Morfología

7.La derivación adjetival y adverbial

7.5 Sufijos característicos de los adjetivos calificativos (III). Los sufijos -ento/-enta, -izo/-iza, -udo/-uda, -ón/-ona, -uno/-una y sus variantes

7.5a Se forman con -ento/-enta y su variante -iento/-ienta un gran número de adjetivos que toman bases nominales y denotan la presencia en alguna persona o cosa de la noción designada por el sustantivo, a menudo con intensidad, extensión o abundancia, como en polvoriento (‘lleno, cubierto de polvo’). Un grupo de adjetivos derivados de nombres mediante estos sufijos expresan la cualidad de tener, mostrar, sentir o manifestar la noción que el nombre indica, a menudo una sensación física o anímica: hambriento, sediento, somnoliento (o su variante soñoliento), pero también algún tipo de materia, como en sangriento. Se usa asquiento (‘que siente asco’) en Chile, parte del Caribe continental y del área andina, así como en algunos países centroamericanos: No me pondré las aburridas pantuflas de señora asquienta (Bayly, Mujer). De angurria (‘voracidad’), se deriva angurriento (‘voraz’), de uso común en muchos países americanos: Ellos llegaban como sombras angurrientas, comían y se iban otra vez a la calle (Jodorowsky, Pájaro).

7.5b Otros adjetivos derivados mediante este sufijo significan tendencia o disposición hacia algo. Varios de ellos están restringidos a ciertas áreas geográficas:

alharaquiento (de alharaca, usado en Chile); ataquiento (‘que sufre ataques de epilepsia’, usado en el español popular ecuatoriano y en el de otros países andinos); boruquiento (‘bullicioso’, usado en México, de boruca ‘bulla, bullicio’); calenturiento; copuchento (‘mentiroso’, de copucha ‘men tira’ en mapuche, usado en Chile, así como en Bolivia y otros países andinos); malmodiento (‘maleducado’, derivado de malos modos y usado en México); relajiento (de relajo, usado en las áreas mexicana y centroamericana); sudoriento (junto al antiguo sudiento; también existe su doroso), etc.

Se usa catarriento (‘con catarro’ o ‘con tendencia a él’) en muchos países americanos. Se ilustran a continuación algunos de estos derivados:

Conducía con la vista fija en el camino y con una lentitud gelatinosa y sudorienta (Montero, M., Trenza); Friccioné los tobillos, el empeine y la planta de los pies breves y calenturientos (Chávez, Batallador); —¿Las mujeres son mejores entrevistadoras que los hombres? —¿Tú qué crees? […] —Que sí, porque por naturaleza son más copuchentas. —No, no, no, eso no es verdad (Hoy [Chile] 8/12/1997); Sollozaba débilmente sobre el pecho catarriento del anciano (Montero, M., Trenza); No está fea la chamaca, pero [=sino] malmodienta (González, E., Dios).

7.5c Particularmente numeroso es el grupo de adjetivos en -ento/-enta o -iento/-ienta que se aplican a las personas —y a veces también a las cosas— resaltando en ellas la suciedad, el desaliño y otras formas en que se manifiesta la falta de limpieza, aseo, pulcritud, compostura o propiedad:

basuriento (usado en muchos países americanos y registrado también en el español europeo); cacharriento (de cacharro ‘objeto viejo y estropeado’, usado en Chile); calumbriento (de calumbre ‘moho’); carachento (del quechua caracha ‘sarna’); carcachento (‘viejo, sucio, estropeado’, de carcacha ‘mugre, suciedad’ en quechua; también ‘auto viejo’ en México y otros países); cazcarriento (de cazcarria ‘lodo’); ceniciento; churriento (de churro ‘pringue’); granujiento (de granujo ‘grano’, aunque se relaciona con grano); grasiento; gusarapiento; harapiento; heciento (de hez); holliniento; lodiento; mamarrachento (de mamarracho, usado en parte de las áreas centroamericana, andina y rioplatense); mohiento; mugriento (de mugre); oriniento (de orín ‘herrumbre’); peciento (de la pez); pelusiento (usado en parte de las áreas andina y centroamericana); pezuñento (derivado de pezuña, usado en el Perú y otros países andinos); polvoriento; sarniento (de sarna, también existe sarnoso); sebiento (de sebo, más usado en Chile); tilichento (‘dado a guardar cosas inservibles’ en México y América Central, de tiliche, posiblemente de origen náhuatl); tiriciento (de tiricia ‘pereza’ en parte de Centroamérica); trapiento; zurrapiento (de zurrapa ‘mancha’); zarriento (de zarrías ‘barro’).

Se asimilan a este grupo los derivados de ciertos nombres de animales que se asocian con las nociones descritas: gusaniento, lombriciento, piojento (piojiento en el área rioplatense), pulguiento. Los tres últimos alternan con las formaciones posesivas en -oso: lombrisoso, piojoso y pulgoso. Se ejemplifican a continuación algunos de estos derivados:

Al día siguiente regresó Maurice, con las ropas cazcarrientas y los ojos hinchados por el cansancio (Montero, M., Trenza); Algo que desde el punto de vista intelectual es incomprensiblemente basuriento (Público 7/1/2009); Cuando usted escucha que una persona está lombricienta, se la imagina débil, mareada, con ascos y diarrea (Valdivieso, E., Panza); ¡Ya no tienes edad para jugar con ese mocoso pulguiento! (Allende, Casa); Usted no puede imaginar la salmuera que llena mi corazón gusarapiento (Scorza, Tumba); Ahí sigue siempre con su trenza y su pinta medio mamarrachenta (Bryce Echenique, Huerto); Los verdes se las ingeniaron para convertir un vehículo que estaba más cacharriento que el transbordador Discovery, listo para chatarra, en un Retén Móvil a todo ritmo (Cuarta 8/7/2006).

7.5d Los adjetivos en los que se reconoce el segmento -lento/-lenta o -liento/-lienta son todos de origen latino: corpulento, flatulento, fraudulenta, sanguinolento, suculenta, truculento, virulenta y otros, entre ellos los ya citados somnoliento y soñoliento. Como solo en algunos de ellos se percibe, desde el análisis sincrónico, la relación con su base nominal (cuerpo, fraude, sangre, sueño), se plantea en los demás la polémica a la que se aludió en los § 7.1g-k, relativa a la posibilidad de asignar o no a ciertas voces una estructura morfológica en el español actual. Así, de la forma latina virus (‘jugo’, pero también ‘humor’, ‘ponzoña’ y ‘veneno’) se derivó virulentus, del que procede como cultismo virulento. Esta voz se suele asociar léxicamente hoy con violencia en la conciencia lingüística de algunos hispanohablantes, y con virus en la de otros, pero la relación léxica que se establece entre violencia y virulento no corresponde al ámbito de la morfología, sino más bien al de las relaciones semánticas entre las piezas léxicas. Son habituales consideraciones análogas referidas a pares muy citados, como asesino y matar, entre otros muchos similares cuyos miembros no están vinculados morfológicamente, pero sí semánticamente. Se alude asimismo a esta cuestión, muy polémica entre los morfólogos actuales, en los § 1.5j y 6.12j. Se forman a partir de adjetivos unos pocos derivados en -(i)ento, entre los que están amarillento (‘que tiende al amarillo’), avariento y flacuchento, el último usado en Chile, así como en las áreas centroamericana y caribeña: Marquitos, en el asiento de atrás, se reía a carcajadas, pataleaba en el aire con sus piernas flacuchentas, y me gritaba (Edwards, Fantasmas).

7.5e El sufijo -izo/-iza (lat. -icĭus, -a, -um) comparte con -dizo/-diza7.11a-c) en muchos casos el significado básico de ‘propensión, disposición, inclinación o tendencia’. No obstante, los derivados en -dizo/-diza poseen generalmente bases verbales (escurridizo, movedizo), mientras que los adjetivos en -izo tienen bases adjetivales (A-izo), como enfermizo o rojizo, y, más comúnmente, nominales (N-izo), como calizo, cobrizo, pajizo, roblizo, yeguarizo (ganado yeguarizo ‘caballar’, usado en el área rioplatense) o futurizo (‘orientado hacia el futuro’), como en Pero este no basta, por la condición futuriza del hombre (Marías, España). En el caso de antojadizo cabe pensar en una base adjetival (antojado ‘que tiene antojo de algo’), pero también en una verbal (antojarse) con el sufijo -dizo7.11a-c). Otros adjetivos que se ajustan a la pauta N-izo admiten las paráfrasis ‘relativo o perteneciente a N’ (vaquerizo); ‘hecho de N’ o ‘que contiene N’ (calizo, cañizo, pedrizo); ‘semejante a N’ o ‘propio de N’, como en cobrizo ‘parecido al cobre en el color’, o agostizo ‘propio de agosto’, entre otros sentidos: Ascendía iracunda en este límpido / mediodía agostizo (Gimferrer, Mar); e incluso ‘situado en N’ (fronterizo).

7.5f Más productivo que -izo/-iza es el sufijo -udo/-uda. Forman el mayor grupo de adjetivos derivados mediante este sufijo los que caracterizan a las personas o los animales que destacan por el tamaño, el exceso, la desproporción o la malformación de alguna parte de su cuerpo. Como en otros casos, no todos los derivados de esta serie son comunes a todos los hispanohablantes. A esa larga lista de adjetivos pertenecen los que siguen, junto con sus correspondientes femeninos en -uda:

ancudo, barrigudo, bezudo, bocudo, cabezudo, cachudo, carrilludo, cejudo, ceñudo, cervigudo, chepudo, cogotudo, colmilludo, coludo, conchudo, cornudo, costilludo, crestudo, cuelludo, dientudo, espaldudo, frontudo, hocicudo, huesudo, jetudo, juanetudo, membrudo, mofletudo, morrudo, nalgudo, narigudo, nervudo, ojudo, orejudo, pantorrilludo, panzudo, patilludo, patudo, pechudo, pellejudo, pescozudo, picudo, pinchudo, rabudo, rodilludo, talludo, tripudo, trompudo, ventrudo, zancudo.

Cabe agregar a esta lista el par tetudo/tetuda, cuyas dos variantes están atestiguadas. Algunos adjetivos de este grupo admiten usos figurados en los que se pierde en parte la relación con sus bases nominales, como picudo (‘sagaz’ en México): […] un plan cuatrienal ideado por algún dirigente o político picudo (Proceso [Méx.] 22/9/1996). Se percibe también cierto grado de lexicalización en corajudo, forzudo (fuerzudo, en algunos países centroamericanos), sesudo, entre otros.

7.5g No son muchos los adjetivos en -udo/-uda que admiten usos ponderativos, como billetudo, bolsilludo, platudo o suertudo (‘que tiene suerte’). Varios de los adjetivos que corresponden potencialmente a este grupo pueden recibir sentidos contrapuestos según las zonas en las que se usan. Así, conchudo significa ‘indolente’ en algunos países del área caribeña, pero ‘caradura, sinvergüenza’ en el Ecuador. En el área rioplatense es voz malsonante y muy ofensiva. Las interpretaciones también varían en función de los contextos y de los registros lingüísticos en los que se empleen, aun dentro del habla coloquial: macanudo (de macana), pelotudo (sobre todo en las áreas rioplatense y andina), cojonudo (en el español europeo y en las áreas caribeña y andina), boludo (más frecuente en el área rioplatense, pero también usual en parte de Chile y del área andina), pistonudo (en España) u ojudo (especialmente en algunos países centroamericanos y caribeños). Se ejemplifican a continuación algunos de estos usos:

María Luisa Picón sabe a qué viene Óscar, ese niño tan bello y tan ojudo (Morón, Gallo); ¿Quién le mandaba ser tan pelotudo? (Moreno-Durán, Diana); Muy bien, pistonudo. ¿Has visto cómo corrían? (Alonso Santos, Moro); La verdad, se me vino una idea realmente cojonuda y empecé a vivirla como si la estuviera viendo en el cine (Bryce Echenique, Martín Romaña).

Son numerosos los adjetivos que se refieren a la presencia —y a veces abundancia o exceso, interpretados a juicio del que habla— de pelo en las personas o los animales, como en barbudo, bigotudo, cabelludo, flequilludo, greñudo, lanudo, mechudo, melenudo, patilludo, peludo, velludo.

7.5h La pauta ‘que tiene N’ se ajusta a varios de estos adjetivos, y también a otros en los que no se denota apreciación negativa, como filudo (‘afilado’), usado en gran parte de América: Me gruñó con furia, mostrándome los colmillos filudos y el reverso lustroso del hocico (Edwards, Anfitrión). Denotan generalmente exceso confianzudo (‘que se toma excesiva confianza’) y melcochudo (‘que tiene demasiada melcocha’). Este último se usa en sentido físico y también en el figurado: Yo le dije la pura verdad, que ella se estaba volviendo melcochuda como la arcilla de hacer cerámica (Rojas, V., Vecinos). La noción de ‘exceso’ está implícita en la base nominal de cachazudo (de cachaza; véase el § 7.13b sobre la variante cachaciento). De choya (‘pereza, pachorra’ en buena parte de Centroamérica) se deriva choyudo. En Chile se usa espinudo en el sentido figurado que suele darse a espinoso en el español general: Porque lo que está en cuestión es uno de los temas más espinudos de la transición: el combate al terrorismo (Hoy [Chile] 23/12/1996). En el Caribe continental se emplea alpargatudo en el sentido literal (‘que lleva alpargatas’) y también en el figurado (‘simple, rústico, ordinario’). El adjetivo trompudo (‘que tiene la boca grande o los labios gruesos’) se usa en muchos países americanos con el significado despectivo que posee el sustantivo trompa cuando se aplica a las personas. En el área rioplatense y en parte de Centroamérica adquiere también el sentido de ‘enojado’:

Le acerca sus labios trompudos al perfil expectante (Menéndez, Muerte); Aquel larguirucho San Román, tan serio y trompudo, nada tiene de maniatado (Chávez, Batallador).

La notable productividad de -udo/-uda es aprovechada por Rafael Alberti en estos versos conocidos: El diablo hocicudo, / ojipelambrudo, / cornicapricudo, / perniculimbrudo, / y rabudo, / zorrea / pajarea / mosquiconejea, / humea, / ventea, / peditrompetea, / por un embudo (Alberti, Pintura).

7.5i El sufijo -ón/-ona coincide con -udo/-uda en algunos de sus valores semánticos. De hecho, alternan barrigón y barrigudo, cabezón y cabezudo, narizón (o narigón) y narigudo, panzón y panzudo, tetona y tetuda. El sustantivo huevón, derivado de huevo, tiene connotaciones ponderativas en algunos países centroamericanos (‘valiente’), pero se usa con el sentido de ‘perezoso’, ‘alelado’ o con diversos matices afectivos en muchos otros países americanos. Excepcionalmente, -ón/-ona tiene sentido privativo en pelón, que se emplea para referirse a alguien que no tiene pelo o tiene demasiado poco. Se usa, además, en sentido figurado, aplicado a ciertos nombres de cosa: Tiene el palo todo pelón y en la punta le salen las ramas y las hojas (Martín Campo, Carreteras).

7.5j Los usos de -ón/-ona en la formación de aumentativos se describen en los § 9.7a-g. Se forman con este mismo sufijo adjetivos y sustantivos que hacen referencia a la edad de las personas, a veces con cierta carga irónica o despectiva: un hombre {cuarentón ~ cincuentón ~ sesentón ~ setentón ~ ochentón ~ noventón}, con sus correspondientes femeninos: Tú también llegarás a cuarentona y te tocará el papel de enfermera (Obligado, C., Salsa). Tal connotación no está presente en los escasos adjetivos en -ero que también se refieren a individuos de determinada edad: quinceañero, veinteañero, treintañero. Los ordinales segundo y tercero admiten también el sufijo -ón/-ona en derivados nominales con fuerte carga depreciativa: segundón (‘hijo segundo’ y también ‘persona que ocupa un puesto de menor relevancia que otro’) y tercerón (‘hijo tercero’), menos usado. La pauta V-ón/-ona se reconoce en una serie de adjetivos y sustantivos derivados, asimilados a los despectivos en algunos análisis (§ 6.11i, j): adulón, burlona, buscón, comilona, criticón, destrozona, dormilón, meticona, sobón, zumbona:

Qué sueño tan pesado, qué hombre dormilón (Quintero, E., Danza); ¡Y péinate un poco, María, que estás hecha una destrozona! (Fernán Gómez, Bicicletas); Contó para ello con los asesores y sobones profesionales que nunca faltan (Expreso [Perú] 15/4/1992).

7.5k El sufijo -uno/-una alterna los usos calificativos con los relacionales. Los adjetivos que se ajustan a la primera interpretación suelen significar ‘semejante a N’ y tienden a ser despectivos (aspecto caballuno ‘aspecto de caballo’); los que prefieren la segunda expresan la relación o la pertenencia que suele caracterizar a los adjetivos de esa clase. Es nutrido el grupo de los que se derivan de nombres de animales. Los diccionarios suelen reflejar su doble naturaleza, como calificativos y como adjetivos de relación: abejuno, asnuno, boyuno, caballuno, cabrituno, cabruno, cebruno, cervuno (de ciervo), conejuno, gamuno, gatuno, jabaluno, lebruno, ovejuno, perruno, toruno, zorruno:

Le regaló dos magníficos caballos, uno lobuno y un cebruno (Guzmán, Y., País); —¿Le gusto, padre? —dice de pronto una voz aflautada, gatuna, y la joven abre los párpados dejando al descubierto unos centelleantes ojos azules (Mendoza, M., Satanás).

7.5l En el área rioplatense se aplica lobuno a los caballos de pelo grisáceo, es decir, semejante al del lobo. La interpretación de semejanza se percibe también en hombruno, aplicado a las mujeres despectivamente, así como en moruno, frailuno, aceituno y en otros pocos adjetivos. En Centroamérica y en varios países del Caribe se usa montuno (de monte) en el sentido de ‘montaraz’. Se ejemplifican a continuación algunos de estos derivados:

Envuelto en el áspero capotón de bocamangas frailunas, acodado en la baranda, los prismáticos en los ojos, Gervasio bostezó en dos tiempos (Delibes, Madera); Tenían la camisa sucia de sudor seco y una barba del día anterior que les daba un aspecto montuno (García Márquez, Crónica); Fueron encontradas […] tres tamaño cédula, con uniformes verde aceituno, e insignias de capitán segundo (Prensa Libre 12/7/1996).

 

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