Sintaxis

48 La negación

48.6 Inductores negativos

48.6a Como se anticipó en el § 48.1ñ, en las construcciones negativas suelen distinguirse dos grupos de elementos: los inductores negativos y los términos de polaridad negativa. Los primeros crean entornos sintácticos apropiados para la aparición de los segundos. La primera variante de la alternancia negativa ilustra el caso más simple de esta relación. En efecto, en No dijo nada el inductor negativo es no y el término de polaridad negativa es nada. Ese vínculo sintáctico se extiende a construcciones más complejas, no siempre reductibles a la alternancia negativa que se ha descrito. Así, en Estaba demasiado curda para ver más allá de sus narices (Torres, M., Hombres), el adverbio demasiado constituye el inductor negativo que permite la aparición del término de polaridad negativa ver más allá de las narices (de uno). Esta expresión se caracteriza por que no se usa sin negación previa, pero —como se comprueba— el adverbio demasiado en la construcción demasiado… para proporciona el entorno adecuado que suple la negación requerida (§ 48.6ñ, demasiado... para).

48.6b En los ejemplos de esta sección y de las siguientes se marcarán los inductores negativos con trazo discontinuo y los términos de polaridad negativa con trazo continuo. Se obtienen relaciones similares a la mencionada en el apartado anterior en los ejemplos que siguen:

El único texto que vio publicado en toda su vida estaba lleno de faltas de ortografía (Memba, Homenaje); Los pueblos sojuzgados tenían pocas posibilidades de formular objeción alguna (Moix, Sueño); El portavoz del Gobierno de Bonn, por su parte, negó que estuviera prevista ninguna cumbre occidental sobre Afganistán (País [Esp.] 9/2/1980); Desde ese ángulo insospechado apenas reconocía su entorno ni la extraña figura que lo había presidido (Regàs, Viaje); Te lo tenía que haber dicho antes de nada (Martín Gaite, Nubosidad); Torciste por un pasadizo angosto y te viste solo, sin ninguno de tus acompañantes (Otero, L., Temporada); ¿Quién te dio vela en este entierro? (Gambaro, Envido).

En el último ejemplo, el inductor no es, estrictamente, el interrogativo quién, sino la interpretación negativa de este pronombre, que se deriva del carácter retórico de la interrogación. Se retomará este fenómeno en los § 48.6h, v, w.

48.6c Entre las unidades léxicas o sintácticas que se comportan como inductores negativos se encuentran las que denotan duda (dudar, ser dudoso), temor (temer, tener miedo, sentir pánico), oposición o rechazo (resistirse, rehusar, rechazar, negar, oponerse, prohibir, impedir, contrario, opuesto), y también privación, carencia y ausencia (quitar, irse, perder, falta, carencia). A continuación se ilustran algunas de estas expresiones:

Me callé humillado por mi falta de acceso a nada remotamente emparentado con los Guermantes (Donoso, Delfina); Cuando Varicela le preguntó a Elósegui, negó que este tuviera nada que ver con el negocio (Leguina, Nombre); Por eso es dudoso que quisiera olvidar nada (Cercas, Soldados); Mi otro amigo prefirió a una gordísima odalisca, con quien dudo que haya podido realizar ninguna proeza (Allende, Casa); Le daba miedo preguntarle nada (Martín Gaite, Fragmentos); Virginia estaba convencida de que sus pensamientos al respecto eran justo lo contrario de querer quitar el novio a nadie (Pombo, Metro); Tenía prohibido tocar o decir nada de los capiteles del desencanto (Cunqueiro, Merlín).

Son también inductores negativos algunos verbos factivos (§ 25.3r) que denotan sensaciones negativas (molestarse, incomodarse, indignarse), así como gran número de predicados que expresan juicios negativos: ser horrible, resultar una locura, ser una tragedia, constituir un verdadero disparate, ser imposible, entre otros muchos:

Por eso, cuando Serena entró en mi vida, nadie se molestó en compadecerla (Salisachs, Gangrena); Era imposible encontrar a nadie más inofensivo y bien dispuesto que Vélez (Pombo, Metro); Si se habían dado cuenta de nuestra falta, era una locura intentar nada (Baroja, Inquietudes).

48.6d Como muestran los ejemplos del apartado anterior, no solo se comportan como inductores negativos los predicados verbales, sino también los nominales y los adjetivales. La naturaleza transcategorial o multicategorial de estos elementos constituye un rasgo gramatical que se ha destacado repetidamente en los estudios sobre estas construcciones. Para ilustrar este punto puede considerarse la locución verbal pegar el ojo, ya existente en la lengua medieval y en la clásica: […] ninguno ha pegado el ojo, ni yo tampoco (Cervantes, Quijote II). El mismo papel hará cualquiera de las variantes que alternan con ella: pegar ojo en España y parte del área antillana; pegar los ojos en Chile, el Río de la Plata, los países andinos y algunos de los centroamericanos; pegar un ojo en España, el Río de la Plata y las Antillas, entre otras áreas. Esta locución constituye un término de polaridad negativa. Si se dijera que se limita a los contextos formados por el adverbio no, los indefinidos negativos (nada, nadie, nunca, etc.) y la preposición sin, quedarían sin explicación secuencias como las siguientes (entre otras muchas similares):

Ante la imposibilidad de pegar ojo, se levantó dispuesto a comenzar el día con el sol (Riera, Azul); Hace días que apenas pego los ojos (Vargas Llosa, Fiesta); Se pondrían de acuerdo para formar un corro en torno a mi cama impidiéndome pegar ojo (Vázquez Montalbán, Cuarteto); Se fueron a acostar muertos de miedo y pasaron horas antes de que pudieran pegar el ojo (Vega, A. L., Crónicas).

El análisis de los inductores negativos comporta fundamentalmente dos aspectos: el primero consiste en determinar el largo paradigma de inductores que se permiten en español y establecer generalizaciones adecuadas sobre la negación implícita en cada una de esas expresiones. El segundo, propiamente de naturaleza sintáctica, consiste en restringir la relación gramatical que se establece entre el elemento inductor y el inducido.

48.6e Los inductores negativos y los términos de polaridad negativa se suelen dividir en fuertes y débiles. Los inductores fuertes admiten todo tipo de términos de polaridad negativa. A su vez, los términos de polaridad negativa fuertes no son admitidos más que por los inductores fuertes. Por ejemplo, los contextos modales que expresan posibilidad son inductores negativos débiles en español. Aceptan modismos de polaridad negativa, como en A ver si esta noche puedo finalmente pegar (el) ojo, o en Puede que el nuevo jefe sea santo de su devoción, pero yo diría que no lo es (cf. *El nuevo jefe es santo de su devoción, sin negación). No aceptan, en cambio, indefinidos negativos (*Puede que ocurra nada), que se consideran términos de polaridad negativa fuertes. Asimismo, las prótasis condicionales son, en el español actual, inductores débiles. Admiten el uso posnominal de alguno, como en Si hubiera posibilidad alguna (cf. *Hay posibilidad alguna, sin negación) y algunas locuciones de polaridad negativa, como en Si al menos tuviera dónde caerse muerto; Si cabe duda; Si tuvieras una pizca de vergüenza (cf. *Tienes una pizca de vergüenza). No admiten, en cambio, los indefinidos negativos (*Si dijera nada) ni la conjunción ni (*Si se va a un sitio ni al otro).

48.6f Las prótasis condicionales eran inductores fuertes en el español medieval:

Si algun judio fuere osado de apremiar o costrennir a ningun cristiano (Fuero Juzgo); Y mala muerte me tome si pienso que hizo nada (Silva, F., Celestina); Nuestro Señor te tratará mal a ti y te afligirá si afligieses a nadie (Diario Colón).

Lo son en la actualidad, con ciertos indefinidos, en catalán, italiano y francés (como en Si vous venez jamais me voir ‘Si alguna vez viene usted a verme’), entre otros idiomas. En algunas variedades del español europeo actual es un inductor negativo fuerte la conjunción condicional como, acaso porque introduce amenazas en las que se advierte al interlocutor de lo que no debe hacer: Como se te ocurra contarle a nadie más que Johnny Pickup ha vuelto y prepara un disco, te capo (Sierra Fabra, Regreso).

48.6g Un rasgo característico de las lenguas que poseen dos series de indefinidos (en el sentido explicado en el § 48.3c) es que los de la serie negativa se suelen usar como indefinidos de indistinción, es decir, con un sentido cercano al del cuantificador cualquiera. Estos indefinidos se admiten en un gran número de entornos no factuales, como se explica en el § 20.4o, entre los que están las prótasis condicionales, los verbos modales, el imperativo e incluso el futuro. Aunque de forma poco sistemática, los textos muestran que la lengua medieval se asimila a este paradigma. Así, el significado de la secuencia Do tú nunca quisieres iremos nos de grado (Alexandre) viene a ser ‘Iremos de grado a cualquier sitio que quisieres’.

48.6h La interrogación no retórica, sea directa o indirecta, tampoco se acepta como inductor negativo en el español actual: *¿Has dicho nada?; *Dime si quieres nada. Sí se admite la interrogación retórica: ¿Dónde se ha visto nada parecido? (Beccaria, Luna). En la lengua antigua, en cambio, la interrogación indirecta era un inductor negativo fuerte:

Vos maravilláis mucho del Emperador porque no ríe y preguntaremos a él si lo vido nunca reír (Cifar); Mirá si quiere nada de la botica, salí allá, quizá que trae guadaño (Delicado, Lozana).

48.6i El cuantificador nominal poco admite términos de polaridad negativa:

Pocas ganas va a tener nadie de cruzar la mar (Sanchis, Retablo); [...] excitado por aquella extraña criatura femenina tan huesuda, tan delicada, tan poco parecida a ninguna mujer que él antes hubiese conocido o visto (Pombo, Ventana); Tenían poco que ver con la progresía de los años ochenta, tenían poco que ver con nada (Sánchez-Ostiz, Infierno).

Ese cuantificador representa una forma de negación atenuada en muchos contextos. De hecho, se usa a menudo como mecanismo retórico para evitar la rotundidad que se asocia con los indefinidos negativos, a los que suele reemplazar por razones de cortesía: Me interesó poco por No me interesó nada; Muy pocos estarían de acuerdo por Prácticamente nadie estaría de acuerdo; El muchacho es poco inteligente por El muchacho no es nada inteligente, etc.

48.6j En la lengua actual se prefiere la conjunción o a ni en los grupos coordinados situados en el ámbito de poco: Pocos aceptarían una solución {o ~ *ni} la otra. En la lengua antigua, en cambio, era muy frecuente la conjunción negativa en estos contextos, lo que da a entender que poco era un inductor negativo fuerte:

Pocos fallauan que quisiesen nin pudiesen parar se a defender la uilla (Gran conquista de Ultramar); Toman poco trabajo él ni sus juezes de oír los pleitos (Cifar); Trae al cuerpo poco deleite ni provecho (Luján, P., Coloquios); Pocas veces se desprecian las riquezas ni los señoríos, especialmente de las mujeres (Cervantes, Persiles).

Se extiende esta diferencia a la conjunción sino, que en la actualidad tiende a rechazar poco como inductor, frente a lo que sucedía en la lengua antigua: Poco hallaron, sino algunos cristianos muertos a cuchilladas (Cabrera Córdoba, Historia).

48.6k Son inductores negativos débiles los adverbios solo, únicamente, exclusivamente, así como algunas locuciones y expresiones cuantificativas adverbiales, como en contadas ocasiones o de uvas a peras (la última usada sobre todo en España, y también en la República Dominicana y otros países antillanos). El adverbio solo acepta mejor las locuciones de polaridad negativa (Solo él movería un dedo por ti) que los indefinidos (*Solo él haría nada por ti). Se documentan algunas excepciones en los textos, como Determinó que aquellos revolcones solo conducirían a nada (García Hortelano, Gramática). En cambio, raramente se puede considerar inductor fuerte, ya que acepta indefinidos negativos con mayor naturalidad:

Le voy a decir algo que raramente le digo a nadie (Sábato, Héroes); Sus ideas sobre la guerra estaban ya previstas y calculadas, y raramente las podría modificar ningún suceso, como no fuese la rendición de Londres (Val, Hendaya); Raramente mata nadie por honor, y mucho menos por justicia poética (Trapiello, Amigos).

48.6l La asociación semántica que se establece entre raramente y prácticamente nunca justifica en alguna medida que el funcionamiento sintáctico de estas dos expresiones sea tan similar en los contextos citados. El uso de poco(s) como inductor negativo se suele relacionar asimismo por su proximidad con prácticamente nada (o nadie), como se vio antes. Es también estrecha la relación que existe entre poco y solo respecto de la propiedad que se examina. El uso de solo con expresiones referenciales (Solo ella estaba al corriente) excluye siempre uno o varios individuos de un grupo en función de alguna relación predicativa (§ 40.9a-j). El empleo de solo con expresiones cuantificativas (Solo le costó mil dólares) implica considerar que la cantidad de la que se habla es pequeña, escasa o insuficiente, según los contextos (por tanto, “poca”). Muchos de los inductores negativos admiten paráfrasis con alguna negación: rechazar > ‘no admitir’; dudoso > ‘no comprobado’; apenas > ‘casi no’, etc.

48.6m Algunos semantistas sostienen que los inductores negativos se caracterizan por no permitir ciertas inferencias relativas a conjuntos de individuos caracterizados en función de los modificadores que los restringen. Los inductores negativos rechazan la llamada inferencia creciente, también denominada de subconjunto a conjunto. Así, de la oración Pocos ejecutivos llevan corbata de seda no se deduce Pocos ejecutivos llevan corbata. El cuantificador mucho, que no es inductor negativo, acepta esta inferencia con naturalidad, puesto que de Muchos ejecutivos llevan corbata de seda se deduce lógicamente Muchos ejecutivos llevan corbata. Por el contrario, los inductores negativos aceptan la llamada inferencia decreciente o de conjunto a subconjunto, ya que de la proposición Pocos ejecutivos llevan corbata se sigue naturalmente Pocos ejecutivos llevan corbata de seda. Otros inductores negativos mencionados en los apartados precedentes dan lugar a inferencias similares. En la actualidad, unos autores orientan el análisis del paradigma formado por estos inductores a partir de las relaciones léxicas o de contenido que se mencionaron en el apartado anterior, mientras que otros optan por un análisis pormenorizado de las inferencias que se esbozan en este.

48.6n Algunas voces son inductores negativos en unas acepciones, pero no en otras. Como se observa en el § 30.7b, el adverbio apenas admite dos usos: unas veces se acerca en su significado a en cuanto (Apenas acabe de escribir esta página, saldremos a cenar) y otras se aproxima a solo (Apenas hemos hecho cincuenta kilómetros) o casi no (Apenas degustamos los postres). Esta última interpretación es la que lo habilita para admitir términos de polaridad negativa:

Aunque la palabra “inaudito” viene en el diccionario, apenas significa nada (Millás, Articuentos); Al principio, apenas logré percibir alivio alguno (Grandes, Edades); Las primeras dos o tres mañanas apenas tuvo fuerzas ni ánimos para trabajar (Muñoz Molina, Sefarad).

Se asimilan a apenas la locución a duras penas, la antigua locución adverbial a duro (‘difícilmente, apenas’), el adverbio difícilmente y el adjetivo difícil:

A duro vos podrá durar ninguno en campo (Primaleón); Difícilmente se dejaba acariciar de nadie (Galdós, San Pedro); A duras penas podía atender a nadie […], perseguido por cámaras y magnetófonos (País [Esp.] 30/9/1997); No obstante, era difícil afirmar nada (Zaragoza, Concerto); En sus ojos era difícil leer nada, aparte del desconcierto y la sorpresa (Trapiello, Amigos).

A pesar de que esas expresiones se agrupan conceptualmente sin dificultad, el hecho de que la práctica totalidad de los adjetivos valorativos admitan una paráfrasis con negación (oscuro ~ no claro; mentiroso ~ no veraz; pequeño ~ no grande) obliga a restringir en gran medida los criterios semánticos que dan sentido al paradigma de los inductores negativos, tarea que los gramáticos solo han llevado a cabo parcialmente.

48.6ñ Se vio en el § 48.6a que el cuantificador demasiado es un inductor negativo fuerte cuando se construye con la preposición para o la agrupación como para. Como se explica en los § 46.4l, m, con esa secuencia se expresa que el grado excesivo de alguna magnitud impide llevar a cabo la consecución de cierto estado de cosas:

Yo estaba demasiado nervioso como para poder alentar a nadie (Benedetti, Montevideanos); Ya era demasiado tarde para hacer nada (Ortiz, L., Luz); Estaba demasiado débil para abrigar ninguna sensación que no tuviera que ver con el ritual purificado de sus inicios (Montero, M., Trenza); […] demasiado ofendida para mirarnos ni para dirigirnos la palabra a ninguna de las tres (Tusquets, Mar).

Se suele entender que existe alguna relación entre el hecho de que demasiado pertenezca al paradigma de los inductores negativos y el de que el sobrepasar la cantidad o el grado que se expresa en estos casos conlleve no alcanzar la situación descrita en la oración que sigue a para. Para el llamado uso concesivo de demasiado... para, véase el § 47.14q.

48.6o Los cuantificadores comparativos de desigualdad son inductores negativos fuertes:

Javier, más rumboso que nunca, pidió cuatro whiskies (Vargas Llosa, Tía); Nadie como él puede aborrecer la soledad de los unos y de los otros, la suya menos que la de ninguno (Díez, Expediente); Eso es mejor que nada (Ribera, Sangre); [...] entonces quizá peor que en ningún otro instante de la vida (Tusquets, Mar).

En esta construcción se suelen rechazar los grupos formados con alguno en posición posnominal. Se prefiere, por tanto, la primera de las dos opciones que se muestran en Tenía más méritos que {ningún competidor ~ competidor alguno}. Aun así, el indefinido cualquier es la opción más frecuente en estos contextos, como se observa en el § 20.4o. La restricción no es casual, ya que los indefinidos negativos se interpretan en estas secuencias como cuantificadores universales o como indefinidos de indistinción (§ 48.6g y 20.4), no propiamente como indefinidos existenciales. La comparación de desigualdad implica siempre la exclusión de uno o varios individuos o grados de alguna relación predicativa. Cuando se dice Elena es más inteligente que Alberto, se expresa que Elena es inteligente en un grado en que no lo es Alberto.

48.6p Los comparativos de igualdad no son inductores negativos. No constituyen excepción secuencias como Canta como nadie, ya que el indefinido negativo representa en ellas la segunda variante de la alternancia negativa (§ 48.3a): Canta como nadie canta. Así pues, si se dijera Canta como no canta nadie, el inductor de nadie no sería como, sino no. Se aplica el mismo análisis a Esta noche era suya; él se la merecía como nadie (Fuentes, Cristóbal). Son, en cambio, inductores negativos los superlativos, a los que se asimilan el adjetivo único y los ordinales primero y último21.5g, h):

Quizás el más largo viaje que haya realizado nadie jamás en este mundo (Vázquez-Figueroa, Tuareg); Hoy está muy lejos ya de ser el primer contribuyente de nada (Bryce Echenique, Huerto); El ridículo es lo último que me gusta hacer ante nadie (Martínez Mediero, Vacaciones); ¡Mi hogar! El único que tuve nunca (Vázquez-Figueroa, Sultana).

Las expresiones superlativas comportan la exclusión de todos los elementos de un conjunto, con excepción de la expresión definida sobre la que se construyen. Son también inductores negativos las denominadas comparaciones retóricas. Estas construcciones presentan la estructura de las comparativas de igualdad, pero su significado es el de una doble proposición negativa. Así, si se dijera Lucía tiene tanto interés en ayudarte como Germán en mover un dedo por sus compañeros, se expresaría que Lucía no tiene ningún interés en ayudar a la persona con la que se habla y que Germán tampoco lo tiene en ayudar a sus compañeros.

48.6q Se asemejan a los inductores negativos mencionados en los últimos apartados otros predicados cuyo significado implica comparación. Pertenecen a ese grupo los adjetivos anterior, posterior y previo, así como el participio adjetival comparado. En todos estos contextos los indefinidos existenciales negativos (nada, ninguno) alternan con los de elección libre (cualquiera):

Toda su vida partirá y tendrá sentido a raíz de este hecho, como un don, un regalo anterior a ningún mérito ni esfuerzo para vosotros y para mí (Márquez Calle, Riesgo); Dios no puede ser posterior a ningún ser, porque es la causa de todos (Arce Gargollo, Teología); Yo lo he pasado muy bien con el periodismo, y nunca lo tomé como un paso previo a nada (Mundo [Esp.] 22/5/2001); Por su mole y solidez no podía ser comparado con ninguna otra muralla del mundo (Llopis, Enigmas).

48.6r Pertenecen también a este paradigma el verbo preferir y el predicado ser preferible, como en Ella prefería que se muriera a mover un dedo por ayudarlo, o en los ejemplos siguientes:

Prefiero ser nadie que ser mediocre (Fuentes, Laura Díaz); La duración de la siesta puede variar entre un minuto y el infinito. Es preferible un ratito que nada (Mariscal, Arte).

Se asimila asimismo a este grupo de inductores negativos la expresión como si, sobre todo en oraciones exclamativas (¡Como si a ti te importara nada!). Los adverbios antes y después son también comparativos léxicos, como se explica en el § 45.2ñ, pero solo el primero es inductor negativo:

Estefanía se deslizó penosamente por una puerta del fondo antes de que apareciera nadie en el gabinete (Caballero Bonald, Pájaros); Antes de que pudiera ni pensar en el cuchillo [...] (Vega, A. H., Marcelina).

Contrastan igualmente antes {de ~ que} nada y *después {de ~ que} nada.

48.6s Constituyen inductores negativos algunas preposiciones o locuciones prepositivas, como sin, en lugar de, en vez de:

Es tan [...] pura la dulce luz de su mirada, que en vez de hacer nacer ninguna mala idea, parece que crea pensamientos limpios (Valera, Pepita Jiménez); Lo escondió en el trastero en lugar de regalárselo a nadie de su familia (Millás, Articuentos); Poco a poco, sin omitir detalle alguno, Natalia empezó a contarle que […] (Bryce Echenique, Huerto).

Se suele entender que las locuciones en lugar de y en vez de son inductores negativos en razón de su significado excluyente, en el sentido de que el uso de estas expresiones implica dejar fuera cualquier otra posibilidad distinta de la opción que se elige. Coinciden en esta propiedad con solo y antes (de). Aun así, entre todas estas partículas, solo sin admite grupos coordinados por la conjunción ni, como en sin hablar ni escribir. La preposición sin puede adquirir valor condicional, como se explica en el § 47.11f, generalmente restringido a los contextos negativos: Sin permiso (es decir, ‘si se carece de permiso’) no se puede pasar a los laboratorios.

48.6t La preposición sin admite indefinidos negativos en posición contigua (§ 48.2c): sin nadie. Cuando se construye con sustantivos o grupos nominales, no sin equivale a con, como se hizo notar en el § 48.4ñ. Así, en Poco a poco, no sin esfuerzo, fui relacionando, acercando, lo que recordaba de Pedro Camacho con lo que tenía presente (Vargas Llosa, Tía), podría haberse dicho con esfuerzo. La equivalencia entre no sin y con no se obtiene, en cambio, cuando sin posee término oracional, como en Por medio de sus amistades obtuvo que Brambila saliera libre, aunque no sin pagar una fuerte multa (Salado, Emigración), pero existe relación estrecha entre «no + gerundio» y «sin + infinitivo», como se explica en los § 48.10c, f-h.

48.6u El que la preposición sin exprese léxicamente el contenido que corresponde a una negación contigua permite explicar que ese contenido pueda disgregarse y presentarse a distancia. Ello da lugar a pares de secuencias cercanas en su significado, como El niño no camina con andador ~ El niño camina sin andador. Estas alternancias se obtienen si el complemento preposicional encabezado por con no es de régimen. No cabe la alternancia, por tanto, en No nos hablamos con ella y en otras muchas secuencias similares. En el § 48.4ñ se observó que algunos contextos de doble negación excluyen los términos de polaridad negativa, como en no sin {alguna ~ *ninguna} justificación. También se excluyen en la fórmula no sin antes, como en no sin antes preguntarle {algo ~*nada}.

48.6v Como se adelantó en el § 48.6h, son inductores negativos la interrogación y la exclamación retóricas. La interrogación retórica es un inductor fuerte, ya que admite la mayor parte de los términos de polaridad negativa:

¿Quién movió un dedo por las mujeres y los niños afganos? (Buen Pastor 10/11/2002); —¿Desde cuándo manda Rafael dinero a nadie? (Pombo, Héroe); ¿Quién puede querer ningún problema por aquí? (Collyer, Pájaros); ¿Cómo puede avanzar en sentido alguno, ni social ni personalmente, ni material ni intelectualmente? (Cerezales, Escaleras); ¿Quién va a pensar nada raro de ti, si llevas toda la vida en esto? (Cebrián, Agonía); ¿Cuándo pensaste en tu puta vida que alguna vez ibas a tener un equipo de Grandes Ligas? (Ott, Dientes).

48.6w Como se hace notar en el § 42.12, la interrogación retórica constituye una forma de encubrir un enunciado declarativo en el que se niega o se rechaza algo. Estas oraciones solo se distinguen a veces de sus contrapartidas no retóricas en la entonación y en la información aportada en el discurso previo. Así, la pregunta ¿Te parece que puedo salir con este vestido? podría ser o no retórica en función del contexto. No obstante, estas oraciones pueden contener marcas sintácticas (acaso, a santo de qué, de verdad, etc.) que revelan la intención retórica con la que se formulan. Los términos de polaridad negativa están entre ellos, como mostraron las citas del apartado precedente. Se ha hecho notar que es compleja la interpretación de las palabras interrogativas en las interrogaciones retóricas negativas. Así, quién en una pregunta encabezada por ¿Quién no…? puede interpretarse con el sentido de ‘todos’ si siguen uno o varios indefinidos positivos (¿Quién no ha dicho alguna tontería alguna vez?), pero con el de ‘nadie’ si estos son negativos (¿Quién no ha dicho ninguna tontería nunca?). La exclamación retórica se inscribe en el grupo de los inductores fuertes:

¡Qué sabrá nadie del amor!… Para ella, el amor es un nombre… ¡Ni un nombre siquiera, porque el nombre se lo comió la polilla hace mucho tiempo!… (Loynaz, Jardín); —¡Qué mujer ni qué ocho cuartos, Natalia! (Bryce Echenique, Huerto).

Se volverán a tratar estas construcciones en el § 48.8k.

 

Nueva gramática de la lengua española
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

cerrar

Buscador general de la RAE