Morfología

3. El número

3.6 El plural de los nombres propios

3.6a Por su naturaleza, los nombres propios no tienen plural, ya que designan entidades únicas entre las de su clase (§ 12.7a). No obstante, cuando un nombre propio es compartido por varios individuos, se asimila a un nombre común, como se explica en los § 12.7m, n, y en ese caso admite el plural, de acuerdo con las reglas generales que se aplican a los nombres comunes. Aun así, su condición primitiva sigue manifestándose a través del uso de la mayúscula inicial. Los que se subrayan a continuación designan personas:

Nunca más volverá a haber en Nicaragua Adolfos Díaz, Emilianos Chamorro, José Marías Moncada, Anastasios Somoza en el poder (Ramírez, Alba); Esta es la cuarta fiesta de este tipo que se organiza en Villalba, después de la de los Pepes, los Antonios y los Carlos (Voz Galicia 23/11/1991); El futuro de González depende de otras dos Cármenes (Mundo [Esp.] 28/11/1995); Vienas con más trozos de París. Barcelonas sin pobres. Madrides sin miedo a las invasiones culturales […] (Izaguirre, 1965); Comenzaron a abundar las Carlotas, Eugenias, Sofías, Victorias y Amalias, que si el gallo del imperio no les hubiera cantado a sus madres, debían de haberse llamado: Marías, Lupes, Lolas, Josefas, Conchas, Choles y Cármenes (González, E., Dios); […] a todos los Marios, Manolos, Marías, Maites, etc., podrán darles los buenos días, alto, claro y ¡en castellano! (López, M., Gorila).

3.6b No hay normas seguras para la formación del plural de los nombres propios compuestos que designan personas. Lo más frecuente es que se pluralice solo el segundo componente, sobre todo si se trata de formaciones muy consolidadas, en las que el primer elemento suele ser átono: los Juan Antonios, los José Manueles, los Pedro Pablos, los Francisco Javieres:

El nuevo Estado Pontificio es España, y contra España pontificia nada podrá el Infierno, ni los Víctor Manueles de los cubiles de acá y de allá prevalecerán contra la voluntad de Dios (Galdós, Episodios); […] y de donde volvieron hechos unos Rafaeles (vamos al decir) y llenas las cabezas de Marco Antonios y Cleopatras, y Danaes y Mercurios, y Rómulos y Coriolanos (Mesonero Romanos, Obras jocosas).

3.6c Esta misma suele ser la pauta general cuando los dos nombres se escriben en una sola palabra, o bien separados por un guion: El sitio es lo de menos: nuestros parques y paseos públicos ya están acostumbrados a los José-Marías de bronce (Asturias, París). No obstante, es mayor la alternancia con ciertos nombres de mujer formados con el sustantivo María: las Marías Teresas ~ las María Teresas; las Marías Juanas ~ las María Juanas. He aquí algunas muestras de estas alternancias:

Pero así serán y han sido todas las doñas Marías Antonias del Universo (Villalonga, Bearn); Resulta un tanto ridículo hacer de Bradomín cuando las Marías del Rosario, las María Antonias [...] no són más que ficciones (Planella, Ángeles); No se nos puede olvidar que hay muchas más María Juanas en potencia (Diario Jerez 4/4/2009); Uno se da cuenta ahora por qué las Marías Teresas se llamaban Maite (Esparza, Réquiem); Al lado de esta tragedia, ¿qué importan las riñas de pantalla plana entre Jimmys y María Teresas? (ABC 13/9/2005).

Como en otros muchos casos similares, estas alternancias son el resultado de la segmentación que los hablantes hacen de estas palabras. Cuando la separación gráfica no impide que se consideren una sola forma compuesta, se pluralizan como otros compuestos univerbales (las María Juanas); cuando en la conciencia lingüística de los hablantes se segmentan como dos sustantivos independientes, ambos adquieren el plural (las Marías Juanas). Aunque menos frecuentemente, se registran también nombres compuestos con plural invariable:

A diferencia de los Aurelianos, los José Arcadio son siempre machos corpulentos, bien equipados para la vida (Heraldo [Col.] 29/10/2004); Nunca mira hacia donde están las María Guadalupe (Goldenberg, Cartas).

3.6d En el plural de los nombres de santos, llamados a veces hagiónimos, que contienen la forma apocopada san, suele variar únicamente el nombre, como en Había varios san Luises y muchos san Antonios o en los textos siguientes:

Avanzaron gritando de alborozo entre San Franciscos decapitados, San Gabriel Arcángeles sin el dedo alzado, San Antonios de Padua cojos y mancos (Donoso, Pájaro); Bien me conoció en la cara D. Emilio el placer que me causaba cuando en variada conversación, después de despellejar a muchos que merecen ser unos San Bartolomés [...] (Clarín, Viaje).

No obstante, si la forma de tratamiento está completa, lo habitual es que varíe también el adjetivo, tanto en masculino (los santos Domingos) como en femenino (las santas Teresas):

Tuvo la audacia de privar de mi presencia a la negra imagen de las Santas Marías del Mar (Mujica Lainez, Escarabajo); Ni faltaban en las tiendas de muñecos trompas merinas, siempre-tiesos, sables y fusiles de madera y de latón, y especialmente Santos Domingos de diversos tamaños (Valera, Juanita).

3.6e Permanece inalterada la forma de tratamiento don (Conozco a varios don Josés), pero se pluraliza doña (En mi colegio hay tres doñas Isabeles):

Estaban los Pepes y las Pepas del Padul, los Josés y las Josefas de Dúrcal, los Don Josés y Doñas Josefas de Órgiva (Alarcón, Alpujarra); ¡Pero un cómico asaetado por Cupido, lo cual me hace más rico que un centenar de don Enriques! (García May, Alesio).

No cambian los tratamientos religiosos fray y sor:

¿Cuántas “sor juanas” hay en los 25 conventos de clausura pasteleros de la diócesis sevillana? (Domingo, Sabor); Si la orden tuviera media docena de fray Gerundios, esa media docena de santos más adoraría con el tiempo en los altares (Isla, Fray Gerundio).

3.6f Se asimilan a los nombres comunes los nombres propios de persona que designan arquetipos (§ 12.8f), como una celestina, un lazarillo, una magdalena, un quijote, por lo que forman plurales regulares:

Sobre las cinco arranca el cortejo de casa de las magdalenas, dos jóvenes mujeres, cubiertas con gruesos velones negros (Agromayor, España); […] entre cuyas aguas de naufragio sobrenadan —apenas— lazarillos, celestinas, buscones y guzmanes (Miranda, Palabras); Por ejemplo, esos padres orgullosos de presentar a su recién nacido o los casanovas que decidan mostrar su colección privada de amoríos (Clarín 2/4/2003).

Se extiende esta pauta a algunos nombres precedidos de una forma de tratamiento o seguidos de un complemento con preposición, como en Hay muchos donjuanes de pacotilla o Las muchachas parecían dos Juanas de Arco. También a los nombres y apellidos que, por metonimia, pasan a designar una obra de arte, un premio, un producto cualquiera, una unidad de medida, etc. (§ 12.8e): los goyas del museo; los nobeles de literatura; dos excelentes riojas; mil julios de energía. No son, en cambio, nombres comunes cuando se usan en aposiciones: los premios Goya; la ceremonia de los Óscar; los premios Nobel.

3.6g Se observan alternancias entre la forma invariable y la que muestra un morfema de plural en los nombres de apellidos: los Ochoa ~ los Ochoas. La marca de plural es forzosa cuando no modifica al sustantivo algún elemento que proporcione la información que corresponde al plural. Aun así, los apellidos terminados en -z, que no se pluralizan en otros contextos, tampoco lo hacen en este. Están, pues, en plural los tres apellidos que se subrayan en el texto siguiente, pero el tercero de ellos no presenta formalmente variación de número, ya que su plural es invariable: Por eso no es entendible la respuesta norteamericana. ¿O acaso si no existieran esos consumidores habría Ochoas, Escobares y Rodríguez? (Tiempo [Col.] 7/1/1988).

3.6h Cuando se hace referencia al nombre de la familia o de los miembros que la forman, es habitual la alternancia entre las dos opciones: dejar el sustantivo invariable y adjuntarle el morfema de número. La primera opción es la más frecuente en los textos, pero no la única, sobre todo si se trata de nombres de dinastías o de familias conocidas:

Alberto es el más gracioso de todos los Escobar (Olaizola, Escobar); ¿Por qué serie de conjunciones fantasmagóricas, este hombre que conviviera en su adolescencia con los íntimos, que eran los Terrero, los Alvear, los Díaz Vélez, los Obarrio, los Rozas, los Crisol, los Madero, los Olaguer, los Vilate, los Saavedra, los Anchorena y los Obligado […]? (García Velloso, Memorias); En los Llanos Orientales con los Bautista, los Fonseca, los Parra. En el Sur del Tolima, los Loaiza, los García (Alape, Paz); Don Rafael Pérez de Guzmán el Bueno, descendiente de la noble e histórica familia de los Guzmanes, nació en Córdoba el 16 de noviembre de 1803 (Tapia Bolívar, Historia); Yo no podré ir, hermano, ni aunque pienses que es por la vieja enemistad entre los Salazares y los Quijadas (Melcón, Catalina); Pero el rostro del último de los Austrias simbolizó todo aquello que los Borbones modernizantes querían reformar y dejar atrás (Fuentes, Espejo); Los Acosta adoptaron un niñito canadiense (Gutiérrez, J., Federico).

3.6i Intervienen otros factores en la elección del número en los apellidos, unos fonológicos y otros más propiamente semánticos. En efecto, como se señaló en el § 3.6.g, no pluralizan los apellidos terminados en -z: los Fernández, los Pérez, los Sanz, los Olóriz. Tampoco experimentan variación los que acaban en -s, aun cuando se trate de una palabra aguda: los Borges, los Garcés, los Quiñones, los Solís, los Valdés:

Perdí de vista a los Yáñez por muchos años (Neruda, Confieso); Los Díaz son doce; los Castros son como dieciocho (Briceño-Iragorry, Regente); Los Sánchez tenían cinco hijos, quienes quedaron abandonados en Juárez (Tiempo [Col.] 21/10/1996); Todas las casas, desde la más pequeña, la de Rojas, hasta la casi mansión de los Soto Morales, llevaban un nombre escrito al pie del portón de entrada (García Ramis, Días).

Asimismo, suelen permanecer sin variación los apellidos que coinciden con nombres de animales, objetos, accidentes geográficos, plantas, etc. También los que coinciden con nombres de pila o con adjetivos, puesto que la forma plural podría inducir a confusión: los Alonso, los Caballero, los Castillo, los Hermoso, los Hidalgo, los Leal, los León, los Mayor, los Rincón.

3.6j Existen apellidos con dos variantes, una con forma de singular y otra con forma de plural: Torre es, en efecto, un apellido, pero igualmente lo es Torres. Lo habitual (y aconsejable) en estos casos es que cada uno de ellos se conserve invariado cuando se emplea en plural. He aquí algunos ejemplos:

Cuando las balas se les acabaron, los Mejía empezaron a tirar agua hirviendo (Vistazo 21/9/1997); A la hora de señalar la mejor parada de su vida le recordamos la de este año en Cádiz a disparo del mayor de los Mejías (ABC 28/4/1986); Además, mi apellido —la herencia de las luchas de mi padre, el prestigio de los Rivero—, podía significar alguna cosa entre los campesinos (Bareiro, Ojo); Desde mañana y hasta el domingo, 31 de agosto, la peña motera ‘Los Riveros de Monroy’ celebrará su segunda concentración de motos (Hoy [Esp.] 28/8/2008); Procede de la gran dinastía jerezana de los Torre (País [Esp.] 2/6/1985); En Adjuntas los Vázquez, los Torres y los Maldonado eran grandes terratenientes (Picó, Poder).

3.6k Los apellidos extranjeros no varían en principio, sobre todo cuando su configuración fonética y gráfica no se ajusta a la del español: los Reagan, los Wagner, los Harrison, los Becker, los Schneider. Sin embargo, se registran casos de pluralización, fundamentalmente en los acabados en vocal. En cambio, cuando presentan una estructura fonológica similar a la de los apellidos españoles, suelen pluralizarse como ellos. Se acepta mejor, por ejemplo, la -s del plural en los Sousas o en los Agostinis, que en los Nixons o en los Bennettons. La adopción del morfema de plural es frecuente en algunos que corresponden a los nombres de dinastías, como los Médicis, los Habsburgos, los Capuletos. Los acabados en -y no reciben marca de plural, al menos en la lengua escrita: los Kennedy, los Flaherty, los Sarkozy.

3.6l Junto a los factores formales mencionados, existen otros que apuntan a la designación de estas expresiones. Si no interfieren las variables de tipo fonológico a las que se ha aludido, se percibe una fuerte tendencia a elegir la marca de plural cuando el que habla no desea hacer referencia a un conjunto de personas que comparten cierto apellido, sino (a menudo despectivamente) a varias que no se mencionan, pero que se asemejan en algo a una en particular que sí lo lleva:

Pues ¿cómo me ha de doblegar del ayuno el padre Escobar, ni juntos todos los Escobares abogados con todos sus libros? (Santa Cruz Espejo, Luciano); Lo malo para la democracia no es que exista un Piñeiro, o un Barreiro, o algunos Duranes y algunos Figueroas (ABC 1/6/1989).

3.6m Los nombres de marcas se emplean metonímicamente para referirse a los objetos que designan, de forma que se integran, en este uso, en la clase de los nombres comunes. Aun así, estos sustantivos suelen construirse con plural invariable cuando acaban en consonante. Esta es también la opción que se recomienda: Los Seat estaban alineados (en lugar de los Seats). Si se trata, en cambio, de un nombre propio terminado en vocal, se tiende a pluralizarlo: Los Ibizas estaban alineados; Todos los Toyotas que ha comprado y las Yamahas que ha vendido. Lo mismo ocurre con los nombres de establecimientos: los Mercadonas, los Zaras; pero los Champion o los Carrefour. Si se trata de un nombre compuesto, es más frecuente (y además preferible) el plural invariable: los tres Corte Inglés de la ciudad.

3.6n Se integran en el paradigma de los pluralia tántum (§ 3.8f) los nombres propios de un gran número de topónimos, como los de ciertas cordilleras (los Apeninos, los Alpes, los Andes, los Pirineos) y archipiélagos (las Antillas, las Galápagos, las Canarias, las Filipinas, las Azores, las Baleares, las Cíes), en el segundo caso con algunas excepciones (las Caimán, las Salomón). Son asimismo expresiones nominales en plural los nombres de ciertos países (Estados Unidos, Países Bajos, Emiratos Árabes Unidos). También lo son los de algunas ciudades (Buenos Aires, Aguascalientes, Iquitos, Ciempozuelos), pero la concordancia «sujeto–verbo» en estos últimos casos se hace en singular. Se explica esta diferencia en los § 33.8j, k. Acaso por imitación de expresiones como las Américas o las Indias, se han formado en España plurales expresivos irregulares de sabor popular (los Madriles, los Perules), presentes en obras literarias que usan este registro:

No hay preciosidad como ella en todos los Perules del Sur ni del Norte… (Galdós, Episodios); el pingajo: ¡Ele...! ¡Viva Sierra Morena en los Madriles…! el barquillero: Y tú que lo digas, chavea… (Rodríguez-Méndez, Bodas).

 

Nueva gramática de la lengua española
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