Morfología

2. El género

2.10 El género de los sustantivos que designan seres inanimados

2.10a No existen principios gramaticales firmes para determinar el género de los sustantivos que designan seres inanimados. Aun así, a las guías morfológicas que se apuntaron en el § 2.3d cabe añadir algunas tendencias que se basan en la coincidencia de género entre los sustantivos y los hiperónimos que les corresponden (recuérdese que el hiperónimo de rosa es flor; el de cerezo, árbol, y el de enero, mes). Se examinan estas tendencias en los apartados que siguen.

2.10b Son masculinos los nombres de los días, los meses, los años y los siglos: un lunes aciago; agostos tórridos; el 98; el (siglo) xv. También lo son los nombres de los puntos cardinales (el Sur); los vientos (el siroco, pero cf. la sudestada, la tramontana); los números (el cuatro, el veinte), salvo los sustantivos numerales colectivos en -ena, como docena o veintena21.3a). Generalmente, son también masculinos los nombres de los metales (el cinc, pero cf. la plata); los idiomas (el ruso); los vinos (el moscatel, pero cf. la manzanilla) y los licores (el coñac, el vermú, el pisco); los colores (el azul) y las notas musicales (el re), a pesar de que el sustantivo nota es femenino. Los nombres de las estaciones son masculinos, con excepción de primavera. Son femeninos los nombres de las letras del alfabeto (la eme) y los de las horas (las cuatro).

2.10c En el grupo de los nombres propios, usados o no como comunes, es igualmente difícil establecer generalizaciones, si bien suelen adquirir uno u otro género en función del que posee el nombre de la clase a la que pertenecen. Así, suele decirse un Mercedes o un Seat porque se trata de automóviles, pero se usa una Vespa o una Yamaha porque se habla de motocicletas. Cuando se hace referencia a las empresas que fabrican tales vehículos, es normal usar el femenino (la Mercedes, la Seat), como se ve en los siguientes ejemplos:

Todos los automóviles, desde los Fiat hasta los Bentley, sirven para hacer el amor (Paso, F., Palinuro); Al parecer, Romiti encabeza el grupo de ejecutivos de la Fiat partidario del mantenimiento de la política de expansión (País [Esp.] 2/8/1980); Venid ahora a mi despacho. Debo preparar las cuentas de la General Motors y la Mitsubishi (Cuzzani, Pitágoras); Trató de ponerse de pie apoyándose en el coche, un Volkswagen alquilado (Navarro, J., Alma); Lo ocurrido varias semanas atrás en la Volkswagen es un claro ejemplo de esta situación (Excélsior 19/9/2000).

2.10d Como el sustantivo isla es femenino, se habla de la Ambarino, las Azores, las Canarias, las Malvinas; pero como monte es masculino, se dice los Alpes, el Olivia, los Pirineos. Aun así, existen varios sustantivos femeninos que designan montes, quizás por influencia del sustantivo montaña, como la Campana (en Chile), la Carpintera (en Costa Rica), la Culebra (en Venezuela), la Encantada o la Malinche (en México), la Maliciosa o la Muela (en España). De igual modo, aunque cordillera sea sustantivo femenino, se dice los Andes o el Himalaya. Los nombres de ríos, lagos, mares y océanos son masculinos: el Amazonas, el Titicaca, el Cantábrico, el Pacífico.

2.10e Son femeninos los nombres de las carreteras y rutas, ya que se sobrentiende uno de estos sustantivos: Circulaba por la Panamericana; Hubo un accidente en la Nacional IV. En el caso de los topónimos, tienden a usarse como femeninos los que terminan en -a (Barcelona estaba preciosa; Florida estaba engalanada; esta Colombia; otra España; nuestra América; la antigua Persia). Los nombres de países terminados en -a tónica son masculinos (Panamá, Canadá), pero los de ciudades suelen ser femeninos (la Bogotá actual, frente a el Bogotá, que designa un río y un equipo de fútbol). Los topónimos que terminan en las demás vocales tienden a usarse como masculinos: el Toledo de mis tiempos; el Chile de hoy; el Puerto Rico de mis años mozos; México lindo y querido; Montevideo es muy caluroso en enero. He aquí algunos otros ejemplos de este uso, pero cf. el § 2.10g:

Salamanca la docta, y Barcelona, / la Alcalá culta, la París florida, / no pacifica Palas, mas Belona, / contra su honor las armaré y su vida (Domínguez Camargo, San Ignacio); Parecía mentira que hubieran atravesado intactos Europa entera y media Rusia para llegar hasta mí (Muñoz Molina, Sefarad); Hizo una breve exposición de su historia personal, sus largos viajes por el centro de Europa, así como sus estancias en la Francia revolucionaria (Gabriel Galán, J., Bobo); Enseñando en la Nocturna comenzó a descubrir el Perú secreto de los campesinos quechuas (Scorza, Tumba); Lo sabe todo Albacete (Alonso Millán, Parejas).

2.10f La alternancia es mucho mayor cuando estos nombres propios terminan en consonante. No obstante, suele ser más frecuente el masculino, como en el moderno Irán, mi Buenos Aires querido, o en estos otros ejemplos:

[…] si Antonio Machado se hubiera hallado en el Burgos sublevado de julio del 36 (Cercas, Soldados); Era Ventura i Gassols, el poeta catalán a quien el París intelectual había festejado unos pocos años antes (Barea, Forja); La filosofía sistemática de escuela no es planta que arraigue en el Portugal contemporáneo (Nervo, Lengua); Pero no el Londres real, sino un Londres parecido a Bagdad (Borges, Noches).

Existen numerosas excepciones, sobre todo con nombres de ciudades. En estos casos, parece pesar el género femenino del sustantivo ciudad, como en los ejemplos que siguen:

Porque si tú, lector pío y candoroso, sentado a las márgenes de los arroyos de leche y miel que fertilizan la Jerusalén celestial que habitas, has creído que […] (Coloma, Pequeñeces); Tuve alucinaciones en las que algunas fotos de la Buenos Aires de comienzos del siglo xx se superponían con imágenes de la realidad (Martínez, Cantor); ¿Quién no sabe que Nueva York es bella? (Quesada, Banana).

También se documentan muchos casos particulares en relación con esta pauta. Se prefiere hoy el uso de Madrid como masculino, como en Reinaba, en todo Madrid, la atmósfera de los grandes cataclismos (Carpentier, Siglo), pero se registran, en proporción reducida, algunos usos del femenino, como en No sé qué decirle. A mí, Madrid me parece preciosa (País [Esp.] 6/4/1999).

2.10g En los topónimos mencionados alternan a menudo los dos géneros con algunos determinantes y cuantificadores (este, esta; aquel, aquella; todo, toda), y también con ciertos adjetivos, especialmente si el nombre propio termina en vocal, pero no solo en esos casos: {Todo ~ Toda} Sevilla salió a la calle; Buenos Aires está {desierto ~ desierta} en algunas semanas de verano. Con la expresión «el todo + nombre de ciudad» se hace referencia al conjunto de sus habitantes, como en El todo Barcelona acudió a la llamada de Luis del Olmo (Vanguardia [Esp.] 2/12/1995), aunque a veces se alude solo a algún grupo selecto.

2.10h Se admite el femenino en expresiones como toda Buenos Aires, a pesar de que el adjetivo Buenos concuerda con el sustantivo Aires en género y número. En general, las marcas morfológicas de concordancia que se manifiestan en el topónimo se mantienen en la oración o en el grupo nominal que lo contiene cuando las aportan los artículos, como en La Habana {entera ~ *entero}, pero no tan claramente cuando lo hacen otros modificadores. Se distingue en los § 13.11a y ss. entre el uso anafórico de mismo (con el mismo tono de siempre) y el uso intensivo o enfático (Lo autorizó el mismo Sr. Presidente). Con este último, se prefiere la variante masculina con los topónimos, incluso con aquellos que suelen considerarse femeninos, como en Vive en el mismo Salamanca (es decir, ‘en el centro, no en sus alrededores’). El uso anafórico de mismo es variable en función del género que predomine con el topónimo: No es la misma Salamanca de hace tres décadas; Para mí sigue siendo el mismo París de siempre.

2.10i Los nombres de los equipos deportivos suelen ser masculinos, acaso porque se sobrentiende club o equipo (el Bogotá, el Barcelona, el Peñarol). Aun así, existen excepciones (la Cultural Leonesa, la Ponferradina), tal vez porque se entiende asociación, agrupación u otros sustantivos femeninos análogos. No son tampoco necesariamente masculinos los nombres de los equipos cuando están constituidos por sustantivos en plural, como las Águilas del Zulia, equipo venezolano de béisbol. En el español del Río de la Plata, se usan sin artículo cuando constituyen la denominación de esas agrupaciones, con lo que se asimilan a los nombres propios (Boca jugará el domingo; Peñarol hizo un buen partido). En cambio, se usan con él cuando admiten adjetivos y otros modificadores restrictivos, como sucede con los sustantivos mencionados en los apartados precedentes: el Boca de estos últimos años. Se usan en español como femeninos los nombres, adaptados del italiano, de muchos equipos deportivos (la Fiorentina, la Juventus, la Roma, pero el Palermo, el Inter).

2.10j Suelen ser femeninos los nombres de las monedas que terminan en -a (la libra, la lira, la peseta), pero se usa el dracma y también la dracma. Asimismo, el sustantivo córdoba (unidad monetaria nicaragüense) es de género masculino. Los nombres de este grupo son masculinos si terminan en -o (el escudo, el euro, el peso, el rublo) o en consonante (el bolívar, el colón, el dinar, el dólar, el quetzal, el sol):

[…] por la suma de dieciocho millones de libras esterlinas (Cabrujas, Americano); El mismo 23 de marzo de 1913 entraba en circulación la nueva moneda: el córdoba (Arellano, Moneda); En los últimos dos meses, el euro se ha revalorizado casi un 11% frente al dólar (Voz Galicia 29/12/2004); Hoy, domingo por la mañana, perdió el único bolívar que traía en sencillo (Morón, Gallo); La inclusión de la lira y la peseta expondría al futuro euro a fuertes presiones con respecto al dólar estadounidense (Mundo [Esp.] 12/9/1996); Por favor, don Alfredo, adelánteme unos pesos. ¡Me hacen tanta falta! (Daneri, Cita); Cada ficha vale un peso cincuenta centavos (Valadés, Permiso).

2.10k Son masculinos los infinitivos sustantivados o infinitivos nominales (su andar pausado), que se analizan en los § 26.2 y 26.3, y, en general, todas las unidades léxicas que se sustantivan por razones metalingüísticas: un quiero y no puedo; un sí reticente; el “que” sobrante en el texto; los pros y los contras, etc.

Después de considerar los pros y los contras de tu propuesta […] (Sanchis, Cerco); María Roberta dio un sí perezoso a la petición de Raúl de invitar a Catalina al paseo en yate (Rovinski, Herencia); Aquella conversación, a mi pesar, introdujo en nuestras relaciones un no sé qué de patético que ambos procurábamos disimular (Torrente Ballester, Filomeno); La hierba crece sin ayuda de nadie, el niño crece sin ningún apoyo, el árbol crece sin que nadie lo jale, quiero ayudar al crecer general (Aridjis, Teatro).

Información adicional

En relación con este capítulo, la siguiente entrada del Glosario de términos gramaticales podría ser de su interés:
nombre inanimado

 

Nueva gramática de la lengua española
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