Introducción

3. La ortografía del español

3.2. Criterios en la configuración del sistema ortográfico del español

3.2.1. Adecuación entre grafía y pronunciación

El criterio fonológico o de adecuación entre grafía y pronunciación es el principio fundamental sobre el que se asientan todos los sistemas ortográficos de naturaleza alfabética, basados precisamente en la representación gráfica de los sonidos distintivos de la cadena hablada. Según este criterio, en la escritura de las palabras deben representarse todos los fonemas que se articulan en su pronunciación y, recíprocamente, pronunciarse en la lectura todos los grafemas que aparecen representados por escrito. Dicho de modo más simple: el criterio fonológico determina que debe escribirse lo que se pronuncia y pronunciarse lo que se escribe. Para su aplicación ha de tomarse siempre como referencia la pronunciación culta estándar, aquella que representa el ideal de máxima corrección para los hablantes de todas las áreas. La fidelidad a la pronunciación ha sido el principal criterio regulador de la ortografía del español y una constante en su evolución, de ahí la mayor transparencia de nuestro sistema ortográfico frente al de otras lenguas de nuestro entorno.

Este criterio es el que justifica, por ejemplo, que se hayan simplificado en la escritura ciertos grupos consonánticos etimológicos en los que la pronunciación estándar culta no articula una de las consonantes, como ha ocurrido en psalmo > salmo, pneumonía > neumonía, obscuro > oscuro o postguerra > posguerra, y que, en cambio, se mantengan otros en los que los hablantes cultos pronuncian, de forma más o menos relajada, todas las consonantes del grupo, como en obstinarse, cuya pronunciación culta es [obstinárse] y no ⊗‍[ostinárse], o en eclipse, que los hablantes cultos pronuncian [eklípse] y no ⊗‍[eklíse]. Hay casos en que la propia pronunciación culta vacila entre la articulación simple o compleja del grupo consonántico, lo que da lugar a la existencia de variantes gráficas igualmente válidas; así, voces como transporte, magdalena o fláccido pueden escribirse también trasporte, madalena y flácido.

Responden asimismo a la aplicación del criterio fonológico los casos de palabras en cuya escritura se ha eliminado la letra muda h o en las que se admite, como variante, su supresión: astil, del latín hastīle; reprender, del latín reprehendĕre; arpía o harpía, del latín Harpӯia; alelí o alhelí, del árabe hispano alhayrí, etc. También la adición de una e inicial en todas aquellas palabras cuyo étimo comienza por una s seguida de consonante (la denominada ese líquida), puesto que en la pronunciación de estas voces el español articula una vocal de apoyo: escala (del lat. scala), estándar (del ingl. standard) o espagueti (del it. spaghetti). Como se ve por los dos últimos ejemplos, el criterio de ajuste entre grafía y pronunciación opera con fuerza a la hora de incorporar a nuestro léxico préstamos de otras lenguas.

El criterio fonológico explica también los casos, ciertamente excepcionales, en los que rasgos dialectales de pronunciación trascienden a la escritura y determinan la forma gráfica de algunas palabras en el uso general o la coexistencia de variantes. Así ha ocurrido, por ejemplo, en ciertas voces del ámbito del flamenco, como bailaor, cantaor y tablao, que se escriben sin la esperable -d- intervocálica como reflejo de la pronunciación característica de los gitanos andaluces (creadores de ese arte), generalizada desde ahí a todos los hablantes; o en la variante jalar, que convive con la etimológica halar y responde al reflejo gráfico de la antigua aspiración de la h-, rasgo que aún pervive en algunas variantes dialectales del español.

     

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