Introducción

3. La ortografía del español

3.2. Criterios en la configuración del sistema ortográfico del español

3.2.3. Etimología

En la configuración del sistema ortográfico del español ha operado también, aunque con menor incidencia que en lenguas como el inglés o el francés, el criterio etimológico, según el cual, en la escritura de las palabras, debe respetarse en alguna medida la forma gráfica de su étimo, es decir, del término del cual derivan. Este criterio funciona, en muchos casos, en sentido opuesto al fonológico y explica por qué la forma escrita de determinadas palabras contradice el principio básico de adecuación entre grafía y pronunciación; así ocurre en ciertas voces cultas de origen griego que se siguen escribiendo mayoritariamente con el grupo ps- inicial a pesar de que, al pronunciarlas, no se articula la primera de las consonantes: psicología [sikolojía], psiquiatra [sikiátra], psoriasis [soriásis], etc.

La aplicación del criterio etimológico explica también muchas de las excepciones a las reglas generales (por ejemplo, la presencia de z ante las vocales e, i en la escritura de ciertas palabras por figurar dicha letra en su étimo, como en zeugma o nazi), y es asimismo la causa de la mayor parte de las desviaciones del ideal de correspondencia biunívoca entre grafemas y fonemas que hay en nuestro sistema ortográfico, desde la presencia de un grafema, como la h, sin valor fonológico, hasta la existencia de varias posibilidades gráficas para representar un mismo fonema (b, v y w para /b/; j y g para /j/, etc.). De hecho, el criterio etimológico sigue operando hoy a la hora de fijar la grafía de aquellas palabras que contienen fonemas que admiten varias representaciones gráficas, pues lo habitual es respetar, en esos casos, los grafemas etimológicos; así, voces como káiser, anorak o búnker se escriben con k (y no con c ni con qu) por ser esa la letra que aparece en su étimo.

El criterio etimológico, presente en nuestra escritura desde la época de los orígenes por el recuerdo, aún cercano, de la grafía latina de muchas palabras, cobró fuerza, como ya se ha apuntado, en épocas de revitalización del estudio de las lenguas clásicas, muy especialmente en los siglos XV y XVI, por influjo del humanismo renacentista. Sin embargo, aunque fue defendido aún por muchos tratadistas hasta bien entrado el siglo XVIII, su peso como principio regulador de nuestra ortografía fue disminuyendo progresivamente en los siglos posteriores y ha terminado por supeditarse al criterio fonológico en la mayor parte de los casos de conflicto entre ambos, como demuestra la ya referida simplificación gráfica de muchos grupos consonánticos etimológicos cuando la pronunciación culta no articula todas las consonantes.

     

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