Sintaxis

16. El pronombre personal. La correferencia. Las formas de tratamiento

16.6 La correferencia y sus manifestaciones. Relaciones anafóricas y catafóricas

16.6a En los apartados anteriores se han explicado las características morfológicas y sintácticas de los pronombres personales (y de ciertos indefinidos que se les asimilan a veces), con la excepción de la tonicidad. A la oposición entre pronombres tónicos y átonos, de gran importancia en el sistema gramatical del español, se dedicarán las secciones siguientes. Se ha señalado en varias tradiciones gramaticales, y se recordó en los primeros apartados del capítulo, que los pronombres personales de primera y segunda persona se caracterizan por el hecho de que no sustituyen propiamente a sus posibles referentes en el discurso. La oración Yo solo digo que yo no lo hice se diferencia en un aspecto importante, no mencionado en los apartados anteriores, de Él solo dice que él no lo hizo. En la segunda oración podría considerarse si las dos apariciones del pronombre él se refieren o no al mismo individuo, es decir, si los pronombres son o no correferentes. En la primera oración no tiene sentido plantearse la cuestión. El pronombre yo carece, en realidad, de antecedente o de referente discursivo, ya que siempre designa al que habla. Es, como se recordó, una unidad deíctica, en el sentido que se da a este término en el § 17.1. Los pronombres personales de primera y segunda persona han sido llamados por esta razón nombres personales. Los autores que defienden este término sostienen, con buenos argumentos, que estos pronombres no sustituyen al nombre del que habla o del que escucha, sino que designan unívocamente a uno de los participantes en el discurso: el que lo emite o aquel al que se dirige.

16.6b Las relaciones de correferencia se dan entre nombres propios —o grupos nominales— y pronombres (A Lucía no le gusta hablar de ella), pero también tienen lugar entre pronombres (Él dice que no le hacen caso). Se producen, asimismo, entre grupos nominales (Tiene un profesor de inglés y uno de francés, aunque el de francés no es nativo). Tienen antecedente muchos grupos nominales formados con la pauta «artículo + grupo adjetival», en la que el adjetivo suele tener valor depreciativo. Se establece, en efecto, una relación de correferencia entre las expresiones subrayadas en Me llamó tu cuñado ayer. El tonto no se da cuenta de que está haciéndolo todo mal. Estos grupos constituyen denominaciones que se suponen conocidas por el interlocutor. Son particularmente frecuentes las que contienen el adverbio muy: el muy astuto, el muy imbécil, el muy bellaco, etc.:

Mi hermano ya está dormido. El muy idiota se dejó, otra vez, la radio encendida (Gache, Jinetes); Víctor, al fin, ha sido enviado al frente, el muy mariconazo, a pegar tiros (Umbral, Leyenda); Atrasito la seguía July Culong con ganas de meterle el pie, la muy envidiosa (Alatriste, Vivir); A Ramón ni para qué meterlo, el muy despiadado les dijo viejas envidiosas cuando las oyó cuchicheando al día siguiente de la recepción (Elizondo, R., Setenta); A veces invitaban a algunas niñas distinguidas del barrio, pero las muy presumidas siempre hallaban pretexto para no presentarse (Dolina, Ángel); Ay, nos han robado al difunto los romanos para sacarle los untos… Ay, los muy marranos nos lo quieren profanar (Romero Esteo, Vodevil).

Es significativo el caso de la antonomasia, aplicada especialmente a personajes de renombre, como Simón Bolívar ~ el Libertador; Cervantes ~ el manco de Lepanto; Luis XIV ~ el Rey Sol12.8g). Su interés sintáctico radica en que suele utilizarse para evitar la repetición de un nombre propio o una expresión referencial. Así, en una secuencia como Aristóteles y Platón son dos grandes filósofos, pero el Estagirita abordó más campos del saber, la mención del Estagirita no introduce un tercer individuo, sino que hace referencia a Aristóteles, hecho que el hablante supone conocido por su interlocutor.

16.6c También se forman esas expresiones referenciales con grupos nominales que identifican un elemento a partir del orden en que aparece en alguna mención previa (el primero, el segundo, el último, el ya mencionado, el susodicho) y con otros muchos recursos en los que se atribuye implícitamente a alguien alguna propiedad distintiva que permite aludir a una expresión referencial sin repetirla:

Gonzalito y Pelé, con ayuda a ratos de María, se habían pasado la tarde decorándolo. La pareja se sentó con los demás y María, al mirarlos, pensó que parecían dos durmientes (Pombo, Metro).

Se analizan otros muchos aspectos de estas relaciones anafóricas en los § 14.4-6. La lengua permite incluso desdoblar el contenido de un nombre colectivo de forma que sea posible referirse a sus componentes con pronombres distintos, como Es un matrimonio muy joven, pero él está más envejecido que ella31.6w).

16.6d Como se adelanta en el § 1.3l, en las construcciones anafóricas aparece el nombre propio o el grupo nominal antes que el pronombre con el que es correferente (Me pidió una novela y se la traje); en las catafóricas, por el contrario, el pronombre se sitúa antes que el nombre o el grupo nominal (Solo consigo misma tiene Olga tales atenciones). En estas últimas construcciones es frecuente que el pronombre aparezca en el interior de oraciones subordinadas, sobre todo adjetivas (Los compañeros de trabajo que más la trataron decían que Teresa) o adverbiales, en especial condicionales y concesivas:

Aunque ella no quisiera creerlo, Onésima era mala, muy mala, y le odiaba, siempre que podía le hacía sufrir, le castigaba sin motivo (Martínez Pisón, Ternura); Aunque él diga que no es posmoderno —aborrece esa palabra— y aunque no se siente para nada anacrónico, Rodrigo Roco parece un joven revolucionario de los años sesenta (Caras 23/6/1999).

También son comunes en diversos grupos preposicionales situados en posición de tópico:

Ya en su celda, mi hermana me ordenó sentar. Fui a dar con mis huesos fatigados sobre la manta que defendía su camastro tan ruin y pobre como todos (Fernández Santos, Extramuros); En su estudio, el profesor Tovar enmarca la creación poética de Elytis en la tradición y la vida (País [Esp.] 2/11/1980).

La catáfora es más rara en las oraciones construidas con pronombres reflexivos o recíprocos, pero no imposible: Un exceso de celo consigo misma llevaba a Natalia a no posponer ningún problema, por pequeño que fuera.

16.6e Los grupos nominales con los que las expresiones catafóricas comparten referente se denominan consecuentes o subsecuentes, para oponerlos a los antecedentes, que preceden a los elementos con los que comparten su referencia. Los consecuentes de las expresiones catafóricas se pueden clasificar en función de su naturaleza sintáctica. Los que corresponden a los ejemplos presentados en el apartado anterior son grupos nominales. Pueden ser también oraciones, como en el texto siguiente:

Los guerrilleros heridos cuya gravedad lo permitía fueron subidos a un camión (Leguina, Moncada).

Este texto aparece en comienzo absoluto. No ha de buscarse el antecedente del pronombre lo en el discurso previo. Su referente es de naturaleza oracional, y su característica más notable es que aparece a continuación en el mismo texto, aunque no exactamente en la forma en que se interpreta: ‘que fueran subidos a un camión’ o ‘ser subidos a un camión’. Los pronombres personales de interpretación catafórica pueden tener como consecuente un grupo verbal, como en El que lo desee puede fumar (donde lo corresponde a fumar), en concurrencia con expresiones de carácter anafórico, en lugar de catafórico: El que desee fumar puede hacerlo. Aun así, es más común que estas relaciones se creen con grupos verbales: Si puedes Ø, díselo (donde Ø=‘decírselo’) o en Aunque no debería Ø, tomaré otra cerveza (donde Ø=‘tomar otra cerveza’). Se analizan estas relaciones en el § 47.3k.

16.6f Las relaciones de correferencia suelen respetar la concordancia morfológica entre los elementos que la establecen, pero existen algunas excepciones. Se explicó en el § 16.4g que la concordancia de un reflexivo con su antecedente no puede ser parcial. La concordancia parcial (en el sentido de la repetición de solo algunos rasgos morfológicos de las piezas léxicas que se vinculan en la correferencia) es posible, no obstante, en otras situaciones. Así, los grupos nominales construidos con demostrativos no exigen concordancia de número con sus referentes (De todas las novelas que leí el año pasado solo me gustó esta), y tampoco lo hacen los indefinidos: Tienes muchos discos de jazz: podrías prestarme alguno. La concordancia de género, en cambio, es forzosa (con escasas excepciones: § 16.2d). Esta diferencia entre el género y el número pone de manifiesto que las informaciones relativas al primero son propiedades léxicas de las palabras, y por ello se menciona en los diccionarios el género de los sustantivos. El número es una propiedad morfológica de los sustantivos que posee más consecuencias en la sintaxis. Solo suele mencionarse en los diccionarios cuando obedece a irregularidades morfológicas, como la formación del plural en ciertos nombres.

16.6g Las relaciones anafóricas que son posibles entre los grupos nominales definidos formados con sustantivos tácitos (§ 14.1p) muestran las mismas diferencias entre el género y el número que se describen en el apartado anterior; es decir, aceptan la discordancia de número (los hermanos de Paula y el de Luis), pero no la de género (*el hermano de Gloria y la de Antonio). La información de número y persona en los verbos que se omiten en los procesos de elipsis parcial de grupo verbal descritos en el § 31.8, está sujeta también a una discordancia similar, lo que se comprueba fácilmente en oraciones como Ella se va de vacaciones mañana, y yo Ø el lunes que viene, donde Ø representa la forma verbal me voy, aun cuando la que aparece en el texto es se va. La supuesta discordancia de género (ella ~ él) que se observa en estos casos es solo aparente, puesto que las formas verbales no poseen morfología de género. Los siguientes ejemplos literarios ilustran también este hecho:

Cada día tú eres otra Nausica y yo, otro Ulises (Gala, Ulises); En cambio con los extranjeros no hace falta discutir: ellos cuentan sus cosas y nosotros las nuestras (Mendoza, Verdad); Mono, ¿por qué no vamos a dormir? Estoy muerta, y vos más que yo (Andrade, Dios).

16.6h La oposición entre artículos determinados e indeterminados se basa en un rasgo gramatical (determinación o definitud). Es habitual que los pronombres y sus antecedentes no concuerden en sus rasgos de definitud. Esta discordancia entre pronombres y antecedentes permite que un pronombre definido se pueda referir a un grupo nominal indefinido, como en Cuando tiene una idea (indefinido), la (definido) repite una y otra vez, o como en el ejemplo citado arriba Me pidió una novela y se la traje. También es posible la situación contraria, especialmente común en los indefinidos. El pronombre indefinido pocos19.2j y ss.), por ejemplo, exige recuperar un sustantivo del discurso previo. En la oración Trajo las sillas que pedíamos, pero al verlas me parecieron pocas, se recupera esa información a partir del grupo nominal definido las sillas que pedíamos.

16.6i La discordancia de definitud es frecuente cuando los pronombres personales no se refieren a individuos específicos, sino a tantas entidades como pueda designar alguna expresión cuantificativa. Así, es obvio que el pronombre le se refiere a una persona particular en El niño quiere que le hagan caso, pero nótese que no podría decirse lo mismo si la oración fuera Todo el mundo quiere que le hagan caso, en la interpretación en la que el antecedente de le es todo el mundo. En esta oración, el pronombre le se refiere potencialmente a cada uno de los posibles individuos que introduce la expresión cuantificativa todo el mundo. Se dice en la gramática actual que los pronombres personales se comportan en estos casos como variables vinculadas o ligadas con los antecedentes de los que dependen distributivamente. Los posesivos se pueden interpretar también como variables ligadas. Así, al grupo nominal su perro corresponden los rasgos ‘masculino’ y ‘singular’. Sin embargo, no designa un único individuo en la oración Por lo general, la gente trata bien a su perro, donde constituye una variable ligada. Esta interpretación distributiva no equivale a la interpretación de grupo, que es definida (‘el perro de un conjunto particular de personas’). Se analiza con más detalle en los § 18.6m y ss.

16.6j Como se ha explicado, la correferencia exige identidad entre dos expresiones nominales o pronominales. Cuando la identidad es estricta, ambas menciones coinciden en un solo individuo. Así, es obvio que lo y Manuel coinciden en designar a la misma persona en la oración A Manuel hace años que no lo veo. En la mayor parte de las oraciones que contienen pronombres personales de tercera persona se obtiene esta identidad estricta. Pero los pronombres se emplean también en oraciones en las que se expresa una forma no estricta de identidad referencial. La identidad no estricta, denominada también anáfora de sentido, presenta muchas variedades. En los apartados que siguen se mencionarán únicamente las más representativas.

16.6k La primera forma de identidad no estricta que suele señalarse es la que pone de manifiesto la oposición «tipo–ejemplar» (en cierto sentido, una clase de metonimia). Si alguien que tiene en sus manos un libro dice Esta novela la leí yo el año pasado, es probable que no esté designando con el pronombre la el mismo objeto físico al que se refiere la expresión esta novela. No se excluye, desde luego, esta última posibilidad (interpretación de ejemplar), pero es probable que el que habla se refiera al título o al nombre, es decir, al tipo que designa el grupo nominal esta novela (interpretación de tipo). La ambigüedad que se menciona está condicionada por factores pragmáticos, pero también parece estarlo por otros de naturaleza léxica, como es la presencia del verbo leer en el ejemplo propuesto, ya que no resultaría ambigua una oración como Esta novela está desencuadernada, pero la voy a arreglar en cuanto encuentre un rato.

16.6l Se obtiene también una ambigüedad «tipo–ejemplar» en oraciones como Este es un coche excelente. Mi hermana está pensando en comprárselo, y en otros muchos casos similares en los que el pronombre no hace referencia a la misma entidad individual que se ha introducido, sino a un representante de la clase a la que pertenece. Se ha hecho notar que la ambigüedad entre la interpretación de tipo y la de ejemplar radica en los mismos grupos nominales (este libro, el coche, etc.), es decir, corresponde al grupo nominal más que al pronombre en sentido estricto. Sin embargo, es posible que una expresión nominal se use para designar un ser específico o un objeto físico particular (Ayer tuve un accidente con este coche que ves), y aun así sea retomada por un pronombre en la lectura de tipo (… pero no me ocurrió nada. A mi hermana le gusta y me ha preguntado si todavía lo fabrican porque está pensando en comprárselo). Ese hecho pone de manifiesto que la ambigüedad «tipo–ejemplar» forma parte de la gramática de las relaciones de correferencia.

16.6m El segundo tipo de identidad no estricta que se reconoce comúnmente es el que se suele denominar imprecisa en los estudios sobre el pronombre. La correferencia entre un pronombre y su antecedente tiene lugar en estos casos a través de un proceso de reconstrucción mediante el que se crea una entidad paralela a la que se ha presentado, pero no idéntica a ella. Lo ilustran oraciones como Mi compañero de pupitre entregó ayer su trabajo de literatura, pero yo no lo entregaré hasta pasado mañana. En la interpretación más natural de esta oración, el antecedente del pronombre lo es el grupo nominal su trabajo de literatura, pero el hablante que usa esta construcción quiere decir ‘mi trabajo de literatura’, es decir, se refiere con el pronombre lo a una entidad paralela a la que se ha mencionado, pero distinta de ella.

16.6n Como puede verse, en las oraciones en las que se usan pronombres cuya referencia pone de manifiesto la identidad imprecisa intervienen a menudo cambios de persona en la interpretación adecuada de las expresiones que se vinculan (su > mi), pero no existe en esas oraciones discordancia de persona, puesto que su trabajo y lo concuerdan en tercera persona en el ejemplo que se acaba de proponer. Se pone de manifiesto la misma alteración interpretativa en la oración siguiente: Él invirtió sus ahorros en bonos del tesoro, pero yo los invertiré en un departamento (donde se entiende ‘mis ahorros’), o en otras como Javier está encantado con la gente con la que trabaja. Carmen también lo está. Como se comprueba, en la interpretación más natural de esta última oración se hace referencia con el pronombre lo a ‘la gente con la que trabaja Carmen’, aun cuando en el texto no aparece esta expresión, sino que se habla de la gente con la que trabaja otra persona. Los adverbios también, tampoco y otros que se refieren a grupos verbales dan lugar a menudo a estructuras sintácticas en las que se produce esta forma peculiar de identidad, como en Tú estás contento con tu trabajo y yo también (lo estoy con el mío). El grupo pronominal lo mismo y el adverbio igual aparecen también muy frecuentemente en oraciones en las que tiene lugar este tipo de ambigüedad.

16.6ñ Existen formas aún más laxas de identidad no estricta (o anáfora de sentido). Con los demostrativos se crean grupos nominales anafóricos cuyos antecedentes pueden no mostrar su misma forma léxica. Mientras que sería esperable que la expresión este sombrero fuera precedida en algún texto por la mención previa de algún sombrero, repárese en que la expresión este inconveniente no aparece precedida por la palabra inconveniente en el texto que sigue:

En estas condiciones, si los delincuentes se sublevaran, la tripulación no podría sofocar el motín, aun cuando el resto del pasaje mantuviera la neutralidad. Este inconveniente, sin embargo, viene compensado por el saber que […] (Mendoza, Trayecto).

El hablante y el oyente deducen que la información presentada en el texto inmediatamente anterior constituye un inconveniente, lo que permite que sea considerada información temática (§ 40.1d y ss.) y retomada por la expresión este inconveniente en el texto que sigue. En el § 17.3h se hacen otras consideraciones sobre este mismo uso. Se remite también a los § 14.4-6 para el análisis de otras formas de asociación anafórica en las que no intervienen necesariamente pronombres, sean personales o de otro tipo.

16.6o Se hizo referencia en las páginas anteriores a los usos anafóricos de los grupos definidos formados con el adjetivo mismo en los que se expresa identidad o igualdad. Así, lo mismo es un grupo pronominal que se interpreta anafóricamente en este texto: Yo no soy orgullosa, yo no creo que mi apellido se desdore porque mi esposo trate a unos artistas; al contrario; si yo fuera hombre haría lo mismo (Clarín, Hijo). Su antecedente es ‘tratar a unos artistas’, aun cuando esta expresión no aparezca en esta forma en el discurso inmediatamente anterior. Lo mismo alterna aquí con eso mismo. En el lenguaje administrativo, periodístico y burocrático se construyen a menudo grupos nominales con el artículo determinado y el adjetivo mismo (la misma, lo mismo, los mismos, etc.) con el valor anafórico de los demostrativos o los posesivos, como en La terminación de la nueva sede y la inauguración de la misma, donde podría haberse dicho … la inauguración de esta o … su inauguración. Se transcriben a continuación ejemplos de este uso, en los que se señala con subrayado discontinuo el grupo nominal al que el grupo con mismo se refiere anafóricamente:

Los derechos inscritos en virtud de una causa ilegítima o título defectuoso, se convalidarán si el titular registral hubiese obtenido, con arreglo al Código Civil, la usucapión de los mismos (Porcioles, Anteproyecto); El fiscal hizo eso después de leer parcialmente la orden recibida de sus superiores para no pedir medidas cautelares y de decir que estaba conforme con la misma (País [Esp.] 17/7/1997).

En estos ejemplos, el mismo se emplea exclusivamente con valor anafórico, sin su significado habitual de identidad e igualdad. Es un uso muy extendido en los niveles de lengua a los que se ha hecho referencia, pero es raro fuera de ellos. Se recomienda no abusar de esta construcción y sustituirla, cuando sea posible, por otros elementos anafóricos como un pronombre personal, un posesivo o un demostrativo. Así, en el ejemplo de Porcioles se podría sustituir la usucapión de los mismos por su usucapión, y en el de El País se podría cambiar la misma por ella. De manera análoga, en lugar de Recibió varias heridas, pero aún no se ha determinado la causa de las mismas, se prefiere … su causa; en vez de Volvió a su oficina y entró sigilosamente en la misma, se prefiere … en esta o … en ella.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
ambigüedad, anáfora, catáfora, consecuente, correferencia

 

Nueva gramática de la lengua española
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