Sintaxis

41 Oraciones activas, pasivas, impersonales y medias

41.5 Impersonales no reflejas (I). Clases de oraciones impersonales. Verbos impersonales referidos a fenómenos atmosféricos

41.5a Se denomina tradicionalmente oración impersonal la que no lleva sujeto expreso ni lo posee sobrentendido. No obstante, se ha señalado en repetidas ocasiones que la ausencia de sujeto es una noción sintáctica que admite varias interpretaciones. En los § 41.5-10 de este capítulo se usará el término en un sentido amplio, para que pueda dar cabida a varios tipos de oraciones impersonales que se distinguen en la tradición, pero también se harán algunas distinciones en el interior de ese grupo general para que sea posible interpretar las considerables diferencias que se reconocen en él.

41.5b Oraciones como Nieva; Hace calor; Ya es de día o Habrá buena cosecha están formadas por verbos que carecen de un argumento al que corresponda la función sintáctica de sujeto. Estos verbos se suelen denominar impersonales léxicos porque la ausencia de sujeto está determinada por su propio significado. Las oraciones formadas con ellos se distinguen de las que contienen sujetos elípticos o tácitos. En efecto, en la secuencia Perdieron el partido puede reconocerse un sujeto tácito, recuperable a partir del discurso precedente, cuyos rasgos de número y persona muestra el verbo. Los sujetos tácitos admiten, pues, varias interpretaciones, tal como se explica en el § 33.4. Mientras que en la oración Está lloviendo no se oculta ningún sujeto (ya que la acción de llover no se predica de entidad alguna), en Se duerme mejor cuando no hace calor se predica de alguna entidad inespecífica la acción de dormir, y en Perdieron el partido se predica de algún grupo particular de individuos (supuestamente presentado en el discurso precedente) la pérdida de la que se habla. Reducidas a lo fundamental las distinciones que se hacen en el § 33.4, se obtiene la clasificación siguiente:

1. Verbo sin sujeto argumental: Llueve a cántaros.

2. Verbo con sujeto tácito argumental de interpretación inespecífica: Dicen que va a mejorar la economía.

3. Verbo con sujeto tácito argumental representado por el pronombre se: Se duerme bien en esta cama.

4. Verbo con sujeto tácito argumental de interpretación específica: Perdieron el partido.

Tal como se hace en la tradición, se aceptará el término impersonal para abarcar los grupos 1, 2 y 3, por oposición al 4. Aun así, son muchos los gramáticos que han hecho notar el problema que supone emplear esta etiqueta en un sentido tan abarcador. Los sujetos tácitos pueden ser argumentales (2, 3 y 4) o no serlo (1), y poseen propiedades diferentes en función de esta distinción. Las oraciones del tipo 1 se analizarán en esta sección y en los § 41.6-8; a las del tipo 2 se dedicará el § 41.9; las del tipo 3 se estudiarán en el § 41.10. Las oraciones del tipo 4, propiamente personales, en el sentido de que contienen un sujeto argumental, se estudian en los § 33.4 y 33.5.

41.5c Los verbos del tipo 1 (‘impersonales léxicos’) más característicos son los que denotan fenómenos atmosféricos o climáticos, como llover o nevar. Se utiliza a veces en la tradición el concepto de verbo terciopersonal para referirse a ellos. No obstante, muchos verbos que se construyen con sujetos oracionales o con otros no referidos a las personas (ocurrir, suceder, transcurrir) son también terciopersonales, por lo que ese término no se aplica únicamente a la clase formada por los verbos sin sujeto que ahora interesan.

41.5d Han sido numerosos los gramáticos tradicionales disconformes con la idea de que un verbo pueda carecer de sujeto. De hecho, en la tradición de las lenguas románicas se registran diversas propuestas según las cuales los verbos que se refieren a fenómenos atmosféricos (Llueve sobre los campos; Nevaba intensamente) poseerían un sujeto oculto que algunas gramáticas clásicas identificaban con fuerzas divinas (Dios, Júpiter, Zeus). En general hoy se acepta que, aunque estos verbos admitan ocasionalmente como sujetos grupos nominales que designan divinidades (sobre todo en la lengua clásica, pero a veces también en la moderna), no ha de suponérseles tales sujetos cuando no están presentes en la sintaxis. El uso personal de estos verbos se ejemplifica en los textos siguientes, clásicos unos y modernos otros:

¿Sabes cuándo y cómo y por qué llueve Dios cuando llueve? (León, Job); Si él es Júpiter y no quisiere llover, yo, que soy Neptuno, el padre y el dios de las aguas, lloveré todas las veces que se me antojare (Cervantes, Quijote II); Cuando Dios llueve, ni más ni menos cae el agua para los ruines que para los buenos (Hurtado Mendoza, Cartas); Bienauenturado so yo quando el dios Jupiter truena (Fernández Heredia, Vidas III); Y por eso dicen que Júpiter truena y tira rayos, porque es elemento del fuego (Herrera, Comentarios); Ese sábado venturoso llegó, y, no bien amaneció Dios, se pusieron en marcha, caminito del Cucaracho (Carrasquilla, Frutos); […] había tanto que hacer, tanto que soportar y corregir desde que amanecía Dios hasta la hora de acostarse (García Márquez, Cien años).

Aparece en el Quijote el dicho Amanecerá Dios y medraremos (Cervantes, Quijote I), que ha pasado a formar parte de la lengua general. Otros gramáticos entendían que estos sujetos personales convierten en factitivos o causativos los verbos citados, de modo que […] aunque lloviese Dios reinos sobre la tierra (Cervantes, Quijote I) significaría ‘Aunque Dios hiciese llover reinos sobre la tierra’.

41.5e Algunos gramáticos han interpretado como sujeto de estos verbos el mismo fenómeno meteorológico al que se refieren: la lluvia en el caso de llover o la nieve en el de nevar, así como ciertos elementos naturales relacionados con ellos (el cielo, las nubes, el agua) y otros semejantes, como en El día iba aclarando y volviéndose menos frío (Jiménez Emán, Tramas). Los ejemplos siguientes corresponden a usos personales del verbo amanecer (se subrayan sus sujetos):

Amaneció el día que se siguió a la noche de la ronda del gobernador (Cervantes, Quijote II); Bien así semejaba cual se ofrece / entre líquidas perlas y entre rosas / la Aurora que despunta y amanece (Cervantes, Parnaso); La mañana del 21 de julio amaneció nublada (Beltrán, R., Corte); El 28 de julio de 1994 amaneció gélido y brillante (Serrano, M., Vida); El lunes amanece húmedo y frío (Santiago, Sueño).

No es común el grupo nominal el agua como sujeto de llover, pero se registra ocasionalmente. En el texto siguiente es el antecedente del relativo que: No solo me afligía el agua que llovía, que, aunque no venía cernida, caíame a canal y cuando menos goteando (Alemán, Guzmán I).

41.5f Se ha puesto de manifiesto en los estudios gramaticales que el análisis que se acaba de esbozar parece confundir los componentes nominales que corresponden al contenido léxico de las palabras (llover ‘caer la lluvia’) con los grupos que desempeñan las funciones sintácticas en la oración. Sin embargo, esta interpretación puede ser relacionada con los análisis actuales que proponen sustantivos cognados como complementos directos de los verbos transitivos en el uso llamado absoluto (§ 34.4b y ss.): cantar (‘cantar canciones’); leer (‘leer lectura’); comer (‘comer comida’). No suele aceptarse en la actualidad que la lluvia sea el sujeto tácito de llover, ni la nieve el de nevar. Aun así, algunos gramáticos entienden que para interpretar correctamente los adverbios de cantidad que esos verbos admiten (como mucho en llover mucho) es necesario hacer referencia de forma encubierta a los sustantivos que designan tales fenómenos (mucha lluvia).

41.5g En las lenguas románicas y germánicas que no admiten sujetos tácitos o nulos, hacen de sujetos de estos verbos ciertos pronombres expletivos o espurios, es decir, sin contenido léxico: Il pleut; It rains; Es regnet. Sobre el uso equivalente del pronombre ello en el español dominicano, véanse los § 16.2g y 33.4u, v. Cuando estos pronombres expletivos, que aparecen en tercera persona del singular y en caso nominativo, se construyen con verbos no impersonales, como en Il mange ‘(Él) come’, constituyen sujetos argumentales33.4u). Se han interpretado por esta razón estos pronombres como sujetos no argumentales cuando aparecen con pleuvoir, rain, regnen y los demás verbos impersonales en las lenguas que no aceptan sujetos nulos. En lo que respecta al español, algunos autores han sugerido que esta lengua poseería el equivalente sobrentendido de esos sujetos no argumentales, de forma que este elemento tácito (sujeto gramatical, pero no léxico) sería el desencadenante de los rasgos de tercera persona del singular que muestra el verbo: Llueve; Nevaba; Granizará. Otros gramáticos entienden que la tercera persona se elige por defecto en el verbo como opción no marcada en español, lo que hace innecesaria en nuestra lengua la presencia de tales sujetos nulos no argumentales.

41.5h Los verbos impersonales que denotan sucesos naturales atmosféricos o climáticos suelen expresar el hecho de que estos fenómenos sobrevienen o se hacen presentes, a menudo en función de su grado de intensidad. No todos ellos tienen igual uso ni similar vitalidad, y algunos se caracterizan por que su extensión geográfica es relativamente reducida. Las paráfrasis que se ofrecen en la relación siguiente son aproximadas. Las áreas geográficas que se mencionan junto a algunos verbos no son las únicas en las que se registran, pero sí figuran entre aquellas en las que los verbos indicados se documentan de forma característica. Los verbos son unas veces generales; otras, comunes a varios países y, en ciertas ocasiones, usados en varias áreas geográficas que no se ha logrado delimitar con exactitud. Los estudios dialectales del léxico ofrecen clasificaciones más detalladas que esta en lo relativo a la distribución geográfica de algunos de los verbos que se mencionan:

Caer lluvia: llover.

Caer lluvia fina o poco intensa: lloviznar, chispear, pintear, cellisquear, cercear, garuar (también garubar en Honduras y otros países centroamericanos; garugar en Chile), brisar (en parte de Centroamérica), gotear, paramar, chilchear (en Bolivia), harinear (en zonas del Caribe insular y del sur de España), orvallar (en la zona noroccidental de España), mollinar, mollinear, molliznear, paramar (en el Ecuador), pringar (en Venezuela, así como en El Salvador y en otros países centroamericanos), neblinear, chinchinear (en parte del Caribe continental).

Caer lluvia gruesa o intensa: chaparrear, diluviar, jarrear.

Dejar de llover: escampar, abocanar (en la zona noroccidental de España), alambrar.

Caer nieve: nevar, algaracear (en la zona centropeninsular española), trapear.

Caer nieve escasa o poco abundante: neviscar, zaracear.

Hacer viento: ventear, ventar, soplar, cercear, callisquear (las dos últimas en zonas del occidente peninsular español), nortear.

Hacer viento fuerte: ventiscar, ventisquear.

Caer granizo: granizar, acantalear, cascarrinar (las dos últimas en zonas del occidente peninsular español).

Caer pedrisco: apedrear.

Haber truenos: tronar.

Haber relámpagos: relampaguear.

Caer rocío: rociar, rocear, rosar.

Caer el sereno: serenar.

Producirse escarcha: escarchar.

Haber tempestad: paramear (en Venezuela), tempestear (poco usado).

Producirse la helada: helar.

Nacer el día: amanecer, clarear, aclarar, alborear, alborecer, clarecer, esclarecer.

Caer la tarde: atardecer.

Caer la noche: anochecer, oscurecer, pardear (México y parte de Centroamérica).

Se ejemplifican a continuación algunos de estos verbos:

Aunque lloviznaba, la temperatura era agradable (Bain, Dolor); Es la hora del crepúsculo, el cielo está cubierto de nubes, corre el viento y empieza a chispear (Alatriste, Vivir); Digo que para qué te levantas si está nublado y garúa (Vega Herrera, Ipacankure); Diluviaba a mares, y tanto trueno junto puso a relinchar a los caballos (Alberto, Eternidad); Cuando el señor Germont golpeó la puerta eran las once menos cuarto y empezaba a relampaguear en el sudoeste (Fogwill, Cantos); Pero cuando empezó a clarear desapareció del velorio por dos horas (García Márquez, Amor); Diariamente, al alborear, el niño hace un largo viaje para adquirir leche (Chávez, Batallador); Todo empezó para mí al pardear el 24 de diciembre del año en que el mundo iba a acabarse de veras (Miranda, C., Noches).

41.5i Los verbos impersonales de este grupo admiten en ocasiones complementos predicativos, como en Llueve fino, que suelen asimilarse a los adverbios de modo:

Más vos diré, señora: una noche yazía / en la cama despierto, e muy fuerte llovía (Arcipreste Hita, Buen Amor); Como llovía recio y el triste se mojaba, y con la priesa que llevábamos de salir del agua, que encima de nós caía […] (Lazarillo); Faltará agua para riego si no vuelve a nevar fuerte (Andes 8/8/2009).

No obstante, no existe pleno acuerdo entre los gramáticos acerca de si todos estos adjetivos se asimilan a la clase de los adverbios (cf. Nevaba racheado). Para el uso de adjetivos como atributos de verbos impersonales (Era de noche y estaba oscuro), véanse los § 41.6ñ y ss.

41.5j Los verbos impersonales que designan fenómenos atmosféricos admiten todos los tiempos y modos, así como muchas perífrasis verbales: Suele llover; Empieza a chispear; Ya está escampando; Dejó de ventear; Está a punto de nevar, aunque con ciertas restricciones de naturaleza léxica. Así, el que dejar de acepte llover, granizar, relampaguear o tronar, pero no habitualmente amanecer, anochecer u oscurecer se deduce del hecho de que estos últimos verbos no designan procesos que suelan interrumpirse. Existen restricciones semejantes en otras combinaciones análogas que están en función de las propiedades aspectuales de las perífrasis verbales. El verbo amenazar, generalmente no auxiliar, se asimila a los auxiliares en estas construcciones, como en No llovía, pero amenazaba llover (Palacio Valdés, Santa Rogelia). En relación con las propiedades de querer como verbo auxiliar en Quiere llover, véanse los § 28.4a y ss. Para el uso de prometer como verbo auxiliar (Promete hacer buen tiempo), véanse los § 28.4k, l.

41.5k Son varios los verbos impersonales citados que admiten usos personales. Así, amanecer y, más raramente, anochecer aceptan sujetos de persona, y a veces de cosa, con el sentido de ‘aparecer o estar en un lugar, una condición o un estado al nacer la luz del día’. Este uso se registra tanto en la lengua antigua como en la contemporánea:

Aquí amanecían, acullá comían; unas veces huían, sin saber de quién, y otras esperaban, sin saber a quién (Cervantes, Quijote II); […] amanecí / con dolor en ambas piernas (Calderón, Alcalde); Amanecí en el cuartel y anochecí a doce leguas de mi pueblo (Azuela, Abajo); Anoche me di la gran vida, amanecí bailando en una de las discotecas (Jaramillo Levi, Tiempo); Amaneció colgado de un poste en la plaza de un pueblo beniano (Paz Soldán, Materia); Buenos días, muchachos, ¿cómo amanecieron? (Paso, F., Palinuro).

41.5l El verbo amanecer posee, además, una acepción personal desprovista de su contenido natural originario, en la que adquiere el sentido de ‘aparecer o presentarse, especialmente de modo inesperado o sorpresivo’, como en Los Padres amanecieron un día sin sotana (Delibes, Madera). La variante amanecerse se registra en muchos países americanos con el sentido de ‘pasar la noche en vela’: Ya estoy viendo que nos amaneceremos aquí (Vargas Llosa, Conversación). Este uso se extiende a serenarse, que se emplea con el sentido de ‘exponerse al sereno’ (Amanecí agripada porque anoche me serené). Se utiliza lloverse como verbo pronominal en el sentido de ‘calarse con la lluvia la parte superior de un lugar habitable’, como en los textos siguientes:

En esos años la cabaña se había vuelto a deteriorar, las maderas crujían y se llovía el techo (Allende, Plan); Comprobó con espanto que la casa se llovía y las ratas entraban por debajo de la puerta (Galeano, Venas).

41.5m El verbo tronar se usa con sujeto de persona en el español general con el sentido de ‘desahogarse, explotar’ (Tronó cuando no le permitieron entrar), pero también con el de ‘sonar como un trueno’:

Truena nuevamente papá con la voz desvertebrada (Marsé, Rabos); ¡Sigue en tu Eternidad, haz y deshaz universos, habla y truena, yo ya no te oigo! (Jodorowsky, Pájaro); Cuando truena el cañón las musas callan (Moreno-Durán, Diana); Los aviones tronaban en el cielo (Sánchez, C., Palacio).

41.5n Algunos de los verbos mencionados (llover, nevar…) se pueden construir como verbos personales con sujetos que expresan los objetos que caen desde el cielo, como en Fuimos a la Patria y había llovido granizo (ABC Color 16/10/2000). Son más frecuentes estas construcciones en usos figurados. La entidad de cuya aparición o surgimiento se habla en estos casos no se refiere a fenómenos meteorológicos, sino a muy diversas nociones, materiales o inmateriales: Le llovieron {críticas ~ elogios ~ insultos ~ ofertas ~ balas} etc., generalmente con pronombre dativo y en alternancia con grupos formados con sobre o encima (Llovieron sobre él improperios de todas clases). Otros usos traslaticios de estos verbos permiten formar expresiones como Escamparon las dudas que lo atormentaban; Cuando relampaguean sus ojos verdes o Cuando truena el cañón, como se vio en el apartado anterior. He aquí otros ejemplos que se ajustan a esta misma pauta:

Mas el barbero hizo de suerte que el cabrero cogió debajo de sí a don Quijote, sobre el cual llovió tanto número de mojicones, que del rostro del pobre caballero llovía tanta sangre como del suyo (Cervantes, Quijote I); Y tus ojos, Señor, relampagueaban (Zorrilla, Poesía); Anoche decías que iban a nevar patos (Giménez-Arnau, Islas); […] una imagen de la Virgen dentro de una bola de cristal que, al volcarla, hacía nevar copos fingidos sobre Nuestra Señora (Olaizola, Escobar).

Recuérdese, por otra parte, lo apuntado en el § 28.4e.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
oración impersonal, tácito, verbo impersonal

 

Nueva gramática de la lengua española
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