación gráfica de otros grupos de palabras menos numerosos opera el principio de economía. Así, las palabras terminadas en -y (v. § 3.4.1.2.2c y 3.4.1.2.1c) llevan tilde cuando son llanas (yóquey, póney) porque las palabras españolas con esa terminación son normalmente agudas (caray, Paraguay, carey, virrey, bocoy, convoy, estoy, tepuy, cocuy). Lo mismo ocurre con las palabras terminadas en más de una consonante (v. § 3.4.1.2.1b y 3.4.1.2.2b): las agudas, que son la mayoría —pues entre ellas se encuentran los plurales que añaden -s a palabras terminadas en consonante—, no llevan tilde (compost, tuaregs, piolets), y sí la llevan las llanas (bíceps, cíborg, wéstern).

La regla general que prescribe que las palabras monosílabas se escriban sin tilde (v. § 3.4.1.1) responde igualmente al principio de economía. Si son átonas, no les corresponde llevarla, pues carecen de acento prosódico; y, si son tónicas, no la precisan, puesto que la posición del acento es inequívoca, al constar de una única sílaba.

El principio de economía opera asimismo a la hora de formular las reglas de aplicación de la tilde, al procurar que sean también las menos posibles y abarquen el mayor número de palabras.

l) A cada acentuación prosódica le corresponde una única representación gráfica acentual, y viceversa.

El sistema de acentuación gráfica del español garantiza la existencia de una relación biunívoca entre la acentuación prosódica de una palabra y su reflejo gráfico. En virtud de este principio, la aplicación de las reglas de acentuación gráfica a una palabra con una única acentuación prosódica ha de dar necesariamente como resultado una única representación gráfica desde el punto de vista acentual. Y viceversa, la acentuación gráfica de una palabra tiene que reflejar necesariamente una sola acentuación prosódica.

Puesto que la mayoría de las palabras se acentúan prosódicamente en español de una única manera —esto es, su vocal tónica es siempre la misma—, su acentuación gráfica es de igual modo única: palabras como sagrado, emoción o tópico se acentúan gráficamente siempre de la misma forma porque su vocal tónica es también siempre la misma, de forma que saGRAdo resulta ser, de manera constante, una palabra llana acabada en vocal, emoCIÓN una palabra aguda terminada en -n y pico una palabra esdrújula.

Únicamente aquellas palabras que presentan más de una acentuación prosódica (v. § 2.3.3), es decir, aquellas que, por diversas razones, admiten recibir el acento en dos sílabas distintas, sobre dos vocales diferentes, tienen más de una representación gráfica acentual, como ocurre en adecue /adecúe, alvéolo/alveolo, chofer/chófer, fútbol /futbol, Kosovo/Kósovo, periodo/período, video/vídeo, etc. Cada una de esas variantes gráficas acentuales es reflejo de una acentuación prosódica distinta.

Información adicional

Las voces que contienen secuencias de dos vocales cerradas distintas (/ui/, /iu/) en las que la tonicidad vacila entre una y otra vocal según los hablantes —como ocurre en [buítre] o [búitre], [fluído] o [flúido], etc. (v. § 3.4.2)— son las únicas que constituyen una excepción a este principio. Cuando estas palabras deben llevar tilde según las reglas de acentuación, la doble posibilidad prosódica señalada no se traduce en la existencia de dos variantes gráficas acentuales, sino que la tilde se coloca convencionalmente siempre sobre la segunda vocal (v. § 3.4.2.1.3b). Así, se escribe siempre cuídate (imperativo de segunda persona del singular para los hablantes que no vosean), aunque esta grafía pueda corresponder a dos pronunciaciones distintas: [kuídate] o [kúidate]. El hecho de ser muy pocas las palabras a las que afecta esta vacilación prosódica —por lo demás, bastante sutil y poco perceptible en la mayoría de los casos— y muchas menos aún aquellas en las que tendría repercusiones gráficas como consecuencia de la aplicación de las reglas de acentuación, unido a que esa diferencia de pronunciación nunca es distintiva, justifica sobradamente esta excepción.

De acuerdo con este principio, no pueden existir variantes gráficas acentuales que no respondan a cambios en la vocal tónica de las palabras. Por lo tanto, palabras con secuencias vocálicas como guion, fie, truhan, liais y otras similares, que reciben siempre el acento sobre la misma vocal, con independencia de que dichas secuencias vocálicas se articulen en la misma sílaba o en sílabas distintas ([gi.ón] o [gión], [fi.é] o [fié], [tru.án] o [truán], [li.áis] o [liáis]), solo podrán tener una representación gráfica desde el punto de vista acentual. Para preservar este principio es necesario que las reglas de acentuación gráfica se apliquen sobre estas palabras respetando en todo caso las convenciones que determinan qué secuencias vocálicas deben considerarse siempre hiatos y cuáles siempre diptongos o triptongos desde el punto de vista ortográfico (v. § 3.4.2.1.1 y 3.4.2.2.1). Esto supone que las palabras citadas más arriba como ejemplo deben escribirse siempre sin tilde (guion, fie, truhan, liais, etc.) por tratarse de monosílabos ortográficos de acuerdo con la convención que establece que las secuencias vocálicas que contienen son siempre diptongos o triptongos a efectos de acentuación. No será posible, pues, de acuerdo con este principio, y con el fin de preservar la unidad ortográfica del español, que los hablantes que articulen estas palabras con hiato las escriban con tilde por ser para ellos palabras bisílabas terminadas en vocal, -n o -s (v. § 3.4.1.1).

Este mismo principio es el que justifica, entre otras razones, que pueda prescindirse de la tilde en el adverbio solo y los pronombres demostrativos (v. § 3.4.3.3), ya que la existencia de dos variantes acentuales en estos casos tampoco responde a diferencias en la acentuación prosódica de estas palabras.

     

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