Introducción

3. La ortografía del español

3.2. Criterios en la configuración del sistema ortográfico del español

3.2.2. Correspondencia biunívoca entre grafemas y fonemas

Aunque estén en cierto modo relacionados, el criterio fonológico o de adecuación entre grafía y pronunciación no debe confundirse con el ideal de correspondencia biunívoca entre grafemas y fonemas: que cada grafema solo represente un fonema y que cada fonema solo sea representado por un único grafema. Puede darse el caso de que la ortografía de una lengua sea fonológica —en el sentido de que se representen por escrito todos los fonemas que efectivamente se articulan al hablar y no se empleen grafemas sin correlato fónico— y que, sin embargo, por razones diversas, normalmente históricas o etimológicas, su sistema ortográfico disponga de varias posibilidades para representar un mismo fonema. Así ocurre en español, por ejemplo, con el fonema /j/, para cuya escritura usamos los grafemas j (jinete) y g (giro).

Aunque subsisten algunos desajustes como el que ilustra el ejemplo anterior, el ideal de correspondencia biunívoca entre grafemas y fonemas ha estado muy presente en la configuración del sistema ortográfico del español y ha guiado la toma de no pocas decisiones de gran calado, que supusieron en su momento la eliminación de grafemas o combinaciones de grafemas sobrantes por no representar en exclusiva sonidos distintivos. A ello responde, por ejemplo, la decisión expuesta en el proemio ortográfico del Diccionario de autoridades (1726) de suprimir la ç para representar el fonema /z/, pues existían ya, con el mismo valor, la c ante e, i y la z; o la tomada en la ortografía académica de 1754 de eliminar las grafías latinizantes ch, ph, rh y th, sustituidas, respectivamente, por c o qu, f, r y t (christiano > cristiano, anarchía > anarquía, ortographía > ortografía, rhitmo > ritmo, anathema > anatema); o la adoptada en la edición posterior, de 1763, de prescindir de la -ss-, que había dejado de representar hacía tiempo un fonema distinto del que representaba la -s- simple.

En el ámbito de las reglas particulares, las que afectan a la escritura de palabras concretas, el deseo de limitar en lo posible el empleo de grafemas considerados superfluos por compartir con otros el mismo valor fonológico explica que el diccionario académico haya incorporado en no pocas ocasiones préstamos de otras lenguas modificando la grafía etimológica —sin que esta plantease problemas de ajuste con la pronunciación— para privilegiar el grafema o la combinación de grafemas considerados más genuinamente españoles en la representación de un determinado fonema, caso de folclore (del inglés folklore), biquini (de Bikini, atolón de las islas Marshall) o valquiria (del nórdico antiguo valkyrja, probablemente a través del inglés o el francés walkyrie o valkyrie). Pese a ello, en muchos de estos casos han persistido en el uso las grafías etimológicas, junto a las modificadas, lo que ha provocado, como efecto no buscado, la existencia en la escritura de variantes gráficas que han acabado por ser reconocidas también en el diccionario: folclore/folklore, biquini/bikini, póquer/póker, volframio/wolframio, etc.

     

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